Hola hermosas, muy buenas días, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.
ENTRE CARTAS Y MENTIRAS
MÁS O MENOS
CAPÍTULO 36
La tía abuela y la abuela Martha no se habían puesto de acuerdo para la boda de Stear y Patty, Elroy no toleraba mucho a aquella alegre mujer, le molestaba su excesiva alegría y su ánimo por participar en trabajos absurdos ya que no tenía la necesidad de hacerlos, para Elroy, Martha era una anciana loca que no tenía el más mínimo miedo a la sociedad, era todo lo contrario a ella por eso había decidido no inmiscuirse en los preparativos de esa boda, no porque no quisiera a su nieto Alistear, sino porque prefería no tener desacuerdos con su futura familia política.
El compromiso de Anthony y Candy fue anunciado por todo lo alto, siendo una de las fiestas más emblemáticas de Chicago, después de aquel anuncio las fotos en los periódicos no se hicieron esperar de nuevo manteniendo noticias de la pareja casi a diario, no había día que no aparecieran juntos en algún evento o en la calle al pasear simplemente como dos enamorados cualquiera, semanas después fue el anuncio del compromiso de la boda de Archie y Annie, la cual se celebró en la mansión de los Britter todo organizado por la familia de ella, ya que la tía abuela a pesar de que si tenía buena relación con los Britter no tenía tiempo porque seguía con los preparativos de la boda de Stear, a pesar de todo había ofrecido la mansión de los Andrew en Chicago para celebrar la boda.
El día tan esperado por Patty y Stear había llegado por fin y mientras la joven se alistaba en su mansión, Stear estaba en su habitación recibiendo los últimos toques que necesitaba para poder salir, sus padres habían llegado solo unos días antes y a pesar de que los extrañaba se le hacía raro tenerlos ahí, los viajeros Cornwell habían agradecido que la boda de Stear hubiera estado muy cerca del compromiso de Archie, así tenían tiempo de irse de nueva cuenta y seguir recorriendo el mundo con sus aventuras.
-¿Cómo te sientes hijo? – Fue la pregunta que hizo su padre, un hombre de cabello negro entrecano, anteojos y grandes bigotes, tenía un aire de genio al igual que Stear, en cambio su madre era una señora elegante, rubia y con los ojos azules, muy hermosa y sobre todo distinguida.
-Estoy feliz papá. – Decía Stear sonriente, los nervios que sentía en su cuerpo no eran tan grandes como lo había pensado al principio.
-¿Puedo pasar? – Preguntó Janis Cornwell quien estaba impaciente por ver al mayor de sus hijos por fin listo para contraer matrimonio.
-Adelante mamá. – Dijo Archie recibiéndola con cariño con un beso en la frente. Archie amaba y admiraba mucho a su madre y era el que estaba más feliz con su presencia, por el contrario de Stear que estaba más feliz con la presencia de su padre al ser tan iguales ambos tenían sus favoritos. – Como verás, no pude hacer mucho con este tonto. – Dijo refiriéndose a su hermano.
-Basta Archivald. – Dijo su mamá como reclamo, ella veía a su primogénito como un hombre verdaderamente guapo y atractivo.
-¿Se puede? – Dijo Anthony asomándose también a la habitación para integrarse al grupo que se había formado.
-Adelante hijo. – Dijo Janis con cariño, ella también amaba a Anthony como a un hijo y como siempre que lo veía lo abrazaba con cariño. - ¿Dónde está tu hermosa novia? – Preguntó ya que siempre andaban juntos y a ella le había parecido muy linda y tierna la pecosa.
-Déjalo mamá, necesita un respiro. – Dijo Stear a su madre. Anthony le hizo una mueca infantil y Janis rodó los ojos, sabía bien que siempre ese par se llevaba muy pesado.
-Está en su habitación terminando de alistarse. - Dijo Anthony para responder la pregunta de su tía.
-En serio hijo, sigo diciendo que tuviste mucha suerte en encontrarte una mujer como ella. – Decía sincera mientras lo abrazaba y Anthony correspondía ese gesto.
-Lo sé tía, de seguro mi madre también la amaría. – Dijo con un poco de nostalgia al recordar a su madre.
-¡Por supuesto! Rosemary era la mujer más buena y dulce de este planeta, te aseguro que ella sería la principal que apoyaría a Candy si llegaras a lastimarla. – Le dijo como advertencia.
-Sería incapaz de hacerlo tía. – Le dijo con su sonrisa sincera.
-Lo sé muy bien hijo, eres igual que ella. – Le dijo abrazándolo.
-Bien, bien, bien. – Dijo Stear. – Ya basta, es el día más importante de mi vida y no quiero caras largas o tristes ¿Entendieron? – Les dijo a su mamá y a su primo. – Así que por favor cambiemos de tema. – Dijo de nuevo.
