Capítulo 35

La sacerdotisa se resistía, el youkai era increíblemente fuerte incluso más de lo que ella misma creía. Kikyo estaba siendo un dolor de cabeza para el peliplateado que insistió hasta lo último de su paciencia para acabar transformándose en el youkai perro gigante.

Yako era tan o hasta más poderoso que el mismo Sesshomaru a diferencia que no se caracterizaba por ser estoico. El reflejo en los ojos castaños de su gigantesco tamaño combinado con el terror de la mujer era lo único que necesitaba para anhelar romper el campo de energía y pisotearla

-Atrévete… vamos… - retaba Kikyo sosteniendo el campo de energía espiritual con una mano y con otra seguía emanando el mismo poder espiritual que mantenía dormida a Kagome.

Yako gruñía con rabia, y en sus garras se podía notar a simple vista la fuerza sobrenatural que este poseía, Inuyasha estaba perplejo ante la actitud de Kikyo y la de Sesshomaru, Shippo, Miroku, Jaken y Rin miraban expectantes mientras que Sango sostenía a una Kagome dormida en su regazo.

-No me importa morir…solo llevármela a ella…me llenara de satisfacción – dijo con dificultad, el perro era malditamente pesado y sus fuerzas empezaban a flaquear así que antes de romper su campo de energía por agotamiento envió una potente descarga al pozo que acabo fisurando el portal que conectaba ambas épocas sonriendo con malicia.

-Sesshomaru… ¡detente! – exclamo el hanyou aterrado, si el poso se quebraba, Kagome podría quedar atrapada en su época o peor aún, que la miko acabara desapareciendo de ese mundo, debía detener a Sesshomaru a como diera lugar.

Enrojeciendo su espada hizo un gran esfuerzo por hacer de ese único ataque algo poderoso, capaz de romper el campo de energía y rogaba tener el tiempo suficiente para que la gran pata del perro demonio no terminara haciendo trizas el poso devorador de huesos junto a la miko

"Kikyo desconozco este comportamiento, esta…no es la miko de la que me enamore" pensó agitando la espada con un poderoso viento cortante, alterando al perro demonio que debido a ciertos acontecimientos del pasado dio un salto en retroceso aterrizando encima de Sango y Kagome.

-Kikyo – dijo Inuyasha con amargura en la voz – suelta el poso de una buena vez por todas, el youkai estaba atento ante las palabras de su medio hermano

-Inuyasha – respondía con rabia - ¡¿Por qué la proteges! Estoy en peligro… y ni si quiera ¡eres capaz de protegerm…!

-¡Suelta el poso de una maldita vez! – grito enojado silenciando a la mujer al acercar con increíble velocidad la afilada punta de la tessaiga al rostro femenino, sorprendiéndola por completo pero logrando que alejara las manos del malogrado portal – te desconozco…

-Esto lo hago…Inuyasha …ella…-mordió sus labios con evidente molestia – ella no pertenece a este mundo, si no estuviera aquí…

-Kagome chan! – bramo Sango al observar como las piernas y manos de su compañera empezaban a hacerse transparentes – despierta Kagome… - zarandeaba la mujer en un intento desesperado porque su amiga reaccionara

Sesshomaru regreso a su forma youkai, quedando justo al lado de Sango y Kagome, su compañera estaba desapareciendo frente a él y no estaba sintiendo la conexión con ella como antes, realmente estaba marchándose "es toda la resistencia que tienes miko" pensó con molestia mirando ahora a la otra miko causante de todo.

El dorado fundido quemaba más que un hierro al rojo vivo, era la mirada asesina que el jamás pudiera dedicarle a alguien, no había espacio para un parpadeo mientras se acercaba a pasos seguros hacia Kikyo

-Estoy cansado… - un suspiro basto para tomar a la miko del cuello con una velocidad sobrehumana, sin ninguna piedad esperando unos segundos, sabía que Inuyasha podía poner cierta resistencia, lo miro de reojo.

-No negare que te amaba…pero… Kagome tiene un significativo valor para mí y eso jamás aprendiste a aceptarlo… – guardo su colmillo enrojecido y le dio la espalda para evitar ver la lagrima que corría por la mejilla de la sacerdotisa – adiós Kikyo

El crujir del cuello de la mujer y el tintineo de la perla rebotando en la tierra marcaba el fin de una sacerdotisa casi legendaria, reconocida en el pasado por la bondad que tenía hacia las personas, por su poder espiritual, por ser la única capaz de purificar la perla se shikon.

El lord del oeste mantuvo el cuerpo inerte hasta que este comenzó a desvanecerse poco a poco, luego detallo la perla y estuvo tentado a tomarla, sin embargo, considerando que su energía demoniaca acabaría corrompiéndola sonrió nostálgicamente, casi pudo escuchar a Kagome reprochándole ese gesto, ahora que ella estaba conectada con el quizá pudiese sentir el daño que la perla podía llegar a causarle.

"Eres mi mujer, mi sangre esta en tu cuerpo, eres una sacerdotisa y lo que más detesto es que eres incapaz de ponerte de pie" pensó con rabia mirando a su mujer casi desaparecer dormida en el regazo de Sango; Rin se acercó a Kagome con un rostro completamente triste, apagado y asustado.

