Este fanfic contiene una gran cantidad de violencia, abuso psicológico, físico y sexual.

Se recomienda leer con mucha discreción.

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Abandónate al rayo y al ardor, pues el miedo son escenas soñadas

de lo que sucede tras la muerte. Es ser rechazado por

lo que se inclina con dolor. Las estrellas se consumen. La oropéndola

se asoma y se lamenta. El miedo es el temor a ser menos para siempre.

-Stan Rice


Motivo de guerra

(Casus belli)

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De rodillas en el suelo, sobre mugre, sangre y escombros. Sus armas confiscadas, sus comunicadores internos desactivados… Manos gigantes presionando sus hombros. Levantar la cabeza era imposible. Habían perdido. No podían moverse sin ser empujados y obligados a mantenerse postrados; amagados y apresados por un error estúpido que les había costado lo más valioso que cualquier Seeker apreciaba más que a su propia vida: la libertad.

Cinco, tal vez seis Autobots. De un momento a otro había dejado de importar la cantidad. Habían sido sus voraces ópticos los que preocupaban a los prisioneros; el brillo insano, las sonrisas morbosas, las violentas manos impidiéndoles el movimiento hasta que los habían abandonado a merced de uno de sus brutales camaradas, menguando sus esperanzas de sobrevivencia.

Starscream era conocido por su persistencia. Su compañero aéreo, sin embargo, atestiguaba un silencio tan perturbador que era una maravilla para sus enemigos no extraer ningún sonido de su vocalizador, excepto reproches visuales. Ruido y silencio, esos podrían ser sus nombres. Starscream luchaba por liberarse, imprimiendo fuerza en sus brazos, sacudiendo con insistencia sus alas; sus piernas se movían, arrodilladas debajo de su cuerpo mientras el poder constrictor de Broadside luchaba por hacerlo quedarse en su lugar. Thundercracker, por otro lado, permanecía inmóvil, esperando.

El enorme Triplecambiador tenía una lobuna sonrisa en su rostro, poniendo una especial atención en Starscream, a quien miraba fijamente en una mezcla de burla y diversión de la que sólo Thundercracker, a un costado de su Comandante Aéreo, era testigo.

Los Wreckers.

Nada podía ser más alarmante que los Wreckers; bestias salvajes que se habían forjado en la violencia de la guerra, impulsados por diferentes motivos que al final los unía en el mismo camino de destrucción, ambición de venganza y aniquilación de la insignia Decepticon. Los rumores vomitaban veneno contra ellos, murmurando la ilegalidad de su división y los diferentes comandantes que hasta ese momento se habían sucedido unos tras otros dentro y fuera de la muerte. La unidad de mercenarios había sido creada en la clandestinidad, bajo estatutos completamente antagónicos a los establecidos en los reglamentos Autobots. Eran irracionales, actuaban sin control.

Arribaban, destruían, arrasaban…

Starscream cesó el último de sus furiosos arrebatos con un grave sacudimiento de hombros, provocando que uno de los enormes rifles de Broadside se encajara firmemente en el costado de su casco, obligándole a echar la cabeza a un lado. Tenía que pensar.

Volvió a sacudirse después de unos segundos, reafirmando su necedad y su incapacidad a someterse ante cualquiera. Tenía que pensar a fondo, a detalle, no dejar pasar ni la más mínima oportunidad que le brindara una rápida escapatoria. A su lado, Thundercracker movió ligeramente una mano, señalando el marco de la única puerta que iluminaba el interior de la destruida habitación; un rectángulo amplio, retorcido y sin custodia, por el que se filtraba libremente un fulgor azul que hacía brillar los contornos de los escombros y los enormes agujeros en las paredes, de cuyo interior brotaban entrañas de cables y tubos doblados.

Broadside había sido designado a vigilarlos, quedándose solo contra ellos dos, lo que rápidamente se convirtió en una oportunidad única para ambos Seekers. Pero su moral no perduró altiva por mucho tiempo, descendiendo hasta esfumarse cuando sus feroces intentos por derrotar al Wrecker no trascendieron a nada, excepto golpes. Broadside demostró tener el tamaño y la fuerza suficientes para someterlos a ambos sin el menor esfuerzo, manteniéndolos hincados sobre los afilados fragmentos de metal y los restos de antiguos Cybertronianos asesinados. Tenían las manos detrás de la cabeza y las alas abajo, mirando el arco de la puerta como un etéreo castigo que flagelaba sus instintos de libertad.

Starscream miró de reojo a Thundercracker y le hizo una seña que fue respondida por otra similar.

Después de unos minutos, Broadside había dejado de tomarle importancia al maravilloso lenguaje corporal de ambos Seekers, cuyo diálogo visual sugería que planeaban algo. Se había hecho a la idea que las dos enormes pistolas que tenía en sus manos eran suficiente incentivo para apaciguar los bríos rebeldes de sus prisioneros. No llegarían muy lejos sin recibir un mortal disparo que volaría sus procesadores en cientos de diminutos fragmentos de circuitos, energon y placas cerebrales.

Él disfrutaba jugando con la idea. Ellos seguían pensando en huir.

Transcurrieron eternos minutos de silencio entre los tres.

Thundercracker movió lentamente sus alas, codificando un mensaje que solamente Starscream fue capaz de entender. El Comandante Aéreo miró por sobre su hombro, captando el brillo del visor rojo del Autobot, y negó sutilmente con la cabeza, devolviendo el rostro al frente.

Broadside sonrió, acentuando la presión del cañón de su rifle contra la nuca de Starscream, que gruñó como única respuesta.

Minutos.

Suspenso.

Starscream asintió, lenta, muy suavemente.

Y todo pasó muy rápido.

El silencioso Seeker azul fue el primero en moverse, utilizando su agilidad y la natural velocidad de su especie para tomar por sorpresa a su enemigo. Tras dar un golpe a la pistola que estaba sobre su nuca, Thundercracker se puso de pie de un salto, evitando el rayo de plasma que automáticamente se disparó en el espacio donde había estado su cabeza y que perforó la pared del fondo.

No se sorprendió cuando miró a Starscream correr hacia la puerta. Cualquier otro Decepticon hubiera aludido rápidamente a la cobardía del Comandante Aéreo, pero Thundercracker conocía demasiado bien a su compañero aéreo como para saber que éste estaba cumpliendo su parte del plan que habían trazado a base de comunicación corporal.

Cuando Thundercracker se giró sobre sus propulsores, después de evadir otro disparo, Broadside recibió dos estratégicos golpes en la cabeza que le hicieron perder el equilibrio y una patada en el estómago que lo lanzó de espalda sobre el piso. Sus manos soltaron las armas, arrojándolas en dos distintas direcciones de la habitación, pero los grises dedos del Seeeker azul jamás pudieron alcanzarlas.

La mano de Thundercracker se cerró a pocos centímetros de la culata de uno de los rifles, atrapando aire, después escombros, cuando algo cayó encima de él y lo devolvió al piso indignamente. No fue dolor lo que lo hizo gruñir, lleno de molestia y confusión; fue distinguir el brillo plateado y maltratado del borde de un ala a pocos centímetros de su rostro. Un ala muy familiar. El ala de Starscream. El Comandante Aéreo, cuyo trabajo había sido asegurar la ruta de salida, había sido arrojado desde el otro lado de la puerta, mermando por completo sus posibilidades.

Rayos.

Habían sido descubiertos. El disparo del Wrecker los había delatado.

Starscream se puso rápidamente de pie, seguido por su compañero aéreo. No había mucho por hacer. No había nada más qué hacer. Detrás de ellos, Broadside había recuperado sus armas y las apuntaba nuevamente contra sus cabezas; su rostro había transformado la burla en furia. Al frente, el resto de los Wreckers designados a esa misión les observaban fríamente bajo el marco de la puerta, cada uno más grande que el anterior. De Roadbuster, cuyas dimensiones estructurales eran incomparables, sólo se alcanzaba a distinguir un fragmento de fuselaje, oculto detrás de sus compañeros.

-Es una pena que quieran irse tan pronto, Comandante Aéreo – sonrió Springer, recargando dos poderosos puños en su cadera - pero me temo que la fiesta apenas está empezando. - Dio un paso al frente, satisfecho al detectar la instantánea tensión en las alas y en los hombros de sus prisioneros.