-Tienes razón mi niño. – Le dijo con ternura a su primogénito, perdiéndose de pronto frente a su apariencia, llevándola atrás en el tiempo, un tiempo en el que ella también creyó que su boda sería el día más feliz de su vida, pero que cuando se convirtió en madre ese día opacó al anterior. – Te ves tan guapo. – Le dijo perdida en su imagen. Stear sonrió enternecido, ella siempre lo alababa diciéndole lo guapo que era. – Igualito a tu padre el día de nuestra boda. – Stear sonrió y la recibió en sus brazos.
-Te quiero mamá. – Le dijo con los ojos acuosos.
-Vamos mamá, tienes que reconocer que el guapo de tus hijos soy yo. – Dijo Archie a un lado de ella.
-Ambos son guapos. – Dijo el señor Cornwell cuando vio que el más pequeño de sus hijos como siempre mostraba celos de las muestras de cariño que recibía el mayor. – Tú eres igualito a tu madre. – Dijo orgulloso.
-Tienes una belleza femenina hermanito. – Dijo Stear comenzando a reír lo mismo que Anthony quien se reía de las ocurrencias del inventor.
-¡OYE! – Dijo Archie ofendido.
-No te enojes Archie, Annie así te quiere. – Le dijo Anthony sin dejar de reír.
-Es verdad. – Dijo Janis recordando a la dulce prometida de su hijo. – La dulce Annie. – Dijo con una ternura. – Tengo que reconocer que mis dos hijos también hicieron una excelente elección con las chicas con las que se casarán. – Decía orgullosa de ellos. Archie y Stear la veía con una sonrisa ilusionados, sabían que esa mujer los amaba más que nadie en el mundo y veían admirados cómo su padre la abrazaba con tanto amor y dedicación, no cabía duda que tenían de quien haber tomado aquel ejemplo.
-No quisiera interrumpir. – Dijo Anthony apenado. – Pero ya es hora de irnos a la iglesia. – Dijo con una sonrisa apresurando a los Cornwell para llegar a tiempo.
-Vamos Anthony, mi trabajo es interrumpir. – Dijo de nuevo el inventor provocando la risa de los demás.
-Y que lo digas. – Dijo Anthony quien siempre era el más afectado con las constantes meteduras de pata de su primo.
La iglesia estaba llena, el padre de Patty la acompañaba al altar mientras un nervioso y sudoroso Stear estaba al frente en compañía de su hermano y de Anthony quienes fungían como padrinos de él.
-Tranquilízate Stear. – Decía Anthony para lograr que se calmara un segundo.
-No puedo, los nervios me han rebasado. – Decía Stear con angustia, se había sentido muy nervioso al llegar a aquel enorme lugar y verlo rodeado de gente.
-Vamos hermano concéntrate en Patty. – Le decía Archie.
Anthony buscó con la mirada a Candy y la encontró sentada al frente junto a la tía abuela, enseguida de ella estaba un espacio que lo esperaba a él y después estaba Annie con una gran sonrisa observando enamorada a Archie.
Stear se concentró en la novia y no puso atención a nadie más, ni a su suegro que se la entregaba con los ojos llenos de lágrimas al ser ella la única hija que tenía. Los votos comenzaron y las promesas se hicieron presentes en la ceremonia, jurándose ambos amor eterno y fidelidad uno al otro.
-¡Vivan los novios! – Decía la gente en un mismo coro para festejar la unión de la joven pareja.
La fiesta comenzó en el gran salón de los Andrew donde cada uno de los presentes sentía que todo aquello era sacado de un cuento de hadas, ya que la novia parecía princesa y el novio un galán de ese cuento, Stear lucía realmente guapo y Patty no se quedaba atrás, ambos bailaban felices en el centro de la pista mientras los invitados los observaban felices, entre ellos estaban Anthony y Archie que a pesar de admirar a la pareja no podían apartar su vista de la persona que estaba a su lado, su amada Candy y su amada Annie, dos chicas sencillas y nobles con diferentes maneras de ser, con diferentes caracteres pero que a pesar de todo habían sido educadas al principio de sus años por el mismo par de buenas mujeres que las amaban tanto como si fueran sus verdaderas hijas.
El baile se abrió para todos y pronto estaban bailando las parejas que había en la familia, Stear estaba que sentía que flotaba, pronto llevaría a su amada Patty de viaje de bodas y por fin cumpliría aquel sueño que tanto anhelaba, le había costado mucho aguantarse a los encantos de su ahora esposa, ya que ella siempre lo frenó en sus impulsos y más cuando le comentó tímidamente la medicina que ocupaba para no sentir aquellos espasmos, de ahí en adelante ella no lo dejaba avanzar más, y todo ese tiempo lo había mantenido a bases de besos y sonrisas, y si bien era un tanto frustrante para el pobre chico ella lo animaba diciendo que sería mucho mejor el día que por fin pudieran descubrirse sin tabúes.
Stear esperaba a Patty en la habitación de hotel que habían reservado para ese día, ninguno había querido regresar a su mansión, así que antes de partir de luna de miel habían decidido irse unos días a un cuarto de hotel para disfrutar de su entrega íntima. El joven inventor caminaba de un lado a otro con su pijama de estampados de dinosaurio que la adornaban mientras esperaba que Patty saliera del baño, llevaba un buen rato en ese lugar y él comenzaba a impacientarse, pero a la vez trataba de calmarse porque no quería decepcionar a su esposa.
