Prólogo: Otra vez.
Mei Sakakibara se paseaba por los pasillos de su nueva casa en Yomimaya. Al parecer él y su esposo Koichi Sakakibara les habían pasado la maldición a sus dos hijos mellizos Takeshi y Misaki Sakakibara.
¿Cuál maldición se preguntarán? La de la clase 3-3.
Aquella maldición hecha por aquella chica que fue querida por todos, y al morir no quiso irse al otro mundo, por lo que en esa misma escuela cayó una maldición que mataba a una persona perteneciente a la clase por mes. La única manera de detenerla es matar al muerto, ¿pero cómo identificar quién está muerto? Y peor aún, ¿cómo descubrir que matándolo detiene la maldición? Cuando estos dos chicos, Mei y Koichi, se graduaron de la clase 3-3 dejaron las pistas a la vista, pero misteriosamente estas habían desaparecido.
Mei respiró hondo mirando al balcón. La tragedia que les esperaba a sus queridos hijos… por suerte ellos sabían defensa personal y el manejo de algunas armas, y siempre llevaban por lo menos un cuchillo por orden de sus padres por si acaso, pero hablando en serio eso no les iba a servir de nada.
—No hay nada que podamos hacer Mei —le dijo Koichi acercándose a ella.
—Lo sé, no me lo recuerdes.
—Al menos no podemos hacer nada sin involucrarnos de nuevo.
—Ni hablar, sé que podrán sobrevivir sin nuestra ayuda. Además, Misaki heredó mi don.
—Pero nunca le has dicho de qué se trata eso, le dijiste que ignorara esas sombras, a pesar de que le causaban malestar en las noches.
Mei suspiró y se quedó un rato mirando a la nada. Su esposo tenía razón, pero ella creía en su hija.
—Aun así lo lograrán.
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— ¿No sientes algo raro Takeshi? —le preguntó una chica de cabello azulado corto, con ojos verdes y un poco rasgados, de estatura mediana, nariz pequeña, labios finos y piel morena clara a su hermano.
— ¿Cómo qué Misaki? —le respondió un chico de cabello azulado, con ojos rojos como la sangre, piel clara, nariz más o menos larga y labios finos como su melliza.
—No sabía explicarte—le dijo mientras se sentaba en su cama. Estaban desempacando las cosas en su cuarto, o al menos Misaki porque su hermano miraba a través de una rendija de la puerta a sus padres, quienes se veían que hablaban de algo muy serio—. Es solo que desde que llegamos a este pueblo no puedo quitarme estos escalofríos que siento.
—Estas enloqueciendo otra vez, no es nada.
—No lo sé, papá y mamá se ven más serios que de costumbre.
— ¿Cómo no estarlo? Después de todo, nuestra casa en Hiroshima fue totalmente destruida por un terremoto y el trabajo de papá decidió transferirlo a este maldito pueblo.
Misaki se paró de la cama y vio la lluvia que empezaba a caer por la ventana.
—Así que maldito—susurró.
— ¿Dijiste algo? —Misaki negó con la cabeza, Takeshi se apartó de la puerta—. Pues no logro escuchar lo que dicen, pero de seguro que es algo de suma importancia porque mamá se tocó el parche.
— ¿Tan grave será?
—No tiene caso que nos quedemos formulando hipótesis. Es mejor que vayamos a la cama, mañana empezamos el colegio.
—Es cierto, pero al pasar por el instituto pude sentir algo. Sentí que me observaban. No sé si es buena idea ir.
—Vaya que a veces te pones de insoportable. Escúchame bien: no-nos-pa-sa-rá-na-da.
"Espero que tengas razón", fue lo que pensó antes de irse a la cama y apagar las luces.
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El despertador sonó, y 15 minutos después los dos mellizos caminaban por la calle en dirección a su escuela. Al llegar notaron un ambiente fúnebre: todos serios y murmurando por lo bajo. Y el uniforme no ayudaba mucho que digamos.
Takeshi y Misaki habían llegado una semana después del inicio de clases, por lo cual un chico llamado Ryu sospechaba que ellos eran los muertos. ¿Pero dos muertos en una clase?
—Gusto en conocerlos—dijeron los dos hermanos al pararse al frente de la clse—, mi nombre Misaki Sakakibara—dijo la chica—. Y yo soy Takeshi Sakakibara—terminó el chico.
—Muy bien, sus asientos están en la parte trasera—dijo el maestro.
Los mellizos caminaron en silencio a sus asientos, pero Misaki no se quitaba la idea de que algo iba al. Las clases transcurrieron con un ambiente tenso, y Ryu no le quitaba los ojos de encima a la nueva. Ella se mantenía seria, tratando de descubrir qué era lo que la inquietaba, pero no lograba encontrar nada.
Por medio de unos cuantos papeles, Ryu les hizo entender a los demás que debían ignorar a la chica. ¿Por qué? Para evitar que uno de los suyos muriera claro está.
—Muy bien Misaki ¿nos vamos? —le dijo Takeshi a su hermana al finalizar las clases.
— ¿Planeas irte sin socializar siquiera un poco? —interrumpió una chica de cabello rubio corto, con ojos púrpuras, delgada, piel clara y un poco enana—. Mi nombre es Naomi Aizawa y soy la delegada de la clase.
