- Yo soy Naruto Uzumaki, listo para la acción, dattebayo.
Esta no es tu historia Naruto-kun.
- No?
No, ahora vete que quiero comenzar.
- Bien – refunfuñando se fue.
Disclaimer: Si encuentran algún parecido con Naruto (o Avatar) es solo pura coincidencia. (Aunque hice esta historia inspirándome de Naruto, el resultado de ver tantos episodios seguidos en un día). En fin, Shaman King y sus personajes pertenecen a Hiroyuki Takey, Naruto pertenece a Masashi Kishimoto, Una cosa más, esto no es un crossover.
Shaman War
Capitulo 1:
Tan solo el comienzo
Hace mucho tiempo todas las naciones estaban unidas en una sola, pero las diferencias que había entre los distintos líderes y representantes del mundo condujeron rápidamente a la separación y posteriormente a los conflictos que dieron origen a la guerra. Tras la guerra el mundo quedó dividido en cinco grandes naciones, cada uno gobernado por un espíritu elemental, que era controlado a su vez por una persona.
Para evitar guerras futuras se firmó un tratado de paz y se pactó un acuerdo en donde se garantizaba la legalidad de cada país. De este modo el mundo logró un pequeño tiempo de estabilidad, pero había quienes no estaban satisfechos y de un modo u otro buscaban la manera de armar nuevos conflictos. Muchas guerras más sucedieron a esta cobrando gran cantidad de vidas y destruyendo todo a su paso, esto puso de manifiesto la debilidad de los diferentes gobiernos y de los tratados de paz.
En la actualidad el mundo vive en un momento de gran tensión, las constantes revueltas provocadas por los rebeldes, aquellos que buscaban nuevamente la unión o aquellos que buscaban la supremacía de su nación, llevaron a los diferentes gobiernos a desconfiar, temiendo que en cualquier momento alguno lanzará el ataque. Las paz era apenas palpable, otra inminente guerra se acercaba, solo había algo que podía salvar al mundo de una catástrofe total, la aparición del nuevo Shaman King.
El momento de elegir al Shaman King se acercaba, cuando los grandes espíritus aparecieran nuevamente en la Tierra se daría la señal. Mientras tanto las naciones se mantenían en alerta, atentas a cualquier movimiento que las demás hicieran.
En el país gobernado por el espíritu del fuego, llamado país del fuego, había cierta estabilidad por el momento, aprovechando la paz que había el gobierno se dedicaba a la reconstrucción de las partes dañadas por las constantes guerras. Esa noche se estaba llevando a cabo una celebración para felicitar a los recién graduados shamanes. El gimnasio de la academia Shaman, el lugar donde se estaba llevando a cabo dicha celebración, estaba llena de personas que reían y gozaban felices, dejando de momento todos los problemas por los que estaban pasando.
El ambiente era de felicidad, la música resonaba por todo el lugar, el cual estaba decorado para la ocasión, de pronto todo se hizo silencio. Todas las luces se dirigieron al frente, sobre una tarima, en cuyo centro había un micrófono y un hombre parado frente a el. Las risas y las charlas cesaron, todos los presentes dirigieron su vista al hombre frente al micrófono, teniendo la total y completa atención de todo el mundo empezó a hablar:
- Buenas noches damas y caballeros. Primero que nada quisiera felicitar a los nuevos shamanes, su esfuerzo y dedicación durante todos estos años han tenido finalmente su recompensa, pero no crean que las cosas terminan aquí, no señor, este solo es el final de un viaje y el comienzo de otro…
Oía sin escuchar realmente, ese pequeño discurso no le interesaba, finalmente estaba graduado, ya era un shaman y eso era todo lo que importaba, más o menos, ahora lo que en verdad le interesaba era encontrar a cierta personita para decirle lo que por tantos años se guardo y que con el tiempo creció y creció. Lo había decidido, después de meditarlo por tantos días decidió que ese era el mejor momento para decirle lo que en verdad sentía, siempre tuvo miedo al rechazo por eso jamás le dijo nada, pero ahora se había armado de valor y ya no había marcha atrás.
