Hola n_n Bueno este es mi primer Jerza, realmente me gustaría que fuera largo, pero eso depende de si les gusta la idea, si les gusto la historia por favor dejen reviews, se los agradeceré mucho.

La historia es originalmente mía.

Fairy Tail no me pertenece, solo hago esto con el fin de entretener :D

Un lugar increíble.

Siempre me he preguntado realmente ¿Qué hay más allá de la guerra? Es imposible pensar que existe solo paz, o solo destrucción. Sé que el mundo debe de ser un equilibrio donde aceptemos lo bueno o lo malo, pero en mi vida, en la vida en el Castillo lo único que puedo ver es malo. No por las personas que amo, sino porque nunca he podido conocer realmente ese maldad, siempre he vivido todo de manera tan perfecto que no he podido conocer lo malo y creo que a eso yo lo considero malo.

-Por favor levántate, Erza.- Escuchó la voz de mi hermana Lucy que intenta despertarme.

Su suave voz hace que comience a despertarme sin querer, viendo como pequeñas manchas de color blanco comienzan a tomar forma

-¿Qué sucede Lucy?-Pregunté un poco somnolienta.

Pude ver como en el interior de mis aposentos una figura delgada y hermosa me miraba impaciente.

-Hoy llega Levy.

Por su tono de voz me decía que se encontraba feliz, por lo que no podía evitar embozar una muy pequeña sonrisa

Es cierto, tal vez olvide decir quién soy realmente.

Me llamo Erza Dreyar, soy la primogénita de la familia Dreyar. Hija de Makarov Dreyar; Rey de Fiore y como tal me hace la Princesa de Fiore. Futura heredera del trono, en pocas palabras la próxima Reina de Fiore.

Alrededor del Reino se encontraban varios pueblos. El pueblo donde se encuentra ubicado el castillo se llama Magnolia, uno de los pueblos más tranquilos de todo Fiore. Conocido principalmente por su gran comercio y su gran número de gremios que hacían resaltar y agrandar la belleza de Magnolia.

Mi madre murió cuando Lucy nació, por lo que nunca la pude conocer, pero al ver sus fotografías me daba cuenta de que era una mujer realmente hermosa, se parecía mucho a Lucy, con sus cabellos rubios y grandes ojos que mostraban únicamente sinceridad en su ser. Mi madre era una mujer amable, según lo que nos cuenta nuestro padre, una mujer que pensaba siempre en su familia antes que en ella misma.

Mi padre igual era un hombre apuesto y fuerte, de cabellos rubios y mirada orgullosa. A pesar de los años, él no cambiaba mucho, únicamente su cabello se había vuelto más canoso, pero seguía siendo el mismo hombre justo que hacía resaltar más sus hechos que su físico.

Yo al contrario de ser rubia como en la familia, era pelirroja. Algo extraño ya que nadie en la familia nació con este color de cabello nunca antes, incluso cuando iba al pueblo escapándome con Lucy, nunca habíamos visto a alguien con este color de cabello tan…escarlata. Se podría decir que era lo que me hacía un tanto especial o lo que yo quería creer para mí misma.

-Señoritas, la Señorita McGarden acaba de llegar y las espera en la sala principal.- Escucho como una de ayudantes de la casa nos dice con voz amable, estando ella fuera de mis aposentos.

-¡Oh cielos! Iré a saludar a Levy, Erza.-Comentó sonriente.

Sin perder tiempo vi cómo se alejaba de mi cama para caminar con elegancia y porte a la puerta y desaparecer finalmente ahí.

Ella y Levy siempre habían sido buenas amigas. Incluso podría decir que se trataban como hermanas. En cambio yo no podía decir lo mismo ya que normalmente evitaba entablar una relación amistosa que no tuviera que ver con charlar acerca de magia o política del mismo Reino o Reinos lejanos.

Magnolia también era conocido por ser uno de los lugares con más habitantes que practican la magia. Algo que hacía resaltar la belleza de sus habitantes.

