¡Saludos Klainers!
Les traigo esta historia que espero sea de su agrado.
Quiero agradecerle a "ShanleenKinnJaskey" por darme la autorización para traducir sus fics.
Pueden encontrarla en: "Archive of Our Own" con ese nick para leer más de sus creaciones.
.
Esta historia contiene Mpreg
PENSÉ QUE PODÍA HACER ESTO SOLO
CAPÍTULO 1
Así que esto es el amor,
Así que esto es lo que hace la vida divina
Estoy radiante, mmm…
Y ahora sé que la llave de todo el cielo es mía.
Mi corazón tiene alas, mmm…
Y puedo volar
Voy a tocar todas las estrellas en el cielo…
(James Ingram, - So This Is Love -)
*** . ***
.
Si le preguntas al Príncipe Kurt en qué momento se enamoró de Blaine, hijo de la ciudad de Anders, un sirviente en su castillo, no sería capaz de decirte. Después de todo, tenían muchas primeras veces juntos, y muchas últimas.
Se hicieron amigos a los catorce años, cuando Blaine fue asignado a la habitación de Kurt como su sirviente. Al comienzo ellos estaban conformes, eran simplemente interacciones agradables normales, pero luego comenzaron a hablar de música y el grupo de teatro que iba al castillo a veces.
Y todo floreció a partir de ahí.
Hablaban de todo y de nada, Kurt compartía los escándalos cortesanos y la intriga mientras Blaine le contaba los chismes de los criados y los acontecimientos locos en el mercado. Exclamaban por los escándalos de Lady Quinn y el escándalo de los demenciales nuevos uniformes para los guardias, de igual medida estaban satisfechos de haber encontrado finalmente a alguien que estuviese de acuerdo con sus pensamientos.
Kurt compartió su amor por la moda muchas veces, y finalmente en un día especialmente agradable, sacó sus bocetos para mostrarle. Le dijo a Blaine cómo deseaba a veces no ser el Príncipe y como podría sólo ser un sastre elaborando trajes para la nobleza. Se lamentó por el hecho de que su vida siempre le pertenecería al país en lugar de a sí mismo.
Y entonces se dio cuenta de que Blaine era un huérfano cuando éste le reveló que también estaba ligado al Estado y sus deseos, al menos hasta que estuviese casado y atado a la familia de su consorte.
Ese día fue también cuando Kurt descubrió que Blaine se sentía atraído por los hombres, al igual que él.
**.**.**
Su primer beso fue en el decimoquinto cumpleaños del Príncipe. Durante las festividades en la noche los dos se escabulleron a un rellano de la escalera, iluminada sólo por la luz de la luna a través de una ventana. Allí Blaine deslizó un pequeño paquete en las manos de Kurt. – Feliz cumpleaños. – Dijo en voz baja.
- No tenías que hacerlo. – Mencionó también en voz baja, con una sonrisa en los labios.
- Lo elaboré yo mismo, no te preocupes, pero te encantará, te lo prometo. – Exclamó con una sonrisa. – Por favor, sólo ábrelo.
Kurt le devolvió la sonrisa y abrió cuidadosamente el paquete, dejando al descubierto un pañuelo cosido, armado con muchos viejos trozos de tela que reconoció de sus proyectos con Blaine en el último año. El aliento se quedó atrapado en su garganta. – Es hermoso. –Murmuró.
- Pero no es lo que realmente querías, ¿verdad? – Preguntó. Él lo conocía mejor que nadie en el mundo, y sabía que éste había estado esperando algo más especial. Bueno, al menos pensaba que era lo que quería debido a la leve caída en su sonrisa en el momento en el que le dio el paquete. – ¿Qué es lo que realmente quieres, Kurt?
- Un beso. – Sopló, mirando a lo lejos, y luego se contuvo con un intenso rubor. – No, quiero decir… por favor, ignora eso, fue una violación grave de los modales. No quiero que te sientas presionado.
