En las mazmorras de la escuela, colgando del techo por unas cadenas atadas a sus muñecas y amordazada con un trapo enmohecido y manchado, Ginny tenía la mirada perdida en la pared de roca que tenía al frente.
Los Carrow la habían dejado ahí después de torturarla y darle varios azotes en la espalda por no querer decir como se comunicaba la resistencia que luchaba contra ellos.
Tenia toda la espalda blanca de la blusa manchada de sangre, que goteaba hasta el suelo.
También se deslizaban por sus brazos dos hilos de sangre por la fuerza que ejercían las cadenas en sus muñecas.
En cambio la chica no emitía queja alguna, parecía que estaba en otro mundo y en parte así era. La mente de Ginny abandonaba el presente en momentos así y viajaba al pasado, a momentos mas felices que ese y que le daban la fuerza para seguir luchando.
En ese momento, como en muchos otros, quien ocupaba la mente de Ginny era el chico de ojos verdes del que ella estaba enamorada y del que ni siquiera sabia su paradero.
Harry...- Pensaba la chica en medio de la oscuridad- Harry...
Recordaba su primer beso, en medio de la Sala Común, delante de todo el mundo...había sido tan feliz en ese momento. También recordaba el último, el último beso que había podido compartir con el chico, había sido más intenso, sí, pero había tenido un sabor amargo a despedida... el primero era mucho mejor, sin duda.
En esos momentos lo único que Ginny tenía claro era que iba a ganar esa guerra, porque ni Voldemort ni ninguno de esos mortífagos le iban a impedir ver a Harry de nuevo, besarle y decirle cuanto lo quería.
Ganaría esa guerra o moriría en el intento, pero seguiría luchando...por él, por el amor de su vida.
Por ti Harry... lucharé por ti ... te amo.