Debía de admitir que a pesar de yo no poder utilizarla, me encantaba ver a las personas utilizar su magia para fines justos. Lucy también se había convertido a temprana edad en una excelente maga de Espíritus Celestiales y se encargaba de ser un digno miembro de la Familia Real.

Sin pensar más en ese tipo de cosas, me levanto de la cama para empezar con mi rutina tan conocida. Tomar una ducha, y ser ayudada a colocar los grandes y hermosos vestidos que resaltaban la Realeza a la que pertenecía.

Terminando comencé a dirigirme a la sala principal donde encontraría a Levy y a Lucy, pero al no encontrarlas imaginé donde posiblemente se podían encontrar ambas. Pensaban de una manera extrañamente similar, por lo que era fácil suponer las cosas o intereses que podían tener en un determinado tiempo. Y como suponía ahí se encontraban; mostrando los avances mágicos que ambas habían tenido después de no verse en largos meses.

Levy mostraba una magia peculiar que combinaba con su admirable inteligencia, mientras que Lucy mostraba la pasión de los espíritus que lograba invocar.

No podía evitar ver como ambas habían mejorado en tanto tiempo, por lo que sin poder evitarlo sonrío con melancolía al ser yo presente de que ambas estaban trayendo orgullo a sus respectivas familias, pero sobretodo a ellas mismas.

-¿Por qué esa mirada triste Erza?- Preguntó mi Padre.

Su voz se escuchaba un tanto preocupado, por lo que voltee a verlo dedicándole una simple sonrisa y mostrar un porte más derecho.

-Buen día, Padre.

Respondí cortante, pero con respeto hacia él.

-No deberías de estar triste, Erza.-Comentó usando un tono tranquilo.-Puede que tú ahorita no puedas manejar magia, pero eso no significa que no me llenes de orgullo. Por el contrario, te has sabido defender sin la necesidad de un intercambio innecesario de golpes físicos.

Miré nuevamente hacía donde se encontraban Lucy y Levy.

La magia no se trataba solamente de defenderse o aniquilar. Sentía en mí ser que la magia era una expresión del cuerpo y alma; tal vez por eso me sentía inferior a todos los que presenciaba. Sentía que mi vida no mostraba nada.

-Tengo diecisiete años.-Hablé en voz baja.-Estoy comenzando a perder la esperanza de que exista algún poder mágico en mi interior.

No quería abrumar el día de mi amado Padre, pero sentía la necesidad de decir lo que pensaba cuando los veía. Sentía la necesidad de despejar todo mal pensamiento expresándolo principalmente. Aunque por ello me llevara una ligera reprimenda.

-Aun tienes toda una vida, y estoy seguro de que todos estos largos años practicando no fueron en vano, porque eres una persona fuerte, y sin poder de un título has llegado muy lejos.-Comentó mi padre con orgullo.

Sabía que diría eso.

Para él siempre había sido mucho más valiosa por mi persona, que por mi título y mis grandes o pequeños hallazgos. Y aunque no fuera de gran importancia, eso me hacía sentirme completa momentáneamente.

Sabía que todas esas cosas eran trivialidades, y también que tenía la suerte de tener más que un Rey como padre, porque tenía un amigo y un verdadero padre. La persona que más amaba en el mundo.

-Gracias.-Me limité a decir.

Baje la mirada, viendo como el césped era movido por las ráfagas de aire que provocaban Lucy y Levy.

-¿Por qué no vas al pueblo? Estoy seguro de que en este día te divertirás mucho más allá que al estar en este aburrido y gris Castillo.

Abrí los ojos ante sus palabras. Era raro que él nos dejara ir al pueblo, sobre todo por los grandes peligros que podían asomar para Lucy y para mí. Pero al darme esa libertad me podía dar cuenta que sólo lo hacía para que mi estado de ánimo mejorara.

-¿Me acompañaras?- Pregunté un poco ilusionada.

