Capítulo 33. Escape from Area 51 (I)

«Welcome to the human race.»

Escape from LA (1996)

La noche convertida en día se iluminó aún más con el ataque inesperado sobre Celestia. Como focos de energía apuntando al cielo, la alcanzaron para estrellarse en su barrera de protección mágica.

¡Esos rayos! ¡Ya los había visto antes! ¡Eran como los de Mel Gibson!

—¡Son robots! —exclamó Pinkie para advertir a sus amigas—. ¡Modelos 1488, como Mel! ¡Y debe haberlos a docenas en la superficie!

¡Iban a necesitar camiones y camiones de nitrógeno líquido para poder congelarlos a todos!

—¿Quién es esa unicornio? —preguntó Fluttershy—. ¡Parece que les ha ordenado atacar a Celestia!

—¡No es de los nuestros! —exclamó Rarity, entrecerrando los ojos para poder ver a lo lejos—. Es... Más alta...

—¡Es AIMAQCA! ¿No lo veis? —señaló Rainbow Dash—. ¡Se ha convertido en unicornio!

Pinkie Pie forzó mucho, mucho, mucho la vista y le pareció distinguir brillos plateados en aquella altísima unicornio. ¿AIMAQCA era una trans-unicornio? ¿Se sentía más a gusto siéndolo? Si bien Pinkie no podía hacer más que apoyar su decisión (aunque le hubiese recomendado un profundo proceso de duda, introspección y cuestionamiento para estar realmente segura de si cambiar de raza era lo que realmente deseaba), tampoco podía pasar por alto que AIMAQCA era muy, muy, muy mala y que aquello formaría parte probablemente de algún retorcido y ponicida plan.


Trixie evitó a aquellas cosas robóticas horribles que disparaban a Celestia y aunque no era una táctica especialmente grande, o especialmente poderosa, decidió esconderse tras el muro de un hangar a medio derruir hasta que todo pasara.

Desde allí vio cómo Celestia descargaba su furia contra el suelo, iluminando aún más el cielo de la noche, como si los ataques de aquellas cosas plateadas parecidas a esqueletos humanos no fuesen más que un incordio insignificante para ella. Trixie no pudo evitar cierta envidia. Siempre había fantaseado con hacerse con aquel tipo de poder, aunque aquella energía la verdad era que daba mucho miedo... ¿Hubiese sido capaz de controlarla? La propia Celestia no parecía Celestia y...

De repente oyó algo moverse bajo lo que quedaba de una aeronave y se acercó cuando su curiosidad logró vencer al miedo. Allí lo vio. Uno de los ponis de metal. A pesar de estar atrapado bajo escombros y chatarra, aún se movía. Trixie sintió un impulso poderoso y desconocido y galopó hacia él.

—¿QuIeReS... sEr... Mi... AmIgA? —dijo la máquina.

—Bueno... La amistad no funciona de esa manera, ¿sabes? —pudo responder—. Normalmente primero hay que...

Trixie se detuvo porque el rápido sonido de algo metálico golpeando otra cosa comenzó a oírse repetidamente y entonces se percató de que el poni de metal estaba intentando dispararle con el arma descargada que aún tenía en la cabeza.

—¿Por qué...? —exclamó horrorizada—. ¿Por qué intentas matarme?

—Es... Lo... QuE... hAcEn LaS aMiGas...

Trixie estuvo tentada de dejar aquella cosa allí, atrapada bajo los escombros. Pero no lo hizo. Ella... Aunque no era especialmente grande y poderoso admitir los errores, tenía que reconocer que había estado muy equivocada con muchas cosas en el pasado. El bombardeo sobre la base, sin ir más lejos, era buena muestra; quizás, no pudo evitar pensar, a aquella máquina le pasaba lo mismo.

Que sólo estaba equivocada.

—Las amigas no intentan matarse las unas a las otras —corrigió.

—¿No?

—No.

—¿QuÉ... hAcEn EnToNcEs?


Applejack trató de distinguir algo por donde señalaba Dash. ¡Era imposible!

