Destino: Sombras del corazón.
Capítulo 1: La noticia.
Luz, sombras; bien, mal; vida, muerte.
Todo se complementa entre sí a la perfección, porque a pesar de ser diferentes, se necesitan para seguir con vida.
Jump City, tan limpia y ordenada como siempre; el sol brillaba con fuerza, los habitantes de la ciudad paseaban por las calles despreocupados, el aire olía a limpio…
En un lugar apartado, se podía apreciar un edificio con una estructura y forma muy peculiar, tenía forma de T y a simple vista parecía abandonado.
Este monumento estaba constituido por cinco pisos con grandes ventanales, a través de los cuales se podía observar todo el perímetro, el paisaje y sus alrededores; en cada planta habían distintas habitaciones que se empleaban prácticamente para su uso exacto: sala de entrenamiento, sala de video llamadas, dormitorios, la cocina, el salón y la terraza.
Lo que en un principio era el simple sonido de los pájaros emitiendo su bello canto una vez empezaban a asomarse los colores del amanecer, en cuestión de segundos estos se vieron ahogados por los gritos de frustración de una personita, procedente del interior de aquella torre, quien tenía un aspecto y color algo…verde.
Sus gritos fueron silenciados por el golpe de un objeto contra su cabeza, dejando la marca en esta, el cual antaño estaba envuelto con una especie de aura negra; cortesía de su compañera hechicera.
-¡Oye! –se quejó el muchacho sobándose la zona golpeada con evidente malhumor, dirigiendo su mirada hacia la encapuchada, con reproche, casi reclamándole algo.
Ella le lanzó una mirada fría, observándolo de manera desinteresada.
-La próxima vez que vuelvas a hacer más ruido de lo que toca a estas horas, lo que te acaba de pasar va a ser el menor de tus problemas. –Respondió con su monótona y característica voz, saliendo de la habitación del joven titán de anatomía color brócoli; se detuvo antes de salir del todo y sin girarse a mirarlo siquiera, lo avisó de que se dirigiera hacia la cocina, donde las otras tres personas que compartían alojamiento con ellos, los esperaban para desayunar.
Cinco eran los habitantes que habían en aquel lugar, todos eran un mismo equipo: Chico Bestia (Beast Boy), un chico de pequeña estatura, complexión delgada y orejas puntiagudas; piel verde y pelo del mismo color, ojos pequeños y grises.
Vestía una especie de conjunto morado y negro con un cinturón plateado en su cintura; aquel chico tenía la habilidad de poder transformarse en cualquier animal que deseara, cosa que solía ser de gran ayuda al equipo.
Siempre tenía buen humor y odiaba la carne, por el hecho de que salía de los animales en los que podía cambiar su cuerpo; para él la verdura era su aliada y el tofu, su mayor obsesión.
A pesar de ser el más bajito del grupo, su gran sentido del humor solía alegrar al equipo, aunque a veces, contaba tantos chistes, y la mayoría tan malos, que agobiaban; era un fanático a los videojuegos.
Raven, era una chica de mediana estatura y delgada, de piel pálida y ojos azules violáceos, así como su pelo que estaba a la altura de los hombros.
Solía vestir un body negro el que poseía un cinturón, con una capa azul, la que llevaba una especie de insignia roja, negra y amarilla, puesta también en ambos dorsos de las manos; solía cubrir parte de su rostro la mayoría del tiempo, el cual solía tener facciones algo duras y serias, y en su frente, un dibujo de un rombo rojo.
Era una hechicera, proveniente del planeta de Azarath, del cual huyó con el único fin de integrarse en aquel equipo, hacerse más fuerte y acabar con su padre, el demoníaco Trigon.
Solía mantenerse con un carácter serio y frío, relajado; amaba la tranquilidad y el poder leer o meditar en absoluto silencio, sin nada ni nadie que pudiera desconcentrarla.
Cyborg era un hombre corpulento, mitad humano mitad máquina.
Respecto al carácter solía ser amable, simpático y divertido, siempre y cuando no tocaran a "sus bebés", aquel que no lo conociera pensaría que estaba loco, pero quienes convivían día a día con este, sabían muy bien que se refería a sus queridos vehículos.
