"Evidentemente el genio no es del todo sino tiene una inspiración"
El proceso
—Frank Kafka—
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Capítulo: XXXVII
Imaginaciones suyas, se decía Levi. Imaginaciones suyas cargadas de una ligera culpabilidad que lo asediaba todavía aún más fuerza al ser sincero con Hanji. Sus imaginaciones le decían que aquella mujer estaba un poco distante, un poco confusa, un poco de todo: imaginaciones suyas, se seguía diciendo Levi para no entrar en pavor. Porque, aunque disfrutaron del viaje, conversaron y mucho más: de manera superficial percibía una leve desazón en Hanji cuando por momentos le rehuía a su mirada y sin embargo después estarían comiendo apacibles. Solo pequeños detalles como aquel, como la mirada escondida lo hacían pensar demasiado. Quizás debería entablar una conversación más profunda respecto al tema y averiguar si ella todavía tenía dudas. Ya, lo tenía decidido solo le restaba seleccionar el momento idóneo. O, quizás debería reformular y examinar sus evidencias objetivas respecto al tema, si acaso no era él pensando demás sobre que Hanji pensara de más.
En la madrugada de ese día que empezaba, arribaron finalmente a su ciudad, el cielo ennegrecido y frío les brindaba una silenciosa bienvenida. Entre el desembarque y todo el trámite que suponía salieron del aeropuerto bien abrigados contrastando con el clima tropical que durante las semanas pasadas disfrutaron. En el estacionamiento tomaron un taxi, Levi se negó a que el señor Sebastián fuera por ellos ya que consideraba que no sería bueno para el hombre conducir de madrugada por el esfuerzo extra que necesitaba para ver el camino. Llegaron y se despidieron rápidamente cada uno a sus habitaciones, dejando las maletas de lado para después, tomaron baños y sumergidos en la suavidad del pijama y el edredón quedaron a estancias del sueño hasta que amaneciera y fue Levi el primero en levantarse para realizar su ronda de ejercicio a su vez que examinaba —como por costumbre— el estado de la casa y de la perrera, creía que debía renovar el césped natural de dónde habitaba su canino.
Más tarde, después de tomar un ligero desayuno, empezó a trabajar. Tomó su laptop y se dirigió a su estudio, abrió el aparato y cuando por fin se mostró la pantalla encendida se mostró ante sus ojos la imagen que tenía como fondo de pantalla: era una fotografía de Dave dando la espalda al hipódromo del Churchill Downs, estaba en contra luz por tanto su rostro bonito estaba un poco opacado en tonalidad, pero nada restaba el brillo de esa sonrisa que demostraba lo entusiasmado y feliz porque se encontraba allí. De eso apenas ni dos meses transcurrieron, pero Levi cada que observaba la fotografía rememoraba con tanta avidez esa pequeña travesía durante las carreras de equinos que hicieron juntos, solos los dos, padre e hijo.
Sonrió.
Si se ponía a revisar su carpeta con fotografías familiares se encontraría también con unas que Gretchen le tomó cuando ella le aplicó en el rostro algunas mascarillas que según le darían beneficios a su piel que envejecía. Estaba seguro que muy pronto anexaría todas las fotografías y los vídeos que hicieron mientras estuvieron de vacaciones y las más memorables las enviaría a imprimir para colocarlas en cuadros y dejarlas encima de la chimenea.
Regresó de inmediato, dejando de lado su ensimismado corazón, al trabajo: revisando su agenda virtual programada por su ahora nuevo asistente en virtud de que Nifa ahora trabajaba de la mano con Gretchen. Levi se sentía tranquilo al dejar a su hija con ella, sabía que le enseñaría y la guiaría durante los trayectos en que él no pudiera estar. Y aunque sabía que Gretchen se esforzaba por aprender, todavía tenía un largo camino que recorrer para manejarse mejor. No estaba mal, así sería el curso normal del aprendizaje. Y porque hasta ahora a sus años de vida, de una u otra manera se consideraba a sí mismo como un aprendiz: como persona, como tío, como padre, como compañero de fórmula con Hanji y algo más.
Más tarde dejó de lado sus pendientes para bajar y reunirse con su familia en el jardín a tomar otro desayuno más cargado. Rod se mostraba feliz ante ellos, pues corría de un lado a otro, siempre regresando a dónde Dave para morderle superficialmente los dedos de sus pies. Desayunaron. Luego, Dave corrió a su habitación y bajó de nuevo llamando a las tres mujeres del servicio, él se quedó con ellas en el pasillo que daba a las habitaciones del personal de servicio.
—Esto es para ti—. Anunció Dave con voz animada a Dennis, le entregó una bolsa de regalo verde agua.
La mujer abrió los ojos de sorpresa y se mostró feliz ante el presente que le entregaba el joven quien continúo entregando a las dos restantes sus respectivas bolsas en dónde se hallaban postales de Natal, dulces de Pipa, café en grano de Colombia, recuerdos y demás objetos de interés sobre las tortugas gigantes de Galápagos, además, un juego de bisutería brasileña.
—Lo siento, sé que no es mucho, es lo que pude comprar con mi mesada—. Había adoptado un semblante más temple.
—Oiga, no sea tan modesto niño—. Le recriminó burlona Margarita a Dave. — Se ha acordado de su sirvienta, ya es suficiente con eso, pues.
—No lo digas así.
— ¿Pero, y es que no es así? ¿Cómo quiere que lo diga? Somos sus sirvientas niño—. Secundó Dennis.
—Es decir, sí—. Articuló con torpeza.
—¿Ya, ya ve? No tiene nada malo ser sirvienta, es chamba digna que da de comer.
El menor se rumió los labios con los dientes, vaciló antes de hablar.
—Lo siento creo que dudo mucho porque les traje muy poco, en cambio, mi padre les trajo mejores regalos.
Las tres mujeres se miraron entre sí, gesticulando expresiones de contradicción ante la posición tan lastimada que el niño les mostraba.
…
Por algún sitio asomó Hanji, habló con Levi respecto a la pronta venida de la familia Zacharius y la intención de Mike por llevar a cabo un asado entre ambas familias en la tarde por lo cual de inmediato Levi se puso en contacto con su amigo para coordinar la reunión intempestiva. El hombre rubio manifestó no tener inconveniente en llevar carnes y algunos otros ingredientes. Después del mediodía de ese domingo, Levi dejó de lado su trabajo en la computadora para dedicarse a cerciorarse de que la limpieza de los asadores que encargó a Dennis estuviera acorde a sus expectativas, para finalmente mostrarse satisfecho.
Un par de horas luego, se dio apertura a los Zacharius y después llegó Marco a quien antes ya Gretchen había anunciado que asistiría; también llevando una contribución.
—¿Así luce la carne de soya? No le veo mucha diferencia con la carne de animal, aunque en olor, innegable, que no podría alcanzar a esto—. Expresó Mike aspirando hondamente el olor a carne ahumada proveniente del asador.
Hanji sonrió y depositó en la parrilla la carne de soya.
—Al final tiene un buen sabor, muy similar a esa otra—. Señaló haciendo un gesto de alzar la punta de su nariz. — Quizás y un día tengamos que comer solo carne de soya.
A ellos dos se sumó Levi llevando un par de cervezas en lata bien frías, entregó a ambos una lata: reparó en la apariencia de su amigo; gafas de sol, camisa blanca de algodón, unos pantalones que le llegaban a las rodillas dejando a relucir sus piernas cubiertas de vello, y esas sandalias Crocs que le daban el excelente toque de un padre cuarentón encargándose del asado en los domingos: como de película.
—Hay flores de Jamaica, dijiste que querías algo para hacer una bebida—. Inquirió Levi a Mike.
—¡Estupendo! A eso le agregaré algo cítrico, limón o naranjas, unas hojas de menta, algo de licor, solo un poco. Pero haré dos, para nosotros y para los chicos sin alcohol. Cómo ves, tendremos cordero ahumado, hamburguesas, unas salchichas argentinas que son deliciosas junto con una ensalada de judías y papas—. Explicó Mike alzando la mano y moviéndola ligeramente dando a entender que visualizaba aquello de lo que hablaba.
—Ha desarrollado aires de Bobby Flay—. Comentó un poco alto para que la escucharan, conteniendo la risa y sentada en la orilla de la piscina. — Pero ha aprendido trucos buenísimos, por tanto, cocina muy delicioso mi esposo.
