Capítulo Treinta y seis

Epílogo


*1 mes después*

-Es la chica con la que quiero estar-.

-¿Pero por qué ella, Draco? Tan solo es una hija de muggles- preguntaba Lucius, dolido.

Casi sufrió un infarto cuando le contaron que su hijo había besado a la sangre sucia delante de todo Hogwarts. A Narcissa también le había resultado muy extraño, pero no le había sentado tan mal como a él.

Desde que volvió a finales de junio, Draco había discutido muchas veces con ellos sobre el tema... hasta aquel diez de julio, el día que le había pedido a Hermione que fuera a su casa para presentarle oficialmente a sus padres.

-Sí, y es mucho mejor que nosotros tres juntos. Olvídate ya de esas estupideces de la sangre, padre. Tendrás que aceptarla si quieres seguir viéndome, de lo contrario cogeré la herencia del abuelo y desapareceré de vuestras vidas para siempre-.

-¿Intentas chantajearme?- gruñó Lucius, apretando los puños.

Narcissa intentó calmarle tocando su brazo.

-Lo aceptamos, Draco. Es tu decisión, y sabemos que esa chica es una de las mejores brujas del país... si tú crees que es suficiente para ti, entonces yo también- admitió ella, tratando de sonreír.

-Es demasiado buena para mí, pero por suerte eso a ella no le importa-.

Lucius puso los ojos en blanco y Draco le lanzó una mirada de advertencia.

-Ni un solo comentario malo sobre su persona. Si te atreves nunca te lo perdonaré- gruñó entre dientes.

-Me morderé la lengua entonces- murmuró Lucius, frunciendo el ceño.

El timbre de la enorme mansión sonó. Draco salió hacia la puerta a toda velocidad, quería ser él quien abriera.

Tal y como esperaba, allí estaba ella, con un vestido muggle de verano.

-Hola- saludó, con algo de rubor en sus mejillas.

-Te he echado de menos- comentó él en voz baja, dejando un beso rápido en sus labios.

-Pero si estuvimos juntos hace tres días- respondió Hermione, sonriendo.

-¿Es que tú no me echas de menos?-.

-Siempre, te pasas el día dando vueltas por mi cabeza- admitió ella, bajando la vista.

Él sonrió y pasó el brazo sobre sus hombros.

-¿Preparada?-.

-No... ¿dónde están tus padres?- preguntó, observando a su alrededor.

-Están en el comedor, la comida ya está lista pero antes quiero enseñarte algo-.

Hermione suspiró y le siguió, bordearon la mansión por un pasillo hasta detenerse delante de unas puertas de roble. Draco las abrió y ella se quedó con la boca abierta. Una biblioteca enorme se abría ante ellos, la habitación era casi tan grande como la sala común de Gryffindor y los libros llegaban hasta el techo.

-Es... es como la de la bella y la bestia- comentó Hermione, entrando y observando las columnas de mármol.

-¿Qué?- preguntó él, frunciendo el ceño.

-Un libro muggle donde sale una biblioteca así-.

Draco puso los ojos en blanco pero no pudo ocultar una pequeña sonrisa.

-¿Te gusta?-.

-Es gigantesca, me encanta- murmuró ella, emocionada ante tantos libros desconocidos por descubrir.

-Después de comer podemos pasar un rato aquí- dijo Draco, volviendo a sujetar su mano para salir al pasillo.

-No me puedo creer que vaya a comer con los Malfoy-.

-Pues vete acostumbrando- susurró el chico rubio, alzando una ceja con diversión.

Hermione apretó los labios y negó con la cabeza, sonriendo.

-Tú tienes suerte, no vas a tener que conocer a mis padres porque no me recuerdan y viven en Australia-.

-Respecto a eso... quiero decirte algo- dijo él, deteniéndose antes de entrar en el enorme comedor.

-¿Qué pasa?-.

-No me gusta que vivas sola en tu casa, Hermione... he estado pensando y podrías venirte aquí-.

Ella pestañeó varias veces, confundida.

-¿Qué acabas de decir?-.

-Para mí eres muy importante, no le veo el problema... y mis padres no dirán nada si saben lo que les conviene-.

-Eso... eso es una locura-.

-Tendrías tu propia habitación, aunque yo te visitaría todas las noches- añadió él con una sonrisa traviesa.

Hermione resopló.

