Because I Like You

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Ohkubo Atsushi ©

N/a: ¡Hola! Sí, soy yo de nuevo. Sé que hace bastante desde la última vez que publiqué algo, pero es que la universidad me absorbe demasiado y no me deja apenas tiempo para escribir cositas de estos dos. ¡No es justo! Pero al menos he sacado un poquitín de tiempo para compartir con vosotros esto. ¡Disfrutadlo!


Por primera vez en meses, la lluvia caía mojando las calles de Death City. No era un fenómeno que se viera muy a menudo en la ciudad, más bien siempre hacía un calor sofocante. De esos que te hacían suspirar por una sombra a la mínima. Pero a veces, el tiempo se volvía caprichoso. Así que ese día, el cielo nublado y el olor a tierra mojada daban la bienvenida a los estudiantes adormilados que iban corriendo por las calles resbaladizas de la ciudad para llegar lo más rápido posible a las puertas de la academia.

Más de uno había caído por culpa del suelo resbaladizo y maldecía entre dientes el mal tiempo. Y uno de ellos era Soul, que en esos momentos se estaba incorporando de su caída, masajeándose la cadera. A su lado, Maka, calada hasta los huesos, se reía de la torpeza de su amigo. Eso sí, sin admitir que ella también casi se había resbalado nada más salir del portal del edificio. Las chicas tenían que guardarse sus secretos.

- Maldita lluvia –maldijo el peliblanco, mirando al cielo cubierto por las nubes grises y sin un rastro de rayo solar a primera vista. En ese momento, un relámpago se hizo visible a la vez que la lluvia empezó a apretar más.

- ¡Vamos Soul! –le apremió su compañera, cogiéndole de la mano -. Si no nos movemos, no vamos a llegar nunca. Y sabes lo poco que me gusta no ser puntual.

Soul la miró de lado. Si, sabía de sobra lo insoportable que se volvía cada mañana para que salieran con el tiempo justo para llegar a clase a la hora. Solo tenía que recordar esa misma mañana y cómo Maka le había arrastrado de la cama hasta la ducha y le había abierto el grifo de agua fría a traición. Y encima con el frío que pelaba.

Todavía sentía los horribles escalofríos que aquello le había producido.

Maka por su parte intentaba serenarse por dentro, evitar que su ritmo cardíaco retumbara por todo su cuerpo y que Soul lo notara por su contacto. Estaba nerviosa, lo tenía que admitir.

Desde hace unas semanas había empezado a sentirse nerviosa por la simple presencia de su amigo, así, como si nada. Como si tuviera que sentir vergüenza por algo que ni ella misma sabía. Por eso, había intentando mantener las distancias con su compañero, sentándose incluso un poco más alejada de lo normal de Soul en clase.

Cuando estaba demasiado cerca de él, su cuerpo reaccionaba de una manera indescriptible. Incluso a veces se había sentido tentada de acercarse más a Soul. Y no sólo acercarse en plan como siempre de amistad, si no queriendo apretujarse contra él y sentir la calidez de su cuerpo.

Maka se castigaba inmediatamente por tener esa clase de pensamientos sobre su amigo, expulsándolos lo más rápido posible. Pero siempre volvían al cabo de los segundos. Así que tenía que lidiar con ellos diariamente, cada vez que Soul entraba en su campo visual o estaba cerca. Lo que era casi siempre.

Y el incidente de aquella mañana había sido toda una tortura para ella. Haber tenido que sacar a Soul de la cama, haberle tocado… lo único que deseaba en todo ese tiempo hasta la ducha era abrazarle y que él la rodeara con sus brazos. Pero se había contenido, dejándole disfrutando de una buena ducha de agua fría.

Concentrándose en su andar e intentando no perder el equilibrio ante el suelo resbaladizo, siguió el camino junto a Soul, recorriendo las adoquinadas calles de Death City.

- Espera Maka –le interrumpió el arma cogiéndola del brazo, haciendo que dejara de correr -. ¿Podemos parar un momento debajo de ese portal? Se me ha desatado un zapato –dijo, apuntando hacia su zapatilla derecha, de la que sobresalía un cordón.

