Promesa de la puesta de sol


# 1

Ya casi daban las seis de la tarde, hora fatídica donde el sopor comenzaba a dejarse caer sin piedad sobre la ciudad, tratando de alcanzar a los dueños de cuatro inmóviles siluetas que se encontraban a las afueras de las oficinas de Hypnos.

Seis años desde que se conocieron y se hicieron buenos amigos. Desde entonces esporádicamente debían solucionar algún problema en el mundo digital sin poder disfrutar de la compañía de sus amigos en sus hogares como antaño. ¿Era porque ya no eran niños y ese privilegio no les correspondía?

Jenrya fue quien tomó la palabra a la vez que ponía su mano sobre el hombro de un taciturno Takato.

—Es hora de marcharnos ya. Ryo, esperamos verte antes de que vuelvas a casa.

Takato quien tardó dos segundos en entender la idea agregó.

—Saludos a tu madre y abuela, Ruki. Nos vemos —agregó con una sutil sonrisa.

Las dos siluetas aludidas se quedaron sin reacción. Sus amigos apenas habían terminado de despedirse y ya se encontraban lejos del alcance de su visión.

Y sin que se dieran cuenta el tiempo entre ellos parecía ir más lento; el ruido de los automóviles y la locomoción se iba perdiendo en algún rincón desconocido y las tenues tonalidades del atardecer que iban patinando el cielo les brindaba un calor distinto, cercano a pesar de la tensión y distancia que se mantenía entre ambos que aún no sabían cómo reaccionar.

Habían luchado durísimo en el digimundo y los reyes se entendían de maravilla cuando se trataba de ir apilando rivales y su cercanía había aumentado pero tan sólo entre líneas. Ruki se esmeraba en mantener un muro entre ambos porque entre ellos ya no existía más ese abismo, lo que era un avance pero a la vez un gran desconcierto… para ambos.

No sabía si ofrecerle su compañía a casa sin que ella lo tomara mal, tal vez caminar un rato por la ciudad o sin reparos buscar algún lado para poder pasar la noche.

—Ryo… — ¿Le estaba llamando por su nombre?—, no tienes dónde quedarte, ¿verdad? —no era capaz de mirarlo a los ojos, sentía que se perdería en ellos.

—Ah… Ruki… No, no tengo. Todo fue tan rápido que no alcancé a pensar nada más.

La ciudad los apartaba de lo demás, el cielo los protegía y cada palabra que pronunciaban se escuchaba más nítida de lo que hubieran podido hacer alguna vez… Ya no había espacio para malas interpretaciones porque incluso si no se veían a los ojos las palabras calaban directo.

—Ninguno de nosotros... Todo fue muy rápido —le tiritó un poco la voz. Ya había pasado la adrenalina y los nervios la estaban comenzando a atrapar.

— ¿Qué quieres hacer? Te puedo acompañar a casi si quieres. ¿Estás preparada para ver a tu madre?

—Vayamos.

Le hubiera gustado decir que tenía ganas de caminar por la ciudad con él hasta que entrara la noche, que la acompañara a casa y sólo tal vez conversar un poco. De lo que fuera. Tan sólo quería…

El camino de regreso a casa estuvo lleno de suaves vaivenes. Los recuerdos, los sueños y los miedos que ambos compartían en su lenguaje mudo los reconfortaba porque a medida que pasaban los minutos las dosis de realidad los embargaban y llenaban de sensaciones contradictorias e inexplicables. Cuando se trataba de esas cosas, volvían a ser niños… niños que trataban de comprender lo que estaban viviendo.


Hola a todos! He estado en un período creativo extraño donde las ideas andan dispersas y debo perseguirlas antes de que se me escapen u,u

Esta vez traigo otro fic de mis regalones de Tamers. Será una historia corta narrada mediante viñetas y espero que sea de su agrado. Gracias por leer y nos veremos pronto :)