Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J.K Rowling. Esta fantástica historia tampoco es de mi autoría, es una traducción AUTORIZADA del fic escrito por SenLinYu.

Beteado por la amorosa y querida Irene Garza.


Manacled

por SenLinYu

Capitulo 34

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Junio de 2002

A la noche siguiente, Hermione salió de Grimmauld Place después de la cena, alegando la necesidad de comprar más leche en el mercado calle arriba.

Cuando llegó a la cabaña, se quedó de pie incómoda, preguntándose si Draco aparecería. Sospechaba que él no esperaba que ella lo lograra.

Él llegó de repente con un fuerte crujido, haciendo una mueca de dolor.

Ella miró. En el pasado, siempre había estado completamente vestido: camisa, túnica y una capa por si acaso. Si bien lo había desnudado hasta la cintura dos veces, ambas ocasiones habían sido principalmente profesionales y él se volvió a vestir inmediatamente después.

Ahora sólo vestía pantalones y una camisa abotonada. Todo de negro. La ausencia de capas enfatizaba lo alto y ágil que era. Parecía una pantera: negro, sereno y depredador.

Para fines prácticos era lógico y eficiente. Menos capas por quitar, menos peso presionando contra su espalda lesionada. Sin embargo, se sentía extrañamente íntimo.

Él convocó una silla sin varita, la giró y se sentó a horcajadas mientras comenzaba a desabrocharse la camisa.

Siseó y jadeó en voz baja mientras giraba los hombros para tirar la camisa hacia abajo.

—¿Te duele menos? —preguntó ella, vacilando levemente mientras posaba una mano sobre su brazo. Su piel todavía estaba extrañamente fría. Al tocarlo, envió un escalofrío de miedo por su columna vertebral mientras él se estremecía ligeramente y sus músculos ondulaban bajo sus dedos.

—Un poco —respondió él después de un segundo.

Con un movimiento de su varita, Hermione sacó con cuidado el murtlap y la esencia de díctamo, y luego administró un encantamiento limpiador muy suave sobre todos los cortes.

Draco se sacudió y dejó caer la cabeza sobre el respaldo de la silla.

—¡Mierda, Granger! —gruñó, con los nudillos blancos donde estaba agarrado a la silla.

—Ya está —dijo ella después de otro momento—. Lo siento. Tenía que hacerlo. La gente mágica podrá ser inmune a la mayoría de las infecciones, pero no se sabe en qué otras cosas se pudo haber usado ese cuchillo. O exactamente qué propiedades tiene el veneno de Nagini. Podría neutralizar tu inmunidad natural.

—Una pequeña advertencia la próxima vez, por favor —dijo él, su voz temblaba levemente.

—Lo siento. La mayoría de las personas prefieren no saberlo. Prepararse para ello puede empeorar las cosas.

—Preferiría saber.

Ella miró las runas. Una fría sensación de desasosiego se apoderó de ella. Los zarcillos de magia oscura ya estaban comenzando a salir de las runas de nuevo. Había llegado demasiado tarde. Las runas continuarían envenenándolo.

Puso una mano vacilante sobre el brazo de Draco.

—Esto... va a doler de nuevo. ¿Quieres... quieres que te aturda?

Él la miró y estudió su rostro. Algo en sus ojos brilló por un momento, y su expresión se endureció.

—¿Cuál es el punto?

Hermione se estremeció y bajó los ojos.

—Déjame intentarlo —dijo en voz baja.

Draco la miró fijamente por otro minuto antes de resoplar levemente y menear la cabeza con incredulidad mientras apartaba la mirada.

—Bueno. Un intento más —dijo con voz resignada antes de apoyar la cabeza en el respaldo de la silla.

Hermione lo aturdió de nuevo.

Sólo le tomó unos minutos eliminar todos los rastros de magia oscura. Luego, lanzó varios hechizos de diagnóstico, tratando de romper las capas del ritual y encontrar algo que pudiera deconstruir y anular.