Ante aquella reseña Hanji no podía evitar querer entornar la mirada hacia Levi como para decirle algo como: ¿Ves? No es tan difícil. Pero no se atrevía, no todavía, no aún, quizás después. Y es que se estaba presionando para no mirarlo que al final Levi lo notó y le pellizcó la tela de la blusa y ella agitó su brazo para repeler a ese hombre a su vez que escondía el rostro burlón en la parte interna del codo. Mientras los integrantes del matrimonio se miraron entre sí, Nanaba sabiendo que era así por la nariz alzada de Mike hacia ella y la sonrisa de media lado característica de su expresión facial cuando hallaba algo interesante en el entorno.
Se pasó la mano por la cara en razón de esa gota de agua que escurría por sus mejillas y se sumergió de nuevo en la piscina, escuchó los sonidos, las risas y el hablar de los demás un poco distorsionado debido al taponamiento del agua en sus oídos. Con sus brazos puestos a manera de un volante emergió del agua, soltó el aire contenido en sus pulmones e inhaló nuevamente aire. Mediante brazadas y chaputeleteos fue acercándose hasta dónde estaba su pequeño hijo sostenido con un flotador en forma de pato acompañado por su hija Raylee y Dave que jugaba con el niño: haciéndole gestos divertidos mientras narraba una historia inventada sobre el pato y el conejo de goma que tenía en las manos. La mujer se condensó a escuchar la narración de Dave, y observar los gestos que hacía su niño; su pequeño rubiecito de mejillas sonrosadas y labios rojos: había formado una relación bonita y estrecha con Dave, como hermanitos. Y se notaba fácilmente cuánto el mayor lo quería.
—Tengo que decirlo Dave; te queda perfecto el papel del hermano mayor—. Dijo y se sumergió, no alcanzó a divisar la reacción del nombrado. Reapareció del otro lado del niño para tomarlo por sorpresa, Max sonrió ante su ocurrencia—. Hola chiquito~ ¿Cómo se encuentra usted? Le gusta mucho esta piscina ¿no es así?
El sol pleno de la tarde brindaba brillo a la superficie del agua movida por pequeñas ondas producto del movimiento de los cuerpos inmersos en esa gran masa pesada de líquido.
—¿Ya se lo va a llevar? —. Preguntó Dave.
Nanaba afirmó con la cabeza mientras empujaba el flotador con su hijo hacia la orilla.
—Pueden jugar después. Max ya ha estado mucho en el agua y sus piecitos están arrugaditos! ¡Ahora naden ustedes!
Dave y Raylee se miraron entre sí y se salpicaron agua en el rostro, las risas saltaron igual que ellos en el agua. Tomaron distancia y Raylee lanzó la pelota inflada hacia él quien por segundos asestó el golpe preciso para devolver la pelota a su contrincante. Unos metros más allá, Gretchen regresaba de la casa seguida con un Marco en ropas casuales. Él llevaba en sus manos una bandeja de cerámica blanca alargada y vacía. Gretchen pasó cerca de la piscina.
—Hice gelatina tres leches~— su voz se volvió cantarina. — Debería estar completamente cuajada en un par de horas—. Señaló con el índice a Dave y a Raylee y siguió de largo hasta la cocina al aire libre dónde su padre ayudaba a Hanji llevándole algo que ella necesitara.
En un par de sillas de piscina estaba Nanaba con su hijo, desvistiéndolo de la pequeña pantaloneta que usó. El niño solo se reía, y no paraba de señalar a su padre. Pronto lo envolvió en una toalla celeste y se lo llevó a dónde Mike estaba.
—Aquí está papá, pronto te servirá algo muy rico—. Dijo Nanaba. — Hanji, usaré uno de los baños—. Anunció como pidiendo favor.
Hanji se giró hacia ella.
—Ya sabes cuáles son las habitaciones de huéspedes, escoge cualquiera con confianza.
Detrás de Hanji, Levi con la mirada en el asador asentía brevemente.
—Marco ayúdame a colocar la mesa—. Inquirió Levi, cerró la llave y buscó una servilleta de papel para secarse las manos.
—Sí señor—. Respondió de inmediato.
—Iré por las vajillas, me adelanto—. Terció Gretchen, al final su comportamiento relajado daba a entender que se sentía en confianza con su padre como para dejar a su novio con él.
Arreglaron la mesa ambos hombres, colocando platos, vasos, cubiertos, servilletas y un jarrón de cerámica con flores artificiales. Después Hanji y Mike fueron llevando las bandejas alargadas de cerámica que contenían las carnes, la ensalada, el pan pita tostado, y las hamburguesas vegetarianas preparadas. Faltó colocar las dos jarras de cristal translúcidas que permitan observar su interior: una refrescante mezcla de los ingredientes que Mike precisó para la bebida, las hojas de menta le daban ese toque de vibrante y saludable. A la mesa en el jardín se acercaron las dos familias, teniendo que anexar alguna que otra silla para que pudieran caber.
—He separado también para las chicas, ya le dije a la señora Clarisse que muy bien pueden merendar con esto—. Dijo Hanji a Gretchen, mostrándole la bandeja de carnes asadas que tenía por separado.
—Muy bien, entonces... me lo llevo dentro, seguramente van a querer comerlo antes de que se enfríe—. Susurró con emoción Gretchen. —¡Niños! La mesa está puesta, salgan a escurrirse el agua—. Inquirió a quienes todavía estaban jugando en la piscina.
Los nombrados se apresuraron a salir de la piscina, brincaron para sacudirse el agua. Luego, Dave tomó dos toallas y una le extendió a Raylee.
—Aquí afuera hace frío—. Dijo él, su voz comenzaba a temblar un poco.
Pronto el cuerpo fino de Raylee fue cubierto por la tela toalla.
— ¿No podemos comer en la piscina? —. Ella rio. — Bromeo, al señor Levi le molestaría.
—Un poco, sí—. Respondió con el mismo tono burlón.
Ambos jóvenes se encaminaron apresurados hacia dónde estaban los demás ya sirviendo en platos individuales. Levi se los quedó mirando a ambos, por el agua que les escurría del cabello y que sin dudar mojarían la esponja de las sillas por lo cual buscó sillas de mimbre para que no hubiera problema con la humedad. Al poco rato se sumó Nanaba seca y cambiada junto a su hijo, el pequeño Max que se mostraba impaciente ante el hedor exquisito de la carne.
—Este es para ti mi amor—. Indicó señalando el plato Hanji a su hijo. — Nos sentaremos juntos.
—Se ve muy jugosa—. Sus ojitos se mostraron fascinados ante su hamburguesa y la ensalada.
—Y está muy jugosa, te preparé otra por si no te llenas.
Mike se encontraba rebanando el tronco de cordero y su esposa iba colocando una porción del mismo en los platos. El sol empezaba a bajar la intensidad, pero aún les brindaba su luz, realzando los colores verdes y amarillezcos del césped, el rosado pastel de las flores y los arbustos que con el viento mecían sus hojitas. En medio de la comida fueron hablando sobre el viaje de los Rivaille, ya Mike postulaba que debían realizar vacaciones entre ambas familias, y Levi pensó que tendría un tiempo muy ajustado para sus planes a futuro y eso era porque al parecer, su hijo y Hanji estaban emocionadísimos con la propuesta de Mike.
Nanaba introdujo un trozo delgado y pequeño de cordero en la boca de su hijo.
—Ve—. Inquirió muy bajito Levi a Rod.
Levi lo siguió con la mirada disimulada caminando alrededor de la mesa, el canino mantenía una poca distancia de los invitados hasta cuando llegó hasta cierto individuo que tenía la mano bajada; sigiloso se acercó y emboscó la mano haciendo que Marco se exaltara y alzara su brazo para examinar su mano.
—¡Rod! — Espetó Gretchen y el canino aulló bajando la cabeza.
—No te preocupes, seguro es por el olor del asado, mira no tengo nada—. Inquirió Marco mostrando el dorso y la palma. — Me lavaré y no pasó nada.
El canino regresó a dónde Levi quien se levantó y le dio una ligera reprendida para llevarlo de nuevo a la perrera.
—¡Guau Guau! —. Exclamó el pequeño Max alzando los brazos sentados en las piernas de su padre.
—El guau guau—. Prosiguió Nanaba.
—Rod tiene todas sus vacunas y refuerzos, por si te ha llegado a rayar la piel con los colmillos—. Inquirió Levi caminando con Rod, pero Dave quiso irse con ellos.
—Pero no lo mordió de verdad, no lo castigues—. Tenía en su voz el indicio de imploración Dave.
—Imagina que pueda hacer lo mismo con Max, a él sí podría dañarlo. Mañana me ocuparé de examinar mejor su comportamiento y si se requiere un profesional. Ahora se quedará aquí—. Se refería a la perrera. — No es castigo rudo.