Era bastante bueno en mecánica; solía discutir casi que a diario con el pequeño demonio verde, básicamente por tonterías, como por ejemplo que si la carne era mejor que las verduras, que si le iba a dar una paliza en los videojuegos, que si no le daba el mando de la televisión…
El querido líder del grupo, Robin, era un muchacho de alborotado cabello negro y vestimenta de camisa roja de mangas verdes cortas con una "R" amarilla en la parte superior del pecho, envuelta en un círculo negro. También vestía unas mallas verdes y botas, junto a su más preciada capa amarilla y negra, así como también su cinturón multiusos, que llevaba siempre consigo.
Siempre llevaba antifaz, evitando de aquella forma que sus ojos se vieran, pues según él, cada mirada ocultaba siempre un secreto, una razón, un sentimiento, el cual para el joven héroe, eso estaba muerto entre las sombras que dejaron atrás su pasado.
Solía ser un chico carismático, alegre y divertido, siempre y cuando no hubiera ninguna amenaza, de lo contrario solía ser prudente, serio, calculador, estratégico y algo impulsivo, sobre todo si se trataba de su peor enemigo, su némesis: Slade.
Le gustaba pasar el tiempo con sus compañeros, jugando partidas a la play con Cyborg y Chico Bestia, a veces, jugando cartas y apostando, o simplemente, pasar tiempo con su amiga especial; cuando la amenaza rondaba cerca, se encerraba en su habitación trazando planes, comiéndose la cabeza intentando averiguar los próximos pasos de los villanos, entrenando hasta el agotamiento y solía no dormir.
Y por último, pero no por ello menos importante, Starfire, la princesa extraterrestre del planeta Tamarán.
A principio ella fue a la Tierra por haber sido vendida como premio por su padre a unos seres repugnantes, aunque por error; tan descontrolada estuvo que destruyó todo a su paso, hasta que se encontró con ellos, los cuatro anteriores miembros del equipo.
Desde aquel instante ella empezó a formar parte del grupo de cuatro… ahora uno de cinco.
Tenía el pelo largo y rojo, rojo fuego.
Grandes ojos de color esmeralda adornaban su aniñado rostro y una sonrisa tan brillante y sincera que era capaz de calar en lo más profundo de las almas más miserables; vestía un top y una minifalda lilas, junto a unas altas botas del mismo color.
Era dulce, cariñosa y muy alegre; solía ser algo ingenua pero aquello era lógico porque todavía estaba aprendiendo a manejar todo aquello de la Tierra, sus costumbres, intentando comprender a los humanos, a sus compañeros de edificio…TODO.
No había por qué subestimarla, era muy fuerte a pesar de tener una apariencia de fragilidad inmensa; poseía fuerza sobrehumana y podía volar, además de lanzar energía por sus manos, e incluso por los ojos
Tenía, en ocasiones, el carácter algo fuerte por lo que lo más conveniente era no hacerla enfadar.
En menos que Cyborg tardaba en decir "Carne", todos ya estaban reunidos en la pequeña estancia de la cocina, dispuestos a desayunar para empezar bien el día.
Raven y Chico Bestia se sentaron en sus respectivos lugares, así como los otros tres igual; como era ya normal, se veía la televisión por si daban la noticia de algún robo, algún atraco a mano armada o alguna otra cosa más que pudiera poner en marcha a los héroes.
-¡Lo que daría por tener que salvar aunque fuera a un bebé aunque fuera!-Exclamó el chico animal, dando un sorbo a su vaso de leche- ¡Incluso me alegraría ver otra vez a Mad Mod! –Dijo aburrido, bostezando.
Su amigo androide le dio un zape y el de piel verde lo miró mal.
-¡No llames a la mala suerte, Bestita! –Exclamó el de color, mirándolo con sus dos ojos, uno normal, oscuro y el otro robótico.
Raven iba a abrir la boca, pero en ese instante, una intensa luz roja cubrió la cocina, siendo acompañada por el sonido de una sirena alarmada.
Robin fue el primero que se levantó y corrió en dirección a la sala de video llamadas, llevándose una gran sorpresa al ver en la gran pantalla a su némesis, con una sonrisa que no podía verse por su máscara bicolor naranja y negra, pero que podía apreciarse la diversión y la burla de este en su único ojo visible.
