Los personajes nombrados a continuación no me pertenecen. Son de Masashi Kishimoto.
…Querido visitante.
Bienvenido a Konoha, una de las 5 grandes ciudades de mierda. Se han forjado distorsionadísimas historias a cerca de nuestro pueblo, claro, somos ninjas, en el resto del mundo hablan de nosotros como si fuésemos leyendas, o superhéroes, que se yo, de tanto en tanto aparece algún turista con sonrisa brillante y ojos curiosos buscando Sannins legendarios, heroes de la hoja, hokages, sin embargo, cuando ve la desnuda realidad de nuestro mundo sus ilusiones huyen despavoridas.
Sucede que éste no es un lugar de ensueño, que tenemos habilidades diferentes al resto del mundo?, pues sí, pero nadie dijo que fuera algo bueno, sucede que tal fuerza y poder distorsiona la mente de las personas, ¿Quién es el más fuerte?, ¿A cuántos mato para probarlo?, ¿Cuáles normas se trasgreden a cambio de mantenerme a salvo, en la cima?
Bienvenido nuevamente a mi ciudad, la del salvajismo "humano", te deseo suerte… un consejo, aquí solo importa vivir, a cualquier costo, así que camina hacia delante de la forma que puedas, no mires atrás, el daño colateral no es tu problema.
(Con cariño. Sakura).
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1. Club.
Cuando el sol se pone tras las montañas de Konoha, la ciudad despierta. Cientos de faros cubren las aceras con una luz cálida y tenue, alumbra lo suficiente para que cada cual pueda guiar sus propias pisadas, pero a la vez logra conservar un brumoso misterio sobre los rostros de los transeúntes, aunque tal negrura no parece ser suficientemente segura para la mayoría de personas, que se cubren con máscaras, capuchas, gorras, cuanto más sombra logre ocultar sus rasgos mucho mejor. Por las calles solo existe un grupo de luces que pueden superar en intensidad los faros de las aceras: en las entradas a los locales de las afueras de la ciudad, se pueden encontrar tubos de neón proyectando rayos suaves pero de eléctricos colores, son embelesadores para muchos, para otros, un recordatorio permanente de sus frustraciones. Por ejemplo para ésta chica que pasa de largo por el frente hacia el callejón trasero, resulta casi adorable la forma en que se refleja el neón sobre su cabello rosas, parece como si la luz quisiera quedarse allí más tiempo de lo que es preciso, como si prefiriera ese lugar sobre los fríos tubos llenos de gas electrificado. Cuando la muchacha da vuelta en la esquina sucede lo inevitable, la abandonan los reflejos de la animosa calle principal, claro que ella no lo ha notado, camina distraída, con su mente en un mundo infinitamente lejano se abre paso por la puerta trasera del establecimiento.
Al interior, la chica se dirige directo a su camerino, pasa de largo entre caras conocidas, nadie le saluda, ni le hace falta, simplemente existe demasiado rencor en aquel lugar, todas compitiendo, dando lo mejor de si, haciendo tretas, estratagemas, sacando gente del camino, no puede existir confianza.
-Sakura, llegas tarde… eres la próxima- Avisa una mujer ya entrada en años, aunque perfectamente conservada, posa los brazos sobre las caderas para hacer énfasis a sus palabras. Sus enormes pechos se agitan al ritmo de su cabeza.
-Lo sé- es la respuesta seca de la muchacha. No hace nada con respecto al gesto de desaprobación que le designa la rubia al mando. Se quita rápidamente la ropa hasta quedar desnuda, sin timidez, si allí todas se han visto el cuerpo entre ellas millones de veces, camina hacia los vestidores destinados a su talla y elige un conjunto al azar. Bikini plateado, la parte superior posee largas tiras delgadas. Se recoge el largo cabello en una coleta desordenada. La marca negra metálica de su nuca queda al descubierto, la mayoría de personas la ocultan, ella por el contrario aprovecha cada posibilidad de mostrarla, no es que esté orgullosa ni mucho menos, lo que pasa es que al ocultarla las personas hacen que poco a poco caiga en olvido lo que sucede allí. Son marcas de esclavos al fin y al cabo, Sakura desea ingenuamente que si la injusticia es mostrada frente a todos, en algún punto alguien levantará la voz, algo hará alguien… suspira. Lleva años esperando que eso suceda.
Justo antes de salir al escenario, agarra una pastillita entre sus dientes, traga sin necesidad de agua y hace una mueca, le encantaría que el efecto fuese inmediato, en ausencia de éste no hay más remedio que componer la mejor sonrisa posible y salir hacia el tubo, se mueve como autómata al ritmo de la música, realiza varias acrobacias que se encuentran perfectamente grabadas en su memoria, no hace falta pensar, sentir, ni siquiera mirar lo que sucede alrededor, lo único que tiene es un cuerpo moviéndose casi completamente por sí mismo.
Hombres de gestos grotescos le tiran billetes de valores ridículamente pequeños, se ríen, les parece divertido tener que verla llegar al piso (sin dejar de bailar) y estirarse para lograr alcanzar tan pequeña suma de dinero. No puede llenarse de dignidad e ignorarles, de orgullo no viven los estómagos.
Hola ahí.
Haré un pequeño experimento con capítulos cortos. Espero que sea de su deleite.
