La Invitada Inesperada

Cinco Meses y Doce Días desde la Última Muerte (Nueve Muertes)

Cuando despertó esa mañana, después de una corta siesta tras su entrenamiento matutino, lo que Subaru menos esperaba era escuchar que una rival de Anastasia estaba por llegar a la mansión; menos aún, que esa rival era Emilia. Mareado por la falta de sueño y la sorpresa, Subaru observó fijamente al guardia que le había entregado dicha información.

"¿Emilia-sama, dices?" Preguntó Subaru, buscando corroborar la información que había escuchado; necesitaba asegurarse de que el sueño no le estaba haciendo escuchar cosas que no eran.

"Correcto, Subaru-sama. La señorita me indicó que le avisara al respecto una vez despertara. Ella espera que pueda acompañarla durante el recibimiento de la señorita candidata de la Selección Real." Las palabras del guardia habían sido claras, no había forma de que hubiera escuchado mal.

"En ese caso debería asistir a los baños de una vez. Si me disculpa…" Con un gesto de su mano, Subaru le señaló al guardia que partiría de inmediato.

"¡Por supuesto, Subaru-sama! Le transmitiré a la señorita su respuesta e iré a resguardar la entrada a los baños lo antes posible."

"Gra-gracias…" Desganado, Subaru agradeció al guarda, para entonces alejarse de él. Y no fue hasta que giró en el recodo al final del pasillo, que Subaru dejó atrás cualquier fachada y comenzó a correr por los largos pasillos de la mansión. Necesitaba alejarse, necesitaba escapar…

No fue hasta que finalmente llegó a los baños, que Subaru pudo detenerse a tomar un respiro. Últimamente había tenido tantas cosas en la cabeza, y ahora sucedía eso. Tomando en cuenta que se había aliado a Anastasia Hoshin, una de las candidatas de la Selección Real, Subaru ya había considerado la posibilidad de encontrarse con ella; con la persona que había significado el verdadero inicio de ese doloroso camino que se encontraba recorriendo.

Subaru sabía que eventualmente se reencontraría con Emilia, la chica que le tendió la mano cuando nadie más lo hizo. Pero siempre lo había visto como algo lejano, un evento que tomaría lugar años en el futuro. Sin embargo, era fácil olvidar que ya había transcurrido más de un año desde su llegada a ese mundo.

"No puedo derrumbarme ahora… Me comprometí a no seguir mostrando mi lado débil, mi patético ser." Susurró para sí mismo, obligándose a retomar control sobre sus emociones.

Dado que no le había preguntado sobre ello al mercenario que estaba haciendo de su guardaespaldas, Subaru no conocía la hora de llegada de Emilia. Podía ser en la próxima hora, o al final del día. Lo cierto es que no importaba, puesto que le resultaba irrelevante. Como fuere, tenía que calmar su mente para cuando abandonara ese baño, debía tener las ideas claras cuando finalmente decidiera salir de ese lugar que estaba funcionando como su refugio.

Cuando se reuniera con Emilia, tendría que actuar como si nunca la hubiera conocido. Así era la realidad que estaba viviendo; ese era el mundo que había surgido de su decisión de desentenderse de lo que ocurriera con ella, Felt, el Viejo Rom y Elsa. Emilia y Subaru nunca se habían conocido en esa línea temporal, en esa dimensión, en ese mundo; sin importar cual realmente fuera, nada cambiaría que, al rechazar su promesa, rechazó conocerla a ella.

Una vez se hubo tranquilizado, ingresó en la tina llena de agua calentada por una Piedra de Prana. Se dejó llevar por la sensación del agua cálida empapando su cuerpo y el vapor rozando su piel, mientras que su mente, así como la neblina que estaba comenzando a cubrir el baño, se alejaba lentamente de su cuerpo. Este es el camino que elegí; es todo en lo que podía pensar mientras lavaba su cuerpo, completamente ausente de lo que le rodeaba.


