In Hoc Signo Vinces

Advertencia: todos los personajes son propiedad intelectual de Casandra Clare.

Este relato participa en el Reto Exprés "Familias de nefilims" del foro [Cazadores de Sombras]

Familia Herondale

La noche había caído sobre sus hombros. El silencio oscurecía el lúgubre lugar, tenuemente iluminado por su presencia. Olía a escombros, polvo y suciedad. Y, por debajo de todo, podía percibir el aroma a sangre fresca. Podía verla, roja y parda, salpicando paredes, esparcida por el suelo y supo que pronto la suya regaría el lugar; la pintura que Valentine estaba esperando.

Había ido solo, y solo moriría, pero antes había luchado, se había revelado. Tarde, demasiado tarde, pues había estado obnubilado, eternamente a las sombras de su pensamiento, fiel a sus dictados, a sus órdenes y deseos. Lo había perdido todo por él, hasta quedarse sin más que sus huesos, pues ni su vida le pertenecía; se la había entregado a él, a Valentine, buscando que su nombre perdurase en el tiempo, ser más grande que todos sus ancestros. Se había unido al Círculo creyendo en sus ideales, en que debían purificar la Clave, ser más duros con aquellos que infringieran las leyes, ser tomados en serio. Y había luchado por ello, hasta la última gota que latía en su cuerpo. Pero las cosas habían cambiado y él había abierto los ojos a la realidad. De las sagradas palabras que se habían dicho no quedaba nada, sólo pretextos en los que escudarse, escondiéndose de la verdad.

Los sintió en el cuello. Habían caído del cielo, directos a su yugular. Figuras pálidas que se difuminaban en la oscuridad, que blandían sus colmillos, colgándose de su piel, mordiendo, succionando, alimentándose de él como si su sangre fuera una droga. No podía luchar contra ellos, tampoco quería; esa sería su última misión. Y antes de que la muerte lo meciera en sus brazos, sonrió, pensando en ella, en sus ojos en calma, en todo el amor que le había dado. Ella, Amatis.