Disclaimer: Nurarihyon no Mago no me pertenece.


Contigo nada es una pequeñez

Capitulo uno: ¡Es una pequeñez!

— Ya le dije que no quiero escuchar —expresó una joven que caminaba apresuradamente por los pasillos de la mansión.

— P-Pero… —dijo el joven que intentaba alcanzar a la muchacha.

— Ya le dije que no, no insista Rikuo-sama —volvió a decir—. Entiéndalo.

Estaba molesta, realmente enojada; lo único que quería era estar sola. Había iniciado muy bien el día, ¿por qué tuvo que terminar así?

Llegó a su habitación y abrió la puerta corrediza de golpe. No tenía intensión de ser linda y delicada durante un buen rato, así que, por el bien de todo aquel que viviera en la Casa Principal, nadie debía intentar acercársele. Estaba PROHIBIDO. A punto de cerrar la puerta de forma brusca, una mano la detuvo. Esta volteó la cabeza con lentitud.

— Es demasiado necio… —susurró.

— Vamos Tsurara, escúchame —pidió el chico de mirada café.

— ¿Para qué Rikuo-sama? Ya le dije que yo no quiero hablar—le dijo de manera cortante. Intentó cerrar la puerta de nuevo y esta vez lo logró, pero no impidió que Rikuo entrara en la habitación—. ¿Qué está haciendo? —preguntó molesta.

El joven de diecisiete años, que ahora era más alto, ignoró la mirada molesta de la Yuki Onna y la tomó por los hombros. Sus miradas se encontraron. La joven de las nieves, a pesar de su enojo, sintió un leve calor en sus mejillas; no importaba en qué forma estuviese su Amo, siempre le hacía sentir cosquillas en su estomago, incluso su simple roce hacía que una pequeña descarga eléctrica recorriera su espalda.

Sentía frio, a pesar de estar haciendo un calor de los mil demonios tenía mucho frio; todo eso era provocado por la mujer a quien tenía sujeta de los hombros, la Yuki Onna había comenzado a emanar su helada brisa con la única intensión de alejarlo de ella; más aún así no lo hizo, no quería que su más querida amiga y compañera estuviese molesta con él.

— Lo siento Tsurara, pero no quiero que estés molesta conmigo —respondió—; necesito saber por qué estás tan enojada. Dime si es que acaso hice algo que te enfadara —suplicó.

La Yuki Onna sintió un leve apretón en el agarre, su Amo hablaba enserio; en su mirada se mostraba la mortificación que le causaba este asunto. Se mantuvo en silencio un momento con la mirada desviada. No quería caer de nuevo ante su mirada y dejar de estar molesta como siempre resultaba siendo.

— Tsurara, te lo ruego… —susurró suplicante el heredero del Clan Nura.

Que frustrante… con cada ruego su enojo iba disminuyendo, ¡como odiaba eso! No podía permanecer enojada con él tanto tiempo, simplemente le era imposible. Giró levemente su rostro y lo miró de reojo, su mirada reflejaba el ya poco enojo que sentía hacia él; prueba de ello era que la habitación comenzaba a sentirse un poco tibia de nuevo.

Pero a pesar de eso, Rikuo no soltó a su joven guardián. Tenía que saber por qué se molestó con él de la nada. Así que volvió a insistir.

— ¿Tsurara? —preguntó con temor.

Tsurara suspiró y posó su mano sobre la de su Amo y la alejó de su hombro, más no la soltó; de hecho, apretó el agarre, lo que hizo que Rikuo quitara su otra mano de su otro hombro y también sujetara la mano de su amiga.

La joven de azulada cabellera decidió que sería mejor hablar sentados, por lo que invitó a su Amo a que hiciera lo mismo. Rikuo accedió y tomó asiento, pero no dejó de tener sujeta la mano de su guardiana.

Mantuvieron un poco el silencio. Rikuo prefería dejar que la chica hablara por sí sola, no quería molestarla con alguna pregunta equivocada. Tsurara tomó unos minutos para pensar cómo decirle el por qué de su enojo. Y es que a decir verdad, ahora que lo pensaba bien se molestó por nada; es decir, Rikuo-sama era eso, SU AMO, no debía molestarse por lo que él hiciera o dejara de hacer.