-¿De qué rayos estás hablando, Autobot? Exijo inmediatamente nuestra liberación. Están cometiendo un grave error que te puedo asegurar pagarán muy caro – le advirtió Starscream, entrecerrando los ópticos. El pánico que unos minutos atrás lo había devorado parecía haberse esfumado de su rostro, pero era mentira.

Los Wreckers sabían que era mentira. No existía nadie en el universo que no estuviera asustado de sus destructivas presencias, de sus sanguinarias leyendas. Su ego muy grande, su maldad incomparable pese a los estereotipos de su naturaleza Autobot.

-Nuestra presencia en este sector no significaba ninguna amenaza para…

-¡Cállate, miserable alimaña! – gritó Springer con un rugido que rebotó ensordecedoramente en los audios de todos. Lo señaló con un dedo; los demás Autobots lo imitaron, levantando sus armas. - la presencia de los de tu calaña siempre será una amenaza para todos. Y tú… – dio un paso al frente, haciendo retroceder instintivamente a sus prisioneros - eres el peor de todos.

Thundercracker hizo un espacio entre sus alas y la pared lateral para que Starscream, bastante alarmado por la enorme cercanía del líder Wrecker, se pusiera a su lado. Estaban rodeados, el cuarto se caía a pedazos, los cables se enredaban bajo sus pies, las paredes estaban muy cerca unas de otras, y no había salida. Estaban rodeados. Cuatro, cinco, seis figuras que variaban en tamaño y forma pero que indudablemente eran muy poderosas, los tenían arraigados contra la pared, amenazándolos con su terminación absoluta.

Los Wreckers entraron a la habitación, con sus armas en alto y sus ópticos brillando perversamente.

Este es el fin. Este es el final de todo. Pero Thundercracker no se resignaría a morir indefenso. Lucharía hasta que la última molécula de energía se difuminara de su chispa vital. No moriría sin pelear.

-E-esto no tiene que terminar así – murmuró Starscream, intentando sonar razonable.- Podemos llegar a un acuerdo.

Springer sonrió, inclinando la cabeza a un lado con condescendencia. Su dedo ya no apuntaba, pero las armas de sus soldados continuaban arriba, listas para disparar.

-¿Un acuerdo?

-S-sí. Hemos recaudado información valiosa que tal vez podría interesarte.

Los ópticos de Springer, fingiendo sorpresa, se entrecerraron. A sus costados, los Autobots se rieron, despreciando visiblemente las palabras del Seeker.

-O mejor aún… te ahorras la molestia y te matamos como el indeseable Decepticon que eres, Starscream. – Hizo una señal que sus soldados acataron al instante, retirando los seguros de sus armas.

Starscream empuñó las manos, apretando con fuerza la mandíbula.

-¿Dejarás que esto suceda, Starscream? – murmuró Thundercracker a su lado, sin despegar la mirada de los que ansiaban convertirse en sus verdugos.

-¡Cállate, tonto! Estoy intentando…

Thundercracker sacudió levemente la cabeza, molesto.

-¿Qué? ¿Rogar por tu vida, como siempre haces?

-Es un trato justo, puedo hacer que nos liberen… Es un trato justo.

-Peleemos, Starscream. Es probable que muramos, pero lo haremos…

El vocalizador de Starscream cliqueó, siseando una maldición.

-Oh, ahórrame tus estupideces, Thundercracker. Estoy intentando salvar nuestros traseros – lo calló bruscamente. Después se volvió hacia los Autobots.- Tengo información valiosa. Hemos recaudado la suficiente como para elaborar una hipótesis muy detallada del generador que… – le dijo a Springer, que continuaba mirándolo con un enorme grado de desprecio y diversión. - No puedes matarme. ¡Soy el Comandante Aéreo y el segundo al mando del Imperio Decepticon! Sería una estupidez que lo hicieras, Autobot idiota.

-Hmm… ¿Sabes qué? Tienes razón.

Los Seekers intercambiaron una rápida mirada entre ellos.

Springer se cruzó de brazos.

-El Segundo Comandante al Mando de los Decepticons… - dijo, dirigiéndose especialmente a Thundercracker, que contestó con una mueca indescifrable - Primus, el tipo es una desgracia para ustedes y una ventaja para nosotros. – Los Wreckers volvieron a reír. - Ahora creo los rumores acerca de ti, Starscream. Megatron te dice bufón, ¿no es así?

Starscream apretó la mandíbula. De pronto el miedo reemplazado por la furia.

-Oh, tengo una idea. ¿Por qué no haces algo divertido para nosotros, bufón? Puedes bailar, decir una de esas cosas graciosas acerca de ti y tu pobre ejército conquistando el universo, sacudir tus bonitas alas…

-Mejor aún, jefe – dijo uno de los Wreckers, imposible saber cuál. - Que se interfacen entre ellos.

Los demás corearon con gusto la sugerencia.

-Están enfermos si piensan que eso va a suceder – murmuró Thundercracker, empuñando las manos a sus costados.

-¿Enfermos? – le interrumpió Sandstorm, otro Triplecambiador de color naranja, gesticulando bruscamente con las manos.- ¡Nosotros no estamos enfermos! ¿Con quién diablos crees que estás hablando, Decepticon? – Dio un paso adelante, pero una mano en su hombro le detuvo. Al voltear atrás, miró el tranquilo rostro de Springer sonriéndole a los Seekers.

-Tranquilo, Sandstorm. Ellos están aquí para complacernos… Verán, hemos tenido un día muy difícil y creo que merecemos un poco de diversión. Vamos, Comandante Aéreo, muéstrenos algo de su repertorio. ¿Qué dicen, muchachos?

Los Wreckers gritaron, riéndose estruendosamente.

-Mis soldados están de acuerdo con la idea.

Starscream miró de rostro en rostro, encontrándolos grotescos, fuertes, imposibles de atravesar al haberse distribuido a lo largo del pequeño cuarto, cuyas dimensiones estaban completamente invadidas por la masa metálica de los seis violentos Autobots. El aire dentro de la habitación era una mezcla de olores a aceite quemado, energon y ozono. Caliente. Claustrofóbico. Dos Seekers tenían mínimas posibilidades de escapar, mucho menos de atravesar la fuerza y la resistencia de seis violentos asesinos. Qué ironía.

Starscream confrontó visualmente a Springer, irguiendo la espalda para ganar estatura donde las dimensiones del líder Wrecker eran predominantes.

Era irónico estar de pronto el papel de la víctima, del acorralado, del que sabe que su vida puede terminar en cualquier segundo bajo el impulso desenfrenado de un grupo de sociópatas.

-No soy un maldito payaso. ¡Exijo nuestra liberación inmediata! ¡Quiero hablar con alguien superior a tu patético rango de… argh!

Todo ocurrió muy rápido, demasiado rápido incluso para los reflejos de un Seeker tan veloz como Starscream. El puño de Springer aún estaba en al aire cuando la espalda del Comandante Aéreo impactó fuertemente contra los restos de la pared que tenía detrás. Inmerso en un mar de estática, escuchó los veloces pasos de Thundercracker preceder su caída para lanzarse en un combate directo contra el líder de los Wreckers. Pero no logró mucho; Broadside, que no había abandonado su posición inicial, lo atrapó por una de las alas antes de que el Seeker alcanzara a Springer y lo hiciera lamentar su osadía.

Dos poderosos brazos apresaron a Thundercracker, rodeándolo por el torso hasta inmovilizarlo por completo, sin importar la descomunal fuerza que empleaba para intentar liberarse.

Springer sonrió satisfecho, cerniéndose sobre la caída figura de Starscream.

-Qué gracioso. Tienes soldados leales, después de todo – le dijo desde lo alto. Después se giró hacia sus Wreckers. - Muchachos, tengo una idea mejor: Demostrémosle al Comandante Aéreo la educación que tenemos hacia los oficiales superiores. – Les sonrió, y cada uno de ellos imitó su gesto - Háganlo sentir como en casa.

Después se deslizó lentamente hacia uno de los extremos del cuarto, abriéndose paso entre las figuras de sus subordinados.

-Jefe, ¿qué hacemos con éste? - Broadside logró apresar los brazos de Thundercracker por detrás de su espalda, quien comprendió, después de un último intento por liberarse, que sólo conseguiría dañarse a sí mismo si continuaba forzando la capacidad de sus servos.

Springer ni siquiera volteó a mirarlo.

-Que mire el espectáculo, por supuesto. Será un buen incentivo para el Comandante Aéreo saber que tiene una audiencia muy leal.

Los Wreckers sonrieron, tronando sus puños.