El ritual estaba establecido.

Llegó demasiado tarde.

Pasó los dedos por su espalda mientras se preguntaba qué hacer.

Él tenía que saberlo. Estaba casi segura de que él sabía que las runas eventualmente lo matarían.

Una sentencia de muerte gradual por su ayuda a la Orden. Lo que fuera que buscaba al ayudarlos, no podía ser una ambición a largo plazo. Con el precio que había pagado, dudaba que estuviera planeando usurpar a Voldemort. Si lo hiciera, sería un reinado corto.

La Orden lo necesitaba. La primera Guerra Mágica había durado once años. Cuando le contó a Moody lo que le habían hecho a Draco y le dijo que se había ofrecido a curarlo, él le dijo que hiciera lo que pudiera.

Si Hermione no podía encontrar una manera de detener la corrosión, serían extremadamente afortunados de que Draco durara tanto tiempo. Si lo hiciera, apenas sería confiable en ese momento.

Hermione extendió la mano y pasó un dedo por la cadenita alrededor de su cuello durante varios minutos antes de sacar el amuleto de debajo de su camisa.

Ella miró el disco solar. Luego, desabrochó la cadenita y deslizó el amuleto. Presionó la punta de su varita contra el objeto e invirtió la serie de protecciones y encantamientos que llevaba antes de colocarlo en el suelo. Pisoteó con fuerza el amuleto y sintió que se rompía bajo su talón. Cuando quitó el pie, una pequeña piedra blanca yacía entre el vidrio rojo aplastado y el metal retorcido.

No la tocó. Con un movimiento de su varita, hizo levitar la piedra para que flotara en el aire. Podía sentir la magia que emanaba de la misma. Hizo que el aire zumbara. Se acercó y tiró a Draco de regreso a sus brazos, tratando de no presionar las runas.

Luego, hizo flotar la piedra y la bajó al lado izquierdo de su pecho, contra su piel desnuda.

La piedra comenzó a brillar cada vez con más fuerza, hasta que ella tuvo que entrecerrar los ojos. Después, vio como la luz se hundía lentamente en la piel de Draco y se desvanecía.

Hermione se quedó mirando, preguntándose si pasaría algo más, si percibiría algún efecto inmediato. No había mucha información sobre cómo funcionaba el proceso.

Ella realizó un diagnóstico y lo inspeccionó, Draco estaba privado de sueño y vivía con una alta dosis de analgésicos de la mejor calidad, tenía daño muscular por el cruciatus y las runas seguían siendo un amasijo ininteligible y destrozado de heridas, veneno y maldición ritual. El hechizo de diagnóstico no indicaba nada más. Lo cual era normal, pensó ella, así era como se suponía que debía funcionar.

Después de un minuto, cuando no ocurrió nada más, inclinó de nuevo cuidadosamente a Draco hacia adelante en la silla.

Volvió a aplicar el ungüento que había hecho, presionándolo tan ligeramente como pudo antes de reemplazar el encantamiento de contención y todos los hechizos protectores.

Luego deslizó los restos del amuleto en su bolsillo y despertó a Draco con un hechizo rennervate y reanimó a Draco.

Él levantó bruscamente la cabeza y se puso de pie. Hermione le subió la camisa suavemente por los hombros. Él la miró fijamente mientras ella abrochaba su camisa y luego enderezaba la tela antes de mirarlo. Él tenía una expresión cansina en su rostro mientras la observaba.

Ella se acercó y le tocó la mejilla impulsivamente. Sintió su mandíbula temblar levemente bajo su mano mientras estudiaba su expresión. Ella pensó que su piel se sentía un poco menos fría.

Los ojos de él brillaron y la comisura de su boca se contrajo, pero no se apartó de su mano.

—Tengo que irme —dijo ella —. Te veré mañana por la noche.

Draco no dijo nada mientras ella dejaba la cabaña y se aparecía.

