Notas— No puedo creer que lo logré. Fueron semanas llenas de estrés laboral y mis ya clásicas crisis de ansiedad derivadas de la pandemia. Particularmente este capítulo salió gracias al increíble apoyo de Alma vieja y de Len (que la tengo con varios nicks, pero en la red social del pajarito así la tengo) también de cada uno de sus asombrosos reviews y de sus feebacks en mi correo. Más notas al final, pero aquí viene un capítulo difícil porque todo es Grand, pero no sale Grand.

Anny— ¡Nuestro amor por Grand es totalmente mutuo! Justamente, cuando pensé en este Grand traté de inspirarme en muchos personajes "locos". En personajes que tuvieran una bipolaridad súper marcada. Trataré de dejar a nuestro bebe Grand un poquito más de tiempo. Muchas Gracias por leer.

YahairaB— ¡No puedo creer que ya estás en la universidad! Yo espero que la estés llevando bien y te agradezco mucho el tiempo para leer, espero que esta actualización sorpresa te venga bien. Gracias siempre por comentar y espero de todo corazón que te guste. Animo también!

BulletVIII— Te respondo por acá porque me di cuenta que no podía responder tu comentario. Yo noté ese problema desde el inicio: Entre ellos no se llevaban bien y aunque eso le da más sazón a la trama ya me comenzaba a generar problemas para progresar, por eso pasará lo de este capítulo. Hoy Burn sale un poco más y prácticamente se roba escena en el siguiente, así que espero de verdad que te guste mucho este capítulo. También gracias por todo el apoyo en la red social del pajarito. Luv u.

Sin más que agregar; Buena lectura~


Sacro Culto

XXVIII.- "Once upon a nightmare"


Regla número uno: No puedes usar tus armas

Intentó capear la tormenta tantas veces que sintió que le faltaba el aliento. Su tren se había ido con el último sonido del alto parlante y no le quedó otra que caer de rodillas en medio de la estación de metro. Si, había visto a Hiroto subir a ese vagón y no entendía porque su voz no logró llegar hasta él. Ryuuji estaba consiente que la regla del mundo que era que no poder usar sus propias armas, pero no sus propios poderes. Trampa, mil veces trama. Miró a su alrededor y no se le antojó como un lugar en el que hubiera estado antes con Grand, ni que causara seguridad. Grand alguna vez mencionó que no le encantaba el transporte público, por eso tanto amor a su carro. Era una estación corriente de metro, con todo y paredes pintadas con Kanjis que no logró entender, basura y las luces blancas titilando cual película de terror, incluso pudo oler un poco el ambiente. IC le había explicado detenidamente el procedimiento. Entraría, buscaría a alguno de los Hirotos, llegaría hasta Xene y negociaría con sutileza el nuevo hechizo, de no acceder tendría que usar la fuerza y para ello había decidido llevar las Katanas de Grand. Teóricamente llevaba un arma que no era suya así que podría tener una ligera ventaja… si tan solo supiera como usarlas. Pese al esfuerzo no había tenido nada de suerte con tener contacto con ninguno de los inquilinos. Ryuuji entró a la mente, camino entre la oscuridad de un pasillo de piedra hasta entrar a una ciudad casi al anochecer —pero llena de vida y luces cegadoras— y luego, seguir lo que le pareció ser Hiroto. La parte de Grand enajenada con los negocios, el sujeto de traje, lentes y mirada perdida. Corrió, pero éste se fue en el metro.

Se puso de pie con trabajo.

Llevaba puesto un kimono negro con un moño gigantesco en la espalda y las mangas largas. Lleno de holanes y listones. Con unas botas de cordones negras y con su cabello sostenido en un enorme moño con cuentas colgando de él. Era lindo, pero incómodo. Inmensamente incómodo. En su mano colgaba una pequeña bolsa de tela en dónde llevaba el hechizo y en su cintura los arneses que sostenían las Katanas. La última vez que había visitado la mente de Grand su ropa no había cambiado. Supuso que se trataba de algo relacionado con la regla que había visto IC para el hechizo.

Un pitido sacó a Ryuuji de sus pensamientos y levantó la vista para leer un mensaje en el tablero que brillaba en color rojo: "Arribando en 10 segundos, estación Génesis" Lo observó detenidamente, casi contando los segundos y de forma exacta, el metro entró por el túnel y lentamente se detuvo frente a él. La puerta se abrió pero nadie salió. Dudó de entrar. Espero algunos segundos para ver si se iba, pero el metro no se movió un ápice. Así bien. Se decidió ingresar y apenas entro la puerta se cerró de golpe. Inició su andar y salió de la estación.

Ryuuji se quedó de pie sosteniéndose de uno de los tubos en medio del vagón. Mirando atentamente por la ventana mientras el paisaje se comenzaba a dibujar en un color gris. Nada parecido a la vez anterior que se asemejaba más al rojo sangre que a ese color plano. Pasaron algunos minutos y el metro no había llegado a ninguna estación. ¿Había acaso caído en alguna clase de trampa? IC le había contado brevemente lo experiencia en la mente de Grand y de como toda la lucha había sido en un vagón de metro que, conforme ibas avanzando cambiaba a su voluntad. Se decidió a tomar en cuenta la experiencia de IC y avanzar entre los compartimientos del tren en buscar de Grand. Cada vagón era separado por una puerta de acero que se abría con una manija. Entró al siguiente vagón y el escenario era el mismo, avanzó rápidamente entre puerta y puerta y el lugar parecía repetirse una y otra vez al grado que pensó que estaba dando vueltas en círculos. Comenzó jadear por el esfuerzo y se detuvo de súbito. Una idea se le vino a la cabeza, desenvainó una de las Katanas y marcó el piso. Reanudo la marcha y al entrar al siguiente vagón la marca estaba en el piso. Parecía como si hubiera cruzado la puerta en una especie de bucle infinito.

—¡Grand! — Exclamó, tratando de mantener la calma, retrocedió a través de la puerta y se tropezó con Grand. Este no reaccionó. Era el mismo Grand que había visto esa mañana. Con su traje negro, con la camisa a rayas y la corbata roja pero a diferencia de su vampiro, éste Grand portaba una máscara blanca con orejas que le recordó un gato, un neko¸ como él los llamaba. Lo único que podía verse de su rostro eran sus labios y sus colmillos que le sonreían —¡Grand, eres tú! — exclamó Ryuuji— ¡Los he estado buscado por todos lados!

Grand no reaccionó. Avanzó un paso. Ryuuji retrocedió lentamente hasta entrar en el siguiente vagón.

—¿Grand?, ¿Qué sucede?, ¿Puedes oírme?

Grand avanzó rápidamente, de súbito lo tomó el cuello con la mano derecha y lo ahorcó. Ryuuji dejó salir un gruñido, dejó caer la katana y lo tomó con las dos manos para tratar de zafarse del agarre. Era demasiado fuerte, con toda la intención de matarlo. Trató de capear la tormenta pero era inútil, sus poderes no funcionaban, tampoco la loca idea de tratar de entrar a la mente de este Grand. Todo era una cortina negra y densa. Bajó su mano en un último intento desenvainando la segunda Katana con la mano derecha; rozó el brazo y hombro del pelirrojo. Este le soltó.

Retrocedió y jaló aire con fuerza, recuperándose. Sujetó la Katana con las dos manos, tratando de protegerse. Grand levantó del piso el arma y la elevó a la altura del hombro, apuntando a Ryuuji.

Era cuasi amenazante.

—¡Grand, reacciona! — gritó Midorikawa—¡No quiero hacerte daño!— imploró, pero sus palabras no fueron oídas, Grand se abalanzó sobre de él, haciendo que las dos Katanas chillaran entre ellas. Ryuuji trató de sostener el peso que Grand estaba ejerciendo sobre de él, flaqueó y antes de que filo rozara su cuerpo cayó y rodó por el piso del metro. Un nuevo ataque se avecinó y lo detuvo volviendo a chocar los filos—¡Grand, soy yo! ¡Ryuuji!

Logró esquivar un par de golpes con suerte y agilidad, una tirada de suerte que le había salido bien. Había intentado un par de veces usar las Katanas de Grand y cada una de esas veces había sido más desastrosa que la anterior. Nunca se había interesado en aprender a usar alguna arma, siempre había tenido la suerte de que alguien estuviera allí para salvarle el trasero. Mister Bunny death era el primero de ellos, luego Osamu y al último Grand y Burn. Siempre dependiendo de los demás. Como un completo inútil.

Apretó los labios y decidió hacerle frente a Grand. O fuera quien fuese ese sujeto frente a él.

—¡Escúchame grandísimo idiota! No es contigo con quien quiero hablar ¡Así que déjame en paz! — se colocó el posición de ataque —¡Voy a llegar hasta Grand y no te vas a meter en mi camino!— Grand imitó la posición. Bien, sería un duelo a muerte, como en las películas.

Dio el primer pasó y el metro se sacudió con fuerza, había cambiado su trayectoria y se incrementó la velocidad. Chocaron un par de veces sacando pequeñísimas chispas. Los movimientos de Ryuuji eran torpes.

—¡Grand escúchame! — Exclamó— ¡Sé que estas en algún lado, en este metro, en este lugar! ¡Por favor! ¡ESCUCHAME!

No dejo de atacar, al contrario, parecía que esas palabras alimentaban más la fuerza de su oponente.

—¡GRAND!, ¡ESTOY AQUÍ!— gritó y dio una fuerte estocada con todas sus fuerzas, el metro a cada segundo incrementaba la velocidad—¡GRAND VOY A SALVARTE!— exclamó con todas sus fuerzas, fallando su ataque.

Grand aprovechó ese breve momento y tomó ventaja, dio un golpe pero falló, a propósito. Quedando frente a frente con Midorikawa. No pudo ver nada más allá de los agujeros de la máscara, no veía los ojos verdes de su Grand, solo una vasta oscuridad que se prolongaba hasta la conciencia. Estaba vacío. Una de las Katanas cayó al piso y de la boca de Grand comenzó a manar sangre. Ryuuji sostenía con fuerza el arma que había atravesado a Grand por el pecho, casi en el corazón. Jadeó sorprendido, mientras sus ojos negros intentaban encontrar alguna explicación, sintió unas ganas tremendas de llorar, las manos estaban aferradas a la Katana, temblando y engarrotadas. Grand trató de decirle algo, pero de sus labios no salió palabra alguna, solo sangre de color rojo vibrante y algo que parecían lágrimas por debajo la máscara.

Se escuchó un fuerte estruendo cerca de ellos y el vagón se comenzó a destrozar. Habían chocado con algo y Ryuuji abrazó con fuerza a Grand mientras la máscara se iba fracturado a pedazos.

II

La chimenea de la estancia de apagó. IC, la vampiresa de polvo de diamante abrió los ojos y miró sus manos, como si algo se le hubiera extraviado. Los presentes la miraron con extrañeza y ésta jadeó. Estaba sentada en uno de los sillones principales de la sala principal, sus manos temblaban y dejó salir otro jadeo, ahora lleno de frustración.

—Los perdí— dijo.

—¿Cómo que los has perdido?— preguntó Burn.

—Algo me sacó de la mente de Grand— respondió y siguió mirando sus manos con intensidad—. Los tenía justo aquí… pero me separé de él…

—IC— llamó su hermano, se acercó a ella y este la tomó por los hombros— Cálmate por un segundo. Y regresa a nosotros.

—¡Un momento! ¿Cómo que los has perdido?— Burn se abrió paso en la sala de estar, trató de tocar a la chica pero IQ lo detuvo, protegiéndola—¡Dijiste que era un plan a prueba de idiotas!

—¡No sé qué pasó! — Exclamó y le encaró— ¡Algo me sacó de su mente, pero no era Grand!… era… como una sombra… sí… una sombra sin cara, una nube de polvo y escoria.