Starscream se puso de rodillas, preparándose para levantarse, pero no pudo hacerlo. Antes de afianzar sus pies sobre los escombros, una mano se posó rudamente en uno de sus hombros y lo empujó con la fuerza suficiente para devolverlo al piso sentado. Maldijo, clavando las brasas de sus ópticos en Sandstorm, que lo veía desde lo alto, oscuro, sonriente, con una mueca extraña bajo los brillantes punteros de sus orbes azules. Su mirada era malicia, locura… deseo.

Haz algo, maldición.

-E-esperen… ¡Podemos llegar a un acuerdo!

Tres de los Wreckers se acercaron a él, cubriéndolo con sus enormes sombras. Sus sonrisas perforando la esperanza de supervivencia de Starscream.

-Claro que sí – intercedió la voz de Springer desde alguna parte de la habitación. - Eso es justamente lo que vamos a hacer.

Thundercracker, cuyos pies habían vuelto a tocar el suelo, fue obligado a ponerse de rodillas. Esta vez sus manos fueron esposadas detrás de su espalda con un dispositivo inhibidor de energía. No tendría la fuerza para ponerse de pie, mucho menos para pelear.

-Esto es deshonroso – masculló, mirando con furia la desesperante escena frente a él.

Starscream no era particularmente de su agrado, pero más allá de ser su Comandante y su oficial superior, era su compañero aéreo. El agrado o la empatía sobraban en una relación tan compleja como la que formaban los miembros de una misma escuadra aérea. Habían volado juntos por millones de años, forjando un lazo indestructible que sólo los Seekers, miembros de un mismo equipo - de un mismo enlace que duraría hasta el último día de sus vidas - podrían entender. No era costumbre; era la necesidad de la perfección en el aire, la comunión entre compañeros, la programación más básica de sus chispas vitales.

Starscream estaba en una alarmante desventaja numérica que podría desactivarlo inmediatamente, y él, bajo el dominio de un único Wrecker, no estaba haciendo un verdadero esfuerzo por ayudarlo. Qué vergüenza.

-¡Peleen contra nosotros, Autobots! Libérennos… Esto es injusto – insistió Thundercracker, cuyo peso sobre los hombros aumentó.

Broadside se acuclilló a su lado, acercándose hasta rozar el audio del Seeker con el borde de su casco.

-No. Apuesto a que esto te va a gustar mucho, Seeker… Todos ustedes son unos pervertidos.


El primero en estirar la mano hacia él fue sagazmente repelido por una patada en el brazo. Starscream estaba en desventaja numérica, pero jamás se había considerado a sí mismo indefenso. Podría pelear contra ellos. Era probable que impusieran su voluntad sobre él al poseer la cantidad de puños necesarios para reducirlo, pero no lo harían fácilmente. Ni siquiera Megatron, un creador directo de la destrucción y la locura, lograba subyugarlo a la primera oportunidad.

Se movió a un costado, pero Sandstorm, con una mueca de júbilo, le cortó el paso, obligándolo a volver al centro de la pared. Maldición. Por el otro lado se acercó Topspin, y Starscream tensó los brazos, indicándole con ello que estaba dispuesto a contestar cualquier tipo de agresión con el mismo índice de violencia. El Autobot se rió y levantó las manos a modo pacífico, burlándose de él. Detrás de ambos, Roadbuster se mantuvo impávido; su visor verde brillando con anticipación.

Starscream calculó sus posibilidades nuevamente, negándose a ser derrotado por el miedo antes que por la alevosía de sus enemigos.

Tres, quizás los seis contra él solo.

Thundercracker estaba a su lado, pero después de haber sido derrotado, Starscream no contaba con él excepto para ayudarlo a escapar, como cualquier Comandante haría con los miembros de su unidad. Thundercracker era su compañero aéreo más allá de ser su subordinado, y aunque la mayor parte del tiempo Starscream no soportaba su carácter agrio y su constante mal humor, algo muy dentro de él, escondido en los confines de su egocéntrica programación, lo apreciaba y no podía luchar contra la idea de ayudarlo, manteniendo íntegra su salud física.

Maldición. Movió un pie. El piso repiqueteó bajo su peso. Uno de los Wreckers se rió; los demás sonrieron con muecas de maldad incomparable. El camino estaba bloqueado por izquierda y por derecha, y Roadbuster no era la mejor opción para un primer enfrentamiento.

-¿Quieres vivir, Starscream? Te recomiendo que te rindas ahora mismo y hagas todo más fácil para ti. Mis muchachos no saben perder.

Topspin volvió a acercarse, estirando una mano con la intención de alcanzar una de las alas de Starscream, pero se llevó una sorpresa cuando el Seeker lo tomó del brazo, le encajó una rodilla en el estómago y de un codazo en la espalda lo mandó de cara al suelo. Todo sucedió tan rápido que todos los presentes, a excepción de Thundercracker, tuvieron problemas para seguir el rápido flujo de sus movimientos.

El Wrecker caído gruñó una protuberante maldición, poniéndose de pie al tiempo que Sandstorm, decidido a vengar la vergüenza de su compañero, empujó a Starscream con la intención de golpearlo, pero su puño se incrustó en la pared cuando la cabeza del Seeker se quitó justo en el instante en el que lo miró venir, escapando de él y del mortal abrazo de Roadbuster, cuyos brazos se cerraron en el aire cuando Starscream se deslizó a un costado y tomó un afilado escombro del piso, empuñándolo a manera de arma.

Los tres Wreckers retrocedieron, devolviéndole espacio.

Springer se rió desde el fondo, palmeando sus manos en un lento y sonoro aplauso cuando el Seeker se encontró arrinconado y nuevamente rodeado por tres fúricos y enormes Autobts. Su derrota era inevitable. La salida era inalcanzable.

-Vamos, Comandante. ¿Por qué no se rinde?

-¡Esto es una estupidez! ¡Deben dejarnos ir! – gritó Starscream, empuñando firmemente el afilado fragmento de metal al sentir la peligrosa cercanía de Sandstorm, cuyas manos materializaron un arma de fuego de corto alcance.

La pistola apuntó directamente a su cabeza. A sólo unos metros de distancia el Autobot no fallaría. El tiro sería mortal.

Estúpidos Autobots. Echó un vistazo de reojo a la salida, otro más a Thundercracker, que le devolvió una mirada solemne.

-Suelta eso, Seeker – advirtió la fría voz del Triplecambiador.

Starscream se deslizó varios pasos hacia un lado al mismo tiempo que Roadbuster volvió a acercarse, posicionándose a un costado de su camarada. El arma retiró el seguro y Sandstorm se rió con un tinte de locura que rebotó en las paredes del cuarto y en los rincones inanimados del pasillo al otro lado de la pared.

Después sucedió un potente disparo que hizo a Starscream brincar, sintiendo la ráfaga rozar el borde de su audio antes de escuchar el chirrido del metal cuando la bala perforó el muro y desató un torrente de polvo y cables. Le costó algunos segundos descubrir que no había sido herido, pero Topspin aprovechó su distracción y le arrebató el fragmento de metal de las manos, golpeándolo rudamente en la mejilla con un puño. La espalda del Seeker chocó contra la pared por tercera ocasión, su procesador rebotando dentro de su cabeza, mareándolo al instante.

Se llevó una mano a la mejilla, enfurecido. Los Wreckers estaban jugando con él. Con el camino cada vez más corto entre ellos y él, se divertían con sus reacciones, con sus actos, con cada una de sus desesperadas ideas por mantenerlos alejados. Siempre había encontrado la manera de sobrevivir, rescatándose a sí mismo de situaciones imposibles, pero esto rebasaba sus expectativas. Siempre había alguien cerca, otro Decepticon, un factor importante, alguna distracción que le ayudaba a escapar, pero hoy no. Hoy la acción de sobrevivir estaba atrapada dentro de un tramo oscuro e invisible.

Irónicamente, la agresividad de Megatron le ayudaba a mantenerse activo en el tema. Sobrevivía al líder de los Decepticons cada día de su vida, enfrentándolo de tantas maneras que la rutina equivalía a ser espontáneo, más rápido que él y mucho más inteligente. Un absurdo equipo de bestiales Autobots no debería ser problema, pero…

Pero eran los Wreckers. Eran los malditos Wreckers.