Maka asintió y juntos, se cubrieron de la lluvia bajo el soportal de piedra. Mientras Soul se agachaba para atarse el zapato, ella intentaba serenar su agitada respiración producida tanto por la carrera como por el contacto de su compañero. Cerró los ojos para concentrarse.

Uno, dos, tres… inspiración. Uno, dos, tres… espiración.

Notaba el pelo aplastado contra su cara, y había un mechón que le estaba haciendo cosquillas en la nariz con cada respiración.

Uno, dos, tres… inspiración. Uno, dos, tres… espiración.

Levantó la mano para quitárselo de la cara, pero algo cálido ya lo estaba haciendo por ella. Abrió los ojos sorprendida, encontrándose con los ojos rojizos de Soul a escasos treinta centímetros de los de ella y sus dedos cálidos apartando el mechón de pelo húmedo.

Maka sintió como su respiración se volvía más laboriosa aún y cómo sus labios se abrían lentamente, queriendo salvar la distancia que había entre los suyos y los de él. Besarlos, sentir su calidez, tocar ese cuerpo de una manera que nunca hubiera creído atreverse…

Inmediatamente, se apartó de Soul, sintiendo las mejillas encendidas y expulsando el pensamiento indecoroso que se le había pasado por la cabeza. Él por su parte, se echó para atrás mirando hacia otro lado. Evitando que se notara que sus mejillas también se estaban enrojeciendo al igual que las de ella.

¿Qué le pasaba a Maka? Llevaba rara desde hace unos días, había supuesto que era alguna crisis rara que estaba sufriendo, pero estaba empezando a dudarlo. ¿Y por qué de repente él actuaba así? Si no entendía ni su propio comportamiento, poco éxito tendría intentando comprender el de ella.

Lo único que llegaba a comprender es que, por alguna extraña razón, se sentía mucho más cariñoso hacia Maka de lo normal. Cariñoso, protector… El solo pensamiento de alguien haciéndole daño a su compañera le hacía hervir la sangre. Pero… él siempre actuaba como el pasota, como el chico despreocupado que no le importaba lo que le rodeaba. ¿Por qué de repente estaba sufriendo ese cambio? ¿Sería culpa de algo que circulaba por el ambiente? ¿O estaba sufriendo de personalidad bipolar?

Lo que sabía, es que estaba asustado. Por una parte le gustaba la sensación, pero por otra parte le aterraba. Sabía que no era muy bueno demostrando afección hacia alguien, y menos a una chica. Pero… ella era Maka. Su técnico. Su amiga. La chica con los ojos verdes más preciosos que había visto nunca.

Soul agitó la cabeza de un lado a otro, quitándose de la cabeza el último pensamiento. No, no podía estar pensado en Maka de esa forma, ¿verdad? Es decir, ella…

Pero no tenía palabras para explicarse.

Rompiendo el silencio entre los dos, sonó la campana de la academia llamando a los estudiantes del Shibusen. Todavía les quedaba un buen trecho hasta llegar a las puertas, así que seguro que llegaban tarde. Y la lluvia no había amainado ni un poquito en todo ese rato.

Maka suspiró, mirando hacia la calle que tenían que tomar para llegar a su destino. "Ojalá hubiera cogido el paraguas" pensó la técnico. Empezaba a estar cansada de tener la ropa empapada. Y además, le estaban empezando a aquejar los escalofríos.

Frotándose los brazos para desentumecérselos, Maka empezó a andar dejando a Soul atrás. Éste, todavía lidiando con sus pensamientos, la siguió al verla moverse.

Estaba a punto de llegar a la conclusión sobre lo que le estaba pasando, o al menos eso creía. Y no estaba muy seguro de si le gustaba el rumbo hacia el que iba su razonamiento. En cierto modo le parecía disparatado lo que estaba pensando, pero… ¿podía ser verdad? ¿Podía ser que a él…?

Un trueno volvió a sonar justo encima de ellos, cortando de golpe el hilo de los pensamientos de Soul. Era mejor dejar de pensar en ello durante un rato, a lo mejor así veía que estaba equivocado, que había dejado volar a su imaginación demasiado o que se estaba empezando a volver loco.

Con las manos en los bolsillos y la ropa pegada a la piel, se limitó a seguir los pasos de Maka mirando al suelo. Al menos la monotonía de la acera le ayudaba a dejar la mente en blanco.