Blaine dio un paso hacia delante y puso una mano en la mejilla de Kurt, interrumpiéndolo con eficacia. – Feliz cumpleaños. – Susurró, y luego presionó suavemente los labios del chico con los suyos.
**.**.**
Ese invierno el Príncipe le dijo a su papá que él no se sentía atraído por las chicas, y que le gustaban los chicos.
El Rey se limitó a asentir. – Vamos a tener que encontrar un portador entre los nobles, entonces. – Le recordó que él quería que siguiera su corazón y se casase con un hombre al que amase. – Voy a enviar cartas a los otros Príncipes y a los nobles de nuestro país, incluso a nuestros aliados para encontrarte un esposo. – Dijo, y luego le dio un abrazo medio torpe antes de irse.
Kurt no tuvo la oportunidad de decirle que ya había encontrado a alguien.
**.**.**
La primera vez que cualquiera de ellos dijo "Te amo" fue a los dieciséis años de edad, en las vacaciones de verano. Kurt había contraído una enfermedad y estuvo confinado a su cama, y Blaine fue asignado a su habitación para ayudar al sanador Nick a cuidarlo hasta que recuperase su salud.
Aquel trabajo consistía en asegurarse de que Kurt no vomitase por encima de todo.
Blaine sostuvo un paño frío en la frente del Príncipe y frotaba su espalda mientras éste se inclinaba sobre el cubo, devolviendo su almuerzo.
- ¿Por qué insistes en ayudarme de esta manera que va más allá de la llamada normal del deber, Blaine? Realmente no tienes que hacerlo. – Dijo Kurt en medio de un gemido cuando otra bocanada de bilis volvió a subir.
- Porque… – Blaine tartamudeó. – Bueno, porque te amo. Te amo Kurt, y sé que este no es el más romántico de los escenarios, pero he estado esperando durante tanto tiempo y no puedo resistir más.
Cuando el Príncipe no respondió, se quedó sin habla ante el hecho de que su amor no era correspondido. Al parecer, lo tomó como un rechazo porque se apresuró a decir palabras que sonaron forzadas y apresuradas. – Me disculpo Kurt si no te sientes del mismo modo, si pensaste que esto era sólo un coqueteo, entonces entiendo, quiero decir…
El chico lo interrumpió, inclinándose hacia atrás y mirándolo, aunque el temblor y el vómito minimizaban el efecto del mismo. – Pensé que me conocías mejor que eso, Blaine. Esto nunca fue un mero flirteo. Te amo. Y sí, aunque me gustaría que esto hubiese sido más románti… – Se inclinó hacia delante para vomitar de nuevo, y el pelinegro se apresuró en ir a su lado con un paño frío recién humedecido y una sonrisa comprensiva.
Kurt no podría haber deseado un enfermero más amoroso.
**.**.**
Luego, en las profundidades del invierno, hicieron el amor por primera vez. Al caer el resplandor, Kurt respiró el olor de la piel de Blaine, y sonrió más feliz de lo que había sido durante toda su vida. No podría haber un hombre más feliz en todo el mundo en ese momento. (Excepto, tal vez, Blaine).
**.**.**
El castaño Príncipe le propuso matrimonio, (en palabras por lo menos) durante el siguiente verano, unos pocos días antes de su decimoséptimo cumpleaños. Los dos estaban sentados juntos en su cama, Blaine admirando un par de bocetos suyos cuando Kurt sacó el anillo, una simple banda de plata. Incluso antes de que tuviera la oportunidad de hablar, Blaine miró el anillo y su boca se abrió.
- No puedes casarte conmigo. – Balbuceó, con los ojos muy abiertos al ver la sortija. – No soy un hombre noble.
- Bueno, no ahora, por supuesto. – Kurt estuvo de acuerdo. – Pero cuando me convierta en Rey puedo cambiar la ley. Mi padre me dijo que me case por amor, no por el poder, y voy a esperar por ocho años si es necesario. Se trata de una promesa, Blaine, hasta que ese día llegue, te amaré, te protegeré, y te apoyaré con todas mis fuerzas.