Se quedó cerca de la pared, devolviendo la vista a su apresado compañero aéreo, cuya indignación seguía latente en sus ópticos. Los tres Wreckers que estaban frente a Starscream, por otro lado, comenzaron a emitir humillantes sonidos de burla con sus vocalizadores, reposicionándose hombro con hombro hasta formar una sólida barrera de brazos, piernas y enormes puños que auguraban sufrimiento.

-Sólo estás desperdiciando nuestro tiempo, Seeker. ¡Quédate quieto! - gruñó Sandstorm, tronando los transistores de sus dedos.

Los pies de Starscream se deslizaron sobre la torcida base de un escombro cuando los Wreckers dieron otro paso al frente. Estás en problemas, estás en serios problemas. Se quedó sin espacio para moverse. Roadbuster, el más grande de ellos, se rió, convulsionando la zona media de su chasis con cada poderosa carcajada que brotaba de su vocalizador. Sus brazos, del tamaño del Seeker y sus manos mucho más grandes que su cabeza, se cruzaron frente a su pecho. Cada dedo se contorsionaba al compás de su anhelo de violencia y dolor. Mucho dolor.

Starscream se recargó en la pared, sintiéndose pequeño ante todos ellos, humillado por lo que no podría controlar. De uno en uno podía tener una oportunidad contra ellos en combate, como había demostrado inicialmente, pero contra todos juntos… Miró de rostro en rostro, con los dientes apretados y las alas tensas. Estaba perdido, y no sabía si pronto también estaría muerto, con cada uno de los futuros golpes encajando humillación en su orgullo, terminando de convertirlo no sólo en la burla de su propio líder, sino en la burla de un grupo de desconocidos que habían tomado a la violencia como estandarte y la habían introducido clandestinamente entre sus rangos.

-¡Desistan de este absurdo arrebato de bestialidad! Están cometiendo un grave error… ¡Argh!

Una inmensa mano se cerró alrededor de su cuello, comprimiéndolo con tanta fuerza que las palabras se atoraron en su vocalizador, y sus manos, pequeñas en comparación con las del monstruo que le rodeaba la garganta, subieron hasta apretar con desesperación los contornos de la descomunal muñeca, no causando ningún daño.

-Suél… - se sacudió, estirando las piernas para tirar patadas que jamás llegaron a su objetivo. Alrededor de él escuchó risas y ofensas. Gruñó, tirando golpes erráticos al enorme antebrazo de Roadbuster. - Sué… ¡Suéltame… argh!

Los dedos amenazaron con quebrar su cuello, apretando violentamente. Tenían razón, tal vez no pelearía. Tal vez su muerte sería inmediata. Tal vez se desharían de él y de su cuerpo como si jamás hubiera existido; sus logros borrados, sus metas abandonadas, sus alas arrebatadas del cielo, su perfección oxidada.

Roadbuster podría girar los servos de su muñeca y acabar con él en un instante, cortando el flujo de energon a su procesador, extinguiendo su chispa vital después de que su cuerpo, incapacitado para continuar moviéndose, perdiera toda gracia para ellos.

No sabía, jamás imaginó, que tenían otros planes para él.

-¡Así se ve mejor! – se rió Sandstorm, de pie a un costado de Roadbuster.- Ahora bájalo. Quiero jugar con él.

Roadbuster empujó a su camarada al mismo tiempo que soltó a Starscream y éste cayó sentado sobre un montón de alambre y roca espacial, mareado por la súbita presión del energon retornando a su cabeza. Alarmas bloquearon sus sensores visuales, pero fueron urgentemente desplegadas por su necesidad de ver lo que estaba sucediendo. Fue cuando la última de ellas se escondió en la periferia de su visión que se topó con un matiz de colores muy distintos a los de la habitación: verde, anaranjado y negro sucedieron el amplio panorama de sus sentidos, reduciendo su vida a dos poderosas manos que lo tomaron de las piernas para arrastrarlo y hacerlo caer de espaldas.

El sonido de sus propias alas rebotando contra el piso fue opacado por el grito de furia que fluyó de su vocalizador cuando la pesada figura de Roadbuster se puso sobre él, impidiéndole moverse y apresándole los brazos por sobre su cabeza con una sola mano.

-¿¡Qué demonios crees que estás haciendo, Autobot estúpido!? - rugió, comenzando a ceder ante el pánico. ¿Qué rayos se suponía que estaban haciendo? - ¡Suéltame! ¡Suéltame, maldición!

Se sacudió con toda la energía que su cuerpo fue capaz de acumular, respondiendo activamente al estrés de su procesador, pero fue imposible liberar sus manos o deshacerse del absorbente peso de esa bestia invasiva.

-¡Déjame ir!

La mano de Roadbuster se deslizó ásperamente por un costado de su fuselaje, deteniéndose a analizar los resquicios de su armadura, las divisiones, las ranuras que eran demasiado pequeñas para sus grandes dedos. Starscream lo miró con ópticos alarmados, confundido, congelándose en medio de su protesta. ¿Qué significaba eso? Iban a golpearlo, sólo eso… Golpearlo. Sólo golpearlo. Tal vez le dispararían, pero no lo matarían. Era mucho más valioso vivo que muerto.

Giró la cabeza, mirando la mueca lasciva de Sandstorm a su izquierda, la sonrisa perversa de Topsin a la derecha… Y más allá de ambos Autobots, la preocupada mirada de Thundercracker perforando su propia integridad mental y su orgullo.

Pelea. No los dejes que continúen.

-¡NO! – rugió, retorciéndose en un desesperado intento por liberar sus brazos y levantar sus piernas. Flexionó las rodillas y sacudió sus alas, obteniendo un coro de carcajadas y un alboroto de insultos como único resultado - ¡Malditos sean, despreciables escorias Autobots!

Roadbuster apretó su cintura, acarició las placas de su cadera y poco a poco fue acercándose a las uniones de sus alas, introduciendo los dedos en lo que fue un tormentoso acto de reflejo para el Decepticon, cuya espalda se arqueó en un flexible rictus y su cabeza chocó contra el piso.

-¡He dicho que me suelten! ¡ARGH! ¡Pagarán por esto! ¡Juro que pagarán por esto!

No podía dejar que eso sucediera. No frente a alguien como Thundercracker, su subordinado, su compañero aéreo, otro Decepticon con las mismas bases de programación que él. Volvió a sacudirse, encontrándolo inútil tras comprobar que el armatoste encima de él no se movería.

-¡Libérame! – le exigió, tratando de hacerse a un lado cuando su ala derecha fue recorrida desde los bordes inferiores hasta la punta.

Roadbuster se acercó a su rostro, riéndose.

-¡No! ¡Quita tus asquerosas manos de mí! – Starscream echó la cabeza a un lado, después al otro, no cesando sus bruscos intentos por liberar los brazos. Lo logró después de unos segundos de sacudirse sin control, descubriendo que había sido soltado a propósito. Todo era parte del juego en el que él había sido transformado en el juguete principal.

-Encuentro fascinante cuando se resisten – murmuró alguien, posiblemente Topspin.

Sandstorm se acercó nuevamente hacia él, hincándose tras un ademán de consentimiento por parte de Roadbuster, cuyo escrutinio en el fuselaje de Starscream aumentó de tono. Los dedos, buscando algo inespecífico, hurgaron entre las uniones a las que no podían acceder sin forzarlas a hacerse más grandes, deformando los pliegues de la armadura hasta que Starscream emitió un grito de desesperación y dolor. Golpeó al Autobot con una serie de puñetazos que lograron abollar su frígida máscara de batalla, pero recibió a cambio una bofetada que le hizo escupir energon y lo mandó a la inconsciencia por varios segundos.

Inciertos segundos en los que su cuerpo no se movió, sus manos no lucharon, sus ópticos perdieron potencia y su rostro, congelado en una mueca de horror, dejó de sacudirse. Roadbuster se rió y continuó tocándolo, abollando su fuselaje, rayando su pintura. Se inclinó y le acarició las alas, deleitándose con el movimiento flexible de las series de alerones y la maleable naturaleza de los servos que unían los elegantes apéndices a la espalda del Seeker.

Starscream se estremeció dentro de su inconsciencia, contrayendo la frente y moviendo ligeramente la cabeza, hasta que Sandstorm le ayudó a volver a la vida, hablándole al nivel de sus receptores de audio mientas le palmeaba las mejillas, animado por el coro de risas e insultos de los demás Wreckers.

-¿Eso es todo lo que tienes, Starscream? – preguntó el Triplecambiador cuando los ópticos rojos comenzaron a parpadear.

