35. Fascinación


Un viernes que los niños no tenían colegio, Sasuke no fue a trabajar. Al despertarse y ver que todos los pequeños estaban en la cama con ellos, sonrió divertido. Sin duda, nunca había esperado tener tan poca intimidad con su pareja, pero era consciente de que, estando con Hinata, nada sería como lo había imaginado.

Sintió unas manitas cogiendo su cabeza, Sasuke bajo la mirada y se encontró con los ojos de Hiashi. El niño al verse con su completa atención le sonrió y le dio un dulce beso en el cachete, movimiento que enterneció profundamente a Sasuke.

—Buenos días.

—Buenos días, campeón.

El crío esbozó la misma sonrisa encantadora de su madre.

—Tengo hambe.

—¿Tienes hambre?

Él asintió y, procurando no despertar a Hanabi, a Hizashi y a Hinata, que dormían, Sasuke se levantó de la cama con el pequeño en brazos y bajó a la cocina. Horas más tarde, cuando todos se despertaron, Sasuke propuso salir a comer fuera de casa y los niños aplaudieron entusiasmados.

Se vieron poco después en el coche mientras Hanabi cantaba alguna canción.

—Os voy a llevar a un sitio donde se come genial —Les dijo a todos.

—¿Qué sitio? —preguntó Hiashi.

Sasuke lo miró por el espejo retrovisor y lo vio toquetear el arnés del cinturón.

—Hiashi, no te sueltes o me enfadaré —Lo regaño.

Veinte minutos más tarde, tras aparcar el coche, entraron en un exclusivo restaurante. El maître, que conocía a Sasuke, lo saludó amablemente, un poco sorprendido por la compañía tan diferente con la que iba esta vez, y los acomodó en una mesa junto a la crista lera.

—Hiashi, siéntate —Le advirtió al verlo levantarse.

Los niños se miraron entre sí. Aquel sitio era aburrido. No se podían levantar, no podían jugar.

—¿Qué ocurre?

—Su concepto de salir a comer fuera no es este —comentó Hinata, sonriendo.

—Os prometo, chicos, que aquí se come fenomenal —insistió él—. Ya veréis cómo os gusta todo.

—¡Jo, que rollo! —Protestó Hizashi, moviendo la cabeza.

—¡Sasuke Uchiha! El guapo entre los guapos. ¡Cuánto tiempo sin verte! —Se escucho una voz femenina a su espalda.

Al volverse, Sasuke se encontró con Sakura. Él se levantó y la besó en la mejilla. Pero ella, mirándolo a los ojos, posó un dedo índice en el primer botón de la camisa de él y, bajándolo lentamente hasta donde comenzaba el pantalón, sonrió.

—¿Por qué ya no me llamas, mi amor?

Hinata la reconoció como la mujer que acompañaba a Sasuke cuando estuvieron separados.

—¡Menuda descarada! —Escuchó comentar para su sorpresa Hanabi.

Hinata la miró con reproche para indicarle que cerrara la boquita.

—Sakura, te presento a mi novia Hinata y a su hermana Hanabi y sus hijos, Hiashi y Hizashi.

Hinata se levantó y la saludó con una sonrisa.

—Disculpa mi falta de tacto, Hinata. No sabía que eras su novia.

Ella se encogió de hombros quitándole importancia, no había caso tener celos cuando sabía que Sasuke su pareja, pero minutos después, cuando aquella mujer se fue, Hanabi miró con seriedad a Sasuke.

—Menuda pendeja sucia. Si no hubiéramos estado nosotros, te habría arrancado la ropa —Soltó molesta.

Hinata iba a regañarle pero Sasuke se adelantó.

—Escucha, señorita, Sakura es una amiga y no me parece bien lo que estás diciendo…

—No me gusta esa mujer. No me gusta cómo ha mirado a mamá. Se cree que tiene más apellido, más clase y dinero que ella. ¡Es una marrana asquerosa!

—¡Hanabi! —exclamó Hinata.