La tarde culminó, los jóvenes se despidieron a otras actividades fuera de la piscina, como jugar videojuegos mientras los adultos se interesaron en el agua burbujeante y tibia del jacuzzi. Con la oscuridad en el cielo reinando, las luces bajo el agua fueron encendidas; un color azul fuerte combinando con otras luces más claras: si Nanaba se empecinaba en agudizar la visión sería capaz de mirar la profundidad de la piscina. Ella regresó de nuevo su mirada a su marido quien poseía una expresión relajada en el rostro. Hanji que parecía querer aumentar las burbujas y la tibieza del agua siendo frenada por Levi, quien prefirió quedarse fuera, solo sentado en una de aquellas sillas de piscina.
—¿Crees que Max esté llevándose bien con Gretchen? —. Inquisitiva se mostró Nanaba.
Hanji emergió las manos del agua y las alzó mostrando las burbujas que se le habían pegado al brazo.
—Gretchen es muy dulce con los niños, muy seguro es que sí—. Respondió ella.
Mike dio una señal para afirmar lo que decía Hanji mientras más se relajaba ahí. Acercó un brazo hacia su esposa, la haló un poco para hacerla recostar a su lado. El hombre alzó la mirada, la luna parecía mirarle y las estrellas con su manto brillante le brindaba bienestar. Una copa de vino se plantó cerca de su oreja, Levi le extendió aquella que él tomó.
Dentro de la casa, Dave se encontraba en su habitación con Raylee, sentados en la alfombra y con palancas en las manos observando la pantalla.
—¿No te molesta? —. Preguntó Raylee, siguiendo la conversación sin dejar de vista el juego.
Se escuchaban ruidos de disparos, propios de Grand Theft Auto.
—No. Al principio sí, se sentía un poco extraño o quizás era porque sabía que tenía un aparatito implantado en mi pecho—. Hizo un ademán inconsciente a querer frotarse cerca del corazón.
—¿Y no tienes que operarte de nuevo?
—Solo para el repuesto de la batería. Mi mamá dice que el modelo que tengo por lo menos debe durar diez años.
Un par de jovencitos que a pesar de conocerse desde siempre tenían muchos puntos que desconocían del otro.
—¿Y tienes cicatriz?
—Sí, pero casi no se nota. Aunque cuando toco aquí— se señaló— puedo sentirlo claramente, ja, ja, ja, eso es raro—. Dijo y visualizó el término de la partida.
—No me has enseñado tu cicatriz—. Dijo rápidamente, dejando la palanca en la alfombra y desviando su mirada hacia el glacial que tenía el otro en el ojo. — ¿Es por eso que siempre usas ropa arriba incluso en la playa?
Dave hizo una mueca de contradicción.
—No, no es por eso. Solo que no me gusta andar sin camisa. Es más pequeña que esto—. Señaló la primera articulación de su dedo índice. — ¿Ves? Es muy pequeña.
La joven tomó la medida en su índice.
—Tu dedo parece más largo—. Comentó ella, realizando la comparación. — Muéstrame, no tienes que quitarte la ropa.
Dave se preguntaba el porqué de la insistencia en el tema por parte de ella. Menos mal y no le preguntaba por su cicatriz de apéndice, pensó y empezó a sacarse el buso negro con capucha dejando a la vista una camisa ligera de algodón celeste; agarró con sus dedos el cuello de su camisa y la estiró.
—¿Qué pasó con el chico que me contaste? —. Preguntó, observó los ojos de ella puestos en los suyos por unos segundos y que luego bajaron.
—Yo creo que no le gusto—. Dijo, se notaba el desánimo que aquella pregunta le produjo. — Hueles a talquito—. Agregó con una risilla debido a la cercanía con él.
—¿Y por qué crees eso? ¿Te lo dijo? —. Indagó, tenía los cabellos rubios muy cerca de su nariz que le hacían cosquillas, casi apropiándose de ese olor a yogurt seguramente del shampoo que ella usaba.
—No, solo es lo que creo por cómo se porta conmigo—. Inquirió ahora viéndolo a los ojos. Tomó el cuello de la camisa de él estirada que daba apertura a mirar por debajo de la ropa: halló una piel linda, clavículas marcadas y en el centro de sus pectorales, un poco hacia la izquierda, la cicatriz que buscaba: pequeña, apenas un rastro de una incisión que tenía un color rosado muy suave.
— Parece que sobresale un poco.
—Pues sí, ya te dije que se siente—. Inquirió rápidamente.
Raylee soltó el cuello de la camisa que retrocedió cubriendo de nuevo la piel.
—A ver cómo se siente—. Dijo para si misma y colocó la palma de su mano ahí, brevemente percibió los latidos de ese corazón. — Es extraño de verdad—. Comentó riendo un poquito.
Frente a frente, Dave podía observar mejor el rostro de muñeca que tenía, ese cerquillo recto que ocultaba un poco sus cejas y los labios que tenían esa peculiar forma de corazón que los hacía muy vistosos.
—¡Me dan miedo las cirugías! ¡Mucho miedo! —. Exclamó ella.
—A mí también me daban miedo, ah no, si les tengo miedo, aunque me han operado algunas veces—. Quiso armonizar el ambiente.
De pronto una tercera presencia se hizo notar en la habitación, la señora Clarisse entraba con pasos pesados, llena de garbo y, juzgando por su mirada, llena de rectitud: examinando al par de efebos por su cercanía consumida.
—Dave—habló la mujer con esa voz calma inundada de pesadez— ¿Quién te ha enseñado a ti que las visitas se reciben en la habitación? Y más si se trata de una señorita.
Ante la pregunta el mencionado halló un atisbo de reprimenda que hacía buen tiempo atrás no recibía.
—Pe-pero le pregunté a mamá si podíamos venir a jugar videojuegos y me dijo que sí. También dejé la puerta abierta como mi papá me dijo—. Inquirió las oraciones para hacerse validar al tiempo que se colocaba de nuevo el buso negro.
La mujer alzó un poco la nariz y una ceja, exhaló aire de las fosas nasales de manera ruidosa.
—Tu hermana está abajo, en tal caso, ella debería estar aquí con ustedes o ustedes con ella. ¿Eso no te dijeron tus padres? Definitivamente, Levi está muy blando—. Se giró y salió de la habitación caminando a paso acelerado.
Durante ese minuto Raylee se había vuelto muda, era bien sabido para Dave que en frente de personas mayores la muchacha guardaba mucho silencio a diferencia de cuando se encontraban solos o con lo demás chicos.
—¿Y qué hacemos ahora? — cuestionó ella.
—Nana Clarisse es así, aunque si hubiera querido sacarnos ya lo habría hecho. Así que... no sé. ¿Quieres jugar Mario Kart?
La pregunta era completamente lo opuesto a lo que Raylee creería que escucharía, pensaba que tal vez el muchacho le diría que deberían bajar. Un par de minutos luego, escuchó la vocecita de su hermano llamándola a ella, ingresaba al dormitorio acompañado por Gretchen y el novio de ella que llevaba unos vasos de cristal con gelatina, entregando uno a cada quien.
—¿Nana te mandó? —. Preguntó Dave curioso.
—¿Como sabes? —. Bromeó. — Estábamos viendo Pocoyo con Max, pero me parece una excelente idea unas carreras aquí—. Dijo enfatizando la mirada en el videojuego. — ¿Me dejan jugar?
Con aquellas tres presencias en la habitación seguramente la señora Clarisse estaba más tranquila, retirándose del lugar.
Apenas un par de horas transcurrieron y Gretchen se durmió junto a Max en la cama de Dave. Cerca de las nueve y media de la noche, Marco se retiró de aquella casa dejándola dormida y encargada a su hermano menor.
—Disculpa, me tengo que retirar—. Le había dicho a Dave estrechándole la mano.
Y como de nuevo se quedaron solos (con sus respectivos hermanos dormidos en la cama) por tanto, retomaron la conversación de la persona de la cual Raylee hablaba con mención especial de un gusto en particular. Dave estuvo tentando a contarle sobre la situación por la cual él atravesó con la joven de la comunidad, quizás como una guía para su amiga: situación que solo había hablado con Gretchen.
Al final el tiempo no le ayudó, Nanaba había llamado a Raylee por su teléfono móvil para que bajara, ella y Mike estaban casi listos para salir. Raylee quiso tomar a su hermano en brazos, pero de nuevo Dave se le adelantaba.
—Tú puedes tenerlo todos los días—. Fue la oración que le dijo en tono de súplica para que le permitiese llevarlo.