Clara bajó la mirada, observando la escena frente a sus ojos. Habían movido los muebles de la sala y dibujaron un círculo de hechizos con sal y velas, mismas que también se habían apagado. Algo no solo había echado a IC de la mente del vampiro, sino que había roto su hechizo dejando a Ryuuji adentro. Sus cuerpos yacían en el piso, cabeza contra cabeza, parecían plácidamente dormidos. Grand tenía las manos atadas con un listo blanco (1) y Ryuuji llevaban una bolsita con el hechizo. El hecho de que el fuego de la chimenea se extinguiera quería decir que no tenían una luz que los ayudara a encontrar la salida, sin las velas llenarían su mente de tinieblas y finalmente sin conciencia morirían de hambre. Sí, todo parecía un escenario apocalíptico. Clara llevó sus dedos hasta sus labios y pensó un poco.

—¿Era una sombra?— preguntó Clara. Todos la miraron.

—Sí—IC afirmó y miró sus manos—. Una sombra, hecha de arena negra, sin rostro ni pies.

—Puede que sea una pesadilla— dijo y agregó rápidamente—. Que una pesadilla te ataque no es normal. No para los vampiros. Nosotros no soñamos ya que no dormimos. Pero es algo extremadamente raro que suceda. Las pesadillas no atacan a cualquiera— volvió a acotar con especial énfasis.

—¿Quieres decir que han aprovechado este instante para atacar a Grand?

Clara asintió y buscó algún pensamiento en el conejito de peluche quien estaba fuera del círculo de sal, a los pies de Ryuuji. Clara sabía que Intentaba entrar a la mente de Grand, pero era difícil, el espectro dentro del peluche parecía desesperado por llegar hasta su amo.

—¿Sabes si Grand tenía algún enemigo capas de planear semejante ataque?

Burn arrugó el entrecejo.

—No conozco tanto a Grand para saber de la gente que lo quiera matar, él solito se da a odiar.

—Grand no tiene tantos enemigos— dijo una voz a su espalda, era fría y se oía enfadada—. Este ataque ha sido cuidadosamente planeado.

—¡Gazell!— exclamó IC.

La ignoro por un segundo y sus ojos viajaron directamente hasta Clara, avanzó hasta ella y ésta solo asintió.

—Suponiendo que sea una pesadilla. Lo primero que debemos de hacer es despertarlo.

—¡Maravilloso! — Exclamó Burn—¿Y qué propones? ¿Besarlo?— soltó, con un poco más que ironía.

—Tal vez— le respondió—, te mueres por besar esos labios.

Burn enrojeció rápidamente. Los colores se le subieron al rostro y un poco de humo salió de sus orejas. No sabía si se refería a Midorikawa o a Grand. Porque ambas ideas cruzaron por su mente tan rápido que no pudo ocultar su reacción. Era vergonzoso y delator al mismo tiempo. Gazell por otro lado se esperaba esa reacción. Hizo un mohín con sus labios, pero no dijo nada. Sus ojos se cruzaron con los gemelos y luego al par de cuerpos en el piso.

—¡Ese no es el punto! — Exclamó el pelirrojo—. Tenemos un problema aquí y me gustaría soluciones reales.

—Voy a entrar— acotó con seriedad—. Despierto a Grand desde adentro, hago el hechizo y los sacó a los dos.

—Espera un momento, voy contigo— se acercó a él y quedó de frente—. Tal vez con los dos sea mucho más fácil.

—¿Bromeas? Nunca has hecho esto, y no será tú primera vez— le apuntó con el dedo bien afilado y le dio un par de golpes—. Déjalo, yo arreglo su desastre. Estoy cansado de todo este asunto.

—¿Y qué pasa si te quedas atrapado?

—Eso no va a pasar.

—Mira…— llevó sus dedos hasta el puente de la nariz y lo apretó con fuerza—. Si, debimos pedir tu ayuda desde el primer momento. Ya, lo sé, estoy idiota— dijo arrastrando las palabras—. No quiero que lo digas, lo estás pensando. Estás molesto. Todas estas cagadas nos han pasado desde que comenzamos con los problemas internos. A veces no tolero a Grand, pero estoy tratando de entenderlo un poquito, estas últimas horas cerca de él me han hecho pensar que tal vez no sea tan cretino y que necesita ayuda. Es un… ¡Borracho, adicto y manipulador! —Gazell por un momento se quiso carcajear porque era una descripción que se acercaba mucho a su percepción de Grand, pero dejó que Burn siguiera hablando.— Y si queremos salir de esta y jamás volveros a ver, hay que ayudarlo. Y también a Ryuuji.

—No debiste dejarlo ir solo.

—¡Lo sé! Pero el insistió. Ya había tenido experiencia viajando a la mente de Grand… y a otras. Pensé que iba a poder. Así que déjame ir contigo. Ya sé, estás molesto conmigo y— tomó mucho aire y exhaló una nubecilla de vapor por los labios. Le estaba costando mucho trabajo hablar y Gazell estaba disfrutando su sufrimiento— Lo siento. Siento no haberte preguntado sobre lo que querías desde el inicio. Siento no tomar en cuenta tú opinión y siento no haber pedido tu ayuda. Pero ahora de verdad quiero salvar a ese par — señaló con su mano a los vampiros que yacían en el suelo—. Déjame ir.

—Entrar a mentes ajenas no es como un paseo en el campo— explicó y se cruzó de brazos, incluso si Burn se arrodillara a rogar por su perdón dejaría que lo hiciera y lo disfrutaría hasta el final—. Las mentes suelen ser muy complejas y si no tienes suficiente percepción puede que te termines mezclando con el entorno y tu conciencia se pierda.

—Para eso vamos juntos— acotó pero Gazell no reaccionó, le miraba intensamente con su cuerpo tenso y despidiendo un aire frio a su alrededor.— No tienes idea de que tan poderosa sea esa pesadilla. Quizá Ryuuji no sea muy bueno peleando, pero es hábil. Si esa cosa lo atrapó, que vayamos los dos nos dará más ventaja.

—Disculpa que me meta— terció IC y se colocó en medio —. Pero él tiene un puto a favor. No sabemos qué tan fuerte sea la Pesadilla. Estamos conscientes de que Grand tienen un inmenso poder en estos momentos, pero está débil. Hay alguien lo suficientemente paciente para esperar a que Grand bajara la guardia y meterse en su mente.

—Grand ya ha bajado la guardia anteriormente. Ha logrado tener un sueño profundo. Como en la fiesta de su empresa; estaba totalmente ahogado en alcohol.

—También cuando uso su senda en el cementerio— dijo Burn apuntando con un dedo. —. Grand ya ha estado en desventaja muchas veces y nunca había pasado esto. Quiere decir que esto es reciente.

—Yo sé que hay alguien de quien constantemente está huyendo.

Burn mordió su dedo y pensó dos segundos.

—Alguien con suficiente poder para poder rastrearlo y mandar una pesadilla tras de él.

—El dios de los muertos. — Gazell asintió—Kaze-

—¡No digas su nombre!— exclamó—. No le des más poder. Grand dijo que iba a hacer dos llamados al mundo de los muertos. El primero no tuvo suerte pero por lo que oí, tuvo éxito con el segundo, puede que-

—Haya dejado pasar algo…

—Sí, dejo un rastro. Él ahora está débil, sin tomar sangre, bebió todo el día, no durmió y lo han drogado, creo que han hecho mucho por él ésta noche.

—Mira, en mi mente el plan no era del todo malo. Yo no soy un adivino para saber que Grand está siendo acosado por un Dios al grado de aprovechar cualquier momento para cogérselo. Tengo suficientes problemas superando a mi propio Dios personal para tratar de invocar a otro. Así que supongamos que sí, Grand está en peligro, Ryuuji está con él. No sé qué más necesito hacer para que me dejes ir contigo, si no lo haces, entonces yo entro a la fuerza.

—Quisiera ver que lo intentaras— Gazell sonrió de medio lado, complacido con la actitud hostil. Hacía rato que ellos no habían tenido una discusión así que acalorada.

Burn le miró intensamente, con sus ojos amarillos puestos sobre los suyos. Se comenzaba a sentir un poco de calor en la sala a pesar de estar rodeados de oscuridad con la fría luz de las farolas del jardín entrando débilmente. Burn no cedió un poco. No sabía hasta donde lo iba a llevar su pequeño juego de miradas, Gazell parpadeó porque no le iba a seguir el jueguito.

—¡Parpadeaste!

—¿Es enserio?— enarcó una ceja.

—¡Vamos! — Sonrió de manera forzada— No me hagas rogarte.

Polvo de diamante había contemplado la escena en silencio, maravillados de lo rápido que estaban sacando conclusiones, como si sus mentes estuvieran conectadas y no les constara trabajo hacer suposiciones por mas tontas que estas parecieran. La conversación entre ellos era muy natural. Familiar. Los tres integrantes de Polvo de diamante no habían querido decir nada. Estaban escuchando con atención para ver si podían usar algo a su favor. Incluso Clara no se esmeró en contemplar los pensamientos de su jefe. Y por más tentado que IQ no veía no quería ejercer su poder de persuasión para hacer que Gazell bajara la guardia.

—¡Vamos déjalo que lo haga!— pidió Afuro—. Pago una moneda por ver a Burn humillado.

Osamu y Afuro entraron a la habitación por el ventanal que daba hacia el jardín. Se habían mantenido al margen de la situación porque en palabras de Burn y Ryuuji tenían todo "bajo control" y el ángel no se había querido meter mucho en el asunto de los cuernos de Grand. Así que no se inmiscuyeron hasta que la luz de la sala se había extinguido y escucharon los gritos.

Evidentemente no hay nada bajo control.

—¡Osamu! — Exclamó Burn caminando hasta su compañero— ¡Dile que me deje ir con él!

—Incluso Osamu sabe que esta situación no es negociable.

—Déjame ir también.

Gazell giró rápidamente la cabeza. Enarcó una ceja pero el semblante de Osamu era duro y decidido. Burn pegó un grito de alegría y dio un par de brincos en su lugar. Habían sido días horribles y este solo era la cereza de su pastel.

—He escuchado lo suficiente para darle la razón— dijo y se posó frente a él—. Las cosas han salido bien cuando trabajamos el equipo. Cuando estamos separados, tendemos a tomar decisiones tontas.

—¿Estás de acuerdo conmigo que lo que ha sucedido es una estupidez? Nos hubiéramos ahorrado mucho si tan solo alguien aquí me hubiera hecho caso— paulatinamente comenzó a levantar la voz, su nariz se arrugó—. Comenzando contigo— señaló a Burn y sus ojos se desviaron al terció de vampiros— y luego con ustedes. ¿En qué estaban pensando?

—Ellos están aquí por mi culpa— respondió Burn y se puso frente a los gemelos—. ¿Si? Pensé que era una buena idea, Grand confió en ellos y pesé a lo raro que se escucha Ryuuji también.

—Yo no soy la mamá de ninguno de ustedes para estar vigilando lo que están haciendo— dijo Gazell con el entrecejo fruncido—. Pero quiero creer que todos tienen el coeficiente intelectual de tomar decisiones lo suficientemente inteligentes.

—Estas siendo muy duro con ellos— apuntó Burn porque esas palabras no se le antojaban dirigidas a él. Hace mucho que no se trataba de él, sino de ellos—. Somos eternos, cometemos errores.

—Yo no puedo darme el lujo de equivocarme.

—Nadie te pide que seas perfecto– sonrió Burn de medio lado.

—Si tener la razón que hace sentir mejor— dijo Osamu tras un silencio prolongado—. Si. Estoy de acuerdo contigo. Pero quiero que enfríes tu cabeza dos minutos. No los mires a ellos— señaló a polvo de diamante— tampoco a ellos— y apunto a Burn y Afuro—. Quiero que los veas a ellos. Los dos están solos, en una mente evidentemente inestable, no saben que está pasando y sólo tú— posó una mano en su hombro—. Eres capaz de ayudarnos para poder salvarnos. Así que quiero que dejes atrás tu egoísmo y hagamos esto como el equipo que deberíamos ser. No busques culpables, busca soluciones.