—¡Asquedosa! —afirmó Hiashi, haciendo que Hizashi también lo repitiera.

—¡Niños! —cuchicheó Hinata.

Sasuke los miró molesto.

—No debes hablar así de las personas que no conoces, Hanabi. Es muy feo lo que has dicho de Sakura y me desagrada mucho cuando hablas de esta manera. Haz el favor de comportarte como una niña de tu edad y deja las telenovelas para cuando crezcas.

Hinata miró a Sasuke sorprendida.

—Más feo es cómo te ha mirado estando mami delante. Soy una chica — afirmó, dejándolo boquiabierto— y sé diferenciar muy bien las miraditas de ese tipo de lagartas.

Él iba a decir algo más, pero Hinata se levantó.

—¡Se acabó, Hanabi! Tú y yo vamos a tener una conversación muy seria en cuanto lleguemos a casa, ¿entendido?

—Pero, mamá, esa mujer…

—No, Hanabi —la cortó ella—. Es mejor que no digas nada más. Ahora mira la carta y elige lo que quieres comer.

Con gesto de enfado, la niña frunció el cejo, se calló y miró la carta. Hinata le sonrió a Sasuke a modo de disculpa y él le guiñó un ojo, pero en ese momento Hiashi se cruzo de brazos.

—Yo no quiero comer aquí.

—¿Y dónde se supone que quieres comer? —le preguntó Sasuke, sonriendo.

Los dos gemelos señalaron un McDonald's que había al otro lado de la calle, con zona de juegos.

—Eso es para ellos salir a comer fuera —Comentó Hinata.

Comprendiendo la incomodidad de los niños al estar en aquel restaurante tan exclusivo, Sasuke se levantó.

—¿Quién quiere una hamburguesa del McDonald's?

Hizashi y Hiashi se levantaron rápidamente de la silla y empezaron a saltar de alegría. Hanabi, más seria tras la reprimenda que se había llevado se levantó.

—Tengo que ir al baño.

Hinata, consciente del malestar de la niña, la acompañó. Una vez en los aseos, entraron juntas en uno de los excusados.

—Hanabi, por favor, deja de llamar « pendejas» a todas las mujeres que se acercan a Sasuke.

La niña no contestó pues seguía enfadada.

—Vamos, Hanabi, ¿qué te ocurre?

—Mamá, yo quiero a Sasuke y no me gustaría que nadie nos lo quitara —Murmuró con los ojos llenos de lagrimas—. Y esa mujer nos lo quiere quitar.

—Escucha, Hanabi. Nadie nos va a quitar a Sasuke —dijo Hinata conmovida—. Empezando porque él no es nuestro. Los dos tenemos una bonita relación y nos queremos mucho y él os quiere a vosotros. Pero no nos pertenece, como nosotros no somos propiedad suya.

Cuando la niña fue a decir algo, oyeron que se abría la puerta de los servicios y segundos después se escuchó la voz de aquella mujer.

—Sí… sí… Como te lo cuento. Me acabo de encontrar con Sasuke Uchiha y esa novia suya. Una de ojos blancos algo sosa llena de hijos, ¡qué horror!

Hinata y Hanabi se miraron y aquella le pidió silencio. Con curiosidad, abrió un poco la puerta del excusado para ver con quién hablaba y vio que estaba hablando por teléfono.

—Tranquila —rió la pelirrosa, retocándose el pelo ante el espejo—. Ya sabes que a nuestro Uchiha no le duran mucho las novias. Lo llamaré esta noche y mañana por la noche otra vez y así hasta que quede conmigo. Ese hombre me gusta y ninguna mujer sosa y con cara de boba se interpondrá entre nosotros o…

Hinata le tapo los oídos a Hanabi ante la vulgaridad que la mujer había dicho.

—¡Jo, mamá!

Poniéndose un dedo en los labios la mandó callar y cuando Sakura se marchó, ambas también salieron del excusado.