Gretchen apenas y se removió un poco cuando tomó a Max de su lado para recostarlo en su hombro y salir de la habitación junto a la jovencita de su lado, ella llevaba una maleta. Cuando bajaron, los adultos los esperaban fuera, en el pasillo de entrada a la casa. Mucho viento asoló los cabellos de los jóvenes y Dave abrigó aún más a Max quien iba abrazado a un peluche Mickey.
Levi vio el peluche y se rememoró a sí mismo con su hijo, a Hanji la imagen le produjo mucha ilusión.
—No. Puede llevárselo. A Max le gustó mucho—. Dijo Dave cuando Nanaba le intentaba devolver el peluche.
—¿Estás seguro? —. Inquirió Nanaba.
—Sí, yo no lo uso. Lo tenía guardado, pero está muy limpio así que no tiene polvo—. Agregó el muchacho.
—¿Estás seguro? —. Ahora fue Hanji quien insistió.
—Si mamá, estoy seguro. ¿Por qué? —. Interrogó, tenía en la boca una sutil sonrisa.
El joven no podría imaginar las emociones que podría en su madre causar la acción de que regalase un peluche, no un simple y escueto peluche con cara de ratón: el valor emocional depositado en el peluche era inmenso para Hanji, con alrededor de quince o dieciséis años cuando lo compró junto a Levi en un mercado de pulgas haciéndole ilusión de que era para su hijo y que a pesar de los años transcurridos se mantenía en buen estado siendo el testigo y amigo de Dave en muchas de sus vicisitudes y vericuetos, así como también de buenos tiempos desde sus primeros años de vida. Y a pesar de que Dave lo dejó de lado cuando se hizo un adolescente, no se deshizo del peluche manteniéndolo en un espacio alto y en un rincón de su armario.
—Por nada, por nada—. Trató Hanji de disimular su tristeza, aunque intentaba tomar la postura de Dave.
La familia Zacharius se marchó, otorgando a la gran mansión un poco de mayor quietud.
—No querías que regalara el peluche—. Inquirió repentinamente Levi. — Debiste decírselo.
Hanji alzó la cabeza, se había quedado bastante tiempo observando la maleta que Levi guardaba en el asiento posterior de su auto. Pensaba, y pensaba. Llevaba un rato pensando en por qué Levi todavía insistía en regresar a su apartamento y no quedarse en casa de una vez y por todas.
—No creo que debiera imponérselo, pero si te voy a decir que tengo ganas de que regrese el Señor Ratón a dónde estaba—. Admitió y luego se silenció cuando se percató del doble camino que su discurso podría contener.
De manera inconsciente creyó referirse a Levi también: que regrese a su casa, no consideraba necesario que siguieran aparentando una distancia que hace mucho dejó se ser evidente entre ellos.
Aun así, Levi, insistía en su insistir.
—Quizás algún día regrese el señor ratón—. Agregó el hombre, y reparó en los ojos de Hanji, escudriñando su sentir.
—Mm
Y luego hubo más silencio. Levi se subió al auto, cerró la puerta y encendió el motor. Se quedó un rato ahí sin pisar el acelerador, tenía su brazo puesto en la ventana, su mano tendida hacia afuera como si quisiera alcanzar los dedos tibios de Hanji en medio de tanta serenidad. Hablando finalmente:
—Espérame un poco, aún tengo algunos pendientes por resolver—. Fue lo que dijo para terminar la conversación y acelerar suavemente, antes habiendo tomado la mano de Hanji a manera de despedida.
Después de unas semanas viajando por algunas ciudades, la ausencia de Levi se le hacía amarga, tanto como en un principio cuando se separaron, con la diferencia de que está vez su relación era diferente.
Lo vio marcharse, no escuchó más el sonido del motor de ese auto y que fue reemplazado por las copas de los árboles en movimiento.
...
La vida continúa su habitual ritmo alrededor de todos, sin excepciones, sin postergaciones varias. Levi inmerso en sus pensamientos idílicos respecto a Hanji, después del viaje no estaba seguro cómo proceder: era inminente que su cercanía afectiva estaba afianzada y además enraizada. Seguramente ella también tendría que tener algún tipo de pensamiento similar, lo notó cuando se despidió de ella el domingo. Al siguiente día sopesó la posibilidad de invitarla a cenar, pues, quería aprovechar los días que estaría en la ciudad. Habiendo revisado su agenda preparada para los próximos dos meses tendría un tiempo muy ajustado y eso no le agradaba.
De repente Levi se veía a sí mismo como un joven que buscaba o afrontaba esa necesidad de rehuir a la responsabilidad. Aunque siempre fue un hombre fidedigno y responsable de su labor, ahora no tenía los mismos deseos de antes. Se preguntaba si acaso estaba conforme con su ritmo de vida a causa de su profesión. Que si bien era cierto le produjo incontables triunfos que llegaron a enorgullecerlo como recientemente: el reconocimiento que le otorgó la revista Forbes y además de que podía valerse de su dinero trabajado para las causas que apoyaba.
¿Deseos de jubilación?
En fin, cenó con Hanji dos ocasiones a escondidas de Gretchen y Dave en esa especie de relación clandestina a espalda de los hijos como se habían mantenido durante los meses anteriores: por la razón de no formar expectativas en ellos que al final Hanji y Levi no estaban todavía enmarcados en una decisión.
Un sábado Hanji se presentaría en una ponencia de un seminario al cual fue invitada por una colega. Se lo mencionó a él y él asistió al evento siendo uno de los primeros asistentes, tomando asiento en las primeras filas. Su presencia supuso una gran sorpresa para Hanji puesto que al solo decirle no pensó que en realidad él podría ir. Fue la primera expositora de la jornada y por ello había mucha tensión en el escenario. Desde el podio, tomando el micrófono y hablando para el público por un momento se quedó en blanco al recordar la presencia de Levi, más al segundo se propulsó para mostrar todo el potencial que tenía de si: era una mujer completamente apasionada, llena de conocimientos y práctica. Se mostró, luego, en confianza con el público por lo cual se desplazó por todo el escenario con total tranquilidad.
Hanji debió ser dos veces cortada por el tiempo que ya se le había terminado, pero ella seguía hablando. En el público, Levi no pudo evitar soltar una sonrisa que supo disimular con los fuertes aplausos que inundaron el auditorio. Y luego sobrevivieron las preguntas a las cuales Hanji respondió con la misma efusión que antes.
—Si tu ponencia se daba en la tarde no hubiera podido venir a verte—. Dijo Levi al instante en que Hanji se sentaba a su lado.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —. Preguntó entre risas, en breve desvió la mirada hacia el siguiente exponente. — ¿Crees que hablé mucho?
Las luces del auditorio eran más oscuras ahí donde estaban sentados.
—Las personas estaban impresionadas, de alguna manera lograste captar la atención de todos, eso es bueno ya que no es sencillo mantener la atención del público tan enfocada durante cuarenta minutos—. Explicó Levi, dirigiéndose hacia ella quien lo escuchaba atentamente.
—Gracias—. Apenas pudo decir por el ameno vibrato de armonía y felicidad que estaba experimentando.
Ambos junto al público escucharon la ponencia hasta el culmino, la ronda de preguntas y luego, cuando todo el público salió del auditorio para recibir un refrigerio, Levi tomó el helado que le ofrecieron y le pidió a Hanji un momento para alejarse un poco de las personas.
—Tengo que irme ya, de lo contrario iríamos por el almuerzo—. Anunció y miró alrededor de ellos en busca de que no hubiera personas cerca. — Ya me despedí de los niños.
—De acuerdo—. Inquirió ella. — ¿A dónde irás?
—A España, creo que demoraré en regresar quizás más de un mes—. Sintió humedad en sus manos y un ligero cosquilleo en el estómago que quería ahogar. No podía irse sin antes decirle algo tajante a Hanji. — ¿Hanji?
Y la mencionada dio un respingo.
—¿Sí, Levi? —. Preguntó siendo presa también de nerviosismo ante esa despedida.
Hubo segundos de silencio ensordecido en ambos, apenas y la respiración algo pesada de Levi se hacía eco en los oídos filosos de ella.
—¿Podrías esperarme un poco más? —. Preguntó rápido, casi mordiéndose la lengua, pero estuvo seguro de que ella pudo escucharlo con nitidez. — Cuando regrese, vamos a hablar de algo.
Y el corazón a Hanji le latió desaforado al escuchar esas palabras que fueron acompañadas por un beso en su mejilla por parte de Levi, un poco rápido y que sin duda todavía podía sentirlo; sus tibios labios rosándole el cachete.
