OCHO

MIKASA

Estaba exhausta. Sus piernas con gran esfuerzo se mantenían en movimiento, pero incluso así, sentía como su velocidad bajaba poco a poco. A pesar de su conocimiento del bosque sabía que con la aventajada distancia que había conseguido en un principio, era imposible perderlo. Su cazador seguía en su rastro.

¿Por qué la seguía? ¿Por qué no la dejaba en paz? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Sintió las lágrimas anegar sus ojos y por estar perdida en sus lastimeros pensamientos no se fijó en la rama que sobresalía en el camino. La punta de su pie se enganchó con esta y debido al cansancio acumulado que cargaba en sus músculos, el peso de su cuerpo le ganó y cayó de bruces al suelo. Soltó un gemido de dolor al sentir como algo en su tobillo chasqueaba al caer. Lo que la angustió no fue el dolor en sí sino el entumecimiento del pie.

Era todo. Hasta ahí llego. Era su fin. Escuchaba como los pasos de su perseguidor se acercaban. ¿Por qué? ¿Por qué? Se sentía sin fuerzas para seguir...

Pero aun así, la necesidad de supervivencia se sobrepuso a cualquier rastro de desesperación que amenazaba con inmovilizarla.

No alcanzo a cojear unos cuantos metros cuando sintió la presencia de su perseguidor a su espalda enviando un estremecimiento a lo largo de su columna. Un vistazo sobre el hombro fue suficiente para congelar su respiración.

Él la había atrapado.

'Que lenta'

Mikasa abrió sus ojos con sobresalto, le tomo un momento darse cuenta de que había despertado. Con un suspiro cansado se pasó su mano por la cara para quitar la sensación que el mal sueño había dejado en su cuerpo. Se tomo un momento para pensar el por qué tan escrupulosos sueños seguían invadiendo sus horas de descanso, pero lo descarto al instante. Miro la ventana de su pequeño dormitorio y vio que era aún temprano. A pesar de ser su día libre, su reloj biológico había hecho caso omiso de eso y despertado a la hora de costumbre.

Estirándose arreglo su cama y cogió su ropa de deporte para hacer su rutina de entrenamiento diaria. A media mañana paso por su desayuno y sin ganas de sentarse a comer sola o esperar si Connie decidía a aparecerse por el comedor volvió a la tranquilidad de su dormitorio. En su dormitorio igual le toco comer sola, pero aquel santuario era mejor que el bullicioso comedor. Mientras desayunaba en silencio miro la otra cama vacía de su cuarto, llevaba así casi dos semanas ya, su desconsiderada ocupante tomándose su tiempo.

Debido a la inactividad y falta de operación del escuadrón, se les había concedido tiempo fuera de servicio, Sasha lo había aprovechado para ir a visitar a su familia en las montañas. Jean había partido a muros interiores a hacer lo mismo. Por parte de Armin, Eren y Mikasa no faltaba mencionar que no tenían un hogar al cual volver ni mucho menos una familia a la cual visitar. Y Connie…

Terminado su desayuno, Mikasa se dirigió a las duchas comunitarias y se tomó su tiempo en bañarse, aprovechando que no tenía servicio y que aquella no era una hora congestionada por lo que disponía de tan escasa privacidad. En su cuarto se tomó su tiempo para vestirse y arreglar sus cosas y pendientes en su dormitorio. En vez de su uniforme militar regular, se vistió con vestimenta civil sencilla y obviamente su bufanda. Se paró finalmente frente al espejo, no para revisar su imagen sino para peinar su cabello dándose cuenta de que el largo de este pasaba sus hombros, con un suspiro lo recogió en media cola. Había considerado volvérselo a cortar, pero dada la escasa inactividad y, hay que admitirlo, un comentario de Eren, había decidido dejarlo en su largo actual. Sin más, salió en busca de su compañero de escuadra.

- En serio, ¿aún no te levantas? – pregunta Mikasa con incredulidad cuando un Connie somnoliento le abrió la puerta.

- No, es mi día libre así que puedo dormir hasta la hora que quiera – respondió este con un bostezo mientras se rascaba el abdomen bajo la camisa – Es más, podría dormir todo el día y a nadie tendría que importarle.

- Si eso es lo que quieres – Mikasa encogió sus hombros dispuesta a retirarse.

- ¡Espera, espera! Ahg – se queja Connie – Diablos, Mikasa. Cuando dije que saliéramos me refería en la tarde, no en plena mañana.

- Ya es mediodía.

- A eso no me refería – Connie hace un puchero con sus labios – Dame diez, no, quince minutos.

- Bien. Te espero en la entrada. Quince minutos – dice ella en tono neutro.

