Sobre una cama dos cuerpos se movían al compás de la agitada respiración del otro, ya por fin exhaustos luego de haberse unido tantas veces como su energía les permitió. Las sábanas acababan de ser testigos y víctimas de su fuerza y pasión, como cada vez que quedaban en aquel céntrico departamento en la Capital del Oeste.
Llevaban casi un año encontrándose en el departamento del joven, dando rienda suelta a sus más secretas pasiones, nadie más que ellos sabían de su acuerdo. Sexo, sólo eso era, tomar un respiro de la ajetreada vida que llevaban como humanos comunes, pero con la necesidad salvaje, que les confería su sangre saiyajin, de liberarse en el cuerpo del otro que sentían digno de tal entrega. Su esencia los unía, se entendían mejor de lo que se habían podido entender con un humano corriente, sentían el llamado urgente de la sangre.
Levantándose, la chica comenzó a buscar su ropa, su encuentro ya se había prolongado más de lo usual, debía marcharse y seguir con su vida como si nada hubiera pasado.
- ¿Te vas?
- Sí – dijo en un susurro – Mañana me esperan reuniones a primera hora, mamá desea que me empiece a interiorizar en los asuntos de la empresa – encontró su vestido, afortunadamente esta vez no había sido otra víctima del ansioso guerrero, se encontraba intacto, menos suerte corrió su ropa interior, pero sabía que no la necesitaría.
- Entiendo, ¿te parece si nos vemos mañana? – trató de no sonar demasiado interesado.
- No, es muy pronto, además papá comenzará a sospechar si desaparezco tan seguido, se me acaban las excusas, ¿sabes?
Unos brazos fuertes la agarraron por la cintura, mientras unos seguros labios recorrían su cuello – Quédate – siguió por su escote, inhalando a su paso su suave perfume, el cual se mezclaba con el de él – eres divina – dijo apoyando su erección contra el cuerpo de la chica queriendo ir por otro round.
Ella se separó de él buscando sus zapatos, riendo coquetamente en contestación a sus palabras. Le gustaba cómo la hacía sentir, única, adorada… deseada. Debía reconocer que su acuerdo no era menos que satisfactorio, pero el tiempo se le acababa – Vamos, no empieces, sabes que debo irme. Nos veremos el viernes.
El joven asintió con una sonrisa. Esperaría ese día para continuar con sus atenciones.
Salió del departamento pensando en su relación con el moreno, llevaban un tiempo en esa rutina, era casi una transacción de negocios, él se entregaba a sus caprichos sin preguntar y ella a su vez a los de él, los límites estaban establecidos desde el primer día, sólo sería pasión, nada de amor, eso era más de lo que ambos podían manejar por el momento. "No te enamores de mí, Son" – le había dicho una vez, pero sus sentimientos eran traicioneros, y sin saber cuándo, sus emociones le jugaron una mala pasada, haciéndole creer que se estaba enamorando como cuando era una niña que lo perseguía. Acostarse con el que se convirtió en su mejor amigo, pretendiendo que nada más pase, no es el mejor de los planes, debió saberlo antes.
El resto de la semana transcurrió de manera normal, cumplió con los deseos de su madre debiendo presentarse a docenas de aburridas reuniones con los ejecutivos de la corporación, siempre acompañada por su hermano, quien presidía la mayoría de ellas, ella sólo observaba, debía aprender cómo se daban las cosas en esa empresa, de la que pronto sería una parte activa.
A sus 22 años ya estaba en edad de formar parte del imperio familiar que hoy lideraba su hermano, o al menos eso le repetía su madre constantemente, todo lo que ella y su padre habían construido debía quedar en manos de los hermanos, para eso eran los herederos, y debían ser aún mejor que ellos. Ella no contaba con la misma habilidad que su hermano para la mecánica y robótica, pero sí tenía una gran habilidad a la hora de administrar y tratar con las personas, su encanto era natural y junto a su inteligencia eran un buen dúo que potenciaba todos sus conocimientos.