—También podemos hablar por teléfono—. Intentó contrarrestar su emoción con una oración jocosa.
—Sí, tampoco está mal—. Respondió con el mismo tono simpático quedándose quieto mirándola. —Me tengo que ir—. Repitió.
Y Hanji decidió acompañarlo hasta la salida del edificio, casi pidiéndole que le regale el helado que le dieron a él. Sin embargo, Levi pareció que estaba olvidando algo y la llevó consigo hasta el auto estacionado; abrió la puerta del conductor y metió medio cuerpo buscando algo, una cajita alargada que le dio a ella.
—¿Una rosa? —. Indagó al destapar la caja.
—Es de caramelo y está fresca—. Inquirió.
—Gracias Levi— Dijo y finalmente Levi se iba. Hanji se mordisqueo los labios, tenía tenía en su pecho la necesidad de aventarle a él algo que no le había respondido. Inhaló hondo y en un segundo formuló su oración cuando cuando Levi enlazo con ella su mirada por última vez—: te esperaré.
Fuerte y sucinto lo escuchó Levi, marchándose con una ligera sonrisa y la tranquilidad que reinaba en su rostro.
...
Con relativa frecuencia realizaba videollamadas con Mikasa por las noches, más aún cuando tenía algunas cosas que contarle y enseñarle a través de la cámara de su laptop; sus dibujos en digital, sus pinturas en lienzo, las galletas que mejoró en su preparación, la reciente pequeña remodelación que hizo en su habitación cambiando los colores de las paredes a tonos cálidos, las fotografías que tenía del equino y, ahora, algunas cuantas fotografías que había tomado y revelado de Natal. Mikasa le sonreía a través de la pantalla, por momentos aparecía Eren detrás de ella para saludarlo o preguntarle cosas de rutina. Dave, con los años y al braveo finalmente se dio a torcer con Eren: aceptando la situación como era, y sin sus emociones bloqueándole la razón aceptaba a aquel hombre como idóneo.
Casi acabándosele los temas de conversación se aventuró a contarle sobre María José, la muchacha a la cual había declarado su gusto, pasando inmediatamente por el rechazo y la superación.
—Yo tengo un amigo que vive con las esperanzas bien vivas de que mi amiga le haga caso, claro, ellos salen, están juntos, pero no como una pareja oficial. De toda esa situación lo que puedo ver al final es desgaste en Reiner—. Habiendo revelado el nombre Mikasa se tapó la boca. — Olvida que te dije su nombre, ahora ya sabrás quienes son.
Por supuesto, los reconocía al par de rubios.
—Ja, ja, ja, okey, haré como que no me dijiste su nombre—. Inquirió y volvió su mirada hacia las galletas que tenía en el escritorio. — Me voy a quedar solo con Nana Clarisse, Gretchen ya mismo va a salir con Marco a según un evento oficial dónde ella es su acompañante. Mamá me dijo que estará llegando de su viaje el fin de semana.
—¿Y Levi?
—Papá aún está en Europa, no sé cuándo exactamente regresa—. Dio una mordida a la galleta de canela y jengibre que preparó.
—Voy a tener que hablar con él para que me vengan a visitar antes de que ingreses a clases nuevamente—. Ella dijo y se acomodó la bufanda un poco.
—Sí, por favor, habla con él, ya no queda mucho de las vacaciones.
—Lo haré pequeñito—. Bromeó.
Y Dave hizo un sonido burlón.
—Soy más alto que tú. ¿Sabes? —. Enarcó una ceja.
—Apenas es un centímetro don pie grande—. Mikasa dejó expuesta una risilla.
El sonido de un auto llegando hizo que se levantara a mirar por la ventana regresando nuevamente a Mikasa por la pantalla para decirle que Marco había llegado e iría a despedir a su hermana y en razón de ello la mujer se despidió y le brindó buenas noches. Dave cerró la computadora y salió de su habitación llevando otra galleta consigo, teniendo todavía la anterior masticándola. Caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación de Gretchen, dio dos toques a la puerta y desde adentro escuchó que ella le permitía entrar. Giró la perilla y se internó en la antesala, caminó un poco más, divisando la cama un poco desordenada y el vestido que seguramente ella usaría aún tendido allí. La joven batallaba frente al espejo para cerrar el broche de la cadena que se estaba colocando, Dave se apresuró a ayudarla cerrando el broche.
—Gracias bonito.
—Ya llegó Marco—. Anunció y le vio a ella la cara de aflicción por no estar completamente lista.
La joven apresurada fue a tomar el vestido para terminar de vestirse y como tenía un gran cierre en la espalda Dave se acercó a ayudarla con ello. Colocó sus dedos en el cierre desde dónde comenzaba y empezó a halarlo hacia arriba, no fue hasta que notó algo en la piel de Gretchen que segundos atrás no se había fijado por ser discreto en cuanto a mirar su cuerpo. Pero la señal que tenía ahí inmediatamente le produjo un malsano sentimiento.
—¿Qué es esto? —. Preguntó con voz severa poniendo un dedo encima de ese espacio de piel que estaba marcada ahí en su espalda media.
—¿El que? ¿Qué cosa? —. Contrariada intentó tocarse con sus propios dedos ahí donde su hermano le había señalado y cayendo en cuenta de lo que se trataba aquello.
Dave bajó nuevamente el cierre para poder bajar el vestido y mostrar frente al espejo la marca rojiza que tenía. El menor entrecerró sus ojos ante sopesar una de las posibilidades que se le venía a la mente y que resultaba ser en completo repudio para él.
—¿Marco te está pegando? — preguntó con voz pesada. Sus dedos se entumecieron agarrando el vestido por la creciente sensación de coraje que experimentaba— ¡Marco te está pegando ¡ — Repitió alto en forma, ahora, de afirmación.
—¿Eh? ¡No! ¡No! Eso no es así... ¿Cómo crees? —. Nerviosa habló sintiendo como la mirada fría de su hermano se explayaba en su espalda desnuda.
Sacudió su cuerpo para que Dave la soltara y poder mirarlo frente a frente.
—No me mientas—. Advirtió él.
—Es un malentendido hermanito. ¿Cómo puedes pensar eso? — Se subió el vestido, pero no lograba ajustarse el cierre.
—Tienes un golpe en la espalda. El otro día escuché a Denisse y Margarita hablando sobre eso: los hombres pegan en la espalda para que así nadie se dé cuenta de lo que le hacen a la esposa—. Señaló, sus mejillas se calentaron.
—No es un golpe—. Insistió y buscó con la mirada su teléfono móvil que vibraba en las sábanas revueltas.
—Yo iré a hablar con él—. Advirtió Dave, tenía la cara tan seria que nadie dudaría que fuera hijo de Levi.
Gretchen se alarmó y se apresuró a alcanzarlo antes de que llegara a la puerta, lo tomó del brazo e hizo presión para empujarlo hacia atrás.
—¡Dave! No te apresures, déjame explicarte.
—¿Vas a defenderlo? —. Preguntó con el semblante pesado y en apariencia más sereno y que sin duda escondía el mal humor que se estaba aguantando. — Yo no voy a tolerar eso.
—Es que no es lo que piensas, ven aquí—. Agarró la muñeca de él y lo arrastró de nuevo hacia dónde estaban. — Te voy a enseñar para que puedas creer—. Murmuró, tomó su teléfono móvil ya después de unos segundos le mostró a Dave algunas imágenes. — Es vergonzoso—. Emitió bajando la mirada.
—¿Qué son esas correas? —. Contrariado miró a Gretchen buscando esclareciera a qué se refería.
Las mejillas de Gretchen se tornaron un poco más rosadas y tibias. Suspiró, y por un momento esquivó la mirada de su hermano.
—Es una práctica que se llama bondage. Esto es un poco vergonzoso, pero no me dejas más alternativas—. Inquirió y cerró un poco los ojos.
—No comprendo—. Agregó observando la imagen de unas correas puestas en un maniquí. — ¿Estás diciendo que usas esas correas? Se ve muy incómodo, no lo entiendo.
Y Gretchen asintió con la cabeza como convenciéndose de la inocencia de su hermano respecto al tema señalado. Le había retirado el teléfono para enviar un mensaje a Marco diciéndole que pronto bajaría ya que aún tenía que colocarse los zapatos. Mentía, todavía tenía que vestirse. Envió el mensaje y reparó de nuevo en la mirada inquisitoria de Dave a su lado quien no terminaba por asumir la situación, más bien se mostró decidido a hablar con Marco por lo cual Gretchen le pidió se tranquilizará y corrió a su clóset en busca de aquello que era la razón de todo ese malentendido. De un lugar recóndito extrajo las correas y las llevó hacia Dave para que las mirase, pero al parecer tenía a un hombre muy tozudo frente suyo por lo cual ella se bajó el vestido que no llevaba cerrado todavía y se colocó el arnés por encima para que Dave pudiera observar la tira que pasaba justo allí dónde tenía la marca rojiza que él había concebido como un golpe.