Le estaba sermoneando. Osamu lo estaba sermoneando. Gazell bajó la cabeza ya que no le pudo sostener la mirada a su compañero. Quizá la única persona razonable en todo el castillo. Si, estaba molesto, desde Grand pidiendo su confianza y apuñalándolo varias veces hasta Burn tomando decisiones por él. Quería ejecutar la idea de hacerlo por sí mismo ya que no soportaba la mediocridad de sus compañeros. Tampoco la rebeldía de su clan. Necesitaba saborear la sensación de que él estaba en lo correcto y que los demás eran unos idiotas. Sentía que eso de alguna forma lo iba a hacer sentir mejor. Pero no funcionaba con Osamu, porque confiaba en él.

—Quizá contigo esto resulte— fue su respuesta final y se dio media vuelta—. Voy por mis armas. Necesitamos algo para destruir o atrapar esta pesadilla.

Burn aulló de la felicidad. Y le agradeció a Osamu infinidad de veces.

—Hay un par de reglas— dijo IQ antes de que Gazell dejar la habitación—. Quizá debas conocerlas.

—¿Impuso reglas?

—Sí— asintió con la cabeza—. Pero al parecer no fue él. Sino la pesadilla. Eran reglas muy concretas.

—La primera regla decía que no puedes usar tus propias armas— secundo IC—. Así que Ryuuji decidió llevar las armas de Grand.

—Déjame entender— caminó hasta la gran puerta de madera que separaba la estancia del pasillo, les dio la espalda— dejaste ir solo a Ryuuji, sin usar sus poderes, con dos armas que por lo que sé, no sabe manejar. ¿Eso hiciste?

—Pensé que lo podría hacer solo-

—Preparen el hechizo, vamos a entrar. Sé que es muy repentino, pero tener un atrapa sueños nos podría servir. — Acotó y salió de escena. Los gemelos asintieron y se concentraron en preparar todo nuevamente.

Burn dio media vuelta y encaró a sus dos compañeros, pero pese a su idea ninguno le recrimino nada.

—Si no pueden usar sus armas ¿Qué harán?— cuestionó Afuro.

—Intercambiamos — Burn desenfundó sus revólveres y le tendió uno a Osamu— ¿sabes usarla?

—Sin problemas— y la aceptó —. Por otro lado, yo no sé qué puedo ofrecerte. Puedo hacer un arma a la medida.

—Es cierto, tú no peleas con un arma definida. Eres muy versátil.

Osamu asintió.

—Si puedo evitar el conflicto bélico, lo haré. Mi política no se cruza con las armas, sin embargo yo no tengo problemas con pelear con espada o lanza. Pistola es un poco más difícil porque me gustan las armas clásicas. Podría hacerte una pistola a medida, solo tendría que ver bien la estructura, pero no garantizo el éxito.

—¿Puedes crear cualquier cosa?

—Me gustaría decir que sí, pero son cosas con las que este familiarizado. Hay materiales que me son más difíciles de manejar. Como la plata o metales radiactivos. Tú por otro lado parece que solo peleas con pistolas.

Burn ladeó la cabeza, pensando.

—Sí— respondió echando una carcajada animada—. Sí, la verdad es que me he sentido cómodo con la pólvora desde que tuve mi primera pistola. Supongo que me siento seguro porque es un objeto que puedo controlar y es infinito.

—Una pistola puedo romperse.

—Es difícil. Por eso confió. Nunca me han fallado. Pero tener un plan B siempre es bueno—. Mordió su labio inferior—. Quiero una espada. Una clásica espada.

—Material.

—Oh. No lo sé… ¿sugerencia?

—Otra vez yo— IC retomó la escena y comentó con algo de timidez—. No pude evitar escuchar su conversación. Hay un material que puedo servir.

—Habla.

—Dentro de las muchas cosas que pueden ayudar a un mal sueño, los cuarzos son excelentes amigos— abrió sus manos y les mostró unas cuantas piedras de color morado—. Nosotros los usamos mucho para hacer hechizos. Como la que te hemos dado— señaló.

—¿Tienes un cuarzo que pueda ayudar?

—¡Si! Pesando en la misión traje algunos. Son pequeños pero pueden servir. La Amatista— y la levantó a la altura de sus rostros—. Es muy buena para aliviar la mente y tranquilizarla. Por eso ayuda con el sueño.

—¿Propones una espada de Amatista?

—Sí, pero también sería buena idea que cada quien llevará un poco en sus bolsillos. Así podrían evitar la pesadilla.

—La pesadilla no les puede hacer daño— dijo Clara terminando de prender la última vela—. Es la pesadilla de Grand. No la suya. En todo caso pueden evitar soñar con él para no ser engullidos. Pero si compran la mentira, podrían resultar lastimados.

—Grand está en un sueño muy profundo— IQ se unió a la conversación—. Su mente se divide en varias partes, así que si cada una de ellas está soñando. Usen su inteligencia, deben despertarlos.

—Aún no me queda claro la parte de despertarlos— dijo Burn.

—¿Por qué la gente tiene pesadillas?

—Porque algo los atormenta— dijo Afuro.

—Exacto. Las pesadillas son representaciones de nuestros miedos. Los Humanos usan el sueño para poder descansar sus mentes, para resolver sus problemas, para inspirarse entre otras cosas. El poder de esta cosa será equivalente al tamaño de los miedos y de las inseguridades de Grand.

Osamu y Burn se miraron entre ellos.

—Pero por lo que entiendo, ustedes no son muy unidos— IC sonrió por ver la expresión adusta de los vampiros—. Así que no creo que sepan cual es uno de los miedos de Grand.

—Grand no es mi persona favorita— dijo Osamu— en realidad he hablado con él muy pocas veces.

—En estos breves días que han pasado y he convivido más con él, puedo decir unas cosas—Burn juntó sus manos y las llevó hasta sus labios, como pensando las palabras exactas que iba a usar—: Grand usa una gran mascara de cretinidad hacia el mundo. Se las quiere dar de todo poderoso pero pienso que es muy inseguro. Esa es la perspectiva que yo tengo de él. Así que me gustaría escuchar las de ustedes.

—Yo pienso que es un cretino— acotó el ángel—. No me da seguridad, pienso que todo el tiempo oculta cosas, y desde que tiene esos cuernos, solo quiero patearlo.

—Creo que Grand tiene inseguridades como todos nosotros, coincido con que usa una actitud hostil, pero no pienso que sea malo. Lo sé ya que he visto como es con Ryuuji. Con él es una persona amable y paciente. Pienso que él ha visto su mejor cara.

—Le da su mejor cara porque evidentemente quiero algo con Ryuuji. Hasta yo lo hago.

—¿Le das tu mejor cara a Ryuuji pero le das la peor a Gazell?— inquirió Afuro.

—Eh… no— tartamudeo y miró rápidamente a los presentes—. No. A Gazell no tengo porque darle ni la mejor ni la peor cara, simplemente trato de ser yo mismo. Y no pienso discutir ese tema con los presentes. Hablamos de Grand. Y no puedo decir que me dio su mejor cara el día de ayer, pero por breves momentos, fue agradable.

—¿Agradable?

—Si. Agradable, divertido—sonrió brevemente recordando la tarde anterior—. Se metía en mi mente y eso era muy molesto, pero pude ver que se divirtió honestamente jugando cartas. Pude ver ese brillo genuino de pasión en sus ojos. Pero también hizo cosas que no me parecieron. Éramos dos críos haciendo travesuras porque incluso fumo conmigo, me sentí su cómplice.

—Te dio su mejor cara— afirmó Afuro.

—No. Yo no siento que haya sido hipócrita. Lo sentí muy real.

—Los demonios son manipuladores. ¿Sabes?

—Y con eso me refiero a que hizo cosas que no me parecieron. Pero cuando lo vi conducir, jugar cartas o reírse. Me pareció que estaba siendo él mismo. Por eso quiero comprender porque Grand es así. Yo no me considero una buena persona, ni quiero venderles esa imagen. Yo soy yo y si no les gusta pueden irse al carajo.

Gazell entró a la habitación, sostenía en su mano un par de cuchillas, se las tendió a cada uno.

—Pueden usarlo de puñal. Son de plata, así que espero les sean de utilidad.

Burn le entregó su revólver y una carga a cada uno. Gazell tomó el arma y la guardó bajo su abrigo, en un arnés en su pierna.

—Puedo elaborarte un par de cuchillas de amatista. Es el mejor regalo que te puedo hacer.

—La amatista no es mala idea.

Osamu tomó las pequeñas piedras que IC le ofreció, separó dos grupos, uno con un tercio de los cuarzos y en la otra mano la fracción restante. Un brillo emanó de sus manos y rápidamente se materializó una espalda grande, de estilo medieval con todo y la cruceta gigante. En su otra mano 3 cuchillas idénticas a las que Gazell suele usar. Se las entregó a cada uno.

—¿Una espada?

—Estoy tratando de entrar en contacto con mi lado guerrero. — meneó un poco el arma y tratando de dar un espectáculo. Afuro retrocedió un par de pasos—. Tal vez necesite más intimidad con mi espada.

—Necesito asistencia con el fuego— IQ pidió ayuda, Burn dejó el grupo y se acercó a la chimenea, frotó sus manos y dejó salir una llamarada que volvió a prender los leños—. Es increíble—. Musitó el vampiro.

Burn lo miró con extrañeza. Por lo regular nadie mencionaba nada de sus dones. Se le figuraba que tenía un don muy común.

—Gracias, supongo.

—El fuego ¿crees que es suficiente para usarlo de salida?— inquirió Gazell mirando de un lado a otro mientras los preparativos estaban listos.

—No hemos encontrado nada más brillante— respondió IC—. Pensamos quizá en alguna prenda o joya dorada, pero debe de tener algún significado para ustedes. Así que… no sé… algún pendiente… o algo.

—¡Gracias al cielo, me estaba congelando!

Afuro tomó asiento frente al fuego y comenzó a calentar sus manos mientras discutía con Burn. La finita figura brillaba gracias a las flamas y su cabello resplandecía. Clara, IC y Gazell cruzaron fugases miradas. Cómplices.

—Yo sé que ustedes no necesitan entrar en calor, pero hay una persona viva aquí.

—Podrías ponerte zapatos y perfectamente entrarías en calor— sonrió Burn.

—Los zapatos los carga el Diablo.

—Así no era, quedamos que todos los hijos de Dios usan zapatos.

—No, no era así.

—Claro que sí. Te lo dije el día que te compre esas lindas sandalias que por cierto— hizo una pausa breve para admirar el rostro del rubio— no he visto en varios días.

—Sí, mira— le sonrió con cierta pena—. Respecto a las sandalias, creo que las perdí—. Con un gesto juguetón entrelazó los dedos.

—Un momento. ¿Cómo perdiste un par de zapatos? Los traías puestos esa noche.

—En algún punto de la pelea perdí uno— explicó con las manos—, así que me quité el otro. Así los perdí.

Burn se carcajeó, con muchas ganas y de forma ruidosa. Necesitaba de alguna forma relajarse ya que la situación lo traía tenso y estresado. No, no había notado que Afuro no traída zapatos para el final de la jornada y honestamente no había tenido tiempo. Había sido tan rápido y caótico que apenas recordó como había llegado a su cama.

—Me rompes el corazón, te los compré con mucho amor.

—No era mi intensión— dijo con un puchero, casi llorando—. Ahora me siento muy culpable.

—Pero no necesitas llorar— acotó Burn y se agachó a su altura—. Es una broma, no te estoy echando nada en cara. Son solo zapatos.