-Sí, claro... estás loco. No me importa vivir sola, tengo bastantes ahorros de mis padres y además ya mismo empezaré a trabajar en el ministerio y tendré un sueldo. Harry también me ha ofrecido mudarme con él a la casa que heredó de Sirius Black-.

El rostro de Draco se oscureció.

-¿Vas a irte con él?-.

-No, sé que si hago eso le matarías-.

Una sonrisa torcida apareció en sus labios y le levantó la barbilla, acercándose mucho a ella sin dejar de mirarla a los ojos.

-Otra opción es que yo me vaya contigo... ¿prefieres eso?-.

-Tú... viviendo conmigo... ¿en casa de mis padres muggles?- murmuró ella, alucinando.

-¿Por qué no? Yo también voy a empezar a trabajar pronto, ya me han llamado-.

-¿Vivir juntos? Pe-pero... ¿no es muy precipitado?- preguntó Hermione, tartamudeando.

-No puedes seguir tan sola, te he dado dos opciones y te dejo elegir-

-Creo... creo que no podría vivir aquí, sería demasiado raro- admitió ella en voz baja.

El chico asintió.

-Entonces yo me iré contigo y no hay más que hablar-.

-¿Te crees el adulto de la relación porque ya tienes diecinueve años? Te recuerdo que solo eres tres meses mayor que yo- dijo Hermione, frunciendo el ceño.

-Lo sé, y espero que no lo olvides nunca. Soy el mayor y por lo tanto el más maduro de los dos-.

-No te lo crees ni tú, Draco- gruñó ella, bufando.

Los dos se rieron intentando no hacer mucho ruido.

-Lo digo en serio, Hermione. Desde que volvimos de Hogwarts he estado pensando en que vives completamente sola y sé que eso te pone triste, por eso me iré contigo... si me dejas- murmuró él en voz baja, acariciando una de sus mejillas con el dedo pulgar.

Ella sonrió y le abrazó, apoyando la cabeza en su hombro.

-Pues claro que te dejo, me encantaría vivir contigo-.

-Entonces, en cuanto empiece en el ministerio, me mudaré-.

-¿Al final que es lo que has decidido hacer?- preguntó ella con curiosidad.

-Han rechazado mi solicitud para el entrenamiento como auror-.

Hermione abrió mucho los ojos, sorprendida.

-¿En serio la enviaste? Si te hubieran aceptado habrías trabajado con Harry... ¿lo sabes?-.

-Claro que lo sé, al maldito Potter le contrataron al día siguiente de terminar Hogwarts y no tuvo ni que entrenar. Yo he pasado todas las pruebas y aún así me rechazaron por mis antecedentes... pero me han ofrecido un puesto en el departamento de misterios, empezaré en dos semanas y seré un inefable-.

-Es genial, estaremos muy cerca entonces- comentó Hermione, ella iba a trabajar en temas de política junto al señor Weasley.

-Y recibirás muchas visitas mías en tu despacho, eso seguro- murmuró Draco con una sonrisa traviesa.

-No creo, si vives conmigo ya me tendrás muy vista y no querrás ni verme en el trabajo-.

-¿Quieres apostar algo?- preguntó él, frunciendo el ceño.

Ella negó con la cabeza.

-He perdido todas tus apuestas, Draco. No pienso volver a aceptar una-.

El chico sonrió y volvió a besarla lentamente, entreteniéndose en acariciar sus labios con la punta de la lengua.

-Nunca me cansaré de ti, Hermione... te lo aseguro-.

-Ni yo de ti- susurró ella, atrapando sus labios otra vez.

Se envolvieron en un abrazo sin dejar de besarse, hasta que ella recordó donde estaban.

-Tus padres van a pensar mal, hace casi diez minutos que llamé al timbre y todavía no hemos entrado en el comedor- murmuró, enrojeciendo.

Draco se encogió de hombros.

-Que esperen... yo te he esperado toda mi vida, a ellos no les pasará nada por esperarte un poco más-.

Hermione sonrió y se perdió de nuevo entre sus labios un momento, hasta que se quedó sin aliento. Cuando se separaron, ella rodeó el cuello de Draco con sus brazos y él juntó sus frentes sin dejar de mirarla.

-Hoy estás muy... romántico- murmuró Hermione, avergonzada.

-Sé que no lo soy mucho, pero me he levantado de buen humor- respondió él, sonriendo de nuevo.

Draco bajó la vista hasta la cadena de plata que asomaba por el cuello de la blusa de Hermione y tiró de ella, sacando el pequeño colgante.