-Lo lamento hija, tengo que revisar unos documentos y tratados de paz con algunos Reinos y son realmente importantes.-Un toque de decepción se asomó en sus ojos.

Cambie mi expresión por una más alegre.

No quería que se sintiera obligado a nada. Más que nada porque sabía lo pesado que era para él, el no pasar tiempo conmigo y Lucy. Su trabajo demandaba mucho para las personas de Fiore y yo no podía ser tan egoísta al querer que dejara su trabajo de lado solo por un capricho mío.

-Está bien, Padre.-Hablé con respeto.-Regresaré en unas cuantas horas.

-Cuídate mucho, Erza.

Sabía a lo que se refería. Por lo que asentí y caminé para adentrarme al castillo nuevamente. Cuando él nos daba esa clase de comodidades, era con una libertad que él mismo nos brindaba. Negando a que los guardias nos cuidaran a cada momento, evitando que nos sintiéramos sofocadas por esos hechos que sabía a la perfección por qué lo hacía.

Subí a mis aposentos de manera rápida y tomé del gran ropero una capa que ocultaría mi cabello, mi vestuario y sobretodo mi rostro.

Las puertas del Castillo se abrieron, por lo que salí sin ningún problema. Caminé con tranquilidad, viendo un gran número de personas que pasaban con diferentes expresiones en sus rostros.

Unos se iban apurados, cargando algunas canastas con mucha comida que seguramente habían comprado en algún mercado, mientras que otros caminaban con más tranquilidad, tomando una calmada salida familiar.

Caminé de manera lenta y torpe hacía el mercado de Magnolia, viendo cómo se encontraba lleno de personas que trataban de conseguir lo que buscaban de manera rápida para pasar a otros puestos.

Miré un puesto en especial para acercarme.

El hombre que lo atendía era un hombre de edad muy avanzada, que por sus simples expresiones me daba a entender lo muy cansado que se encontraba. Con lentitud me acerqué a ver la clase de mercancía que vendía.

-¿Le gustaría comprar una manzanas, hermosa dama?- Escuché como me preguntaba el hombre de edad avanzada y con grandes ojeras

Siempre por alguna razón había visto que la vida de esas personas era más dura, ellos trabajan mucho para sobrevivir, pero no tenían expresiones infelices. Me hacía suponer que trabajaban para comer, pero también porque les gustaba en algún punto hacerlo. Se sentían libres de obligaciones que personas como la nobleza se encargaba de tener. Y a pesar de que eran dos vidas muy diferentes, las comodidades hacían una gran diferencia, pero también la libertad para vivir.

-Me encantaría, buen hombre.-Respondí con amabilidad

Con movimientos torpes comenzó a meter las manzanas en una bolsa, para entregármela con una sonrisa en su rostro.

Sonreí mientras tomaba la bolsa de manzanas, para darle una moneda de oro. El hombre vio sorprendido la cantidad de dinero, por lo que simplemente negué con la cabeza.

-Gracias, Señorita Dreyar.-Dijo al por fin reconocer mi apariencia.

Deje el puesto para caminar sin rumbo fijo. Mis pensamientos ocupaban la mayoría de mi atención al ver todas las personas que nunca había visto en mi vida. La tarde estaba pasando y me había dedicado únicamente a comer una manzana en la fuente principal de Magnolia.

Miraba como los niños jugaban con sus padres. Después de un rato en el que mis pensamientos divagaron, decidí pararme y comenzar a caminar a una tienda de magia que en el pasado había visto. Sin darme cuenta, llegué a unas estrechas calles que conectaban con diversos callejones.

No sabía exactamente donde me encontraba, por lo que caminé tratando de recordar por donde había llegado.

-Después de todo venir a Magnolia nos trajo varias ventajas.-Escuché la voz de un hombre.

Voltee mi rostro para ver como atrás de mí se encontraban cinco hombres. Todos de apariencia sucia y mirada vacía. Sus simples sonrisas mostraban en ellas perversión y sus ojos no dejaban de posarse en mí.

