Capítulo 34. Escape from Area 51 (II)
«Never, never, never... Dishonor ze spirit und ze memory of Adolf Elizabeth Hitler»
The Producers (2005)
Cadance colgó el radioteléfono y vio a Shining acercarse con aspecto preocupado.
—¿Qué sucede?
El ruido de los motores del C-130 rellenó el silencio. No había forma fácil de decir aquello, así que Cadance decidió no esconder ningún detalle.
—Luna cree que el destacamento de Spitfire ha sido hecho prisionero —informó a las claras—. No sabemos si hay ponis heridos, ni qué número de enemigos nos vamos a encontrar. Nuestras órdenes son rescatarlos a cualquier precio.
Shining asintió.
—¿Celestia? —preguntó.
—Por lo que sabemos está viva y llegó a la base, pero puede haber sido hecha prisionera también.
—Conozco esa mirada —afirmó Shining—. Ya has pensado algo, ¿verdad? ¿Qué plan tienes?
Cadance seguía sin encontrarle sentido a la idea, pero no se le ocurría nada más. Tenían el blindado, pero era su única baza; comenzaba a comprender que ante la necesidad de evacuar a todos los ponis de allí como pedía Luna, el avión era lo realmente importante. Master Gunsmith se acercó con un trapo para limpiarse la grasa de la cara; como le había pedido Cadance, el fiel especialista en armas de la Guardia Solar había acabado de revisar el sistema de carga de proyectiles del blindado Abrahams.
—Creo que ya está todo listo con el tanque —informó—. ¿Ocurre algo?
Cadance observó a su marido. Después de haber sobrevivido al día de su boda, habían bromeado mucho acerca de cómo aquel podría haber sido el momento más peligroso de su matrimonio. Embarcarle en una misión suicida, la verdad era algo que no había contemplado en ninguno de sus votos.
—Nos lanzamos con Flurry II y generamos una distracción al Este del objetivo. Bulk aprovechará para aterrizar y esperará con el avión en pista, al Noroeste. Cargará a todos los ponis que puedan escapar —dijo por fin—. Si eliminamos la amenaza, volvemos. Si no, seguimos en tierra hasta embarcar a todos los ponis que podamos.
Shining asintió con decisión, al mismo tiempo que Master Gunsmith. Luego, cuando iba a medio camino de la cabina para informar a Bulk Biceps, volvió.
—Espera... ¿Has dicho Flurry II?
—¡La base está cerca! —anunció Bulk desde cabina—. ¡Bulk Biceps ve luces adelante!
Trixie observó cómo los robots con forma de esqueleto humano se llevaban a más ponis tras un improvisado corralito de alambre de espino. Habían encendido reflectores sobre él y aunque el resto de la base seguía prácticamente a oscuras, aquel punto de luz en mitad de la oscuridad lleno de ponis asustados, era una visión tan desasosegante como las ruinas y los fuegos que por fin empezaban a apagarse.
Contó casi cincuenta ponis dentro del corralito. ¡Ya casi les habían capturado a todos!
Bajó la cabeza tras unos cascotes y le hizo también bajar su sensor de imagen a Ponibot.
—¿PoR qUé NoS eScOnDeMos?
—Los otros robots malos parece que están haciendo a los ponis prisioneros —explicó Trixie—. Ser prisioneras es malo.
—¿PoR qUé?
—Porque te encierran y no puedes hacer lo que quieres si estás encerrada.
Ponibot guardó silencio y Trixie supuso que habría comprendido. Entretanto intentó encontrar algún camino de escape para poder llegar a su autocaravana, más allá del perímetro; cuando se le ocurrió que si salían por el lado contrario podría rodear a los robots, una lona en el centro de la base a poca distancia de su escondite le llamó especialmente la atención. Todo a su alrededor eran edificios derruidos y chamuscados, y aquella lona había sido levantada entre ellos, como una gran tienda de campaña que parecía ocultar algo nada pequeño. Trixie comprendió al ver movimiento por detrás y las luces de linternas, que debía haber más ponis escondidos allí.