—¡Ey! ¡No todas tenemos vista de piloto, Dash! —gruñó Applejack—. ¿Estás segura de que es esa chiflada? ¿Cómo demonios ha podido llegar aquí antes que nosotras? ¡Se suponía que nos estaba persiguiendo! ¿Y por qué le ha dado por ponerse un cuerno en la frente?

—Algo me dice que la culpa la tiene Celestia, cielo —aventuró Rarity—. Aunque nos odie o quiera extraer más información de Twilight, Celestia es nuestra Presidenta. Si AIMAQCA está programada para la guerra, creo que un paso lógico para derrotarnos sería acabar con ella...

Pinkie Pie asintió pensativa, mientras su oreja se movía frenéticamente.

Applejack tuvo que admitir que Rarity tenía razón: si AIMAQCA derrotaba a Celestia, las cosas se iban a poner muy difíciles para todo poni.

—¿Y el cuerno?

—¡Está clarísimo, tontita! —exclamó Pinkie Pie—.¡Quiere robarle la magia a Celestia!

—¿Qué? —se sorprendió Applejack—. ¿Puede hacer eso, Rar?

—No lo sé, querida —balbuceó Rarity—. Sólo soy una simple modista. Mi magia no sirve para teleportar cosas ni para grandes conjuros. Nunca fui tan buena estudiante como Twilight... Aunque...

—¿Sí?

—Creo que es... ¿Posible?

—¡Claro que es posible! —insistió Pinkie—. ¡AIMAQCA debe haber encontrado algún recuerdo imposible de Twilight que indique cómo hacerlo!

—Oh, no... —musitó Fluttershy.

—¡Qué vamos a hacer! ¡Qué vamos a hacer! —exclamó Pinkie mientras intentaba desesperadamente despertar a Twilight con un matasuegras—. ¡Necesitamos un plan! ¡Si esa robot loca se hace con la magia de Celestia será completamente imparable!

—Bueno, azucarillo... Ya es bastante imparable.

—¡Más imparable aún quiero decir! ¡Eso no puede ser bueno!

Pinkie señaló al cielo, porque con un atronador bramido, la magia de Celestia estaba contraatacando.


Trixie no prestó atención al estruendo en el cielo y se concentró en levantar el peso de los escombros; tras tirar de él con la boca pudo sacar al robot fuera para que se levantara a cuatro patas. Era una versión muy cómica de un poni, todo metálico, con patitas muy finas acabadas en cascos de goma, sin cabeza u ojos a los que poder hablar... Pero la verdad era que despertaba cierta simpatía cuando se sacudía el polvo de encima como un perro. Ante su pose de atención y ansiedad, Trixie trató de encontrar las palabras...

—Bueno... Las amigas hacen… No sé… Comparten cosas. Lo pasan bien juntas... No es que algún poni haya escrito un manual o algo así... Aunque no sería mala idea… En cualquier caso no intentan matarse, ¿entiendes?

—¿PuEdEs EnSeÑaRmE? QuIeRo SeR uNa bUeNa AmIgA.

—¿Quieres ser mi amiga de verdad?

—Sí.

Trixie no pudo evitar emocionarse. Nadie hasta aquel momento había mostrado interés por ser su amiga, o si lo habían intentado, lo cierto era que probablemente no les habría hecho mucho caso. ¡Tan centrada siempre en alcanzar la fama, el poder y la grandeza! ¡En mantenerlos! ¡Y aquella pobre criatura a la que como muchas otras había estado a punto de destruir, le estaba dando una oportunidad! No pudo evitar llorar un poco.

Había sido una noche de muchas emociones.

—Ven conmigo —sollozó mientras abrazaba al robot—. Yo tampoco sé muy bien qué es ser una buena amiga, pero creo que podemos aprender juntas.

En ese momento deseó con todas sus fuerzas que algún poni le enseñara cosas sobre la amistad. Casi al mismo tiempo recordó que ya había una poni que sabía mucho de aquellas cosas y que, inevitablemente, le iba a tener que pedir ayuda.

—¡Oh! —murmuró, harta de ella—... Maldita seas, Twilight Sparkle.


