Nota: Esta historia transcurre años más tarde del anime de Card Captor Sakura y no es fiel a su continuación Card Captor Sakura Clear Card.

Argumento (alerta de Spoilers) : Cuando Shaoran se había levantado aquella mañana, jamás pensó que acabaría el día deseando que Sakura Kinomoto aceptara ser su prometida. Puede que fuera el destino, o simplemente un medio para un fin, pero si con ese matrimonio lograba protegerla de Shen Wang, lo haría sin pestañear. Era su deber como futuro heredero del clan Li proteger a aquellos que se lo pedían y nunca en su corta vida se había sentido tan ansioso por aceptar esa petición. Y es que... ¿cantas veces el pasado llama a tu puerta pidiendo un segundo intento? Aunque para ser sinceros... ella había acudido pidiendo ayuda, no un esposo...

LA PETICIÓN

Capítulo Piloto

El concilio y el clan Li

Shaoran Li llevaba tan solo un par de minutos en el que había sido su cuarto de niñez cuando notó la presencia de Ieran Li a su espalda. Se giró lentamente, aún con algo de ropa en las manos de la maleta que estaba deshaciendo y le sonrío levemente.

- Creo que tu cuarto es tan serio, que no vas a necesitar adaptarlo mucho a tu edad actual. ¿Cuánto hacía que no lo pisabas hijo mío?

- Desde los trece años.

- Tus obligaciones te han mantenido lejos de casa. Ambos sabemos que no es sencillo ser un Li, menos cuando eres el único barón. – Ieran entró a la habitación y tomó asiento a un lado de la cama. Shaoran la observó en silencio sin entender el motivo de su visita. A pesar de ser madre e hijo, la relación con Ieran era básicamente por carta o e-mail. Se veían tres o cuatro veces al año, por navidades o para reuniones del consejo que requerían de la presencia de ambos. Así que tenerla tan cerca, en la intimidad de su antiguo cuarto, le incomodaba. Debía admitir que los años se habían portado bien con su madre. Seguía siendo hermosa e imponente a la vista de cualquiera a pesar de sus cincuenta años de edad. Años que no aparentaba. Era como si el tiempo se hubiera detenido para su belleza. – Supongo que te preguntas el motivo de mi visita.

- No tenéis que justificar el visitarme, soy vuestro hijo. Pero sí, me lo pregunto.

- Has pasado mucho tiempo viajando. Japón, Londres, Shanghái, Nueva York, Washington, Barcelona, India, Alemania y de nuevo Londres. Ha sido duro, supongo, y solitario.

- Nunca he sido persona de muchos amigos, madre. Pero no me he sentido solo. He tenido un gran apoyo del consejo y en todas las instituciones mágicas en las que he estudiado he contado con gente a mi alrededor.

- ¿Por tu apellido?

- Algunos… no todos. O al menos, confío en ello.

- Forjar poderosas alianzas es una de las responsabilidades de ser el heredero del clan Li. Una muy importante.

- Soy consciente de ello, madre.

- Pero hay alianzas aún más importantes… - su madre se quedó callada unos segundos. Parecía analizar sus próximas palabras con cautela y Shaoran se tensó por un instante. Dejó con cuidado la tarea cotidiana que estaba realizando y miró a su madre con atención. – En dos semanas cumplirás veintiún años. Eres joven para los tiempos que corren, pero no tanto para tu cargo. Tu padre asumió el cargo a los veinte años y se casó a sus diecinueve. – En ese momento entendió el caminó de los pensamientos de su madre. Era su deber como heredero del clan, contraer nupcias con una mujer adecuada. Preferiblemente miembro de un clan fundador y de magia poderosa. Desde sus dieciséis años, había recibido quince ofertas de alianzas de matrimonio. Todas habían sido rechazadas de forma cortés.

- Sé que debo estar casado para asumir el cargo madre. Pero no hay prisa para ello. Gozáis de una salud envidiable y confío en vuestro mandato.

- En realidad, no se trata de si hay prisa o no. Se trata de encontrar la oportunidad adecuada… - Su madre se levantó entonces y le miró de arriba abajo y por primera vez en años, le dedicó una sonrisa cariñosa. – Te has convertido en un hombre tan apuesto como lo era tu padre. – y caminó de nuevo hacia la puerta confundiendo a su hijo. Pero antes de salir se giró para mirarle a los ojos. – En una hora tendremos una reunión muy importante y quiero que permanezcas en silencio y atiendas sin intervenir hasta que yo te lo pida. ¿Podrás hacerlo?

- Si usted me lo pide, lo haré. Pero me gustaría, si es posible, conocer la naturaleza de la reunión.

- Han solicitado nuestra ayuda. – Shaoran la miró esperando más información, y Ieran pareció medir perfectamente sus palabras antes de proseguir. – Ha sido la reencarnación de Clow, Eriol Hiraguisawa. – el castaño parpadeó confuso. Eriol y él habían profundizado mucho su amistad en Londres aun siendo personas tan distintas en carácter. A pesar de que el inglés se negaba a formar parte de ningún clan o institución mágica, sentía una curiosidad insana por el mundo mágico, así como para los individuos que lo formaban. Siempre se mantenía como un mero observador, pero eso no le impedía ser uno de los magos más poderosos del tiempo actual, así como una gran fuente de conocimiento. Devoraba libros de historia mágica sin parar y estudiaba cualquier tipo de magia a su alcance, incluso aquella que se consideraba prohibida.

