Capítulo 1: Salida de King Cross

Un chico de 15 años se encontraba en la estación del tren empujando un carrito de equipaje con su baúl y su lechuza dentro. Mientras caminaba, llevando su equipaje, iba pensando en todo lo que le sucedió en su quinto curso en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, recordaba los castigos sufridos con la profesora Umbrigde, la peor profesora de Defensa contra las Artes Oscuras que habían tenido desde Gilderoy Lockhart.

Por otra parte pensaba en lo que pasó en el Ministerio de Magia en el Departamento de Misterios, no podía olvidar que por hacerle caso a un tonto sueño y por su estúpida manía, tal y como se lo dijo Snape, de querer hacerse el héroe cayó en la trampa que le preparo Voldemort provocando que su padrino Sirius Black al irlo a rescatar cruzara ese maldito velo para no regresar después de eso. Odiaba que su profesor de pociones tuviera la razón, pero por su complejo de salvador, una vez más, puso en riesgo a sus amigos y provoco que su padrino saliera de su escondite en el número 12 de Grimmauld Place para irlo a salvar junto con la orden del fénix de las manos de los mortífagos.

Sentía enormes ganas de vengarse de Bellatrix Lestrange, sino hubiese sido por ella Sirius estaría vivo, a su lado, y no tendría esa fuerte opresión en el pecho y ese sentimiento de culpabilidad por su muerte. Por supuesto Bellatrix y él no tenían toda la culpa, claro que no, también estaba Dumbledore ese mago al que admiro tanto y por el que sintió un gran respeto en un tiempo, aquel mago lo había decepcionado muchísimo, no solo lo ignoro y trato de lo peor durante todo el año sino que también le había ocultado una parte muy importante de su pasado, que si la hubiese conocido desde antes se hubiera preparado mejor y tomado más en serio sus clases de Oclumancia aunque se las impartiera su detestable profesor de pociones, en consecuencia lo que sucedió en el Departamento de Misterios no hubiese sucedido.

Harry Potter o como lo conocen en el mundo mágico el-niño-que-vivió, no solo se sentía culpable por la muerte de su padrino, también se sentía traicionado por el mundo mágico, ese mundo al cual salvo hace casi 16 años, ahora que había anunciado junto con Albus Dumbledore el regreso de Voldemort a ambos los tildaron de locos, paranoicos y enfermos mentales, claro que ahora les creían después de los sucesos en el Ministerio de Magia pero eso no quitaba el hecho que antes no creyeron ni confiaron en él, después de todo lo que él hizo y sigue haciendo por el mundo mágico no solo hace 16 años, también durante sus tres primeros años en Hogwarts al evitar el regreso Voldemort poniendo en riego su vida y la de sus amigos y en los dos cursos pasados luchando contra Voldemort, nuevamente, para mantener la paz en el Mundo Mágico.

A parte de todo esto estaba el hecho de que su vida amorosa era un completo desastre, Cho Chang la chica de la que estuvo enamorado desde tercer curso le formo un espectáculo el día de San Valentín, vivía llorando delante de él y recordándole una y otra vez la muerte de Cedric Diggory junto con los sucesos en el cementerio el día del regreso Voldemort, luego lo abandono en uno de los peores momentos de su vida cuando estaba tan afectado por la muerte de Sirius, para encima de todo empezar un noviazgo con Michael Corner, nunca le perdonaría a Cho todo lo que le hizo, en especial el pésimo trato y la cruel indiferencia que tuvo con él aun después de todo el apoyo que le dio cuando sufría por muerte de Cedric.

Harry Potter perdió ese año la alegría y el brillo, característico en él, de juventud traviesa que siempre tuvo en sus hermosos ojos, color esmeralda, desde que entro a Hogwarts en primer curso, deseaba con todas sus fuerzas poder vivir una vida normal y poder disfrutar de una familia como todo el mundo, pero la oportunidad de tener todo esto la perdió el día que Voldemort mato a sus padres y trato de matarlo a él convirtiéndose en: el-niño-que-vivió... Harry salió de sus pensamientos al escuchar una voz conocida para él:

- Mete el baúl y al pajarraco en el maletero del auto - refunfuño Tío Vernón, Harry solo se limito a asentir con la cabeza mientras colocaba su baúl y la jaula de Hedwig en el auto.

- De prisa muchacho que no tengo todo el día y calla a esa maldita ave – le grito tío Vernón, Harry volvió a asentir y entro en el auto.

Una vez dentro del auto, Tío Vernón lo puso en marcha para llevarlo a pasar las vacaciones de verano, otro año más, en su prisión en Privet Drive. A medida que entraban a la autopista Harry veía pasar frente a él casas y edificios a gran velocidad, mientras contemplaba el paisaje iba cayendo irremediablemente en los brazos de Morfeo, hacían días que no dormía bien, los párpados le pesaban demasiado, poco a poco iba quedándose dormido, hasta que finalmente se sumió en un profundo sueño.