Applejack vio un torrente de energía mágica surgir de Celestia y caer sobre la misteriosa unicornio como una cascada de luz; al mismo tiempo los rayos de los robots parecieron cambiar de dirección, rechazados, y oyeron en el suelo, a su alrededor, docenas de explosiones por toda la base.

—¡A cubierto! —avisó mientras trozos de metal y cascotes volaban por todas partes.

Pero incansables, tras ser rechazados, los modelos 1488 retomaron su ataque.

—¿Qué vamos a hacer? —se preocupaba Pinkie Pie—. ¿Creéis que si les hablo a todos a la vez podré convencerlos como a Mel Gibson?

—Si todos te escuchan, quizás —aventuró Rarity—. Pero es posible que AIMAQCA haya aprendido de sus errores, cariño. Creo que esta batalla apocalíptica se escapa un poco de nuestra expertise. ¡Sobre todo sin Twilight!

—El plan sigue en pie —gruñó entonces Applejack—. Tenemos que evacuar. Y llevar a Twilight a que la vea un médico me sigue pareciendo buena idea. Propongo que vayamos a avisar a Spitfire. Con esos robots en la superficie, es más peligroso que nunca quedarse aquí.

—Necesitaréis tiempo —sonrió Rainbow Dash—. Y no sé cuánto aguantará Celestia a esa cosa.

—¿Qué estás...?

—Lleva a Twilight —negó Rainbow—. Yo me quedo.

Applejack sintió el peso de Spike caer sobre su grupa junto al de Twilight.

—Cuida de él —sonrió Rarity, tristemente—. Es un buen dragoncito.

—No creáis ni por un momento...

Applejack vio entonces a Fluttershy, Pinkie y Rarity alinearse con Rainbow Dash. ¡Demonios! La decisión en sus caras no parecía admitir discusiones.

—¿Y qué se supone que vais a hacer? —gruñó, incapaz de aguantar las lágrimas—. ¡Si os metéis por en medio esa cosa os va a matar, pánfilas!

—Bueno, no cuentes con ello —sonrió Rainbow Dash—. Yo planeo vivir para siempre.

—¡Y yo creo que se me está ocurriendo un súper, súper, súper plan para distraer a esos robots! —saltó Pinkie—. ¡Pero necesitaré vestuario! ¡Como en Applepalooza!

—¿Quieres decir como aquel número musical con los bisontes en el que te disfrazaste de buscona? —estalló Applejack—. ¡No solucionaste nada en Applepalooza!

—¡Buscona no! ¡Cabaretera! —corrigió Pinkie—. ¡Y ya lo sé, tontita! Pero les distraje un tiempo, ¿no?

Applejack asintió y sorbió las lágrimas.

—Está bien. Pero no creáis que podréis deshaceros de mí —logró balbucear—. Dejaré a Twilight y volveré a echaros un casco antes de que alguna de vosotras, ponies bobaliconas, salga herida.

Entonces se abrazaron y antes de irse galopando Applejack trató de no pensar en que aquella podría ser la última vez que vería a sus amigas.


Rainbow Dash vio marchar a Applejack y luego asomó la cabeza por detrás del muro derruido; trató de distinguir la posición de AIMAQCA a través del resplandor, pero era difícil, incluso con las gafas de sol puestas. ¡Qué locura! ¡Fuera de aquel espectáculo de luces aún era de noche!

—¡Tenemos que ir a preparar el resto del número! —la avisó Pinkie Pie.

Rainbow asintió tratando de no mostrar el miedo que le apretaba por dentro; como habían hecho antes con Applejack abrazó a sus amigas. El traje de Pinkie aún estaba por hacer, pero para ahorrar tiempo, Fluttershy y Rarity ya se habían puesto encima los vestidos de lentejuelas rojas.

—De todos los conjuntos que has preparado Rarity —admitió Rainbow—, ese es el último que esperaba que fuesemos a usar.

—Por eso las damas debemos estar preparadas para cualquier eventualidad —sonrió Rarity—. Ahora sé una buena pegaso bravucona y no hagas ninguna locura, cielo.

—Y ten mucho cuidado —susurró Fluttershy.

—Vosotras también.

Y las vio irse a lo que quedaba del centro de la base, a montar el escenario.