-Patty, querida ¿Estás bien? – Preguntó acercándose a la puerta del baño. Patty se sonrojó por aquel llamado, sabía que llevaba mucho tiempo en el baño, pero el observar que el camisón que llevaba era muy ligero para presentarse ante él le daba pena salir.
-Sí… estoy bien. – Le dijo nerviosa.
-¿Vas a salir? - Preguntó nervioso, estaba impaciente por estar con ella.
-¿Puedes cerrar los ojos? – Preguntó Patty sorprendiendo a Stear por aquella petición.
-¿Hay algo malo? – Preguntó el pobre chico frustrado.
-¡No! Solo que me da pena. – Dijo de nuevo la chica.
-Vamos amor, no tienes que sentir pena conmigo. – Le decía suplicante. Patty abrió la puerta del baño con bastante timidez, su rostro parecía un tomate con anteojos y la cara de Stear reflejó el asombro por lo que veía salir de aquel pequeño compartimento.
El cuerpo de Patty quedaba al descubierto ante los ojos curiosos de Stear quien la miraba con un brillo muy particular en ellos, un brillo que se intensificaba mientras iba bajando su mirada para recorrer su cuerpo, el camisón no tenía nada del otro mundo y no era sugestivo o mucho menos coqueto, pero para Stear era lo más hermoso que había visto al posar sus ojos en aquella silueta que reflejaba que debajo solo llevaba su coqueto corsé y su gran calzón que tapaba hasta sus muslos, un par de muslos que para él eran maravillosos y que por fin podía apreciar ampliamente.
Se acercó a ella lentamente para no asustarla, temía que ella no accediera a regalarle por fin aquella noche que tantas veces había soñado con realizar y la besó en la frente primero y después en la punta de su nariz hasta bajar lentamente por sus labios, robando un beso delicado y húmedo de su boca para relajarla poco a poco. Patty sonreía por las cosquillas y la dulzura con la que él la trataba.
-¿Quieres hacerlo? – Preguntó tímido.
-¿Y tú? – Preguntó Patty tímida, Stear la miró con diversión ¡Claro que quería! Estaba ansioso por hacerla su mujer y entrar al mundo de los adultos, como decía él.
-Siempre y cuando tú estés lista. – Dijo sincero, pero ansioso de que ella dijera que estaba lista. Patty asintió y después de ello Stear ya no habló más, solo se dedicó a desatar el listón que unía su bata para descubrir su cuerpo, encontrando una hermosa silueta que sobresalía de aquel blanco corsé, un par de hermosos senos sobresalía de aquella prenda mostrando con timidez sus atributos.
La tomó en brazos y la llevó a la cama mientras Patty lo observaba tierna por la pijama un tanto infantil que llevaba su esposo. Stear se tomó su tiempo para admirarla y para besarla y así convencerla que era lo que su cuerpo anhelaba, así como él estaba impaciente por descubrir aquel mundo que tanto le habían dicho que era fascinante como prohibido. Por fin se decidió a despojarla de sus ropas para hacer lo mismo con él y exponerse sin pena ante ella, quien lo miraba sonrojada y admirada por la anatomía del chico.
El par de anteojos habían quedado de lado en el buró de la habitación, mientras aquel par de inexpertos chicos comenzaba con la unión de sus cuerpos, la tensión en el cuerpo de Patty fue evidente cuando Stear comenzó a invadir su anatomía, sin embargo la necesidad que había en él no le impidió terminar de llegar hasta su destino.
Ambos se miraron de frente una vez que se habían convertido en un solo ser, teniendo ambos sentimientos diferentes en ese momento, Stear sentía que estaba en el cielo mirando a Patty con su sonrisa bobalicona, mientras ella aún sentía el dolor por aquella intrusión en su cuerpo. Los besos de Stear poco a poco calmaron la incomodidad que tenía Patty y se fue relajando y notó que mientras más se relajaba los movimientos que Stear continuaba haciendo cada vez se sentían mejor y que el dolor punzante se iba desvaneciendo, tal vez Stear no sabía lo que tenía que hacer pero poco a poco fue entendiendo su tarea y también sabía que entre más se movía más placentero era también para él, así que también se concentró en sus movimientos y cuando menos pensó Patty comenzó a gemir y a suplicar por más de su parte, aquellas súplicas animaron a Stear a continuar con sus movimientos más briosos e intensos logrando por fin aquella conexión que debía existir en una entrega de amor, por un momento Stear se asustó cuando empezó a sentir que Patty lo jalaba hacia él y comenzó a convulsionar su cuerpo, ella se aferró a él y pronto liberó toda su energía sintiendo como el placer acudía a su cuerpo con aquella mágica reacción obligándolo a ir a su lado estallando y culminando su labor dentro de ella, sintió que las fuerzas lo abandonaban por un segundo y que su mente se alejaba de él para después formar en su rostro la sonrisa más boba y feliz que alguna vez pudiera mostrar en su cara. Observó a Patty por un segundo y ella estaba igual, feliz y emocionada por completo mientras algunas lágrimas habían abandonado sus ojos.