- Si, señora – Connie hace un saludo militar antes de meterse en su dormitorio, aunque Mikasa no perdió detalle de la mofa en el gesto.

Junto con la partida de Sasha y Jean, una semana después no demoraron en partir Armin y Eren rumbo a la capital a reunirse con Historia. Ella había convocado a Eren con el fin de conocer al protagonista de los eventos surrealistas que le describió Hange en su informe. Mikasa pensaba que Eren iba a poner pegas o quejarse de que él no era ningún lastimero héroe que necesitara la compasión de alguien, pero no lo hizo. Quería encontrarse con Historia, algo que irremediablemente despertó la duda y al mismo tiempo la molestia de Mikasa, más cuando no quiso explicar sus razones.

Mikasa suspiro nuevamente. La situación con Eren y ella estaba algo incómoda, y no por parte de ella. Solo Eren parecía estar algo intranquilo a su lado y evitaba quedarse con ella a solas, todo esto desde que ella había decidido hablar con él hace más de un mes cuando habían regresado a los cuarteles. No se arrepentía de nada, ella le había abierto su corazón y le expuso todas sus angustias y sentimientos a él, cosa que él comprendió y aceptó conmovidamente. Mikasa lo sabía. Pero de un tiempo para acá… nada.

- Listo – Connie llegó corriendo hasta donde ella lo esperaba – Listo para mi recompensa. – dijo frotando sus palmas entre sí.

Sin más, caminaron hasta la zona comercial del distrito Trost, que era el que les quedaba más cerca a los cuarteles. La recompensa, era eso. Un acto de premiación que Mikasa había decidido tener con Connie. Al quedarse sola, Mikasa pensó que iba a pasar los siguientes días en soledad realizando sus labores, pero Connie en estado de abandono al igual que ella, se había acercado y empezado a hacerle charla, así ella no quisiera. Sorpresivamente, empezó a entrenar junto con ella, y no dudo en pedir asesoría de ella en tanto a esto. Las rutinas de Mikasa eran conocidas por dejarte más de una sección de musculo adolorido y contigo bañado en sudor, algo muy duro y exigente para casi todos, pero Connie se le había medido a ello. Aunque eso sí, sin dejar de aullar a cada nuevo martirio que ella preparaba. Cuando lo había retado a un duelo de sparring, Mikasa había soltado que si lograba derribarla lo invitaba un día a salir, como amigos claramente. Satisfactoriamente, Connie había mejorado mucho y logro derribarla durante el duelo.

- Entonces, ¿quieres comer o beber? – pregunto Mikasa por simple iniciativa.

- Quiero comer y beber.

- No abuses – Connie suelta una risilla.

- Está bien. Si hay que elegir, que sea la bebida – exclama Connie con entusiasmo.

- Ni siquiera has desayunado – Mikasa señala.

- Comí algo en el camino – descarta Connie con un gesto de su mano – Además, estoy interesado en saber si tu resistencia al alcohol es igual de fuerte a tus entrenamientos.

- Qué tontería – Mikasa rueda los ojos.

- Tu diste a elegir – él levanta sus palmas como diciendo que él no tenía la culpa de esto.


En una taberna ni muy lujosa ni muy austera, ubicada en una de las calles secundarias de Trost, Mikasa y Connie iban en su tercer vaso de un licor muy agrio para gusto de ella. Hasta el momento, todo se resumía a bromas de Connie, a las cuales Mikasa le reclamaba por su falta de sentido del humor, lo que hacía carcajear a Connie reclamándole que era ella la que no tenía sentido del humor.

- Espero que Jean y Sasha vuelvan pronto para entretenerte -comenta Mikasa en un momento, para darse un respiro del parloteo de Connie.

- Nah, no hay prisa -responde Connie con un encogimiento de hombros. Seguidamente empieza marcar un ritmo sobre la mesa, indicativo de que está pensando en algo- … A veces resulta tan obvio, incluso para mí.

- ¿El qué?

- Que algo pasa entre esos -Connie niega con su cabeza- No había visto las señales, pero ahora lo recuerdo. -él no puede evitar soltar un bufido ante sus palabras- Las frecuentes visitas al hospital, siempre asegurándose de llevar algún bocadillo, … Pero después, aquellos extraños comportamientos desaparecieron con la amnesia y volvíamos todos a ser los idiotas de antes… Y ahora…

- Los dos no saben cómo comportarse con el otro -termina Mikasa por él. Connie asiente en acuerdo. El tartamudeo, las miradas pérdidas, los gestos vacilantes. Hasta alguien como Connie caería en cuenta de ello- No es algo de lo que te debas preocupar. Todo se asentará a su tiempo. -Es una frase que ella misma se repetía últimamente.