—¿Lo ves, mamita, como es una pendeja? —dijo Hanabi, con gesto más relajado.

Hinata asintió en acuerdo.

—Y una lagarta. Tienes toda la razón.

Salieron de los aseos y se encaminaron hacia la puerta, Sasuke las esperaba con los niños. Hinata buscó a Sakura con la mirada, la vio en una mesa del fondo, con un hombre.

—Hanabi, ve con Sasuke.

—Peroo... quiero ir contigo.

—No, Hanabi, he dicho que vayas con Sasuke.

—Jo…

Pero la dura mirada de Hinata hizo que hiciera lo que le decía. Hinata se dirigió entonces hacia la pelirrosa y golpeo la mesa.

—Si me entero de que llamas a Sasuke, aunque sea una sola vez, te aseguro que dejaré de ser una mujer sosa y con cara de boba para convertirme en una muer peligrosa y una auténtica loba, ¿entendido?

Y, sin más se dio la vuelta, justo en el momento en que Sasuke, advertido por Hanabi, se acercaba a ella.

—¿Qué ocurre, amor? —preguntó, al ver la cara de sorpresa de Hanabi y su acompañante.

Hinata sonrió lo beso en los labios.

—Nada. Simplemente que le he tenido que dejar bien clarito quién soy yo a esa pendeja descarada.

Media hora después, en el McDonald's, Sasuke se partía de risa al oír lo que Hinata le contaba de Sakura, mientras los niños disfrutaban en la zona de juegos y Hanabi era feliz viendo reír a su moreno favorito. Esa tarde, cuando llegaron a casa tras comer y dar un largo paseo, mientras Hinata les ponía los bañadores a Hiashi y a Hizashi. Hanabi aprovecho para sentarse en las piernas de Sasuke.

—¿Puedo preguntarte una cosa?

—Claro, pequeña. Puedes preguntarme lo que quieras.

La niña lo miró un momento.

—¿Quieres mucho a mi hermanita?

—Muchísimo —afirmó Sasuke.

—¿Y a Hiashi, a Hizashi y a mí también nos quieres?

—Muchísimo —repitió él.

Hanabi sonrió feliz con la respuesta.

—¿Te gustaría ser nuestro papá?

—¡Ay, Diosito! —murmuró Sasuke alucinado.

—Yo nunca he tenido un papa como mis amigas del cole y si tú nos quieres y nosotros te queremos a ti, ¿por qué no puedes serlo?

Sasuke sonrió. En el mundo de los niños todo parecía fácil.

—¿Tú quieres que yo sea tu papá? —Hanabi asintió encantada y él, sonriendo, añadió—: ¿Sabes? Nada me gustaría más en este mundo.

La pequeña abrió desmesuradamente los ojos.

—¿De verdad? —Sasuke asintió emocionado y Hanabi dijo—: Pues ahora solo falta que mamita quiera y te cases con ella en una linda boda.

Sasuke soltó una carcajada y le revolvió el pelo a esa pequeña tan necesitada de amor.

—Hagamos una cosa. No le digas nada a Hinata de esta conversación y en un futuro veremos qué se puede hacer, ¿vale?

Contenta de haber conseguido su propósito, Hanabi le guiñó un ojo, justo en el momento en que Hiashi llegaba corriendo a la piscina y se tiraba sin manguitos.

Hinata, asustada, dio un grito y Sasuke se quitó rápidamente a la niña de las piernas y se tiró a la piscina a por él. Una vez lo sujetó, ambos sacaron la cabeza del agua.

—¿Adónde ibas tú sin manguitos, campeón?

El crío soltó una carcajada y Sasuke tuvo que sonreír. Un par de horas después, tras disfrutar de varias ahogadillas y juegos en la piscina sonó el teléfono. Matsuri se lo pasó a Sasuke. Era Izumi.

—Cariño, Izumi quiere hablar contigo.

Hinata cogió el teléfono.

—Hola, ¿todo bien por ahí?

—Sí, todo perfecto —respondió ella, sonriendo.

