―Tienes una mirada tan bella, que me llena de calma. Y tienes esa sonrisa maravillosa y delicada. Siempre me levantas cuando me siento derrotado, y sólo con tu presencia haces que el sol brille con fuerza en los días malos.

Respiré profundo y continué.

―Me gustas. Pero no sólo eso, también siento que te amo, este sentimiento tan puro crece día a día, como no te imaginas. En cada ilusión, sueño, sentimiento, deseo y recuerdo, siempre estás tú, Hinata ―suspiré―. Bien, creo que esto es suficiente. En cuanto la vea se lo diré.

Puse ambas manos en mis mejillas en una palmada, que incluso me dolió un poco. Me observé directamente en el espejo después de haber practicado mi declaración a Hinata.

―Eres patético, Naruto. Como es posible que no le puedas decir a tu mejor amiga lo que sientes realmente ―reprendía a mí mismo.

¿Por qué no puedo declararme y ya? Pues, por una simple y sencilla razón.

Hinata Hyuga, la chica que pone mi mundo de cabeza, la que mi corazón grita su nombre, esa mujer que roba mis sueños es mi mejor amiga. ¡No puedo enamorarme de mi amiga! ¡No quiero perderla! Le tengo miedo a esa respuesta "te quiero sólo como amigo"

Salí del baño de varones. Me apresuré para llegar a la siguiente clase, que era natación. Normalmente llego tarde a todas partes, pero hoy no. Los jueves de cada semana, el equipo competitivo de natación tiene sus prácticas. Y en el equipo femenil esta nada más y nada menos que el amor de mi vida.

Kurenai sensei sonaba el silbato. Tomé asiento cerca de la piscina mientras la buscaba con la mirada.

―¡Haruno, Hyuga, dejen de jugar y vayan a sus posiciones!

Las dos estaban tomadas de las manos, dando vueltas y riendo. Parecían niñas pequeñas, y eso es una de las muchas cosas que me gustan de ella, su sencillez y ternura, es simplemente inigualable.

Se colocó en su lugar y entonces me miró. Sonrió enormemente mostrando su dentadura y sacudía la mano saludándome. Yo me limité a levantar la mano y medio sonreír. No es que no esté feliz, al contrario. ¡Pero estoy muy nervioso! ¿Y si mejor me espero un mes, o un año, para declararme?

―¡Hyuga, no te distraigas! ¡Uzumaki! ―me gritó con su potente voz― ¡Si vienes a molestarla otra vez, te largas de aquí!

―¡Como lo ordene, sensei! ―hice una señal de saludo de capitán.

Las nadadoras se posicionaron. Hinata tenía la vista puesta en la meta. Iba a ser una carrera de una vuelta, así que terminaría rápido.

Kurenai sensei sonó el silbato y ellas se lanzaron al agua. Y mientras Hinata daba su mejor esfuerzo, yo pensaba en cómo me confesaría.

Sakura tocó el borde contrario seguida de Hinata, esas dos siempre están compitiendo y aunque me cueste admitirlo, Sakura es casi imposible de superar. Dije casi, porque mi chica lo ha hecho en incontables ocasiones.

Y de regreso Hinata tomó la delantera, haciendo que la pelo de chicle comiera el polvo, en este caso el agua.

Salió de la piscina muy contenta. Su traje de baño completo, azul oscuro, se pegaba a su cuerpo con el agua. Las gotas se resbalaban por su tersa piel. Liberó del gorro su hermoso cabello que cayó como una cortina sedosa por su espalda. Jalaba el traje de licra separándolo de su piel para acomodarlo.

―Ten cuidado que se te sale la baba.

Y la hermosa imagen que tenía ante mis ojos fue remplazada por algo que me traumara de por vida.

¡Guagh~ que asco! ¡Sasuke se para frente a mí con ese asqueroso mini traje de baño masculino!

―¡Demonios, Sasuke! ¡Necesitare terapia después de esto! ―tapaba mis ojos con mi mano y con la otra lo alejaba ―¡Te he dicho que no te quiero ver cuando llevas puestos tus calzones!

―¡No son calzones! Es un traje de baño como los que usa Michael Phelps.

Estoy seguro de que lo he escuchado en otra parte…

―Quieres alejarte unos centímetros o metros o kilómetros, me pone nervioso esa cosa ―señalaba su… eso…

―Deja de ver mi orgullo Uchiha, y cuéntame.

Mini orgullo diría yo.

―Contarte ¿qué? ―abrí un solo ojo mirándolo directo a la cara.

―¿Ya le dirás a la Hyuga que tienes sueños húmedos con ella?