Roadbuster lo tomó por la cintura, dejando las marcas de sus grandes dedos en las placas de fuselaje. Starscream recobró por completo la conciencia al registrar el aturdimiento de sus sensores en esa zona, volviendo a la vida en un desesperado intento de alejar esas manos de su cuerpo, que cada vez registraba más daños y heridas.

-No… ¿Qué creen que están haciendo? ¡D-detengan esto ahora mismo! – demandó, desesperado.

Sandstorm metió una de sus negras manos bajo la espalda del Seeker, alcanzando las uniones de sus alas. Sus nódulos de microcircuitos y sensores respondieron instintivamente al íntimo contacto, haciéndolo saltar.

-¡No me toquen, maldita sea!

-Wow, es cierto lo que dicen. Estas cosas tienen alas sensibles.

Estas cosas…

-¿A quién demonios llamas así? – Starscream volvió a golpear los brazos de Roadbuster, que cada vez lo aplastaba con más pesadez y fuerza contra el piso.- ¡Maldición! ¡Déjenme ir!

Usó los poderosos brazos del Autobot como soporte para impulsarse hacia arriba, optando por deslizarse hacia afuera de una manera poco común pero que daría buenos resultados. Pero alguien más interrumpió su camino, acercándose por un costado justo en el instante en el que había logrado desasirse de las manos que jugaban con sus alas.

Era Topspin. Maldición. Starscream gritó de rabia, desechando la idea de tirar patadas al sentir la descomunal figura de Roadbuster inutilizar sus piernas a los costados de su cadera.

Recorrieron sus alas una vez más, tocaron sus muslos, electrificaron las turbinas de su pecho. Gruñó y los maldijo, peleando por quitárselos de encima, pero Topspin, finalmente cansado de sus arrebatos histéricos, le tomó de las manos y volvió a apresárselas sobre la cabeza, dejándolo indefenso ante el perverso juego que todas esas manos continuaron a lo largo de su fuselaje, lastimándolo, humillándolo.

Sandstorm llegó a las uniones de la cabina de su pecho y jugó con la posibilidad de abrirla, hundiendo los dedos en las pequeñas divisiones que permitían a Starscream transformarse.

-¡No! ¡No hagan esto! ¡Bastardos, dejen de tocarme!

Se sacudió frenéticamente, mirándolos con nerviosismo, derrotado por el miedo que pasó a transformarse en horror cuando volvió a reparar en la presencia de Thundercracker, cuya mirada seguía sobre él, condescendiente, revelando la impotencia que sentía, quizás la lástima de no poder ayudarlo y mirarlo descender velozmente al infierno.

No. Esto no puede estar pasando. Starscream movió sus piernas, separadas alrededor de las monstruosas caderas de Roadbuster. Después volvió a enfocar su atención en Thundercracker y negó con la cabeza. Deja de ver esto, deja de ver esto. No me veas así. ¡No veas esto! Gritó de rabia, pero fue callado por un doloroso puñetazo que dejó una marca en el borde de su casco, regresándolo a la destructiva realidad de esas tres bestias jugando con su cuerpo.

Una mano se introdujo nuevamente entre sus alas, manoseando sus sensores. Otra hurgó en las turbinas de su pecho, estimulando y arrancando vergonzosas reacciones de su cuerpo. Una tercera tocó las uniones de sus piernas con su cadera, arrancándole un involuntario estremecimiento que hizo gritar de júbilo a más de un Autobot. No. No hagan esto. No. Maldición no.

-¿Qué es esto que siento? – murmuró Roadbuster, acercándose más a él.

La claustrofobia hizo mella en los instintos del Seeker y lo obligó sacudirse una vez más, jalando sus brazos en un desesperado intento por liberarlos hasta que las junturas de uno de sus codos tronaron y un dolor terrible, agónico, le recorrió desde el hombro hasta el centro de su espalda, arqueada en su poco espacio al registrar el estímulo indeseado en las ramificaciones sensoriales de sus alas.

Roadbuster frotó sañosamente su pecho contra la cabina de vidrio, agrietándola en el acto.

¡No puedo detenerlos! ¡No puedo hacer que paren!

Gritó, moviendo sus manos y una de sus piernas bajo el efecto de un tic nervioso que evidenciaba su frustración y el terror que comenzaba a esparcirse como veneno a través de sus válvulas de bombeo y sus aterradas líneas de combustible. Su procesador registraba los diversos estímulos y lanzaba advertencias a su visión, preguntándole si quería iniciar protocolos de interface.

-Está comenzando a calentarse – murmuró Roadbuster con un perverso ronroneo de motores.

-¡Detengan esto! – imploró Starscream, sin atreverse a mirarlos. - ¡Puedo darles cualquier cosa si me dejan ir! ¡Lo que sea! ¡Sólo deténganse!

-Nos estás dando justo lo que queremos, Starscream. Mis muchachos han estado un poco estresados últimamente – respondió la voz de Springer desde algún lugar de la habitación - y tus servicios son exactamente lo que necesitan para relajarse.

-No… ¡Argh! ¡No me hagan esto!

-Maldita sea. ¡Cállate ya! – El puño de Topspin le reventó el labio inferior, estrellándole la cabeza contra el piso al mismo tiempo que Roadbuster arrancó de tajo la base protectora de su cabina, llevándose varias placas de fuselaje en el proceso.

Starscream gritó, herido. Alarmas de emergencia y de dolor inundaron su mirada, informándole también de una ligera fuga de combustible en uno de los conductos reventados de su brazo izquierdo. Los circuitos internos de su cabina quedaron expuestos, a merced del perverso análisis de sus tres agresores, que silbaron de júbilo, tocándolo, ofendiéndolo y humillándolo sin descanso.

Starscream inclinó la cabeza, sintiendo entre todas esas miradas una sola que era la que más dolía, la que más quemaba, escaldando hasta el centro mismo de su chispa vital, cuya seguridad estaba a punto de ser trasgredida. Thundercracker seguía mirando. Thundercracker no perdía de vista ni un segundo de lo que hacían con él, de cómo lo tocaban, cómo reaccionaba su cuerpo, cómo su mortificación crecía y crecía hasta convertirse en deshonra, humillación.

Estaba a punto de ser violado y no había nada en el mundo que pudiera hacer por evitarlo.

-Ah, esto es fascinante – murmuró Sandstorm, atento en inspeccionar el fondo de la maraña de cables y circuitos diseccionados.

-No, no lo es… Por favor, no me hagan esto.

La máscara protectora de Roadbuster se retiró de su rostro, revelando una torcida sonrisa entre las cicatrices y las marcas de guerra. Cuando comenzó a inclinarse sobre el pecho del Seeker, buscando aumentar su estrés y su martirio, la desesperación hizo que Starscream activara los propulsores de sus pies, quemando considerablemente las piernas del enorme Autobot y golpeando la espalda de Topspin contra pared a causa del impulso.

El grito de furia de Roadbuster fue similar al grito de terror de Starscream cuando la violenta mano del Wrecker se enterró en su pecho y arrancó la indumentaria de su cabina, cercenando cables y circuitos que comenzaron a bombear energon hacia el exterior. Rojo y gris se tiñeron de magenta. El piso consumió su sangre, el aire se contaminó de su dolor, que se apoderó de su pecho y también de sus piernas cuando Springer, recargado en la pared al otro lado del cuarto, detonó dos disparos que destruyeron los propulsores de Starscream y cesaron la producción de energía.

-Vamos, vamos, yo también quiero divertirme – dijo Sandtstorm, introduciendo una mano en los ensangrentados circuitos íntimos de Starscream.

Roadbuster se lo quitó de encima, gruñendo.

-Cuando yo termine con él.

El Seeker meció la cabeza en un desesperado intento por negar lo que estaba sucediendo, temblando por la agonía y el asco que invadían sus sensores.

-No pueden hacerme esto. Están cometiendo un grave error. Deténganse… Deben detenerse.

Pero Roadbuster no se detuvo. Volvió a ultrajar su privacidad hasta encontrar lo que estaba buscando; después se llevó una mano a su propio pecho y extrajo, con una mueca de triunfo, un prominente cable de interfaz que conectó vigorosamente en los puertos del Seeker, cuyos cortafuegos respondieron automáticamente en contra de la amenaza e intentaron a toda costa expulsar la presencia que pretendía anularlos.