—Oye, esta noche salgo con las chicas, ¿te apuntas?

Hinata miró a Sasuke.

—No sé.

—Venga, anímate. Pasaré a recogerte. Venga. Será una noche de chicas, ¡vente!

—Cariño, ¿te importa si esta noche salgo con Izumi y sus amigas? —le preguntó a Sasuke.

—¿Con esas depravadas? ¡Ni hablar! —gritó él pero le guiño un ojo.

—Dile al capullo de mi cuñado que cuando lo vea se va a enterar —Le dijo Izumi al escucharlo.

Ambas rieron.

—Vale, me has convencido. ¿A qué hora pasas a recogerme?

Tras colgar, Hinata dejó el teléfono de Sasuke sobre una mesita y se lanzó en bomba a la piscina. El resto de la tarde estuvo plagada de risas, besos y ahogadillas.

Sobre las ocho, mientras Matsuri daba de cenar a los niños, Hinata se arreglaba en la habitación. Ataviada con una minifalda vaquera, una camisa blanca y unas botas de cowboy, se vio perfecta para ir al local donde le avisó por mensaje Izumi que irían.

La puerta se abrió y apareció Sasuke, que la miró con lujuria.

—¿Por qué te pones tan guapa para salir sin mí? —Dijo cerrando la puerta.

Hinata soltó una carcajada y se puso un sombrero de vaquero.

—¿Crees que algún hombre me sacará a bailar como Sakura te sacaría a ti?

Sasuke frunció el cejo, corrió el pestillo.

—¡Se acabó, no sales! Te quedas aquí conmigo.

Entre risas, se echó a sus brazos.

—Pero si sabes que solo tú tienes las tres « T» . —Al oír eso, Sasuke la miró extrañado, y ella dijo—. Tú me gustas, tú me enamoras y solo tú me haces tuya.

—Más te vale, vaquera —rió él, quitándole el sombrero—. Porque si me entero de que no eres buena, te aseguro que seré muy… muy malo contigo. Y olvídate de Sakura, ¿de acuerdo?

Encantada, acercó la boca a la suya y lo besó. Degustó con placer aquella lengua que entraba en ella y, cuando él la llevó a una butaca y la apoyó contra el respaldo, sonrió cuando lo sintió quitarles las bragas con urgencia. Sasuke comenzó a prepararla con rapidez.

—Abre las piernas. Quiero asegurarme de que te vas bien servida.

Sasuke la agarró por las caderas para tenerla totalmente controlada y sin más la penetró robandole un grito a Hinata.

—Recuerda que solo yo tengo las tres « Y» griega. Yo te follo, yo te disfruto y yo te hago mía, ¿entendido?

Hinata se contrajo de placer y él, dándole un azote en el trasero, comenzó a acelerar sus arremetidas, mientras ella mordía el respaldo de la butaca para no volver a gritar y que no pudieran oírla los niños. Sasuke le soltó la cintura y le estrujó el trasero sin piedad.

Clavándole los dedos, tiraba de ella para moverla a su antojo, mientras Hinata disfrutaba con aquella penetración fuerte y apasionada. Así estuvieron varios minutos, hasta que no pudieron más y el clímax llegó para ambos, haciendo que sus cuerpos se estremecieran. Cuando sus respiraciones se normalizaron, Sasuke salió de ella.

—No veo el momento de que regreses para repetirlo más lentamente.

Hinata soltó una carcajada y cuando fue a coger las bragas, que estaban en el suelo, él se anticipó.

—Estas me las quedo yo.

Ella lo miró divertida.

—¿Quieres que salga sin bragas?

La cara de él al escucharla fue todo un poema. Sasuke Uchiha era terriblemente posesivo Hinata, soltando una carcajada, fue hasta la cómoda, sacó unas bragas limpias y se encaminó hacía el baño para lavarse.

—Que conste que me pongo otras.

Sasuke sonrió. Aquella mujer lo volvía loco a unos niveles que nunca había imaginado.