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He recogido todas mis pertenencias, mi única maleta está llena, la mitad de ropa y la otra mitad de amargos recuerdos –tal vez algunos buenos-. La cierro con demasiada fuerza, pretendiendo estropearla y descargar mi rabia sobre ella, pero no sucede nada. Suelto un suspiro y sé que no tiene sentido seguir dañando más cosas. Miro el reloj viejo que esta sobre la mesa de noche y marca las tres de la tarde. De tras de la puerta oigo sus pasos apresurados, parece estar nervioso.

Enjuago otro rastro de lágrimas de mi rostro, y por un momento me pregunto ¿en qué momento cambio mi vida? Desearía poder regresar el tiempo y poder cambiar las cosas. Tenia todo bajo control hasta que apareció el. Desearía no haber venido a esta ciudad, no haber ingresado a la universidad, no haberlo conocido nunca. Todos me advirtieron, pero no escuche.

Sé que no debo marcharme en este modo, pero no tengo otra opción. Aún recuerdo sus palabras cuando muchas veces decía que era una cobarde. Pues bien, en este momento estoy siendo la mayor de las cobardes. Pero no me importa. No me importa nada, solo quiero irme y olvidarme de todo. Por suerte tengo un lugar en donde estar.

-¿Qué haces aquí? – Escucho la voz atropellada del señor Saotomese suponía que no llegabas hasta el lunes.

-¿Dónde está? – su voz suena desenfrenada, al punto de la histeria - ¿Esta en la habitación, verdad?

-Oye, espera un momento. No creo que sea buena idea – parece que está haciendo un esfuerzo por retenerlo, pero conozco a quien se enfrenta, es algo imposible.

Sus pasos se aproximan. Mi corazón martillea desenfrenado, he temido tanto este momento. Aunque, siendo sincera hemos tenido muchas discusiones, pero esta, esta me tiene con el alma en la boca. No sé si este lista para enfrentarlo. Había tomado una decisión y la voy a cumplir. Por mi bien, por el suyo. No somos el uno para el otro, somos muy diferentes. Es lo mejor.

Empuño mis manos y volteo al escuchar como abren la puerta de un empujón. Y ahí está, de pie frente a mí, sus ojos inyectados de sangre, ha estado bebiendo, su pecho sube y baja violento. Su mirada refleja rabia, rencor hacia a mí, y no lo culpo. Nos hemos lastimado demasiado.

Todo esto lo hago por mí, todo esto lo hago por el me recuerdo como por enésima vez.

Es hora de enfrentarlo. Es momento de enfrentarlo.

CAPITULO 1

Aún recuerdo las promesas que hicimos al salir del colegio, se suponía que iba a ser una excelente doctora y que daría lo mejor de mí en la universidad. Mis amigas dijeron lo mismo, esperaba cursar con ellas aunque no estuviéramos en la misma carrera, pero, no me esperaba que mi padre me mandase a otra ciudad a estudiar. Analizo mis posibilidades de hacer nuevos amigos mientras hago mi maleta. No llevo mucho, solo lo esencial. Libros, ropa, unas cuantas fotos.

Al terminar reviso en mi laptop los mensajes de mis amigas en las redes sociales, todas deseándome lo mejor y diciéndome que me van a extrañar. Sonrió de solo pensar en ellas y en la despedida que me organizaron el fin de semana, nos divertimos muchos y sin novios fue mucho mejor. No es que me guste beber, casi no lo hago, de hecho, no lo hago. A veces solo un sorbo y para mí eso es suficiente. Veo las fotos donde estamos divirtiéndonos, las cinco bailando, posando, riendo. Recuerdo que esa noche Ryoga fue a buscarme para llevarme a casa. Mi novio, tan lindo como siempre.

Llevamos saliendo casi dos años, sumándole el hecho de que lo conozco desde que se mudó aquí hace tres años. Es mayor que yo y cursa la universidad en tercer año. Siempre nos hemos llevado bien y siempre hubo esa chispa entre los dos. Tengo la suerte de tenerlo, es decir, siempre hace todo por mí. Hizo hasta lo imposible por irse conmigo a Tokio y rivalidar sus materias. Según él, no puede vivir sin mí y eso significa mucho para mí. En cuanto le conté los planes de mi padre empezó hacer los papeleos necesarios para entrar juntos. De todas formas tiene familia allá y tiene un lugar estable.

Los toques en la puerta me despiertan de mis recuerdos.

-Pase – grito no tan alto. Mi hermana Nabiki se asoma por la puerta.

Ella vive en Tokio también, pero no fue por elección de mi padre, fue por la suya propia. Sigue economía y cursa el segundo semestre.

