Encontré esta mini historia TERMINADA entre algunas publicaciones viejas que había publicado en el 2010. Y decidí hacer un fanfic que ya hechaba de menos la verdad, hacer algo así. Este mes cumplo años y este es mi regalo para vosotras. Espero y lo disfrutéis tanto como yo he disfrutado re-haciéndolo.

Esta historia podreís encontrarla aquí y también en Wattpad bajo el mismo título. Allí también tengo otras historias publicadas de mi autoría :)

Os quiero.

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—Eres malo Eddy... —dijo la morena cogiendo la estrella y haciendo malabarismos para encajarla en la copa del árbol, cuidadosamente
adornado con peltas rojas y plateadas.

Detrás de ella, un gran ventanal mostraba los rascacielos neoyorkinos iluminados, y a lo lejos la estatua de la libertad daba la bienvenida a una de las noches más frías del año, dando así comienzo al mes navideño.

—Odio que me llames así. Además, tu eres la que se empeñó en jugar... —Dijo una voz masculina sin despegar sus ojos de la tablet que tenía entre sus manos—. Sabes que te encanta adornar el jodido ar...

—¡Edward! —Chilló indignada la mujer ante sus palabras—. Que te costaba ayudarme, mal hermano...

—Hermanastro.

—Además... —Continuó ella como si nada—. Hiciste trampas, ¡nadie gana diez veces!

Edward giró sus ojos mientras miraba a la joven colocar las guirnaldas. Llevaba un ajustado jersey de cuello cisne azul cielo que enmarcaban bien su pequeña figura menuda y sus apretados jeans dibujaban un pequeño culo en forma de corazón invertido.

Pasó su lengua rápidamente sobre su labio inferior mirándola de arriba abajo.

Maldita mujer.

Ella seguía parloteando, mientras The Weather Girls resonaba de fondo. Miró a su alrededor para ver su perfecto piso de soltero convertido en la casa de la jodida Mamá Noel. Bella no solamente había exagerado comprando el árbol más ridículamente gordo que tenían sino que incluso le había obligado a comprarse unos horribles jerseys a juego de renos...

Como si fueran un jodido par de siameses...O una pareja.

Ese pensamiento hizó que apretara su mandíbula, nervioso.

Ella seguía quejándose y harto se levantó y se abalanzó sobre ella, abrazándola por detrás. Bella se paralizó por un segundo y luego se giró mirándolo con cara de incertidumbre.

—¿Qué decía la señorita?-dijo haciéndole cosquillas.

—¡Para Edward! ¡Para! —Bella riendo intentaba alejarse pero estaba atrapada entre el árbol y el fuerte cuerpo de su hermano.

Pero en el fondo de su ser, Bella no quería alejarse, deseaba estar así toda la vida...

—Anda y enciende el maldito árbol mujer. No sé porque te empeñaste en ponerlo...

Edward liberó el agarre de su hermanastra y se alejó, llevando sus manos a su cabeza.

—¿Cuándo podemos quitar It's raining men en bucle? Siento que me estoy aputanando y creo que empiezo a hablar como si viviera en Harlem...

—Hasta que no termine con esto, no puedes. Además, estas son nuestras primeras navidades solos, necesito inspirarme y no hay nada como el BSO de mi película favorita para inspirarme.

Y por supuesto, Edward sabía cuál era. La había visto tal vez como un millón de veces. Maldita Bridget Jones.

Ambos se miraron unos segundos mientras Edward comenzaba a bailar de forma femenina.

—¡Qué estúpido eres! —Bella empezó a reír sin parar.

—Necesito que me recuerdes, porqué demonios estás aquí... —Edward suspiró mirando el techo.

—Porque iba a pasar sola cual hongo las Navidades al igual que tú.

Esas Navidades, sus padres, habían decidido celebrar su segunda luna de miel y se habían ido a celebrar Navidad a París junto con los niños a Disney.

Edward y Bella Cullen se conocieron cuando sus padres se volvieron a casar. Edward por aquel entonces tenía diez años y Bella cinco. A pesar de la diferencia de edad, Edward había sido el perfecto hermano mayor, cuidando y velando de su hermana. Bella venía de un hogar desestructurado, su madre había dejado a su padre luego de que le diera una paliza y había decidido demandarlo con la ayuda de su abogado, el padre de Edward, a quién su mujer lo había dejado siendo Edward un bebé.

La feliz y perfecta familia había crecido, cuando adoptaron a Emmett y luego a Rosalie. Eran sus dos soles y había sido muy duro para Edward dejarlos cuando había decidido venir a Nueva York a estudiar. Se había convertido en un buen abogado, al igual que su padre. No tardó demasiado en saber que su hermana, también estaba mudándose junto con Alice, su mejor amiga del high school.

Sin embargo, casi no se veían y rara vez coincidían ya que no se movían por los mismos sitios. Llevaban casi un año sin verse.

Y Edward estaba malditamente agradecido por eso. Por supuesto.

Sin embargo, para Navidad y ante la negativa de ir a Disney, ambos habían decidido pasarlo juntos en Nueva York. Como Edward era el que tenía piso propio, decidieron instalarse allí.

Pero apenas vio a Bella y sus tres maletas supo que era maldita mala idea.

¿Cúando se había puesto tan sexy?

¿Es qué acaso salía con alguien?

Bella sonrió embobada contemplando su creación, aún sin creerse que pasaría tantos días junto a su hermano.

De repente sintió nudos en su estómago.