—Eres… horrible…— susurró el rubio—. Ya me estaba comenzando a estresar. Me cuesta mucho trabajo controlar mis emociones y tu juegas con ellas.

Un frío aire se posó a sus espaldas y un escalofrió le surcó por la columna.

—Afuro, necesito pedirte algo— dijo Gazell. Afuro alzó la cabeza y le gruñó al vampiro.

—No quiero ir con ustedes. Estoy muy cómodo aquí. Suerte en cretinolandia.

Burn se carcajeó. Se le figuraba como el nombre perfecto.

—Solo quiero un par de cabellos tuyos.

—¿Y para que quieres mi cabello? — tomó un mechón por acto reflejo.

—Necesito algo brillante que me ayude a regresar aquí. Tu cabello brilla como el sol. En caso de que se vuelva a apagar el fuego, tu presencia nos puede traer de vuelta. No necesitas hacer nada. Solo quédate aquí.

Afuro peinó su cabello recelosamente mirándolo con los ojos entrecerrados. Miró a Burn y este solo alzó los hombros. Luego a Osamu y le dedico un pequeño asentimiento de cabeza.

—Bien. Pero nada de hechizos raros. Y solo un par. — Tomó entre sus dedos una pequeña parte de su cabello y desde la raíz arrancó algunos. Se los entregó a Gazell.

—Esto será perfecto— exclamó IC. Los tomó y primero amarró uno a la muñeca de Gazell, susurró algunas palabras y procedió a hacer lo mismo con Burn y Osamu.

—Estamos listos.

—Bien. Hagámoslo.

—Hay otra regla—IQ anunció—. "Yo te percibo a imagen y semejanza"

—No lo entiendo— dijo Burn.

—Cada mente tiene sus reglas— explico Clara—. Al momento de entrar estarás en el territorio de Grand, posiblemente te verás a través de los ojos de él.

—Eso no suena bien.

—Al momento de entrar les costará un poco de trabajo a acostumbrarse— siguió hablando la pequeña—. No olviden que nada de lo que pase es real. Si los atacan realmente no están siendo lastimados, pero si por algún motivo compran la mentira, entonces estarán atrapados.

—¿Algún consejo?

—Muérdete los labios— dijo Gazell—. Eso le dirá a tu cerebro que no es real.

—¿Por qué los labios?

—¿Prefieres una patada en los testículos?

—Ok, terminaciones nerviosas— alzó la mano izquierda—, me queda claro.

—Ahora acuéstense junto a ellos— indicó con las manos— Señor Osamu, usted de este lado— señalo a la derecha de Ryuuji —. Gazell y… Burn. A su izquierda.

Entraron al círculo de Sal y trataron de tener cuidado con los símbolos trazados. Se acostaron con trabajo y sus cabezas se tocaron. Parecía que los pies de cada uno era la punta de una estrella de cinco picos.

—Recuerda, nada es real— le dijo Gazell a Burn, mirándolo seriamente—. Tienes que buscarlos y despertar a Grand. Yo me encargo de destruir la pesadilla.

—¿Qué pasa si nos separamos?

—Hallaré la forma de encontrarte.

Burn arrastro su mano lentamente hasta tocar los fríos dedos de Gazell. Éste movió ligeramente su mano y tomó dos de sus dedos. Por breves instantes, Gazell contempló la faz de Grand al mismo tiempo que Burn miraba a Ryuuji.

III

Regla número dos: Yo te percibo.

La primera vez que Gazell experimentó una mente ajena, fue cuando Clara lo invitó a pasar. Era un mundo pintado de blanco y azul. Con una casita en medio de la nada. Clara siempre fue muy hermética con sus comentarios, pero en su mente: ella podía ser quien quisiera, sin mascaras. Así, Gazell supo que podías saber mucho más de la gente desde el primer instante en que tocaras sus pensamientos antes que oír sus palabras. La primera palabra que se le vino a sus labios para poder percibir la mente de Grand fue

—Desastre…— musitó.

Estaba Solo. En medio de una calle transitada por humanos que se le antojaron como dibujos mal hechos. Con un crayón negro y una hoja de rayas azul claro. Sus rostros estaban tachados y caminaban de una acera a la otra. El cruce era enorme, formando un pentagrama de personajes que cruzaban de lado a lado por las líneas pintadas de rojo, como manchas de sangre. El ruido de los carros inexistentes y de los vendedores en los locales se anunciaba como psicofonías que se oía en algo parecido a una estática en el aire. Una transmisión de radio que posiblemente ocultaba algo más allá de los gritos y risas. Adelante de la avenida se alzaban muchísimos edificios de color negro con luces titilantes y letreros anunciando productos y casas de apuestas con símbolos de la baraja inglesa. El cielo era rojo con morado y una luna en cuarto menguante adornaba el edificio más alto. Como una corona que remataba la cornamenta de la bestia. Dio un par de pasos y notó la vestimenta que usaba. Un kimono, color negro con los hombros descubiertos y con pequeños detalles en mate que resaltaban copos de nieve, las mangas eran largas y pesadas. Tenía un moño enorme al frente sostenido fuertemente de su cintura y de su pecho haciendo que el caminar fuera muy difícil. Se inclinó ligeramente para ver su calzado y suspiró porque aún llevaba sus enormes botas y los arcenes en sus muslos. Sintió su cabeza pesada se dio cuenta su cabello estaba peinado y llevaba muchísimos adornos, ornamentas y encajados en él.

—¿Enserio Grand?— miró al cielo.

Grand había pedido su confianza, no sabía lo que se iba a encontrar allí adentro. En su mente la única idea que tenía puesta en rojo era buscar el lado demoniaco de Grand y despertarlo. Era la parte que le había pedido ayuda. Por un breve instante cruzó por sus pensamientos que Grand podría saber que esto iba a pasar. Tal vez estaba desarrollando poderes de Auspex que iban más allá de un par de segundos… tal vez… Grand había tenido una proyección de su futuro.

En esa posición Gazell sería la única persona que podría salvarlo.

Los poderes de Grand estaban yendo mucho más allá de un Vampiro.

Comenzó a caminar por la ciudad observando detenidamente el entornó y miró más allá de la avenida principal un par se pequeñas sombras que se arrastraban entre los ciudadanos. Las pesadillas. Gazell buscó entre sus ropas y sacó uno de los cuchillos de amatista pero en vez de atacar se dio cuenta que en su mano izquierda tenía una máscara blanca con forma de zorro. Las sombras pasaron a su lado sin notar su presencia.

—Bien— susurró—. Será como tú quieres.

Se calzó la máscara y echó a andar hasta el edificio más alto.

"The walls inside the room are closing in, I cannot see a door. A little sparkle of light I cannot see any hope. I wonder, Is it all my fault? Is it because of me? Is it because I never cared enough? And now I pay for this…"

III

Burn comparó la experiencia que estaba saboreando similar a cuando prendes la televisión y comienzas a ver una película en baja resolución y con el pasar de los segundos pasa a alta resolución. Ese breve momento en que la película está cargando y de golpe los pixeles desaparecen y dan paso al ultra 8k. Sólo cerró los ojos cuando de pronto ya estaba sumergido en un escenario nuevo. Tenía buen volumen con una excelente resolución. Alzó la cabeza y leyó la marquesina de lo que parecía ser un anuncio que promocionaba una función de circo. Un bastidor de tres por tres metros con focos redondos parpadeando intermitentemente. Estaba escrito con Kanjis, no logró entender lo que decía. Había pasado tanto tiempo viendo el letrero que no reparo que frente a él se abrió una reja de dos plazas. Una reja oxidada y roja con los seguros quebrados y las cadenas rotas. Entrecerró los ojos y mordió sus labios. Eso lo ayudó a regresar a su realidad y pudo ver con más claridad el lugar que ante sus ojos se abría. Una clase de parque de diversiones viejo y abandonado. Oxidado y oscuro. Con las atracciones rotas y las carpas de los puestos desgarradas y en algunas ocasiones remachados con periódico. Gazell y Osamu no estaban a su lado. Se había separado, incluso dejó de sentir el frío tacto en su mano.

Burn pensó que Grand no parecía la clase de persona que sintiera interés por clase de espectáculos, así que no tuvo idea alguna de que era lo que posiblemente le estaría esperando dentro del parque. Nunca había tenido la experiencia de estar en una mente ajena —pero claro a que las personas les encantaban husmear en la suya—. Meneó su cabeza y la cola y vio la ropa que tenía puesta. ¡Era como esa película famosa! 7 samuráis. Un conjunto de kimono negro con un pantalón bombacho y sus botas por encima de este. Su brazo derecho estaba afuera de la prenda y algunas vendas cubrían sus manos y muñecas. Solo le faltaba el sombrerito de paja y su outfit estaría completo. La espada la llevaba en la espalda atada de un arnés por sobre su pecho. Parecía que estaba dentro de una película.

Se replanteó nuevamente si entrar o no, miró atrás de él pero no existía otra cosa que basta oscuridad. Los circos no le emocionaban y temía lo que se encontraría, en otra ocasión actuaria de forma temeraria, pero ya no tenía el control, no estaba en el mundo real y nada era tangible, tenía miedo. Aspiró profundamente y avanzó, pesé a que sintió un ligero temblor en su ojo derecho. Al primer paso dentro del escenario comenzó a oír música lejana y voces. Como si el parque estuviera lleno de personas, solo que no había nada. Un simple suspiro de existencia desapercibida. Dio pasos cautelosos y miró con detenimiento el lugar, los puestos con comida echada a perder, las moscas y gusanos emergiendo de las manzanas, los juegos que se movían solos produciendo ecos sordos y risas extrañas. No tocó nada, incluso comenzó a evitar algunas cosas que le revolvieron el estómago.

El camino lo llevó hasta dónde el espectáculo principal se llevaría a cabo. En medio de todo el lugar se alzaba una carpa enorme con luces gigantes que cortaban las nubes en el cielo rojo. No había notado que el cielo parecía una pantalla estrellada. Ladeó la cabeza y sintió que se perdía en la inmensidad del firmamento.

Boleto por favor— dijo una voz a su lado.

Burn brincó en su lugar y su aliento de salió de su cuerpo como una nube densa de vapor. Casi le daba un jodido paro cardiaco. Incluso un segundo paro venía en camino por la cara de esa cosa. Era un rostro deforme con colmillos gigantes y cuernos saliendo de su frente y unos ojos saltones de color verde intenso. No, no era un rostro, era una máscara de demonio, con el gesto contrariado en una mueca de sufrimiento –o diversión- y los ojos desencajados, por otro lado el cuerpo era cubierto por una manta negra. Una mano blanquísima salió por en medio de la negrura y estiró los dedos con largas garras color dorado.

Boleto por favor— repitió. Un anillo yacía en el dedo anular.

Y Burn no tenía boleto. Incluso no había pagado la entrada al parque.

Los dedos se movieron como patas de araña, abriéndose varias veces.

—No tengo boleto, señor— respondió Burn.

La mano le apunto con el dedo índice. Había un boleto negro en los dedos de Burn. El pelirrojo enarcó una ceja pero no agrego nada. Le tendió el papel.

Disfrute el espectáculo.

Burn le sonrió con todos sus colmillos más por nerviosismo que por amabilidad. La puerta de la carpa se abrió de par en par y solo se veía una profunda oscuridad. Entró lentamente dejando a tras a la extraña presencia, el camino se tornó cuesta abajo. Burn trató de tocar lo que fuera y sintió un objeto que palpó hasta reconocer como una silla. Se sentó.

Una luz ilumino el escenario principal en dónde solo se podía ver una jaula. El grito de un bebe llorando resonó en alta definición, le heló la sangre caliente de vampiro.

