Las Crónicas de la Cruz de plata

Introducción:

Era una noche de invierno en la cuidad del desierto de Morroc y mientras las calles estaban vacías por el frío y el viento, la taberna estaba llena, pues los hijos del desierto habían ido a celebrar con la gente del pueblo su última victoria contra el faraón al que al fin, luego de 15 años de batalla, habían logrado eliminar. Lamentablemente, también había bajas en su bando, entre ellas sus jefes, quienes se habían enfrentado solos ante el antiguo rey

-Lástima que ellos ya no estén, les encantaban estas celebraciones- dijo una mujer de la ciudad

-Sí, pero ya nunca nos dejarán- dijo un anciano

-Habrá que prepararles una despedida acorde. Todo el pueblo los quería mucho-

-Pero eran una pareja extraña- dijo un niño, provocando la risa de los asesinos y ladrones que estaban cerca

-Si, lo eran- dijo una asesina acariciando la cabeza del niño

-Hey, Randir! Cuenta su historia, para honrar su recuerdo- dijo uno a un anciano que estaba sentado cerca del fogón

Al oír de historia, todos empezaron a agruparse alrededor del fogón esperando que Randir asintiera. Él también era un personaje del pueblo, pues era gran amigo de los jefes del desierto y era respetado por todo el clan, aunque circulaban algunos rumores sobre su pasado, desde que era un Cruzado renegado hasta que era un antiguo amor de la jefa.

Randir sonrió tomando un poco de su cerveza al ver a niños y adultos esperando su respuesta

-Está bien, es una buena historia, pero no me interrumpan, pues es larga y no muy alegre- dijo sacando de entre sus ropas una Flamberge vieja, pero en perfecto estado, y la ponía en sus piernas. Mirando las llamas danzar en la hoja empezó a recordar lo que sabía del principio de la historia, que se remontaba hace 50 años, cuando una pequeña acolita rescató a un asesino desconocido de la persecución