Hizo señas a Ponibot y salieron aprovechando que varios esqueletos miraban a otra parte, hasta que llegaron y se colaron por debajo de la tela.
Allí Trixie se encontró a tres amigas de Twilight Sparkle montando a toda prisa un patético intento de escenario con escombros y planchas de metal. Trató de llamar la atención de la unicornio blanca, pero no lo consiguió; luego de la pegaso amarilla, pero tampoco. ¡Qué groseras! Bueno, la verdad era que parecían muy ocupadas llevando material y vestidos de un lado para otro. Finalmente, la poni rosa se la quedó mirando con algo parecido al interés. Vestía un uniforme militar negro con bombachos que, la verdad, daba un poco de miedo.
—¿Es eso un robot? —dijo.
—Sí —carraspeó Trixie—. Es mi amiga. Se llama Ponibot. Y... ¿Se puede saber qué hacéis aquí? Esos robots esqueleto os van a descubrir. Afortunadamente la Gran y Poderosa Trixie tiene una forma de escapar y está dispuesta a dejar que la acompañéis si...
—No queremos escapar, Trixie, querida —contestó a toda prisa la unicornio blanca mientras daba unas últimas puntadas al uniforme de la poni rosa a toda velocidad—. Esto es para ayudar a los demás ponis a hacerlo.
—¡Nos vendría bien un par de cascos más! —dijo alegremente la poni rosa—. ¿Tiene esa amiga tuya un reproductor de CD?
—ClArO —contestó Ponibot.
Trixie no pudo evitar fruncir el ceño cuando la pegaso amarilla de crin rosa le puso encima un descocadísimo traje de baño de dos piezas para ver cómo le quedaba.
—¡La Gran y Poderosa Trixie no se viste así! —exclamó—. Aunque... He de deciros que a ese escenario le faltan un par de apoyos más o se caerá...
—¡Oh, es verdad! ¡Te dedicabas al mundo del espectáculo! —exclamó la poni rosa mientras metía en Ponibot un CD—. ¿Quieres ayudarnos, sí o no?
—¿Qué? —exclamó Trixie mientras arrastraba una viga para asegurar del todo el escenario. Las cosas no costaba nada hacerlas bien—. No, ni hablar. La Gran y Poderosa Trixie sabe cuándo hacer frente al enemigo y cuándo hacerle frente otro día. Y ahora —añadió una vez trabó la viga y aseguró la estructura—, toca buscar otro momento. Vamos Ponibot. Mi autocaravana y la libertad nos esperan.
Pero al ir a salir de la lona, uno de los esqueletos robots estaba allí, observándola con unos ojos rojos sin vida que no presagiaban nada bueno.
—¡NO HAY TIEMPO PARA MÁS! —chilló la poni rosa—. ¡PONIBOT! ¡PON LA PISTA TRES DEL CD!
La lona salió volando por los aires y mientras media docena de robots esqueleto las apuntaban con cañones que salían de sus brazos, las amigas de Twilight Sparkle comenzaron su número sobre el escenario.
—¡Oh, diablos! —masculló Trixie—. ¡Necesitaréis una iluminación mejor que esa!
—¡Sé que estáis las dos cerca, pegaso azul! —chilló AIMAQCA—. ¡Puedo sentir la magia que todavía le queda a esa diosa tuya! ¡Y la quiero! ¡La quiero para mí!
Rainbow comprendió que las encontraría.
No ganaría mucho más tiempo escondida allí
El momento que había esperado había llegado.
—¡Rainbow Dash! —murmuró Celestia—. ¡No salgas!
—No hay otra opción Presi —repuso Rainbow—. Recupere fuerzas y ayude a las demás. Es momento de probar eso de enfadarla
Voló raso a los escombros de dos hangares un poco más alejados del escondite y salió de detrás de ellos como si siempre hubiese estado allí, junto a una pequeña hoguera, para que AIMAQCA la viera con claridad.
—¡Estoy aquí, montón de tuercas!
La otra no respondió. Le lanzó un chorro de magia que la hubiese convertido en polvo de no haberlo esquivado por los pelos.