Luego volvió a mirar en dirección al torrente de luz y comprobó, como temía, que comenzaba a perder intensidad.

Celestia estaba perdiendo fuerzas.

Dentro de poco, temía, caería del cielo.


Applejack buscó cobijo entre las sombras y los pocos restos de hangares que encontró de camino al perímetro. Allí, cerca de la verja, comenzó a ver movimiento de más modelos 1488. ¿Qué hacían? ¿Se estaban dirigiendo al campamento de Spitfire? No, comprendió. Lo estaban rodeando.

—Escapar… Debemos…

—Shhh… Silencio, Twi. Descansa. Estamos cerca.

Miró a su lomo para comprobar que Spike seguía inconsciente. Twilight, tras abrir los ojos unos instantes, volvió a estarlo.

Applejack tragó saliva con decisión y pasó silenciosamente entre las espaldas de dos robots. ¡Debía avisar a Spitfire!


—Esto está repleto de robots como Mel patrullando —murmuró Fluttershy—. ¡Es imposible que podamos montar un escenario!

Pinkie Pie inspiró con decisión. ¡No habían llegado tan lejos como para detenerse ahora! El centro de la base, además, estaba bastante más tranquilo de lo que había esperado. Identificó entre la oscuridad una explanada perfecta para el público.

—¡Con ese espíritu desde luego que es imposible! —censuró—. Anímate, tontita. Sólo tenemos que encontrar algo que nos oculte. ¡Los robots parecen ocupados en otras cosas! ¡Vamos! ¡Creo que he visto una lona!

Pinkie oyó a Rarity resoplar de fastidio mientras manipulaba su cinta métrica.

—¡Pinkie! ¡Estate quieta! ¡Tengo que tomarte bien las medidas!


Applejack superó la verja del perímetro y alcanzó por fin ell campamento de Spitfire. Cuando llegó, agotada, primero dejó a Spike en una camilla para que le vieran cuántos huesos tenía rotos y luego con la ayuda del equipo de Doctor Horse pudo sentar a Twilight, antes de recostarla. Se llevó una agradable sorpresa al ver que todo poni estaba recogiendo material a toda prisa, aunque no estaba segura de si tenían tiempo para eso.

—Entiendo que el dragón sufre politraumatismos, pero ¿y ella?

—Una robot malvada la enchufó por el cuerno a un ordenador con el objetivo de extraerle información —resumió Applejack.

Doctor Horse parpadeó un par de veces.

—Ese tipo de patologías se escapa un poco de mi campo.

—¿Serviría de algo si le digo que el cable iba a rosca?

—No —admitió Doctor—, pero haremos lo que podamos.

—De acuerdo, pero dese prisa. ¡Tenemos que evacuar! ¡Esos robots están planeando algo! —contestó acariciando la mejilla de Twilight por última vez—. Tengo que avisar a Spitfire. Cuide de ella, por favor.

Applejack al levantar la vista descubrió a Derpy en una camilla cercana.

—¿Cómo está ella? ¿La trajo Celestia? —comprendió.

—Vivirá. Pero tiene heridas muy serias.

Applejack se acercó hasta la pobre pegaso, con el pecho vendado y varios apósitos encima. Parecía despierta, aunque muy cansada.

—¡Applejack! ¿Cómo está Rainbow Dash?

Applejack tomó su casco.

—Espero que bien, azucarillo. Espero que bien.


Rainbow Dash desde su escondite vio el resplandor mágico extinguirse en el cuerno de AIMAQCA.

¡Pinkie tenía razón! ¡Había absorbido la magia de Celestia!

Entonces miró hacia arriba y vio, como temía, cómo Celestia comenzaba a caer a gran velocidad, aún atosigada por los rayos de los robots.

No lo pensó dos veces y despegó, lanzándose a por ella todo lo deprisa que pudo. No estaba segura de si podría pararla, pero al menos intentaría cambiar su trayectoria. Aceleró todo lo deprisa que pudo, aleteo, aleteo, aleteo y ¡ahora! y cargó contra la burbuja, lanzándolas a las dos con estrépito contra un grupo de ruinas, en una nube de humo y polvo que esperó se perdiera, sin el resplandor cegador de la magia de Celestia, en la noche.