-Venir a este asqueroso Reino sirvió de algo. Al fin encontramos algo con que entretenernos.

Fruncí el ceño al escuchar hablar mal de Fiore. Sin quitar mi vista de ellos, vi como atrás de uno, tenía a una señora de edad muy avanzada que miraba con miedo a esas personas. Seguramente ya se habían encargado de robarle sus pertenencias, ya que la señora se encontraba sollozando del miedo.

Sin poder evitarlo dirigí una mirada de completo coraje a esos hombres. Por lo que eso parecía molestarles más.

-¿Qué demonios creen que hacen con ella?-Pregunté sin miedo alguno.

Mi tono de voz había sido intimidante para todos los hombres, incluso para la mujer que estaba con ellos. Tres de ellos se pusieron en modo de defensa mientras que mostraban puñales en sus manos.

-Agárrenla.-Ordenó el que seguramente era el líder.

Sin pensarlo dejé que uno de ellos viniera hacía mí, con intenciones de tomarme. Al momento en que seguramente pensaba que me había intimidado, tomé su mano y lo atraje hacía mí para brindarle un golpe en el estómago con mi codo y sacarle el aire. Sin pensarlo dos veces tomé el puñal del hombre y lo amenacé con el puñal.

-Dejen a la mujer o lo mato.-Amenacé.

El hombre que tenía como rehén se puso pálido al sentir el filo del puñal en su cuello, por lo que el jefe me miró divertido para soltar a la mujer. Ella sin dudarlo aprovechó el tiempo y corrió hacía otra dirección, por lo que una vez que vi que ya no se encontraba cerca de ellos, solté al hombre para empujarlo y dejar que este cayera.

Aventé a lo lejos el puñal del hombre, esperando escuchar cómo había caído en alguna casa y a dirección contraria de ellos comencé a correr a la mayor velocidad que mis pies me lo permitían. Podía escuchar como sus pies pisaban el piso, diciéndome que ellos también corrían atrás de mí.

Si no lograba escapar de ellos me metería en problemas y más si se enteraban que era la hija de Makarov Dreyar. No podía permitir que esas personas me encontraran, pero mínimo me sentía tranquila al saber que no habían lastimado a la mujer de edad avanzada. Sin darme cuenta me adentré a las casas de personas de clase baja. A los alrededores podía ver cómo había un gran número de hombres tomando y como muchos mostraban curiosidad al ver que estaba siendo perseguida por cuatro hombres.

-¿Dónde se metió la mocosa?-Preguntó el líder de ellos con notable molestia.

Había logrado despistarlos, metiéndome entre las paredes de una casa que estaba mal construida. Escuché muy cerca el cómo se acercaban, por lo que gruñí molesta al saber que seguían persiguiéndome esos malditos. Tomé la bolsa de manzanas que aún tenía en mi mano izquierda y sin pensarlo comencé a subirme a los techos de la casa en la cual me encontraba escondida.

-¡Ahí está! ¡Atrápenla!

Traté de subir a mayor velocidad, para poder correr entre los techos que se encontraban muy juntos los unos a los otros

Dirigí mi mirada atrás para ver como no se daban por vencido y seguían atrás de mí. Ya había tomado una gran delantera, adentrándome desde los techos al centro de Magnolia. Podía ver como se encontraban cada vez más lejos, por lo que suspiré cansada y me deje caer del techo de lo que parecía ser un gremio.

Me pegué más cerca del gremio, para escuchar como los pasos de los hombres se alejaban de donde me encontraba. Al ya no escucharlos, relajé mis músculos y suspiré aliviada.

Me levanté cansada por el hecho de que la caída me había dolido un poco, para ver como arriba de la puerta había un hada. El gremio se veía grande y a los alrededores había pocas casas. Su construcción de madera le daba un toque de cantina, y el escuchar un exagerado ruido proveniente de él me aseguraba que se trataba de un gremio bastante animado.