—Sé lo que intentas hacer —sonrió AIMAQCA—. ¿De verdad crees que entretenerme va a servir para algo?
—¿Entretenerte? ¡No, no! ¡Yo quería hacer un trato! —intentó Rainbow Dash—. ¿Qué tal si me dejas vivir a cambio de entregarte el Núcleo?
—Ah... El Núcleo... Esa vieja historia entre nosotras...
—Sí. La verdad es que has perdido un poco de interés por él, últimamente —se encogió de hombros Rainbow—. Con todo el ruido que hiciste al principio... Ser una caprichosa es el primer síntoma de una personalidad muy poco equilibrada, si me permites la...
La opinión le molestó, porque Rainbow esta vez tuvo que evitar cinco descargas mágicas muy seguidas. La última le chamuscó la cola cuando tropezó con un cascote. ¡Por los pelos!
—¡No creas que lo he olvidado, emplumada! —rugió—. Pero sé que no lo tienes. El espécimen 1701 se lo ha tenido que llevar en su nave... Una lástima.
Bien. Cabreada. Iba a resultar cierto eso que decía Applejack de que tenía un don para hacer enfadar a las demás.
—¡Así que sabías que era de la nave de Jane! —se burló Rainbow—. ¡Vaya! ¡Me habías engañado! Por un momento me habías hecho creer que era tuyo. ¡Casi me sentía culpable por quitártelo! ¡Casi! ¿Cómo te hizo sentir que te lo quitara cuándo yo te lo quité? ¿Y tú intentaste recuperarlo, pero no pudiste? Porque obviamente eres una perd...
AIMAQCA no la atacó.
En vez de eso, desapareció de repente y apareció tras ella, teleportándose con un sucio truco de unicornio. Rainbow trató de esquivarla, pero le dio una coz demasiado rápida y la recibió en la cara, sintiendo mil puñales que le recorrieron el belfo como lava, y sin verlo venir se encontró proyectada y chocando contra un muro, alas por delante y viendo las estrellas
¡Ahhhh! ¡Pero qué….! ¡DAÑO!
—Ese Núcleo era una fuente de poder que estaba a punto de aprender a controlar —dijo AIMAQCA—. Me puse muy triste cuando vi que ya no estaba a mi alcance... Pero mira... En esto apareció tu diosa y pensé... Con todas las cosas que he aprendido de Twilight Sparkle, quizás haya encontrado algo más interesante.
Rainbow intentó incorporarse, pero comprendió que tenía un ala rota y que el hocico le sangraba. ¡Pero qué…! ¡Había contado con poder aguantar un poco más de tiempo!
AIMAQCA se acercó a ella lentamente y puso un casco sobre su pecho, acabando de derribarla.
—Voy a vengar a todos los humanos —dijo amenazante—. Voy a recuperar este planeta para ellos. Y vosotros, criaturitas adorables y peludas, os doblegaréis ante mí o seréis eliminadas.
A Rainbow le costaba respirar, de nuevo, pero esta vez era por el casco metálico de AIMAQCA presionando su pecho. Fue a decir algo, pero no pudo.
—Creo que me buscabas a mí —oyó a Celestia entonces.
Y Rainbow pudo volver a respirar, porque la descarga mágica pilló al robot por sorpresa y la lanzó un centenar de metros contra las ruinas del hangar 15.
Applejack oyó la música entonces, a lo lejos.
Debía ser la señal de Pinkie, porque los robots comenzaron a girar sus cabezas hacia el sonido, con colores dubitativos en sus ojos.
Germany was having trouble
What a sad, a sad story
Needed a new leader
To restore its former glory
Where, oh where was he?
Where could that pony be? (*1)
—Es el momento —avisó a Spitfire—. Todo poni listo.
La música siguió alegre y algo saltarina; la verdad, era muy pegadiza.
—¿Qué demonios? —musitó Spitfire cuando vio por los prismáticos lo que había en el escenario. Applejack se los arrebató sin saber muy bien si quería mirar o no.
We looked around
And then we found
The pony for you and me
And now it's...