Rainbow Dash levantó la cabeza entre el polvo. ¡Au! ¡Le dolía todo! ¿Celestia?

—¡Tú otra vez! —oyó a AIMAQCA a lo lejos.

—Yo otra vez, pirada —murmuró Rainbow.

Se arrastró con cautela hacia donde descubrió que había caído Celestia y comprobó, con alivio, que aún respiraba. Ya no tenía las crines incendiadas como había visto durante apenas un instante al lanzarse a por ella; parecía de nuevo ella, Celestia, pero con el pelaje lleno de tierra y ceniza y la melena para nada etérea.

—Twilight —susurró entonces.

—Shhh… Ella está bien. La hemos llevado al médico. ¡Ahora cállese, Presi! ¡Tenemos que ocultarnos!

—¡Sé que estás ahí poni especial! —volvió a oír—. ¡Aún no he acabado con tu diosa! ¡Primero mi Núcleo y ahora mi magia! ¡Entrégamela!

Rainbow Dash asomó un poco para comprobar que buscaba en su dirección, pero que todavía tardaría un tiempo en encontrarlas. Resopló, desesperada. Ella también echaba de menos a Twilight en momentos como aquel.

—¡Muy bien, ricura! —rió AIMAQCA con un deje de lo que le pareció frustración en su cantarina vo—. ¡Tú lo has querido! ¡Se acabó! ¡Modelos 1488! ¡Rodead a los ponis! ¡Capturadlos! ¡Que no se escape ninguno!


Luna sintió horrible estremecimiento y agradeció que Flurry se hallara por fin dormida. El gabinete de crisis en el Despacho Oval había resultado más desastroso y menos útil de lo que había imaginado, mas aún así agradeció de corazón no pasar a solas aquesos momentos de incertidumbre cierta. La noche, fuera, pronto daría lugar al día. Había pasado malas vigilias en el pasado, mas en aquel momento no recordaba ninguna como aquella.

El último reporte llegado desde el Área 51 indicaba que el destacamento de Spitfire iba a evacuar tras recibir un mensaje de las Portadoras. Y que Celestia se hallaba con buena salud… Pero aún así...

—¿Qué ocurre Presidenta Luna? —preguntó Zecora—. ¿Se despertó la pequeña Flurry en su cuna?

—No, no es eso... Algo... Algo malo va a acontecer —contestó Luna—. Lo presiento.

El teléfono sonó en ese momento y Luna puso el altavoz.

—¿Comandante Spitfire? ¡Adelante! Hable.

Doctor Hooves, Granny Smith y el resto del gabinete se abalanzaron sobre el aparato.

—Presidenta Luna —oyó a Spitfire—. Una de las Embajadoras tiene un mensaje...

Se oyeron ruidos al otro lado de la línea.

—¡Tenemos que evacuar! —se oyó a Applejack, la amiga de Twilight Sparkle del otro lado—. ¡Los robots están rodeando el campamento! ¡A Celestia le están robando la magia! ¡Hay que salir ya!

—¿Qué? —pudo balbucear Luna.

—Celestia está haciendo ponisonalmente frente a la amenaza —volvió a explicar Spitfire—. Antes de partir nos ordenó evacuar pero aquí Applejack...

—¿Applejack? ¿De verdad eres tú, potrilla? ¡Soy yo, la abuela!

—¿Abuela? —se oyó desde el otro lado de la línea—. ¿Qué haces en la Casa Blanca?

—¡Somos el gabinete de crisis! ¡Pero eso no importa! —interrumpió Doctor Hooves—. ¿Cómo está Derpy? ¿Llegó con Celestia?

—Está herida, pero se recuperará...

Luna lanzó un hechizo para cerrar la boca a todos los ponis presentes y trató de centrarse en el problema.

—Repetid eso —ordenó Luna—, de que algún poni pretende la magia de Celestia robar.

La respuesta del otro lado quedó interrumpida por voces metálicas y amenazadoras.

—¡QuIeToS tOdOs LoS pOnIeS!