-¿Estas lista? – Dice mirando las maletas que tengo hechas – llevare estas al taxi mientras terminas de arreglarte.

¿Al taxi? la miro pestañando.

-¿Cómo que al taxi? Se suponía que viajábamos mañana – cierro despacio la última maleta pequeña sin quitarle los ojos de encima.

Ella me mira y sonríe, sacude su cabeza.

-Sí, yo también lo suponía. Pero mis clases se adelantaron y son importantes así que adelanté nuestro vuelo para hoy. Espero no te moleste –

-¿Qué no me moleste? – empiezo a notar como sube mi tono de voz - ¡Siempre tomas decisiones sin consultármelo! Lo siento mucho pero yo viajare mañana, con Ryoga. Estaba todo planeado – me cruzo de brazos, esta vez ella no va hacer lo que le plazca.

-Sí, yo también lo lamento mucho por Ryoga. Pero, tu pasaje ya lo cambie así que no te queda otra opción que venir conmigo. A menos, que compres tu pasaje y viajes mañana. Claro, dejando en claro que nuestro padre se va a enojar y ni tu ni el tienen el dinero suficiente para comprar otro pasaje – su sonrisa se hace más grande - ¿No lo crees? –

Apretó mis puños y sofoco un grito de rabia.

-¿Tienes idea de cuánto te detesto? – siseo. Ella suelta una risa y niega con la cabeza.

-Vamos, Akane. Solo estarás separada de Ryoga… - dice pensativamente mientras mueve los dedos en el aire – un par de horas, mañana ya lo veras –

-Ese no es el asunto. Lo que me disgusta es que tomes decisiones sin antes consultarme – me siento en el borde de la cama, vencida – ahora tendré que ir a ver a Ryoga y avisarle – me tapo la cara con las manos, se va a poner triste, lo sé.

-Ryoga esta abajo, ayudara a llevar todo – dice tranquilamente. Yo la miro perpleja – Lo llame y le dije lo que hice, no soy tan mala hermana después de todo – responde a la expresión de mi rostro.

-Ay Nabiki – suelto un suspiro.

Al bajar con las maletas veo a mi padre que está en el recibidor junto con Kasumi, mi otra hermana y su pequeño hijo, Sasuke. Mi padre es mar de llanto mientras Ryoga me saluda con un beso en la mejilla –tan formal el- siempre dice que no está bien darnos muestras de afecto delante de los familiares, a lo cual ya me he acostumbrado mucho.

-Diviértete mucho en tu etapa de universitaria – dice mi padre mientras lo abrazo. Según el, si voy a una ciudad grande voy a progresar en los estudios y además el hecho de que voy a estar cerca de Nabiki.

-Te voy a extrañar – lo abrazo con más fuerza. Siempre fui muy apegada a él, mucho más cuando murió mi mama. Estuve a su lado y me enseño un par de cosas mientras iba creciendo.

Me dirigió hacia Kasumi, que me abre sus brazos. Sus manos son calidad y sus palabras de buenos deseos también. Se parece tanto a mi madre.

-Cuídate mucho ¿sí? Y llámanos cuando llegues – susurra en mi oído.

-despídeme de Tofu, es una pena que no pueda verlo – digo lamentando que el tenga que trabajar hoy. Es un buen cuñado y me inspiro para seguir la carrera que quiero seguir.

-Lo haré- la suelto y dirijo mi mirada al pequeño con cachetes rojos que me mira un poco receloso. Alboroto su cabello castaño entre mis dedos y el ríe

–cuida mucho a tu mami y al abuelo ¿entendido? –

-Si tía Akane – dice chupándose el dedo.

-Cuida mucho a tu hermana, Nabiki – dice mi padre. Ella pone los ojos en blanco.

-Al llegar la llevaré a un club para festejar su inicio en esta nueva etapa, y quien sabe, tal vez le consiga un novio nuevo –

-Oye… - advierte Ryoga. Yo suelto una risita, se lo mucho que a Nabiki le gusta tomarle el pelo a Ryoga, mucho más tratándose de mí.

-Es broma, cuñadito, la cuidare por ti hasta que llegues – le guiña un ojo.

Nos dirigimos hacia el taxi, todos están en la entrada y de verdad quisiera un momento a solas con Ryoga para poder despedirme de el como es debido. No quiero esos besos castos que me da delante de mis familiares y amigos. Deseo que me tome entre sus brazos y me bese como en las películas. Detesto que sea tan tímido. Aunque, no sé cómo reaccionaria si lo hiciera.

Su mano aprieta la mía y lo miro. Esa mirada, sus ojos castaños tan dulces me vuelven loca. Me sonríe y me atrae hacia el para abrazarme.