-¿Estás bien amor? – Preguntó Stear un tanto preocupado.
-Sí. – Dijo con cara de felicidad. – Te amo Stear. – Le dijo lanzándose a él mientras Stear la atrapaba gustoso sintiendo como sus atributos se fijaban en su torso. La mirada de Stear se intensificó cuando volvió a sentir a Patty, su sonrisa lo delató al sentir la necesidad de volver a practicar aquellos movimientos que sabía que podía mejorar.
La mañana llegó lentamente y el sol se filtraba por las ventanas pero ninguno de los dos chicos se decidía a abrir los ojos, ambos estaban exhaustos, sobre todo Stear quien se había esforzado por hacer que su chica volviera a moverse de esa manera que lo había hecho enloquecer. Poco a poco el sueño fue abandonando sus cuerpos y con pesar Stear abría sus ojos para enfocar frente a él el bello rostro de Patricia, su hermosa Patricia, la chica tímida que conoció en sus años de Colegio y que entró firme y directamente en su corazón, observó su rostro tan suave y terso, sus largas pestañas y el bello par de ojos que poseía mirarlo con la misma dulzura que él le dedicaba.
-Buenos días amor. – Le dijo mientras apartaba sus cabellos de su rostro, fijando sus pupilas en las de ella para poder perderse un momento ahí.
-Buenos días amor. – Dijo Patty sonrojándose de pronto al sentir que bajo aquellas sábanas que cubrían su cuerpo estaba completamente desnuda. Stear notó su sonrojo y sonrió dulce ante aquella reacción de su esposa.
-Te ves hermosa. – Dijo Stear acariciando con dulzura su rostro. – Nunca te había visto tan hermosa como hoy. – Le decía con una voz dulce y sexy a la vez, recordando el inventor la noche que habían pasado, enamorado más que nunca por las sensaciones nuevas que había descubierto su cuerpo, jamás imaginó que aquellas reacciones se sintieran tan bien, había tanto por descubrir y su mente lo llevaba a pensar nuevamente en repetir la experiencia anterior, el pensar solo en ello hizo que su cuerpo reaccionara favorablemente de nuevo. Patty sintió aquella reacción y sonrió tímida.
Stear comenzó a besarla y a rodearla con sus brazos, mientras Patty se acercaba a su cuerpo y se refugiaba en aquel lugar que la había convertido en mujer.
-¿Cómo te sientes? – Preguntó Stear un tanto preocupado, quería saber que su amada Patty se encontraba bien y que aquella incomodidad que había tenido hubiera desaparecido.
-Bien. – Respondió con una sonrisa tímida. - ¿Y tú? – Preguntaba a sabiendas que el inventor estaba ya dispuesto a continuar con aquella faena que habían practicado casi toda la noche.
-Creo que no muy bien. – Dijo Stear con una mirada profunda, como si quisiera decirle solo con los ojos lo que necesitaba en ese momento.
-¿Por qué? – Preguntó Patty un tanto inocente y preocupada.
-Creo que necesito seguir practicando. – Le dijo mientras tomaba la sábana y cubría a ambos con ella para quedar debajo y así poder ponerse sobre ella y continuar con su luna de miel, se llenó de su aroma de nuevo, invadió su cuerpo y la llenó de él una vez más sintiendo como nuevamente su mente viajaba a un lugar extraño que comenzaba a amar cada vez que llegaba ahí, queriendo extender aquellas sensaciones, arrastrando a su amada con él para disfrutar ambos por igual.
En la mansión de los Andrew el día pasaba lentamente, habían despertado tarde debido al desvelo que habían pasado, sin embargo los empleados habían madrugado para mantener impecable la mansión y cuando el desayuno fue servido todo estaba como si no hubiera habido una gran boda la noche anterior.
La tía abuela estaba sentada en el asiento principal esperando a los demás que sabía bien llegarían tarde, y tal como lo había pensado Anthony fue el primero que bajó, venía junto a Candy a quien traía de la mano sin ocultar que no tenía mucho que había despertado. Archie venía detrás de ellos y los tres se sentaban un tanto apenados por llegar tan tarde.
-Buenos días tía abuela. – Dijo Anthony acercándose con cariño dándole un beso en la frente. – Buenos días tíos. – Dijo con una sonrisa, saludando de la misma forma a su tía Janis.
-Buenos días Anthony. – Dijo al mismo tiempo el matrimonio Cornwell. - Buenos días Candy. – Saludaron también a Candy quien les sonrió y saludo con la misma dulzura con la que la habían saludado.
-Buenos días. – Archie saludó de la misma manera pero su cabeza lo estaba matando había dormido muy poco porque había ido a dejar a Annie hasta su casa, sus padres le habían permitido quedarse un poco más tiempo y él como todo buen caballero que era la había llevado hasta la puerta de su casa.