-¿Quién eres?-Me preguntó un joven de cabello rosado y ojos oscuros- Ya sé, seguro y eres de ese gremio de pacotilla que nos andan buscando ¿verdad?

Iba a responder, pero antes de poder siquiera hablar, ya se había encargado de arrastrarme para llevarme al interior del gremio.

Al adentrarme por completo vi como el lugar estaba lleno de mesas y personas comían tranquilamente mientras platicaban. No tenía tiempo de quejarme, ya que el joven de cabello rosado no me daba la oportunidad de hacerlo.

Sin nada de delicadeza me arrastraba a mayor velocidad para pasar entre las mesas. El ruido que provocaba hacía que llamáramos la atención de las personas que se encargaban de tomar tranquilamente.

-¿Esto es un bar?-Pregunté siendo aún arrastrada.

De manera inmediata sentí como paro su paso y me dejaba en una barra que al otro extremo conectaba con la cocina y el pequeño bar que tenían. Caí al estar adolorida, siendo observada atentamente por todos los integrantes.

-Esto es Fairy Tail. El gremio número uno de todo Magnolia.-Me contestó un joven de cabello negro-azulado, mirándome intensamente.- ¿Quién eres tú?

-¿Por qué no traes ropa?-Pregunté ignorando su anterior pregunta.

Me miró sin entender y dirigió una mirada hacia abajo para ver que efectivamente no traía pantalones.

Sin tomarle importancia el joven de cabello rosado se interpuso entre el joven de cabello negro-azulado. Su mirada mostraba molestia ante mi presencia, pero aun así o hacía ningún movimiento en mi contra.

-Encontré a esta espía en nuestra puerta tratando de escuchar nuestros planes secretos.

-No soy una espía.-Hablé tranquila, para caer en cuenta en sus palabras.- ¿Dijo que son un gremio? ¿Un gremio de magos?

Mi mirada de incomodidad cambió al recordar el logo que yacía en su puerta. El gremio de las hadas. Fairy Tail. Me encontraba presenciando el gremio número uno de todo Magnolia y posiblemente de todo Fiore. El orgullo de nuestro Reino y miles de leyenda estaba en frente de mis ojos

-Y el mejor de todos- Contestó con orgullo un hombre de cabello azulado.- Me llamo Makao y soy uno de los magos más fuertes de Fairy Tail.

-¿Fuerte? Si quieren ver a alguien fuerte tienen que enfrentarse a Natsu Dragneel. ¡El mago más poderoso de la historia!- Gritó aún más escandaloso el joven de cabello rosa.

Al querer ser el centro de atención, se subió a la barra de beber y comenzó a reír de manera escandalosa y exagerada a mi parecer.

-Un hombre tiene que ser fuerte, por lo que yo soy un hombre.-Se unió otro hombre de físico grande y piel morena.

-Maldito Elfman, yo soy el más fuerte de todos.-Dijo el joven de cabello rosado.

Sin pensarlo dos veces se lanzó de la barra, para terminar tirando al hombre de piel morena. El hombre de piel morena hacía lo posible para quitarse al joven de cabello rosa, mientras que el otro se aferraba a su cabello blanco, el cual lo sostenía como si de ello dependiera su vida.

No pude evitar mirar sorprendida como simplemente se lastimaban y nadie hacía nada para detenerlos.

-Siempre jodiendo al gremio, Natsu.-Habló indiferente el joven de cabello negro-azulado.

El joven de cabello negro-azulado sin pensarlo dos veces se unió a la batalla que tenían los otros dos. Al ver la actitud animada de estos tres, la mayoría de los integrantes miraron divertidos y se lanzaron hacía ellos para comenzar a golpearse los unos a los otros.

No podía dejar de ver sorprendida como nadie hacía nada. Por el contrario, los que se acercaban terminaban siendo parte de la pelea.