- No me ha comentado nada…

- Llamó hará unas semanas, cuando aún estabas en Londres.

- ¿Y por qué no me contactó directamente? Estaba allí mismo.

- No te ha pedido ayuda a ti, hijo. Se la ha pedido al clan. Aún soy la matriarca de esta familia y recae en mí la decisión de ayudarle o no. - Shaoran se mordió el labio inferior y desvió la mirada.

- No pretendía ofenderos…

- Lo sé. El señor Hiraguisawa quería llamarte, pero ambos decidimos tras hablar largo rato, que era mejor comentar hoy el tema.

- ¿Eriol está aquí?

- No. Hoy no asistirá.

- No entiendo…

- Él no necesita ayuda. La ha pedido para alguien muy preciado para él.

- ¿Quién?

- La señorita Kinomoto. – Shaoran abrió mucho los ojos e intentó no irse de espaldas por la sorpresa. ¿Cuánto hacía que no sabia de ella? Eriol mantenía el contacto, pero él lo había perdido hacía ya mucho. A los quince ¿quizá? No lograba recordar cuando fue la última conversación por e-mail que tuvo con Sakura. Parpadeo algo confuso e intentó enfocar su atención.

- ¿Sakura esta bien?

- Su salud no peligra, si es lo que te preocupa. Pero no avancemos acontecimientos. Llegará en unos minutos y me gustaría que la recibieras personalmente.

- Cla… claro. Lo que haga falta, madre. – fue entonces que su cabeza sumó dos más dos y un temor inundó sus pensamientos. Ieran Li jamás había sacado por voluntad propia el tema del matrimonio y había elegido el día de hoy, justo una hora antes de una reunión con la maestra de cartas.

- Bien. Recuerda tu promesa. Escucha todo lo que se hable en la reunión antes de dar tu opinión y no intentes que la señorita Kinomoto te adelante nada cuando la recibas. Cuento contigo.

- Si, madre. – definitivamente no le gustaba el camino que estaba tomando todo el asunto. Pero a pesar de que su cabeza era un sinfín de pensamientos discordes, se obligó a no adelantar acontecimientos y hacer lo que su madre le había solicitado. Recibiría a Sakura Kinomoto tras casi nueve años sin verla. Esperaba que sus miedos se quedaran en nada. Al fin y al cabo, había sido Eriol quién había iniciado todo aquello y, a pesar de lo loco que estaba su amigo, dudaba que estuviera obrando de celestina.

Con toda la calma y parsimonia del mundo se dirigió a la entrada principal de la gran mansión Li. A pesar de haber nacido allí y pasar toda su infancia correteando por los jardines, se le hacía muy extraño estar en esa casa. Observaba todo a su alrededor con detalle. Las escaleras blancas de mármol, las hermosas flores que desprendían el mismo aroma que tanto recordaba. El aire suave típico de finales de junio y el cantar de los pájaros. Miró los arboles en busca de los nidos que, junto a su padre, habían construido cuando tan solo era un niño. Estaban intactos. Dejó escapar una suave sonrisa rememorando como había caído de lo más alto del cerezo central cuando tan solo tenía cuatro años. Su padre había invocado el viento parando así su caída. Esa fue la primera vez que sintió su magia, y también la última. Sus pasos le llevaron hasta la fuente y no pudo evitar tocar el agua con sus dedos. Al igual que con su madre, sintió que el tiempo no corría en esa casa. Todo permanecía igual. Casi como en un cuadro. Se obligó a si mismo a centrarse y caminó en dirección a la verja de la entrada. Dos guardas custodiaban la mansión Li, aunque con los sellos de protección de la casa le parecía totalmente innecesario. Ambos hicieron una reverencia al verle.

- Buenos días, señor Li.

- Buenos días.

- La señorita Kinomoto aún no ha llegado.

- Entiendo. La esperaré aquí, si no les importa.

- Lo que usted desee. Señor Li.

Pero lo cierto es que no tuvo que esperar demasiado. La figura de un taxi se dibujó en el horizonte y pronto llegó a la entrada principal. El taxista estaba tan fascinado por el lugar que salió del coche para abrir la puerta a su cliente maldiciéndose por no haber notado antes de que se trataba de alguien importante. Shaoran sonrió. El apellido Li imponía, hasta aquel que no lo conocía. Fijó su vista entonces en la joven de larga melena castaña y hermosos ojos verdes que descendió del vehículo muy apurada por la reacción del conductor. Observaba todo a su alrededor totalmente maravillada. Sakura ya había estado allí en un viaje cuando era pequeña, pero había sido un tiempo breve y lo recordaba vagamente. Finalmente sus ojos repararon en el joven que la esperaba y un leve rubor cubrió sus mejillas a la vez que una sonrisa alegre iluminaba su rostro.

- ¿Shaoran?

- Buenos días, Sakura. Ha sido un largo tiempo. – la muchacha no esperó a que él se acercara y corrió alegre tirándose a sus brazos. La reacción tan fresca y jovial dejó a los guardias atónitos y por un momento se pusieron en guardia, pero el joven Li negó con la cabeza y devolvió el abrazo a su amiga de la infancia. Sakura era así y ni mil protocolos podrían hacerla cambiar. Menos aún si los desconocía. Se separó tan rápido como había llegado y le miró de arriba abajo mientras reía feliz.