Acabada la jornada laboral del viernes, decidió ir a aquella pastelería que su abuela siempre le recordaba, estaba emplazada en una concurrida calle de la ciudad, la cual estaba llena de pequeños locales donde la gente solía pasar la tarde muy a gusto. Llevaría los dulces favoritos de la abuela, siempre era una buena idea consentirla, era una mujer tanto o más dulce que los refrigerios que servía y su avanzada edad ya no le permitía visitar con tanta frecuencia esos lugares, así que sería una buena manera de alegrarla, especialmente luego de la muerte del abuelo.
Frente a ella, en una pequeña, pero elegante pizzería, vio algo que la molestó… Rápidamente se fue del lugar rumbo a su hogar, debía salir de ahí, aún no terminaba de entender por qué ese simple encuentro la había descolocado tanto, pero la pena y la rabia hacían una perfecta amalgama de emociones en su interior.
La semana de Goten pasó sin novedades, una aburrida semana más de trabajo, hacía ya cinco años había conseguido un puesto envidiable en la Corporación Cápsula, pasó bastante tiempo tratando de demostrar que se lo había ganado por su propio mérito y no por lo que sus colegas creían, su amistad con el presidente y los dueños, era por todos sabido que eran los mejores amigos, habían crecido juntos y siempre se les veía compartir en los pasillos y fuera de estos. Aunque era justo decir que cumplía con todas las expectativas de su cargo, la envidia igualmente se hacía presente. Con el paso del tiempo ya poco le importaba, no definiría quien era profesionalmente en base a la opinión del resto, sólo sabía que debía ser siempre el mejor en lo que hacía.
Justo antes de finalizar la jornada su asistente le informó que tenía una visita, esperaba verla en la noche, sonrió pícaro ante la idealización de Bra haciéndole una visita a su oficina. Tenían límites muy claros sobre ese tipo de encuentros, en público sólo serían vistos como amigos, pero aun así le gustaba fantasear con la idea de que la chica lo buscara para algo más.
Un par de golpes en su puerta lo sacaron de su ensoñación, sin despegar la vista de los últimos papeles en los que trabajaba le indicó a su visitante que pasara - Adelante belleza – tamaña fue su sorpresa cuando frente a él se encontraba su última ex, hacía años que no la veía, por un momento le pareció más linda de lo que recordaba, pero sólo fue una idea vaga, con esa idea también vino el recuerdo de todo lo que vivieron y lo mal que terminó.
- Gracias por lo de belleza – rió suavemente la chica de cabellera negra que acababa de entrar a su oficina – sigues siendo tan galante como siempre Son Goten.
- Lo siento, pensé que eras otra persona – se excusó rápidamente, no quería enviar mensajes equivocados, menos a ella – en fin, cuéntame, ¿qué te trae por acá? Hace años que no te veo…
- Desde que terminaste conmigo – interrumpió ella.
- No es como si hubiese tenido más opciones – ¿Qué hacía ella ahí? ¿por qué sacaba eso ahora? Debía saber pronto qué la traía por ahí – entonces, espero tu respuesta.
- Pues, la verdad, pasaba por el sector y decidí visitar a un viejo amigo… - la mentira no fue muy convincente.
- ¿No te parece un poco extraño visitar precisamente a este tipo de "amigos"? No me engañas, anda, suéltalo – era un hombre con mucha paciencia, pero a la vez curioso, y sabía muy bien que la excusa de la visita casual no estaba cerca de la verdad, especialmente viniendo de ella. Comenzaba a sentirse incomodo con la mujer que tenía delante, alguna vez estuvo dispuesto a darlo todo por ella, pero las cosas habían terminado de la peor manera, ella había traicionado su confianza y había desechado su amor.