"Me alegra ver que decidiste acompañarnos." Dijo Anastasia, recibiéndolo con una cálida sonrisa; una que Subaru solo supo devolver con una propia, que era fingida y parecía más una mueca de dolor que una sonrisa. "No me veas así. Si no querías asistir no tenías que hacerlo. Has estado cumpliendo con lo que te pedí, así que pensé que esta sería una buena oportunidad para ti… Pero en verdad no hace falta que te presiones solo porque yo te lo pedí. El contrato que firmamos no te obliga a formar parte de mi campaña, después de todo."

"No es lo que crees… Estoy cansado, eso es todo." Sacudiendo ligeramente su cabeza, Subaru señaló la conclusión apresurada de Anastasia como errónea; aunque no se encontraba del todo equivocada. Había fallado en ocultar su debilidad nuevamente, y ahora tenía que corregir esto con sus palabras carente de convencimiento. "He estado esforzándome por trabajar menos en mis diseños, pero eso no cambiará que siga teniendo pesadillas." Así que, para sonar más convincente, optó por una verdad a medias.

"Hmm… Si no te sientes bien, puedes retirarte." Le indicó ella, después de un pequeño lapso de tiempo en silencio.

"Si así fuera, lo haré, gracias." Con ello, Subaru se adentró en el vestíbulo de la mansión, y al hacerlo pudo percibir un agradable aroma que no pudo reconocer, aunque no era la primera vez que lo olía. Después de todo, era el aroma que normalmente solía pulular cuando Anastasia se preparaba para recibir visitas de gran importancia. Subaru simplemente nunca se había molestado en preguntar que lo producía…

"¡Hola, Su-san! No te veía desde que llegamos de Kararagi." Subaru no había terminado de cruzar el umbral que da paso al vestíbulo, cuando fue recibido por un alegre demi-humano vestido con un kimono aun cuando no se encontraban en Kararagi.

"Hal-san… ¿Cómo has estado?" Insulsamente, Subaru saludó a su aliado, mientras con la mirada escaneaba la habitación y se adentraba en esta.

"No tienes que ser tan frío, Su-san. ¿Acaso no me extrañaste?" Fingiendo resentimiento, Halibel le reclamó a Subaru por su falta de emoción a la hora de saludarlo.

"He estado ocupado, así que no he tenido tiempo para eso." Respondió Subaru, sin dirigirle la mirada.

Subaru no estaba molesto con Halibel, tampoco es que le disgustara la presencia de su aliado. Sin embargo, verlo le recordaba aquellas palabras que le dijo cuando le pidió servirle en las sombras. "Quiero ver como cambias al mundo"; eran palabras de expectación. Subaru no creía estar a la altura de esas expectativas, y eso le hacía sentir indigno del apoyo de Halibel.

Si voy a cambiar al mundo, podría ser para peor; pensó, recordando como sus inventos estaban comenzando a causar revuelo en los mercados de Lugunica. Halibel en verdad estaba convencido de que él cambiaría al mundo, y eso le hacía temer aún más que una mala decisión le llevara a un camino realmente espinoso. Por ello, Subaru se sentía más cómodo pensando en él como miembro del Colmillo de Hierro, y no como su aliado…

Subaru había aceptado la ayuda de Halibel movido por el reciente ataque de la chica Oni, y después de un par de meses para pensarlo, ya había comenzado a lamentar esa decisión. Fue con ese estado de ánimo que se dio el reencuentro entre Halibel y él. Desde que la caravana de la Empresa Hoshin cruzó la frontera entre Lugunica y Kararagi, Subaru no había dejado de anhelar la ausencia de su más poderoso aliado.

No había duda de que llegaría a necesitarlo, el apoyo de Halibel podía bien ser una cuestión de vida o muerte. Pero lo que Subaru realmente quería no era un poderoso guardaespaldas; Subaru quería dejar de depender de los demás. Desde que había llegado a ese mundo, había sido un parasito, e incluso antes de ello. Subaru quería superar sus debilidades, no ocultarlas bajo la presencia del más poderoso guerrero de Kararagi.

