Una rosa en invierno

Hacía un día bonito en la Ciudad Endrino. Lira tenía frío, porque estaba en plena de diciembre. Ella luchó a Débora, la líder de gimnasio de la Ciudad Endrino. Lira entró en el Centro Pokémon. Necesitó curar sus Pokémon. Fue difícil ganar la batalla. Sólo su Typhlosion, su primero Pokémon, estaba consiente, pero estaba muy débil.

-Sus Pokémon están curados. Se da vuelta en cualquier momento, por favor-, dijo la enfermera Joy.

-Gracias-, Lira le respondió a la enfermera. Salió del Centro Pokémon, tiritó en la viento frío. Se abrigó con su nuevo abrigo rojo y blanco que su madre le dio. Soltó su Typhlosion de su Pokéball.

-Vamos a la Guarida Dragón-, le dijo Lira a su Typhlosion. Typhlosion gruñó calladamente. Si Lira quería ir a la Guarida Dragón, se iría también.

Entraron en la Guarida Dragón. Era muy oscuro, y no podían ver mucho. Sin embargo, podían ver las luces pequeñas del Santuario Dragón. Continuaron hasta llegaron a el Santuario Dragón. Lira oyó un ruido extraño. Fue la voz de una persona, pero sólo las que derrotó a Débora eran permitidas estar en la Guardia Dragón.

-¡Más energía, Feraligatr! ¡Una vez más!-, Plata gritó. Parecía que estaba entrenando su Pokémon. Él parecía cansado, como si él también estaba entrenando él mismo. No vio Lira y su Pokémon.

-¡Hola, Plata! Hace mucho tiempo que nos vemos, ¿sí?- Lira llamó. Plata estuvo sorprendido.

-¿Lira? ¿Porque estás aquí? Pensaba que estaba en Kanto.- Plata le respondió.

-Pensaba que hacía mucho tiempo que estaba en la Guardia Dragón. Me extrañas.- Lira sonrió. – ¿Y tú? La última vez que te vi, fuiste a luchar el Alto Mando, ¿verdad?

-Derroté-. Plata no vio a Lira. Estaba avergonzada. La última vez que la vio, se jactó que iba a ganar.

-Pobre Plata-, Lira le dijo. Se estiró los brazos para tratar de abrazarle, pero se alejó y frunció el ceño.

–No necesito tu lástima, Lira. ¡Déjame en paz!

-Si quieres que salir, ¡sólo necesitas preguntarme!- Lira se le llenaron los ojos de lágrimas, y empezó a correr hacia la salida.

-¡Espera, Lira! No quiero decirlo-. Pero, fue más tarde. Ya salió Lira. Suspiró. -¿Por qué nunca puedo decir lo correcto?- Reprimió un grito.


Lira estaba en el Centro Pokémon, aún enfadada. –Dichoso Plata. No me importa. Pensaba que él cambió, pero evidentemente estoy equivocada.- Acarició su Typhlosion, y se quejó. –Decidí. Voy a ir a la Ciudad Iris.-

Soltó su Noctowl y le pidió si le volaría a la Ciudad Iris. Volaron a la Ciudad Iris menos de una hora. –Gracias-, Lira le dijo a su Noctowl. –Necesito buscar una habitación por la noche.-

Usualmente los Centros Pokémon tenían habitaciones para los entrenadores, y esta noche no era diferente. Lira se sentó en la cama y suspiró.

Repentinamente, su Pokégear sonó. Fue Plata. No contestó. El Pokégear dejó de sonar.

Treintas minutos pasada, y Lira no puso dormir. La enfermera Joy tocó la puerta. –Está un chico que dice que necesita hablar con Usted.

-Sí, un momento por favor.- Lira salió la habitación y fue a la entrada del Centro Pokémon.

-¿Plata? ¿Qué quieres?- Lira no vio a Plata, porque aún estaba enojada. El Crobat de Plata aleteó las alas; estaba feliz cuando vio a Lira.

-Lira, escúchame, por favor. No quería ponerte furiosa. Lo siento. Lamento que dije.- Plata le dio una rosa roja. –Es difícil para decirlo. Pero, te quiero. Sé que puedo estar difícil, y nunca hablar lo correcto, pero dame una oportunidad. Trabajaré más y estarás orgullosa de mí.

-¡Plata! ¿Me preguntas si yo sería tu novia?- Lira jadeó.

-Sí-, Plata respondió simplemente.

-Uf, ¡Sí, Plata, sí!

Y por un tiempo, estaban muy felices. Pero es un cuento diferente.