- Está bien, la verdad es que me enteré de que estabas trabajando aún en la Corporación y bueno… pensé que quizás podrías ayudarme a conseguir una plaza aquí. Verás, he terminado mi práctica profesional y se me ha hecho bastante difícil conseguir algo por mis propios medios, así que pensé "de algo debe servir conocer gente" y me acordé de ti - cómo olvidar al hombre al que le destruyó la vida – por favor, ayúdame a conseguir un empleo aquí, es una empresa muy grande, alguna vacante debe existir, prometo que será lo último que te pediré y ya podrás no volver a saber de mí – al fin soltó la morena con total honestidad y casi en un ruego.
La sinceridad de la chica le hizo gracia, siempre había sido muy directa, quizás demasiado para su gusto, era tal y como la recordaba… y terminó detestando – No es algo en lo que personalmente tenga injerencia, ¿sabes? Podría hablar con Trunks, pero tendría que darle demasiadas explicaciones y abogar mucho por ti, creo que recuerdas, o al menos deberías, que él no te tiene mucha estima, ni siquiera yo debería, me sorprende que seas capaz de venir a pedirme esto, vaya que tienes agallas.
- Oh, entiendo… quizás no debí venir – bajó su mirada fingiendo vergüenza – pensé que quizás algo podrías hacer, vamos, por los viejos tiempos, no todo fue tan malo ¿o sí?, me ayudarías bastante a surgir, las cosas no son tan buenas sin ti – sus ojos casi se aguaron, si eso no resultaba nada lo haría.
Goten, siendo todo lo dulce e ingenuo que le permitía su nobleza aceptó ayudarla. Le incomodaba mucho ver a una chica soltar lagrimones, así que decidió mover algunos engranajes para evitarlo, y al poco tiempo había conseguido algo, una entrevista para el departamento de recursos humanos, era un cargo temporal, pero era lo mejor que podía conseguir sin tener que recurrir a Trunks, realmente no quería tocar ese tema con él, sabía que vendría con ello una reprimenda digna de su madre.
Le comunicó a la chica la noticia, quien se alegró mucho por la oportunidad, ahora todo dependería de ella. En agradecimiento le propuso al moreno ir a comer algo, sabía muy bien que era una buena forma de mostrar su gratitud con alguien que era un gran amante de la comida, al principio el moreno se negó, pero terminó cediendo.
Tranquilamente llegaron y se sentaron en una pequeña pizzería ubicada en una de las calles más concurridas de la ciudad, conversaron apaciblemente, poniéndose al tanto de la vida del otro sin ahondar en detalles, fue una conversación más bien superficial, hasta que tocaron el tema de su ruptura.
- Aún estás molesto conmigo, ¿cierto? - Preguntó la chica
- No, dejé de estar molesto contigo hace tiempo, pero sigo molesto conmigo – respondió él
- ¿Por qué?
- ¿Seguro quieres ir por ahí? – Su relación había terminado muy mal, estuvieron juntos por cinco años, en los cuales se sintió el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, se proyectó con ella como con ninguna mujer en su vida, planeó toda su vida juntos, y fue más feliz aun cuando supo que vería el fruto del amor que compartían, pero todo acabó de un día para otro, cuando la encontró con un desconocido en su propio departamento y supo la verdad, ese hijo no era de él – Lo estábamos pasando bien, te parece si hablamos de otras cosas, no me gustaría tener que dejarte sola.
- Está bien, tienes razón, no debería hablarte de esas cosas – la chica hizo un mohín, al menos había conseguido que la ayudara y que aceptara cenar con ella, no arruinaría el momento.
Siguieron conversando un rato, llegaron incluso a recordar otros momentos más agradables de su pasado juntos, la chica se logró sentir a gusto con él, y creyó ver que él también. Sus recuerdos la llevaron a sentirse nuevamente atraída por él, le gustaba ese moreno que tenía adelante. Se dijo que quizás ésta era su oportunidad de intentar algo con él, una vez lo tuvo a sus pies, tenía sentido creer que podía hacerlo caer con sus encantos de nuevo. Sin esperar más tiempo se acercó a él y besó sus labios.