Luego disparos. Y explosiones.

Y la línea bruscamente se cortó.

Luna suspiró con decisión, ante las miradas asustadas de los ponis alrededor.

—Parece que las ponis se encuentran apuradas —dijo Zecora cuando Luna hizo desaparecer el hechizo enmudecedor—. A algo terrible andan enfrentadas.

Luna asintió.

—Debemos sacarlas a todas de allí con vida —dijo con decisión—. Ponedme con Cadance. Deseo hablar con ella.


Los modelos 1488 cayeron por sorpresa sobre el campamento de Spitfire. Rápidos, eficientes y precisos, comenzaron a atrapar a ponis fácilmente ante la estampida y el descontrol general.

Applejack comprendió que había llegado demasiado tarde.

—¡QuIeTa! —oyó.

Pero no se paró. Sólo pensaba en llegar a la enfermería y sacar a Twi. Logró evitar al enésimo brazo que intentó atraparla y se dirigió entre el caos y los ponis en pánico hacia la tienda con una cruz en la lona. ¡No, no, no! ¡Había logrado advertirles pero ya era demasiado tarde! ¡Qué locura! ¡Al menos los robots no parecían disparar a matar, pero iban atrapando ponis como quien recogía manzanas del suelo!

Mientras galopaba, vio como dos Blackhawks lograban despegar, para recibir antes de lograrlo del todo disparos en los rotores que les hicieron estrellarse contra el suelo con todos los ponis que iban dentro saltando en el último momento. Lo mismo sucedió con los Humvees y los transportes pesados, en estampidos de rayos y explosiones que la dejaron medio sorda.

Ningún poni lograría escapar, comprendió.

Tenía que llegar hasta Twilight.

Cuando alcanzó la enfermería, dos modelos 1488 estaban ya en la puerta y la apuntaron con sus armas.

—¡Tú, PoNi! ¡Al CoRrAl CoN lOs OtRoS!

Applejack levantó las patas cuando vió que sacaban a los heridos de dentro, como prisioneros.


—No podrás esconderte por mucho, pegaso —oyó a AIMAQCA—. ¡Si me entregas a esa diosa vuestra, quizás te perdone la vida!

Rainbow siguió al lado de Celestia. Ya no estaba inconsciente, pero la verdad era que no tenía buen aspecto entre cascotes y polvo; si bien estaba tumbada y parecía recuperar fuerzas, sus crines ya no ondulaban tanto; tenía el pelaje manchado y revuelto, y la expresión cansada en su rostro no contribuía a animarla precisamente.

—Debes entregarme, Rainbow Dash —le dijo.

—Ni hablar, Presi —negó Rainbow—. Lo que tenemos que hacer es encontrar una manera de salir de aquí. Por ahora la estamos entreteniendo y es justo lo que quería que pasara.

Celestia asintió con una expresión grave.

—¡Oh, lo siento tanto…! Me dejé llevar —dijo—... El odio me invadió... La ira... Estaba preocupada por Twilight y no pude… Nunca debí haberlo hecho. Este mundo ha sacado lo peor de mí y ha sido un error... A veces creo que nos cambiará definitivamente… Es todo tan…

—¿Cruel?

—Sí.

Rainbow trató de hablar bajito, porque AIMAQCA seguía por allí, levantando piedras en su busca. Lo hacía con la magia que había robado y, la verdad, darse cuenta de que podía hacerlo no contribuía a tranquilizar a Rainbow.

—Es verdad que nos cuesta acostumbrarnos a este lugar —murmuró Rainbow—, y que es fácil dejarse llevar por él. Pero también tiene cosas buenas. Y creo que sería un error que cambiemos para adaptarnos a él; creo que debemos cambiarlo a él para que sea como nosotras queramos que sea. Es verdad que ha sacado lo peor de nosotras, pero creo que también está sacando lo mejor. Aún nos queda mucho por decir, Presi. Ahora —añadió al verla un poco más animada—, ¿se le ocurre alguna manera de derrotar a AIMAQCA?

—Las Vegas —pensó en voz alta—. Lo que sucedió en las Vegas...