- ¡Estas altísimo! ¡Y tan guapo! Madre mía… eres tú, pero no eres tú… no sé si me entiendes… ¡Esto es tan fantástico! No creí que estuvieras. Eriol me dijo en su último e-mail que habías vuelto a Londres…

- ¿Hablando de mí a mis espaldas? – Sakura le sonrío contenta y le guiñó un ojo en confianza.

- Siempre. Es la única forma de saber de ti, oh gran Shaoran Li. – la observó más detenidamente. Sakura había sido una niña muy hermosa, pero a sus veintiún años de edad, era toda una visión de belleza. Había visto numerosas fotos de Nadeshiko Kinomoto en Japón, y por lo que recordaba, podía afirmar el enorme parecido. De no ser por el largo cabello castaño de Sakura, casi podrían ser la misma persona. Miró su figura, grácil y esbelta y pensó que, de haber querido, podría haber sido una modelo de éxito, como lo fue su madre. Era atractiva, muy atractiva. Gracias a dios había perdido la costumbre de ruborizarse cuando la veía, porqué de lo contrario ese momento hubiera sido muy incómodo. – Dime por favor que no estás aquí por mi….

- Lo cierto es que me acabo de enterar de tu llegada. He vuelto esta mañana y aún no he desecho mis maletas.

- ¡Oh! Lo siento tanto… no tenías que venir a recibirme…

- Claro que sí. No todos los días viene a visitarnos la maestra de las cartas. – su comentario pretendía ser una pequeña broma, pero al parecer no gustó a la muchacha que le devolvió una sonrisa forzada. Eso le extrañó, pero aprovechando el momento de silencio que se había formado, el joven Li ordenó a sus guardas que pagaran el viaje de la señorita Kinomoto y empezó a caminar obligando a Sakura a seguir su paso. – Desconozco el motivo de tu visita en detalle, pero por lo que sé, Eriol nos ha pedido que te ayudemos.

- Sí… y lo siento mucho. No quería que lo hiciera. Acudí a Eriol por qué no sabía a quién más recurrir… lamento que os haya involucrado en mis problemas. – Shaoran iba a preguntar sobre los verdaderos motivos de su visita, pero recordó la promesa que le había hecho a su madre, y se obligó a guardar su curiosidad para más adelante. Al fin y al cabo, se reunirían en menos de una hora.

- El clan Li trabaja dentro del consejo de hechiceros de Oriente y posee grandes alianzas con el mundo mágico, así como también en el mundo empresarial. Estoy convencido de qué algo podremos hacer para ayudarte, sea cual sea la naturaleza de tu problema, Sakura.

- Gracias. – Shaoran había olvidado lo tranquilizadora que era la presencia de Sakura. Habían pasado años sin verla, pero se sentía como si hubieran sido solo semanas. La familiaridad y amistad que les unió seguía allí, intacta. Aunque sus promesas de amor infantil se las hubiera llevado el viento y hubieran perdido todo contacto. Se adentraron en la mansión y Sakura dejó ir un suspiro de asombro – Esta casa es tan hermosa… ¡Y tan enorme! Creí que mi recuerdo estaba distorsionado, pero realmente veo que sus dimensiones son tal cual las conserva mi memoria. Esta igual.

- Hace tan solo unos minutos, me decía lo mismo. Es como si el tiempo no pasara en esta casa… hasta mi madre no envejece. – Sakura soltó una risa ahogada y tomó su brazo con confianza.

- Me alegra tanto que estés aquí Shaoran… ¡Hay tanto que quiero que me cuentes! Dónde has estado, a quien has conocido, lo que has aprendido y estudiado… ¡tu vida debe ser tan fascinante! – el castaño la miró conteniendo una sonrisa. ¡Qué inocente era aún esa muchacha!

- Ya tendremos tiempo. Ahora lo que apremia es ayudarte, así que sí te parece te acompaño a la sala de juntas. – Sakura le paró entonces y tomó su brazo con aún más fuerza.

- ¿Tú… tú también estarás?

- Así es. ¿Te incomoda mi presencia?

- ¡No! Por dios no. Al contrario. Me sentiré más tranquila si estás conmigo.

- Bien. Pues vamos. – Shaoran volvió a marcar el paso y ella lo siguió algo menos animada. La realidad del motivo de su visita caía poco a poco entre ellos y el joven Li no podía estar más intrigado. Pero para calmar sus ansias de información y ser útil de paso, decidió dar una clase de protocolo a su acompañante para evitar-le vergüenzas. No sabía quién acudiría a la reunión, pero no estaba de más prevenir. – Sakura, hay ciertas cosas que deberías saber.

- ¿Cómo cuáles?

- Hay muchos protocolos antiguos en el mundo mágico, sobre todo en mi familia. No se exige el mismo rigor para los invitados, pero sí los conceptos básicos.

- ¿Cómo por ejemplo?

- La matriarca y máxima autoridad en esta casa es mi madre, así como dentro del clan Li. Sin embargo, al igual que todos los clanes de china, respondemos ante un consejo de magos al que llamamos el concilio de magos de oriente.

- Lo sé… Eriol me contó la historia de tu familia y los orígenes del concilio.

- Bien. Me sorprende que Eriol se preocupara de contarte sobre mi familia y sus costumbres para tu visita… suele reírse de los protocolos…

- En realidad, me lo contó hace algo más de tiempo… cuando… cuando quise estudiar el origen de los clanes.

- ¿Has estudiado a los clanes? – Shaoran se paró de nuevo sobre sus pasos y la miró algo sorprendido. Sakura miró a un lado y jugó con sus dedos algo incómoda.