Sin entender qué la había motivado reaccionó más lento de lo que le hubiese gustado, se levantó de su silla y corrió suavemente a la avergonzada chica para no dañarla – Disculpa, pero creo que te equivocas conmigo.
- Oh, Go… Goten… lo siento, es que yo pensé que… digo, estábamos conversando tan animadamente y me mirabas de una manera tan sugerente, eres tan dulce conmigo, por un momento creí que quizás tú y yo podríamos retomar lo nuestro… - si la tierra se la hubiera tragado en ese momento habría estado más que agradecida.
El joven Son soltó una risita nerviosa – Discúlpame, sólo estaba siendo cortés contigo, la verdad estábamos teniendo un buen momento, pero no fue más que eso, una conversación con una vieja conocida, en realidad en este momento estoy en una situación compleja, no tengo interés en salir con alguien - fue lo más amable que pudo, no podía evitar ponerse en el lugar de la chica, la que seguramente quería salir corriendo de ahí.
- ¡Qué vergüenza!
- Ya, tranquila, esto podría pasarle a cualquiera, no hay drama, ¿qué tal si pago la cuenta y te acompaño a tu carro? Ya se está haciendo tarde y creo que deberías volver, no estas vestida para soportar el frío de la noche, no querrás pescar un resfrío y faltar a tu entrevista del lunes, ¿cierto? – El siempre dulce y considerado Goten no tenía remedio, siempre intentaba hacer sentir bien a los demás.
Ya en su departamento, lejos de la avergonzada chica, tuvo tiempo para relajarse un poco con algo de música mientras esperaba a la peliazul. Llegada la hora de su encuentro clandestino se preocupó cuando la chica no apareció, siempre era puntual, pensó que quizás algo en casa la había retrasado y calmó su mente, se quedó un rato pensando en ella mientras miraba la ciudad desde el balcón de su departamento, recordó aquella frase que le había dicho – "no te enamores de mí, Son" - qué desafortunadas le parecían esas palabras ahora, se sentía totalmente perdido en sus ojos cuando lo miraba, feliz en sus brazos cuando se abrazaban, sabía que hace algún tiempo su acuerdo se le había escapado de las manos, y la amaba, a pesar de su advertencia, se había enamorado de la princesa. En un arranque de valentía decidió que esa noche se lo diría, lo ocurrido en la tarde le había dado a entender que eso "complejo" pasando en su vida era ella, debía darle solución, aunque pusiera en jaque su larga amistad.
El reloj marcaba las 23 hrs., una hora tarde, tomó su celular y marcó su número - buzón de voz – llamó nuevamente, nada… Dejó el teléfono en el sofá y se dirigió a la cocina para tomar una cerveza, en eso sintió su celular vibrar. Corrió a buscarlo y lo tomó entre sus manos – "mensaje recibido" - su corazón se alegró de tener noticias de ella…
- "Se acabó" – sólo dos palabras, era un mensaje bastante claro para él, pero angustiante por su remitente. Se apresuró en volver a llamarla para pedirle una explicación, pero el teléfono nunca pasó la llamada – debe haberlo apagado.
Estuvo por largo rato tratando de comunicarse con ella. Transcurridas unas horas sin poder dar con la peliazul sintió que algo estaba muy mal, ella cumplía siempre con sus itinerarios, y aunque sabía que lo suyo podría acabar en cualquier momento sin mayores detalles, sentía que esta vez los merecía.
Lentamente se fue quedando dormido sin saber qué había sido de la mujer…
La mañana del sábado llegó antes de lo acostumbrado, fue despertado por un solitario rayo de luz solar que se colaba entre las cortinas, se dio cuenta de que se había quedado dormido en el sofá, pasó la noche del viernes solo, totalmente contrario a lo que fueron sus planes. Su anhelo contemplaba despertar con la princesa entre sus brazos luego de haberle confesado su amor.
