Disclaimmer: Digimon no me pertenece, ni sus personajes.
Este fic participa en el Intercambio Navideño 2015 del Foro Proyecto 1-8.

Este fic es un regalo para mi amigo secreto: Ficker D.A.T
¡Espero lo disfrutes!

Por siempre

Aquel día el cielo parecía igual de triste que él, el mundo parecía apoyarlo en su dolor, pero estaba seguro que nadie entendía como se sentía. Ese hoyo que se había formado en medio de su corazón ardía, ardía como los mil y un demonios.

Volvió a mirar el féretro sobre la verde hierba y ahogó un gemido, sus manos temblaban en su regazo mientras intentaba agarrar aquel trozo de tela que usaba de pañuelo. La edad había hecho mella en él también, el dolor de sus huesos y el movimiento que a veces no podía contener de sus extremidades.

Su esposa muchas veces se había reído de él, le decía que sus manos querían escapar de su cuerpo gruñón y que las dejara irse para ser felices. Recordaba esos días sabía que ella fingía leer mientras él no había más que mirar su viejo cuerpo sufrir los desgarros de la edad, y esos días donde su hermosa hija mayor llevaba a sus tres hijos a jugar y desordenar la casa, como los pequeños torbellinos que eran.

— Lo siento mucho.

No quiso levantar la vista, no quería ver la tristeza en los ojos de los demás, no quería sentir su compasión. Ellos no sentían lo que sentía él…

El tiempo pasaba y las palabras seguían llegando, pero no sentía la fuerza para despegar sus ojos de aquel cajón de madera que la llevaba, no quería mover su cabeza y no verla más.

Era demasiado egoísta para dejarla irse, para que le dejara sólo.

Fue la mano de su hijo la que lo hizo sacar la vista de aquel punto, el rostro demacrado de él le hizo sentirse culpable, le hizo darse cuenta que no era el único que sufría ese momento, palmeó su espalda con toda la fuerza que sacó y le intentó sonreír.

— Papá, ¿estás bien?

Era la voz preocupada de su hijo, y tenía razones.

Desde el día que ella había cerrado sus ojos para siempre no había derramado ni una mísera lágrima, había mantenido sus noches en vela y los movimientos involuntarios se habían acrecentado, era el dolor de su corazón y el hueco vacio en la cama. Lo sabía.

No respondió, no tuvo palabras para decirle que se estaba muriendo por dentro, que el dolor en su cuerpo aumentando, que su cabeza daba vueltas sólo recordándola a ella.

Los minutos se le hicieron escasos, y todo fue tan rápido cuando sintió el sonoro "click" que anunciaba el movimiento de donde estaba el féretro. Levantó la cabeza de golpe, todo dio vueltas y el llanto aumentado de las personas a su rededor inhundó sus oídos.

Pudo ver a su hija siendo abrazada por sus pequeños, todos lloraban desconsolados. Pudo ver a su hijo a un lado intentando pasar desapercibido mientras las lágrimas bajaban por su rostro. Pudo ver a los amigos de toda la vida, los que estaban, llorar abrazados e intentando darse fuerzas. Pudo verse a él mismo, sentado sólo y sin derramar una lágrima.

Se impulsó de la silla como pudo e intentó caminar a donde desaparecía el féretro bajo tierra, quiso correr pero su cuerpo no le respondió y sólo se quedó parado mirando de frente como el amor de su vida se iba.

Y fue ahí cuando pudo llorar, cuando las lágrimas salieron de sus ojos y su cuerpo envejecido se dio cuenta que ya no tenía aquella compañera que había velado su felicidad. Que se había ido, que le había dejado.

Pero que nunca cambiaría los años que pasó con aquella mujer, que había sido la luz de su vida.