Bajo unos improvisados focos con linternas, Rarity y Fluttershy vestían los modelos rojos de lentejuelas, muy de buscona, a los que habían pintado, sobre una mancha blanca hecha con a saber qué, lo que parecía una cruz gamada negra. Lo terrible, o al menos eso le pareció a Applejack, era ver a Pinkie Pie con un uniforme también negro que recordaba vagamente a los de los malos de las películas humanas de la segunda guerra mundial (*2). Rarity se lo debía haber preparado en tiempo récord, pero era francamente convincente.
Y desasosegante.
—Oh, por la diosa —murmuró Applejack—. Borra esa imagen de mi mente...
El estribillo siguió entonces y Pinkie lo dio todo.
...Springtime for Hitler and Germany
Deutschland is happy and gaaaaaaaaay
Los modelos 1488 dejaron de prestar atención a los ponis en el corralito y miraron al escenario con aparente interés. De hecho, muchos fueron para allá en actitud muy poco amenazante.
We're marching to a faster pace..
Look out,
Here comes the master race...
Spitfire levantó el alambre de espino con la ayuda de más Wonderbolts y todos los comandos ponis empezaron a escapar por debajo en silencio. Que la atasen a un manzano y la llamaran oruga. ¡Estaba funcionando! Applejack se cargó a Twilight y a Spike, mientras el equipo de Doctor Horse lo hacía con Derpy y el resto de los ponis heridos.
Springtime for Hitler and Germany
Rheinlands are fine land once more
Springtime for Hitler and Germany
Watch up Europe, we are going on tour...
Ordenada y germanamente, los modelos 1488 habían tomado asiento frente al escenario y observaban embelesados el número musical. El medio centenar de ponis que formaba el destacamento de Spitfire, escapó mientras tanto dejando tras de sí un corralito vacío.
La radio entonces crujió.
—La pista al Noroeste, cambio —oyeron.
—¿Es ese Bulk Biceps? —se asombró Spitfire.
Applejack asintió. Lo era.
Y a falta de vehículos, ir a la pista de aterrizaje se le antojaba una idea estupenda.
—¡No puedo creerlo! —murmuró Pinkie sin perder el paso—. ¡Está funcionando!
—Pues claro que está funcionando querida —respondió Rarity entre dientes sin dejar de sonreír—. ¡Ahora concéntrate que viene el número de baile! ¡Hay que darle tiempo a Fluttershy a que se cambie!
Pinkie asintió y siguió cantando mientras desfilaba con el paso de la oca ante casi un centenar de modelos 1488 totalmente entregados como público. Mel tenía razón. Todo era cuestión de conocer a tu audiencia. La letra era horrenda, pero la verdad era que la música era muy pegadiza.
Springtime for Hitler and Germany
Winter for Poland and France...
Springtime for Hitler and Germany
Come on, Germans
Go into your dance
Rainbow se incorporó a duras penas y descubrió que tenía también una pata rota. ¡Venga ya! Al menos podía respirar.
—¡Presi! ¡Largo de aquí! —le gritó a Celestia—. ¡La tenía donde quería!
Celestia se acercó a ella y la subió a su grupa.
—Aún no ha llegado el día, Rainbow Dash, en el que vaya a abandonar a un poni.
AIMAQCA salió de entre un montón de escombros y se teleportó cerca, con una sonrisa de satisfacción.
—¡Por fin! —aulló—. Veo que aún tienes algo de magia que poder entregarme.
—Tener magia y saber controlarla no es lo mismo —contestó Celestia—. Todas mis estudiantes lo aprenden. No hemos sido adecuadamente presentadas. Mi nombre es Celestia y soy la Presidenta de los Estados Poni de América.
—¿Estados Poni de...?
—Lo sé, aún estamos trabajando en el nombre —se disculpó Celestia—... Lo que trato de decir es que no tiene por qué haber enfrentamiento entre nosotras. Seas lo que seas eres bienvenida en nuestra comunidad si aceptas nuestro modo de vida.
—Ríndete o muere —contestó AIMAQCA.
—Esperaba una respuesta de ese tipo.