-Lamento el alboroto, acaban de llegar de una misión y es la manera más divertida de bajar tenciones para todos ellos.-Habló la voz de una dulce mujer.

Voltee mi mirada para encontrarme con una joven de cabello blanco y ojos de color azul que me miraba entre apenada y divertida.

-Perdón, realmente no quería venir a molestar.

-No molestas para nada.-Me dijo con tranquilidad y amabilidad.- Aunque es muy raro que traigas una capa aun estando en un lugar cerrado. Tal vez por eso Natsu sospecho de ti.

¿Capa?

Se me había olvidado por completo que traía una capa. Evitando que vieran mi rostro; posiblemente por eso me habían tachado de sospechosa.

-Lo lamento.-Respondí apenada por mi acto tan despistado.

Me paré derecha y quité con tranquilidad la capa que estaba impidiendo que vieran mi persona. Dejé que mi largo cabello de color escarlata cayera en mis hombros y que mi vestido rosado por fin mostrara lo sucio que se encontraba.

-¡Es la princesa!-Todos los que se encontraban en el gremio gritaron aterrados.

Levanté mi mirada viendo como los que se encontraban peleando se habían detenido y sus rostros mostraban palidez y miedo ante mi presencia. Sonreí nerviosa al ver lo que causaba mi simple presencia.

-Princesa, disculpe realmente que Natsu la haya acusado de ser espía.-Me dijo la joven de cabello blanco, tratando de defender los actos de su amigo.-Me llamo Mirajane Strauss. Es un gusto recibirla en nuestro humilde gremio de magos.

Vi cómo daba una ligera reverencia ante mí, por lo que negué con la mirada. No quería que ninguno de ellos hiciera eso por mí.

-Un gusto Mirajane, me llamo Erz…

No terminé de decir, ya que el joven de cabello negro-azulado tomó mi palabra

-Erza ¿cierto?, eres una persona muy conocida en este gremio-Me dijo con un destello en sus ojos muy extraño

-¿Conocida?-Pregunté sorprendida de saber que ellos me conocían.

Podía simplemente haber sido en cualquier festival de Magnolia o evento Real. Pero al ser gremio de magos me hacía suponer que no tenían tiempo de saber quién era parte de la realeza, o nobleza y quién no. También estaba el hecho de que nunca me presentaba en eventos que incluyera a todo Fiore.

-Princesa, perdone por haberla acusado y arrastrado por el gremio.-Comentó con miedo el joven de nombre Natsu.- ¿No me acusara ante la ley? ¿Me llevará a los calabozos? ¿El Rey me mandará a matar? ¿Tendré un funeral?

Sus preguntas escandalosas por alguna u otra razón me hacían sentir en familia. Al esperar toda una respuesta de parte mía, el silencio había hecho que todo el gremio se inundara en él.

El ambiente tenso también era parte de él, por lo que dirigí una mano a mis labios y sin poder evitarlo deje escapar unas cuantas risas. Todos me miraron sin entender mi reacción, por lo que simplemente traté de calmar la gracia que me hacía.

No podía evitar sentir gracia el hecho de que al ser parte de la Realeza, se creyeran toda esa clase de cuentos baratos. Era un tanto gracioso que pensaran que por un simple malentendido yo los metería en problema. Y era cierto que era un grupo de magos bastante extraños, pero ellos habían hecho anteriormente muchas cosas por todo Fiore, que tanto yo como mi padre estábamos agradecidos. Y también estaba el hecho de que yo los admiraba como persona.

-Yo no haré nada de eso.-Hablé un poco más tranquila.

-Pero, ¿qué hace usted en un lugar alejado del Castillo?-Me preguntó con curiosidad Mirajane.

Los presentes esperaban con curiosidad mi respuesta, por lo que la mayoría había dejado de hacer lo que hacía y me miraban de manera penetrante.

-Salí del Castillo. Quería tomar un poco de aire y sin desearlo me metí en problemas con unos hombres.-Respondí tranquila a su pregunta.-No quería que vieran mi rostro ya que sabrían que soy hija del Rey de Fiore. Así que corrí para tratar de quitármelos y sin querer terminé aquí.

