AL MISMO DESTINO POR DIFERENTE RUMBO
CAPITULO 1: UN COMIENZO DISTINTO
La casa estaba destruida casi en su totalidad cuando logro llegar, y describir el terror que sintió al ver todo aquello, era algo simplemente imposible. Negó con la cabeza en un intento vano por espantar aquellas imágenes de lo que seguramente encontraría al ingresar a la casa, y sin perder el tiempo, recorrió el jardín , mas al ingresar por la puerta destrozada, contemplo con mudo terror el cuerpo inerte de su mejor amigo. En la garganta se le hizo un nudo y en su estomago un hueco.
- No, por favor no... – murmuro con la voz ahogada mientras se hincaba a un lado de su amigo y lo volvía boca arriba dispuesto a tomarle el pulso, aun a sabiendas de que James estaba muerto, pues el calor había abandonado por completo su cuerpo – ...Yo... Lo siento tanto... Debí... Debí llegar antes... – murmuro con la voz quebrada mientras estrechaba contra sí el cuerpo inerte de James.
Pronto, a su mente vino la imagen de Lily y el pequeño Harry, debía buscarlos a ellos también, quizás habían tenido suerte y habían logrado escapar, pues al parecer, James había decidido hacer frente a esa bastardo de Voldemort. Si, quizás ellos habían logrado escapar.
- Juro que esto no quedara así amigo, te lo juro – le prometió mientras con sumo cuidado lo recostaba nuevamente sobre el suelo.
Sin perder tiempo, se dirigió a la parte superior, subiendo las dañadas escaleras que amenazaban con venirse abajo con el repentino peso. Al llegar al cuarto de Harry, otro nuevo hueco se formo en su estomagó al ver el cuerpo de Lily tendido boca abajo en el suelo. Con paso lento y casi aterrado se acerco a la bella mujer y la volvió para tomar su pulso tal cual había hecho con su amigo, aun cuando sabia que obtendría el mismo resultado, pues ella también estaba helada.
Durante algunos segundos permaneció contemplando el cuerpo sin vida de Lily Evans, dejando que las lagrimas rodaran con libertad ante la muerte de sus dos mejores amigos, pero sobre todo, evitando ante todo moverse, ya que ello significaría tener que buscar a Harry, y si sus padres estaban muertos¿Qué oportunidad tendría el pequeño de sobrevivir a aquel monstruo, no, que espantosa imagen la de su pequeño cuerpecito inerte y helado como el de sus padres, no soportaría ver algo como aquello.
- Dios, debí... debí de haber llegado antes, debí de... Debí de haberme apresurado... Y todo por confiar en esa maldita basura – murmuro con la voz quebrada, sin ser capaz de otra cosa que de sentir el inmenso dolor y la furia que se extendían dentro de sí.
De pronto, una risita divertida e infantil le saco de sus horribles cavilaciones, y con desesperación, busco al dueño de ella, intentando convencerse a si mismo de que solo podía ser Harry, de que estaba vivo, mientras una vocecilla dentro de su cabeza le decía que por fin se había vuelto loco entre tanto dolor.
- ¿Harry? – pregunto con incredulidad, levantándose lentamente, aun negándose a mirar mas allá con temor de ver el cuerpo del pequeño también sin vida.
De nuevo, aquélla risita se dejo escuchar, y cuando Sirius entorno sus grises ojos hacía la cuna, vio con asombroso alivio que Harry salía de detrás de esta gateando hacía él.
- ¡Harry! – exclamo sin poder evitar sentir una increíble alegría desbordarse en su interior. Sin perder el tiempo lo abrazo y estrecho contra si, mas cuando lo aparto, contemplo con mudo horror la herida en forma de rayo que se le había abierto en la frente, una herida recién hecha - ¡Por Merlín¿Qué te sucedió, debo llevarte de inmediato a San Mungo! – exclamo, mas al volverse y ver el cuerpo sin vida de Lily, un nuevo nudo se formo en su garganta: Aquel pequeño se había quedado sin padres – Descuiden, prometo que cuidare de él – susurro a la soledad antes de desaparecerse, pues aun que Harry había perdido a sus padres, aun tenía a su padrino, quien haría hasta lo imposible por protegerlo y cuidarle, por que jamás le faltara nada.
Un año había pasado, un año en el que la comunidad mágica aun intentaba recuperarse del deterioro y la destrucción que Voldemort y sus Mortífagos habían ocasionado. La verdad era que al inicio nadie podía creer que hubiera sido un niño de tan solo un año quien acabara con la existencia de un mago tan poderoso, aun que había muchos que aseguraban que Voldemort aun no había muerto y que debían estar alertas para cuando regresara, y entre aquellos locos, figuraba uno de los magos mas respetados y poderosos: Albus Dumbledore.
