Este fic participa en el minireto de marzo de La Copa de la Casa 20/21 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black. El reto consistía en escribir sobre un objeto sorteado, perteneciente a los cuentos o la mitología; me tocó el zapato de cristal de la Cenicienta.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK Rowling.
Beta: Nea Poulain
Palabras: 598 (He usado el extra de palabras)
Erised
El hombre frente a ella llevaba escrita la desesperación en el rostro. Sus ropas contaban que había viajado leguas para llegar hasta allí, sin detenerse siquiera a limpiar el polvo que ensuciaba sus finas telas. Era un muggle que ya habría recurrido a todo lo que su dios permitía, y ahora iba a arrojarse a los brazos del diablo, o eso creería él. Lo cierto era que Iolanthe solo era una bruja dispuesta a ayudar a los no mágicos, incluso cuando ya habían intentado ahorcarla en un par de ocasiones.
—¿Qué mal le aqueja? —preguntó ella.
—Amor.
—El peor de todos. —Iolanthe reprimió el deseo de negar con la cabeza—. No preparo filtros, si eso es lo que quiere.
El hombre abrió su bolsa y sacó de ella el zapato más extraño que Iolanthe hubiese visto; elaborado con cristal fino que reflejaba el fuego que ardía en el fuego de la cabaña.
—La dama que lo portaba acudió a uno de mis bailes —dijo el hombre, acariciando el talón mientras hablaba—. Se marchó sin decirme su nombre ni darme más señas; lo único que dejó atrás fue esto. He ordenado que todas las mujeres de mis dominios se lo prueben, pero a ninguna le encaja. Ayudadme a encontrarla.
Iolanthe extendió las manos, pidiéndole permiso al hombre para coger el zapato; este se mostró reticente al entregándoselo. Ella trató de mirarse en su suela, pero solo vio el brillo de las llamas.
Tal vez la dama era una bruja juguetona; quizás habían caído ambos en la trampa de otra persona mágica. En cualquier caso, el problema tenía fácil solución.
Iolanthe sostuvo en alto el zapato. En su manga llevaba escondida la varita y bastó con que susurrase el hechizo para fracturar el cristal; cuando lo arrojó al suelo el zapato se rompió.
—¡No! —El hombre cogió un par de pedazo, desesperado; uno de sus dedos se cortó con el filo, pero él no pareció darse cuenta—. ¿Qué habéis hecho?
—Si no preguntasteis el nombre de la dama ni recordáis su rostro, no es la adecuada para vos —respondió Iolanthe—. Ahora que ya no tenéis el zapato cerca, la olvidaréis.
El muggle parecía furioso, por lo que Iolanthe lanzó sobre él un hechizo calmante, que lo animó a salir de la cabaña sin más quejas.
Tras eso, movida por la curiosidad, cogió el pedazo más grande. Apagó el fuego; a pesar de eso, el cristal siguió revelando un color rojo tan intenso como las manchas de sangre que el muggle había dejado sobre él.
Reunió todos los fragmentos, los unió y los agrandó, hasta crear una superficie que podía mostrar todo un cuerpo.
Tal y como sospechaba, no encontró su reflejo al mirarse. Lo que vio fue a una anciana que estaba sentada frente a un hogar, con una niña de cabello oscuro en su regazo, a la que peinaba mientras una mujer de mayor edad elaboraba una poción en el mismo caldero que pertenecía ahora a Iolanthe.
Ella volvió a sentir las caricias de su abuela en el cabello, la voz suave de su madre, el olor de los ingredientes que usaba. Se acercó todo lo que pudo, observando ávidamente los detalles de dos rostros que ya había creído olvidados. Su corazón latió con fuerza y sus manos ardieron; necesitaba tocarlas con la misma fuerza con la que el muggle había deseado encontrar a la dama.
Sus dedos se toparon con el frío cristal.
Se apartó con un escalofrío, al tiempo que miraba la mancha de sangre, ese rastro de desesperación todavía sobre el objeto.
NA.
Supongo que no es necesario que diga de qué espejo hablamos, ¿verdad? ;)
Gracias a Miss Lefroy, que me pasó una lista de personajes y me ayudó a encontrar a Iolanthe, a Milen, que siempre soporta los turnos de ruegos y preguntas muy bien, a Nea por betear, y a ti por leer :D