-¿Por qué no te defendiste con magia?-Preguntó serio Natsu.-Alguien como tú fácilmente se podría quitar de encima a cualquier mago que se interponga en tu camino.

La Monarquía era conocida principalmente por ser poseedores de magia que un mago normal no controlaría. Era un poder mágico que crecía de generación en generación. En tiempos remotos, se decía que por ello los Monarcas habían conseguido sus puestos; por la gran cantidad de magia que ellos poseían y que sólo ellos podían controlar.

Todo el Reino estaba enterado del gran poder que poseía Makarov Dreyar, por eso muchos evitaban peleas que involucraran al Reino. Era obvio que ellos también esperaran que sus descendientes obtuvieran una magia mucho mayor que la del mismo Rey.

-Yo no poseo magia, Natsu.

El gremio ensancho la mirada ante mi respuesta. Sabía perfectamente que no era algo que ellos mismos esperaban. También sabía que no era correcto revelar tales cosas a personas que no fueran de confianza, pero tanto yo como mi padre confiábamos en ese gremio. Confiaba en todas las buenas noticias que ellos habían brindado a mi padre y confiaba en el hecho de que eran personas que se encargaban de proteger personas.

-¡Es imposible que un miembro de la Familia Real no posea magia!-Exclamó sorprendido el joven de cabello negro-azulado.

Asentí simplemente ante la sorpresa de muchos.

-¿Jellal sabrá de esto?-Preguntó en voz baja Mirajane al joven que se encontraba sorprendido.

¿Jellal? Mi corazón comenzó a latir fuertemente al escuchar ese nombre. Por alguna razón me inquietaba de sobremanera escuchar ese nombre, como si yo ya lo conociera.

Era imposible que yo conociera a algún miembro de Fairy Tail. Cabía la posibilidad de que sólo eran ideas mías y que simplemente me encontraba agitada por el extraño día que estaba presenciando.

-¿Pero cómo que no puedes usar magia?-Preguntó nuevamente.-Eso es imposible. Toda la Familia Real debe de tener magia.

Sonreí con melancolía al tener nuevamente en el día una plática como esa. No podía culpar la curiosidad de las personas y la inferioridad que sentía al responder ese tipo de cosas. Pero no me sentía incomoda completamente. Tal vez era de las cosas que debía de comenzar a hablar con naturalidad y dejar que pasara por alto para mí.

-Yo no tengo magia en mi cuerpo.-Respondí a su pregunta.

Mi actitud mostraba indiferencia ante el tema, aunque no me fuera del todo indiferente.

El gremio quedó en completo silencio al saber esa información. Pensé por un tiempo al igual que ellos que todavía no descubría mi magia y mi naturaleza, pero sentía que mi cuerpo se encontraba vacío en ese aspecto. No podía engañarme, ya que largos años habían pasado y largos años iban a pasar. Mi caso seguiría igual pasaran o no los años.

-Eso no es posible.-Dijo sorprendida Mirajane

-Tal vez y soy adoptada.-Comenté con burla.

Quería quitar el ambiente tenso que se había formado por mi culpa. No quería sentir la pena de ninguna persona por un caso así de trivial.

-No te preocupes, Erza. Seguramente no has descubierto tu naturaleza por ahora, pero en algún momento lo harás.-Me habló con calma Natsu, mostrándome una gran sornrisa.-Tu secreto estará a salvo con nosotros.

Una de sus manos de dirigió a mi hombro y al sentir como me hablaba con tal confianza, quité todo rastro falso de mi rostro y dirigí una pequeña sonrisa hacía él.

-Eres bienvenida en este gremio siempre.-Habló apoyándolo el joven de cabello negro-azulado.

Me sorprendí ante sus palabras tan llenas de sinceridad y cariño hacía una desconocida.