Recordó el mensaje y las ganas de hablar con ella volvieron a su mente, miró la hora… escasamente eran las 6 A.M., aún con la confianza que le habían entregado en la Corporación era muy temprano para hacer una visita sin presentar una excusa razonable que no alertara de mala forma al padre de la chica.
No dejaría que la ansiedad le ganara, intentaría seguir la rutina normal de un sábado por la mañana y ya en la tarde iría a buscarla.
Trote por el parque, ducha, desayuno… sus actividades cotidianas se hicieron pocas para la intranquilidad de sus pensamientos, pensaba en ir a visitar a su madre y entrenar con su padre unas horas, eso seguramente le sacaría la idea de verla. Mientras repasaba sus opciones mentalmente fue interrumpido por el ruido de unas llaves contra su puerta.
Mientras buscaba las llaves en su bolso pensó en dejar todo como estaba e irse, pero se contuvo, deseaba hablar con él, por lo menos gritarle un poco, nadie se burlaría tan fácilmente de ella sin sufrir las consecuencias, y ese moreno la iba a escuchar. Encontró las llaves y abrió la puerta, entró esperando encontrarlo dormido, sin embargo, se lo topó apenas dio un paso en el departamento.
- Princesa – hizo ademán de acercarse a ella y saludarla con un beso, pero fue detenido por una rápida mano que se posó en su pecho.
- Ni te me acerques, Son. Primero escucharás.
- Ok, pero un saludo cordial siempre se agradece, me tenías preocupado, ayer no viniste ni contestaste mis llamadas y, ¿qué hay de ese mensaje?
La mirada de la chica se oscureció - ¡Calla!, claro que no iba a venir - dejando su bolso en la mesa comenzó a deshacerse de sus zapatos. Sentó al pelinegro en el sofá e hizo lo mismo a su lado, volteándose para quedar frente a él – ayer te vi – sus palabras atrajeron la mirada del joven – te vi besando a tu ex, no quise interrumpir ese reencuentro, por eso no fui a saludarte mientras estabas con la puta mal agradecida esa – enojo en sus palabras, debía calmarse un poco, de otra forma no lograría decirle todo, así que decidió cambiar un poco el curso de la conversación – somos amigos, amigos ante todo, por eso me siento libre de decirte que eres un idiota Son Goten, después de todo lo que te hizo pasar ¿tú vas y te enrollas con ella?, déjame decirte que si esos son tus planes al menos ten la decencia de no mentirme, y de por favor, no pretender que te ceda mi cuerpo luego de tener el de ella, me haces sentir como una cualquiera, no soy una más de tus mujeres, creía que habías dejado eso atrás.
- No es lo que crees… es – Trató de continuar, pero fue interrumpido nuevamente por la chica.
- Ssht! – colocó la mano en su boca – Quedamos en que si alguno de los dos decidía estar con alguien más lo diría y esto acabaría tal como empezó. ¿Y qué obtengo de ti? ¡Esto! No juegues a campeón conmigo, Goten – en ese momento ya estaba gritando, falló completamente en el campo del autocontrol.
- Bra… no es lo que piensas…
- ¡Oh, no me digas que me darás ese tipo de excusas! ¿Por quién me tomas? Soy tu amiga, ¿recuerdas? Conozco todas y cada una de tus mentiras, Son.
- Es que en serio estás mal interpretando las cosas.
- ¿Me dirás que no te acuestas con ella?
- Sí, te lo diré, no me acuesto con ella, y ni loco lo volvería a hacer.
- Y ¿Yo tengo que creerte?
- Sería lo más sensato.
- Pues no te creo nada – Se levantó bruscamente del sofá y se dirigió hacia donde estaban sus cosas con claras intenciones de irse, hasta que sintió el suave toque de unas manos sobre sus hombros.