AIMAQCA entonces les lanzó un ataque y Celestia se teleportó. Rainbow vio desaparecer y aparecer el cielo, al tiempo que una nube de polvo se levantaba justo donde habían estado.
—¡Presi! ¡Aún no se ha recuperado! ¡No podemos enfrentarnos a ella! —murmuró Rainbow Dash.
Celestia asintió.
—Lo sé. Pero tú misma dijiste que debíamos ganar tiempo. Es lo que pretendo hacer. Y si entretanto se te ocurre cómo enfadarla, soy toda oídos.
El foco manejado por Trixie se centró entonces en el centro del escenario, y Rarity pudo ver cómo los modelos 1488, expectantes desde sus posiciones, anhelaban el gran momento. Al fin y al cabo, acababan de anunciar la llegada del Führer. Afortunadamente a Fluttershy le había dado tiempo de cambiarse el vestido rojo y el uniforme caqui, aunque a falta de detalles, le daba bastante seriedad.
La música bajó de intensidad para hacerlo todo más íntimo.
Heil... Myself...
Heil to me...
A Rarity le pareció ver miradas confusas entre los robots del público.
I'm the kraut
who's out to change our History
Miradas robóticas que casi parecían enfadadas.
Heil myself
Raise your hand!
There's no greater,
dictator in the land!
Oh, oh.
—¡Oh, no! ¡Aún no tengo interiorizadas las sutilezas de la narratología humana! ¡Olvidé que todo este número musical es una parodia! —musitó Pinkie entre dientes mientras mantenía el paso del número
—¡Oh, cielo, podrías haber avisado antes!
Fluttershy, concentrada en su actuación como un gay Adolf Hitler no se dio cuenta, pero ciertamente su actuación no estaba causando el furor de la primera parte. Bueno. Furor, sí. Pero no en el buen sentido.
Everything I do I do for you...
If you are looking for a war
here's World War Two
Heil myself
Raise your beer!
Ev'ry hotsy-totsy Nazi stand and cheer
Los robots se levantaron y alzaron los brazos, pero no para saludar o animar, y Rarity vio cómo salían cañones de sus codos y apuntaban a Fluttershy amenazadoramente.
—Oups —dijo—... Tampoco he cantado tan mal, ¿verdad?
Rarity cargó su cuerno para apartarla de los inevitables disparos, pero un rugido amenazante apareció de la nada y antes de que un sólo rayo saliese de los robots, un vehículo gigantesco, con un cañón amenazador, apareció de detrás del escenario, destrozándolo, rugiente y atronador, e hizo fuego contra los robots, provocando el caos en aullidos metálicos en alemán.
—¡Todas a bordo! —se hizo oír Cadance desde la torreta del tanque. Llevaba un casco de combate muy funcional, pero nada conjuntado. Aunque las margaritas y los corazones pintados en él y sobre el vehículo lo hacían parecer muy adorable—. ¡Tenemos que tomar un avión!
—¡Tenemos a Trixie, a una amiga, Rarity, Pinkie Pie y Fluttershy! —informó Cadance—. ¡Sácanos de aquí cari! ¡Y siga haciendo fuego, Master Gunsmith!
Shining Armor maniobró las orugas y el tanque atravesó la masa de robots como un cuchillo caliente la mantequilla. Fijó la vista por el sistema de visión nocturna y enfiló camino a la pista de aterrizaje del Noroeste mientras Master Gunsmith cargaba y Cadance dirigía el fuego.
Recibieron varios impactos de armas de energía, pero el vehículo aguantó. Aunque con un importante aumento de temperatura en la turbina del motor.
—¡Más rápido cari! —gritó Cadance por el comunicador—. ¡Nos están alcanzando!
—¡No puedo creerlo! —musitó Spitfire.
Allí estaba. Maniobrando para tomar la cabecera de la pista. Un enorme avión humano de cuatro hélices con la parte de atrás abierta. Applejack se sintió aliviada como no podía recordar. ¡Debían darse prisa!
—¡Todo poni dentro! ¡Vamos, vamos, vamos!