Finalmente la encontró, se escabullía del gimnasio aprovechando que todos estaban atentos al discurso del director, decidió seguirla moviéndose con sigilo para que no lo descubrieran. Salió y lo primero que hizo fue buscarla con la mirada, la encontró sentada en un banco no muy lejos de donde se encontraba él, observaba con gran interés el espectáculo nocturno. La miró con detenimiento, allí bajo la luz de las estrellas y con aquel vestido de gala para la ocasión le pareció la criatura más hermosa que se haya creado jamás. Un bello ángel que esperaba por él. Se acercó con lentitud y sigilo tratando de no romper aquella mágica escena.
Para cuando llegó junto a ella la música comenzó a sonar nuevamente, seguro ya habría terminado el discurso, alargó su brazo tratando de tocar su hombro pero su voz lo detuvo en seco…
- Se que estas ahí Yoh – Lo miró sin ningún tipo de emoción, con aquellas perlas tan negras como la noche que tenía por ojos, él solo sonrío.
- Jijijiji¿cómo me has descubierto Annita?
- Tu presencia es inconfundible, además de que siempre fuiste pésimo ocultando tu Furyoku.
- Jijiji – Se rascó la nuca en señal de nerviosismo – Y ¿qué haces aquí tan solita? – Preguntó con inocencia.
- Sabes mejor que nadie que no me gusta andar en multitudes y tampoco me gusta el escándalo. Y tú¿qué haces aquí, no deberías estar adentro celebrando con tus amigotes?
- Salí por un poco de aire fresco – Mintió, no había salido por eso sino por ella. De repente su semblante, antes sereno y sonriente, cambio a uno serio y decidido.
- ¿Pasa algo? – lo miró con interés notando su repentino cambio.
- Hay algo muy importante que he querido decirte durante mucho tiempo – arqueó las cejas mirándolo, qué era aquello tan importante, que volvía incluso al siempre tranquilo y sonriente Yoh Asakura en uno serio y ¿nervioso?
- Soy toda oídos – Lo miró esperando su respuesta, pero solo conseguía balbuceos por parte del chico – Si no vas a hablar yo mejor me largo – Ya cansada de su actitud hizo un ademán de querer irse, pero la mano de Yoh en su mano la detuvo. Ambos estaban de pie, mirándose.
- Espera por favor – Tomó un poco de aire y lo exhaló en un intento de darse más valor. - Verás, nos conocemos desde muy niños, todos estos años juntos me han hecho ver…
- Al grano Yoh – Lo interrumpió con brusquedad.
- Lo que quiero decir es que…yo te quiero, creo que más que eso, yo te amo. – Finalizó mirándola con suma atención en busca de una respuesta, ella se limitó a abrir mucho los ojos aun sin creer sus palabras.
- Yoh – Estaba sorprendida, esa confesión la tomó desprevenida, jamás pensó escuchar de sus labios aquellas palabras, aunque no podía negar que siempre deseo escucharlas de él. Si esto era un sueño desearía no despertar jamás, pero no lo era, todo era real y él seguía de pie mirándola, esperando una respuesta. – Yo también te amo – Sonrió, estaba feliz, finalmente estarían juntos, sin máscaras, sin secretos, solo siendo ellos mismos.
Una sonrisa iluminó la cara de Yoh, estaba que estallaba de toda la felicidad que sentía, la abrazo con cariño, rogando a los grandes espíritus que todo fuera real y no una fantasía. Se separó un poco mirándola a los ojos perdiéndose en el mar de su mirada, se acercó con lentitud cerrando los ojos en el proceso buscando el tan ansiado contacto. Finalmente junto sus labios con los de Anna en un inocente, pero inexperto beso, en ese momento el mundo desapareció para ellos, solo existían los dos y nada más.
Un ruido lejano los hizo separarse, buscaron el origen del ruido aun abrazados, miraron al cielo, eran fuegos artificiales los que producían el sonido. Se miraron sonriendo, adentro una música lenta y suave se comenzaba a escuchar.
- ¿Te gustaría bailar Annita? – Preguntó Yoh, sin esperar respuesta empezó a bailar junto a ella al son de la suave melodía. Anna recostó su cabeza en el hombro de Yoh, ambos siguieron bailando bajo el tenue brillo de la luna, juntos.
Hoy, una puerta se cerraba y una nueva se abría…
Continuará…
Eso es todo amigos, si llegaron hasta aquí sin dormirse los felicito jijijiji. Hasta la próxima.