Harry se encontraba en un enorme jardín con verdes pastos y unos pocos árboles que servían de sombra y protección contra el radiante sol. El jardín era hermoso, irradiaba un dulce olor a rosas que le fascinaba, emprendió la marcha para recorrer el magnífico jardín, llevaba avanzados unos cuantos metros cuando noto debajo de un frondoso árbol la figura distorsionada de una persona, luego de pensárselo unos segundos decidió acercarse para ver mejor quien se encontraba debajo de aquel imponente árbol, a medida que se acercaba a la figura esta se iba haciendo cada vez mas y mas clara. Cuando estuvo lo suficientemente cerca vio que se trataba de una mujer de cabellos rojos dormida a la sombra de un roble de espaldas a Harry, por lo que le era imposible verle el rostro y saber de quién se trataba. Se acerco un poco más a aquella mujer, se quedo parado un momento mientras contemplaba como dormía dulce y plácidamente, finalmente decidió aproximarse y saber a quién pertenecían aquellos hermosos cabellos rojos, llevo su mano derecha hasta la chica para apartar algunos cabellos rojizos que caían naturalmente sobre su rostro. Comenzó a apartárselos con delicadeza, noto que estos no eran solamente hermosos también muy suaves y sedosos, poco a poco los fue removiendo con mucho cuidado de no despertarla. Ya casi terminaba su labor, empezaba a distinguir el rostro de la chica... pero de pronto la vista se le nublo y empezó a alejarse rápidamente de la joven al tiempo que una voz chillona y escandalosa lo hacía despertarse estrepitosamente, esa voz no era otra que la de su Tío Vernón:

- ¡¡Quítese del Camino!! - exclamo Tío Vernón a la vez que frenaba el auto violentamente. Harry daba por muerto al pobre hombre, cerró los ojos por la impresión pasaron unos instantes y nada sucedía, espero un poco mas y no pasaba absolutamente nada. Decidió abrir los ojos lentamente, cuando por fin los abrió por lo completo se dio cuenta que su tío alcanzo a frenar el auto justo a tiempo.

El hombre que estaba frente al auto llevaba una capucha negra que le cubría todo el cuerpo y parte de su rostro, llevaba un cinturón de cuero negro en el que tenía guardado en el lado derecho una... ¿varita?, Harry se sobresalto al ver lo que ese hombre portaba en el cinturón y pensó que si ese hombre llevaba una significaba, sin lugar a dudas, que era un mago, pero la pregunta era ¿Que hacia un mago frente al auto de Tío Vernón?, podía ser un miembro de la Orden del Fénix o tal vez... no, no podía ser... a menos que... y si fuese un mortífago? Harry deseo con todas sus fuerzas estar equivocado, eso sería lo peor que le podría pasar en esos momentos. Salió repentinamente de sus pensamientos al ver que el hombre se movía en dirección al lado del auto en donde él se encontraba, al llegar hasta la puerta del auto saco el hombre su varita del cinturón le apunto con ella y dijo:

- Potter baja del auto - musito el hombre con una voz fría.

- ¿Quién es usted y que quiere de mi? ¿Acaso cree que voy a irme con usted sin luchar? – pregunto Harry con voz firme.

- Mi identidad no es algo que te deba importar en este momento Potter, pero claro ahora resulta que no te vas a ir sin luchar, eres igual de engreído que tu padre y por supuesto no podía faltar el estúpido complejo de héroe que ambos tienen. – repuso el encapuchado

¿Cómo conoce a mi padre? ¿Cómo se atreve a hablar así de él? – pregunto Harry elevando el tono de voz, la ira invadía cada centímetro de su cuerpo al escuchar como ese hombre hablaba de su padre. Mientras, buscaba su varita en sus pantalones.

Vuelvo y te repito, eso a ti no te importa, ahora sal inmediatamente – el encapuchado comenzaba a exasperarse.

No voy a ir con usted a ningún lado hasta que no me diga quién es y espero que eso le quede claro – con cada palabra que Harry pronunciaba elevaba mas el todo de voz y desafiaba con la mirada al encapuchado, no encontraba su varita por ningún lado, demonios escogí el peor momento para no tener mi varita conmigo.

Con que esas tenemos, muchachito insolente veamos qué piensas después de esto – el hombre encapuchado levanto su varita – Inmobilus – un rayo de color púrpura salió de la varita del hombre y le dio de lleno en el pecho a Harry, no podía moverse el hechizo lo inmovilizo completamente, deseaba en ese momento tener su varita en el bolsillo para poder enfrentarse al hombre del igual a igual, pero esta se encontraba probablemente entre su equipaje en el maletero del auto.