La noche siguiente, no había veneno ni magia oscura brotando de las runas. Hermione no dijo nada mientras quitaba el ungüento silenciosamente, limpiaba las incisiones, reemplazaba el ungüento y luego volvía a lanzar todos los hechizos con cuidado.

Draco estaba más silencioso cada noche. Se tensaba y jadeaba levemente de dolor mientras Hermione limpiaba las heridas, pero rara vez decía algo a menos que Hermione le hiciera una pregunta.

—¿Va a ser sospechoso… que alguien te esté curando? —preguntó ella abruptamente después de varios días.

Draco se paralizó por un momento y luego se rió levemente.

—¿Se te acaba de ocurrir eso ahora?

Hermione se sonrojó.

—No suele ser una preocupación.

Él negó con la cabeza.

—No hay órdenes que me impidan tratarlas. Si de alguna manera lo logras, difícilmente será la primera vez que logre algo contra todo pronóstico —Su labio se curvó levemente—. Así que continúa pinchándolas con tu varita.

Hermione continuó sin decir una palabra más.

Descubrió, para su leve ofensa, que casi nadie prestaba atención a sus idas y venidas. Ni siquiera necesitaba ofrecer excusas para irse de Grimmauld Place todas las noches.

Harry, Ron y Ginny habían ido a investigar una pista sobre los horrocruxes. Hermione se había dado cuenta de que varios artefactos de los fundadores de Hogwarts habían desaparecido durante la vida de Voldemort y por eso la Orden había asignado a Harry para que tratara de encontrarlos. Hermione sospechaba que Kingsley y Moody tenían muy pocas esperanzas de que Harry encontrara algo, pensó que probablemente era sólo una forma de evitar que Harry insistiera en luchar en cada refriega.

Con la información proporcionada por Draco, Moody y Kingsley habían comenzado a aprobar ataques más arriesgados y ambiciosos. Las decisiones se debieron en parte a las oportunidades que Draco le había brindado a la Orden, pero, principalmente, porque la situación era lo bastante grave como para que la Orden tuviera que comenzar a correr riesgos por sus pocas probabilidades o admitiera que no podían ganar la guerra.

A pesar del éxito de la Orden con el ataque, también los había retrasado bastante.

Tenían cientos de nuevos luchadores para alimentar y albergar, y al mismo tiempo, sus recursos en Europa se estaban agotando constantemente a medida que Voldemort se hacía más fuerte. La Resistencia francesa casi había desaparecido. Habían recibido la noticia de que Hagrid y Olympe Maxime fueron capturados y ejecutados poco después del ataque a la prisión. Toda Europa del este estaba bajo el sólido control de los mortífagos, mientras que los países del norte de Europa estaban tan ocupados manteniendo a raya a las fuerzas invasoras de Voldemort que tenían poco apoyo para ofrecer.

La Orden se estaba quedando sin dinero y sin recursos, ya que pretendían alimentar a un ejército con bóvedas personales y donaciones secretas. Era difícil para los luchadores de la Resistencia tener trabajos en el mundo muggle.

Hermione casi había agotado su propia cuenta bancaria pagando por su cuenta los suministros de pociones cuando la Orden se vio obligada a recortar repetidamente su presupuesto incluso cuando la necesidad de pociones curativas aumentaba drásticamente.

Todavía no se estaban muriendo de hambre, pero Hermione estaba comenzando a sospechar del modo en que Kingsley estaba logrando tal cosa.

A veces dudaba que derrotar a Voldemort fuera suficiente. Si él moría, con el control que los mortífagos tenían actualmente, había una buena posibilidad de que alguien interviniera para reemplazarlo.

Cuando tenía ese pensamiento, su mente siempre se dirigía inmediatamente a Malfoy.

Ella todavía tenía que ver una demostración de sus verdaderas habilidades, pero, en base a todo lo que la Orden sabía de él, era considerado uno de los candidatos más probables para asumir el control en caso de la desaparición de Voldemort.

