Amanecía un bonito día en Nueva York, Rachel se dirigía a por su café matutino en el Starbucks. En el poco tiempo que llevaba vivienda en su amada ciudad se había convertido en costumbre ir a ese local a por su café antes de sus clases en NYADA. Sin embargo, lo que Rachel no sabía era que ese día no sería como cualquier otro.

El camarero nada más verla le preguntó: ¿Lo de siempre Rachel?
-Si, por favor- contesto Rachel regalándole su deslumbrante sonrisa.
Rachel pagó su café y se fue al otro lado de la barra a esperarlo. Una vez el camarero se lo entrego, se dio la vuelta distraída y de repente lo que sintió fue calor, un choque fortuito había provocado que todo su café estuviera encima de su blusa de baile.
-Oh dios, lo siento, estaba distraída y no te vi venir, lo siento, te he puesto perdida...- decía la desconocida.
-Mierda, mierda y mierda... Esto quema - susurraba Rachel
-Ven vamos al baño, te ayudare a intentar limpiarte- la desconocida la arrastró al baño.

Una vez dentro del baño, Rachel por fin levanto su cabeza de la camiseta para encontrarse con dos ojos color verdosos que por alguna extraña razón le llamaron la atención. De repente algo la saco de su embobamiento.
-Por cierto, me llamo Quinn, siento mis modales y lo de la blusa.
-Yo soy Rachel, no pasa nada también ha sido culpa mía andaba distraída- miró su reloj- mierda! Voy a llegar tarde a clase, genial, mi profesora de baile ya tiene otro motivo para torturarme hoy, tarde y manchada...
-Yo... Lo siento Rachel... – dijo la chica-Espera! Tengo una idea! Ponte mi camiseta- dijo de repente una alegre Quinn
-¿Qué?- Rachel no estaba segura si escuchaba bien
-Es una camiseta lisa negra, y te pega, servirá para bailar, así por lo menos tu profesora tendrá un motivo menos para regañarte!- afirmaba Quinn como sí hubiese tenido la idea de su vida- no te preocupes por mí, vivo aquí cerca y tengo tiempo antes de clase de cambiarme.

Rachel acepto y llevaron a cabo el intercambio de camisetas. Justo cuándo se disponía a salir del baño se giró para ver a Quinn, había algo que le llamaba la atención de esa chica y no sabía qué, pero no lo iba a dejar así...
-Quinn... Me preguntaba si podrías darme tu número y así puedo devolverte la camiseta...
-Claro Rachel! Sólo con una condición, me tienes que dejar invitarte al café que he tirado hoy - sentencio Quinn, quien se acercó a Rachel para quitarle el teléfono de las manos y grabar su número, Rachel miro divertida el nombre hasta que Quinn volvió a sacarla de sus pensamientos
-¿No llegabas tarde?
-Oh dios! Si, me voy ya! Gracias! Te escribiré!

Y así salió corriendo hasta llegar a NYADA y aguantar la mirada de odio de Cassandra July porque a pesar de todo había conseguido llegar a tiempo e impecable. Quinn por su parte de dirigió a su apartamento a cambiarse antes de clase. Todo había empezado como un día normal para ambas pero algo lo había alterado, algo que ninguna podía sospechar era el cambio del rumbo de sus vidas hacia nuevos caminos.