— ¡Bien! ¡Hora del próximo caso! —Kanae con una sonrisa salvó la situación antes de que se vuelva más complicada, una vez más, pues aunque era hábil distrayendo a todos y cambiando la dirección de la conversación, el insufrible de Fuwa Sho volvía a hacer insinuaciones raras con insistencia.
Para colmo, a Hana no se le habían quitado las sospechas de la cabeza aún, ni las ganas de vengarse, por lo que seguía mirando con seriedad a Kyoko y Sho y generando un ambiente incómodo que seguramente el público ya había notado. Eso podría ser catastrófico si no se controlaba.
Mientras tanto la "pareja de enemigos" intercambiaban miradas, Kyoko asesinas y él traviesas.
Kanae suspiró con menudo escenario en sus narices, y, fingiendo que su suspiro era por la historia que estaba leyendo, sonrió a las cámaras con resignación para comenzar a leer en voz alta.
— "Yo... Estuve enamorada de un patán, sí, un verdadero patán... Que se dio cuenta de mis sentimientos por él y los usó para aprobar sus materias..." —en ese momento Kanae empezó a sudar.
Oh, sí, sí, ya podía sentir esa pesada energía que se desprendía de Kyoko. Miró de reojo y comprobó lo que ya esperaba, Sho poco a poco se iba volviendo azul por falta de oxígeno, y así se dio cuenta de otra de las formas en la que ese chico sacó provecho de los sentimientos ciegos de su amiga. Suspiró y continuó leyendo preocupada, no es que la muerte de Fuwa Sho le molestara, pero no quería que fuese en público.
— "Entonces, él fingía ser mi amigo, me defendía cuando se burlaban de mi sobrepeso... Y todo era porque le interesaba conquistar a mi prima... Y una ocasión lo escuché intentando coquetear con mi prima, y ella le preguntaba si era mi novio, y él se comenzó a burlar de mí igual o peor que lo hicieron las personas de las que alguna vez me defendió... Así que bajé de peso, me veo mejor, y me vengué... Lo hice bien, pero no me llegué a sentir satisfecha... Y luego de varias cosas, lo hice sufrir, lo hice sufrir demasiado, se humilló justo como quise que hiciese, pero no me sentí feliz... Y ahora, luego de varias cosas, me pidió perdón, una segunda oportunidad... ¡¿Qué hago?!"
Kanae estaba arrepentida de haber leído ese caso. Ella lo sabía, ya se lo esperaba toda una declaración de odio al amor, una declaración de guerra al patán, la muerte del imbécil ahí presente... En resumen: un caos provocado por ese huracán llamado Kyoko Mogami. Pero de pronto toda la tensión comenzó a calmarse, y se escuchó un largo respiro. Sho la miraba expectante, Hana miraba a ambos analíticamente, y Kyoko se volvió a la cámara.
— Sí, entiendo a qué te refieres —suspira—. Verás, llega un momento en el cual ya no te importa la venganza... Y es que al final, la venganza no sirve de nada... No sirve... Más bien te impide avanzar y seguir con tu vida. Guardar odio, y esto es algo que aprendí a la mala, es como tomar un veneno y esperar que la otra persona se muera —sonríe—... Si perdonas eres libre... Y... Además... —se sonrojó al recordarlo—Alguien me enseñó —Kyoko sonrió como nunca antes—... Que si alguien se disculpa con sinceridad no hay porqué seguir enfadada, o con resentimiento. Además ya te vengaste, ¿no? —le sonríe a la cámara con las cejas arqueadas.
"¿Quién le habrá enseñado eso? Pues no creo que cualquiera la pueda hacer sonreír así..."
Shoko suspiraba mientras se recuperaba de esa montaña rusa de emociones. Pensaba en todo lo que había pasado hasta ahora sin poder creer aún que Kyoko haya vuelto a estar tras su representado.