Moody y Kingsley estaban casi seguros de que ese era el verdadero motivo de Draco para espiar por la Orden.

Según Severus, la Marca Tenebrosa tenía varios elementos: Le permitía a Voldemort convocar a sus seguidores, donde quiera que estuvieran. También le permitía localizar a sus seguidores, ellos no podían huir y, finalmente, la Marca Tenebrosa impedía que los portadores atacaran a su amo. Incluso si Malfoy pensaba que tenía la capacidad de matar a Voldemort, no podría usar magia contra él, no letalmente. Necesitaría que alguien más lanzara el golpe mortal.

A veces, Hermione pensaba que convertirse en el próximo Señor Tenebroso era de hecho el motivo de Draco, pero… después de las runas, cuestionó esa conclusión. Había más enojo y resentimiento que ambición en él. La letalidad y la fría rabia se sentían más como desesperación que como orgullo.

Cuando le dijo a Moody que Draco no le había exigido un juramento inquebrantable, el brillo en los ojos de Moody la hizo sospechar que él tenía la intención de utilizarla para matar a Draco en algún momento.

Trató de no pensar en eso.

No podía pensar en matarlo.

No podía quedarse detrás de él noche tras noche, tratando de curar las runas talladas en él y pensar en asesinarlo cuando dejara de ser útil. Tal frialdad excedía incluso su capacidad de estrategia.

Sus dedos temblaron levemente cuando volvió a colocar los hechizos protectores sobre los cortes. Había intentado usar vendas pero el veneno reaccionaba.

—Bueno. Ya terminamos —dijo en voz baja mientras le subía suavemente la camisa por los hombros.

Cuando ella se fue, no regresó de inmediato a Grimmauld Place. En vez de eso, caminó por un sendero y entró en Whitecroft.

La herida de Draco estaba devorando su desapego. Estaba provocando que se saliera de la misión.

Mortifago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.

Se repitió la lista una y otra vez, pero su convicción y resolución sonaban vacías.

Encontró un arroyo y vio el agua en movimiento brillar a la luz de la luna mientras trataba de obligarse a desapegarse. Metió las manos en los bolsillos y luego siseó, sacando la mano derecha. Encontró que su dedo índice sangraba un poco. Un trozo de su amuleto le había cortado la piel.

Ella se había olvidado de eso.

Sacó el resto de los fragmentos de su bolsillo y los arrojó al arroyo, antes de curar el rasguño.

Se recordó a sí misma que él había asesinado a Dumbledore. Probablemente sólo estaba tratando de convertirse en el próximo Señor Tenebroso.

Mortífago. Asesino. Espía. Objetivo. Herramienta.

Pero luego pensó en su acusación: que ella sabía lo que le sucedería. Que sólo estaba fingiendo que le importaba que él estuviera herido. Que probablemente esperaba que muriera una vez que ya no fuera útil. La amargura y resignación en su tono la perseguía.

Quizás él esperaba que ella lo traicionara algún día.

El pensamiento hizo que algo dentro de Hermione se destrozara un poco, como si estuviera despedazando sus órganos internos.

¿Por qué no la había hecho hacer un juramento inquebrantable?

¿Qué quería él? El misterio que lo rodeaba arrastraba su mente hacia él. Obsesionada con cada detalle. Tratando de comprender qué provocaba todas las inconsistencias de su comportamiento.

El tira y afloja que él ejercía sobre su relación se sentía como una marea. Su arrogancia y soledad. Él la despreciaba, a pesar de cualquier "fascinación" que le había impulsado a exigirla. A menudo parecía desear no tener nada que ver con ella.

Pero él estaba tan aislado. No se atrevió a apartarla por completo cuando ella le dio la oportunidad de ceder.