- Quisiera que fuera pronto que tarde. Estoy cansado de tener que estar siendo el puente de comunicación para ambos. -se queja con un puchero Connie, Mikasa solo encoge sus hombros- Por otro lado… ¿sabes también que recuerdo? -Mikasa niega con su cabeza- ¡Armin! -declara él mientras palmea la mesa con convicción- Ese chico se traía algo con Annie. -Mikasa no puede evitar hacer una mueca de disgusto- En serio, te lo digo yo que soy lento para estas cosas. A pesar de su historial, Armin siempre buscaba su opinión. Claro. Y ella, con él hablaba de manera natural a diferencia de con alguno de nosotros…

Qué horror. Connie la había traído para cotillear de los demás, se dio cuenta Mikasa con espanto disimulado.

¿Armin y Annie? Ridículo. Eran completamente opuestos. Armin prácticamente brillaba por su sola presencia, su inteligencia, sus valores, era el clásico chico bueno, que caía bien a todo el mundo. Por otro lado, Annie… No cuadraba con él. No concebía la idea de Annie emparejada con su amigo.

- Además, están tú y Eren. ¿Qué onda con ustedes? Últimamente he notado un ambiente raro entre los dos…

- ¿Sabes que he notado yo? -corta Mikasa a media frase a Connie- Que pareces estar muy enfocado en los asuntos de los demás. -Connie suelta una media carcajada, tomándose la declaración a modo de broma lo que hace molestar a Mikasa- Y que pareces algo receloso con Eren.

- ¿De verdad? -Connie suelta fingiendo demencia.

- De verdad -Mikasa se torna seria, lo siguiente que iba decir era una observación que habían hecho Armin y ella- ¿Estas molesto con Eren?

Connie rueda los ojos antes de mirar a Mikasa con una ceja arqueada.

- ¿Pareciera que buscas pelea conmigo?

- No, sólo… -No quiero que Eren se dé cuenta de tu actitud con él. Mikasa suelta un suspiro al darse cuenta de su primer pensamiento, pero la verdad es que podría decirse que también esta algo preocupada por Connie- ¿Quieres hablar de ello?

La premisa era que Connie ya no tenía familia. Y no lo recordada hasta hace poco. Hace unos años, los infiltrados de Marley habían esparcido suero vaporizado por la aldea Ragako y convertido a toda su población en titanes para su propósito, incluida la familia de él.

Pero incluso así, de entre todo el populacho había sobrevivido la madre de Connie, como titan.

- Sé lo que se siente perder a tu familia. Y sentirse solo.

- Mikasa -Connie hace una mueca- No quiero esta charla. Si sabes cómo se siente, entonces sabes que todo lo que te digan parecerán palabras vacías. Sin importar quién te lo diga. No quiero hablar de esperanzas pérdidas. -termina para darle un largo trago a su vaso.

Mikasa es incapaz de que una comisura de su boca baje un poco al percibir el sutil tono despectivo en el comentario, así como la desazón en las palabras de él. Así fuera como un titan sin mente, Connie iba a visitar y hablar con su madre. Era el consuelo que tenía después de haber perdido a su familia. Todos sabían que Connie siempre mantuvo la esperanza de que Hange o Eren o quien fuera diera con la forma de revertir aquella transformación. Pero ahora aquello se ha esfumado… por la decisión de Eren, un pequeño temor se instala en su cabeza, pero antes de que pueda formularlo, Connie habla.

- ¡Ey! Mikasa, ¿a qué no adivinas a quien veo? – exclama de repente Connie con su expresión alegre de nuevo, viendo hacia el ventanal tras ella.

- ¿Es un chiste? – pregunta ella sin mucho ánimo.

- ¿Qué? ¡No! – Connie se levanta abruptamente para acercarse a la ventana y hacer aspavientos con la mano - ¡Capitán! ¡Tiempo sin verlo! – Connie voltea hacia ella – Mira, Mikasa. Es el capitán Levi.

Mikasa apenas gira su cabeza para ver por el rabillo del ojo la figura de Levi en la calle con ropas civiles antes de dirigirle su atención a Connie.

- Connie, no lo llames – Mikasa le dice entre dientes – Y no hagas más escándalo. -señala ella al ver a algunos ocupantes de otras mesas mirarlos con burla.

- Ups, demasiado tarde – Connie deja salir una risita burlona separándose de la ventana – Viene entrando.

Mikasa deja escapar un suspiro suprimiendo las ganas de chocar su palma con su frente en fastidio. No demora mucho en escuchar el familiar tono de Levi.