-Nos veremos pronto – susurra sobre mi frente.

-Lamento lo que hizo mi hermana, no lo sabía – me disculpo de inmediato.

-Oye – dice levanto mi mentón con su dedo – No te preocupes, te amo y mañana estaremos juntos –

Sonrío y asiento con la cabeza. Bésame, bésame, bésame. Cruzo los dedos para que lo haga. Entonces se acerca y me besa en la mejilla. Diablos.

-Adiós princesa – murmura un poco sonrojado.

-Adiós – digo mientras me subo al taxi.

Me despido de todos con la mano y el carro arranca. Me siento correctamente, un poco cabizbaja, es la primera vez que me voy lejos de mi familia. Nabiki está revisando su teléfono y murmurando ciertas cosas. Así que yo hago lo mismo, tomo mi celular y me coloco los audífonos y me olvido del mundo, menos de Ryoga.

El viaje fue un poco largo. Para llegar más temprano tuvimos que ir en avión, Nabiki tiene una forma para hacer que todos hagan lo que ella quiere, así fue como conseguimos que un par de chicos nos ayudaran a llevar el equipaje hasta un taxi, antes de irse les guiño el ojo y consiguió sus números de teléfono. Yo suspiro y me imagino a mí haciendo eso, seria pésima.

-Akane… - empieza hablar con esa seguridad suya – Sé que le dije a mi papá que viviríamos juntas pero la verdad es que no, vivieras a dos puertas de mi departamento.

¿Vivir sola?

-¿Qué dices, Nabiki? No voy a vivir sola, se suponía que viviríamos juntas – Nabiki me saca de mis casillas cada vez que le da la gana.

-Lo sé, pero, no es muy grande. El edificio es para estudiantes y bueno, yo tengo aprecio a mi privacidad – me pone una mano en el hombro – mira el lado bueno, vas a vivir sola, sin nadie que te moleste, me vas a tener a dos puertas de tu departamento y lo que es mejor – se acerca a mí para susurrar – puedes estar a solas con Ryoga y hacer sus cosas.

Me sonrojo de inmediato ¿A qué se refiere con eso? Si Ryoga y yo nunca… niego con la cabeza y me enfado aún más. No sé si por lo que hizo Nabiki o por el hecho de que nunca he cruzado esa línea con Ryoga y me avergüenza contárselo a mi hermana. Para Ryoga es importante que nosotros… es por eso que me había dicho varias veces que primero quería comprometerse conmigo.

Suelto un suspiro y miro a mi hermana.

-Papá se va a enojar –

Ella suelta un risita y me guiña el ojo.

-Papá no se va a enterar –

-¿Y cómo sabes que no se lo voy a contar? – me cruzo de brazos. El taxi aun no llega a su destino.

-Bueno, te conozco y sé que no lo harás –

Diablos, ella sabe muy bien que no lo hare. No me gusta meternos en problemas, seguramente mi padre pegaría un grito en el cielo y no quiero que se altere. Dejo caer mi cuerpo al respaldo del asiento y no le hablo por el resto del camino. ¿Qué dirá Ryoga? Seguramente ya lo sabe, o ¿no? Tengo que decírselo. Pero no ahora, tal vez mañana. Ahora estoy muy cansada.

Cuando llegamos, la calle es un poco concurrida. Hay muchos chicos con sus mochilas caminando de aquí para allá, otros llevan perros y otros parece que van de fiesta. Aquí al parecer no respetan ni los lunes. Me acomodo en el asiento para ver bien por la ventana. Hay algunos bares y tiendas ¿Dónde me vine a meter? Pero en si, no se ve tan malo. Las casa son bonitas y los edificios tienen ese aspecto viejo pero lindo.

Nos aparcamos en frente de un edificio donde supongo que vamos a vivir. El señor nos ayuda a bajar las cosas y se lo agradezco.

-Bueno, bienvenida – Nabiki abre sus brazos y señala el edificio.

Yo sonrió, empezar esta nueva etapa de mi vida es emocionante.

Yo tengo cuatro maletas de diferentes tamaños y las maletas de Nabiki, bueno son grandes. Ella mira alrededor con el ceño fruncido, al parecer buscando a alguien. Entonces alza las manos y pega brinquitos en el suelo.

-¡Toshi! – grita. Yo dirijo mi mirada hacia donde ella está llamando y veo a un chico alto, casi delgado que sonríe al verla. Estaba sentado en la vereda con otro par de chicos a los que no les prestó atención. Están bebiendo.