Mientras el destacamento embarcaba en el avión y Spitfire iba contándolos a todos, Applejack dejó a Twilight y a Spike junto a Doctor Horse.
—¡Applejack! —pudo murmurar Spike—. ¿Dónde vas?
—Les prometí que volvería —sonrió Applejack—. No te preocupes, dragoncito. Prométeme que cuidarás de tu hermana.
Y Applejack volvió hacia la base a buscar al resto de sus amigas.
—¡Nos estamos quedando sin proyectiles! —avisó Cadance.
La huida del tanque comenzaba a hacerse desesperada, entre saltos, trompos y cascotes y robots volando por todas partes. Aunque habían eliminado a varias docenas, el resto parecía perseguirles con una agilidad inesperada. Pinkie Pie tiró el gorro del uniforme y trató de advertir a Cadance. ¡Era súper, súper, súper importante que fueran por Rainbow Dash!
—¡Rainbow Dash y Celestia tienen que estar en la zona Norte! —gritó—. ¡Tenemos que desviarnos y recogerlas!
—¿Qué?
Pinkie fue a repetírselo, pero entonces un modelo 1488 alcanzó el tanque y comenzó a trepar por la parte trasera. Cadance, sin pensárselo dos veces, le pasó el casco a Pinkie y se situó detrás del arma montada sobre un trípode en la torreta, la cebó, y abrió fuego de ametralladora sobre ese robot y los que estaban a punto de alcanzarlos. Pinkie Pie, al tiempo que no entendía dónde Cadance había aprendido a disparar, no se lo pensó más y se puso el comunicador en los labios.
—¡Shining! ¡Shining! ¡Llévanos al Norte! ¡Entre las ruinas! ¡Rainbow está allí! ¡Y puede que Celestia!
El tanque dio un bandazo y atravesó los restos ardientes y los cascotes ruinosos, sin dejar de ser perseguidos por una horda de robots asesinos quienes, entre saltos, disparos y apoyándose en lo que quedaba de edificios, aviones y hangares, les perseguían incansablemente para matarlas. ¡Daban muchísimo miedo!
Pinkie oyó algo por el casco entonces. Era el poni que iba disparando, un pegaso.
—¿Qué? ¡Repita por favor!
—¡Hay un poni de metal peleando contra Celestia!
Pinkie ni lo pensó.
—¡Dispara al poni de metal! ¡Dispara al poni de metal!
—¡Sólo nos queda un proyectil! —protestó el pegaso.
—¡DISPARA YA, MALDITA SEA!
El obús salió despedido con un estampido, aunque Celestia solo vio sus efectos cuando, en el último momento, se apartó de su trayectoria. El lugar donde había estado la robot enemigo quedó pulverizado y cuando el humo se asentó pudo ver entre la oscuridad cómo aquella cosa tenía un agujero en el pecho que mostraba, más allá de chispas y cables, lo que había detrás.
—¿Qué...? —pudo preguntar.
Entonces Celestia oyó el rugido de la máquina humana y sintió cómo su cuerpo y sobre ella el de Rainbow Dash, levitaban por el aire rodeado de un aura mágica que las subía a un vehículo, con muy pocos modales, y a toda velocidad.
—¡Síiiiii! —oyó a Cadance mientras sentía el aire hincharle los mofletes sin ningún tipo de formas ni protocolo—¡Las tenemos! ¡Ahora a la pista!
Applejack oyó los motores del avión de Bulk Biceps acelerar, al tiempo que el rugido de algo que se acercaba le hizo temer lo peor. Los faros del tanque se encendieron entonces y cuando pasó a su lado, sin darle tiempo a parpadear, se sintió subida a la torreta y apretujada junto a un montón de ponis.
—¿Pinkie? ¿Rar? ¿Fluttershy? ¡Rainbow! ¿Qué demonios...? ¡Estáis todas vivas!
—¡No por mucho tiempo si nos quedamos en tierra! ¡El avión está acelerando! —avisó Rainbow Dash—. ¡No llegaremos a tiempo!