No podía quedarse sin barreras internas; no podía dejarlos controlar su mente, sus sistemas y su cuerpo por completo. Balanceó las piernas, arrastró las alas. Los dedos de sus manos se movieron antes de empuñarse, protestando contra las restricciones.

-No… ¡Maldita sea, detente!

Siseó al sentir el impacto de una estrepitosa oleada de energía chocando contra sus cortafuegos de emergencia, sobre-escribiendo funciones y tumbando una a una sus barreras de protección. Sus antivirus dispararon alarmas y sus escudos de defensa vibraron sonoramente dentro de su cabeza. Se mordió los labios, apagando y apretando los ópticos.

-¡No!

Negó con la cabeza, sintiendo un nuevo embate que le arrancó las palabras del vocalizador.

Otro y otro más que derrumbaron sus sistemas en un efecto dominó. Los antivirus se paralizaron. Las barreras cedían.

Sus alas se convirtieron en el juguete favorito de Sandstorm. Las turbinas de su pecho en la admiración de Topspin. El resto de su cuerpo le pertenecía a Roadbuster.

-Esto es delicioso – susurró Roadbuster, besando su barbilla y mordiéndole el cuello.

Pelea. Pelea. Pelea. Gritó de rabia, ahogando poco a poco el sonido de su voz hasta transformarla en un dócil gemido.

-Eres delicioso – añadió Roadbuster, escarbando en las uniones de sus alas.

Encendió y apagó los ópticos. Meció los brazos con fuerza. Sus programas internos, confundidos por la aglomeración de sensaciones y los constantes cúmulos de energía trastocando sus barreras de defensa, continuaron insistiendo con la idea de activar sus protocolos de interface a favor de responder positivamente a los estímulos. Gimió, después gruñó, gritando de desesperación. No. No quiero esto. ¡No quiero!

Uno a uno, sus cortafuegos cedieron, derrumbados por la desventaja física y psicológica de su posición. La temperatura de su cuerpo aumentó, mientras que sus sistemas de enfriamiento luchaban contra las irrazonables directrices de su procesador para incrementar la absorción de oxígeno.

Tres potentes impactos energéticos más. Abrió la boca, jadeando y tensando los hombros. Su voz convirtiéndose en un delirante gemido que le traicionaba a sí mismo.

-¡Ah, detente! ¡DETENTE!

Roadbuster se rió, enterrando los dedos en la entrepierna del Seeker, que gruñó de rabia, convirtiéndose su voz en un nuevo gemido de impotencia y desesperación. Las descomunales dimensiones del Autobot lo atosigaban, lo aplastaban, cortaban el flujo de su campo energético. No puede estar pasando esto. No frente a Thundercracker.

Sus ópticos volvieron a la vida, buscando el rostro de su compañero aéreo entre la mole de excitados Autobots. Detrás de una ruidosa pantalla de advertencias, protocolos rechazados y alarmas, localizó la figura derrotada del Seeker azul, que lo miraba fijamente, detenido por una mano que sostenía su cabeza y le impedía desviar la atención de sus aterrados ópticos.

Starscream desvió rápidamente sus sensores visuales hacia al techo al tiempo que otro invasivo embate de energía se estrelló contra sus filtros de defensa, haciéndole retorcerse, incapaz de resistir la urgencia que tenía su cuerpo por liberarse del estrés, poco a poco reaccionando a las manos que oprimían sus sensores, que molestaban sus alas y se deslizaban a lo largo y ancho de sus piernas, rompiendo fuselaje, deformando cruelmente sus divisiones.

Sigue mirándote, haz algo. Él sigue mirándote.

-No sigas. ¡No sigas! – pidió, sin saber a quién realmente se dirigía. Su voz se convirtió en un borboteo de estática cuando sus cortafuegos se tambalearon y amenazaron con ceder. Gritó, echando la cabeza hacia atrás para regocijo de Topspin, que se dio la libertad de inclinarse hacia él para violar la libertad de su boca, después de sus alas, que estimuló con manos expertas - ¡NO! ¡ALTO!

Thundercracker era un Transformer de carácter reservado, muy serio y con dotes morales ridículas, pero era un Decepticon. Starscream vivía en un mundo Decepticon, donde todos tenían excelentes maneras de burlarse, de aprovecharse de los demás, de destruirse entre ellos aun cuando existían bajo un mismo ideal de conquista que funcionaba para unirlos en la miseria de la guerra. Thundercracker era un Decepticon que estaba mirando una atrocidad cometida por Autobots… los Autobots que teóricamente deberían ser más débiles que los Decepticons.

Ya no tendrás su respeto. ¿Alguna vez lo había tenido? Sí. Lo había tenido, pero lo estaba perdiendo. Thundercracker lo estaba mirando ser humillado, destruido. Sus severos ópticos rojos no perdían ningún detalle de la desnaturalización de su Comandante Aéreo.

-Llévenselo de aquí – murmuró en medio de los ruidos, las risas y los comentarios obscenos de los Wreckers. - ¡Llévenselo de aquí! – Se sacudió, arqueándose cuando los estímulos en los sensores de sus alas se hicieron insoportables y su cuerpo reaccionó deshonrosamente a favor de ellos. - ¡N-no! ¡N-gah! ¡No pueden dejar que vea esto! ¡No quiero que… aah!

Roadbuster enterró el rostro en los adoloridos circuitos de su pecho, sosteniéndole la espalda con ambas manos. Sandstorm bajó hacia su cadera y metió los dedos entre las uniones de su torso y su pecho, electrificándolo hasta hacerlo gemir. Pero le dolió más la intensidad de esos ópticos rojos mirándolo, de ese rostro impotente presenciando su violación con lástima y angustia.

No. No quiero tu lástima. Quiero que te largues. Quiero que te vayas…

-¡Vete! – bramó, echando la cabeza hacia atrás, su desesperación hablando al detectar uno de los últimos avisos de sus fatigados sistemas de defensa a punto de morirsiendo. Todo estaba perdido. - Por favor, sá… ah… ¡argh! S-sáquenlo… ah… – Una mano le retorció los alerones de su ala izquierda.

Dolor.

Otra mano se hundió en el interior de uno de sus escapes, rompiendo lo que encontraban a su paso.

Desesperación.

Volvió a gritar, sacudiéndose bajo el efecto de la histeria.

-¡No! ¡Sáquenlo de aquí! ¡No quiero que…! ¡Ah! Llévens… Primus.

La última de sus barreras cayó, sus cortafuegos desactivados por un comando mucho más poderoso que las defensas de sus sistemas de seguridad. Gruñó, maldiciéndolos a todos, maldiciéndose a sí mismo.

Topspin aferraba sus brazos con efectividad, festejando la locura y la agonía del Seeker.

Starscream abrió la boca para suplicarles una vez más, pero un atroz impulso de energía, que invadió sus sistemas internos y retrajo su mente al dolor y a la realidad, le hizo ahogarse entre tosidos de estática y gemidos. Sobre él, Roadbuster soltó una rumiante carcajada; después se estremeció de gusto y de placer.

El mundo inició su lenta destrucción con la boca de Roadburst regresando a su pecho para escarbar entre sus ensangrentadas aleaciones, buscando algo más que dolor, buscando el terror que invadió cada uno de los circuitos de Starscream, acalambrando sus manos y sus piernas. Gimió, mordiéndose los labios para evitar que más sonidos obscenos salieran de su boca.

Su cámara de chispa activó sus protocolos básicos de defensa, pero era inútil que lo hiciera; podrían forzarla a abrirse aun cuando él no lo quisiera.

-Voy a matarlos a todos – gimió con la voz llena de estática, jalonando sus brazos con los últimos atisbos de sus fuerzas. - P-Primus… voy a… ah… a matarlos a todos… Voy…

Roadbuster le agitó violentamente, abofeteándolo una y otra vez hasta que su vocalizador se impuso a sus órdenes y comenzó a gritar de terror, sumergido en las protestas de su procesador rebotando dentro de su unidad craneal. El gigante se rió, dejando de golpearlo pero volviendo a lastimarlo cuando introdujo las manos en las uniones de sus alas e intentó jalar ambos apéndices, pretendiendo arrancarlos en la búsqueda del deleite que cada sensación de dolor registrada por el cuerpo del Seeker producía en sus propios sistemas.

-Esto es exquisito… ¿No lo crees, Decepticon? – murmuró Broadside cerca del audio de Thundercracker, que echó la cabeza al lado opuesto.

-Ustedes son despreciables.