- Realmente desconoces el motivo de mi vista… ¿verdad Shaoran?

- Debo admitir que así es. Cómo te he comentado, hace tan solo unas horas que he llegado a Hong Kong.

- Señor Li, la señora le reclama en la sala del consejo. – Shaoran levantó la vista en dirección al recién llegado y asintió con la cabeza. – me alegra volver a verla, señorita Kiomoto.

- Igualmente, señor Wei. – el amable anciano se retiró con una reverencia y el silencio se apoderó de la sala.

- Si nos esperan en la sala del consejo, sin duda estará reunido parte del concilio. No debes tocar a sus miembros, ni a mi madre bajo ningún concepto. Les saludaras con una inclinación y no te dirigirás a ellos a menos que te pregunten directamente.

- Lo sé.

- Perfecto. Yo estaré en todo momento contigo, si tienes alguna duda me miras e intentaré guiarte. No se puede usar la magia en la sala. Es muy importante que resguardes tu aura y te mantengas siempre pasiva. No levantes la voz ni pierdas la compostura. Y hagas lo que hagas, no muestres tus debilidades.

- Me estas poniendo nerviosa Shaoran… y no es que esté muy tranquila últimamente…

- No pretendo causarte desasosiego, pero, es importante que entiendas quién va a recibirnos. Es un honor para un mago que el concilio acuda ante una solicitud de ayuda. Debe ser algo importante…

- Yo… no creo que lo sea para ellos… es decir… ¿en qué podría afectarles mis problemas?

- Eres la maestra de las cartas, supongo que es un incentivo. – Sakura se llevó las manos de forma automática al colgante que colgaba de su cuello y que era origen de su báculo. Ya no lo necesitaba para invocar a las cartas, pero seguía siendo símbolo de su poder y un amuleto muy poderoso que la ayudaba a canalizar su fuerza. Un ligero temor cubrió su alma, temor que fue percibido por su amigo de la infancia. Una de las ventajas de poseer magia era la capacidad de leer el corazón de las personas, así como sus emociones. La mayoría de magos aprendían a ocultarlos, pero Sakura Kinomoto no sabía hacerlo, o no quería – No temas, nadie va a hacerte nada. El concilio existe para resguardar la pureza y blancura de la magia y ayudar a aquellos que sufren por ella. Y nadie en el mundo posee una magia más pura que la tuya, Sakura.

- Eriol… él me advirtió de algo…

- ¿Sobre el concilio? – Sakura le miró a los ojos. Era notorio el debate interno que estaban librando, pero Shaoran desconocía el origen de dicho conflicto interno.

- Sobre el concilio y… el clan Li. – Shaoran levantó las cejas ahora un poco molesto. ¿Su amigo había advertido a Sakura sobre su propio clan? Iba a preguntar por ello, pero notó lo incómoda que estaba la joven, y quiso respetar su intimidad. Más tarde ya se ocuparía de hablar con la reencarnación de clow.

- No permitiré que nadie te haga daño, Sakura. Es una promesa. Y sabes que cumplo mis promesas.

Una punzada de dolor cruzó el pecho de Shaoran Li, pero no era su dolor el que sentía, sino el de ella. Y se dijo a sí mismo que era un tremendo idiota. Precisamente ella era el vivo ejemplo de promesas rotas. ¿O no le había prometido él a sus tiernos doce años que iría a buscarla? ¿No le había jurado acaso amor eterno? Era un niño… cierto. Pero había sido una promesa incumplida. La única que podía recordar ahora mismo. ¿habría estado esperando por su vuelta? Y de ser así… ¿Cuánto tiempo? No sabía cómo había llevado la perdida de contacto la muchacha. Sin saber que añadir y sintiéndose el ser menos oportuno de la tierra, ambos emprendieron el resto de su trayecto en silencio. No tardaron mucho en divisar la puerta. Ieran Li se encontraba esperando por ellos y sorprendió a su hijo al recibir a la muchacha con una pequeña sonrisa.

- Señorita Kinomoto, debo decir que es un placer recibirla en mi casa de nuevo. – Sakura sonrió de vuelta y siguiendo los consejos que le habían dado, se inclinó suavemente en señal de respeto.

- El placer es todo mío, señora Li. – la matriarca extendió su mano y les indicó que se acercaran.

- He visto vuestro feliz reencuentro desde la venta de mis aposentos. – Sakura enrojeció al instante y Shaoran carraspeó incómodo. – me alegra ver que sigue siendo tan fresca y dulce como cuando niña. Y debo decir que jamás había visto a Shaoran devolver un abrazo tan efusivo. Mi sobrina Meiling estaría muy celosa. – Una gota bajó por el rostro de la castaña y Shaoran cada vez estaba más incómodo. De niño le resultaba difícil leer a su madre, pero ahora solía intuir fácilmente sus intenciones. Y sus ademanes y la conversación familiar que establecía con Sakura, indicaban más de lo que él deseaba. Era muy poca la gente que recibía completa aprobación de su madre, y Sakura gozaba de ella desde sus doce años.

- Madre, ¿hay algún miembro del concilio esta mañana?

