Capítulo 1.

¿Acaso hay algún manual de instrucciones para la vida?

No hay alguna pista para poder subsistir en este fatídico escenario llamado vida diaria. Todos los días era sumamente igual, estaba poco a poco siendo absorbida por la monotonía. Despertar, ir a la escuela, llegar a casa, escuchar peleas, ir a entrenar, leer, todo era lo mismo todo el tiempo ¿Acaso toda esa rutina era algún castigo divino por algún pecado pasado? De no ser por Arnold, ya habría optado por tirarse del puente de Hillwood. Arnold, ese estúpido cabeza de balón que la ahogaba en todo un mar de emociones, lo odiaba pero también lo amaba, suponía que la doctora Bliss ya le había puesto en su expediente LOCA con mayúsculas y con un subrayado para resaltarlo totalmente. Era su clásico excusa para poder explicarle a su mejor amiga los porqué de sus malévolos planes contra el cabeza de balón. Aun así, ella soñaba en algún momento poder declararse al cabeza de balón y de alguna manera ser correspondida. Soñaba con poder decir su nombre junto a un te amo en una misma oración de manera que pudiera ser oída y también ser correspondida. Bueno, al menos nadie era consciente de sus deseos internos hacia esa persona, por ende, no habría manera de que todos esos deseos fueran causas de burla hacia ella, burlas realizadas por sus compañeritos de clase (como solía decirles su doctora) las cuales no toleraría. No, ella tenía un papel en esa escuela, un papel que desempeñaba con cierto orgullo y también con molestia. Ya que ese tonto papel de dominadora, lograba que su adorado tuviera cierta distancia a ella. Demonios, ¿Cuántas veces había soñado con acercarse más a él y poder conocerlo más? ¿De tener esas charlas intimas de amigos donde se cuentan sus más escondidos secretos sin temor a ser juzgados? Esa necesidad de poder se lo debía a la sangre Pataky (o al menos eran sus excusas), la necesidad del control, de dominar a las personas. Pero bueno, ella era así y tenía que resignarse a aceptar el papel que su herencia genética le había impuesto.

Tomo su mochila y salió de su habitación, era tarde y tenía que llegar a clases. Bajo las escaleras y encontró a Miriam durmiendo en el sillón como de costumbre, Bob al parecer ya se había marchado al trabajo. Tomo un cereal y comenzó a comerlo, meditaba sobre el que se sentiría tener alguna clase de atención, como un "Buenos días querida, te he preparado tu desayuno favorito" o similares, pero en cambio, sus mañanas siempre eran iguales. Miriam dormitando en cualquier lado de la casa y ella sola, sin atención alguna. Salió de su casa y comenzó su camino directo a la escuela, hoy no se iría en Bus, prefería caminar aun sabiendo que era tarde, al menos, quería hacer algo diferente esa mañana, tomar una caminata y comenzar a divagar sobre posibles ideas para sus escritos, quería comenzar a buscar la manera de poder enderezar aunque fuera un poco su vida. Tenía diez años, cualquier persona diría "¿Qué tantos problemas puede tener?" Pero ella nunca hablaba de ello, solo se mantenía ahí firme, con el mentón arriba en busca de nuevas posibilidades para su destino. Y con ese pensamiento fue directo a la escuela, sin pensar que ese día, todo cambiaría.

Hola amigos, soy una pseudo-escritora con muchas historias en mi cabeza. Me encanta el personaje de Helga y por ello comenzare escribiendo sobre Hey Arnold. Esta es otra historia diferente a la de Bienvenidas y despedidas, las cuales serán como mis bebes. Sin mas por añadir, espero las disfruten así como yo disfruto escribiéndolas, nos leemos.

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