IV

Una pequeña pelota rodó hasta sus pies. A Osamu le llamó la atención que toda su ropa había cambiado menos su calzado. Seguía usando sus mocasines negros y calcetines café oscuro. Trato de no darle mucha importancia, tomó la bola y la observó con especial atención. La gente a su lado pasaba sin notar su presencia. Pálidas figuras vestidas con kimonos blancos y caras rayadas cruzaba por su camino y abrían paso como el agua rodea las rocas en el río. Osamu era la presencia de negro que manchaba la perfecta hoja de papel pergamino, como una gota de tinta negra que tiñe de tinieblas su andar. No había señal de Burn ni de Gazell. Estaba solo desde el momento en que abrió los ojos y comprendió que la cosa iba enserio. Todo se sentía tan real que a pesar de que los edificios estaban dibujados en un punto de su percepción le parecieron reales. Tan palpables como la luz del sol que golpeaba la calle, las farolas, la cerca de madera y su mano. Era un resplandor de luz natural tan real que lo estaba confundiendo.

Mordió su labio y sus ojos naranjas viajaron hasta la plaza principal. Y por primera vez escuchó un sonido en su entorno. Gritos de gente, una ola de aullidos llenos de ira y coraje.

Se acercó más a la fuente del barullo y observó un grupo de figuras blancas en círculo. No tenían pies, simplemente flotaban en la nada. Un rastro rojo yacía debajo de ellos, un charco de líquido que se esparcía lentamente, los gritos subían cada vez más de intensidad. Dio algunos pasos precavidos, tratando de entender todo el caos. ¿Quizá se trataba de alguno de sus compañeros? Un pequeño chillido fue suficiente para tentarlo y hacerle correr hasta el círculo.

Las pálidas presencia se giraron rápidamente hacia él y le miraron a través de sus marcaras rayadas con un símbolo extraño que se iba prolongando hacia abajo hasta manchar sus ropas de rojo. El ruido cesó y solo se escuchaba el llanto. No era una voz que le sonara familiar. Eso lo tranquilizó. Osamu permaneció a la expectativa por breves momentos hasta que el primer ser se le abalanzó de frente y rápidamente sacó de la manga de su kimono la pistola de Burn, le disparó a la criatura. Ésta chilló; solo le había dado al brazo. Disparó por segunda vez y lo derribó de un balazo en el pecho. Un dejo de blanco comenzó a manar de la extraña criatura. Se formó un silencio en el escenario.

Osamu mantuvo el arma firme tanteando entre los entes quien sería el siguiente en atacar. Empero uno a uno sacaron plumas de sus brazos y comenzaron a volar lentamente. No disparó a ninguno, estaba demasiado sorprendido por la escena que solo contempló en perfecto mutismo como se iban alejando en dirección al sol.

No más alcohol para Grand antes de dormir.

La bola cayó de sus manos y rodó en dirección a una figura que había quedado atrás. Por debajo de todo el caos estaba un pequeño cuerpo hecho ovillo, de color rojo brillante. Una criaturita insignificante que fue atravesado con incontables sables por la espalda que se movían al ritmo de su agitada respiración. Sus ropas eran rojas, no calzaba zapatos. Sollozaba bajito y sostenía su cabeza con sus manos. Se acercó lentamente y lo rodeó con cuidado.

—¿Grand?— cuestionó.

Los sollozos cesaron y el niño descubrió su cabeza solo para dejar ver una máscara horrible. Un gesto de terror deformado con enormes colmillos y cuernos rotos. La máscara no tenía ojos sino un par de cuencas vacías sin nada más que ver que un vacío que lo enmudeció. Osamu no soportó la presión, llevó su mano derecha hasta su pecho y apretó con fuerza su kimono negro, sentía que se ahogaba. Sentía que el abismo en los ojos ajenos lo estaba arrastrando hasta él, juzgándolo. Mordió su labio y cerró los ojos en el proceso. Nada era real. Ni la luz de sol golpeado su nuca ni la angustia en su pecho. Abrió los ojos y la máscara seguía allí. Nada había cambiado. Retrocedió algunos pasos y el niño le tendió la mano hasta dejarla caer en el piso.

Osamu guardó la pistola.

—¿Grand, eres tú?

La mano se movió y comenzó a trazar líneas en la sangre, la tierra se veía por debajo de los surcos. Osamu miró los kanjis y no los entendió, se agachó y quedó frente al niño. La mano se estiró y Osamu la sostuvo. Era tan pequeña que al cerrar su mano podía perfectamente resguardarla y sentir su calor emanar. Nunca había sentido un calor como el que estaba experimentando. Ni cuando Ryuuji le daba su mano fría para ayudarlo a pararse, su toque lo hacía sentir importante. No, ese era el perfecto tacto de un vampiro. Gazell por otro lado era helado: Cuando lo ayudaba a cargar libros y sus manos se rozaban se podía sentir esa fría capa de hielo, ese tacto era amigable pero cauteloso. Nunca había tocado las manos de Burn, pero recordaba su toque ardiente en su carne cuando había cosido la herida del lobo. El toque de Burn le dolía pero lo hacía sentir real y mortal. Por otro lado Afuro poseía un toque lleno de vida, era una sensación bondadosa a la par que descuidada. El toque de Afuro lo tranquilizaba, lo llenaba de amor al sostener su mano y poner una sortija. Finalmente el toque de Grand era vacío. Allí no había nada más que la absoluta nada. Grand no le producida nada. Ni la vez en que formalmente estrecharon sus manos. Ni cuando tomó su anillo. No sentía nada por Grand. Pero ese toque era diferente. Era cálido, era vivo, pero una un toque de miedo, en esos momentos el toque de esa criatura lo hacía sentir acongojado.

Sentía lastima y la inmensa necesidad de protegerlo.

Osamu soltó la mano. Un grito se desprendió el cuerpo y buscó por su tacto. El vampiro se puso de pie y con toda la seguridad en su ser desenterró uno de los sables de la espalda del crio. Este gimió y el grito le caló en lo más profundo de su pecho. Retiró otro más y el dolor comenzó a aumentar. Podía oír como la carne se abría y las vértebras crujían. Comenzó así a quitar sable por sable, conteniendo el aliento entre cada acción y gemido agónico. La sangre salpicó sus manos, su ropa y sus zapatos, le estaba costado una vida poder hacer tal acto de salvación. Sentía en su mente como este actuar podría liberar a un alma del dolor. Nunca se detuvo a pensar que era lo que estaba aconteciendo en la escena antes de que él llegara. Un grupo de extraños lo estaban torturándolo, matándolo y él no podía defenderse. Quizá esto era un fragmento de la infancia de Grand, de cómo sobrevivió o como fue convertido. Jamás se había interesado en saber nada de él. Nada más allá de las misiones y de cómo le había ido en el día.

Esa mañana estaba molesto con Grand por como actuó y como de alguna forma no había podido ayudarle, pero por otro lado jamás se detuvo a saber cómo se sentía él. No le importaba Grand y desde el inicio no confió en él, no hasta que vio cuan amable podía ser con Ryuuji. Incluso cuando tomaba la iniciativa porque nadie más en el grupo parecía tener el control. Grand estaba obsesionado por controlar todo a su alrededor. Tener a cada uno de los inquilinos bajo sus ojos como cartas secretas guardadas bajo la manga. Había podio rápidamente con Midorikawa ya que uno era complaciente y el otro moría por ser complacido. Logró hacer una alianza con Gazell de alguna manera ya que sus intereses parecían ser afines. Burn fue un caso difícil… si tan solo no se hubiera separado en el centro comercial, las cosas para todos podrían haber sido diferentes. Pero él también era egoísta. Velaba por su propio y único interés y eso había tenido consecuencias. Si Grand no hubiera ido solo a la carpa de circo no habría tenido que recurrir a los cuernos. Si Grand hubiera tenido ayuda… no. Si él se hubiera sentido apoyado… si hubiera.

El chillido agonizante lo trajo de vuelta a la realidad y se dio cuenta que ahora era él quien enterraba con fuerza el sable en la espalda del niño. Ambas manos estaban fuertemente sujetadas a la empuñadura. Trató de reaccionar pero su cuerpo no le respondía. Su mente había viajado tan lejos que se fundió en el ambiente. Mordió su labio inferior y se concentró para así poder ser liberado de la fuerza que le oponía resistencia. La cría bajo sus pies se removía arañando el piso y gimiendo. Le escuchó decir algo, pero no lo comprendió. El sable salió de su cuerpo y el niño se levantó y echo a correr, aún con algunos sables a cuestas. Osamu le llamó pero éste se giró a verle y se perdió entre la multitud de seres blancuzcos.

El sol se estaba poniendo.

Persiguió al pequeño calle abajo, mientras las casas comenzaban a encender sus luces de color amarillo y las sombras cubrían el lugar. Le llamó varias veces pero nunca se detuvo. Lo único que le ayudó para poder seguirle era el rastro rojo que dejaba a su paso. Tenía miedo de perderlo, lo había lastimado pero no fue su intención. En ningún momento surcó por su mente que su indiferencia podría llegar a dañar a alguien. Lo perdió. Quedó en medio de una calle enorme que se le figuraba como el cruce de Nueva York. Las criaturas blancas aumentaron y sintió sobre él la presión y la fuerza. Caminó entre la corriente y abriéndose paso entre los seres que lo miraban, con los símbolos sobre su rostro en rojo, goteando como caminos de sangre.

—¡Grand, regresa!— exclamó —¡Nunca fue esa la intención!

La oleada de criaturas aumentaba. Lo comenzaron a arrastrar.

—¡Sé qué tienes miedo!— grito—¡Yo también lo tengo! Y sé que no somos amigos. ¡Pero estoy aquí!

Cayó entre la multitud. Se puso rápidamente de pie y todo eso se había convertido en una pelea entre los de seres que le arrastraban en un mar abierto, un mar de blanco que estaba tragándolo como la luz engulle a la oscuridad.

—¡Estoy aquí para salvarte!, ¡Grand!, ¡No estás solo!

Estiró su mano derecha, sintiendo que su cuerpo ya no podía más con el dolor. Algo lo agarró fuertemente, un tacto frio que lo arrastró marea abajo y le dejó en una costa de arena blanca. Osamu abrió los ojos pesadamente para ver a lo dejos una presencia de blanco que se alejaba en el horizonte.

V

Si esto era el espectáculo quería su dinero de regreso.

El grito lastimero de un bebe resonaba tan fuerte que sus oídos también percibían un pitido de interferencia. Le estaba calando hasta los huesos, cubrió sus oídos y trato de resistir en su lugar, pero a cada momento el grito le estaba destrozando los oídos. Se puso de pie y camino hasta la salida pero cuando quiso cruzar al exterior se dio cuenta que solo le esperaban un par de barrotes.

También estaba dentro de la jaula.

—¡No puedes dejarme aquí!— exclamó y trató de romper los barrotes con sus manos.

La presencia en la entrada lo observó y alzo su mano blanca para señalar a su espalda. Burn se giró lentamente y el ruido había cesado por un breve momento. Sentado en la jaula se podía ver una presencia de color negro, un cuerpo hecho de arena y oscuridad. No tenía cara, tampoco pies. Era como lo había descrito IC.

—La pesadilla— musitó. Quiso hablar con el boletero, pero este ya había desaparecido—, maldita sea.

La pesadilla bajó de la jaula de un salto y de lo que parecía ser su mano se extendió una parte de él simulando ser una especie de lanza. La giró en el aire y le apunto.

—Tú no eres Grand— dijo Burn. La pesadilla ladeó la cabeza y su brazo se dobló sobre su cuerpo y enterró la lanza en el interior de la jaula. El llanto de bebé volvió a comenzar. Burn apretó los colmillos y gruñó.

Desenvainó la espada con dificultad. La elevó a la altura de su hombro, apuntó a la pesadilla.

—El sueño acaba aquí— musitó.