El desayuno por difícil que parezca se convirtió en un intercambio de buenas anécdotas por parte de los Cornwell, quienes querían aprovechar al máximo los momentos que pasaban con su familia, Candy los miraba sorprendida de la sencillez y manera tan humilde de comportarse ambos, aunque de vez en cuando podía observar la elegancia y la manera de actuar de Archie en su madre, así como las ocurrencias y las palabras domingueras que Stear utilizaba en la boca de su padre.
-¿Entonces la boda de Anthony y Candy es la siguiente? – Preguntó Janis de pronto anunciando que en lo imprudente lo había Stear heredado de ella. Candy sonrió tímida por aquel comentario.
-Así es tía, nosotros también pronto contraeremos matrimonio. - Dijo Anthony con orgullo, tomando la mano de Candy para acercarla a sus labios y besar su dorso.
-Y por último mi conejito lindo. – Decía mirando a su hijo más pequeño quien se sorprendió por la manera en la que su mamá lo había llamado.
-¿Conejito? – Preguntó Candy a Anthony intentando no reírse por el mote con el que su madre lo había llamado.
-Así le dice mi tía a Archie, porque cuando era pequeño le gustaba saltar por todos lados. – Dijo Anthony divertido ante la mirada molesta de Archie quien les había prohibido que mencionaran aquella etapa de su vida, por eso tanto Stear como Anthony no lo habían mencionado jamás a nadie.
-Basta mamá, no me digas así. – Dijo Archie incómodo a su madre quien le sonrió con ternura.
-Creo que ya sé a quién te pareces al poner apodos de animales Archie. – Dijo Candy un tanto divertida por la manera en la que Archie la llamaba a ella. Archie sonrió de lado, reconociendo que era cierto, él le había llamado "gatita" a Candy infinidad de veces por los ojos verdes que ella poseía.
-Me parece imposible que el tiempo pase tan rápido. – Dijo ahora el señor Cornwell, fijando su vista en el menor de sus hijos encontrando el rostro de su esposa de inmediato. – Parece que fue ayer cuando los correteaba por toda la casa para evitar que hicieran sus diabluras. – Decía divertido recordando todo lo que hacía para que ninguno de los tres saliera reprendido por la matriarca. – Y ahora mis muchachos son todos unos hombres. – Dijo con orgullo refiriéndose a los tres ya que él también consideraba a Anthony un hijo, había llegado a querer a aquel rubio tanto como a sus hijos, más al ser hijo de su mejor amigo, él y Vincent paseaban por la mansión Andrew en busca cada uno de la chica rubia que los hacía suspirar, logrando ambos el afortunado placer de ser correspondidos y ahora ante la ausencia de ambos no había dudado en acoger a aquel chico como uno más de sus hijos.
Elroy veía con orgullo a su familia, le gustaba tener la mansión llena y sobre todo escuchar las pláticas ahora de adultos que se desarrollaban.
-¿Se han dado cuenta que posiblemente dentro de poco tendrán otro pequeño Stear corriendo por este lugar? – Preguntó Archie de pronto al pensar que su hermano estuviera anotando un gol de nuevo en la habitación del hotel.
-Ohhh, ¡Eso sería maravilloso! – Decía maravillada la señora Cornwell. - ¡Un mini Stear! Tan guapo e inteligente como su padre. – Decía emocionada sin poder evitar traer a su mente la imagen de su pequeño Stear cuando era un bebé.
-Mejor que se parezca a su madre. – Dijo Archie a modo de broma. – Eso si es que el torpe de mi hermano sabe cómo hacer un bebé. – Dijo comenzando a reír solamente él, mientras su madre lo veía un tanto molesta, Elroy también pero por diferentes motivos por los de su sobrina y Anthony y Candy se sonrojaban por lo dicho al saber que no tenía mucha ciencia elaborar uno.
-Mi hijo no por ser un caballero deja de ser un hombre. – Dijo el señor Cornwell volteando a ver al menor de sus vástagos. – Espero que tampoco tú tengas problemas con tu desempeño. – Le dijo con una mirada traviesa a lo que Archie se sonrojó cual tomate arrepentido de lo que había dicho. Aquella reacción provoco la risa de los presentes, de todos menos de la tía abuela.
-Tranquilos muchachos eso es algo muy personal. – Decía un tanto incómoda con sus comentarios.
Candy y Anthony pronto se separaban porque Janis había invitado a Candy a ir de compras, ella siempre iba con Archie a las tiendas porque no tenía una hija con quien compartir ese tipo de actividades, pero ahora con Candy podía hacer una excepción además le gustaba escoger más conjuntos para la joven que solo para comprar para ella misma.
-¿Irás con la tía Janis? – Preguntó Anthony al ver que su prometida bajaba lista para salir.
-Sí, ella me invitó a salir de compras y no quise negarme. – Dijo con una sonrisa a su amado, no quería separarse de él y más ese día en el que él se quedaría por completo en la mansión.