El chico alto se acerca a nosotras, es simpático, tiene el cabello negro y los ojos igual, su piel esta algo bronceada. Bueno es que por ahora es verano y ya mismo se acaba, pronto hará algo de frio. El tal Toshi me mira y luego la mira a ella y la abraza.

-Hola nena, ¿Qué tal el viaje? – se lleva las manos a la cintura y mira las maletas.

-Estuvo bien, te quiero presentar a mi hermanita menor – ella me señala con el dedo – ella es Akane y quiero que te portes bien con ella y si ves a alguien queriendo pasarse de listo, pues dale su merecido – yo me sonrojo y me cruzo de brazos.

-Yo se cuidarme sola – resoplo, sacudo un poco la cabeza y miro a Toshi con una sonrisa – Soy Akane, mucho gusto-

-Igual – me sonríe – Bien chicas, permitan que este caballero las escolte hasta arriba.

No sé cómo Toshi se las arregló para subir todas las maletas, obviamente yo lleve las mías porque no era ningún trabajo, pero ¿las de Nabiki? Este tipo sí que tiene fuerza. Mientras subimos yo voy de tras de ellos, están hablando sobre alguna fiesta que se celebra el jueves, Nabiki parece emocionada. No les presto mucha atención ya que solo quiero llegar y dormir. Estoy agotada.

Cuando llegamos a una puerta cerca de las escaleras Nabiki sonríe y saca de su bolsillo un juego de llaves. Se para frente a mi cortándome el paso.

-Querida Akane, aquí será donde dormirás – miro la puerta, esta algo gastada. Pero nada que una pasadita de pintura no pueda arreglar. Suspiro y tomo las llaves.

-¿Quieres que te ayude con las maletas? – pregunta el amable de Toshi.

Niego con la cabeza.

-No, gracias. Estoy bien –

-Bueno, pasaré por ti en media hora. Arréglate, iremos a una fiesta en el piso de arriba – dice Nabiki chocando sus manos.

-Si, anímate. Vendrán unos amigos de lejos, ellos no viven aquí pero están de visita – Toshi también choca sus manos. Parecen niños.

-No, yo paso. Estoy cansada y quiero dormir – coloco la llave en la cerradura.

-Igual de aburrida que tu novio – dice Nabiki mirándome como si me hubieran salido dos cabezas.

-Buenas noches – murmuro con algo de enfado. Luego miro a Toshi con una sonrisa – Gracias, nos vemos –

-Nos vemos hermanita pequeña, suerte en tus clases –

-En realidad mis clases no empiezan hasta el miércoles – ya tengo la mitad de mi cuerpo dentro del departamento.

-las mias si son mañana – dice con cara de fastidio mi hermana –Bueno, hermanita nos vemos mañana para el desayuno –

Cuando se van, cierro por fin la puerta. Busco el interruptor y cuando la luz se apodera de la habitación me doy cuenta de que no es tan grande como imaginaba. La cocina está cerca de la entrada, tiene el mesón que separa la cocina de la mesa. La sala esta justo en frente de mí, hay dos ventanas grandes y un sillón, la televisión esta en frente y una mesa pequeña también. Por lo menos viene amueblada.

Me dirijo hasta el pequeño pasillo y veo una puerta, la abro y es el baño. No es grande, tiene una ducha y un retrete, algo pálida las paredes. Cierro y me dirijo hasta el fondo a la última puerta, es mi habitación. Entro y dejo las maletas en el suelo, ordenadas, ya mañana desempacaré. El cuarto es algo grande, la cama es amplia, creo que más de lo que era mi cama en Nerima. La ventana es grande y hay un mueble pegada a la pared donde puedo sentarme para ver la vista, que por ahora no se me antoja. Hay un armario y dos mesitas de noche. Por ahora estoy cansada y quiero dormir. Saco de la maleta mi pijama, y me lo pongo. Al acostarme me doy cuenta de cuanto necesitaba una cama. Miro mi teléfono, aun queda poca batería y me apresuro a buscar un interruptor. Para mi suerte hay uno cerca de la cama. Busco el numero de Ryoga y marco.

Espero, pero no contesta. Así que decido en mandarle un mensaje.

Ya llegue, ahora voy a dormir te extraño y ya quiero verte. Buenas noches.

Cierro los ojos y enseguida duermo.

Un ruido me despierta. ¿Música? No puedo escuchar claramente pero puedo escuchar el bajo de los parlantes. Diablos, están dando una fiesta justo arriba de mi piso. Maldigo a todos y cada uno que está en esa fiesta. Escucho las pisadas y las risas escandalosas. Miro el teléfono y son las dos de la mañana. Coloco una almohada sobre mi cabeza y se que esta será una larga noche.