—¿Qué pasó en las Vegas, azucarillo? —preguntó Applejack—. Yo no estuve allí. Os encontré en el DC, semanas después. ¿Recuerdas?

Twilight había recuperado el sentido después de una inyección de Doctor Horse y aunque Applejack estaba agradecida por ello, la situación no era para cascotear de alegría. Doctor además decía que los estimulantes no durarían mucho… No tenían mucho tiempo...

—Encerré magia y electricidad en un bote —explicó Twilight, a duras penas—... Cuando las uní, se generó una... Singularidad... Luna y Celestia pudieron controlarla de milagro (*1)

Todo el destacamento de Spitfire había sido hecho prisionero y aunque había podido reencontrarse con Twilight y Spike en la enfermería, casi una veintena de modelos 1488 las habían llevado detrás de un cercado hecho con concertinas acabadas en afiladas cuchillas. Aquello le daba muy mala espina a Applejack; que no les hubiesen hecho daño hasta aquel momento no significaba que no fuesen a hacérselo cuando estuviesen seguros de haber atrapado a todos los ponis. Aquellos robots no eran como Mel. Eran como el Mel de antes. De recibir la orden, las achicharrarían con sus rayos sin pensarlo.

Encerrar magia y electricidad en un bote. De acuerdo. Applejack asintió. AIMAQCA estaba hecha de electricidad y metal. Y ahora debía tener dentro parte o toda la magia de Celestia. Sonaba como un plan.

—¿Eso la destruiría?

—Sí. Y activará la autodestrucción de la base —añadió Twilight—... Tenemos que estar lejos cuando eso... Ocurra...

—Y, ¿cómo hacemos para que las junte?

—No... No lo sé... Pero tenemos que… Alejarnos...

Twilight volvió entonces, lentamente, a volver a cerrar los ojos.

-o-o

—¿Alguna idea sobre cómo hacer que junte la magia con electricidad? —preguntó Rainbow.

Vio a Celestia dudar, unos instantes.

—Contener magia no es simple para una principiante —sonrió—. Si la magia está dentro de ella, puede que la tenga bajo control con algún tipo de fenómeno tecnológico. Una reacción emocional puede traicionar a la mejor de las hechiceras. Mírame a mí.

Rainbow Dash se rascó la cabeza.

—¿Puede traducir eso a pegaso?

—¿Tiene esa cosa sentimientos?

—Uy, un montón. Y hacía mí —reconoció Rainbow—, bastante malos.

—Entonces, tienes que enfadarla, Rainbow Dash —afirmó Celestia—. Si pierde el control, es posible que no pueda controlarse y active el proceso.


Applejack vio Spitfire acercarse, un ojo en los guardas.

En ese momento el cercado se volvió a abrir y volvieron a meter a dos pegasos. Cuando uno intentó levantar el vuelo, se encontró con un cañón apuntando a un poni de tierra, por lo que aceptó a regañadientes volver al encierro.

—¿Estás segura de que funcionará? —preguntó Spitfire.

Applejack tardó unos momentos en comprender que se refería a lo otro. A escapar de allí.

—Mis amigas están en ello —afirmó con decisión—. Y si dicen que lo harán, lo harán. Debemos estar preparadas para llegar a los vehículos y escapar de aquí.

—No es que nos queden muchos vehículos —gruñó Spitfire—... Pero prefiero probar suerte en el desierto a acabar encerrada como ganado.

Applejack asintió.

Debía estar preparada para cuando sus amigas actuaran.

Y lo harían. Sabía que lo harían


NdA: (*1) Ver «Lo que fuimos» original.

NdA: Prometí un sólo capítulo, pero es que este me ha quedado larguísimo. Por eso posteo dos, pero el mismo día. El desenlace (a falta del epílogo que vendrá en una semana) en el siguiente.

Edit: Montones de ediciones y añadidos. Cambios en la estructura. Gracias Comandante Maya Fey por las sugerencias. Siento haber cambiado tanto el capítulo, pero lo escribí en dos arrebatos y me faltó paciencia para madurarlo un poco. Creo que así está mejor. Ahora a cambiar el otro.

Gracias por la paciencia