Alohomora – pronuncio el hechizo con la varita en alto, la puerta del auto se abrió inmediatamente, volvió a levantar la varita en dirección a Harry – Mobil corpus – y saco el cuerpo inmovilizado de Harry del auto. Tío Vernón veía la escena horrorizado.

¿A...a...donde...se...lo llevan? - pregunto Tío Vernón con voz temblorosa.

Eso a ti no te importa asqueroso muggle – repuso el encapuchado – Desmaius – un rayo color rojo salió de la varita del encapuchado y le dio en la cabeza a Tío Vernón este se desmayo de inmediato por el hechizo golpeando su enorme cabeza contra el volante del auto.

Luego el hombre camino llevando el cuerpo de Harry, suspendido en el aire, hasta la parte trasera del auto y alzando su varita en dirección al maletero dijo:

Alohomora- el maletero del auto se abrió instantáneamente dejando ver el baúl de Harry y a una muy alterada Hedwig, levanto su varita apuntando al baúl – Mobil Baúl – luego de esto tomo la jaula de Hedwig con una mano mientras que con la otra mantenía la varita en alto y controlaba así el cuerpo de Harry junto con su baúl, que se mantenían flotando en el aire.

Camino de forma silenciosa hacia la explanada a un lado de la carretera, busco en el suelo algún objeto abandonado y logro encontrar una lata bastante oxidada le apunto -Maid Traslar – un rayo color verde mar salió de la varita dándole a la lata y haciéndola brillar de un color verde por unos instantes, volviendo a tomar segundos después su aspecto original. Después de esto se volteo hacia donde estaban Harry y el baúl, apunto al baúl – Finite Incantatem- el baúl cayó al suelo abruptamente, después puso la jaula de Hedwig en el suelo, junto al baúl, y con un movimiento de varita hizo desaparecer el baúl y la jaula.

Seguido de esto tomo fuertemente, con su mano derecha, la camisa de Harry y con su mano izquierda tomo la lata oxidada que estaba en el suelo y súbitamente vio una gran cantidad de imágenes que pasaban a gran velocidad por delante de él, sentía como lo jalaban por ombligo y se movía rápidamente, de pronto tal y como comenzó se detuvo lo que provoco que cayera violentamente al suelo. Se levanto del suelo desempolvándose la capucha negra.

Detesto viajar por este método tan ordinario, estúpido Potter – susurro para si mismo

Finite Incantatem – pronunció apuntándole con la varita a Harry, simultáneamente el cuerpo de Harry caía estrepitosamente al suelo.

Harry se levanto con dificultad, se sentía mareado se había golpeado fuertemente la cabeza, logro recuperarse un poco y tomar nuevamente conciencia de sí mismo, aun estaba bastante desorientado cuando noto que ya no estaban en la autopista junto al auto de Tío Vernón, alzo la vista con dificultad debido al golpe que se dio contra el suelo y descubrió que a cierta distancia de él se encontraba una enorme casa de dos pisos, se vio delante de un oxidado portón unido a una cerca color negro, de unos dos metros de alto, que bordeaba la casa y resguardaba un enorme jardín con árboles de tamaño inimaginable y otros pocos con un tamaño más prudente que daba la impresión de que en un tiempo fueron pequeños arbustos, volvió a posar su vista en la casa y advirtió que los cristales de las ventanas de la casa estaban rotos permitiendo que el viento entrara a través de ellos moviendo las rasgadas cortinas dándole a la casa un aspecto lúgubre y derruido, las paredes estaban enmohecidas provocando que estas en un tiempo color blanco tuvieran ahora un color verde pantano, aun con su aspecto deplorable la casa seguía manteniendo un porte señorial poniendo al descubierto que tiempo atrás perteneció probablemente a una de las familias más adineradas de la región.

Todavía contemplaba la colosal casa cuando sintió la presencia de otra persona dándose cuenta que no estaba solo, giro la cabeza sobre su hombro izquierdo y vio a un hombre vestido con una capucha negra cubriéndole el cuerpo y parte de la cabeza, en el rostro tenía una máscara de... ¿mortífago? sí, definitivamente era una de las mascaras que los mortífagos utilizan para esconder su identidad y mostrarse inexpresivos ante cualquier situación, Harry lo identifico como el mismo encapuchado al que momentos atrás tío Vernón casi atropella, aquel hombre que lo inmovilizo y que probablemente lo trajo hasta las puertas de esa mansión, lo que significaba que sus sospechas eran ciertas un mortífago lo secuestro y lo trajo hasta ese lugar, pero algunas preguntas rondaban por su cabeza ¿En donde se encontraba? ¿Quién es ese mortífago? y la más importante ¿Cómo lograron secuestrarlo sin que nadie se diera cuenta? Después de todo se supone que Dumbledore le tiene puesta una guardia personal especialmente para vigilarlo. Súbitamente el mortífago comenzó a hablar sacando a Harry de sus pensamientos.