Si, aun un año después de lo sucedido, los periódicos seguían publicando reportajes sobre el avance de las comunidades mágicas y el movimientos de los pocos Mortífagos que aun se negaban a darse por vencidos tras la derrota de su líder, cosa que ponía a trabajar a los Aurores. El reportaje de aquélla mañana en El Profeta hablaba exactamente sobre la captura de 3 Mortífagos que buscaban armar alboroto en un barrio Muggle.
Con un suspiro, Sirius dejo el periódico sobre la mesa y dirigió nuevamente la mirada al hombre castaño que del otro lado de la mesa sentado frente a él, le observaba con una tranquilizadora sonrisa en el rostro.
- Tardan mucho, Remus – replico Sirius.
- Tranquilízate – le pidió Remus poniendo sus manos sobre las del animago que lucia ansioso – Ya has esperado un año, y esto solo tomara unos momentos.
- ¿Y si no me dan la absolución? – pregunto Sirius atemorizado.
- Tu sabes que eso es improbable, todo apunta a que eres inocente y no hay pruebas de lo contrario – le recordó Remus apretando levemente las manos de Sirius en muestra de afecto y apoyo.
- ¡Merlín, estoy tan nervioso! – confeso por fin mientras posaba la cabeza sobre la fría mesa de madera.
- Ya no te preocupes mas por eso Sirius, veras que en cualquier momento entra Dumbledore con buenas noticias – le animo Remus sonriendo como solo él sabia hacer.
De pronto, la puerta se abrió dado paso al viejo mago de barba blanca y lentes de media luna que les observo con un leve brillo de diversión en los ojos. Ambos magos se soltaron de inmediato.
- ¿Y que a sucedido? – pregunto Sirius levantándose y dirigiéndose a Dumbledore sin poder ocultar su temblor y el miedo que sentía.
- ¿En que han quedado? – quiso saber Remus sin poder evitar mostrarse repentinamente nervioso.
- Tranquilos ambos – pidió Dumbledore sin poder evitar ensanchar un poco mas la sonrisa – Fue realmente difícil lograr convencer a Fudge de tu inocencia Sirius, pero ante las inminentes pruebas, no le a quedado nada mas por hacer... –
- ¿Eso significa que soy...? – no, era tan maravilloso que parecía un sueño, y temía que el solo hecho de pronunciar las palabras le hiciera despertar, como muchas otras veces había sucedido.
- ¡Eres libre Sirius! – exclamo Remus sin poder contenerse.
Lo había escuchado perfectamente, pero no pudo evitar sentirse aturdido al escuchar a Remus exclamar en voz alta aquellas palabras tan anheladas. ¡No era un sueño, en verdad había sido liberado!
- Soy... Soy libre – murmuro como si temiera decirlo en voz mas alta – De verdad soy libre –
- ¡Si Sirius, eres libre! – volvió a exclamar Remus mientras lo abrazaba emocionado.
- ¡Por Merlín, en verdad soy libre! – exclamo entonces Sirius, abrazando al Licántropo sin poder contener la emoción que se desbordaba en su interior. Por fin, después de mucho tiempo, había conseguido su libertad.
Durante un rato, Dumbledore solo se limito a mirarlos divertido y feliz, dejándolos gozar el momento, mas pronto decidió que había llegado el momento de hablar de varias cosas que aun estaban pendientes.
- Sirius – a la mención de su nombre, éste se volvió y contemplo a quien había sido y era el director del colegio en el que estudio – El Ministerio te recompensara por todos los problemas que pudieron haberte causado durante tu encierro, mas ahora hay un nuevo tema del que debemos tratar, e imagino que sabes cual es... – lentamente, Sirius asintió, intentando controlar la nueva emoción que estaba por desbordarse dentro de él.
- Quiero la custodia absoluta de Harry – afirmo al instante.
- Los papeleos correspondientes se llevaran a cabo de inmediato, pero ello también tardara algún tiempo – respondió Dumbledore sonriendo – Y también debemos hablar muy claro y tendido sobre su seguridad –
- No te preocupes Dumbledore, nosotros protegeremos y cuidaremos a Harry como es debido – aseguro Remus, sin poder evitar que aquélla sonrisa llena de alegría apareciera en su rostro.
- Se que lo harán, Remus – afirmo el mago mayor.
- ¿Cuándo podremos verlo? – pregunto Sirius sin poder ocultar del todo su ansiedad.