El menor posó los dedos por el sitio, la tira coincidía perfectamente tanto en sitio como en grosor. Enarcó una ceja para luego terminar la tarea que antes pospuso: la indujo a colocarse el vestido que terminó por subir el cierre. Ahora ella estaba vestida completamente, sencilla y formal.
—Debiste decírmelo desde el principio. Hermana no entiendo para qué usas eso de bondage que dices—. Inquirió y se dio la vuelta para tomar los tacones que estaban en un lado de la cama.
Gretchen se carcajeó nerviosa, estiró las piernas en el aire: a esperas de que Dave le colocara los zapatos, mismo que se puso de cuclillas y le tomó el pie derecho.
—Tienes que prometer que no vas a decir nada de lo que te diga—. Pidió, llevando un dedo a sus labios a manera de silencio. Esperó la afirmación de Dave para continuar—: El bondage es una práctica sexual. — Desempolvada del nerviosismo habló claramente.
Vino después la cara de desconcierto de su hermano, la cara roja que quiso ocultar, también, con otra risa estrepitosa.
—Ah, okey—. Apenas pudo contestar conteniéndose de mirar directo a Gretchen.
—Tú me obligaste a decirlo—. Se defendió, tomando una postura de víctima ofendida.
—Y tú dejaste que te viera—. Contrarrestó.
Le colocó el otro zapato y se levantó.
—Es la costumbre, me olvidé que tenía eso. Además, no es nada malo—. Inquirió alzando las cejas y mirando hacia otro lugar.
La risa de nuevo estrepitosa de Dave rompió la poca seriedad que antes estuvo presente, y Gretchen respiró un poco más aliviada.
—Supongo. Pero de todas maneras eso deja huellas en tu cuerpo, bueno, para mí es feo: siento que te hiere.
Ella se levantó para aproximarse a él y abrazarlo, se sentía tranquila y resguardada en el cuerpo que tenía cerca suyo.
—No me hiere, me gusta. Si no me gustara definitivamente no usaría esto—. Respondió y señaló el arnés que reposaba en la alfombra.
—Qué extraño es todo eso—. Comentó.
Terminada de arreglarse tomó su bolso de mano. Ambos salieron de la habitación y se dirigieron hasta dónde debería estar el hombre del cual se había tenido su nombre muy presente.
—¿Secreto? —Preguntó Gretchen muy bajito.
—Secreto—. Afirmó Dave con el mismo bajo tono de voz cerca del oído de ella. Segundos después regresó de nuevo los labios cerca del oído de Gretchen—: estás muy bonita—. Susurró y le besó la sien.
—Gracias bonito—. Devolvió el gesto.
—Y... Gretchen—. Llamó de nuevo su atención. — Estaba antes muy decidido a hablar con Marco, y ahora solo me queda decirte algo: si algún día él u otra persona te hace daño, no me va a importar quién sea, yo le daré su merecido.
—Dave... No hables así, tú no eres un niño violento—. Inquirió algo preocupada.
Al dar la vuelta y a estar a poco de entrar a la sala, la respiración pesada de Dave hizo eco en ella.
—Es la verdad hermana, creo que es lo que yo haría por defenderte—. Explicó a unos pasos de distancia de Marco.
El tiempo de la conversación se terminó dejando el tema de lado. Muy pronto los enamorados se depusieron a marcharse (después del apretón fuerte de mano entre varones) y Dave se quedó solo, claro, la señora Clarisse y las mujeres del servicio que se encontraban por ahí. Muy seguro sería que la señora Clarisse le pidiera a él que tocase para ella una pieza en el piano, una de algunas piezas que hubiera aprendido. Decidió salir al jardín, dónde últimamente todo le parecía monótono, no se entendía, pero para bien podría entrar a los gatos a la casa sin que alguien pudiera adjudicar algo por ello. A escondidas, claro. Así que con mucho sigilo entró a su habitación cargando con Jean, y dos gatos más que ya estaban adultos.
Una vez en su habitación y con sus mascotas rodeándolo tomó su teléfono móvil, marcó un número y luego lo puso en altavoz para dejar el artefacto un poco distante de él, puesto que no debía usarlo tan cerca por las intervenciones que pudiera hacer en su DAI.
Escuchó el timbre de marcado, una y otra, solo esperaba que su mamá, en medio de su viaje del trabajo, estuviera ya desocupada a esa hora y pudiera contestar.
...
Era noche de jueves en ese apartamento siendo que hace pocas horas llegó con todas sus maletas desordenadas por la ropa mal doblada, ropa sucia y algunos otros objetos de posesión personal: de aquella maleta se había encargado Levi de desempacarla y ahora mismo se encontraba en la parte de la azotea de ese edificio tendiendo toda la ropa lavada por él mismo. Tenía otra maleta con todos sus instrumentos de trabajo; bitácoras, esferos, fotografías e instrumentos de excavación. Allí dentro todas esas cosas tenían algo de polvo que ella quizás removerá luego, o bien Levi por ser impaciente. Escuchó el timbre, supuso que era el encargo a domicilio que Levi le dijo había hecho por tanto dejó de revisar su bitácora y se direccionó a la puerta. Miró a través del hoyo transparente y se convenció de que era el repartidor.
Abrió la puerta y saludó amenamente al joven repartidor quien preguntó por Levi para cerciorarse que fuese a entregar el pedido correcto. Hanji recibió las fundas y luego cerró la puerta para regresar a la cocina. En el mesón de mármol fue colocando los reposteros plásticos en que venía la comida china, wantán, arroz. Alcanzó una cuchara con la intención de servirse un poco de arroz, pero el sonidito de la puerta principal al abrirse la hizo detenerse y fue hasta dónde el lugar para recibir a Levi.
—Ya llegó la comida—. Anunció animada.
—¿Quieres comer ya? —. Preguntó el hombre caminando hacia el cuarto de lavandería.
—Por favor. Tengo el estómago muy vacío.
Apenas llevaba en el apartamento de Levi unas horas desde cuándo él fue a recogerla del aeropuerto, y ya se sentía como si hubiera vivido allí mucho tiempo debido a la serenidad que podía experimentar en ese nuevo ambiente junto a ese hombre: como viviendo una apacible vida de recién casados, un poco ilusionados de la vida. La propuesta de quedarse ahí cuando volviera del viaje le llegó mediante un mensaje corto de Levi que explicaba que él pronto llegaría a la ciudad y que Gretchen y Dave no sabían de ello.
Ante tal propuesta se sintió deseosa por hacer una aventurilla y ahí estaba, junto a Levi, solos ellos dos conviviendo y consumiendo las horas. No era primera vez que estaba ahí, pero sí que sería la primera vez que se quedaría a dormir puesto que las anteriores ocasiones se marchaba a casa un poco tarde, porque sería extraño para los niños que ella durmiera fuera de casa, pensaba Hanji.
Y por supuesto que sus breves estancias fueron adjudicadas a encuentros carnales y amistosos con Levi, algunas otras veces preferían mantener sus encuentros en habitaciones de lujo de alguno que otro hotel. Pero en el presente, podían disfrutar del sentido hogareño y dulce que propiciaba aquel sitio.
—Yo me encargaré de servir—. Dijo Levi, se colocó un mandil de cocina.
A Hanji no le tocó más que dejarse consentir, se quedó tras el mesón observándolo servir. Un ruidillo conocido para ella la hizo caminar hasta su bolso y sacar su teléfono móvil que le indicaba una llamada por parte de su hijo.
—Es Dave, has silencio Levi—. Susurró como si tuviera la llamada ya abierta. Respiró y presionó el botón. —¡Hola cariñito! ¿Cómo estás? —observó a Levi dejar los platos mientras ella hablaba por teléfono— Oh sí, creo que no llegaré mañana como te había dicho. Mm, el domingo, aja.
De cierta manera se sentía un poco mal por mentirle a su hijo, por engañarlo y hacerlo extrañarla. La mano de Levi encima de la suya le decía que no estaba mal lo que estaban haciendo, o eso era porque lo sentía como un beneficio. Al final, Hanji se quedó tranquila puesto que Dave le había dicho que estaba bien, si era su trabajo y que también busque divertirse con algo mientras él la esperaría hasta el domingo.