-Muy dentro de ti sabes que lo disfrutas. No puedes engañarme; morirías por tomar el lugar de cualquiera de mis camaradas – sonrió el Wrecker, reafirmando su mano en torno al cuello del Seeker azul para obligarlo a mirar. - Observa, no quiero que te pierdas ni un detalle.

Los ópticos de Thundercracker volvieron a enfocar la cruel y devastadora escena frente a él. Starscream sacudía constantemente la cabeza en un ritmo desenfrenado que evidenciaba su desesperación y su dolor, murmurando sílabas ininteligibles que le servían para darse fuerza en un campo que sabía totalmente perdido.

-Déjenme ir… Déjenme ir.

Roadbuster hundió nuevamente el rostro entre el salpicadero de energon y piezas rotas en el que se había convertido el pecho de Starscream, mordiendo, hurgando, arrancando agudos delirios de dolor que abotagaban el vocalizador de su víctima. La cámara de chispa era un tabú a punto de liberarse. El Wrecker lo sabía, y la buscó con tanta lentitud que el estrés que el Seeker manaba ante el inminente acontecimiento era un incentivo extra para continuar.

El Autobot gimió, rozando con sus labios los bordes de la cámara de chispa. Se sentía sumergido en el éxtasis de lo prohibido, absorbiendo la información que su grueso conductor de interfaz obtenía de los cansados sistemas del Seeker, cuyo dolor y los estímulos de sus sensores se trasladaban hacia el gigante en forma de suculentas oleadas de placer.

Starscream, completamente ajeno a ese deleite, era víctima del sobrecalentamiento que empezaba a apoderarse de su cuerpo y amenazaba con dañar la integridad de sus procesadores centrales y de sus tarjetas de memoria. Consumido por la vergüenza, se vio obligado a encender sus sistemas de enfriamiento, involuntariamente respondiendo a los alevosos embates energéticos que Roadbuster inyectaba una y otra vez en sus puertos de interface.

Eso provocó un coro de risas y vítores que lo hundieron más en su terrible humillación.

-Así es. Lo estás haciendo perfecto, Seeker – musitó el lujurioso Autobot, mientras subía hasta alcanzar los cables de su cuello, después su boca, que besó con brusquedad pese a que el asqueado Decepticon intentó apartarse. - Ya comienzas a sentirlo, ¿verdad?

-Sáquenlo de aquí… Por favor, n-no quiero que vea esto.

Roadbuster se dedicó a jugar con los tubos de su garganta, apresándolo nuevamente en aquel terrible abrazo que le arrebataba la razón.

-No seas egoísta. Tu amigo también lo disfruta… De hecho, creo que podría unirse a jugar con nosotros – intercedió Topspin, visiblemente excitado. – Siempre he encontrado las disputas de poder entre Decepticons ridículas, pero al mismo tiempo fascinantes. - Se inclinó hasta lamer el audio de Starscream, que retiró la cabeza hacia el lado contrario, cansado de no poder luchar contra todos ellos. - Sería muy excitante verlo someterte de esta manera.

Un nuevo embate de energía penetrando sus sistemas cortó el flujo de pensamientos de Starscream y lo hizo jadear, retorciéndose ante el sobre excitado escrutinio de sus violadores.

-Oh sí, sí, sí. Dos bonitos Seekers interfazándose en una lucha de poder. Creo que tendré una sobrecarga sólo con pensarlo – le secundó Sandstorm con visible lujuria. Volteó a ver a Springer, que con un sencillo gesto desaprobó la idea.- Qué pena…

Starscream sacudió la cabeza, aclarando la estática de su vocalizador cuando un grito escapó de sus labios, secundado por dos nuevos embistes energéticos que le hicieron ahogarse en una tormenta de palabras y jadeos.

-M-malditos… Voy a matarlos. Van a… ah - se interrumpió a sí mismo para callar un gemido de dolor y algo parecido al placer cuando sus sensores comenzaron a registrar una onda de sobre estimulación acercándolo cada vez más rápido a una sobrecarga de sistemas. – No. No. No... Por favor, detente… ¡Deja de hacer eso!

Dolía.

Balbuceó una plegaria, buscando la fuerza que estaba por abandonarle completamente.

Dolía mucho.

-Lo estás sintiendo, ¿vedad? Antes de que todo termine vas a tener muchas de las mejores sobrecargas de tu vida, basura Decepticon – le amenazó Roadbuster, encontrando mayor satisfacción en la acción de remover manualmente las placas de fuselaje que cubrían las barreras finales de la cámara de chispa del Seeker que en ordenar internamente que se abrieran por sí solas.

-No… ahh… por favor, déjame… por favor, no lo hagas… no, no, no…

Los escapes de los hombros de Starscream sorbieron aire con desesperación. Sus ópticos apagados, sus dientes apretados hasta los límites de su mandíbula. Cada nuevo roce lo doblaba dentro de sí mismo, haciéndolo arquearse y responder en contra de su voluntad a los estímulos, a los repulsivos intercambios energéticos de alguien tan asqueroso como Roadbuster, a esos dedos venciendo uno a uno los cierres herméticos de su pecho.

Dolía, pero lo soportó con las manos empuñadas y los dientes apretados.

Dolía, pero no había nada que pudiera detenerlo.

Se mordió la glosa y estiró el cuello, chocando su nuca contra el piso.

Cuando la última placa que cubría su cámara de chispa fue arrancada, comenzó a gemir sin control, incapaz de evitarlo al pensar constantemente en la presencia de Thundercracker dentro de la misma habitación. Thundercracker mirándolo. Thundercracker como testigo de su brutal humillación. Thundercracker ganando un poder psicológico y mental sobre él. Se lo diría a Skywarp. Skywarp lo mencionaría a todos. Todos sabrían de esto.

Todos, absolutamente todos lo sabrían.

-¡No…! ¡Por favor! ¡P-por… ah! Ah… ¡Deben… deben detenerse! - suplicó en medio de un delirio de amenazas que sólo hizo reír a los Autobots.- Deben… - gimió, aturdido por tantas sensaciones y tanta energía acumulándose en su cuerpo que le exigía una pronta liberación.

Calor. Placer. Dolor. Estrés.

Mucho dolor.

Gritó hasta sobrecalentar su vocalizador, maldiciendo, susurrando estática, percibiendo cómo los continuos embates manipulaban su cuerpo y lo acercaban rápidamente a los primeros arrebatos de la sobrecarga. Sus sensores pulsaban dentro de un torrente demencial de información, energía y registros que se acumulaban unos sobre otros hasta congelar sus sistemas de lógica y razonamiento.

Gimió. Se mordió los labios. Gimió más fuerte, tensando las alas.

-Primus… No… No. No quiero. ¡D-de…!

-Estamos cerca. Estamos muy cerca…

-¡No! Por favor, detente…

Roadbuster jadeó ruidosamente, enterrando el rostro en el cuello de Starscream.

-Sí, Seeker, eso es, un poco más… Un poco…

-No… ah… No… ¡Detente! ¡DETENTE! ¡DETENTE, POR FAVOR!

-Un poco más… Un poco… Ah…

Roadbuster tuvo su primera sobrecarga en medio de los desesperados registros de dolor de Starscream, inundándole por dentro con una sensación energética tan agónica y poderosa que sus sistemas no pudieron continuar resistiendo el sobrepeso de la información y respondieron a su vez, tras un aviso de sobrecalentamiento, con una violenta sobrecarga que lo contorsionó de pies a cabeza, vertiendo ácido en sus sensores y fuego en sus conductos vitales.

Más allá de la vergüenza, del odio y la desesperación, el alarido que brotó de su vocalizador fue la cruda representación del dolor, un dolor que nunca antes había experimentado en su vida.


El grito continuó martilleando en los audios de Thundercracker aun cuando éste había muerto en el vocalizador de Starscream varios segundos atrás.

No podía dejar de mirarlo.

No quería ser testigo de las vilezas que cometían contra su Comandante Aéreo, pero no podía apartar la cabeza para dejar de observarlo. La prominente mano de Broadside le detenía firmemente de la nuca, forzándole a mantener el cuello rígido y la cara en alto, obligándolo a datar cada una de las atrocidades de las que Starscream no podía defenderse. ¿Qué podía hacer por ayudarle? Moverse era imposible con sus manos esposadas. La energía que circulaba por su cuerpo era mínima, apenas suficiente para darle vida a sus programas internos y a pocas, muy pocas de sus funciones motrices.

