Si fueras gay estaría ok~ -cantando-.

A veces cuando uno no quiere estudiar hace este tipo de cosas... Nada mejor que una historia cortita para leer cuando se quiere matar el tiempo xd

Hetalia no me pertenece, esos dos chiquillos tampoco.

Argentina x Chile para el mundo~


-¡Manu, ya llegué! -gritó Argentina.

-¿Qué haces en mi casa? -regañó Chile.

-Che, sabés que estaba en el subte-

-Se llama Metro.

-Cuando vi a dos pibes de la mano y pensé-

-¿Tú piensas?

-¿Cómo sería si vos fueras gay?

-Qué mierda, oye, yo no soy gay.

-Che, sólo pensalo, ¿no crees que sea divertido verte vestido como maricón y caminando como mina?

-Tú eres más fleto que eso, ¿no lo sabías?

-No estaría nada mal -se puso a pensar. -Te agarraría por la espalda, te susurraría en el oído y te tocaría el vientre de allá para acá sólo para ver cómo reaccionás -dijo en un ronroneo, imitando todos los gestos que se le vinieron a la mente.

-Weón, yo no sería fleto como tú.

-¿Nunca te has puesto homocurioso? Porque yo sí.

-No, si eso ya lo sé. Y no, esas mariconadas no son de mi estilo.

-¿Y si te besara no lo pensarías dos veces?

El argentino tomó al otro de la cintura y en un movimiento rápido pegó sus labios a los de él sin siquiera pensárselo dos veces. Chile abrió los párpados de par en par y se zafó lo más pronto que puso de los brazos de Martín.

-¡¿Y a ti qué weá te pasa, conchetumare'?! -exclamó el princeso Manuel completamente indignado.

-A veces hay que probar cosas nuevas, ¿o no? ¿Qué? ¿Ahora me vas a decir que no te gustó?

-¡Pero obvio que no, por la chucha!

-Che, pero si tenés las mejillas más rojas que los tomates de Toño -sonrió con orgullo.

Acto seguido, volvió a agarrar a Chile totalmente desprevenido -¿por qué estaba desprevenido?- y probó suerte una vez más, llegando a saborear la suerte misma (literalmente, la suerte de saborear los labios de Manu). Movió su boca con maestría, logrando que Manu cooperara con el beso, a pesar de todos sus gruñidos de supuesto disgusto. Lamía los labios del otro con entusiasmo, agarrando el cuello del chileno firmemente para asegurarse de que no se le escapara, acariciándolo con sus dedos. Estaba disfrutando de aquel beso más de lo que esperaba, a de haber sido por la resistencia que ponía Chile la cual era casi inútil, o por que siempre le había causado curiosidad el besarse con su tan extraño vecino chileno. Sentía algo parecido a estar excitado; quién iba a pensarlo. Su lengua al contacto de la boca de Manuel se sentía estupenda y el suave gemido que salió del chileno al morder suavemente su labio inferior le hizo cantar victoria.

-¡Ándate de mi casa! -dijo Chile enseguida, limpiándose el pequeño rastro de saliva de sus labios, ruborizado hasta las orejas.

-Ya verás cómo me lo agradecés -canturreó el argentino.

-No vuelvas a hacer eso, o a acercarte a mí, nunca más en tu vida.

Y lléndose sonriente por la puerta Martín se marchó silbando, dejando olvidada su bufanda en el perchero, de seguro algún día le serviría de excusa -barata- para visitar a su vecino favorito, que ahora comenzaba a hacerse más favorito que antes.

-Diosito, por favor que el Congreso no sea weón y que no apruebe esas leyes fletas -rezó un perturbado Manuel antes de irse a su pieza a echarle una hojeada a las revistas que guardaba bajo su colchón (sólo por si acaso).


Ay, Señor, qué gay.