Una vez los platos estuvieron acomodados ella los llevó al comedor, Levi tenía una mesa pequeña redonda de madera en tonos claros, un ramo de flores en el centro como adorno. Las sillas estaban bien acolchonadas por lo cual era grato quedarse ahí mucho tiempo sentados: comiendo y conversando hasta cuando dieron casi las diez de la noche por lo cual Hanji tenía la sensación de que sus párpados estaban muy pesados.
Tomaron una ducha ligera en agua tibia, algunos besos se le habían escapado a Levi por la espalda de Hanji durante ese tiempo, era de esperarse que de a poco el sueño a la mujer se le disolviera por lo menos en una pizca como para llevar a cabo un poco de pasión en la ducha y que, como consecuencia, debieron volver a ducharse.
—Mis pijamas están todas en el tendedero—. Dijo Hanji, solo vestida con un calzón.
—Toma algo de mi armario, lo que gustes—. Respondió Levi, estaba terminando de limpiar los mesones y ordenando los platos.
—De acuerdo. No demores mucho en venir en la cama—. Dijo aquello con un timbre de voz un poco meloso.
Para Levi aquella invitación más que hacerlo pensar en cosas obscenas, le dio una pizca de luz a su vida que antes había sido tan solitaria en ese apartamento, a excepción de los encuentros con Hanji allí. Se imaginó a ellos viviendo de nuevo juntos, ese aire de familia que de pronto venía a inundar su apartamento era bien recibido por su corazón. Se aseguró de dejar todo en orden. Fue apagando las luces de la cocina, de la sala, del recibidor y se aseguró de que la puerta principal estuviera bien cerrada para, en medio de la oscuridad, regresar a su habitación. La mujer que tenía consigo estaba dispuesta en la cama, toda mal ubicada como si así se hubiera tendido allí por el sueño.
Levi se vio a sí mismo fascinado y tranquilo, se dirigió hasta el ventanal y dejó las cortinas cerradas ondeantes con el viento. Apagó las luces, solo quedaba un poco de luz proveniente de la calle. Rodeó la cama y se insertó en la misma, bajo la frazada que estaba tibia por el calor que emanaba el cuerpo de ella. Se quedó con los ojos abiertos mirando a la nada en la oscuridad. Un resoplido profundo por parte de ella lo hizo girar la cabeza, muy pronto sintió la cercanía de ese cuerpo con el suyo en un cálido abrazo para dormir.
—Esto se siente muy bien—. Susurró Hanji sin abrir los ojos. —Me siento tranquila.
Levi se quedó mudo ante escucharla, no sabía si debía responderle algo o sencillamente debería y ya. Admitía sentir la misma tranquilidad que ella emitía, estar en medio de los brazos de una persona amada puede traducirse a ese estado saludable y armonioso que se ha buscado tanto.
Ella colocó su cabeza cerca del hombro de Levi y lo rodeó con su brazo, mantenía firmemente los ojos cerrados para así poder sentir con mayor fuerza la caricia de ese dedo y esos labios de hombre que ejercían tan sutilmente sobre su rostro. Y a cada caricia persistía su deseo por entregarse al sueño, mas necesitaba o requería permanecer consciente para poder disfrutar de ese ambiente junto a él.
...
Las primeras luces de un nuevo amanecer declinaron a que Hanji abriese lentamente los párpados para toparse con la imagen de lo divino a sus ojos. Era mucho, mucho tiempo atrás que no amanecían en la misma cama solos los dos, (ya que estaba Dave en medio) tan cercanos, tan tibios: todo aquello que le parecía tan irreal. Levi se mantenía todavía dormido, creía que era la misma posición desde que se acostó ya que él acostumbraba a dormir muy quieto. Todavía con su cabeza en el pecho de Levi, se quedó observándolo dormir tan sereno y dulce que pedía no despertara en más tiempo para así poder quedarse a contemplarlo en la serenidad del momento.
Para la hora que era estaba suponiendo que Levi debería estar durmiendo más de lo que acostumbraba. Pensó en despertarlo, pero la idea de hacerlo no le gustaba, pues, perdería la imagen celestial que tenía de él.
Sin embargo, el que ahora ella se estuviera desplazando de la cama podría significar despertarlo. Tocó el suelo y Levi no se percató de que se levantó ya que seguía dormido. Aprovechó para ir al baño por sus necesidades fisiológicas: que fue la razón por la cual se vio obligada de salir de la cama. Más luego que salió del baño, Levi seguía durmiendo apacible que decidió todavía no despertarlo.
Salió de la habitación, miró el reloj de pared dónde dictaminaba las seis de la mañana. Sí, Levi debería estar en un sueño muy profundo como para no despertar aún. Y con el deseo de empezar un buen día se dirigió a la cocina, un espacio muy amplio y con mucha luz natural. Empezó a revisar lo que Levi tenía, siendo natural las cajas de té en abundancia. Tomó una caja de ellas pensando si debía cambiar el sabor, y como ahí lo tenía. Segura de lo que hacía, puso a hervir agua. Buscó pan de molde, huevos, tocino, tomate, lechuga, café, leche y manzanas.
La cocina empezaba a inundarse de olores tibios. Casi media hora después Hanji estaba sirviendo en dos platos las raciones de tostadas, los huevos fritos con el tocino y los trozos de tomate con lechuga. Agarró ambos platos y los llevó a la mesa. Antes ya había escuchado por ahí el andar de Levi, por lo cual sabía muy pronto estaría buscando algo para desayunar. Volvió a la cocina por las tazas de té y café. Cuando regresó al comedor, Levi estaba observando el desayuno puesto en la mesa. El hombre tenía ese rostro perdido que hacía cuando estaba recién despertado, todo despeinado y con su pijama arrugada, lo cual generó mucha ternura en ella. Se acercó a él y le besó la mejilla para después dejar las tazas junto a los platos y regresar a la cocina por unas cucharas.
Quedándose solo, estiró una silla y se sentó. El fresco aroma del té de menta lo indujeron a querer beberlo pronto, sentía un poco de sed que quizás debiera mejor calmar con un vaso colmado de agua. Ahora, Hanji regresaba junto a él con el recipiente de los cubiertos.
—¿Cómo dormiste? —. Preguntó ella, entregándole unas servilletas.
—Te mueves mucho—. Respondió y tomó la taza blanca de cerámica con su peculiar forma para tomarla. Aspiró el aroma cerrando brevemente los ojos. — Huele bien.
—¿Eso que significa? —. Volvió a formular una pregunta escondiendo su boca tras el jarro se café.
El hombre la escuchar su pregunta se adelantó a beber breves sorbos de té, una vez el líquido tibio pasó por su garganta estuvo listo para responderle a Hanji, claro, no necesariamente tendría que hablar para ello. Alargó el brazo a través de la mesa hasta llegar a la cabeza de Hanji, la apretó un poquito, justo lo necesario para inmovilizarla y acercarse a su boca, besarla, estrujarle los cabellos y besar todavía sus cachetes.
Se devolvió a su sitio para seguir desayunando.
—¿Puedes estar en un restaurante que te voy a decir, para el medio día? —. Esta vez fue Levi haciendo preguntas.
—Seguro. Pero después tendré que regresar al trabajo, solo porque regresamos ayer muy tarde es que puedo tener medio día libre.
—Bien, yo te dejaré allí. Por ahora es secreto que yo también estoy aquí en la ciudad, Gretchen podría verme, pero ya me aseguré de que no pudiera hacerlo.
—ja, ja, ja. ¿A quién le huimos? —. Agregó ella, masticaba un tocino. — Me siento como si... me hubiera escapado de la casa de mis padres para pasar un fin de semana con mi novio en un viaje clandestino.
Ante su comentario, Levi no pudo evitar sentirse contagiado de humor.
—Mm, no se escucha mal—. Murmuró para sí mismo viendo cómo aquella mujer cerca suyo comía dejando algunas migas fuera del plato.
Muy seguro era que la cocina ahora estuviera vuelta un desastre, no iba a discutir por el asunto, ya luego lo resolvería después de desayunar en paz, sin prisa, admirando su tranquila burbuja que podía respirar junto a ella.
...