- El concilio se ha reunido en pleno. – Shaoran abrió los ojos y sin darse cuenta tomó la mano de Sakura. Ieran sonrió ante el gesto. Conocía lo suficiente a su hijo para saber que ese acto involuntario era su cuerpo queriendo proteger a la joven que le acompañaba. – No temas, Shaoran y recuerda tu promesa. – Sakura miró a su amigo de la infancia y vio preocupación en sus ojos. Pero, debía impedir que nadie sintiera su confusión y su miedo, por lo que aplicó una de las primeras lecciones de Yue. Cerró su alma al mundo. Shaoran y Ieran lo notaron y se miraron entre sí.

- Tranquilo Shaoran, ya no soy una niña. No debes sentirte responsable de todo el mundo, mucho menos de mí. He venido por mi propio pie y asumiré las consecuencias. – y dejó ir una sonrisa afable que derritió tanto como confundió al joven Li. Ahora que no podía leer en ella, se sentía perdido. Por alguna razón quería volver a sentir su aura para saber cómo ayudarla, pero entendía perfectamente que sí él lo hacía, los demás también podrían.

- Señorita Kinomoto, puede pasar. Tú también Shaoran. – Sakura iba a soltar la mano pero Shaoran se lo impidió. En vez de eso condujo el agarre de la joven hasta que esta estuvo sujeta a su brazo. Ieran Li sonrió convencida de que había tomado la decisión correcta, a pesar de la mirada gélida que le dirigía ahora su amado hijo.

La sala se parecía demasiado a un juzgado para el gusto de Sakura. Hasta había un martillo de madera situado en una de las puntas de la gran mesa oval. Pero no fue la madera en color caoba o la inmensidad y sobriedad de la sala lo que encogió el corazón de la muchacha. Sino la presencia y atenta mirada de diecinueve magos muy poderosos. Había visto algunas fotos de ellos en los libros que le había mandado Eriol desde Londres. Pero le era imposible recordar sus numerosos nombres. Todos los miembros se levantaron a la vez alterando a Sakura. Shaoran la acercó aún más a él y ambos hicieron una reverencia formal. La señora Li tomó asiento a uno de los lados de la mesa completando el pleno del concilio y dejando dos sillas libres dispuestas para ellos en la otra punta de la mesa oval. Shaoran retiró una de las sillas para que Sakura se acomodara, pero no dejó que tomara asiento. Sakura entendió que debía esperar a que los miembros la autorizaran.

- Señorita Kinomoto, es un placer recibir en esta gran sala a la maestra de las cartas Clow. Por favor, puede tomar asiento. Usted también, joven Li. – Ambos se sentaron en completo silencio, y el resto de la sala les siguió. Era el cabeza de concilio el que había tomado la palabra y les miraba con una leve sonrisa. – No quiero alargar esto más de lo debido. Aunque el señor Hiraguisawa nos ha informado de su situación, creo que el joven Li aún no ha sido informado. Le pido nos explique brevemente el motivo de su visita para que pueda seguir la reunión debidamente. – Sakura miró a su amigo y este la tranquilizó con una leve sonrisa apaciguadora. La muchacha cogió aire y miró al frente relatando los hechos de forma fría y pausada, como si afectaran a otro en vez de a ella.

- El motivo de mi visita es solicitar su ayuda para proteger a mi familia y a mi misma del clan Wang. – Shaoran no pudo esconder su sorpresa. Apretó el puño por debajo de la mesa. Si el clan Wang estaba involucrado podía esperar lo peor. Era sabido por todos aquellos nacidos en oriente que el clan Wang era, después del clan Li, uno de los más poderosos de china, así como del mundo. Pero a diferencia de su clan, los miembros de la familia Wang estudiaban y practicaban la llamada magia oscura y la alquimia. Si habían ido a por la familia Kinomoto, que no tenía nada que ver con el mundo mágico ni era procedente de china, era sólo por un motivo. Las cartas clow. Existía el rumor de que Clow creó las cartas usando principios de magia blanca, pero que para estabilizarlas fue necesario recurrir a fuentes algo menos, claras. Se rumoreaba que parte de su poder tenía origen en un hechizo de magia negra, basado en el sacrificio de un alma pura. Pero eran solo rumores. Sin embargo, podía entender el interés causado por esa magia para cualquier clan. Incluso el suyo propio. Ese fue el motivo que hizo que ambos se conocieran. El clan Li deseaba las cartas Clow. Y ahora sabía cual era la advertencia que le había dado Eriol y porqué Sakura recelaba de todo aquel que la llamara maestra. – El heredero del clan, Shen Wang, quiere que me una a él en matrimonio. Me negué, obviamente, pero… el clan Wang parece no atender a razones ni a negativas. Ha amenazado a mi familia y amigos y ha jurado destruir sus carreras y sus vidas. He hablado con Eri… con el señor Hiragisawa y afirma que son perfectamente capaces de hundir a mis seres queridos en la miseria. Intenté hablar con ellos, de verdad que lo intenté, pero… Shen esta obsesionado… Podría luchar para proteger mis cartas pero… si le pasa algo a mi familia yo… - Sakura tubo que parar allí y tomar aire. Si seguía perdería la compostura y se pondría a llorar. Shaoran tomó su mano por debajo de la mesa y aguantó sus ganas de intervenir. Debía permanecer callado, por la promesa que le había hecho a su madre. Y entendió entonces por dónde iban los hilos que trazaba hábilmente Ieran Li y algo en su corazón se derrumbó. Si sus sospechas eran ciertas, esta vez no podría negarse, aunque quisiera. Qué quería… ¿no?

