Point Place, Wisconsin.

Sábado 22 de febrero de 1992.

Jardín de escocesas de los Hyde.

Hyde estuvo recibiendo llamadas todo el día, pensó que si le respondía Brook solo enloquecería y atajaría contra él. Kelso estaba más estresado que de costumbre y ya escuchaba el teléfono aunque no estuviera sonando de verdad. Hyde sospechaba que su amigo no había superado su enfermedad por completo y ya que conocía a su esposa no quería que terminara por enloquecerlo todavía más así que al final desconectó el teléfono.

—Bueno. — Dijo Donna — Hoy se vence nuestra prorroga de vida. Si va a hacer algo, lo hará hoy.

— ¿Y qué? ¿Solo nos vamos a quedar aquí sentados esperando? — preguntó Eric con las ojeras redondas y del tamaño de una toronja. — No puedo con esta presión.

—Relájate Forman.

— ¿Cómo me pides que me calme? Está jugando con nuestras emociones, Hyde. Quiere que nos destruyamos entre todos. ¿No te das cuenta? Hace unas semanas estaba comprometido, tenía un trabajo estable y hasta un perro ¡Mi perro Han! Ahora ni siquiera sé si volveré a verlos.

— ¿Comprometido?— Todos giraron la cabeza y Donna se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta. — Felicidades. — trató de disimular.

—Lo que necesitamos es hacer un círculo. — sugirió Hyde. — Lo que sea que vaya a pasar, mejor que nos agarre relajados y contentos.

— ¡Steven como puedes ser tan irresponsable! — Lo regañó Jackie — ¡Ya nos busca la policía!

Hyde cruzó las piernas sobre la mesa.

—La policía sabe dónde encontrarme. — espetó.

— ¿Qué te he dicho de subir tus sucias patotas a la mesa?— Bufó su esposa y Hyde rodó los ojos.

—Esta es mi casa, puedo hacer lo que quiera.

Jackie se acercó y empujó las piernas de su esposo fuera de la mesa.

— ¡Pues también es mi casa así que no te dejo!

Hyde volvió a subirlas. Jackie volvió a bajárselas. Hyde lanzó una patada pero Jackie lo pateó primero y le dio en la espinilla. Los dos bajaron los pies, lastimados.

— ¿Viste lo que hiciste?

El teléfono sonó de nuevo.

— ¿Quién lo conectó?— se quejó Hyde, sobándose la pierna.

— ¡Debe ser Brook!— Kelso se llevó las manos a las sienes

— Yo contestaré— dijo Donna.

— ¡Ya basta de meternos en las vidas de los demás!— gritó Eric— Ya tenemos suficiente con haber asesinado a alguien todos juntos.

Todos se pararon chistando para callarle la boca.

— ¡Cállate!

— ¡Eric!

— ¡NO LO GRITES!

El teléfono insistió con su llanto.

— ¡ESTOY CANSADO! ¡CANSADO DE ESTA MIERDA!

— ¡CIERRA LA BOCA ERIC!— Kelso le tapó la boca, Eric lo alejó de un empujón.

El teléfono volvió a sonar.

— ¡Estoy harto de esperar, todos deberíamos entregarnos! ¿Por qué no lo admiten de una vez? Eso es lo que somos ¡Unos asesinos!

Kelso volvió a agarrarlo.

— ¡Si te vas a entregar no nos embarres en esto! ¡Lo que pasa es que eres un cobarde!

— ¡Chicos, basta!— lloriqueó Fez

El teléfono rugía.

— ¡No! — Protestó Kelso — Quiero que me digan ahora mismo si tienen o no los huevos para estar en esta operación. Porque mientras ustedes no tienen nada que perder yo tengo una familia que alimentar. ¡¿Puedes con esto o no?!

Hyde se levantó para sepáralos.

—Tranquilo, viejo. Tampoco es para tanto. Yo mismo lo golpearé cuando sea el momento, pero mientras la policía no aparezca por esa puerta y se lleve arrestado a uno de nosotros no tenemos porque…

La campana de la puerta sonó. Todos se quedaron callados.

Hyde miró a su esposa. Ella asintió y se asomó por la ventana. Volvió la mirada pálida y sin aliento.

—Es… es la policía.

Golpearon la puerta de nuevo y todos se quedaron petrificados.

—Policía, abra la puerta. — se escuchó afuera.

Hyde tragó saliva y se acercó tomó aire y abrió.

— ¿En qué puedo servirle, oficial?

— ¿Michael James Kelso?

Kelso se acercó.

—Soy yo.

—Queda detenido bajo sospecha del homicidio de la occisa Polly Rinseng Peterson. Tiene derecho a guardar silencio y se le permitirá contactar un abogado después del interrogatorio, lo que diga podrá y será usado en su contra en pos la fiabilidad de la ley al servicio del estado de Wisconsin y sus congregados.

Los policías entraron por él. Lo esposaron y lo obligaron a acompañarlos. Nadie dijo nada. Fez se quedó pasmado con la boca abierta y Eric comenzó a sufrir un tic en el ojo. Hyde se giró, analizó el rostro de su hermano y le dio un puñetazo en la cara.