Luego de eso terminó el programa, y Kyoko, como si él no estuviese ahí, se levantó, caminó hacia Kanae y ambas se fueron juntas. Cuando Sho se despertó de la ensoñación en la que estaba, viéndola irse, se encontró con la mirada de Hana, quien lo observaba como si lo hubiese visto golpear a un perrito; sin estar muy alejada de lo razonable pues en el momento en el que Mimori vea el programa le va a dar un golpe en el corazón.
Sho chistó los dientes y se fue en busca de Kyoko.
"No sé, Sho, parece falso..."
Miraba a su representado, quiso detenerlo, por su sonrisa al irse y por la dirección en la que lo hacía, ni necesitaba adivinar lo que pasaba por su cabeza, pero ella seguía sin estar convencida.
No se la creía, pero no podía bajar de su nube a ese chico.
Kanae detuvo a Kyoko en uno de los jardines de los estudios.
— ¡Mo, no te muevas de aquí! ¡Ahora tengo que discutir con los productores! ¡No quiero volver a conducir un programa!
— ¡De-de acuerdo! —respondió intimidada por la furia de su amiga.
Kanae suspiró y se fue corriendo, dejando atrás a Kyoko, en aquel jardín lleno de fuentes, arbustos y rosas fenomenales. Se sentó en el borde de una de las fuentes y sacó su celular, fue a la galería de fotos y se encontró con una que la hizo volar en sus fantasías: Ella y Ren en la casa embrujada, abrazados, perdón, bailando.
Y volvió a soñar despierta.
— No sabía que podrías se tan buena mentirosa—se ríe—, fue impresionante de presenciar
Kyoko dio un respingo al escuchar esa voz detrás de ella, se giró y —¡Oh, sorpresa!— era el Idiota #1. Lo miró inexpresiva, se levantó, dio media vuelta y comenzó a retirarse. Sho, por su parte, le continuó hablando mientras le seguía de cerca; pero no tanto porque seguro adivinaba que si lo hacía perdería la paciencia y le podría dañar la cara.
— Así que, al final, te gustó más de lo que desearías...
Ella lo miró confundida, no tenía idea de a qué se debía esa pícara mirada de su acompañante, ni porque se acariciaba los labios de forma extraña... Hasta que su mente se oscureció, no, es decir, su mente se iluminó con un recuerdo horrible y lo comprendió todo.
De inmediato hizo una mueca de desagradable realización en silencio, se golpeó la frente y apuntándolo con el dedo acusadoramente soltó su consternación.
— ¡Esto es...! ¡Shotaro! ¡¿No me digas que pensaste que eras tú?!
Sho se sintió confundido. El asombro en Kyoko se veía muy sincero, y de hecho lo era, pero se convenció de que eso se debía a sus habilidades actorales.
— Kyoko —suspiró con monotonía—, si no soy yo, ¿quién?
Kyoko se quedó muda.
No es como si decir la verdad no fuese algo que le gustaría. De hecho, en verdad que quería decirle al imbécil sobre Corn y lo que vivieron juntos para que deje de alucinar. No obstante, sabía que el muy "Sho" —no hay mejor forma de decirlo— no le iba a creer y que se burlaría de ella.
Se sonrojó ligeramente e inclinó la cabeza, pues de pronto recordó la sensación de él, de su Corn, en sus labios. Sublime, hasta que se confundió debido a que otra vez estos se mezclaban con sus recuerdos con Ren. Hizo una mueca confundida, negó con la cabeza ligeramente, y la volvió a alzar para mirar a Sho a los ojos.
— No creas que sabes todo de mí, Shotaro —sentenció con seriedad y luego, con un ligero rubor causado por el recuerdo del verdadero dueño de su corazón, se giró y continuó con su retirada.
Sho malinterpretó la reacción de Kyoko. Se sentía ya un ganador definitivo, por lo que la jaló del brazo y se acercó aun más a ella.
— ¿Me vas a decir que te soy indiferente?