- El clan Wang es poderoso, señorita Kinomoto. Y muy influyente en el mundo mágico y empresarial. Pero no tanto como el clan Li. La matriarca del clan nos ha comunicado su deseo de ayudarla. Ella sabe perfectamente que nadie tocará a su familia ni influirá en sus carreras o destruirá sus oportunidades si se encuentra bajo el paraguas que ofrece el clan. – Sakura levantó la mirada en dirección a la matriarca de los Li y un gran alivio nació en su interior. Sin embargo, la presión de la mano de su amigo no había disminuido, y supo que no sería tan fácil. – Pero no le hemos concedido permiso. Los deseos de Ieran Li para ayudarla no son suficientes, debe tener nuestra autorización y me temo que no podemos concederla. – Esas últimas palabras cayeron como un balde de agua fría sobre su cabeza y la ira y la impotencia empezaron a crecer en su corazón – debe comprender que ayudarla sería agravar la enemistad con el clan Wang, de por sí ya muy frágil en estos días, sería un riesgo para el clan Li, así como para todo oriente si las tiranteces entre nosotros van en aumento. Una guerra entre clanes causaría muchas bajas y crearía una inestabilidad en nuestra sociedad que no podemos permitirnos.

- Lo… lo entiendo.

- No desespere aún, señorita Kinomoto, hay otro camino. Uno que sí puede compensarnos correr ese riesgo. – el cabeza de concilio se levantó y empezó a caminar por la sala a la vez que hablaba. - A pesar de lo que le he explicado, no queremos que una magia tan poderosa como la de las cartas Clow forme parte del clan Wang, mucho menos a la fuerza y bajo amenaza. – Sakura se llevó la mano de forma instintiva al collar y lo apretó con fuerza. Entendía lo que el clan Li quería, así como el concilio.

- Como ya sabrá y le informé al clan Wang, aunque quisiera, que no quiero, no puedo entregar mis cartas. Soy su maestra por derecho propio y no aceptaran a nadie más mientras yo siga con vida. Y aún tras mi muerte, los posibles sucesores deberían ser dignos de pasar el juicio final.

- No se adelante a los acontecimientos, señorita Kinomoto. En efecto somos conocedores del procedimiento por el cual el maestro es elegido. Por eso enviamos al joven Li a por ellas en el pasado. Era, por linaje, el heredero lógico de las cartas. Sin embargo, Yue la eligió por encima de la pureza y la sangre de un Li. – Sakura levantó la mirada y, a pesar de los consejos de Shaoran, sostuvo de forma desafiante sus ojos en ese hombre. Puede que fuera más poderoso que ella, y mucho más anciano, pero nadie podía decirle que no era una digna maestra de las cartas Clow. Eran su mundo y su familia. Y las quería como si cada una de ellas fueran hijas suyas. – De nuevo le pido que no se adelante en sus conclusiones. Sé que la elección de las cartas tubo un motivo, aunque lo desconozca y que es usted merecedora de ellas. No quiero pedirle que nos entregue las cartas a cambio de nuestra ayuda. En vez de eso, y tras llevarlo a votación y ser aprobado por el consejo en pleno, le ofrezco el mismo trato que el clan Wang.

- ¿Disculpe?

- No puede huir de un clan poderoso a menos que forme parte de un clan mayor, señorita Kinomoto. Le ofrezco unirse a nosotros.

- ¿Me ofrece ser miembro del concilio? – el hombre sonrió afablemente sorprendiendo a Shaoran, que jamás había visto tanto derroche de amabilidad en él.

- Oh, no, por dios no. Al igual que sus cartas, sólo se puede entrar al concilio tras pasar un juicio, y sólo pueden someterse al mismo los miembros de las familias fundadoras. Es una tradición antigua quizá, pero vivimos de nuestras tradiciones señora Kinomoto, nos mantienen a salvo – Sakura intentó comprender al hombre, pero se le escapaba de las manos. Notó como la mano de su amigo tomaba la suya con más fuerza. Al parecer él había comprendido algo que ella no – Cómo he dicho, le ofrezco el mismo trato. Puede unirse al clan Li a través del matrimonio. – Sakura abrió los ojos e intento asimilar la información. ¿Acaso le pedían que se casara con un miembro del clan Li? ¿Con Shaoran? ¿Querían hacerle a su amigo lo mismo que ella y obligarlo a contraer matrimonio por conveniencia? Al haber cerrado su aura, el joven Li no pudo prever sus movimientos y no estuvo a tiempo de pararla cuando su mano le soltó y se levantó indignada.

- ¡Por supuesto que no!

- ¡Señorita Kinomoto! ¡Le pido que guarde la compostura y se siente ahora mismo o pediré que abandone la sala y ya no tendrá otra opción! – El hombre que hasta ese entonces había sido todo cortesía y amabilidad golpeó la mesa con fuerza haciendo uso de su autoridad. Puede que anhelara una respuesta afirmativa de la joven, pero el respeto para los miembros del consejo debía ser prioritario. Sakura le miró con los ojos vidriosos por la impotencia, pero la mano de Shaoran había vuelto a la suya y un aura apaciguadora la envolvió. Había sentido su magia antes, pero sentirla arropando su corazón como ahora, la transportaba a un placentero letargo y se vio obligada a obedecer a la callada petición del joven. Si alguien quería ayudarla en esa sala, era él. Y eso era lo que más lamentaba. A pesar de haber perdido el contacto por años conocía el alma noble del joven que se sentaba a su lado, y su gran capacidad de auto sacrificio por deber y honor.