Los ojos color miel brillaban mientras dejó caer el anillo, se inclinó y besó al chico que amaba, enredando los dedos en su cabello perfecto. Kurt envolvió sus brazos alrededor del cuello de éste, tirando de él con más fuerza. Cuando se lanzaron, Blaine dijo en voz baja, con las mejillas encendidas: Te amo.
Kurt se rió. – Así que, ¿ese es un sí?
- Por supuesto, Príncipe Kurt Hummel, voy a amarte hasta el final de los tiempos.
*** . ***
Decir adiós es morir un poco.
(Raymond Chandler - El largo adiós -)
*** . ***
.
Unas cuantas noches después, Blaine se encontró en la oficina del Rey con su corazón lentamente siendo desgarrado horriblemente pieza por pieza.
- …Y es por eso que tienes que irte. Si lo amas, haz lo que es mejor para él.
- Sí, su Majestad. – Respondió tratando de contener las lágrimas mientras se levantaba de su asiento y se inclinaba ante él.
Una vez que llegó a la puerta, corrió.
Con una capa con capucha cubriéndole la cabeza, un Blaine sollozando inclinado sobre una mesa junto a la luz de una vela desvaneciéndose, escribió una carta con lágrimas cayendo sobre el pergamino, y con una mano agarrando el anillo que colgaba de una cuerda alrededor de su cuello. Tenía que dejar a Kurt, abandonar el castillo y todo lo que había conocido.
Por el destino de todos en el país, desde el más bajo de los plebeyos hasta el mismo Rey, tenía que desaparecer y no ser visto por el Príncipe Kurt. Su mente protestaba, nunca había sido más que Kurt para él.
Su mano cayó de su control sobre el anillo y rozó su estómago cubierto con la túnica mientras firmaba la carta, y el contacto de su mano en el abdomen desencadenó una nueva ola de sollozos. No volvería a ver a su amado, y éste no podría saber la verdad.
**.**.**
Kitty le entregó a Kurt un pequeño trozo de pergamino doblado. El aliento del joven se congeló al ver su nombre escrito en el exterior en un formato familiar, era la pequeña letra clara de Blaine. Lo abrió con dedos temblorosos y encontró un papel manchado con lo que parecían pequeñas gotas. La fuerte letra en negrita de Blaine a través de la página.
Estimado Kurt,
Lamento decírtelo de esta forma, pero no tuve tiempo de despedirme. Se me ha informado que estoy comprometido, y ha sido desde mi nacimiento. El tío de mi novio ha muerto, y con el fin de heredar, tiene que casarse inmediatamente.
Voy a cumplir con mi deber familiar, a pesar de que sólo estaré allí en espíritu, pero mi corazón no podrá nunca pertenecerle a él.
Voy a ser fiel al hombre que va a ser el padre de mis hijos, pero puedes estar seguro de que mi corazón solamente descansará en ti. Te deseo la mayor fortuna en la vida y el amor. Te digo adiós para siempre.
Con todo mi amor,
Blaine,
Hijo de Anders
La carta cayó de los dedos flojos de Kurt y éste se derrumbó en la silla que se encontraba detrás. Sus manos volaron hacia su rostro y sollozó, acurrucándose en una bola poco digna. Kitty le puso una mano en el hombro, pero no dijo nada mientras lloraba por todo lo que, hace sólo unas horas, había parecido tan perfecto.
**.**.**
Nueve meses después, Blaine tuvo gemelos. Él no gritó, pero sollozó y lloró por el padre de sus hijos recién nacidos. En algún momento, cuando el dolor se hizo insoportable, maldijo al Rey por todo lo que le había robado: su amor, su vida y su hogar.
Dio a luz solo, sin nadie a su lado, la única persona en la sala era la partera, que por suerte no le prestó atención a sus palabras de traición.