Ella dio un paso para atrás y con sus dos manos lo alejó.
"¡Wow, wow, wow! ¡¿Qué con este?!"
— ¿De qué estás hablando...? —Kyoko lo miraba totalmente extrañada, y un poco preocupada— ¿Estás bien? —le tocó la frente para comprobar si estaba enfermo o algo.
— Por completo —la sostuvo de los dos hombros y la acercó más— Solo digo que —sonríe y acerca su nariz con la suya, mirando a sus labios—... Hay cosas que no se pueden olvidar —roza su nariz con la de ella y se aleja para mirarla con intensidad.
Kyoko se apartó lentamente mirándolo inexpresiva.
— ¿Shotaro...? ¿El beagle te estuvo haciendo algo?
— Kyoko...
— ¡Te dije que ya no me digas por mi nombre! —lo empujó de la nada— ¡Por culpa de esa pésima costumbre tuya casi nos metes en menudo lío allá! ¡Estúpido! —Kyoko le iba a dar una bofetada, pero él la detuvo.
— Kyoko, deja de negar lo evidente —se acerca de nuevo—, "donde hubo cenizas, fuego queda..."
Kyoko nunca había reído tanto en su vida como cuando escuchó tan descabellada frase.
— ¡Deja de reírte!
— ¡NO PUEDO! —a Kyoko se le iba el aire— ¡NO PUEDO CREERLO SHOTARO, TE TOMASTE MUY EN SERIO TU PAPEL DE ESTÚPIDO!
Sho, con la mano izquierda, la agarró de la cintura y la acercó a su cuerpo. Con firmeza tomó el mentón con la otra mano, para mantener su rostro cerca al de ella, muy cerca. Este acto sorpresivo acabó con las risas de Kyoko.
— Volviendo a lo importante... Ya lo sé —a Kyoko le recorrió una corriente eléctrica por todo el cuerpo—, no me puedes engañar... No me has olvidado...
Kyoko se quedó atónita por unos minutos, en silencio, y luego las risas volvieron a estallar.
— ¡No! ¡No, no, no! ¡¿Por quién me tomas, Shotaro?! ¡¿Quién es tan idiota como para caer en la misma trampa?!
— No lo sé... Pero... ¿Puedes decir lo mismo ahora? —se acerca peligrosamente.
— ¡Shotaro, de verdad que sabía que eras un imbécil, pero ahora me has sorprendido! —ríe— ¡Creo que te superaste a ti mismo en eso! ¡En el pasado me gustabas porque te i-de-a-li-cé! ¡¿Crees que ahora que veo la realidad, me volverías a gustar?!
— ¿En serio? —bufó—Entonces, enfréntame...
— Te enfrento...
Sho se acercaba cada vez más y la acorralaba, mientras que Kyoko ni se inmutaba, seguía ahí firme.
— Sí... Sigo sin nada que declarar.
— ¿Ahora? —se acerca todavía más y ella retrocede, hasta que siente que choca con algo puntiagudo.
Kyoko se gira sorprendida buscando el objeto con el que se hincó, encontrándose entonces con una estatua de Cupido apuntando con su flecha; y ella justamente había chocado con la punta de esta.
— ¡Ah! —mirá la estatua confundida y, luego de procesar la indirecta bien directa de la vida, se asusta, se vuelve hacia Sho, y se encuentra con él sonriendo satisfecho.
— Parece que te flecharon...
Kyoko pone los ojos en blanco y volvió a emprender su partida. Sho la seguía, por supuesto.
— Cupido ya se manifestó... ¿Por qué no lo aceptas? —bromeó.
Ella se quedó mirándolo extrañada por un momento, y algo perturbada. Más que la extraña actitud melosa de ese extraño espécimen de hombre, lo que la tenía prácticamente horrorizada eran unos, algo acelerados, latidos de su propio corazón.
— ¿Qué tienes, Shotaro... ?
