Esta mañana me informaron de que partiría un crucero donde se realizaría una subasta por el diamante que se dice que trae la felicidad. Esta mañana fue el comienzo de el que sería uno de los días más significativos de mi carrera… "¡Es más que obvio que el culpable fue nada más y nada menos que tu!". Aquel hombre de cabello color lila dijo apuntadome con su dedo juzgador. "!Y ahí están uno de su cómplices!". Agrego mirando con enojo al par de rubios junto a mi "¡¿Como se atreve?!". La rubia junto a mi dijo indignada dando un paso al frente "Por favor, no podría estar más claro ¿quien se ha estado ocupando de saber de cada movimiento, cada descubrimiento y cada detalle de este misterio? Obviamente la misma persona que quiere saber cuando llegara su momento de escapar". El hombre me acuso Todos dirigieron sus miradas a mi. Una fría gota de sudor corría por mi frente, trague saliva para tratar de calmar mis nervios. Estaba inmóvil, mis manos temblaban, yo no era la persona que buscaban, yo no robe el diamante, yo no soy la responsable de la herida del gobernador ¿pero que podía hacer? Estaba entre la espada y la pared, todos me miraban esperando una respuesta. Abrí temblorosamente mi boca y trate de hablar. "O-oigan yo no lo hice, lo juro... H-ha de haber un detalle que no he revisado aún, algo que no he visto, yo puedo demostrar mi inocencia si me permiten unos minutos...". Dije con la esperanza de que pudiera tener la oportunidad de resolver este misterio de una vez por todas El me miro algo desconfiado mientras lo otros no sabían que decir. "De acuerdo, pero solo porque te debo un favor...". Aquel hombre dijo. Yo asentí en respuesta, con algo más de calma, aunque era muy pronto para aliviarme. Fui a sentarme en uno de los acolchados asientos de aquel salón en el que estábamos reunidos, todos seguían mirándome pero yo solo me concentré en tratar de recordar cada detalle Desde aquella mañana... Cuando todo comenzó…..