Enero de 1982:
Donna sonrió nerviosa y se acarició el vientre abultado.
—Estoy segura de que así será señor Peterson, pero tengo una pequeña duda. Me comentaron que su esposa ya había adoptado antes. ¿Puedo saber qué fue lo que pasó?
El señor Peterson habló con toda la naturalidad del mundo.
—Su ex esposo no terminó el proceso porque antes de conseguirlo se divorciaron. Ahora que está casada conmigo quiere por fin hacer su sueño realidad.
—Y usted tuvo hijos antes.
—Sí. Mi niña falleció hace tiempo y el mayor no pudo soportarlo así que volvió a Inglaterra, el hogar de su padre biológico.
—Cuanto lo lamento. Debe ser difícil para usted tener que pasar por esto de nuevo.
—Estoy dándole una nueva oportunidad a la vida. No me gustaría vivir siempre en el pasado. ¿Me entiende?
—Por supuesto.
—Bueno. — Dijo la intermediaria— Si ya no hay más dudas podemos pasar a firmar los papeles.
Donna se enderezó. Con el embarazo a veces sentía que tenía que ir al baño más del doble de las veces necesarias para un ser humano.
— ¿Se encuentra bien?
—Sí, sí, no pasa nada. Solo se movió. — se excusó ella. — Señor Peterson es usted un hombre muy valiente, estoy segura de que será un excelente padre para este niño.
—Muy bien— insistió la notaria— Firme aquí, y aquí.
Donna respiró profundo y firmó el documento. El señor Peterson sonrió. Luego de la muerte de su pequeña Polly había quedado devastado, por fin podría dejar todo eso atrás y empezar de nuevo.