"¡Maldición! ¡¿Por qué se me trabaron las palabras?!"
«No te alarmes ama, son las hormonas...»
— Una pregunta... ¿No dijiste que todos merecen una segunda oportunidad?
— ¡Shotaro! ¡No te entiendo! —luego recordó el último caso del programa, se dio una palmada— Realmente no puedo con tus estupideces, Shotaro... ¡Eso no que dije allá no tiene nada que ver con lo que pasó con nosotros! Todos merecen una segunda oportunidad... ¡Pero cuando aceptan sus errores y piden perdón!
— ¿Y si lo hiciese? —Sho cuestionó con una sonrisa desafiante.
— ¡¿Eh?! —Kyoko lo miró impactada— ¡Ah! ¡Esto...! —se sentía muy extraña por lo que estaba pasando— ¡Estás muy raro!
— Parece que la única que esta rara eres tú —se acerca a su oído—... Hace tiempo que no te veía sonrojarte por mí, Kyoko... Eso es tierno.
Kyoko iba a aclararlo, a negárselo, pero entonces apareció Kanae y se puso en medio de ambos.
— ¡Mo, vámonos!
Kanae miraba fulminante a Sho, quien solo miraba a Kyoko, con el ego cada vez más inflado. Al darse cuenta de que no era suficiente para romper la atmósfera entre esos dos, Kanae jaló a Kyoko lejos del cantante, quien solo se quedó ahí satisfecho con "lo que había conseguido".
— ¡¿Qué fue eso, Kyoko?! —cuestionó irritada una vez que ya estaban bastante lejos de los jardines.
La aludida estaba pensativa, totalmente perturbada y confundida.
"¡¿Qué cosa le pasa a ese?!"
No comprendía para nada la actitud de Sho pero eso quedaba en segundo plano, lo que más le importaba era... Ren.
"No lo sabe..."
Kyoko estaba aliviada, tal parecía que en realidad Sho no lo había notado. Sus sentimientos por su senpai seguían siendo un secreto, así que estaba a salvo, más o menos.
"Un problema menos..."
Sí, Kyoko seguía asustada por Reino. Se preguntaba constantemente qué era lo que planeaba, pero nada se le ocurría.
— Vaya... Fuwa, en serio que eres ingenuo...
— Perro del infierno... —Sho se tensó y, al voltear hacia de donde venía la desagradable voz, se encontró con Reino posado relajadamente en un árbol y comiendo una manzana.
— Fuwa, Fuwa, Fuwa... Tú ya perdiste —dijo mientras señalaba hacia detrás de Sho, y cuando Sho se giró se quedó atónito.
— Mal... Maldito... Yankee...
— ¡Sho! —exclamó Shoko.
Sho abrió los ojos, estaba con la respiración agitada. Miró a Shoko, quien estaba frente a él, preocupada... Todo había sido un sueño.
— ¿Sho?
— Shoko-san, ¿Sabes algo de los beagles?
Shoko lo miró extrañada.
— ¿Los Beatles?
Sho se comenzó a reír contra todo pronóstico.
Estaba preocupado, pero de repente se imaginó a Reino y a su grupo cruzando la calle, como en esa famosa foto de ese álbum antiguo, y no pudo evitarlo.
Cuando se calmó, recuperando la seriedad se lo aclaró.
— No, Shoko... Vie Ghoul...
— Oh —Shoko se puso nerviosa pues temía que Sho deteste al noticia—... Lo último que supe es que estaban en Nueva York para hacer parte del soundtrack de... Una película americana... Con Kuu Hizuri...
Sho suspiró, asustando a Shoko, pero más le asustó lo que él dijo.
— Que se queden ahí...
— ¿Sho...?
— ¡Fuwa-san! ¡Al plató!
Sho a regañadientes se fue donde sus fanáticas lo esperaban, mientras Shoko lo seguía observando, mirándolo de forma maternal, bastante preocupada. Mucho más que antes.