- Bra, deja que te explique lo que viste… - un suave beso fue depositado en la mejilla de la chica. Si en algo era el mejor, era en calmar el huracán que desataba la furia de su princesa – lo que viste ocurrió, no te lo puedo negar, sería mentirte, y eso es algo que jamás recibirás de mí – mientras hablaba, lentamente la fue girando para que quedara frente a él y así poder mirarla directo a los ojos – fue a verme a la oficina, me pidió un favor, se lo concedí y luego fuimos a comer, durante la conversación ella creyó ver cosas que no existían y me besó, pero sólo fue eso, le dije que se equivocaba y la acompañé a su carro… Fin de la historia. Te juro que no hay más – Besó la frente de la chica para dar por finalizado su relato.
En sus ojos no veía más que honestidad, se sentía bastante más tranquila luego de gritarle y escuchar su versión de los hechos, poco a poco su enojo se desvaneció, pero dio paso a algo que la puso nerviosa… realmente comenzaba a sentirse atraída por él.
- ¿No dirás nada?
- Lo… lo siento, hice toda una escena
- No esperaba eso, pero gracias – una sonrisa – es bueno saber que alguien se interesa así por mí - le dijo guiñándole un ojo.
- Eres un tonto, Goten.
Caminado hacia la cocina para sacar unas cervezas para ambos le dijo – Entonces, lo nuestro se acabó ¿cierto? – preguntó seriamente.
- ¿Por qué lo dices?
- No lo digo yo, tú lo hiciste – le mostró el mensaje del celular. Esperaba que la chica le dijera que no, pero con ella nada era seguro, además la notaba extraña, debía estar preparado para lo que viniera.
- Ya te explicaste, ya pedí disculpas, quizás esa respuesta debas darla tú – bebió un sorbo de la botella y se lanzó al sofá donde se quedó callada esperando.
Le quitó la botella de las manos y dejó ambas en la mesa frente al sofá, para luego acercarse seductoramente a la chica. Puso sus manos a ambos lados de las caderas de ella, atrapándola contra su cuerpo y susurró a su oído – ojalá nunca – continuó besando su cuello mientras lograba sacar un gemido de la garganta de ella. Eso fue suficiente, se sentó al lado de la princesa, quien lo miraba molesta.
- No juegues conmigo, no me hagas eso.
- Ajajaja, no te enojes – Rosó la punta de su nariz con la de ella – hay algo que tenemos que hablar – puso sus manos tras su cabeza y se recostó en el sofá.
- Está bien, dime - se sentó a horcajadas sobre él. Era su turno de jugar - me tienes todo el día si es necesario.
- No así, quiero que por este momento seamos sólo amigos, necesito tu total atención para lo que te diré – suavemente la levantó y la dejó a su lado, le encantaba sentirla así de cerca, pero temía que si seguía aceptando sus avances terminarían en la cama antes de poder hablar y perdería su oportunidad.
Lejos de sentirse ofendida por su rechazo se dispuso a prestarle atención - Estás muy serio, ¿pasó algo?
- La verdad es que sí, te diré algo y partiré algo así como desde el principio ¿dale?
- Me estás preocupando, Son. Pocas veces te he visto así de serio.
- Tranquila, no es nada para alarmarse, ya me dirás tú qué piensas al respecto – Se armó de valor y comenzó a hablar – Bien, me has conocido prácticamente toda tu vida, así que gran parte de lo que soy, lo sabes, así como también sabes que no soy todo lo que los demás piensan de mí, la fama de galán rompecorazones me precede, el que no tiene planes de enamorarse y formar una familia, sabes que hace tiempo que eso no va conmigo. Aunque una parte de eso es verdad, después del chasco de cinco años que tuve, no me quedaron muchas ganas de liarme con alguien más, al menos no romanticamente, así que deseché ese anhelo idiota de ser un marido y el padre de alguien, algo en mí se murió cuando la encontré con otro tipo y decidí que no volvería a enamorarme ni a soñar con una familia.
- Lo recuerdo, casi matas al tipo de no ser por la intervención de mi hermano.