—No es eso, es solo que nuestra madre nos dijo que regresáramos lo antes posible—respondió Misaki.
Pero Aizawa no pareció escucharla.
—Oye—dijo Aizawa—. Sakakibara, ¿quieres ir a tomar algo?
— ¿No oíste? Nuestra madre nos dijo que volviéramos lo antes posible a la casa.
— ¿Cuándo lo dijiste?
—Yo no lo dije, lo dijo mi hermana. —El chico, al notar que al parecer ignoraban a su hermana, la señaló. Pero nada, Aizawa siguió mirándolo como si fuera un bicho raro. No se percataba de la presencia de la chica.
— ¿Cuál hermana? —Preguntó después de un rato.
—Olvídalo, y no, no quiero ir con ustedes. No sé por qué ignoran a mi hermana, pero yo no puedo estar con personas así. Vámonos Misaki.
Entonces Aizawa sintió como el remordía la conciencia, ya que todavía no sabían quién exactamente era el muerto, así que sujetó la manga del chico y se refirió a la chica:
—Perdónenme. Ustedes son de fuera, por eso no entienden de esto, se los explicaré todo así que Mei, si me hicieras el favor de escuchar… —Entonces Takeshi se molestó aún más, ya que no le gustaba que le recordaban que había dejado su hogar en Tokio. Se soltó del agarre de su compañera y agarró a su hermana.
—Ya sé que somos de fuera, no me lo necesitas recordar. Y no creas que nada más por eso voy a ir con ustedes.
Entonces se alejaron de Aizawa, pero Misaki no le podía quitar la vista de encima.
Nuevamente, en ella podía ver la sombra, una sombra que no había podido ver desde hace mucho tiempo.
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—No debiste hablarle a esa tal Misaki Sakakibara—le reprochó una compañera a Aizawa al salir de la escuela.
Todos los alumnos de la clase (claro que excepción de Misaki y Takeshi) se reunieron al final de la clase para hablar… pero no acerca de algo bonito.
—Ya lo sé—respondió ella—pero me sentí culpable, no sé si debamos ignorarla a ella, no siento nada malo con ella…
—La cuestión no es de que sientas, cualquiera podría ser el muerto. Y, esa chica, es la más sospechosa—intervino Ryu, apareciendo detrás de ellas.
—Pero…
—Pero nada, solo espero que no sea demasiado tarde. No quiero perder a nadie Aizawa.
Para cuando acabó la reunión, se decidió que Misaki Sakakibara debía ser ignorada.
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Aizawa POV
— ¿Dónde estoy?
Cuando desperté, hace como dos horas, no pude ver más que oscuridad.
Sentí algo sobre mis ojos comprendí que estaba vendada; además de estar atada a una silla de los pies y manos. Dios, por favor, imploro que no sea mi turno.
Porque estando en mi clase, cualquier momento puede ser el último.
—Veo que ya estás despierta, me alegra.
— ¿Quién…? ¿Quién eres tú? —Esa voz… siento que la he escuchado antes, pero es como si estuviera distorsionada. La persona que antes habló, solo se rio, yo creo que por mi pregunta—. ¿Qué…? ¿De qué te ríes…?
—Vaya, vaya. Las típicas palabras siempre. ¿Por qué nadie es capaz de entretenerme?
Autora POV
—Vaya, vaya. Las típicas palabras siempre. ¿Por qué nadie es capaz de entretenerme?
Y de repente, el grito de Aizawa marcó la pérdida del dedo anular de ella. Había sido arrancado si piedad, sin ningún miramiento. Porque si se hubieran tenido, la persona no hubiera sido capaz de bajar rápidamente el gran cuchillo.
La sangre salía sin restricciones, y los gritos de dolor también. Para cuando la persona arrancó el segundo dedo, los gritos no hicieron más que incrementar.
— ¡POR FAVOR! ¡DÉJAME YA!
Pero la persona ya no podía detenerse. No a esas alturas; sino, ella lo iba a castigar. E iba a ser peor que lo que le estaba haciendo ahora mismo a esta chica.
—Ya no… ya no por favor… no puedo soportarlo más… —suplicaba jadeante Aizawa.
—De acuerdo.
Segundos después Aizawa exhaló su último aliento de vida y la persona miro sus manos cubiertas de sangre.
No podía creer que le pudo encajar un cuchillo en su garganta sin sentir la más mínima culpa.
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Notas de la autora: Hola a todos –u-
Lo sé, me tardé en publicar 7_7 No podía escribir bien la escena bien, aunque… de hecho sigo aceptar las escena :/ Pero mejorare, se los prometo 7u7r
Gracias Naty por darme la idea de como matarla –u- todos los créditos de eso a… creo que ahora se llama "lapse of inspiration", eeeeen fin, si vas a leer esta historia les tengo que dar una advertencia: esta historia va a contener misterios que probablemente serán resueltos hasta los últimos caps, y lo más seguro es que digas: "¿Cómo es que pude ser tan… tonto?" Porque en si, no son tan difíciles 7-7
Les pido paciencia con los caps, ya que seguramente no podre subir a diario por una semana como antes, lo más probable es que suba los sábados o domingos u.u Si te gusto déjame un lindo review:3
Ariadna, la reina del misterio. (¿qué? Me gusta esa firma –u-)