- Lo siento, pero mi respuesta es no. No voy a huir de mi mala fortuna haciéndole lo mismo a una persona inocente, mucho menos a una que respeto y aprecio. No.

- De nuevo le pido que escuche antes de tomar una decisión apresurada. No pretendo amenazarla, señorita Kinomoto, solo advertirla. Si se niega, no podremos protegerla y el clan Wang destruirá poco a poco a su familia. Si aún así se sigue negando, matarán uno a uno a cada miembro, amigo o conocido que tenga y después la matarán a usted. Sabemos que es poderosa y que luchará con uñas y dientes, pero ellos son muchos y muy poderosos, si quieren destruirla, lo lograrán.

- Si me matan no tendrán las cartas. Se sellaran.

- Es cierto. Pero nadie más las tendrá. Preferirán matarla a que ese poder caiga en otras manos. Por eso le pedimos que tomara tantas medidas de seguridad antes de acudir a Hong Kong. Hemos disfrazado su estancia aquí, nadie sabe que usted ha venido y sé de buena tinta que la carta espejo esta ahora ocupando su lugar en Japón para no levantar sospechas, pero el tiempo apremia. Si se enteran de que ha recurrido a nosotros, no podemos garantizar la seguridad de su familia. – Ieran Li observó a los dos jóvenes. Sabía que el único motivo por el que su hijo no había saltado en defensa de la joven y había jurado ir él mismo a luchar si le negaban su petición, era que ella le había pedido silencio y paciencia. Veía en los ojos de su hijo como analizaba todas las posibles opciones y al igual que ella, entendía que no había otro camino. Si el consejo no aprobaba la intervención del clan Li, no podrían hacer nada por ella sin desafiarles y eso supondría la expulsión de Shaoran del Clan.

- Si me permite, señor Fa. Me gustaría hablar con los jóvenes a solas y exponerles la situación con más detalle. Mi hijo también debe aceptar y comprender los beneficios de este matrimonio.

- No disponemos de todo el tiempo del mundo, señora Li y usted lo sabe. El clan Wang vigila la casa Kinomoto y como más tardemos en intervenir, más riesgo corre la familia.

- Lo comprendo, pero quiero que entiendan lo que está en juego y los motivos que han inducido al consejo a actuar de esta manera, así como las consecuencias que derivan de la decisión tan importante que están por tomar. Sólo les pido veinticuatro horas. – Shaoran miró a su madre algo confundido, pero no intervino. Veinticuatro horas le parecía un tiempo adecuado para sonsacarle a su madre y a Eriol a qué venia todo aquello. El concilio estaba obligado a ayudar a todo miembro que lo solicitara dentro de sus posibilidades. Y podían ayudar a Sakura. ¿Por qué le exigían algo a cambio? No era honorable. Se alejaba de todos los principios que le habían inculcado de niño. La cabeza de concilio, Tai Fa, miró a la señora Li sopesando los pros y los contras, pero finalmente aceptó con un movimiento sutil de cabeza.

- Mañana nos reuniremos en esta misma sala a las doce del mediodía. Tienen hasta entonces para decidir. Les ruego no malgasten nuestro tiempo en vano.

- Muchas gracias, señor Fa.

- A usted, mi señora.

Uno a uno los miembros de la sala se fueron levantando y alejando del lugar. Ieran los despedía en la puerta con palabras de agradecimiento e interesándose por su salud y familias. Tras lo que parecieron largos minutos, quedaron únicamente ellos tres en la sala. Sakura había permanecido callada y pasiva. No se había despedido de ningún miembro al igual que Shaoran, que decidió quedarse a su lado como apoyo. Sus manos se mantuvieron juntas en todo momento, y ahora que Ieran tomaba asiento a su lado, creyeron oportuno mantener el contacto. Él para confortarla, ella para demostrar su agradecimiento.

- Antes de empezar quiero informarte de que en verdad lamento tu situación, Sakura. Me hubiera gustado acogerte de niña y guiarte en el sendero de la magia como con Shaoran o mis hijas. Hubieras estado más protegida de las amenazas del mundo mágico. Pero tanto yo, como la reencarnación del mago Clow creímos que era más correcto dejarte libre y ajena a las responsabilidades que un poder como el nuestro acarrea. Queríamos darte la posibilidad de una vida normal. Al pasar los años y ver que todo transcurría correctamente, creí que en verdad lo habíamos logrado. Pero al parecer la leyenda de las cartas esta demasiado presente aún en la sociedad mágica. – Sakura dejó escapar un suspiro cansado.

- No quiero que ustedes se sientan responsables de mí, señora Li. No les ata ningún deber hacia mi persona o mi familia. Mi amistad para con su hijo es cosa mía y no pretendo recibir nada a cambio por ella. Mucho menos sacrificar su felicidad por mi seguridad o incluso la de mí familia.

- De nuevo te adelantas… te pido que me escuches. Llevamos todo el tiempo pidiéndotelo Sakura y es porqué en verdad necesitamos que comprendas nuestros motivos. Nadie desea más que yo la felicidad de mi hijo. No pretendo haceros daño a ninguno de los dos. Pero como he dicho, nuestra magia conlleva ciertas responsabilidades. Esta mañana le he pedido a Shaoran que no interviniera bajo ningún concepto en la reunión hasta que yo le autorizara, te pido a ti lo mismo. ¿Podrás hacerlo? – Sakura miró a la mujer que tenía en frente y analizó su expresión. Por alguna razón, confiaba en ella. Así que asintió. – Bien. Voy a pedir que nos traigan el almuerzo a la sala contigua a mis aposentos en media hora. Allí seguiremos esta conversación con más calma. ¿les parece?