Era como Severus había dicho. Ella había sido un error de cálculo de su parte. Aunque él parecía sospechar de su manipulación, su atracción era inevitable y aparentemente irresistible.

Draco no fue el único que cayó en una trampa obvia.

Ella sabía que él la estaba usando. Usando a la Orden. Sabía que era manipulador, cruel, peligroso y responsable de la muerte de innumerables personas. Pero, mientras intentaba desentrañarlo, él se volvía cada vez más trágica y terriblemente humano.

Se tapó los ojos con las manos y respiró hondo mientras trataba de disipar su simpatía.

Sintió que, si pudiera saber cuál era realmente su motivo, sería capaz de cortar con esa simpatía, arrancarla de dondequiera que hubiera comenzado a crecer en ella.

No se sentía culpable por manipularlo, pero no estaba segura de tener la determinación de poder, eventualmente, matarlo.

A veces se preguntaba amargamente si Moody y Kingsley consideraban que ella tenía algún límite. Convertirla en puta, luego en asesina. ¿Asumieron que ella querría hacerlo?

A veces se sentía como si la llevaran al infierno y observaran cómo pasaba por las puertas. Se preguntó cuán complacidos estarían de tener una herramienta que sufriría de cualquier manera que ellos necesitaran.

Moody era su controlador. La manipulaba. Cualquier rastro de vacilación que hubiera tenido cuando le pidió por primera vez que se entregara a Malfoy, había ido más allá. Ella era útil. Un peón excelente para la Orden. La llave para la pieza que realmente querían:

Malfoy.

Comparado con el valor de Draco, Hermione era una pérdida aceptable.

Si Harry y Voldemort eran los reyes a cada lado del tablero, entonces Malfoy era la reina de Voldemort. El hecho de ganárselo valía el sacrificio de casi todas las demás piezas del tablero. Él no tenía restricciones y era mortal. Crucial.

Tenía sentido. Estratégicamente, ella vio la lógica. Entendió la necesidad.

Pero, a nivel personal, le dolía tan profundamente que apenas podía respirar.

Ella se odiaba a sí misma.

Odiaba a Moody.

Odiaba a Kingsley.

Ellos tomarían, tomarían y ella se quedaría sin nada más que sólo cenizas cuando la guerra terminara.

Pero en realidad no estaban tomando nada. Ella se los ofrecía. No era como si le estuvieran pidiendo algo que ella no estuviera dispuesta a hacer.

Por Harry y Ron, se recordó a sí misma. Valdrá la pena.

Pero algo dentro de ella sentía como si la guerra la estuviera corrompiendo. Se estaba tergiversando. Transformándose en una criatura que se sentía como todo lo que odiaba.

La oscuridad te llega al alma, eso era lo que Harry siempre decía.

No importa cuán irredimible pensó que era Draco por matar a Dumbledore. Si ella entregaba a Draco en algún momento en el futuro, imaginaba que pertenecería a un nivel de infierno mucho más bajo que él.

Pero aún así lo haría.

Minerva tenía razón. Hermione estaba completamente dispuesta a condenarse a sí misma si eso significaba ganar la guerra.

Se deslizó por la ribera del arroyo, recogió varias piedras y comenzó a apilarlas.

Su madre había viajado mucho antes de casarse y le había contado a Hermione que, en Corea, las personas apilaban piedras, cada una representando deseos y plegarias.

Las madres construían grandes torres de plegarias para sus hijos.

Hermione había construido pilas en su patio trasero cuando era niña, rezando por tener amigos. Sentidas oraciones que habían permanecido sin respuesta durante años hasta que llegó a Hogwarts.

Hermione colocó grandes piedras angulares para Harry y Ron.

—Déjalos vivir —oró ella—. Déjalos sobrevivir a esta guerra. Por favor, no dejes que los pierda.

Luego colocó una piedra para Ginny, Fred, George, Charlie, Bill, Molly y Arthur.

Percy había muerto durante la toma de posesión del Ministerio.