- Sí, es cierto, ojalá me lo hubiera permitido. En fin, luego pasé un año de locos, saltando de cama en cama con cuanta mujer se pusiera por delante, en cierto modo era más fácil vivir así que lamentando haber perdido a la que creía era el amor de mi vida. Pero en un momento eso me aburrió y dije basta, me di cuenta de que sólo trataba de llenar un vacío y suplir una necesidad física que escasamente lograban satisfacer, así que preferí quedarme solo – hizo una pausa para beber otro sorbo de su cerveza.
- Luego vino lo nuestro, los dos pasamos por distintas situaciones, pero ambas nos llevaron a lo mismo, desconfiar del resto, tú estabas tan hastiada como yo de eso que llaman amor y tú satisfaces todas mis necesidades, además eres una buena amiga y el sexo contigo, oh dios, el sexo contigo es sublime, eres atrevida, me permites ser yo libremente, sin tener que limitarme por miedo a dañarte. Por otro lado, eres tan cálida, entre tus brazos encuentro la calma que necesito, me has hecho muy feliz en formas que creía no podría volver a sentir.
- ¿Por qué me estás diciendo esto? Pareciera que viniera una despedida o algo raro – lo interrumpió impaciente.
- Pues, porque… las cosas se han liado un poco para mí.
- ¿A qué te refieres Son?
- A nosotros, sé que te prometí que no me enamoraría de ti, pero te fallé…
El corazón de la peliazul se paró por lo que le pareció un siglo. Ella misma se sentía confundida por lo que creía empezaba a sentir por su amigo, pero lo que él le decía sentir era otra cosa, le pareció apresurada, un error. Tenían mucho en contra para hablar de amor, su edad, su amistad, su padre… Jamás aceptaría su relación con él, que se acostaran como un juego era una cosa, eso nadie lo iba a saber pues habían tomado todos los resguardos para que no ocurriera, pero hablar de amor era algo totalmente distinto, ¿qué esperaba? ¿Ir de la mano y presentarse ante sus familiares y amigos así sin más?
- Anda, deja de bromear
- No estoy bromeando
- Tú sabes que esto lo complica todo
- Sí, por eso preferí decírtelo, me gustaría mucho que sintieras lo mismo, pero me dejas la sensación de que estoy solo en esto.
- No lo sé, me dejas sin palabras.
- ¿No crees que nos merecemos una oportunidad?
Dudó un momento antes de responder, se quedó cabizbaja pensando en las palabras de él, cuando era una niña habría dado todo por escucharlas, pero las cosas ahora eran distintas, podría ponerlo fácil y dejarse llevar, decirle que ella también sentía algo por él, pero frenó, tenía miedo, miedo de que no funcionara y lo perdiera todo, incluso su amistad, además estaba el hecho de que él no quería lo mismo que ella, ¿cómo podría abalanzarse a una relación que sabía estaba destinada al fracaso por ese anhelo dispar? – No – aunque en el fondo sabía que todo estaba arruinado desde el día en que decidieron irse juntos a la cama – No, esto tendrá que terminar, no podemos seguir viéndonos así, es más, creo que deberíamos distanciarnos por un tiempo.
- No entiendo, ¿Por qué?
- Pues, porque dejamos que esto llegara muy lejos, no soy lo que deseas, es tu mente engañándote, crees que lo has encontrado todo en mí, pero ambos sabemos que esto no tiene futuro, no puedo creer que el hombre más negado a tener una relación ahora desee tener algo serio conmigo, tú sabes que quiero otras cosas, no ahora, pero en el futuro, tengo planes y son distintos a los tuyos, me lo has dejado claro muchas veces, incluso ahora – paró para inhalar y exhalar profundamente – además te puedo mencionar una y mil razones extra… está tu madre, ¿cómo crees que se tomará el que estés conmigo? Estoy segura de que pondrá el grito en el cielo cuando sepa que te has liado con una malcriada y caprichosa niña rica que sólo busca pervertirte, si es que se puede hacerlo más.