-No te preocupes hermosa, el tío también nos atrapó a Archie y a mí para jugar un partido de polo. – Dijo Anthony un tanto resignado ya que era un deporte que si bien sabía jugar muy bien no era uno de sus favoritos.
-¿Polo? – Preguntó Candy divertida al ver la expresión de su rostro. - ¿Sabes jugarlo? – Preguntó intrigada.
-Algo. – Dijo Anthony humilde, para no presumir que sabía jugar muy bien, ya que era uno de los tantos deportes que siempre los habían obligado a practicar cuando eran unos niños, pero cuando su tío y su tía habían decidido irse a viajar por el mundo lo habían dejado de lado, sin embargo por lo que sabían seguía siendo el juego favorito de su tío.
-Ten cuidado. – Dijo Candy un tanto preocupada porque sabía que era un deporte algo complicado y si a eso le sumábamos que era sobre un caballo la hacía preocuparse más.
-No te preocupes amor, lo tendré. – Le dijo con una sonrisa tierna mientras se acercaba a ella para besarla lentamente. Candy se dejaba llevar por aquel beso que él le dedicaba, tenían días que no lo sentía de esa manera tan intensa que la besaba ya que desde que habían llegado de Florida no habían pasado ninguna noche juntos. Candy dejó que la besara una y otra vez, abandonándose a aquella caricia tan dulce y fascinante que él le regalaba, sus bocas reflejaban el amor y el deseo al mismo tiempo mientras que sus cuerpos desprendían el calor de la llama del deseo que se avivaba cada vez más.
-Bueno niños ya basta. – Dijo la voz de su tía Janis, no cabía duda que Stear había sacado a su madre.
Candy y Anthony se ruborizaron por haber sido sorprendidos en aquella muestra de amor que se profesaban, pero ya no podían hacer nada, solo respirar y recuperara el aire perdido, mientras Candy se esforzaba por recuperar las fuerzas de sus piernas.
-Te amo. – Dijo Anthony una vez que veía cómo su novia se alejaba del brazo de su tía, mientras Candy le respondía de la misma forma mientras le guiñaba un ojo y le lanzaba un beso al aire.
-Ahhh el amor. – Suspiraba Janis recordando los días en los que ella y su prima Rosemary comenzaban a despertar a aquellas emociones en los chicos de su edad, ambas habían sido muy asediadas y pretendidas en su tiempo. – Recuerdo cuando mi esposo y Vincent comenzaban a visitarnos. – Dijo con una sonrisa un tanto nostálgica por recordar a su hermosa prima.
Candy escuchaba atenta a la mamá de Stear y Archie mientras entraban y salían de las tiendas, Janis era una compradora compulsiva y parecía que tenía tiempo de no ir de compras.
-Señora Cornwell, creo que a su hija le gustarían estos conjuntos. – Dijo una de las dependientas de una de las boutiques más elegantes de Chicago. Candy sonrió tierna por la manera que la había llamado, observó los cabellos dorados de aquella hermosa mujer, sus finos rasgos y sus ojos azules. Janis la miró con ternura sin desmentir lo que habían dicho.
-Por supuesto, déjeme verlos. – Dijo sin tomarle mucha importancia a aquel comentario. Candy la observó con ternura. - ¿Sucede algo Candy? – Preguntó Janis a Candy cuando la vio que no le quitaba la vista de encima.
-Lo que sucede que… lo que dijo… - Decía tímida.
-¿Qué eres mi hija? – Preguntó con naturalidad. Candy asintió. – ¡Por supuesto que lo eres! – Dijo emocionada. – Anthony es como un hijo para mí, por lo tanto tú también eres mi hija. – Dijo con una sonrisa dirigida a la pecosa. Candy sintió un calor muy especial en su corazón.
Pasaron gran parte de la mañana juntas entre compras y pláticas para conocer más, Candy se sentía como si realmente estuviera pasando la tarde con su madre y eso le llenaba el alma. Janis veía en ella una chica tierna y dulce, noble y sobre todo muy carismática que con su forma de ser conquistaba a casi todo mundo a su alrededor.
-Con razón mis hijos se enamoraron de ti. – Dijo observándola mientras Candy reía por la plática que habían compartido, dejándola de pronto muy apenada por aquel comentario. – No te avergüences linda. – Le dijo con ternura. – Es natural que mis hijos se hayan enamorado de ti, no solo eres hermosa por fuera, sino que eres una chica transparente y hermosa por dentro. – Decía sinceramente.
-Yo… lo siento… - Dijo Candy apenada, ella sabía de los sentimientos que habían tenido los Cornwell en un principio por ella, sobre todo Archie quien fue el que más tiempo pasó aferrado a ellos.