—¿Bella? Venga, pon las malditas luces —dijo él sentándose de nuevo en el gran sofá negro.

—V-voyyy —Bella sonrió nerviosa buscando el interruptor.

—Se ve como si hubiese robado toda la luz en Las Vegas —Edward esbozó una sonrisa—. Me gusta.

Bella estaba muda, contemplando las luces como si fuese una niña pequeña.

—Tengo que hacer la lista de regalos... —Murmuró ella, luego de un rato dándose la vuelta y comenzando a andar por el salón.

—¿No crees que estas un poquito mayor para Papa Noel?

—No tanto como tú, viejo —ella le sacó la lengua sentándose en el suelo con un bloc—. A ver, ¿qué podría querer Alice?

Esa era otra gran sorpresa. Su mejor amigo y compañero de oficina, Jasper y su mejor amiga de piso, Alice, estaban saliendo.

Jodidamente sí.

Ellos se habían conocido en un garito o algo así, maldita sea.

De todas las mujeres, su mejor amigo había escogido a su mejor amiga. Era como una broma cruel del destino. Una jodida broma cruel.

Y por supuesto, esos malditos pares de duendes lucían tan enamorados rozando la perfección. Jasper había ido a la oficina con una corbata de hombres de jengibre ayer. Claro, idea de Alice, por supuesto.

¿Y cuál había sido su plan? Pasar todos juntos las Navidades. Claro que sí.

Por supuesto que sí, en realidad.

—Un nuevo novio, quizás —en respuesta Edward recibió una gran bola de papel.
—¿Y Jasper? Hmm...¿y tu Jacob? —dijo Bella mirando a su perro.

Por supuesto, no olvidemos el saco de pulgas andante que se había instalado en su salón. Solamente ella decidía adoptar a un perro en Nueva York.

Jacob le dio un gran lametazo en respuesta.

—Vale...lo he captado-dijo Bella sonriéndole.

El estómago de Edward se contrajo al ver aquella sonrisa.

—Voy a hacer la cena... —dijo levantándose y dirigiéndose a la cocina.

—¿Quien se ha muerto? —dijo Bella sonriendo—. Tú el señor como en restaurantes caros y me conozco todos los delivery de la zona...

Edward seguía pensando en las palabras de su hermanastra. Sus primeras Navidades a solas. Normalmente luego de la cena familiar el día de nochebuena solían irse a dormir temprano para abrir al día siguiente los regalos todos juntos. Bella se había encaprichado en pasar las navidades en Nueva York y celebrar el Año Nuevo en París todos juntos. Asique Edward solo había decidido aceptar sin replicar, nunca terminaban bien si alguno de los dos replicaba.

Al volver al salón pasada media hora con los platos en una bandeja se encontró con una Bella dormido encima de la moqueta.

—Bella... —dijo Edward dejando los platos sobre la mesa.

Pero el timbre sonó y Edward se dirigió a la puerta.

—¡Buenas nochesssss!-dijo Alice besando a Edward en la mejilla de puntillas para luego entrar corriendo.

—Lo siento...Cuando le mencione que Bella estaba poniendo el árbol, quiso venir hacia aquí... —Dijo Jasper entrando por detrás.

—No hagáis ruido...Bella duerme —Edward suspiró meneando la cabeza sonriendo.

Al volver hacia el salón vio a Alice cogiendo el bloc delicadamente.

—Hmm, regalos Alice, ja. La zorra sabe que tiene que ser más de uno. Quiero esa nueva chaqueta que tú sabes que me gusta, el nuevo libro de E. Rosso y también ir a ver esa peli... ¿Cómo se llamaba? Ah, ya sé—dijo apuntándolo todo en el bloc.

—Alice, no vas a dejar nada para que yo te regale. Además vas a despertar a Bella... —replicaba Jasper.

—Y para Jasper, Alice. ¿Soy tu mejor regalo verdad? —Alice sonrió ampliamente mientras miraba a Jasper sonrojándose.

—Si y ya déjala. La vas a despertar... —dijo mientras observaba a Alice abrazar suavemente a Jacob para luego besar la mejilla de su amiga.

—Debe de tener frío, Jasper levántala y llévala al sofá.

—Claro — dijo este levantándose.

—Déjala — dijo Edward— La llevaré a su cama... ¿Queréis cenar? He hecho pasta.

Alice sonrió para sus adentros, mirándolo tomar a su amiga en brazos.

—Claro, ¿podemos verdad Jas? — dijo aleteando sus pestañas hacia su novio, riendo bajito.

—Hmm, bueno.

—¿No son hermosas las vistas?

Edward escucha a la parejita desde la habitación de invitados y rió por lo bajo, su amigo estaba locamente enamorada de esa chica. Miró a Bella y luego la dejó suavemente en la cama, tapándola con varias mantas. Acarició su mejilla con su pulgar suavemente hasta llegar a la comisura de sus labios.

Unos pequeños y rosados labios entre abiertos...

Y era tan tentador.

—Buenas noches pequeña—dijo él tomando una fuerte respiración y dándole un beso en la frente.

Cerró su puerta, apoyándose en ella, con sus manos picando por el deseo.

Eso simplemente nunca iba a pasar.

—¿Tienes un par de cervezas, por aquí? —Dijo Jasper desde el salón.

—Claro, ahí llevó unas —dijo cuadrando sus hombros y caminando hacia la cocina.

Iba a ser una navidad jodidamente larga.

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¿Gustó o no?

Muacksssssssssssssssssssssss!