-Mi vida fue oscuridad hasta que tú entraste en ella, no lo olvides- susurró, acariciando la pequeña runa.

El rostro de Hermione volvió a enrojecer y tardó un poco en ser capaz de volver a hablar.

-¿Por eso elegiste esta runa para mí?- preguntó con voz temblorosa.

-Creo que sí... inconscientemente escogí este colgante por eso, fue el único que me recordó a ti- admitió Draco, haciendo una mueca al pensar en el día que estuvo con su madre en aquella tienda y vio esos collares.

Hermione le miraba a los ojos sin pestañear, todavía muy conmovida.

-Eres mi luz, Hermione- añadió él, volviendo a besarla.

El beso subió demasiado de intensidad y Hermione se alejó unos centímetros, jadeando.

-Si seguimos así no vamos a entrar nunca en el comedor-.

Él torció los labios y se encogió de hombros.

-No me importa... si me da hambre siempre puedo comerte a ti- susurró, levantando las cejas varias veces.

Ella soltó una risita nerviosa y le dio un pequeño golpe en el pecho.

-No digas esas cosas con tus padres tan cerca-.

-No nos están escuchando, mientras no abra esa puerta ni siquiera sabrán que estamos aquí fuera-.

-Si quieres que sea capaz de conocerlos, tienes que ayudarme a tranquilizarme en vez de alterarme tanto- se quejó ella, resoplando.

-Pero si ya los conoces, bastante más de lo que me gustaría- gruñó Draco, frunciendo el ceño al recordar cuando su padre y otros mortífagos intentaron matarla durante su quinto año en Hogwarts.

-Eso ya está olvidado, no te preocupes más. Hicimos borrón y cuenta nueva... ¿recuerdas?- dijo Hermione, buscando su mirada.

Draco sonrió un poco y asintió.

-Está bien... entremos, será divertido ver la cara de mi padre cuando le diga que me iré a vivir contigo-.

Ella palideció y le agarró con fuerza de la camisa.

-¡No se lo digas conmigo delante! Espera hasta que me haya ido-.

Él puso los ojos en blanco.

-Bueno... como quieras, pero eres una aburrida-.

Hermione desvió su vista hacia una enorme sala que parecía estar vacía, y se estremeció sin poder evitarlo. Draco siguió su mirada y apretó los dientes, rodeándola con sus brazos.

-No he entrado ahí desde aquel día, y no permitiré que alguien de mi propia sangre te vuelva a poner una mano encima- murmuró en voz baja, apretando más su agarre alrededor de ella al recordar las cicatrices que tenía por culpa de su tía.

Hermione correspondió a su abrazo y besó su mejilla.

-Ya te lo he dicho muchas veces, Draco... no fue culpa tuya y todo está olvidado. Tienes que pasar página y superar todo lo que pasó en la guerra de una vez-.

-Para ti es fácil decirlo, tú estabas en el bando correcto-.

-Y tú estabas en el incorrecto por miedo y por tu familia, no eres culpable-.

Hermione sujetó el rostro del chico entre sus manos, mirándolo a los ojos.

-Te quiero, Draco. Y entiendo por qué hiciste lo que hiciste, deja de culparte por todo eso-.

Él sonrió con tristeza y asintió, besando su frente.

-Lo intentaré, aunque me llevará tiempo-.

-Yo te ayudaré- lo animó ella, sujetando una de sus manos y entrelazando sus dedos.

Draco le dedicó una pequeña sonrisa, y suspiró, abriendo la puerta del comedor. Dejó que ella pasara primero y volvió a cerrarla, preparado para que sus padres conocieran de verdad a la maravillosa chica que le había cambiado la vida.

FIN


¡Doy por finalizada esta historia!

Sé que en realidad Hermione es unos meses mayor que Draco, pero aquí he decidido ponerlo al revés.

Ha sido complicado, el universo creado por J. K. Rowling tiene mil detalles de los que tienes que estar pendiente al escribir, y hasta ahora solo había escrito sobre Sakura CardCaptor... pero me encanta Harry Potter y me apasiona el Dramione, así que me atreví a hacerlo y me gusta el resultado final.

Espero que a vosotros os haya gustado la evolución del personaje de Draco, yo me doy por satisfecha.

Ya estoy empezando a darle forma a una idea para otro Dramione... así que volveremos a leernos pronto jaja.

¡Gracias a los que han seguido esta locura durante los casi siete meses que he tardado en publicarla, y hasta la próxima!