Por la noche decidieron tomar la cena en algún restaurante que fuera de la elección, exigencia y gustos de Levi que ella estuvo de acuerdo ya que le había dado potestad a él para que eligiera el sitio. Con el estómago lleno y feliz se encontraban regresando a su guarida de la que, supuestamente, nadie sabía que ellos estaban ahí. Eran esas pequeñas vacaciones que los padres en algún momento soñaron realizar, después del cuidado del hogar, de los hijos, sería necesario brindar un espacio adecuado a la pareja. Hanji estaba consciente de que su situación quizás era mucho más favorecedora, sabía que su hijo se encontraba en casa y seguro, con alimento y abrigo. Además, la hermana que se encargaba también de él y la señora Clarisse. Teniendo Levi un apartamento podían hacer realidad aquella pequeña fantasía con mayor facilidad que quizás otras personas, pensaba Hanji mirando la ciudad desde el puente que estaban atravesando, las luces de los edificios a los lejos, el viento fuerte arremetiéndole la cara y los cabellos, el aire fresco, la canción que sonaba en la radio, la mano de Levi posada en su muslo mientras conducía con solo una mano.
Inclinó la cabeza un poco hacia atrás.
Estaba deseando que el puente no terminara, que siguieran siempre hacia adelante con la misma brisa, la misma oscuridad, la siempre tan amiga canción vieja, el silencio extendido que era grato entre los dos. Dejó de mirar la ciudad y reparó de inmediato sus ojos en Levi, su silenciado compañero que mantenía el ceño fruncido; esas tres líneas de piel que se le formaban ahí y que tenía los deseos de amansar con sus dedos. Sonrió y no estuvo segura si acaso Levi se percataría de aquello. Estiró la mano casi por pura búsqueda de placer al tacto de sentir la piel de su rostro contra su mano. Usando el dorso de su mano lo acarició lento y suave, Levi había inclinado un poco la cabeza en su dirección sin dejar de mantener las manos firmes en el volante.
Finalmente, el puente llegó a su fin, las luces y el bullicio de Manhattan inundaron su estancia que durante el anterior trayecto fue más oscuro. Para el buen humor de Levi a esa hora el tráfico estaba menos acentuado y pudieron llegar con mayor inmediatez a su sitio soñado como un nido caluroso.
—Gretchen me envió fotografías de la prueba de vestuario que le hicieron a Dave hace poquito—. Comentó Hanji, caminaba por el pasillo de la entrada del apartamento con Levi prendido a ella desde la cintura con sus brazos y dándole besos tibios y húmedos en la espalda por sobre la camisa que llevaba. — ¿Levi? —. Susurró conteniéndose de gemir.
—¿Hm? —. Murmuró el hombre insertando la mano ligeramente por la cintura del pantalón de ella para poder sacar la camisa.
—¿No quieres ver las fotos? —. Se mordió el labio inferior al sentir un espacio túrgido de la pelvis de Levi que se frotaba sin decoro contra ella.
—Sí, pero primero vamos a tomar un baño—. Inquirió con la voz ronca.
Poco a poco fue guiándola hasta la habitación, allí ambos se fueron despojando de la mayor cantidad de ropa que fue acomodada en canastas de mimbre para su lavado posterior. Dentro del cuarto de baño, Hanji se encontraba parada y completamente desnuda junto a la tina a esperas de que alcanzara a llenarse más mientras buscaba fragancias y jabones para agregar al agua. Por su parte él se quedó parado contemplando la belleza que tenía en frente, las sombras que le otorgaba las bajas luces del cuarto a ese cuerpo delgado que su figura se realzaba también de esa luz natural proveniente del cielo, por medio de ese ventanal transparente cerca a la tina. A Hanji cuando fue por primera vez le había encantado ese baño ya que podían observar la ciudad desde el piso en el que estaban mientras se insertaban en la tina y se masajeaban el cuerpo.
Levi se pasó el índice y el pulgar por el labio inferior ante la contemplación de lo magnífico y sus acentuados pensamientos que le confirmaban que no había mejor amante para él que la misma Hanji.
Aquella resolución la obtuvo después de evaluar su anterior relación carnal, una en dónde podía admitir las buenas y saludables sensaciones que experimentó: un frescor, una renovación que le permitió percibirse como un hombre todavía viril y, deseado ¿por qué no? Que podía otorgar un inmenso placer a una mujer. Las respuestas genuinas de aquella que fue su amante le dieron el atisbo necesario para celebrar su brío puesto que, en tiempo pasado, cuando descubrió la infidelidad de Hanji, pensó que mayormente se debía a su anticuado —creía él— proceder en el ámbito sexual.
No consideraba a Frieda como un escueto cuerpo del cual se sirvió para aflojar y desbordar su reprimida sexualidad, sino que también, en medio de esos encuentros, se vino suscitando una especie de convivencia amigable en dónde platicaban; ella más de temas íntimos, sus desventuras, y él que se figuraba como un escucha y que en el remoto caso terminaba dándole una sarta de reprimendas porque según él, aquella mujer joven vivía parcialmente en fantasías.
Aun así, aquellas fantasías de las que hablaba y soñaba Frieda experimentar, Levi las fue tomando como puntos en los cuales podría ser que falló con su esposa, verbigracia, escucha atenta, detalles por muy pequeños que fueran, también palabras de amor y algunos otros que la mujer mencionó. Lo que más tocó fondo en sus pensamientos para Levi fueron las palabras de Frieda: «De alguna manera tienes que hacer saber a alguien si le importas o no, todos dicen que las acciones hablan por sí solas, pero yo quiero... o hubiera querido que me lo dijeran. ¿En qué piensa, señor Levi?». Seguro, ella hablaba de un antiguo amor, mientras estaba recostada desnuda junto a él que no podía evitar pensar en Hanji.
¿Y es que necesitó de estar con otra mujer para poder esclarecerse? Quizás sí, pero él sabía perfectamente que solo estaba unido a Frieda por un acuerdo sexual que al final no resultó tan difícil de acordar con ella y que de por medio también tuvieron cláusulas a las que acogerse como en todo contrato.
Después de un tiempo de consumir su acuerdo Frieda también fue fijando algunas características de Levi, a veces le preguntaba por su ex esposa y en medio del silencio de ese hombre cayó en cuenta de que tal vez todavía tenía asuntos pendientes con ella, la madre de su hijo.
Al ser consciente de esto, algunas veces le dijo a Levi que desearía tanto que un hombre se enamorara de ella de esa manera. Y Levi no lo comprendía, porque no se comprendía a sí mismo: amando a Hanji, pero disfrutando del sexo con Frieda. Y no era que para él Hanji no era suficiente, ella lo era, le bastaría si... no fuera el caso en que todavía no podía estar libremente con Hanji, en referencia a sus pensamientos tortuosos sobre su infidelidad con Smith.
Al final decidió, después de algunos meses, disolver su relación con Frieda: aquella que le dejó nuevas perspectivas de aprendizaje.
—Métete, está tibia—. Le dijo Hanji tocando el agua de la bañera.
Se sacó la toalla y la dejó tendida, se encaminó hacia la bañera a reunirse con Hanji. Solo algunas velas aromáticas encendidas en el lugar les proporcionaban un poco luz ya que no necesitaban demasiado, la oscuridad siempre era una buena cómplice para ambos.
Justamente ahora, no se imaginaba estando con ninguna otra mujer que no fuera Hanji.
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Últimamente siento que demoro demasiado para escribir un solo capítulo por eso casi no he actualizado nada que pueda ser fuera de S.A.
Como comentario general, debo decir que este capítulo me sabe a transición y, que siento que Dave tiene agresividad escondida, aun no estoy segura de que tan agresivo puede llegar o no a ser. Y… por parte de nuestros protagonistas, se me hace un poco cómico que se estén escondiendo. Pero lindo al final.
Haciendo cálculos mal hechos estaríamos terminando en unos cuatro o cinco apartados más. Todavía quedan unos pequeños temas pendientes por resolver, seguro sabes cuál.
navy blue glasses
Siempre pensé en cómo seria esa pelea entre Levi y Erwin, creo que sí se ha dado pero no es la discusión fuerte, trifulca que pensaríamos. A todo esto, jamás les pregunté a ustedes sobre como percibían que Levi manejaba la situación con Erwin, es decir, porque algunas veces el hombre estuvo rondando su casa. Y por lo otro, ajajja, sì siento que Erwin es el tipo físico de Hanji, que eso serìa extraño para Levi saberlo.
Andume27
Levi no terminò de confesarse es verdad, creo que asì estuvo bien, no sè si venga una mejor y màs idonea oportunidad (lo siento ) y por lo de Levi y Frieda, tranquila porque todo estuvo escrito de tal manera que ustedes (como lectores) tomaran la noticia como lo tomarìa Hanji, por eso estuvo oculto. :D
¡Muchas gracias por leer!
20/03/2021
