"Este fic participa en la actividad extra de marzo para La Copa de la Casa 20/21 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black".

Beteado por Nea lamejor Poulain

Lugar: El sauce Boxeador

Personaje: Albus Dumbledore


Ningún niño se queda atrás

1 de marzo de 1971

—Lo plantamos hace un mes y ya ha crecido dos palmos; para septiembre estará completamente maduro.

—Muchas gracias Pomona; sin tu ayuda no habría sido posible.

La profesora Sprout termina de regar el joven árbol, las pequeñas ramas se mueven hacia los lados a pesar de que no corre ni un poco de aire, se levanta y mira ceñuda al director.

—Albus, ya sabes mi opinión, esto es peligroso. Los sauces boxeadores son una de las especies mágicas más peligrosas que existen. Tener esto en un colegio para proteger una entrada a un pasadizo es contraproducente. Cuando haya crecido atacará a cualquier niño despistado que ose acercarse demasiado.

Dumbledore le responde con su habitual mirada tranquila y voz serena:

—Hemos avisado a prefectos y alumnos, lo haremos cada año. Esto es mucho más seguro que contraseñas o llaves. El árbol no está para impedir que entren sino para evitar que salga.

La jefa de Huffelpuff asiente de mala gana; es una de las pocas profesoras que apoyó sin reservas que Lupin pudiese ir a la escuela. Negarle la educación a un niño que no tiene culpa de su condición sería inhumano. Sin embargo, el plan de la casa de Hosmeade y el sauce es demasiado arriesgado.

Antes de marcharse, le dice al director:

—Solo espero que no tengamos que arrepentirnos de esta decisión.

A Dumbledore le gustaría permitirse un momento de duda, pero no puede. Muchos de los profesores le dijeron que no apoyaban que un hombre lobo estudiase en la escuela, ahora otros cuestionan el único plan viable para proteger a todos. El mundo mágico está en contra de cambiar sus costumbres: los hombres lobos no merecen tratarse como magos. Sin embargo, ninguno de ellos vio los hombros hundidos de Remus, la desesperanza y tristeza cuando fue a visitarlo.

Cuando el agente del ministerio le dijo que tacharían su nombre del libro decidió ir a hablar con la familia. No parecían extrañados o indignados ante la noticia, no pensaban que fuesen a aceptarlo nunca. Viéndole sentado con la mirada en el suelo y los hombros hundidos se acordó de su hermana. Tampoco pudo ir a Hogwarts, ni tuvo la oportunidad de vivir una infancia normal. Pensó en todos los niños y niñas que están pidiendo ayuda a gritos y el mundo mágico les da la espalda, los encierra o los cataloga como peligrosos.

Allí, solo, en los terrenos de Hogwarts, vuelve a repetir la frase que les dijo aquella tarde:

—Ningún niño se queda atrás.