Todo lo que reconozcáis pertenece a Suzanne Collins. El resto es cosa mía.
El rating es M por vocabulario y esas cosillas de violencia típicas de los Juegos del Hambre.
OBJETIVO: GLORIA
Uno
—¡Pearl Danvers!
Vaya, ese es mi nombre. No me lo esperaba, la verdad. Es decir, tengo veinte papeletas dentro de esa urna, las cuatro que corresponden a mis quince años y las dieciséis de las teselas que siempre he pedido, pero no es como si fueran muchas comparadas con otras chicas. Ruby, por ejemplo, tiene unas setenta, entre las obligatorias y las que ha acumulado compulsivamente con las teselas que ha pedido para toda su familia. Obviamente, no las necesita, pero quiere aumentar sus posibilidades de ser elegida.
Bueno, de un modo u otro, es hora de ponerme en marcha. Yergo la cabeza y miro al frente, y la media sonrisa que tengo ensayada me asoma a los labios. Echo a andar, y a mi alrededor las chicas se apartan un poco. Algunas me sonríen, dándome ánimos. Oigo algunas palabras de apoyo, y veo alguna que otra mirada ligeramente envidiosa. Cuando paso al lado de Bright, mi mejor amiga y quien cumplió justo ayer dieciséis años, siento su mano apoyándose por un instante en mi hombro y su voz susurrándome "Zorra" cariñosamente al oído. Sonrío un poco más y me alejo, apretando el paso en dirección al escenario. No se interpone nadie más en mi camino, y mientras subo los escalones que me llevarán a lo alto, a la vista de todo el mundo, repaso mentalmente todo lo que he aprendido hasta ahora.
Cabeza alta. Sonreír un poco. Confianza. Voz alta y clara. Espalda erguida. No titubear. Y, sobre todo, bajo ningún concepto, derramar ni una sola lágrima.
—¡Y aquí tenemos a nuestra campeona! —exclama Dalia, la acompañante de nuestro distrito, con voz aguda y cantarina cuando finalmente llego a su lado—¡Pearl, querida, saluda! ¡Eres el primer nombre del día y todo el mundo te está viendo!
"Es mentira" querría decirle; en al menos los siguientes cinco distritos ya estarán todos reunidos para su propia Cosecha o estarán a punto, y ahí no hay nadie pendiente de nosotros. Sin embargo, sonrío, me giro hacia la gente del distrito y las cámaras, alzo una mano para saludar e incluso hago una media reverencia, sujetando un poco la falda del vestido y cruzando las piernas. La gente aplaude y lanza gritos de ánimo, y Dalia está entusiasmada. Se nota que le encanta este espectáculo.
—Y ahora tengo una pregunta muy importante para ti, querida —Dalia me pone una mano sobre el hombro, justo donde me ha tocado Bright hace menos de un minuto, y me obliga a mirarle a la cara, a esas enormes y artificiales pestañas azul claro—. ¿Quieres aceptar voluntarias?
En efecto, es la pregunta más importante de mi vida. ¿Voy a los Juegos a mis quince años, o dejo que otra ocupe mi lugar? Por una parte, soy joven. Llevo entrenándome desde los ocho años en la Academia, casi media vida, para ser una profesional y arrasar en los Juegos. Esto es para lo que he nacido, para lo que vivo cada día. Y sin embargo, solo tengo quince años, y esa es una edad muy al límite. Solo ha habido un vencedor hasta el momento que tuviera menos de dieciséis, y más importante que las estadísticas, es el hecho de que los otros profesionales serán probablemente mayores, más hábiles, más fuertes y con más entrenamiento. Estaría en una clara desventaja.
Pero ha sido mi nombre el que ha salido del sorteo puro. El mío, y no el de cualquier chica corriente obsesionada con las joyas y las cosas brillantes, ni el de cualquier otra chica de la Academia. El mío y no el de Ruby, que con sus dieciocho años y sus setenta papeletas en la urna, está en primera fila a los pies del escenario esforzándose al máximo para no empezar a chillar y presentarse voluntaria antes de lo que indica el protocolo. La cara se le está empezando a poner roja del esfuerzo y los nervios: esta es su última oportunidad, y como yo diga que no, está perdida.
No me gusta hacer sufrir a la gente. ¿Irónico tratándose de una profesional, verdad? Pero no os engañéis. No es que tenga un enorme corazón de oro oculto bajo capas de hielo y años de lavado mental; sé lo que significa ser una profesional, sé lo que soy y me gusta serlo. Amo el poder, soy ambiciosa y anhelo la gloria. Quiero hacer grandes cosas y que el mundo conozca mi cara y mi nombre. Que me amen, me odien y me teman. Quiero ser historia.
Simplemente, no me gusta ver el sufrimiento. Me gustan las cosas simples, rápidas y limpias. No quiero torturar, simplemente vencer. Soy compasiva, ya veis.
Por eso decido acabar con el sufrimiento de Ruby rápido. La mayor decisión de mi vida no me ha tomado más de dos segundos.
—No —voz alta y clara, debo recordarlo—. No acepto voluntarias.
Si mi nombre ha salido de esa urna es por algo. No creo en el destino, pero aprendo rápido, y el ejemplo de Ruby, a quien se le están llenando ya los ojos de lágrimas, es una buena lección: puede que no tenga otra ocasión de ser elegida. Y quiero, con toda mi alma, ir a los Juegos y regresar vencedora a casa.
Sí, puede que sea más joven de lo recomendable. Pero hay algo que sí tengo a favor: soy inteligente. Probablemente, mucho más que cualquier otro profesional.
La multitud se ha puesto a gritar y aplaudir, esta vez con más entusiasmo. Dalia los apacigua durante unos instantes, mientras levanta mi mano en el aire y proclama:
—¡Y aquí tenemos a la primera tributo del día! ¡Pearl Danvers!
La gente grita, aplaude y anima; oigo mi nombre entre los rugidos. Busco las caras conocidas entre el gentío: mi familia, mis amigos, mis vecinos y mis instructores. Todos sonríen, orgullosos, y lo mismo hago yo.
Me llamo Pearl Danvers, soy una profesional, tengo quince años y soy la tributo del distrito uno que ganará los trigésimo cuartos Juegos del Hambre.
Esta es una historia que tenía rondando en la cabeza ya desde hacía un tiempo, pero nunca había encontrado tiempo ni forma de abordarla hasta ahora. Quería vivir unos Juegos desde el punto de vista de un tributo profesional, y ver cómo son las cosas cuando se sabe que se es superior a la gran mayoría de tributos, y estando preparado para los Juegos desde pequeño. Y de aquí ha salido el personaje de Pearl. Sí, ya sé que es una completa OC, al igual que la gran mayoría de personajes que la acompañarán en la historia, pero estaré muy agradecida si le dais una oportunidad.
Los capítulos serán cortos (o eso espero, pero la verdad es que tengo una definición un tanto extraña de "corto"), e iré actualizando regularmente. Tengo un par más de capítulos escritos y un guión bastante claro, y mientras no se me compliquen las clases y los trabajos, espero poder continuar a buen ritmo.
Para acabar, ¡muchas gracias si habéis leído hasta aquí! Cualquier opinión, comentario o sugerencia será bienvenida en los reviews.
¡Hasta el próximo capítulo!