Camina Potter – le ordeno el mortífago, pero Harry permaneció inmóvil en sitio, pensaba en quien podía ser aquel hombre y que haría él a las puertas de aquella mansión.

¡¡Te he dicho que camines!! – exclamo enfurecido el mortífago, Harry siguió inmóvil en su sitio, aquella voz empezó a hacérsele conocida, demasiado conocida para su gusto.

¡¡Chiquillo insolente!! – grito violentamente el mortífago, esa voz se parecía mucho a la de una persona a quien él odiaba con todas sus fuerzas, no solo era su voz también su manera de hablar y comportarse eran idénticas.

Le voy a hacer la misma pregunta que le hice hace un rato ¿Quién demonios es usted? – pregunto Harry con voz fría y calmada, tenía que sacarse esa duda de la cabeza a cualquier precio.

Potter estas colmando mi paciencia y te puedo asegurar que no pasan cosas buenas cuando mi paciencia se acaba - repuso el mortífago en un tono más calmado.

Al que se le está acabando la paciencia es a mí, y le aseguro que es a usted al que no le gustara saber qué pasa cuando mi paciencia se acaba – musitó Harry en tono altanero y desafiante.

Potter nunca vas a cambiar, siempre serás un estúpido engreído con complejo de héroe, sino fuera por Dumbl... – el mortífago se calló inmediatamente, acababa de cometer un grave error, Potter podía ser engreído y tener complejo de salvador pero no era ningún ignorante, atando cabos descubriría de inmediato su identidad.

¿¿Ha dicho usted Dumbledore?? ¿Cómo conoce usted a Dumbledore?, ¡¡Espere un momento!! Usted es... no, no puede ser – Harry dejo de hablar en ese momento, no podía ser verdad simplemente no podía... no podía ser cierto y si lo fuese eso significaría que esa persona había traicionado a la orden y la confianza de Albus Dumbledore, eso representaría que el viejo loco se volvía a equivocar una vez mas y que el siempre tuvo razón en desconfiar de Snape.

Vaya Potter me sorprendes pensé que eras más estúpido – musito el mortífago.

¿Pro...fesor? ¿Sna...pe? – pregunto Harry con voz temblorosa, sus sospechas eran ciertas Snape traiciono a la Orden y a Dumbledore.

Si Potter soy yo, ¿A quién esperabas al Ministro de Magia? – repuso Snape en tono burlón.

¿Pe...?¿Pero porque lo ha hecho? ¿A dónde me ha traído? ¿Qué demonios hago en este lugar? – el miedo se le notaba en cada palabra que pronunciaba.

Ya lo veras Potter, ahora que estas esperando ¡MUEVETE! – le ordeno Snape, mientras abría uno de los portones de la casa.

Harry no tuvo más remedio que comenzar a caminar lentamente por un camino de piedra que cruzaba el inmenso jardín hacia aquella casa que le producía escalofríos. No podía escapar, enfrentarse a Snape sin su varita sería un suicidio, comenzó a sentir que lo observaban, movía la cabeza de un lado a otro sin éxito en su misión de encontrar quienes lo espiaban, exploraba con la mirada todos los rincones del inmenso jardín de la casa, pasando la vista por las copas de los inmensos árboles y entre los desproporcionados arbustos, pero todos sus intentos fueron en vano.

Se dio por vencido en su inútil búsqueda y continuo su camino hacia la casa cruzando el jardín, finalmente después de una larga caminata llegaron a una escalinata de mármol con pasamanos a los lados de esta, empezaron a avanzar por los escalones de mármol blanco hasta llegar al umbral de la siniestra casa, al llegar ahí se encontraron con dos grandes puertas color caoba que marcaban la entrada a la ostentosa y lúgubre casa. Harry levanto la vista, recorrió cada centímetro del umbral y noto algo en la pared al lado derecho de las puertas, ese algo le hizo helar la sangre, bajo la cabeza un momento para meditar, no... no puede ser, no podía creer que la casa le perteneciera a esa... a esa persona que el odiaba tanto, a esa persona que tanto daño le ha hecho, a esa persona que provoco que su vida fuera tan infeliz y miserable, que provoco que él no tuviera una vida normal y que le hizo que pasar su niñez en el infierno de Privet Drive, alzo la cabeza con temor y cerró los ojos, no se atrevía a ver de nuevo a quien le pertenecía la casa, pero tenía que hacerlo tenía que comprobar que no era una ilusión que no estaba soñando, abrió los ojos con temor de que lo que vio la primera vez fuera real, cuando logro abrir los ojos totalmente pudo ver una vez más en una placa color bronce en letras color negro el nombre de la familia a la cual pertenecía la casa: "Mansión...".