-Señorita Kagome… - susurro tomando la mano de la mujer sorprendiendo al lord

-Amo bonito… ¿se encuentra bien? – pregunto Jaken acercándose a su señor que se mantuvo con la mirada fija en la mujer y aun sin recibir respuesta el demonio verde estaba consciente de la tristeza que estaba invadiendo a su amo – Amo Sesshomaru… - pronuncio nuevamente con pesar

-Kagome … - murmuro Shippo junto a la mujer

-Tu espada puede… ayudarla verdad… ¿Sesshomaru? – pregunto Inuyasha con desolación e impotencia, no quería perder a Kagome, la amaba profundamente, pero a pesar de todo aprendería a quererla y respetarla como la compañera de su hermano, de eso no le cabía la menor duda. – No quiero que ella se vaya y sé, que tampoco deseas que se aparte de tu lado…

Cuando las marcas violetas que decoraban las sonrosadas mejillas de Kagome empezaban a desaparecer el youkai sintió por primera vez la sensación de morir en vida acercándose a la mujer, arrebatándola cuidadosamente de los brazos de Sango que comprendió el dolor del youkai y se alejó un poco llevándose a Rin consigo.

-Kagome… - pronuncio con amargura abrazando el cuerpo femenino, brindándole el calor que parecía evaporarse como el agua – Te prohíbo marcharte de mi lado… - susurro apenas audible para la mujer escondiendo su rostro en la curvatura del cuello femenino aspirando ese aroma dulce, característico y ligeramente diferente, esencia que solo tenía su mujer - Un inu no puede estar completo si su compañera… – confeso suavemente, sabía que estaba viva debido a la débil palpitación de su corazón, pero estaba tan pálida que estaba completamente ciego de temor

Alejo un poco el cuerpo de ella para admirar su rostro, las marcas de youkai ya no estaban y por un simple impulso sentimental beso sus labios con fervor en una súplica emocional para transmitir toda la necesidad y el deseo que tenia de mantenerla a su lado, las personas allí presentes estaban atónitas ante esa escena de afecto del lord pero ella era lo único que importaba en ese momento y rebajarse a mostrarse afectuoso con su mujer era lo de menos.

-No he aprendido a estar sin mi compañera, no te vayas, no cuando aprendo a amarte de forma desenfrenada – volvió a confesar sintiendo una sincronía entre su Tenseiga y el cuerpo de la mujer impactándose ante ese hecho, "será que…" deposito el cuerpo con cuidado en la tierra y desenvaino su colmillo sagrado notando algo extraño que no percibió visto antes, no había esbirros del infierno, pero muchas cadenas se aferraban al cuerpo de la mujer, "¿qué significa esto Tenseiga? dime que debo hacer…" ante esta pregunta que se hizo a si mismo Tenseiga palpito nuevamente en respuesta temblando de forma descontrolada.

El peliplateado estaba desorientado, su espada podía cortar espectros y espíritus infernales pero un objeto como las cadenas del inframundo era algo completamente nuevo para el "Tenseiga …por esta vez…necesito traerla de regreso" finalizado este pensamiento agito con fuerza la espada sobre la mujer 3 veces, suficiente para cortar las cadenas que ataban el cuerpo femenino.

El silencio era ensordecedor, era angustiante y desesperante. La vida de alguien importante para todos en ese lugar estaba en juego; toda la confianza y esperanza había sido depositada en la capacidad de resurrección de la espada de Sesshomaru que miraba estoico a Kagome mientras guardaba a Tenseiga con su característica elegancia.

Cuando Kagome abrió los ojos con lentitud dejando ver el intenso café de su mirada el tiempo se detuvo, la emoción, la desolación, alegría y tristeza que sintió en el momento no le permitieron moverse, lo habían congelado siendo Shippo y Rin los primeros en abalanzarse a una pelinegra recién despierta

-¡Kagome! – dijeron al unísono Rin y Shippo llorando de alegría, poco después Sango se sumó al grupo dándole un abrazo cálido a su amiga, ayudándola a incorporarse hasta quedar sentada.

- ¡Qué bueno tenerte de regreso! – confeso la taiyiya con toda la amabilidad y alegría del mundo

-Mi cabeza…da vueltas – sonrió avergonzada, la habían recibido con tanto entusiasmo y reconocía que no eran las palabras que precisamente merecían en respuesta, recordando vagamente lo sucedido con Inuyasha, Kikyo, Sesshomaru y ella.

Inuyasha soltó un suspiro de alivio dejándose caer recibiendo una palmada de Miroku en la espalda, el definitivamente se había convertido en su mejor amigo. El hanyou estaba feliz de no perder a Kagome, pero dentro de su felicidad un pequeño lado estaba triste ante el cambio de actitud de Kikyo y la pérdida en vano de su vida.

-Así son las cosas en la vida amigo mío – respondió Miroku cruzándose de brazos mostrándole un rostro reconfortante al hanyou – Toma un poco de tiempo, seguramente quieres llevar un duelo por la señorita Kikyo, pero te conozco y sé que deseas con toda tu fuerza acercarte a la señorita Kagome y aclarar algunas cosas.

-Keh!... a veces creo que tú me conoces más que yo mismo… – sonrió aliviado mirando a una recién despierta Kagome, ella estaba a salvo y eso bastaba para llenarlo en ese instante - … pero si, hay mucho que deseo hablar con ella y más aún que su esencia ha cambiado, ella… creo que espera un cachorro… – confeso provocando que Miroku casi desfalleciera ante esa confesión - …y quizá el enojo desmedido que Sesshomaru sintió cuando la perdía es porque apenas se había dado cuenta de eso.