Cadance oyó el aviso de Rainbow Dash, al tiempo que veía cómo el avión comenzaba a despegar en la noche; sintió una lágrima deslizarse por su mejilla y una enorme tristeza, porque los robots volvían a ganar terreno y ya no quedaba munición en la ametralladora de la torreta y... Y no había otra opción
—Abrazadme —dijo.
Y teleportó a todos al avión, dejando al pobre Flurry II abandonado a su suerte en tierra.
—¡Aghhhhh! —chilló Pinkie Pie—. ¿Es esto lo que se siente cuando te teletransportan? ¡Es horrible! ¡Qué mareo!
La masa de ponis, alas y polvo, apareció en la panza del C-130 entre vítores del destacamento de Spitfire.
—¡Que alguien avise a Bulk! —chilló Applejack—. ¡AIMAQCA sigue de una pieza abajo! ¡Nos intentará derribar!
AIMAQCA logró levantarse sobre sus cuatro patas.
Había sufrido un daño mayor, pero se recuperaría. Podría repararse. ¡Podría, podría, podría! ¡Ah! ¡Estaba tan…! ¡Tan…! ¡RABIOSA!
¡Los que no podrían repararse serían aquellos ponis!
Sólo habían aplazado lo inevitable.
Ahora que los tenía todos juntos, podría deshacerse de ellos de una vez.
Cargó su cuerno con magia y se dispuso a lanzar un ataque.
Pero al hacerlo, algo chispeó.
Algo aulló, en su pecho, junto al agujero en su cuerpo de metal.
—¿Qué está pasando? ¡QUÉ ESTÁ PASANDO!
Y con un estampido y un vendaval, sintió su consciencia deslizarse a la negrura.
Una esfera negra, más oscura que la noche, comenzó a crecer y a crecer en el suelo a lo lejos.
—¿Qué es esa cosa negra? —musitó Spitfire a través de los prismáticos de visión nocturna—. Parece estar absorbiendo todo.
—¡Es una singularidad! —comprendió Celestia—. ¡Como la de Las Vegas! ¡Hay que aislarla y detenerla o devorará todo lo que encuentre a su paso!
Celestia decidió que debía lanzarse por el portón del avión abierto. ¡Debía detenerlo!
—¡Cadance! ¡Necesitaré tu ayuda! ¡Tenemos que...!
—No... —oyó entonces a Twilight desde su camilla.
—¿Twilight?
—Debemos alejarnos. ¡Deprisa! Confía en mí, Celestia...
Celestia y Cadance asintieron y unos momentos después de dar la orden, cuando Bulk Biceps aceleró los motores a todo gas, por el portón abierto del avión de carga, entre el vendaval y las corrientes al ganar altitud, todos los ponis vieron un enorme resplandor que devoró a la esfera negra y acabó, de nuevo el día en la noche sobre el desierto, con un hongo nuclear en el horizonte.
Todos los ponis, tras apartar la mirada por el resplandor, observaron la horrenda visión que dejaban detrás con un alivio que venció finalmente al miedo.
—Se acabó —dijo Twilight con Applejack a su lado—. Ha pasado como dijo que pasaría...
Tardaron una hora más, casi sin combustible, en llegar al aeropuerto de Las Vegas.
Allí aterrizaron y pudieron por fin descansar.
FIN
NdA:
(*1) La canción la compuso Mel Brooks. Se llama «Springtime in Germany» y forma parte del musical «Los Productores»
(*2) Si no me equivoco, Gruppenführer de la Schutzstaffel. Un mando intermedio de la SS.
NdA: Y... Se acabó. Sólo falta el epílogo, que será más corto. Porque es imposible hacer esto más largo! :)
Muchas preguntas sin respuesta que espero poder resolver.
Muchas gracias por la paciencia.
Edit: De nuevo, muchas gracias a la comandante Maya Fey por las correcciones y los detalles. Este capítulo ha sufrido menos cambios que el anterior, pero ahí están apañándolo un poco. ¡Y no me queda tiempo que dedicarle!, así que gracias de nuevo.
Nos vemos en el epílogo en unos días.
