Summary: Dos padres lucharán por el corazón de su hija, uno por conservar su amor y otro por ganarlo. Ella, en medio de todo, los irá uniendo sin que se den cuenta.

Disclaimer: Los personajes y todo lo relacionado con Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling y de la Warner Bross. Solo nos pertenecen aquellos personajes que no son nombrados en ninguno de los seis libros publicados actualmente, así como la trama.

Advertencias: En esta fic encontraran relaciones entre personas del mismo sexo, así que quedan advertidos.

Notas: Este fic es como respuesta al reto que la misma Lluvia Azul propuso, sin embargo, debido a la carga de trabajo de ambas (de Sailor Earth y Lluvia Azul), decidimos unirnos para realizar este fic, así que más o menos se darán cuenta de lo que las mentes maquiavélicas de las dos podrán hacer.

Todo por mi Hija

PROLOGO

Caminaba lentamente, arrastrando sus ya maltrechos pies, intentando por todos los medios seguir avanzando. Las fuerzas le fallaban, haciendo que sus piernas temblaran a cada paso que se esforzaba por dar.

Continuó recorriendo el camino, con su espalda encorvada soportando así el peso que cargaba. Una de sus rodillas flaqueó, haciéndolo caer, apenas y sus manos lograron menguar un poco la intensidad del golpe.

Cerró los ojos con frustración.

Llevó sus manos llenas de tierra hasta sus orejas y las estrujó. Las lágrimas quisieron salir de sus ojos pero no las dejó.

Anhelante de descanso, se sentó con cuidado sobre la árida tierra que antes había sido un bello camino de grava que llevaba directamente a Hogwarts.

Todo su pequeño cuerpo estaba herido, rasguños por doquier, cansando entumeciendo sus ya atrofiados músculos, su estomago clamaba un poco de comida, y sus huesos algo de descanso...

Pero debía de continuar...

Había hecho una promesa...

Y debía cumplirla...

Era mucho lo que ya había andado, mucho tiempo en búsqueda de alguien que parecía haber sido tragado por la tierra... mucho...

Prueba de ello era el pequeño ser que, con ayuda de una manta amarrada a su alrededor, usaba su espalda como cama. Claro, era aún muy pequeña, incluso para su edad, pero es que la vida que había llevado desde que nació no le ayudaba a desarrollarse como era debido; la comida y el descanso escaseaban... aún más en tiempos de guerra.

Como si respondiera a su pensamiento, sintió suaves movimientos de la pequeña que cargaba, señal de que había despertado. Con lentitud y mucho cuidado, desató el nudo que sostenía la manta. Pronto tuvo un pequeño bulto entre sus brazos, hizo a un lado las mantas que la cubrían, dejando al descubierto el lindo rostro de una bebita de no más de un año.

La carita sonrosada se agitó un poco antes de enfocar su vista hacia quien la sostenía, un par de segundos después le regalo una bella sonrisa, la mejor recompensa que un elfo doméstico como Binny pudiera recibir.

Sí, porque esa criatura que cuidaba de la pequeña, no era otra que un elfo doméstico de grandes ojos castaños y una nariz como la de un lápiz. El pobre elfo era casi un manojo de huesos cubiertos por piel, hacía meses que habían abandonado su refugio para ir en busca del padre de su amita, abandonando con ello comida y descanso seguros... pero habían recorrido mucho camino sin encontrarlo.

Su ama le había dicho que lo buscara en el que había sido el hogar de sus padres, pero al llegar, todo estaba en ruinas; luego se dirigió hacia donde vivían algunos de sus amigos, pero las casas estaban vacías, incluso algunas maltrechas como si se hubiera desatado una batalla en ellas; y ahora... ahora se dirigían al último lugar en el que podría estar, y Binny rezaba porque en ese sitio estuviera el padre de su amita, de lo contrario, su pequeña ama quedaría totalmente desamparada... y dudaba que a un elfo doméstico le permitieran quedarse con ella...

Con ese pensamiento, no pudo evitar que gruesas lágrimas escaparan de sus enormes ojos, lágrimas que fueron a parar en el rostro de la pequeña que inmediatamente hizo saber sus disgustos.

-Oh, Binny lo siente, Binny lo siente – gimió el elfo al mismo tiempo que cargaba a la niña, ahogando las ganas de golpearse la cabeza por hacer llorar a su amita.