-No, de ninguna manera Candy. – Dijo con una voz dulce y tierna. – Tú eres una chica maravillosa, es normal que enamores a más de uno a tu paso, tú no tienes la culpa de ese brillo que hay en ti, me recuerdas mucho a Rosemary. – Dijo Janis emocionada hasta las lágrimas cuando recordó a su prima de nuevo. Candy la escuchaba atenta, no era la primera vez que la comparaban con la mamá de Anthony. – Ella también era una persona que enamoraba a todos con su belleza y su manera de ser. – Decía recordando a Rosemary. – Tenía muchos pretendientes, aquí entre nos tuvo un enamorado en el Colegio que era heredero a un ducado. – Dijo ante el asombro de Candy.
-¿Un duque? – Preguntó recordando al Duque de Grandchester. Janis asintió.
-Él fue un chico que estaba profundamente enamorado de Rosemary, desde que llegaron al Colegio, era de nuestra misma edad. – Decía recordando el pasado.
-¿Y qué pasó? – Preguntó Candy un tanto intrigada por conocer la historia.
-Nada, Rosemary no sentía nada por él, era un hombre buen mozo, elegante y con mucho poder, pero no era lo que ella buscaba, nunca pudo corresponderle a pesar de los esfuerzos que él hizo por conquistarla, pero Rosemary vio en él a un joven impositivo y un tanto controlador, quería que las cosas se hicieran a su modo y eso era algo que Rosemary nunca soportó. Además de que ya conocía a Vincent y él la había conquistado desde la primera vez que lo vio, fue amor a primera vista, lo conoció cuando viajábamos a Inglaterra para internarnos en el colegio y se hicieron muy cercanos en aquel viaje. Él era hijo del capitán del barco y viajaba también a Londres para estudiar Sistemas de Ingeniería Marina, en aquel viaje se hicieron inseparables y después continuaron su amistad hasta que él se decidió a pedirle que fuera su novia cuando vio que era pretendida por Richard y por otros más. – Dijo revelando el nombre del futuro Duque.
-¿Richard? – Preguntó Candy un tanto confundida. Janis asintió.
-Richard Grandchester, ahora es el Gran Duque de Granchester. – Dijo a modo de comentario. – También George se enamoró de ella, en aquel tiempo él era solo un ayudante más en la mansión. – Dijo recordando al buen George. Candy la veía sorprendida. - ¿Ya ves por qué te digo que me recuerdas a ella? Tú también enamoras a todos los que te han rodeado. – Dijo son simpatía.
-Lo siento mucho. – Dijo Candy sintiéndose culpable por haber hecho sufrir a sus hijos.
-¡Oh no linda! – Dijo Janis preocupada por ver el rostro acongojado de Candy. – Al contrario, soy yo la que tengo que pedirte disculpas por lo que hizo mi hijo. – Dijo Janis ahora ella con pesar. – Nada justifica lo que hizo para separarlos a ti y a Anthony. – Decía dando a conocer a Candy que ella estaba al tanto de todo.
-No fue su culpa. – Dijo Candy. – Archie actuó por decisión propia. – Dijo de nuevo al ver el rostro apenado de aquella mujer. – Pero ahora él está enamorado de Annie y sé que ambos son felices. – Dijo para cambiar el semblante de la madre de los Cornwell.
-Tienes razón, ella también es una chica hermosa y de buenos sentimientos igual que Patty. – Dijo con una sonrisa, demostrando que también sentía afecto por las mujeres que habían elegido sus hijos.
Después de haber elegido algunos conjuntos para Candy, quien no había querido aceptarlos al principio porque le daba pena, por fin la convenció al decirles que eran un regalo para su viaje de bodas y a pesar de la pena que le había dado aceptó con cariño aquel gesto que había tenido con ella.
Llegaron a la mansión ambas cargadas de paquetes, en su vida Candy había comprado tantas cosas y a pesar de haber dicho que eran demasiadas cosas que no necesitaba la señora Cornwell había insistido en regalarle todo el ajuar de boda y de luna de miel. Candy agradecida pensaba que ahora sabía bien a quien había sacado Archie en el gusto por la moda.
-Bienvenidas. – Dijo Anthony para recibir a Candy quien aún vestía el traje que había utilizado para jugar polo. Candy lo vio maravillada, se veía realmente guapo con aquel conjunto.
-¿Me estabas esperando? – Preguntó Candy con una sonrisa llena de felicidad, a pesar de lo cansada que estaba.
-Siempre. – Le dijo con una sonrisa. Janis se fue con su hijo y con su esposo y dejó a la dulce pareja un rato a solas ya que sabía bien que gracias a ellos habían pasado ese día alejados uno del otro.
-Con permiso tortolitos. – Les dijo con una sonrisa.
-Gracias señora Cornwell. – Le dijo Candy con una sonrisa sincera.
-Tía Janis, Candy… dime tía Janis. – Le dijo una vez más para que le llamara con mayor confianza.
-Gracias tía. – Respondió Anthony agradecido por la manera en la que había tratado a su novia. Janis le dio un beso en la frente a Anthony y se dirigió dentro de la mansión, mientras ordenaba al mayordomo que llevara todos los paquetes a la habitación de ella y la de Candy.