—Déjalos vivir —murmuró.

Agregó piedras para Remus y Tonks, Neville, Poppy y Severus y Minerva y los huérfanos de Caithness. Tenía miedo de ser demasiado egoísta si incluía a todos en la Orden y la Resistencia. La pila era algo inestable.

Cogió una última piedra y dudó.

Si la pila caía, los deseos no se harían realidad.

Se quedó mirando la última piedra en sus manos, acariciándola suavemente con los dedos. Hacía frío, pero la sensación cortante de la misma se desvaneció lentamente mientras seguía dudando, dándole vueltas a la piedra entre sus manos una y otra vez. Sosteniéndola, luego retirándola y sosteniéndola por más tiempo.

Quizás no debería colocarla.

Quizás era egoísta.

Casi la devuelve al arroyo.

Luego se mordió el labio y la colocó.

—Si hay alguna manera, no me hagas responsable de la muerte de Draco —rezó.

La pila se tambaleó, pero no cayó. Ella dejó escapar un fuerte suspiro de alivio y casi lloró.

Se lavó las manos en el arroyo y luego miró fijamente la torre que había construido.

Era un ritual tonto y supersticioso. No significaba nada.

Pero ella lo había dado casi todo por la guerra y todavía no parecía ser suficiente.

La superstición se sentía como todo lo que le quedaba.

Lanzó un hechizo alrededor de las piedras para repeler a los muggles y se apareció.

Siguió curando a Draco noche tras noche. El veneno combinado con la magia rúnica hizo de la herida una de las más crueles que jamás había encontrado. No importaba lo que hiciera, se mantenía fresca. Él debería haber estado en un hospital o reposando en cama, sin aparecerse ni estar espiando o lo que fuera que Voldemort le ordenara hacer.

Revisó viejos libros de texto de sanación y se quedó despierta hasta altas horas de la noche preparando pociones que esperaba que ayudaran a curar o al menos mitigar el dolor, pero nada de lo que había intentado funcionó. El veneno de Nagini era, esencialmente, un agente neutralizante contra cualquier tipo de curación, mágica o no mágica.

Tendría que haber desaparecido eventualmente. Cuando Arthur fue mordido por Nagini en el Ministerio, el veneno se había desvanecido después de unos días de poción reabastecedora de sangre. Pero la magia rúnica interactuaba con el veneno y lo mantenía aislado en las incisiones. Hermione no podía simplemente eliminarlo del sistema de Draco.

Humedecer los cortes con esencia de díctamo y murtlap y mantener a raya la infección era todo lo que Hermione podía hacer hasta que el veneno desapareciera por sí solo.

Draco finalmente fue el primero en hablar después de varias semanas.

—Ten cuidado cuando vayas a recolectar ingredientes —dijo abruptamente mientras ella le subía la camisa por los hombros.

Ella hizo una pausa.

—He sido cuidadosa. Envío hechizos de detección cada vez que me aparezco en algún lugar, para asegurarme de que no haya barreras anti-apariciones cerca, y toda mi ropa está protegida.

—El Señor Tenebroso quiere que la Orden sea aplastada dentro de un año. Cada vez tiene más confianza en su dominio sobre el resto de Europa. Está concentrando sus tropas y trae nuevos recursos.

Hermione sintió que se le helaba la sangre.

—Y hablando de eso —agregó—, me acaban de dar una mantícora (*). No tengo la menor idea de lo que se supone que haga con ella.

La forma casual en que lo dijo hizo que pareciera que le habían dado un perro no deseado y no una de las criaturas oscuras más mortales y semi inteligentes del mundo mágico.

—¿Te dieron una mantícora? —repitió ella. Tuvo que forzar las palabras, su pecho se sentía como si se estuviera comprimiendo.

—Me dijeron que es casi adulta. McNair me informó que la habían dejado en mi mansión —respondió él con una expresión irritada mientras se cerraba la camisa.

