Nota: 516 palabras. Estilo indefinido. No estoy segura de que esto tenga sentido, pero Orube y Cedric son mi OTP y como a mí no me gustó su final pues hago de cuenta que no pasó nada y ya (?)
Disclaimer: Las Witch pertenecen a Elisabetta Gnone, Alessandro Barbucci y Barbara Canepa
Stuck on the Puzzle
A simple vista uno puede darse cuenta de que no son una pareja normal y es que en realidad tampoco hace falta mirarles mucho para caer en la cuenta. Es esa certidumbre, esa pequeña certeza de que las piezas del puzzle no terminan de encajar entre ellas aunque mirándole así tan por encima uno no puede darse cuenta de que es exactamente lo que no embona con el resto.
A lo mejor es ese andar felino que tiene Orube, como el de una pantera al acecho de su presa o los ojos ámbar de leona malhumorada, esos de los que no hace falta más que una mirada para que hasta el guerrero más valiente salga corriendo como un pequeño ratón asustado. Quizá es Cedric que con la coleta de caballo, los abrigos largos y esos modales tan finos –que sabrá el Oráculo de dónde diablos los habrá sacado- da la facha de pertenecer a alguna novela romántica del siglo diecinueve; aunque solo falta que abra la boca para darse cuenta más bien guarda cierto parecido con una serpiente (y una bastante venenosa).
O tal vez son esos otros detalles igual de insignificantes que sin embargo para muchas personas resultan en un abismo insuperable en cuanto a la convivencia y compatibilidad se refiere, como es el que a ella le guste beber café negro sin azúcar y Cedric prefiera el té con un poco de leche y una cucharada de endulzante. O esa curiosidad insaciable que siente Orube por conocer a las personas y al mundo (¿nadie te dijo que la curiosidad mató al gato?) mientras que él prefiere contemplarlos a través de un montón de libros viejos en la comodidad de su sofá de terciopelo.
O algo más grande, como que él salió del rincón más oscuro y decadente de la sociedad metamundense mientras que Orube brilla tanto como Basiliade y sus jardines de los mil soles (o cualquier otro adjetivo cursi que se le ocurra a Cedric en el momento).
Sea cual sea el motivo por el que esos dos podrían ganar el premio a la pareja más absurda y dispareja del mundo – concurso creado por Irma y para el cual son los únicos nominados- a ellos les trae sin cuidado. Porque puede que en conjunto no sean una mejor idea que la unión de un mechero y gasolina y que algún día al igual que estos ellos dos acaben por hacer explosión, pero la verdad es que Lord Cedric siempre ha encontrado cierto placer en jugar con fuego y Orube no tiene miedo de quemarse, no mientras este con él.
Y es que en realidad –haya sido alguna broma, destino o simple casualidad lo que los hizo encontrarse- las piezas del rompecabezas están ahí enfrente, perfectas para encajar unas con otras con sorprendente facilidad. Es solo que la gente es tan imbécil que no sabe cómo acomodarlas correctamente.
Pero de nuevo, aquello no es algo que a ellos les importe demasiado- e Irma jura en ese mismo instante que como sigan sonriéndose de esa manera va a ponerse de pie y a darles la paliza que se merecen.