-Te quiere mucho. – Dijo Candy cuando vio como la hermosa mujer se adentraba en la mansión.
-Y yo a ella, ella fue una madre para mí cuando mamá se fue. – Dijo con una sonrisa tierna y melancólica.
-Lo sé. – Dijo Candy con una sonrisa dulce.
La pareja de rubios se quedó en el jardín platicando de cómo había sido su día, ambos abrazados y entusiasmados por la manera en la que habían disfrutado por separado, sin embargo se habían extrañado horrores y eso no lo podían evitar ya que siempre deseaban estar juntos.
-Te extrañé mucho. – Dijo Candy fundiéndose en un abrazo. Anthony la recibió feliz.
-Y yo a ti princesa. – Le dijo volviendo a buscar su boca para llenarse de ella una vez más, para demostrarle lo mucho que la amaba y que deseaba volver a estar a su lado.
Los días en la mansión iban avanzando poco a poco y el amor entre ellos iba aumentando, ambos estaban impacientes por volver a estar juntos y poder formalizar su relación, esperaban que Albert pronto regresara ya que el trabajo de Anthony cada vez se hacía más y más pesado, sin embargo habían logrado nivelar el tiempo que se dedicaban uno al otro. Archie estaba igual con Annie ya que sin la presencia de Stear se había vuelto más complicado ya que las tareas de él se habían repartido entre ellos dos.
Stear y Patty regresaban de su luna de miel, habían viajado por tres largos meses y por fin se volvían a unir a la familia quien los recibió con una gran cena para celebrar su regreso. Los Cornwell ya se habían marchado de nuevo con la promesa de regresar para la boda de los rubios.
-Bienvenidos. – Dijo la tía abuela cuando vio entrar a la nueva pareja que habitaría en aquella mansión a partir de aquel día.
Continuará…
Hola hermosas aquí reportándome de nueva cuenta con un nuevo capítulo que espeor yo les guste mucho, cada vez nos acercamos más al final de esta historia que les confieso ya terminé de escribir así que no puedo agregarle ni quitarle nada (bueno si puedo pero no quiero moverla jajaja) me gustó la verdad como quedó y tengo que reconocer que es la más larga que he escrito, y la verdad cuando la inicié nunca pensé que llegaría a ser tan larga, pero me he dado cuenta que cada vez me quedan mas largos los capítulos XD espero no las aburra... jejeje
Julie-Andley-00, Hola hermosa, siento mucho no haberte agradecido en el capítulo 34 la verdad que no me llegó tu comentario, y quiero agradecerte mucho el que estés al pendiente de la historia espero yo hasta el final. Gracias por leer y dejarme tu comentario, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
TeamColombia, Me causó mucha gracia que en el 34 fueron las primeras en darse cuenta que había capítulo pero a la par en el 35 se dieron cuenta hasta lo último jajaja. Muchas gracias por leer hermosas, les mando un fuerte abrazo a cada una de ustedes.
Denisse Treviño, Que extraño que no te llegara notificación, pero así me ha pasado a mí con otras historias, no me llegan las notificaciones hasta que me llega una y zas que no le entiendo jajaja así que tengo que regresar y me doy cuenta que no había leído uno antes, ni modo la tenología manita jajaja, sin embargo yo sé que lees y me dejas un comentario individual por cada capítulo (cosa que agradezco mucho la verdad). Tienes razón, Elroy ahora sí que más sabe el diablo por viejo... que por diablo, se dio cuenta e hizo caer a su nieto en su travesura, lo bueno que no le dio el tamafat jajajaja. Annie y Archie también andan de manitas calientes a pesar de que Archie había jurado no caer en tentación, sin embargo Stear pudo darse perfecta cuenta que realmente es humano pues... Muchas gracias como siempre por leer hermosa y mucho más por comentar, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Miyoya, Hola hermosa ¿Cómo estás? Para mi es un placer haber contribuido a mejorar tu día, lo mismo puedo decirte yo al haber leído un comentario de tu parte ya que me alegra mucho cuando una de mis lectoras deja un comentario acerca de la historia, me gusta leerlos y sabes si les está gustando la historia. Gracias por leer y comentar, te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Carolina Benitez, Hola hermosa, que bueno que te gustaron ambos capítulos y que te diste el tiempo de leerlos juntos la verdad que así los publiqué para que se entretuvieran un poquito. Muchas gracias por leer y comentar. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.
Mayely León, Hola hermosa, por poco te pongo falta por primera vez, se me hizo raro no leer un comentario de tu parte, siempre eres de las primeras en comentar y se me hizo extraño que no dejaras tu comentario, me da mucho gusto el saber que estás bien, como todas andas atareada así que te entiendo, disfruta antes de que llegue la bb porque todo se triplica, pero vale la pena. Te mando un fuerte abrazo, saludos y muchas bendiciones para ti y tu familia.
Bueno hermosas por hoy me despido de ustedes pero prometo volver después con un nuevo capítulo para que vayan contando los capítulos restantes. 9 más y terminamos.
GeoMtzR.