- Me teme que por ahora es imposible Sirius – respondió Dumbledore – Mientras no se halla finalizado el papeleo de la custodia de Harry, no se les puede autorizar verlo, al igual que el conjuro que hay a su alrededor no les permitirá acercarse –
- ¡Entonces hay que empezar a hacer los papeleos al instante! – comento Remus comenzando a contagiarse con la ansiedad del Animago.
- Si, cuanto antes mejor – afirmo Sirius con una enorme y luminosa sonrisa que hacía brillas sus grises ojos que había estado apagados por mucho tiempo.
Dumbledore solo se limito a asentir sonriente, mas no podía evitar preguntarse que consecuencias o beneficios traería para Harry el criarse en el Mundo Mágico en lugar del Mundo Muggle.
Aquel hombre alto de cabellos rubios platinados y ojos grises como la neblina mas fría o la tormenta mas poderosa, no dejaba de pasearse de un lado a otro mientras maldecía en voz baja antes de pararse nuevamente ante su enorme escritorio de fina madera y revolver por enésima vez los papeles que ahí había.
Su esposa solo se limitaba a contemplarlo desde el cómodo sillón a varios metros de distancia, encubriendo su miedo con aquella perfecta mascara de fría y cortante indiferencia, tal cual le habían enseñado desde chica.
En la chimenea hubo un pequeño estallido que nada tenía que ver con los leños quemándose, si no con alguien que estaba tratando de comunicarse a través de la Red Flu y pedía permiso.
- Me marcho, es hora de acostar a Draco – anuncio Narcisa, comprendiendo que de igual forma, su esposo la despediría del despacho antes de entablar conversación con quien quiera que fuese.
- Esta bien – accedió Lucius dirigiéndose hacía la chimenea con paso rápido, controlando los nervios que sentía, con aquélla caballerosa perfección que poseía desde siempre.
Antes de cerrar la puerta, Narcisa escucho a su esposo abriendo la comunicación y regañando a quien quiera que fuese por haberle asustado de aquélla forma, pero claro, esas eran cosas en las que ella no debían involucrarse, ya que solo concernían a su marido, sin embargo, no podía evitar sentirse asustada, pues aun que hacía poco mas de un año que El Señor Oscuro había sido derrotado por un mocoso de apenas un año, las investigaciones no cesaban en busca de Mortífagos que hubieran podido escapar de las manos de la justicia; Varios de sus parientes ya se encontraban en Azkaban, y la verdad era que temía que descubrieran a Lucius y también lo encerraran, pero no, debía confiar en él, siempre había sabido como salir bien librado de todo, era una de las cualidades que destacaban en ese hombre, por mucho que lo odiase.
Cuando llego a la habitación de su hijo, lo encontró en su cuna jugando alegremente con varios de los juguetes que ella misma le había dejado ahí para que se entretuviera. No entro ni hizo ruido, solo se recargo en el Marco de la puerta y se limito a contemplar a Draco, a su único hijo, a su orgullo. Una sonrisa asomo a su rostro, pero no una de esas sonrisas sarcásticas o malvadas, no, aquélla era una sonrisa sincera, de esas que reservaba únicamente a su pequeño.
Draco aun era muy pequeño, había cumplido dos años y apenas aprendía a gatear, pero era muy lindo y llamativo con aquellos cabellos plateados y esos ojos grises como neblina, pero solo eso, aquellos ojos no tenían aquella profundidad oscura y malvada que solía tener la mirada de Lucius, aun cuando Draco era la viva imagen de su padre. Negó con la cabeza mientras ingresaba al cuarto, prometiéndose que haría hasta lo imposible por evitar que Draco fuera por completo como su padre. El pequeño se percato de su presencia y estiro los brazos sonriendo y balbuceando cosas ininteligibles, lo que consiguió arrancar otra sonrisa en Narcisa.
- Ya lo veras, te prometo que haré hasta lo imposible por evitar que te convierta en su sombra – le prometió mientras con la yema del dedo, le tocaba la punta de la nariz, cosa que hizo que Draco se echara a reír divertido. Narcisa solo se limito a sonreírle, pero esta vez, un matiz de tristeza empañaba aquélla sonrisa.
Hola!
Lo se, lo se, deberia de dejar de estar subiendo historias si no e terminado las que ya tengo arriba, pero es que no puedo evitarlo, en verdad necesitaba escribir esto y subirlo! n.nU
Se que es muy corto, pero si no lo hago asi, el segundo capitulo no saldra :P Espero que les guste y por favor no olviden dejar su comentario al respecto n.n