Me levanté de un salto y puse mi mano en su boca y con la otra lo sujeté del hombro.

―¡Cierra el pico, idiota! Aún no, y no tengo ese tipo de sueños ―dije con aparente irritación. Estoy seguro que mis mejillas me delataron.

Aventó mi mano, con la que cubría su boca y siguió.

―¿Recuerdas porque no he vuelto a dormir en tu casa? ¿No? Pues déjame decirte que no es agradable despertar con algo tocando tu espalda y escuchando el nombre Hinata en gemidos ―y lo volví a callar con la mano.

―¡Cállate…! Pues es mejor que cuando encontré esas revistas para mayores debajo de tu cama, y lo peor de todo es que había hojas pegadas ¡¿Sabes cuantas veces tuve que lavarme las manos ese día?! ―enarcó una ceja, y pude leerle la expresión del rostro, era algo como ¿Qué hacías husmeando debajo de mi cama? Y en realidad es una larga historia.

―¿Naruto-kun? ―giré mi rostro y Hinata estaba a mi lado.

De inmediato solté a Sasuke. Ella nos dedicaba miradas preocupadas a ambos.

―¡Uchiha, al agua! ―llamó la sensei y el emo enfermo se fue, ignorando a mi dulce chica.

Siempre se comporta tan frio con ella, y no me imagino la razón. A veces me molesta que sea así con ella, aunque así es con todos. Y por otra parte me gusta ¡Lo mato si intenta algo con mi Hinata! Aunque también sé que es imposible una relación entre ellos.

―¡¿Escuchaste algo de lo que dije, Hinata?! ―dije tratando de controlar mis nervios.

―La verdad, no ―negó delicadamente.

Liberé aire inconscientemente.

―Hinata, ¿puedo hablar contigo un momento? Es muy importante ―mi cara ardía. Y en estos casos agradezco que mi dulce chica sea algo despistada.

Me regaló una hermosa sonrisa y asintió.

{…}

Caminaba tomado de la mano con Hinata. Puedo apostar que mi cara está totalmente colorada. La miraba de reojo y podía ver el rubor en sus mejillas. ¡Oh Dios, es tan tierna!

―Aquí está bien ―solté su delicada y suave mano… sin embargo no quería hacerlo.

Nos detuvimos detrás de las gradas del exterior, donde practicamos futbol americano.

―¿Qué es lo que querías decirme? ―preguntó sonriendo tan delicada como ella misma.

¡Vamos, Naruto. Tu puedes! ¡No te retractes ahora!

―Bueno… e-este… ―las gotas de sudor resbalaban por mi sien y rascaba inconscientemente la parte trasera de mi cabello ―Hinata, no sé cómo explicarlo con palabras, es que, es un sentimiento muy grande y… ¡¿Por qué es tan difícil hablar contigo…?!

¡Cuando me ves de esa manera! ¡Cuando soy el foco de tu atención!

―Tranquilo ―dio unos golpecitos en mi hombro―. Yo, ya lo sé.

¡¿Qué?! ¡¿Cómo se enteró?!

―¡¿Lo sabes?! ―afirmaba tímidamente con un movimiento de cabeza― ¿Y qué piensas al respecto? ―mi mirada se clavó en la tierra, donde unas hormigas en línea regresaban a su hogar, seguramente con más suerte que yo en estos momentos.

―Está bien. Me alegra mucho que encontraras el amor. Por mí no hay problema, no te preocupes, no diré nada ―lo dijo en un hilo de voz. Y sonreía, no tan radiante como siempre.

Pero, no entiendo. ¿Eso es un sí a mi amor? ¿También me ama? ¿Quiere estar conmigo, casarnos, tener cinco hijos o más, y llegar a la vejez amándonos?

―De todo corazón, deseo que seas muy feliz, con Sasuke-kun

Ufff~ menos mal… ¡¿eeehh?!

―¿C-Cómo? No te entiendo ―reía nervioso.

―Sí, Naruto-kun. Sé que eres gay y tu pareja es Sasuke-kun ―bajó la mirada avergonzada.

¡¿Piensa que soy gay?! ¡¿Y qué Sasuke y yo qué?!

Tranquilízate, no entres en pánico… respira… esto tiene una explicación.

―¿P-Por qué piensas que soy… gay? ―rascaba mi mejilla nervioso.

―Karin-san me lo dijo ―¡Esa hija de…!― Además me doy cuenta de que Sasuke-kun te cela cuando me acerco a ti ―se ruborizó más de lo que ya estaba―. Y el otro día yo los vi… en la panadería… haciendo, eso que hacen.

¿En la panadería… haciendo eso…?

¡Oh diablos, ya recordé!