- ¿Qué me vengo a encontrar acá? – llega con sus manos metidas en los bolsillos – A la combinación menos esperada de mis subordinados, juntos, en un bar – Mikasa y Connie se incorporan para hacerle un saludo militar a su capitán.

- Estamos en una cita – suelta Connie para hacerse el chistoso, lo que hace ganarse una de las miradas especiales de Mikasa – Es decir, en una cita de amigos – corrige él.

- Hm – murmura Levi arqueando ligeramente una ceja – Siéntense. No es necesario tanto molesto protocolo.

- Gracias, capitán – agradece Connie en tono alegre - ¿Por qué no se sienta con nosotros? – suelta de repente y esta vez Mikasa no se reprime de patearlo bajo la mesa – Es decir, si no tiene más que hacer – intento enmendar él en vano.


No poco después, Mikasa estaba contemplando su cuarto vaso. Connie estaba parloteando frente suyo y un aburrido Levi estaba en el banco junto a ella. El no tener que mirar a Levi era un pobre consuelo para ella.

- Ha sido ¿Qué? ¿cosa de un mes? más de un mes, ¿no? Hace mucho que no lo veíamos, capitán. ¿Se está quedando por esta área? Nosotros tendremos que trasladarnos en unos días hacia el sur. La comandante nos convocó allí…

- Si, sé eso – interrumpe Levi cuando ve oportunidad – En realidad, no es que me esté quedando en Trost. Iba de camino a los cuarteles. Se les acabo el tiempo de holgazanear, mocosos.

- ¿Hange ya obtuvo la autorización? – Mikasa no puede evitar preguntar. Eso es lo que los ha mantenido inactivos por tanto tiempo, un estúpido papel que indique la aprobación a la expedición de Hange.

- Sí. Los cerdos ya le dieron a Hange luz verde – contesta Levi mirándola de soslayo – Espero que no hayan perdido el tiempo en mi ausencia.

- Mikasa y yo estamos en nuestra mejor forma – Connie presume con galantería – En cuanto a los otros, bueno – Connie encoge los hombros – Sasha ha estado recuperando forma, lentamente, pero lo hace. Jean, se puede decir que se mantiene, pero lo supero– suelta él sin modestia, lo cual se gana una mirada de incredulidad de ella – Y en tanto a Armin, ha estado un poco flojo, pero es normal en él.

- Eren se ha estado entrenando duro también, y adaptándose – agrega Mikasa, notando como Connie lo dejaba fuera.

- No lo dudo – Levi suelta con un jadeo de mofa – Es bueno saber que algunas cosas no cambian a pesar de que casi todo lo hizo – Mikasa arquea su ceja en duda.

- Creo que el capitán se refiere a tu lado siempre al pendiente de Eren – Connie le aclara con una risilla – Es bueno verlo. Aunque me sorprende que lo hayas dejado ir solo a la capital.

- Fue con Armin – explica ella.

- Aun así – Connie alza sus brazos tras su nuca – No sé por qué, pero ¿sabes, Mikasa? Creo que Eren ha estado evitándote, - Mikasa separa ligeramente los labios en sorpresa al advertir el brillo malicioso en los ojos de Connie. Claro. Me metí con él, ahora se las cobra- Recuerdo una vez cómo se atraganto al tratar de terminar su comida para no quedarse solo… - Connie se interrumpe al sentir la patada de Mikasa en su canilla.

- Déjalo, Connie – le advierte Mikasa con molestia – No es de tu incumbencia, ¿recuerdas? – Su molestia era mayor por el hecho de que Connie hubiera escogido desquitarse de ella frente a Levi.

- Me vas a moretear la maldita pierna – le sisea Connie entre dientes a ella.

- Divertido – Levi murmura con sarcasmo mientras termina su bebida antes de levantarse del banco – Los dejo, mocosos. Traten de no embriagarse hasta sufrir un coma etílico – sin más se larga del bar para alivio de Mikasa.

- Ya, Connie – dice ella con un suspiro al ver la mirada agria de este – Disculpa los puntapiés. – Mikasa señala la copa de él - ¿otra? -Solo entonces, Connie deja su expresión agria por una retadora.

Connie empezó a hablar babosadas a la sexta copa, por lo que Mikasa decidió que era suficiente para él, más teniendo en cuenta que iba con el estómago vacío. Fue una sorpresa encontrarse con la cuenta saldada al momento de Mikasa acercarse a pagar, cortesía de su capitán. Lo que alegro a un mareado Connie que hizo que Mikasa lo llevara entonces a comer. La acción en vez de alegrar a Mikasa la molesto y no por el gesto en sí, sino por quien lo realizo.

'Que lenta', recuerda Mikasa con amargura el sueño de esa mañana al ver que su perseguidor no resultaba ser otro que Levi.