—¿Tienes permitido matarla? —preguntó Hermione, viendo su piel pálida desaparecer bajo la tela negra.

—Bueno… dudo que sea eso lo que se pretende, pero no venía con instructivo.

—La sangre de mantícora es inmune a la mayoría de la magia. Probablemente podrías fabricar algunas armas muy útiles con ella.

Él se volvió para mirarla.

—¿Cómo cuales?

Hermione vaciló y luego se inclinó para terminar de abrocharle la camisa y enderezar el cuello. Estaban tan cerca que sus cuerpos casi se tocaban. Podía oler el cedro en su ropa, y apoyó con cautela una mano en su pecho sintiendo el latido de su corazón bajo sus dedos. Ella se mordió el labio por un momento antes de mirarlo. La boca de él se curvó en una expresión un poco divertida mientras la miraba, sus ojos se oscurecieron cuando ella lo miró fijamente.

—He leído que los cuchillos forjados por duendes o las puntas de flecha infundidas con veneno de mantícora pueden cortar los encantamientos protectores —dijo lentamente—. La ropa empapada en su sangre sería inmune a casi toda la magia. Como la ropa protegida con hechizos, pero la magia nunca desaparecería.

Los ojos de Draco se entrecerraron —¿Entonces qué? —preguntó, mirándola con atención—. ¿Crees que debería matar el regalo que el Señor Tenebroso me dio y luego usarlo para hacer objetos encantados para la Orden?

—No —respondió ella, apartando la mano y mirando hacia abajo—. Incluso aunque lo hicieras, no podría dar ninguna explicación de cómo las obtuve y, de todos modos, la mayoría de los miembros no las usarían. Después de todo, las mantícoras son criaturas oscuras. —Su tono fue amargo ante las últimas palabras. Respiró hondo—. La mayoría de los combatientes de la Resistencia morirían si se toparan con una mantícora en un campo de batalla. Probablemente sólo hay un centenar que sabrían y serían capaces de matar a una. Así que, si pudieras inventar una excusa para deshacerte de ella antes de que tu amo decida desatarla, sería preferible.

Ella se acercó aún más y le tocó el dorso de la mano un poco nerviosa.

Suplicaría, haría cualquier cosa para convencerlo.

Él apartó bruscamente la mano de su toque y, por un momento, ella se preparó para su enojo, pero luego la agarró por la barbilla e inclinó su cabeza hacia atrás hasta que sus ojos se encontraron con los suyos. Estudió su expresión por un momento mientras ella le devolvía la mirada.

Se inclinó hacia adelante hasta que ella pensó que iba a besarla.

—Siempre eres tan pragmática. —Sintió las palabras rozar sus labios.

Luego le soltó la barbilla abruptamente y se alejó. Sus ojos brillaban al notar su confusión.

—No te mueras, Granger. Podría extrañarte —dijo Draco, sonriendo, antes de desvanecerse con un crujido.

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(*) La Mantícora es una bestia griega sumamente peligrosa. Posee la cabeza de un hombre, cuerpo de león y cola de escorpión. Tan peligrosa y rara de encontrar como una Quimera, la mantícora es conocida por canturrear suavemente mientras devora a su presa. Su piel repele casi todos los encantamientos conocidos y la picadura de su aguijón causa muerte instantánea. Es clasificada como XXXXX. Si no fuera por su agresividad e instinto de matar, es probable que fueran consideras seres en lugar de bestias.

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NdT: Hola mis queridas lectoras, muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews, siempre son más que apreciadas.

Y bueno, que decir de este capítulo. Los sentimientos de Hermione están tan bien descriptos que uno puede sentir ese conflicto interno por el que está atravesando constantemente. Hermione te queremos.

¿Cómo vivieron ustedes el capítulo?

Sin mucho más que agregar, les deseo lo mejor. Abrazo grande y nos estamos leyendo.

*16 de febrero 2021*