Sin embargo, las lágrimas trajeron consigo la imagen de su ama al dar a luz. El dolor del parto reflejado en sus bellas facciones, y la serenidad que la muerte le dio al final.

Su ama había sido una mujer hermosa y fuerte, pero la guerra había mermado aquella fuerza y belleza, y al final... no había podido resistir el parto. La muerto sólo se apiadó de ella para permitirle conocer a su hija, nombrarla y hacerle prometer a Binny que encontraría al padre y le entregaría a la pequeña sana y salva.

Y Binny iba a cumplir su promesa.

Por eso se dirigía hacia Hogwarts, el último lugar en el que podría encontrar al padre de su amita.

Pero Binny tenía miedo de ir a ese lugar.

A lo largo de su peregrinar había escuchado rumores, rumores malos, rumores acerca de muertes y pérdidas, y por lo que había escuchado, la mayoría de esas muertes y pérdidas se concentraban en el antiguo colegio...

Y ahora confirmaba esos rumores.

Aún a esa distancia del colegio, podía observar a lo lejos, destellos multicolores que surcaban el cielo, y Binny estaba seguro que no sería nada seguro llegar hasta ahí.

Aferró con más fuerza el pequeño cuerpo de la niña, recibiendo una suave risa y un abrazo como respuesta.

Binny estaba decidido.

Llegaría a Hogwarts y encontraría al padre de su amita, aunque su vida se fuera en ello.

Y con ese pensamiento, Binny volvió a enredar la manta alrededor de su cuerpo, pero esta vez, la pequeña quedó prendida en su frente, ahí podría cuidarla mejor.

Continuó con su camino, sus orejas erguidas atentas a cualquier sonido, sus enormes ojos moviéndose de un lado a otro, escudriñando su alrededor.

Más pronto de lo que hubiese deseado llegó a los linderos de Hogwarts, y lo que vio, lo dejó sin respiración.

Una espesa niebla negra descendía por todo el lugar, como si se tratase de un negro manto que la envolvía. El elfo comenzó a temblar, su cuerpo tiritaba a causa del frío, con temor abrazó se aferró con mayor fuerza al pequeño cuerpo que sostenía, quien también comenzaba a agitarse.

Y en medio de esa oscuridad, hechizos y maldiciones iban y venía de un lado a otro, acompañado de alaridos de dolor y rabia...

Comenzó a correr con las pocas fuerzas que le quedaban, esquivando no solo hechizos, sino flechas, espadas, toda clase de armas asidas por bestias de toda clase; pero los únicos que a Binny le interesaban eran los magos, tenía que buscar al padre de su amita, tenía que encontrarlo...

El elfo chilló cuando el cuerpo de un mago cayó justo frente a él, bloqueándole el camino, el ruido sordo del golpe hizo llorar a su pequeña. Con temor se acercó al cuerpo de hombre que gemía lastimeramente. El cabello negro y largo cubría parte de su rostro ensangrentado. Respiró aliviado cuando comprobó que no era el padre de su amita.

Con cuidado, siguió avanzando, protegiendo con su cuerpo a la pequeña que aferraba entre sus brazos. A medida que se adentraba en los terrenos del castillo, los gritos aumentaban, nombres de maldiciones y contra-maldiciones, gritos de dolor, de auxilio, sangre y lodo llenándolo todo.

Llegó a un punto donde parecía concentrarse el corazón de la batalla. Unos ojos negros enloquecidos de rabia le vieron, y Binny tembló de miedo, cerrando los ojos aferró el pequeño cuerpo cuando una maldición se dirigió hacia él, pero al cabo de unos instantes sin sentir nada abrió los ojos, encontrándose con una chica frente a él de cabello castaño enmarañado y oscurecido por lodo en algunas partes que le sonreía cansada.

-Vete y escóndete – le dijo –, este no es un lugar seguro.

-Binny agradece a la señorita – le dijo con voz temblorosa.

-¡¡Huye! – le apremió antes de enfrascarse en una nueva lucha contra quien le había lanzado la maldición.

Binny hizo lo que se le indicó. Huyó de ese lugar, pero a medida que sus piernas maltrechas corrían con todas sus fuerzas, intentando alejarse de todo ese peligro, tal parecía que se adentraba cada vez más al infiero.