Corrió escenario abajo con espada en mano. Dio un brinco con la intención de partir en dos la pesadilla, pero esta de dividió apenas el filo la rozó. El arma se enterró en el escenario y Burn con fuerza la logró blandirla una vez más, su enemigo se formó atrás de él. Trató de golpearla algunas veces, pero esa cosa no podía ser tangible. El bebé paró de llorar. Burn retrocedió hasta quedar a un lado de la jaula y se puso en posición de ataque.

—La espada de cuarzo no está funcionando bebé— dijo Burn—. Así que pensaremos otra cosa.

La pesadilla giró la lanza un par de veces y se abalanzó hasta él. Burn esquivó el ataque, pero no el bebé en la jaula. Un llanto lastimero se desprendió. Burn se maldijo y trato de tocar la lanza pero esta se desmoronó en sus garras. Era completamente inútil, esa cosa no podía ser palpable por él, pero si por la pequeña cosa en la jaula.

Y se le vino una idea a la mente.

Observó rápidamente la jaula y buscó una forma de romperla. Esquivó algunos ataques que en realidad no eran dirigidos a él y encontró un cerrojo de oxidado en un extremo. Trató de romperlo con la espada pero tras varios fuertes golpes no funcionó. Dejó salir una llama de sus labios llena de frustración… un momento… ¡Su fuego aún estaba allí! Se sorprendió muchísimo, meneó sus manos y pequeñas brazas salieron de sus dedos. Dejó salir una carcajada complaciente, era un sentimiento tan satisfactorio, como de haber descubierto un truco para poder avanzar en el juego, soltó la espada y tomó el cerrojo calentándolo con sus manos desnudas. Concentró su poder de fuego en el objeto y éste lentamente se tornó en un color brillante. La pesadilla lo sujetó por el cuello, con una soga de arena negra. Le habían mentido porque estaba sintiendo muy real lo que fuera que le estaba asfixiando. Lo ignoró de una forma muy arriesgada y apretó sus garras para romper el seguro y liberar al bebé. El lugar explotó en un suspiro que precedió al lamento, algo salió disparado de la jaula, pero no supo que fue. Algo lo atravesó como una aparición y le removió las entrañas provocando que la pesadilla estallara en miles de pedacitos.

¿Lo había logrado?

Burn se dio una palmadita y se dispuso a recoger al bebé que lloraba más fuerte y claro que nunca. Buscó entre los pedazos de tela vieja y roída y tomó un bulto. Lo miró con una sonrisa pero lo dejó caer al tiempo que sus labios se había curvado, sus manos se habían paralizado y un fuerte sentimiento de miedo y asco le escaló por cada una de sus vertebras. ¿Qué demonios era eso? Eso no era un bebé, era un demonio. Un cuerpo abyecto y maltrecho. Nunca había visto algo así en su larga vida de inmortal. ¿Ese era Grand? o acaso había liberado a la pesadilla real ¿Había sido tontamente engañado por el sujeto de la entrada? Una mano flacucha salió de entre los harapos y trató de alcanzarlo. Su mano estaba carcomida y abría los dedos con desesperación. Buscando un algo. Burn contuvo el aliento sintiendo su palpitar y el calor manar de sus poros, no supo en que momento había comenzado a sudar como un maldito animal. El terror se había apoderado de él. No había ninguna emoción dentro de su pecho que no fuera un miedo fortísimo e inexplicable. Retrocedió algunos pasos, tropezó con su espada, cayó se sentón en pleno escenario. El bebé lloraba más y más fuerte cada vez. Quería irse de ese lugar, a como diera lugar. Sí, lo aceptó, Gazell tenía toda la razón, no estaba listo para todas esas emociones. No sabía cómo manejar la horrible sensación de asfixia en su tráquea. Se iba a volver loco. Tomó su cabeza entre sus manos y se comenzó a repetir varias veces que "nada era real". Una y otra vez hasta que el llanto ceso.

No supo cuánto tiempo pasó rezando desesperadamente, pero cuando abrió los ojos y alzó la cabeza observó una máscara blanca rodeada de plumas de color ojo, sus ojos eran dos grandes agujeros en los que no podía ver nada. Unos labios carmín le sonrieron y tras de eso la cavidad se abrió para despedir un grito poderoso que lo sacó volando lejos. Aterrizó y apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el escenario se comenzó a derrumbar. Lentamente la pesadilla se había regenerado y se abría como una mano gigante que devoró todo lo que estaba en el escenario: Mascara y bebé incluido. Fue como una ola que arrastro cualquier indició de vida.

Burn se puso de pie y buscó rápidamente alguna salida. La única puerta había desaparecido y solo estaba él con la pesadilla que estaba aumentando de tamaño rápidamente. Era un cumulo de arena que se revolvía violentamente. Había un completo silencio y un pitido en su oído. La máscara blanca logró salir a flote de entre la arena y rugir con fuerza, resistiéndose a ser engullida. Luchó varias veces para poder sobrevivir. Al final la masa sin forma alcanzó una altura que destrozó la parte superior de la carpa causando que el sonido del exterior se colara violentamente. Todo se derrumbó rápidamente y Burn aprovecho ese instante para escalar por los escombros y salir al exterior. ¿Qué estaba pasando? Había música en todo el ambiente, el viento soplaba con fuerza y eso parecía estar trayendo la melodía consigo, los violines surcaban con fuerza el cielo y a la distancia las percusiones hacían el cielo brillar como rayos que caían a la distancia, entre las montañas. Había algo de guitarra que hacía que los pequeños huecos en el cielo roto palpitaran. Su película ahora era un musical. Era extrañísimo, era una experiencia diegética que se le antojaba como muy real. ¿A eso se refería Gazell con mezclarse con el ambiente? Bien, pues ahora iba a huir a toda velocidad y buscaría al grupo. Esto lo estaba rebasando. (2)

Bajó por lo que quedaba del edificio solo para ser sorprendido por una extraña cosa que había salido de la carpa como un lobo que acaba de ser despertado y ahora tiene ganas de comer un bocadillo.

—¡QUÉ DENOMINOS CONTIGO GRAND!— gritó y echó a correr por el parque.

La criatura estaba hecha de arena y restos de la carpa de circo, con la máscara blanca descomunal con una expresión de dolor infinito, su boca estaba abierta y de ella sobresalía una viga gigante que le atravesaba medio cuerpo. Caminó con cuatro patas desprendiendo de su cuerpo pequeños fragmentos de edificio y destruyendo todo alrededor. Abriéndose paso entre la multitud invisible. Burn observó como en el piso se formaban pisadas y charcos de sangre. Pareciendo que las voces estaban siendo calladas una a una. Sólo la música reinaba. Corrió de forma aleatoria buscando algún lugar para poder ocultarse. Saltó ágilmente sobre un pequeño negocio que no había sido destruido y se refugió. La música del bajo golpeaba su pecho como una caja de resonancia siguiendo el ritmo de su corazón y su respiración.

Estaba completamente jodido.

—Bien Burn…— se dijo así mismo entre jadeos—. Estas solo, en la mente de un loco inestable. Perdido y siendo perseguido por una cosa extraña… piensa… ¿Qué haría Gazell?—se asomó ligeramente, tentó las aguas y se resguardó—. "No hubieras venido"— dijo tratando de imitar a Gazell, arrugó la nariz y meneó su cola— ¡Ya sé! Ya lo oí. Seguro se la pasa mejor que yo. Analiza la situación, Burn. Había un bebé en una jaula y la pesadilla lo estaba lastimando, liberé a ese bebé y bebé ahora está destruyendo todo. Bebé es Grand, o eso quiero pensar. La pesadilla me puede hacer daño— llevó sus manos hasta su cabeza—. Quizá rompí la regla y por eso la pesadilla me pudo tocar… Pero si las armas que traigo conmigo no le hacen daño ¿cómo puedo luchar contra esa cosa? Hay algo que no estoy viendo. Si Grand me hubiera contado un poco más de su vida quizá eso me ayudaría a saber cómo ayudarlo. Piensa Burn, piensa— golpeó su frente varias veces y cubrió su rostro con la palma de su mano—. ¡Qué demonios contigo Grand! —exclamó.

Sólo bastaron algunos segundos para que su escondite fuera descubierto. El pequeño puesto salió volando y se vio minúsculo cuando se miró cara a cara contra la bestia. Apenas y tuvo algunos segundos para reaccionar cuando fue bruscamente sujetado con las garras de arena y elevado a la altura de la máscara.

—Por favor no me comas, Grand— dijo Burn—. Vine aquí para salvarte.

La bestia le miró por breves segundos. La música paró de golpe y lo lanzó fuera del parque.

Burn voló en dirección desconocida. Dejó atrás el perímetro del circo y cayó de golpe en el piso de tierra. Exclamó una maldición y lentamente se incorporó. Eso había dolido mucho. Llevó las manos a su abdomen y luego a su cabeza. Estaba en una sola pieza. No lo entendía. La bestia pudo haberlo comido fácilmente; pero no lo hizo. Miró a la distancia el parque y el cielo que lo rodeaba. Había logrado escapar por un milagro y no iba a regresar para averiguar qué era esa cosa.

Sintió el piso temblar bajo sus pies. A lo lejos, una línea venía quebrando el suelo, sacando un polvo color blanco.

—No… ¡No!— exclamó Burn y echó a correr en dirección contraria—¡Estoy harto! ¡Esto no es real, esto no es real!

El piso comenzó a quebrarse bajo sus pies, y Burn daban de saltos para poder seguir en suelo firme, miró tras de él, el escenario era completamente negro y no había rastro del parque, el cielo también era negro. Se le estaba acabando el escenario, dio un último salto agarrándose del otro lado. Se sujetó con sus garras y su cuerpo colgó peligrosamente del precipicio. Trató de escalarlo pero sus botas se resbalaban de la piedra, se comenzó a deslizar, sus garras arañaron la pared. El pedazo de roca que lo sostenía se rompió y su cuerpo fue jalado por la gravedad.

—¡Grand!— exclamó en un último intento.

Una mano lo sujeto. Miró hacia arriba y una silueta conocida lo haló.

—¡Grand!— gritó. Y le sonrió.

Estaba viendo al mismo Grand en persona. De traje negro, con sus gafas y esa expresión distante, fue casi un calco de la primera vez que lo vi.

—¡Grand eres tú!— se acercó a él y le tocó la cara. No tenía cuernos, tampoco esa aura aterradora. Le tocó los cabellos, los hombros y lo sacudió un poco—¡En realidad eres tú.

—Mi nombres es Kira Hiroto— dijo—No soy Grand.

Burn arqueó una ceja.

—Tu cerebro no lo entenderá nunca.

El cretino. Kira Hiroto. El mismo sujeto que había conocido en el calabozo.

—Eres uno de los Grands— afirmó Burn—. Pero no eres el demonio.

—Tampoco el vampiro.

—¿Entonces qué eres?

—No lo sé— respondió.

En todo ese breve momento de discusión no había dejado de verle directo a los ojos, intenso, retador, molesto. Era esa la misma mirada de desprecio que le había molestado de Grand desde el primer momento. La sensación de que es persona piensa que es mejor que tú. Si, era el Grand cretino que tanto le molestaba.

—Sé dónde está Ryuuji. También Grand.

Burn parpadeó. Se había perdido en los ojos verdes. Lo miró –sin verle realmente- y solo asintió. Había una sensación incomoda en su pecho que no supo describir.

—Llévame con ellos.

Kira Hiroto asintió y dio media vuelta. Sacó de su bolsillo las llaves de su auto y desactivó la alarma. Dos bips bips después el auto azul se apareció de manera sobrenatural derrapando frente de ellos. Una capa de polvo blanco se alzó.

—Nos están esperando— le dijo y trepó al carro.

No más drogas para Grand.