Buscó inventar una historia que pudiera cubrir su enojo, pero no se le ocurría nada. No tenía más opción que decirle la verdad.

Seguramente se molestará conmigo, pero no me queda más opción. La razón de mi enojo es porque… —comenzó con un poco de temor—, es porque lo vi con Ienaga-san —respondió con la mirada en el suelo. Esto sorprendió a Rikuo.

— ¿Eh? Dices que te molestaste conmigo… ¿Sólo por verme junto a Kana-chan? —preguntó confundido. La joven asintió— Pero Tsurara, ella es mi amiga, no puedo dejar de hablarle —respondió.

Eso ya lo sé, no tiene por qué recordármelo, pero… Lo sé Amo, pero es que… —intentó decir con un poco de rubor en sus mejillas—, es sólo que no creo que los… "amigos" tengan esas confiancitas —dijo en susurro, ocultando su mirada tras su fleco.

Esto confundió un poco a Rikuo. ¿De qué estaba hablando Tsurara? Intentó relacionar lo que sea que fuera con lo que su guardiana le decía.

Confiancitas… ¿a qué se refiere? —se preguntó mentalmente— Veamos, ¿qué hice el día de hoy con Kana-chan? Mm, platicamos un poco sobre el proyecto que tenemos que exponer en la biblioteca, comimos con Kiyotsugu-kun y los demás. Después Kana-chan quiso hablar conmigo a solas, y luego…, después… —pronto la mirada de Rikuo se quedó estática además de dejar que un leve rubor apareciera en sus mejillas—. Ay no… —el joven heredero se puso nervioso. Ya entendía a qué se refería su guardiana con "confiancitas".

¿Qué sucede Kana-chan? —pregunté.

Mi mejor amiga, que me había llevado de la mano hasta ese lugar, me soltó y se puso frente a mí. Su mirada transmitía seriedad, nerviosismo y ansia al mismo tiempo. ¿Habría pasado algo?

¿Kana-chan? —pregunté de nuevo.

Rikuo-kun, hay algo… que quiero decirte desde hace un tiempo —me dijo lentamente.

Me pregunté qué podía ser. No me imaginaba qué era tan importante que requería que estuviésemos tan alejados de los demás.

¿Y qué es, Kana-chan? Sabes que puedes decirme lo que sea —le dijo con una sonrisa; y es que era verdad, éramos amigos desde la infancia, nos contábamos relativamente todo, bueno… casi todo.

Kana-chan asintió levemente, había comenzado a sonrojarse un poco. Reí, se veía muy linda así, al igual que Tsurara… aunque creo que ella se ve hermosa así. Kana-chan es bonita pero… no sé que tiene mi linda Yuki Onna que simplemente las demás chicas no son nada comparadas con ella.

Estaba tan concentrado en mis pensamientos que no me di cuenta en qué momento Kana-chan se acercó a mí y me besó.

No tuve ni tiempo de alejarla de mí porque se separó rápidamente y me susurró…

Te amo, Rikuo-kun —fue lo que me dijo antes de abrazarme.

Me quedé en estado de shock, lo único que me aliviaba era que Tsurara no había visto nada.

Al menos, eso fue lo que pensé…

— Tsu-Tsurara… no es lo que piensas —dijo nervioso.

La joven de las nieves alzó su rostro, este estaba completamente serio.

— ¿Ah no? —preguntó sarcásticamente— ¿Entonces qué es? Porque mi vista no es mala, Rikuo-sama —demonios, que Tsurara hablara así de serio era un horror para Rikuo. En efecto, ya no estaba tan molesta como al inicio, pero el enojo seguía ahí, esa última pisca de molestia tardaría en irse.

— E-Enserio no es lo que parece Tsurara, n-no te enojes por pe-pequeñeces… —dijo riendo de forma nerviosa. Pero de pronto el apretón en su mano fue fuertísimo.

Esto asustó al joven de mirada café, eso no era buena señal.

— ¿Pequeñeces? —preguntó. Ese comentario había hecho que el pequeño enojo que sentía volviese a incrementarse. ¿Cómo era posible que su Joven Amo dijera eso? ¡Cuáles pequeñeces! Soltó la mano de golpe y se levantó.