No podía ayudar a Starscream y eso carcomía hasta el centro mismo de su chispa vital. La impotencia le destruía, tan sórdida y lentamente como sus ópticos registraban una a una las escenas que quería borrar al instante pero que sabía que permanecerían ahí, dentro de sus recuerdos hasta el último ciclo solar de su existencia. Su compañero aéreo necesitaba su ayuda, alguien que era tan importante para él como lo hubiera sido un miembro directo de su familia. Sin importar las diferencias que existían entre ambos, necesitaba de él como nunca en los millones de años que llevaban de conocerse lo había hecho.

¿Pero cómo podía ayudarle? Con sus manos atadas y su fuerza reducida era imposible, impotente como estaba para impedir que la alevosía de los Autobots continuara abusando de Starscream, destruyéndolo con riesgo de una imposible reparación.

Thundercracker miró, en medio de su desesperación, cómo los tres Autobots que sometían a su compañero aéreo comenzaron a intercambiar sendas felicitaciones entre ellos, completamente satisfechos por la victoria que habían tenido sobre él. La sobrecarga que había sofocado cada intento de ese cuerpo por liberarse había levantado una especie de júbilo colectivo que era constantemente alimentado por los incontenibles jadeos de los filtros de aire de Starscream y la derrota reflejada en su rostro.

Para horror de Thundercracker, Roadbuster comenzó a remover los restos metálicos del ensangrentado pecho de Starscream mientras éste murmuraba frases ininteligibles, plegarias y ofensas que eran audibles únicamente por él mismo, inmerso en su dolor, brincando y gimiendo ante la insoportable agonía de estar siendo desollado en vida.

Thundercracker logró bajar la cabeza, pero Broadside volvió a levantársela al instante, obligándole a presenciar la humillante y muy dolorosa escena frente a sus ópticos.

-Déjenlo en paz – se escuchó a sí mismo decir, sintiendo cómo la mano que sostenía su nuca suavizaba un poco la presión. - ¡Ya han tenido suficiente de esto! ¡Déjenlo en paz, maldita sea!

Los tres Wreckers que abusaban de Starscream se detuvieron al instante, retraídos a una realidad alterna cuando el sonido de la voz que hasta ese momento sólo había observado con impotencia la destrucción de una de las constantes de su vida, penetró en sus audios y los hizo percatarse de la presencia del otro Seeker, al que habían olvidado por completo.

Estás poniéndote en peligro. Pero Thundercracker no había creído que lograría distraerlos de su pervertido éxtasis. Hablaba para desahogarse, para insultarlos y perturbar sus obscenas fantasías, pero ahora lo miraban. Todos lo miraban y no sabía, pese a que estaba comprando tiempo a favor de que Starscream recuperara los bríos para continuar luchando contra la muerte, si ello podría traer repercusiones en su contra, si desviarían la atención que estaban dedicando a Starscream para comenzar a jugar también con él.

Eres un Decepticon bastante peculiar, Thundercracker, resonó el timbre del irónico vocalizador de Starscream dentro de su cabeza, intercalando la fantasía de los recuerdos del altivo porte del Comandante Aéreo con la cruda realidad de este mismo personaje siendo torturado brutalmente a pocos metros de él, arrancado completamente de su dignidad y su brillante orgullo.

-¿Qué quieren probar con esto? Nos derrotaron. Caímos en su trampa. ¿No era eso suficiente para probar que fueron mejores que nosotros? ¿Por qué diablos hacen esto?

Roadbuster sonrió maliciosamente, tomando de la base del mentón a su aturdido prisionero.

-Ah, continúa hablando. Haces todo más excitante – le dijo a Thundercracker.

Starscream intentó apartar la cabeza, pero le fue imposible.

Sandstorm explotó en ruidosas carcajadas mientras metía las manos dentro del fascinante mecanismo de movilidad de una de las temblorosas alas del Seeker y, -ante el renovado horror de Thundercracker,- doblaba y fracturaba varias de las piezas, arrojándolas al piso con displicencia.

Starscream maldijo su dolor entre dientes, delirando. Sus ópticos parpadearon varias veces antes de que su debilidad le ayudara a gemir. Gemir de dolor, de odio y resignación.

-Eso es por si tú – Sandstorm señaló a Thundercracker, que lo miró de vuelta con una mezcla de odio y furia contenida - sigues diciendo estupideces.

-Deberías estar feliz – le dijo Topspin, embelesado con la escena de la cámara de chispa de Starscream finalmente expuesta ante ellos. - Apuesto a que desde que están en la Tierra no has tenido esta clase de diversión…

Thundercracker se sacudió dentro del agarre de Broadside.

-¡Jamás encontraría divertido un acto tan vil y cobarde como éste!

Starscream volvió a gritar cuando Sandstorm mutiló otra gama de alerones en su ala derecha, mostrándole los ensangrentados fragmentos a Thundercracker, que no pudo esconder el horror de su mirada.

-Te lo dije. Esto es tu culpa.

Fue entonces cuando Thundercracker atinó a guardar silencio pese a los insultos y las amenazas que querían seguir brotando de su vocalizador.

-Así está mejor – le sonrió Sandstorm, cuya mirada retornó a las alas del prisionero.

Roadbuster se levantó por encima del cuerpo de Starscream y contempló su angustiado rostro.

-Detente… Ya no me hagas daño… Detén esto – murmuró Starscream, juntando el valor para encender sus ópticos y mirar fijamente el visor de Roadbuster. – Por favor… Por favor, ya no… ya no. Detente.

-Todavía no – le contestó el Wrecker, listo para vencer los importantes cierres de su cámara de protección.

Starscream entró en pánico al instante, volviendo a pelear contra su atacante dentro de sus limitaciones, vencido de antemano por la angustia. El arranque le permitió sacudir los brazos y las piernas. También agitó la cabeza hasta que un nuevo puñetazo en la mejilla le obligó a guardar silencio.

-No… No puedes seguir haciéndome esto…

-Eres un bonito juguete, Seeker. Tu sola existencia se basa en esto: dar placer a otros.

Tras decir aquello, Roadbuster profanó la cubierta de su cámara protectora con un veloz movimiento de manos, su rostro iluminado con el alborotado brillo del núcleo vital que se retrajo atemorizado bajo su escrutinio. Azul claro, casi blanco fue el matiz proyectado por la chispa vital de Starscream, que absorbió con un sopor hipnótico el deseo vulgar de sus tres agresores.

Dejó la mirada clavada en el techo mientras se perdía entre la conmoción de las nuevas burlas y los insultos, los vanos esfuerzos de Thundercracker por ayudarle, los movimientos lejanos de los servos rodeándolo, las risas, su propio cuerpo protestando ante su debilidad, finalmente reconociendo que nada de lo que hiciera podía evitarle ceder totalmente al vicio y a la obscena necesidad que los Wreckers sentían por él.

No fue hasta que la podredumbre de los dedos de Roadbuster se atrevió a profanar el centro mismo de su vida que comprendió que había comenzado a morir.

Continuará…


N/A: Ni qué decir. Desde hace un tiempo venía fantaseando con la idea de leer algo así, pero la mayoría de los fanfics que he encontrado en línea no han satisfecho ese monstruo que hay en mi interior, así que tenía que probar la oportunidad de escribirlo por mi cuenta. Aunque he de añadir que la historia, en sí, tendrá un fundamento y un desenlace que llevará al desarrollo emocional de los muchos o pocos personajes que vayan a involucrarse a lo largo de este trayecto.

No sólo es Starscream siendo violado. Como todo en Transformers, esto es más de lo que ve el ojo, se los aseguro ;-) Y haré hasta lo imposible por mantenerlo dentro de su personalidad la mayor parte del tiempo. Es un guerrero, y siempre he adorado verlo luchar física y mentalmente como tal hasta el final.

Este monstruo nació también a raíz de las pláticas nocturnas que mantengo con mi socia Taipan Kiryu (Debes compartir mi culpa para no sentirme solita :-P ), que ha aportado unas ideas brillantes y que me ha echado porras a lo largo de su creación, de paso beteando mis errores garrafales con la gramática y ayudándome mucho con todo.

Lo que resta mencionar es que esto es ficción, y que para nada estoy a favor de actos de violencia física o sexual en contra de ningún ser vivo. Los Transformers son tan fantasiosos como la violación que está sufriendo Starscream en esta historia.

Y pues, como no sé qué más añadir. Espero que me acompañen a lo largo de su evolución :-)

Gracias por leer.