-Una de chocolate y otra de canela por favor!- Perla coge las pinzas, deja con cuidado los muffins en la cajita, la cierra y se la pasa al cliente a la vez que recoge el dinero

-Un café largo con Cacao y Azúcar moreno!- Se acerca a la cafetera, vierte el café con cuidado en un vaso tamaño grande, pone el cacao y el azúcar y lo tapa, lo ofrece al cliente y este paga.

-Perla cariñin, entra y haz unas cuantas de frambuesa que se nos han acabado- Dice una voz desde el almacén

-Muy bien Rose- Contesta en voz alta a la vez que entra a la cocina.

Una vez dentro se pone manos a la obra, coge la masa de una pequeña nevera, la vierte sobre los moldes, coloca el relleno de frambuesa y las mete directamente al horno.

-Vaya, queda poca masa... Bueno, se acerca la hora del cierre, así que no pasa nada-

Se lava las manos y sale a atender mientras los muffins se hornean, cuando escucha la alarma del horno, vuelve a la cocina y saca la bandeja directamente al expositor del mostrador.

La afluencia de clientes continua hasta prácticamente las nueve, hora de cierre de la cafetería, Perla pasa un trapo por las mesas mientras Rose barre el suelo.

Rose era amiga suya desde la infancia, habían pasado por mucho desde pequeñas, era alta y estaba algo rellenita, su pelo, normalmente rubio y lleno de tirabuzones, había sido tintado de rosa chicle las ultimas semanas. "Un antojo" según le había dicho ella.

Habían decidido alquilar este pequeño local en el centro porque a ambas les gustaba la repostería, habían estudiado en la misma escuela de cocina, y se habían dado cuenta de que las cafeterías donde poder socializar y pasar un buen rato con los amigos estaban en auge. Y parece ser que era cierto, el negocio estaba en auge, vendian suficiente para comprar mas ingredientes, pagar las facturas y llevarse un buen pico cada mes para sus gastos.

-Tienes algo pensado para esta noche? O también te vas a quedar en casa viendo películas?- Le pregunta con un tono cantarín su amiga

Desde hace ya un tiempo la actitud de Rose ha cambiado, esta mas feliz, mas agitada, mas viva en general, y eso a Perla le sacaba de sus casillas, sobretodo porque el motivo de que su amiga estuviera así era que llevaba un par de meses saliendo con un chico que a ella le parecía cuanto menos un estupido, un prepotente y un imbecil, opiniones que, evidentemente nunca le ha confesado, por miedo a perderla.

-No, supongo que me quedare en casa y cumpliré con la tradición de todos los viernes por la noche, tragar lo que den en televisión hasta dormirme-Le contesta con voz cansada

-Sabes? Si quieres podrías venirte conmigo y con Greg al cine, vamos a ver uno de los últimos estrenos-

-Ya...preferiría no hacerlo.. Seria meterme en vuestra cita, id vosotros a solas mejor y disfrutad vale?- Realmente a Perla le apetece ver esa película, pero el simple hecho de que Greg este incluido en el plan le repugna, ademas, ella ya tiene planes para esta noche, planes que, por su naturaleza, prefiere no desvelar a su amiga...

Cuando acaban de ordenar todo, recogen sus cosas, apagan las luces y cierran la puerta.

-Bueno Perlita, yo me quedo aquí, me dijo Greg que pasaría a recogerme cuando hubiéramos cerrado- Rose mira su teléfono –Viene de camino, así que nos vemos ya mañana por la tarde vale? –Da un fuerte abrazo a Perla

-Muy bien, nos vemos mañana Rose- contesta desganada su amiga, corresponde al abrazo y camina lentamente en dirección a su piso

Una furgoneta pasa a su lado, Greg la saluda desde dentro y continua sin apenas frenar.

15 Minutos después Perla llega a su edificio, abre la puerto, llama al ascensor y sube hasta su piso, entra y deja caer todo en la mesita del salón. Había sido una suerte haber encontrado un piso en venta tan cerca del local que tenían alquilado, era pequeño y tenia lo justo, pero a ella no le importaba, al fin y al cabo vivía sola. El piso venia sin amueblar, así que buscó la opción mas barata, no quería dejarse demasiado dinero en lujos que luego no iba a utilizar, su piso tenia cuatro habitaciones, un baño, un salón central, un dormitorio y un pequeño cuarto que hacia las veces de armario de la limpieza. El salón no era muy grande, tenia una pequeña cocina con microondas, fregador, una pequeña vitrocerámica y una neverita, en una de sus esquinas, en la opuesta el sofá de dos plazas, y justo enfrente un pequeño televisor, con una mesita baja delante, el cuarto de baño tenia lo justo, un lavabo, una ducha y un retrete.

Pero su dormitorio era algo distinto, era su lugar reservado, así que ahí, tenia que reconocerlo, se había pasado un poco de presupuesto, su cuarto tenia una cama central de matrimonio, a ella siempre le había gustado dormir cómoda, y eso era algo que no iba a sacrificar por nada en el mundo, tenia un colchón muy cómodo para el precio que tenia su etiqueta, las sabanas eran suaves y de un color rosa pastel, y un edredón de plumas de color marrón chocolate, a su izquierda tenia una pequeña mesita de noche, a la derecha y pegada a la pared había una pequeña cómoda, comprar un armario le había resultado un lujo excesivo teniendo en cuenta la cantidad de ropa que se solía poner, y a los pies de la cama un pequeño arcón le hacia las veces de trastero. Las paredes las había pintado ella misma, con un diseño que recordaba a un atardecer, aunque mucho mas suave y rosado que anaranjado.

Después de dejar la pequeña mochila en la que llevaba la cartera y sus enseres varios, se acerca a la nevera, coje un poco de pan de molde y mayonesa y una lata de atún de un armario a su izquierda, un plato mediano y se prepara un sandwich. Coge un refresco de la nevera y se sienta en el sofá cómodamente a cenar. Enciende el televisor, pero después de hacer zapping unos minutos lo apaga. La verdad es que los viernes no dan nada bueno nunca. Vale, pero esta noche será distinta, esta noche irá por primera vez al lugar que lleva semanas planeando, ha tardado mas de lo que le hubiera gustado, pero por fin se ha decidido a ir por primera vez a La Guarida Del Lobo.