Otros también corrían, y algunos chocaban contra él arrojándolo y haciéndolo caer; cuando caía, protegía con su cuerpo a la pequeña de cualquier daño, pero eso no impedía que ella llorara y sufriera algún dolor.

Con esfuerzo, volvía a estar en pie, y volvía a emprender su búsqueda.

Una y otra vez hilo mismo:

Caía y se ponía en pie; esquivaba maldiciones, se escondía, y continuaba.

Hasta que lo encontró...

Al padre de su amita...

Justo en medio de un duelo contra otro mago...

Binny quiso gritar, llamarle, decirle que ella tenía a su amita, que su ama había muerto y había hecho prometer al elfo entregarle a su niña, pero nada de eso pudo hacer, porque cuando quiso acercarse, hubo una explosión que arrojó a Binny metros atrás de donde se desarrollaba el duelo.

Cuando pudo reaccionar, un hilillo de sangre empañaba su vista, su cabeza punzaba dolorosamente, y su brazo derecho le dolía: lo tenía roto. Su cuerpo clamaba descanso, lo necesitaba, pero no podía detenerse, no ahora cuando lo había encontrado, no ahora cuando tu estaba a punto de cumplir con su promesa...

Reprimiendo un grito de dolor, volvió a ponerse en pie. Con pasos temblorosos y lentos, poco a poco fue acercándose a donde se desarrollaba el duelo.

Su amita lloraba, asustada por todo lo que ocurría a su alrededor, Binny deseaba que no estuviera lastimada.

-Tranquila – le susurró –, papá esta aquí, encontramos a papá.

El cielo se había oscurecido y un trueno retumbó sobre el campo de batalla. Todo a su alrededor parecía haberse detenido cuando uno de los magos que antes había visto se enfrentaba a otro que parecía haber salido del mismo infierno.

Maldiciones, hechizos y contra maldiciones cruzaban el aire. Rodaban por el suelo, esquivando, girando. Ninguno de los dos parecía tener ventaja sobre el otro, hasta que un ataque rozó al mago más joven, haciéndolo tambalearse y quedar desprotegido.

Binny quiso gritar, él no debía morir, debía vivir para que todo estuviera bien. Y su amita tuviera la oportunidad de tener una vida muy distinta a la que hasta ahora había tenido.

Y para alivio del elfo, el joven mago se puso de pie, logrando esquivar otra maldición. Pero de pronto algo ocurrió. Las varitas de ambos magos parecieron unirse por medio de un rayo dorado. Ese rayo comenzó a tener ramificaciones, hasta que formó una especie de jaula dorada alrededor esos dos magos.

Hubo más hechizos, tal vez una pelea cuerpo a cuerpo, pero Binny no podía verlo, otros magos y criaturas se reunían alrededor de los contendientes, como si no existiera otra cosa más importante que ver esa batalla.

No supo cuanto tiempo pasó desde que había llegado a ese infierno, el dolor menguó, tal vez porque todas sus energías estaban enfocadas en llevar a su amita hasta su padre. Caminaba poco a poco, mezclándose entre toda esa gente, nadie hacía caso de un elfo doméstico, ni tampoco del llanto de su niña, ambos se confundían entre otros tantos seres que gritaban en agonía.

Unos pasos más, Binny se detuvo.

Si, ahí estaba el padre de su amita.

Binny había cumplido con su promesa.

El elfo, habiendo agotado toda su fuerza, cayó de rodillas con la niña entre sus brazos...

La vida se le iba...

Escuchó un rugido que le erizó la piel, gritos de la muchedumbre, y entonces lo supo:

El mago más joven había ganado.

Binny sonrió, la guerra había terminado, y su amita estaba cerca de su padre, había cumplido con su promesa.

Y en el mismo momento en que Lord Voldemort caía vencido, y los tiempos de oscuridad con él, el llanto de una pequeña resonó entre gritos agónicos y eufóricos, que clamaban venganza y otros que festejaban la victoria.

Y Binny pudo dejarse llevar por la muerte cuando unos ojos verdes le vieron en medio de aquella masacre...

Sabía que su amita quedaba en buenas manos.

Binny estaba seguro de ello...

oOo oOo oOo oOo oOo

Esperamos que nos dejen sus comentarios, realmente son importantes para nosotras.

Hasta el próximo episodio.

Lluvia Azul y Sailor Earth.