VI

Osamu perdió la noción del tiempo. Tal vez algunos segundos, quizá minutos. El tiempo allí le pareció más lánguido de lo normal. Abrió los ojos perezosamente y se dio cuenta que volvió al punto de inicio. La misma avenida pero de noche. Se incorporó y ya no había sangre en el piso, tampoco en sus manos. Solo un trazo en blanco delineando una silueta echa ovillo. Parecía la escena de un crimen. Buscó con la mirada y no había señal del niño. Tampoco de las criaturas de blanco.

Algo le llamó la atención. Una casa gigante frente de él. Era una construcción japonesa. Con una fachada enorme de madera y tejas de barro. La construcción era formidable y abarcaba toda la cuadra de la calle. La puerta de esta se encontraba abierta, supuso que esa era una invitación para poder pasar.

Entró y un camino de piedras lo guío. Todo parecía una pintura de tinta china, que se meneaba lentamente con un viento que traía un rastro a sangre. A sangre fresca. Osamu se relamió los labios por acto reflejo. Sus pasos fueron guiados a la entrada de la casa, una fachada antigua que alguna vez llegó a ver en mis libros o las películas. El edificio era real, con el piso de madera y las puertecillas corredizas de papel.

Algo llamó su atención.

Un trazo en tiza blanca con una espada clavada en medio. Nuevamente una escena de crimen se presentaba ante sus ojos. Un cuerpo tendido se marcaba a través del trazo. Rodeó el dibujo y abrió la primera puerta. Una luz producto de vela iluminó débilmente el cuarto. Encontró tres cuerpos más, cada uno de ellos en posiciones diferentes con espadas en medio; una de ellas estaba partida a la mitad. Salió de la estancia y siguió por el pasillo para buscar otra puerta. Exploró algunas estancias más pero por su camino solo encontraba cuerpos, algunos con espadas, otros sin protección. Fue hasta que salió al jardín exterior que pudo admirar la luna de color rojo que iluminaba todo a su alrededor. Un pequeño lago artificial con una cascada que producía un agradable sonido, el agua se oía clara, los arboles de cerezo que dejaban caer sus pequeños pétalos. Osamu tomó un respiro y se sentó en el primer escalón del portón de madera.

Se sentía bien, por primera vez desde que llegó a ese lugar. Era un espacio pequeño e íntimo.

Sospechó que era algún fragmente de su pasado. Un escenario que a él le gustaba preservar en su mente y que de alguna forma le traía paz.

El viento comenzó a soplar y del interior se escuchó un grito que reconoció como del niño. Se paró rápidamente y abrió la primera puerta corrediza. Encontró a chiquillo en el piso, sosteniendo un cuerpo, completamente roto en llanto. No había luz, ya no existida la paz. El viento rugía con fuerza y rompía las ventanillas de papel. Unos golpes cimbraron el piso, como patas de elefantes que marchaban hacia ellos. Osamu se giró y lo vio. Un ser de arena negra gigantesco, el cielo se había partido de dos, como si la pantalla de un teléfono se hubiera cuarteado y dejara ver la luz a través de las fisuras, haciendo que la arena se filtrara. La figura tomó la forma de los extraños seres de blanco, uno a uno se iba reproduciendo, desprendiéndose del primer cuerpo y abriendo vuelvo, para así poder rodear la casa.

—Arena negra… — se dijo—. La pesadilla. Este Grand está soñando. Esta… recordando un momento de su vida. Las pesadillas son representaciones de nuestros más grandes miedos— repitió las palabras de Clara—. La pesadilla será equivalente al tamaño de los miedos y de las inseguridades de Grand.

Osamu pensó en dos caminos, el primero era hacer entrar a Grand en razón para así poder despertarle, ayudarle a vencer su más grande miedo. Se giró hacia él, había desaparecido. En el piso yacía el rastro de dos cuerpos marcados en la tiza blanca. Ambos estaban muertos. La segunda era enfrentar a esas cosas, una por una. Tenía un total de 22 balas, y a juzgar por la velocidad con la que se reproducían, quizá le alcanzaría para acabar con la mayoría y con el líder.

Sacó la pistola y disparó varias veces, la mayoría siendo certero.

Se sentía como un pez fuera de agua. Si podía evitar el conflicto lo haría con mucho gusto, incluso si la opción más fácil fuera hacerle frente a un enemigo. Sentía que su poder natural para controlar la naturaleza era más como un poder defensivo, al servicio de quien necesitara ser protegido. Si había tenido que pelear fue porque no tuvo opción, en el cementerio o en la costa. Incluso con el lobo se había resistido a un inicio, haciendo que su propia existencia corriera peligro, todo por protegerá una persona que le era importante.

Quizá era parte de su rol en todo ese escenario. Burn y Gazell eran siempre los primeros en atacar, ambos siendo veloces y mortales. Ryuuji por otro lado se le daba bien eso de escapar y esconderse. Mientras que mandar era lo de Grand. Él entonces dejó de disparar y analizó el escenario. Su única misión era despertar a Grand. No era su pesadilla. Bajó el arma y dio media vuelta, dejando que las figuras volaran alrededor. Se adentró a la escena y solo había un trazo blanco con una espada en medio.

—¿Grand?— llamó—. Grand, sé que estás aquí.

El cuarto estaba oscuro. Cerró la puerta corrediza y miró la habitación de un lado a otro para notar una mancha oscura en la esquina derecha. Osamu se acercó lentamente y se agachó a la altura del pequeño.

—¿Grand?

El niño levantó la cabeza, aún con la máscara horripilante. Se encontraba sentado con las rodillas encogidas, con los brazos rodeando sus piernas.

—Soy Osamu— dijo y trató de tocarlo, pero este dio un pequeño chillido—.Siento mucho lo que pasó hace rato. No era mi intención hacerte daño. Estoy aquí para ayudarte, para despertarte. Estas soñando.

No recibió respuesta. La mascará lo observaba intensamente.

—Necesito que despiertes. Esto no es real— poco a poco fue estirando su mano para poder tocarle—. Ryuuji también está aquí, perdido— tomo su pequeña mano— Grand, ya no estás solo.

Buscó dentro de sus ropas y sacó un pequeño fragmente de cuarzo morado. Tomó su mano y le dio la piedra.

—Sé que esto es doloroso de recordar, pero… ya ha pasado.

La puerta se rompió dejando pasar la parvada de seres alados. La máscara comenzó a cuartearse.

—Ahora estas con nosotros— rompió una parte de su kimono y usó el retazo para atarle un moño en la muñeca—. Y sé que no somos amigos, peor he venido hasta aquí para salvarte.

La máscara cayó al piso, dejando ver sus ojos verdes llenos de lágrimas. Un par de cuernitos dorados se asomaban por su frente y Osamu supo que ese era su Grand, esbozó una sonrisa y el demonio lo miró con ojos bien abiertos.

—Aquí estabas— le dedicó una sonrisa honesta—. Es hora de regresar.

—¿De regresar?

—Sí— asintió y le extendió su mano—. Es hora de regresar a casa.

Guran tomó su mano, el mundo a su alrededor se comenzó a desvanecer, la parvada de aves se disolvieron como arena que lleva el viento en una duna. Su puso de pie mientras la pesadilla caía a tras de ellos. La máscara a sus pies comenzó a hervir intensamente para posteriormente derretirse hasta no quedar nada. Eso era, la máscara tenía el control de todo, la arena parecía ser solo el medio con lo que el enemigo se movía y dominaba el mundo.

—Tenía mucho miedo— dijo del demonio, bajó su cabeza y comenzó a derramar lágrimas color dorado— intenté llamar a los demás—sollozó y ahogo un gemido, apretó la mano de Osamu y sus colmillos temblaron— pero no había nadie, solo era gente horrible a mi alrededor.

—¿Estás lastimado?

—Me duele— llevó su mano hasta el pecho y apretó su kimono negro—. Me duele mucho aquí. Lo puedo sentir, siento a los demás sufrir.

—¿Sabes dónde podemos encontrar a los demás?, ¿Sabes dónde está Ryuuji?

—¿Ryuuji-san está aquí?

—Está aquí— asintió—Entró para buscar al demonio pero quedó atrapado.

Guran llevó su mano hasta sus labios y pensó. Osamu reconoció en ese chiquillo uno de los gestos que Grand solía hacer para analizar las cosas. Sí, estaba viendo una versión joven del vampiro, quizá de unos 10 años.

—Puedo sentir a Grand muy lúcido— dijo y mordió su dedo—. Pero no a los demás; no sé bien dónde están.

—¿Puedes hacer un esfuerzo?

El demonio asintió y cerró los ojos con fuerza.

—Grand está en el templo — respondió Guran y rápidamente agregó— Kira Hiroto también está cerca.

Kira Hiroto era el nombre legal que Grand solía usar.

—¿Y crees poder enseñarme el camino?

Guran lo miró atentamente y como pensando la cosa asintió con duda. Haló a Osamu, ambos comenzaron a caminar por un paraje blanco. Lentamente pequeños pétalos de cerezo fueron cayendo sobre de ellos y cuando menos se dio cuenta estaban recorriendo un camino repleto de árboles de cerezo en plena floración. Se detuvieron cuando llegaron al pie de una escalera de piedra que parecía llegar al cielo.

—Es allí— señaló por encima de ellos. Le soltó y comenzó a andar hacia arriba. En su espalda se veía el rastro de sangre y heridas aún frescas. Paró de golpe y luego regresó bajando de dos en dos. Le estiró la mano y agregó con una sonrisa

—Mi nombre es Guran ¡Gracias por salvarme!

A Osamu le sorprendió de alguna forma en gesto porque ellos no se habían presentado formalmente, no recordaba la primera palabra que le dedicó a Grand, así que esto para su fuero interior era simbólico. Tomó la mano e hizo el gesto de saludarlo.

—Yo soy Osamu, Osamu Saginuma.

El Demonio asintió un par de veces e hizo una reverencia que se prolongó un poco. Le volvió a sonreír y sintió en su pecho una agradable sensación de paz. Sí, había salvado a ese Grand y se sentía bien.

Osamu comenzó a ascender con Guran a su lado.

VII

Había subido todas las malditas escaleras, una a una, perdió la cuenta después del número quinientos algo. Estaba harto de ese mundo. Se dejó caer cuando llegó a la cima y una risa cínica lo recibió. Alzó los ojos y miró a Kira Hiroto.

—No me digas que había un ascensor.

—No has preguntado.

—Dijo de puta— musitó y dio un respiro— Te odio.

—El sentimiento es mutuo.

Burn alzó la cabeza con rapidez porque en su comentario no había sido enserio, sin embargo el de Hiroto sonaba bastante enserio. Fue broma, una real broma que esperaba que fuera respondida con otro sarcasmo. El Vampiro de la tarde anterior le hubiera devuelto la bola aún más fuerte. Burn buscó en los ojos ajenos algún dejo de ese ente con el que había montado en moto o compartido un cigarro. Pero no, los ojos de Kira Hiroto a través de sus lentes eran fríos y analíticos, no había emoción de empatía alguna.

—No lo he dicho enserio, viejo, relájate— le dedicó una sonrisa con todos sus colmillos. Kira Hiroto le dio la espalda.

Se puso de pie y echó a andar al templo que se alzaba frente a ellos. Kira Hiroto se quedó en la entrada y no agregó nada. Burn supuso que su misión acababa en ese punto y siguió el solo. Avanzó entre salas y puerta corredizas y logró dar con la que parecía la habitación principal. La puerta era diferente. Era de madera y tenía un seguro roto en la cerradura. Lo abrió y entró.

—¡Burn!— exclamó Midorikawa.

Burn sonrió al momento en que Ryuuji se le lanzó a los brazos en un fuerte abrazo. Giró varias veces con él y luego le tocó la cara para cerciorase que fuera real.

—¡¿Qué haces aquí?!

—¡Vine a salvarlos!— respondió Burn y lo bajó.—¿Dónde está Grand?

—Por aquí.