- ¿Crees que no lo he pensado? La verdad me importa muy poco lo que vaya a decir mi madre, para ella ninguna mujer es suficiente, pero ella no puede decidir por mí, creo que soy lo bastante mayor para que tenga control sobre esa parte de mi vida – le dijo con toda seguridad.
- Bah, ¿Y qué hay de mi padre? Te matará apenas lo sepa.
- Tu padre – Sus hombros se tensaron ante la idea de enfrentar al temperamental guerrero – pues creo que con un poco de esfuerzo me podrá ver, al menos, como el mal menor, después de todo soy el único hombre en la tierra que puede siquiera acercarse a sus estándares.
- ¿Recién me estás hablando de lo que sientes y ya has pensado en todo eso?
- Disculpa, pero es así, lo que quiero decir es que… ¡Diablos Bra! Soy mejor que cualquier humano corriente que puedas imaginar en lo que respecta a ganarme el respeto de tu padre - Tenía un buen punto a favor ahí.
- ¿Y qué hay de lo que yo siento y lo que yo quiero? No podemos estar juntos, te lo vuelvo a decir, queremos cosas completamente distintas, en algún momento de mi vida quiero casarme, tener hijos y vivir una vida tranquila junto a la familia que logre tener y aunque no lo quiero ahora, está en mi agenda, pero en la tuya no, ¿Qué pasará cuando yo te lo pida y tú te niegues? La aventura que teníamos me era suficiente, y bueno tú… ¡Ni siquiera sabes lo que quieres ahora, Goten! Has vivido todo este tiempo bajo la sombra de una decepción amorosa que te quitó las ganas de proyectarte con alguien. ¿De verdad quieres hacernos eso? Dime, ¿te proyectas así conmigo?
- Yo… no lo sé, te veo en mi vida, te quiero, te deseo en ella, pero no creo ser capaz de darte lo que pides, no ahora, no hay algo que quiera menos en mi vida que hijos, no sé qué pensaré en el futuro al respecto, pero supongo que es algo que alguna vez podríamos hablar.
- No los quiero ahora si es lo que piensas, pero me costaría estar en una relación con alguien que jamás querrá lo que yo… teníamos algo bueno ¿por qué decides arruinarlo así? – se sentía molesta con él, incluso triste, de un momento a otro todo lo que le daba tranquilidad en su vida se había esfumado.
- No es algo que haya decidido, simplemente es lo que siento y es una lástima que no te sientas igual. Quizás sí debamos dejar esto hasta acá – quería dar por terminada la conversación, jugó sus cartas y se supo perdedor, quizás siempre lo fue, lo que le pedía a la chica era egoísta, él no podía darle lo que ella anhelaba. Lo mejor para ambos era seguir caminos separados, al menos por un tiempo.
Se quedaron en silencio un momento, cada uno mirando hacia otro lugar evitando que sus ojos se encontraran, el ruido del teléfono de ella los sacó del trance.
- Es mamá – cortó la llamada no era un buen momento para contestarle – Me iré.
- Entiendo – Se puso de pie para despedirla
- No, en serio debo irme, mamá ha arreglado todo para que conozca las instalaciones que tiene la Corporación en la Capital del Sur y quiere que pase un periodo allí, ya sabes, hay que saber cómo funciona el imperio… Por eso quería verte y dejar todo claro entre nosotros, sólo… no me esperaba que todo terminaría – Su voz sonaba apagada, era una despedida segura.
- Yo tampoco… - le acarició suavemente el brazo - ¿Por cuánto tiempo te vas?
- Eso no importa, sólo espero que sea suficiente para que esto se solucione.
- Vamos, ¿de verdad quieres acabar con todo?
Evadió su pregunta y comenzó a recoger sus cosas – No sé, un par de semanas, lo que sea suficiente para satisfacer a mamá.
- Te deseo un buen viaje.
- Gracias.
- Adiós princesa.
- Adiós.
Terminaron de despedirse con un largo abrazo, ambos presentían que no volverían a verse en un buen tiempo.