Starfire y el resto se aproximaron hacia su joven líder, quien había adoptado una postura seria y rígida, podía palparse el tenso ambiente que había; la pelirroja tamaraniana se percató de cuan fuerte apretaba el del antifaz sus puños debajo de sus guantes, por lo que hizo un leve mueca de disgusto y preocupación.
-Titanes…-respondió con un tono de fingida sorpresa- ¡Qué de tiempo!-Exclamó Slade con sorna.
-¡Slade!-Escupió como si fuera veneno aquel nombre, frunciendo las cejas.
Sin darse cuenta, su mandíbula se había tensado y había apretado con fuerza sus dientes, hasta el punto de hacerlos casi que chirriar, sus músculos se habían engarrotado de tal manera que el chico se había quedado tan rígido como una estatua y su sangre empezó a hervir de puro odio.
-Robin, que gusto volver a verte…Aprendiz. –Remarcó aquella palabra con fuerza, observando con diversión y poderío la escena que tenía detrás de la pantalla.
Le encantaba sacar al joven líder de sus casillas, gozaba al verlo furioso.
-¡Yo no soy tu aprendiz, ya no!-Dijo casi en un rugido cuan león furioso y hambriento; odiaba todo lo que tenía que ver con aquel sujeto.
El del traje bicolor chasqueó la lengua debajo de su máscara, y en cuestión de segundos de su podrida garganta se escapó una sonora y maquiavélica carcajada, llena de sadismo. Dirigió su mirada hacia la pantalla y habló nuevamente:
-Oh, claro, se me olvidaba que no podías aspirar a más…-Fingió pena ocultando una sonrisa ladina que solo él mismo podía notar.- En dos horas, en el acantilado. Os espera una sorpresa… -Antes de cortar la comunicación dirigió su mirada hacia todos y cada uno de los titanes allí presentes, con su ojo lleno de "alegría"; fijó esta en Starfire a quien dijo- Saludaros de mi parte, pequeña…
Tras acabar aquella video llamada por parte de aquel individuo, Robin reprimió la ira que sentía golpeando con las palmas de su mano la mesa que había en aquella sala; quería gritar hasta quedarse afónico pero debía mantener la compostura de un buen líder serio y carismático, aquel a quien debían seguir firmemente y no de quien debían sentir pena,
Por las cabezas de los allí presentes muchas preguntas se formulaban en sus cabezas para sí mismos; ¿qué habría querido decir Slade con aquella última frase? ¿Qué intentaba decirles con aquel video?
La princesa de Tamarán, tras quedarse pensando en aquella últimas palabras dirigidas a ella expresamente, creyó saber a qué se refería, por lo que, adoptó una expresión de confusión, sorpresa y horror.
Raven se acercó a ella para preguntarle pero no le dio tiempo ni a decir su nombre ya que la pelirroja salió volando de allí tras el grito de "¡Seguidme!".
Mirándose entre confusos y extrañados no perdieron más tiempo y tras coger el coche T y la motocicleta del chico Maravilla, salieron rumbo hacia dónde la Tamaraniana se dirigía, volando rauda, como si su vida dependiera de ello.
Chico Bestia iba transformado en un Pterodáctilo y Raven volaba sin problemas, junto a Starfire, todos con la misma pregunta en la cabeza.
La que por ojos tenía dos esmeraldas aceleró su vuelo, no tenía tiempo que perder; si en verdad había descifrado bien lo que el villano había dicho, estaban en problemas, ellos estaban en verdaderos problemas: ¿Cómo podrían apañárselas de aquel instante en adelante para combatir el crimen y preparar una máquina que les sirviera para ayudarlos?
A lo lejos ya se divisaba el muelle, y el corazón de la joven titán se aceleraba de sobremanera cada vez que se aproximaban un poco más al destino…
¡Hola a todos!
Gracias por leer "Destino: Sombras del Corazón".
Espero que haya sido de vuestro agrado; la verdad es que soy nueva en esto de escribir historias.
¡Cada opinión cuenta!
¡Podéis hacerme feliz para seguir escribiendo y continuando la historia pulsando "Review"!
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GirlAnimeSeries17.