Lo tomó de la mano y lo guió a lo más profundo del salón y tras una mampara de madera yacía Grand en el piso de tatami.

—Uno que te viene a salvar y tú estás holgazaneando.

—Necesito solo un segundo— le sonrió y le hizo una ceña obscena con el dedo medio—. Luego podré patear bolas.

Bien, allí estaba un poquito más del Grand que le agradaba.

—¿Cómo estás, hombre?

—Jodido— soltó una pequeña risita. Burn se sentó frente a él y sin duda alguna aquella persona era la misma que había visto esa mañana pero sin los cuernos ni las gafas—… pero tú ¿cómo has llegado aquí?

—Bueno…— meneó su cola y entrecerró los ojos—. Básicamente todo nos ha salido mal.

—Lo puedo notar.

—Estas teniendo una pesadilla… una de las grandes. El ritual fue un completo desastre, así que venimos hasta acá para salvarlos; Y mira, el escenario del circo fue aterrador así que creo que es buen momento para que consideres la terapia… como algún retiro en el bosque en dónde escribas tus memorias y las quemes mientras gritas ¡los odio a todos! Mientras te liberas de tus demonios, porqué amigo – colocó su mano sobre la mano de su compañero—. Considero que tienes un problema.

Grand y Ryuuji lo miraron atentamente. Con ojos abiertos y sin poder agregar nada ya que no entendían de lo que estaba hablando. Por su lado Grand se carcajeó de manera animada, llevando su mano derecha hasta que cabeza.

—Burn. No tengo la menor idea de lo que intentas decirme.

—Y tú no entiendes la seriedad del asunto.

—Sí sé que esto es un sueño, pero no entiendo lo del retiro.

—Pienso que tienes problemas mentales— acotó de golpe. Grand hizo una mueca graciosa.

—Y supongo que tu cabeza es un santuario a la sanidad mental. ¿Cierto?

Burn se quedó mudo. Asintió un par de veces así como dándole la razón. Le estaba regresando las bolas mucho más fuertes

—Tú ganas este round— dijo—. Pero el tú de allá afuera necesita amigos… o que le den.

—¿De qué hablas?

—Hablo de Kira Hiroto, me trajo hasta aquí en tu carro. Y parece que no le agrado.

—¿Kira Hiroto?— preguntó Ryuuji—¿Viste a Hiroto?

—SÍ— asintió un par de veces— Está afuera en estos momentos. Pero tiene una expresión de pocos amigos.

—Te dije que lo había visto en el metro— le dijo Ryuuji a Grand—. Fue él quien me guío hasta ti.

—Parece que llegue a tiempo.

Osamu se apareció en la puerta con Guran de la mano. El demonio les sonrió y corrió hasta el grupo y poder abrazar a Midorikawa.

—¡Osamu!

—Cuatro de cinco. Quiere decir que no estamos tan mal— afirmó y miró a todos atentamente, camino hasta poder sentarse junto a Burn.

—¡Ryuuji-san! Me alegro mucho que esté bien, acabo de enterarme de lo que está pasando. Estaba muy asustado. ¡Pero Osamu-sama me ha salvado— dijo y se giró para verle y extender su mano para mostrar el pañuelo.

—¿Osamu-sama?— repitió Grand y esbozó una sonrisa—. Parece que te has ganado mi respeto.

—Hice lo que pude— respondió—. Pero sin duda fue extraño.

—¿Lograste vencer a la pesadilla?

—Si…— dijo pero arrastró las palabras—. Pero No. Creo que he hecho un descubrimiento que quisiera compartir con ustedes y al mismo tiempo necesito de sus experiencias— hizo una pausa breve y el grupo estuvo de acuerdo—. Bien. Empecemos por el hecho de que creo que llegue directo a la pesadilla; un escenario definido. Un momento en concreto. ¿Estamos de acuerdo? Luego tuve mi encuentro con Guran y él tenía una máscara puesta. Traté de interactuar con el entorno y comprendí una cosa. Nosotros no podemos pelear contra la pesadilla, el sueño no es nuestro—miró a Grand y sus ojos viajaron rápidamente hasta Guran, era ese mismo verde jade en sus iris—. Nosotros no podemos hacer nada, tan solo ayudarlos a despertar. Cuando rompí la mascará logré liberarlo de una manera simbólica.

—¡Eso explica por qué no pude hacerle daño! — Exclamó Burn—. Yo llegue a una especie de circo—levantó la mano, como si estuvieran en una clase y tuviera que pedir permiso para hablar—. Fue rarísimo porque, concuerdo con Osamu. Todo era un escenario y había mascaras.

—¿Un circo?— Grand elevó una ceja y se incorporó con dificultad—. ¿Encontraste la jaula?

—Sí— asintió— y había un bebé llorando.

—¡¿Qué pasó con el bebé?!

—Pues… llegué a un escenario, y solo había una jaula, entonces apareció la pesadilla, justo como Clara lo describió. Un ser de arena negra. Comenzó a torturar al bebé y traté de enfrentarlo, pero la espada de no sirvió de nada, así que pensé…—Hizo algunos ademanes con las manos— si libero al bebé, tal vez pueda huir y buscar ayuda. Así que rompí el candado y liberé el bebé… pero había algo más en esa jaula. ¡Había una máscara blanca! Parecía una máscara como las del festival de Venecia. Y de pronto la pesadilla se tragó todo.

—No has respondido la pregunta. ¿Qué paso con el bebé?

—Pues… bebé se fusionó con la pesadilla pero pasó algo… el moustro me tomó con su mano y me lanzó fuera del escenario. Luego estuve a punto de caer por un precipicio pero apareció este Grand mal encarado y me salvo. ¿Hay algo que quieras compartir o la clase, Grand?

—¿Liberaste al bebé?

—Sí— asintió.

—Si había algo en una jaula es por algo.

—¡Perdóname!— alzó los brazos y su cola se agitó con violencia—. Tal vez si me hubieras contado un poco de tu pasado quizá sabría que hay en esa jaula.

—Existen cosas— Grand se dejó caer de golpe sobre el tatami y miró al techo—, que quisiera sepultar muy profundo en el pasado. Como esa jaula.

—Entonces la pesadilla tiene al bebe— afirmó Ryuuji—. Tenemos que salvarlo. ¿En dónde dices que está?

—Tú no vas a ningún lado— Burn se puso de pie—. Iré por él. Fue mi culpa después de todo. Además, aún no sabemos nada de Gazell.

—Así que todos han venido a salvarme— dijo Grand cubriendo su rostro con su antebrazo—. Odio esto.

—Y es por esa clase de comentarios que no tienes amigos— dijo Burn, solo alcanzó a ver una débil sonrisa de parte de Grand—. Osamu, quédate con Ryuuji y ese enano— señaló a Guran—. Yo iré con el otro Grand a por el bebé. Una vez que estemos reunidos buscaremos a Gazell y al otro Grand que nos falta. ¿Les parece mi plan?

—Iré a buscar a Gazell— anunció Grand. Bajó su brazo y se volvió a levantar débilmente, Ryuuji lo sostuvo para que no cayera—. Tengo una idea de dónde puede estar.

—La ciudad de noche— dijo Guran. Grand asintió—. El casino.

—No—sentenció Osamu—. Tú estás débil y Gura está herido también.

—¡Yo estoy bien!— sonrió el demonio—. Tengo un hechizo protector— levantó su mano y señaló la venda.

Osamu apretó los labios y la revelación vino a él.

—Sé cómo resolverlo— se giró violentamente y se puso de pie. Hurgó en sus ropas y sacó otro fragmento de amatista. Se la mostró a Burn—. Es la última que me queda. No podemos tocar a la pesadilla porque no somos parte este sueño. Y ella no nos puede hacer daño a nosotros sin embargo podemos mezclarnos con el sueño de una forma. No es nuestro sueño.

Burn alzó una ceja sin entenderlo

—¿Pero si no soy parte del sueño como puedo ser parte del sueño?

—Las pesadillas son representaciones que nuestros más grandes miedos. ¡Grand!—llamó Osamu— ¿Cuál es tu más grande miedo?

—La caía de la bolsa de valores.

—Bien— anunció Burn y dio media vuelta—. Estoy fuera. Propongo salir de aquí y dejar solo a este hombre con sus delirios— dio un par de pasos y paró en seco, alzo la cabeza y se giró con una sonrisa que asomaba todos sus colmillos— Eso es. ¡Ya lo tengo! ¡Ay Grand! Esperen aquí, recupérense, cuando vuelva con el bebé buscaremos a Gazell.

—¿Qué planeas?— cuestionó Ryuuji.

—Voy a salvar a un bebé de su fría soledad.

Burn salió corriendo de templo y buscó a Kira Hiroto. No estaba en la entrada. Corrió entre algunos árboles y lo encontró sentado bajo un árbol de cerezo. Tenía un celular en su mano y parecía atento a él.

—¡Tú!— exclamó Burn y le quitó el teléfono—. Necesito que me regreses al circo.

—Sabía que no tenías modales, pero no que fueras así de grosero.

—¡Sé cómo salvar al bebé!

—Devuélveme mi celular. (3)

—Te lo devolveré si me llevas hasta el circo.

—Eso es chantaje— dijo entre colmillos— devuélvemelo y te llevo. Pero no más.

—Trato— sonrió y le tendió el objeto. Hiroto lo tomó de mala gana y se puso de pie.

—Hay que bajar las escaleras.

—¿Bromeas?— lo siguió de cerca— ¡Son más de quinientas!

—Pues comienza a bajar.

—¡Por esa actitud nadie te quiere!— exclamó y Hiroto se detuvo apenas bajar el primer escalón.

—No me interesa ser amado.

Kira Hiroto comenzó a descender con Burn atrás de él.

To be continued.


Notas— Retomar el ritmo de escritura no es tan fácil. Hay días que llegó del trabajo directo a la cama. Estoy dando lo mejor de mí y aprecio un montón el apoyo en mis redes sociales, ustedes son asombrosas, las amo. Por cierto el Octubreskine fue todo un éxito, logré los 31 días (unos mejores que otros). Varios de esos dibujos tienen referencias a este capítulo. ¡Pero! Por ahora me quiero dedicar a hacer algunos dibujos y jugar un poco. Mi recompensa por acabar este capítulo es el juego de HADES y de cumpleaños mi novio me regalo en FFVII remake. Así que me consentiré un poquito y dejaré mis ideas reposar; Ya tengo un borrador con el siguiente y por allí deje un spoiler en la nota número tres.

Ahora, esto que ha sucedido lo tenía programado para mucho más adelante, para el arco del mundo de los muertos. Pero este año de pandemia llegue a la conclusión de que quiero narrar todo lo que pueda antes de morir. Lamentablemente esta situación me ha arrebatado gente a mi alrededor, (nadie de mi familia), pero si amigos muy cercanos, por desgracia soy una persona que padece ansiedad y cualquier cosa me suele alterar, so una pandemia es algo que no controlo. Nunca sabré si lo que me dio en Julio fue COVID, pero les diré que fue horrible, y mientras lloraba porque no me bajaba el dolor de cabeza, la fiebre alta y no sentir mi cara ni mis manos por la ansiedad, me di cuenta que la vida es jodidamente corta y que posiblemente no llegue a terminar esto, así que… daré lo mejor de mí. Yo te agradezco de corazón todo el amor que le das a este proyecto. Te amo mucho.

(1)"Yo te ato Grand, te ato para que ya no dañes a tus compañeros, ni a ti mismo"

(2)Pensé en dos canciones para esto: "They who govern reason" de Octopath Traveler y "Venari strigas" de Madoka Magica

(3)Estaba por cerrar este capítulo cuando escribí este diálogo y no pude evitar pensar en esa escena de aquel programa en mi país. Si tienen la posibilidad de ver el fragmento de este capítulo se llama "Dame ese celular" hay una versión animada y otra es la real. Vean ambas, son joyas.