La habitación volvió a sentirse fría, pero ahora era muchísimo más helada que antes. Rikuo, quien aún seguía sentado, había metido la pata. Su rostro mostraba miedo, su guardiana siempre aterrorizaba cuando se enojaba.

— Tra-Tranquilízate, Tsurara… —rogó el Nura.

— Rikuo-sama… ¡cómo puede pensar que el recibir un beso de una chica es una pequeñez! —gritó la Yuki Onna.

— ¡N-No me refería a eso! —intentó defenderse.

— ¡No intente arreglarlo Rikuo-sama, es usted un insensible! —volvió a gritarle, realmente estaba enojada.

A pesar de que le doliera el hecho de que su querido Amo había besado a su peor enemiga, la chica de quien él estaba enamorado según su punto de vista, no podía creer lo que escuchaba. Un beso nunca es una pequeñez, ¡JAMÁS!

— ¡No puede decir que el recibir un beso de la chica que le gusta es una pequeñez! —le dijo. Eso último volvió a confundir al Nura.

— ¿Eh? ¿La chica que me…? —quiso decir antes de comprender bien lo que dijo Tsurara— ¡Espera un moment-…! —quiso explicar pero la Yuki Onna no lo dejó.

— ¡No puedo creerlo Rikuo-sama, pensaba distinto de usted!

— ¡Tsurara! —reprochó, la chica no lo estaba escuchando —¡Yo no besé a Kana-chan, ella me besó a mí! —intentó explicar a pesar de que la chica seguía gritándole que era un insensible.

Lo que acababa de oír ayudó a que la joven dejara de gritar. Miró por un momento a Rikuo, quien ya estaba comenzando a verse un poco afectado por el brusco cambio del clima en la habitación, su ropa parecía un poco congelada. Más aún así el enojo continuaba.

— Pero no por eso… —comenzó—, no por eso es una pequeñez, Rikuo-sama —explicó—; menos si es de Ienaga-san de quien estamos hablando… —susurró.

Rikuo, a pesar de estar un poco lejos de ella, logró escuchar lo que dijo la Yuki Onna. Un poco más calmado, contestó.

— Incluso si hablamos de Kana-chan lo es, Tsurara —respondió con seriedad.

Esto confundió más a Tsurara. ¿Cómo era eso? ¿No se suponía que ella era a quien él había elegido para ser su esposa, la chica que le gustaba? ¡Qué era lo que tenía su Amo en la cabeza! No quería imaginar si quiera cómo tomaría el beso de alguien que no le gusta cuando tomaba el ser besado por la chica amada como una pequeñez.

— Pero…

— Kana-chan me gusta, pero no de esa forma —explicó—. Si eso es lo que te molesta entonces te lo aclaro: Ella es sólo mi amiga —dijo con firmeza—. Y porque es mi amiga ese beso no representa nada, una pequeñez.

Tsurara se quedó callada por unos instantes, comenzó a pensar mucho en lo que su Amo le acababa de decir. De pronto la curiosidad comenzó a asecharla. Dijo que el beso de Kana había sido una pequeñez sólo porque ella era su amiga, ¿no? Y… ¿cómo calificaría el beso de una subordinada? El simple pensamiento era muy tentador. De nuevo ocultó la mirada entre su flequillo y giró un poco el rostro. A Rikuo le extrañó un poco esa acción.

— ¿Tsura-?

— ¿Y qué pensaría de parte de un subordinado? —preguntó interrumpiendo.

— ¿Eh? —fue lo único que dijo, no había entendido bien lo que Tsurara le preguntó, por lo que decidió volver a preguntar— ¿Qué diji-? — pero no pudieron salir más palabras, dado que su boca había sido aprisionada por la de la fémina. Los ojos de Rikuo se abrieron de par en par, esa acción no se la esperaba…

Continuará…


Suki: ¡Hola de nuevo! Aquí vengo con una nueva redacción. ¿Qué les ha pareció de momento? ¡Espero que les esté gustando! Como siempre Rikuo y Tsurara son nuestros protagonistas. Aquí utilizo a Rikuo diurno porque pienso siento que luego le dan mucha importancia al Rikuo nocturno en los demás fics y a nuestro tierno humano lo dejamos de lado.

Dedicatoria especial a Lonely Athena, Tsurara12012, Yuuko Ichihara y a Corazón de Piedra Verde.