-Gracias.-Me limité a decir con una sonrisa sincera.

-Una Dreyar siempre será bienvenida a este gremio.-Dijo otra voz uniéndose a nuestra conversación.

Busqué con la mirada a la persona perteneciente de esa voz. El hombre que había hablado era un hombre de estatura alta y edad algo grande, de cabello castaño y mirada calidad –al igual que todos los del gremio- Se paró atrás de la barra y con sabiduría comenzó a mirar cada facción de mi rostro.

-No cabe duda que eres hija del Rey Makarov Dreyar. Me llamo Gildarts y soy el maestro de este gremio.-Se presentó para quedarse parado en frente de mí.-Veo que eres de un corazón fuerte y justo. Pero también veo que no te sientes completamente a gusto en tu situación actual. Fue muy valiente que hayas sido sincera desde el principio sobre ese caso tan especial tuyo.

-Un gusto, Maestro Gildarts.-Salude respetuosa.-Debo de decir que he escuchado mucho de este gremio y lo mucho que han ayudado a proteger varias veces Fiore. Ser sincera con ustedes es lo menos que puedo hacer.

Una gran sonrisa inundo su rostro y sin pensarlo me abrazó fuertemente. Todos miraron la acción tan repentina de su maestro, pero nadie se atrevió a decirle nada. Mucho menos yo, que había logrado sentirme tan bien con esa clase de afecto físico.

-¿Te gustaría ser parte de nuestra familia?-Me preguntó sin soltarme.-Tal vez y aquí encuentres tu naturaleza.

Abrí ambos ojos mostrando lo sorprendida que estaba. Me separé de él y vi como todos miraban al maestro sorprendidos.

-¿Podría hacer eso?

-Por supuesto que sí.

Asentí con calma, para tomarlo de ambas manos.

-Gracias.

-No te trataremos como parte de la Realeza que eres, sino como la parte del gremio que eres y parte de la familia que ahora tú formas parte de ella.-Comentó comenzando a caminar a la barra para sentarse tranquilamente

-Maestro, ¿no es un poco arriesgado?- Preguntó preocupada Mirajane.- Ella no deja de ser la Princesa.

-Está bien ser lo que eres, pero si no eres feliz con eso ¿cómo vas a vivir realmente?-Respondió su pregunta tranquilo.-Tú mejor que nadie sabe eso, Mirajane.

Sus palabras me llenaron de paz, al igual Mirajane que había relajado todo rastro de preocupación que tenía en ella. Ambas habíamos entendido a lo que se refería. Ningún prejuicio estaba siendo aplicado en mí, algo que difícilmente conseguía en cualquier lugar.

-Quiero ser parte de Fairy Tail.

-Mirajane.-Ordenó a Mirajane algo que solo ella parecía entender.-Ve con ella, te dará algo que te gustará.

No respondí ante eso, sólo me dediqué a ser guiada por Mirajane que se había detenido a pocos metros de donde antes nos encontrábamos. Buscó con la mirada algo y al visualizarlo se acercó hacía él.

-Pon tu hombro, Erza.-Me pidió con amabilidad.

Al colocarme de lado, esperé paciente algo que yo ya suponía. Sentí un cálido líquido en mi hombro, para dirigir mi mirada y ver que Mirajane se había dedicado a ponerme el sello de Fairy Tail en un color azul.

-Ese color representará mucho para ti en un futuro, Erza.-Me dijo tranquila.-Y desde ahora solo queda darte la bienvenida.

Al terminar de decir eso me abrazó eufóricamente, por lo que me quedé anonada ante sus palabras, pero sin querer preguntar más igual la abracé.

No creí que esa tarde tan rutinaria me traería tantas cosas y sorpresas que podían marcar mi futuro y mi vida.

Aquí termina el primer capítulo :'D espero que les haya gustado y espero con ansias sus hermosos comentarios acerca de la idea que surgió de mi cabeza jejeje.

Hasta el próximo capítulo, bye bye