Ambos jóvenes aceptaron en silencio y Ieran Li aprovechó para levantarse y darles cierta intimidad. Ella había deseado que los acontecimientos fueran así. Quiso ver el trato que ambos se daban y como aceptaban la información al mismo tiempo. Si su hijo se hubiera enterado antes, no hubiera podido comprobar sus sospechas de primera mano ya que se habría preparado de un modo distinto. Tampoco hubiera visto la llegada tan efusiva de la joven, ni la respuesta genuina de su hijo para con su amiga de la infancia. Pero ahora estaba segura de su decisión, y agradecía que Eriol Hiraguisawa le hubiera dado su aprobación y respetado el modo en que quería llevarlo.

Ambos amigos permanecían callados y sumidos en sus pensamientos. Tenían mucho que digerir, y al parecer toda esa pesadilla no hacía más que empezar. Y no disponían de tiempo suficiente para analizar y estudiar sus opciones, al menos eso le parecía a Sakura. Por su parte, Shaoran ya había tomado una decisión, muy contraria a los pensamientos que rondaban a su amiga. Haría lo que fuera para protegerla a ella y a su familia. Ellos lo habían recibido con los brazos abiertos de niño y no podía dejarlos a su suerte. No a ella. Y si eso suponía un sacrifico tan grande como su libertad para enamorarse, lo aceptaría. Antes que sus deseos estaba su honor y su deber.

- Lo lamento tanto Shaoran… - la voz suave de Sakura le hizo levantar la cabeza. Poco a poco notó como la mano de ella luchaba por liberarse, pero de nuevo no la dejó. Necesitaba mantener el contacto. – Lo último que deseaba era involucrar a gente inocente… menos a ti…

- No debes lamentar nada. Tu no has hecho nada malo Sakura…

- No voy a obligarte a casarte conmigo, lo prometo.

- ¿No soy un buen partido? – Sakura dejó escapar una leve sonrisa y le agradeció internamente sus intentos por aligerar la tensión.

- Conozco tu sentido del deber y el honor. Te quedaste en Japón tras el juicio solo para ayudarme a convertir las cartas clow. Nada te obligaba a ello, pero lo hiciste. Sé que ese mismo instinto protector te guiará a aceptar este acuerdo si no encuentras alternativas. Pero no voy a permitir que te sacrifiques por mí.

- Esperemos a que mi madre muestre todas sus cartas antes de enjuiciar la situación. Das demasiadas cosas por supuestas y asumes que sigo siendo el niño que conociste en Japón.

- Sé que lo eres. Lo siento aquí, en mi corazón. Y mi corazón no me ha engañado nunca. Solo que ahora eres más atractivo. – un sonrojo asomó en las mejillas del joven Li para sorpresa de ambos. ¿Cuánto hacía que no se sonrojaba? Sakura no pudo evitar que se le escapara una sonrisa – ¡Y veo que sigues sonrojándote con facilidad! – el muchacho carraspeó incómodo y finalmente rompió el contacto que hasta ese momento les había mantenido unidos y firmes. Sakura notó como el calor la abandonaba y sin comprender lo que sentía trago pesado.

- Quiero escuchar lo que mi madre quiere decirme y tomaré mi decisión mañana al mediodía. Te pido que no digas nada hasta entonces y analices bien las consecuencias. Hagamos lo que hagamos, decidamos lo que decidamos no podemos evitar que salga gente herida. Tu familia, la mía, el clan Wang… no se trata de salir intactos, eso no es posible. Se trata de elegir el mal menor. ¿Lo entiendes?

Sakura asintió con la cabeza y se levantó para estar de nuevo a su lado. El joven le sonrió afablemente y le ofreció su brazo para dirigirse a los aposentos de su madre. Ella lo tomó sin siquiera pensárselo. Era tan natural estar cerca que casi la asustaba. De nuevo esa calidez invadió su alma y dejo fluir sus sentimientos. Quería que él notara su agradecimiento. Y Shaoran entendió el gesto y reaccionó liberando él mismo su aura. Sakura cerró los ojos ahora más tranquila. Él no estaba enfadado, ni se sentía obligado a nada. Estaba calmado y sereno. Eso le honraba. Allí estaba ella, trastocando su mundo, y él ni siquiera la culpaba por ello.

Continuará…

Notas de la autora: Hola a todos! Me gustaría empezar agradeciendo a todos aquellos que se han tomado la molestia de leer. Lo cierto es que tras un laaaargo periodo sin escribir, ¡he vuelto a las andadas! No me sobra tiempo y a veces ando escasa de inspiración… pero por alguna razón estoy encontrado muchas historias que me inspiran y me animan a escribir de nuevo. Grandes relatos de gente maravillosa. Así que aprovechó este nuevo periodo de mi vida para publicar una nueva historia de Card Captor Sakura que me vino a la cabeza y que espero les agrade. Tengo muy claro el final, pero aún no sé del todo como llegaré a él. ¡Lo que si espero es que me dejen comentarios para saber si les agrada y de paso ideas! Miraré de buscar tiempo para contestarles a todos. Muchas gracias de nuevo y espero poder publicar un último capitulo de mi historia "Mi pequeña seductora" esta navidad.

¡Un beso!