Después acunó sus dos hijos, uno pálido y de ojos azules con una ligera capa de cabello sobre su cabeza, y el otro con los ojos color avellana y una cabeza llena de rizos. Suavemente cantó una canción de cuna y se maravilló sobre lo mucho que ya los amaba y lo mucho que quería protegerlos. Entonces gritó hasta quedarse dormido, recordando que nunca llegaría a ver al amor de su vida de nuevo.
*** . ***
Te conozco, caminé contigo una vez en un sueño
Te conozco, esa mirada en tus ojos es un familiar destello
Y sé que es verdad que las visiones son rara vez todo lo que ven.
Pero si te conozco, sé lo que vas a hacer
Me vas a amar de una vez, de la manera que lo hiciste una vez en un sueño.
(Lana Del Rey - Once Upon a Dream -)
*** . ***
.
Cinco años después...
Kurt llevaba seis meses en su cortejo con Lord Adam Crawford, de la provincia N'Yada, y todavía no lo había besado ni una vez. Podía verse a sí mismo tal vez, posiblemente algún día siendo buenos amigos. Lord Adam era lo suficiente para casarse con él y llevarlo como compañero de vida, pero nunca habría más que una amistad allí. Nunca habría más que una amistad entre él y cualquier persona.
Oh, Blaine, ¿por qué tenías que irte? - Siempre pensaba.
Pero ahora, él estaba en su camino de regreso de visitar a Lady Mercedes, su mejor amiga fuera del castillo.
- Su Alteza. – Samuel, el conductor, dijo señalando a un lado, sacando a Kurt de sus pensamientos. – Estamos casi en Westerville, en la taberna Dalton.
- Sólo nos vamos a quedar ahí por la noche, ¿verdad?
- Por supuesto, Alteza.
- Muy bien. – Dijo, y siguió pensando.
Cuando se dirigía por la calle hacia la taberna, a sólo unos pasos fuera de su carruaje, no esperaba ser arrollado por un niño. Sin embargo, eso es lo que sucedió.
Unos borrosos marrones y blancos lo golpearon por un lado, y cayó sentado con un uf.
- ¡Oh, lo lamento, señor! – Chilló un niño, y una pequeña mano lo agarró y tiró de él, tratando de ayudarlo a levantarse.
El Príncipe se puso de pie y miró al culpable, encontrando a un niño de cabello castaño con unos ligeros rizos, piel pálida, ojos azules brillantes y una sonrisa ganadora. Usaba una descolorida ropa, pero limpia.
- Papá dice que es grosero chocar con otras personas.
- Está bien pequeño. – Respondió, luego se agachó al lado del infante para obtener una mejor visión de él. – ¿Cuál es tu nombre?
- Rory Finnegan Anderson. – Declaró con una sonrisa. – Papá dice que tengo el nombre de un amigo suyo.
- Ese es un hermoso nombre, Rory. Mi nombre es Kurt Hummel.
Los ojos del pequeño se abrieron ampliamente. – ¡Oh, papá dice que…!
- Rory, ¿qué te he dicho sobre salir corriendo y hablar con extraños? – Una dulce voz familiar retumbó de pronto, y Kurt levantó la vista del niño para encontrar a un hombre con una cabeza llena de rizos oscuros que ocultaban su rostro, sostenía en sus brazos a un pequeño con una cabellera rizada coincidente. – Tenemos que llegar con el curador Will. Tu hermano está enfermo, ¿recuerdas?
- Pero papá, – Rory se quejó, – estoy hablando con el Príncipe Kurt. Ya sabes, como el de tus historias.
El castaño frunció el ceño. – No dije que era un…
Su boca se abrió cuando el hombre se volvió con un movimiento torpe y lo miró, con los ojos color avellana anchos como platos. Kurt se fijó en las espesas cejas, nuevas arrugas, la pendiente de la nariz, brazos tonificados medio ocultos bajo una túnica descolorida, y la línea de la mandíbula sin afeitar. Estaba mucho más cansado que lo que él recordaba, pero no había duda de quién era.
En el nombre de Merlín... – ¿Blaine?