Subaru esperaba que al regresar a la mansión de Anastasia en Kyo, aún no hubiera noticia alguna de Halibel; pero el destino, tan bastardo como era, tenía otros planes para él. Halibel no había encontrado nada en la Cama de Zarestia; el lugar estaba desolado, solo los cadáveres de aquellos que osaron entrar allí y los terribles vientos que la asolaban, servían como recordatorio de que no era una cueva cualquiera.

Halibel, entonces, dejó la joya que había poseído la chica Oni y salió en búsqueda de información. Tia; eso es todo lo que consiguió. Una chica agresiva que se encontraba en búsqueda de algo, una chica que calzaba con la descripción de Zarestia, una chica que se veía como lo había hecho la Oni antes de ser bañada en licor.

Halibel intentó rastrear a la chica llamada Tia, pero, para su sorpresa, ella era básicamente imposible de rastrear. Después de un mes de búsqueda, y habiendo perdido por completo la pista a la chica, Halibel optó por dejar las cosas como estaban. Después de todo, no había vuelto a escuchar sobre ataques que pudieran relacionarse con Zarestia o el poder de la joya, y el nombre "Tia" no había vuelto a pronunciarse.

El guerrero Shinobi había terminado su misión, y ésta había resultado infructífera. "Sí algo vuelve a surgir, volveré a investigar, pero por ahora no creo que sea de mucha utilidad aquí…"; es lo que Halibel les había dicho a Anastasia, Ricardo y Subaru, después de reportar lo ocurrido durante su búsqueda de pistas sobre el ataque de la Oni. Y así, Halibel se unió al Colmillo de Hierro.

Hubo una presentación, una en la que Ricardo habló del poderío de su organización, una en la que regodeó de la enorme influencia del Colmillo de Hierro, en la que prometió que no volverían a fallar; una a la que Subaru no asistió. Todo era una farsa, después de todo… Finalizada la presentación de Halibel como nuevo miembro del Colmillo de Hierro, Anastasia le agradeció a Subaru, gratitud que Subaru no quería recibir, gratitud que no creía merecer… Todo era una farsa.

La mudanza de parte de la Empresa Comercial Hoshin a Lugunica fue una excelente excusa para evitar a Halibel, él ahora tenía sus responsabilidades dentro del Colmillo de Hierro, y aunque no se encontraba directamente bajo la cadena de mando, eso no cambiaba que era un empleado más de Anastasia Hoshin. Y Subaru, por su parte, tenía sus propias responsabilidades relacionadas con el departamento de diseño de la empresa.

Al volver a Lugunica, la anterior excusa metamorfoseó en que ahora casi nunca abandonaba su habitación; estando en Kararagi su rutina era similar, pero debido a la mudanza, se había visto en la necesidad de salir de la mansión más seguido de lo normal. Aun así, Halibel siempre se mostró interesado en acercársele siempre que se cruzaban.

¿Acaso tenía algo importante que decirle? Subaru estaba seguro de que, si ese era el caso, no era algo lo suficientemente importante, ya que Halibel nunca se había mostrado preocupado por su ausencia de interacciones. Mientras Subaru estuviese entrenando, mientras se estuviese acercando a su meta, Halibel no sería necesario. Subaru en verdad deseaba no depender nunca del guerrero Shinobi, pues si ese día llegaba, significaría que estaría envuelto en la peor de las situaciones. Y Subaru no podía asegurar que su mente fuera capaz de lidiar con el trauma de vivir otro ciclo de muertes…

"Hmm… ¿No habrás estado evitándome, Su-san?" Sin embargo, Halibel no parecía dispuesto a ceder. Subaru había optado por alejarse del Shinobi, para así escapar de la carga emocional que implicaba su sola presencia, y ahora ello había regresado para morderle el trasero.

"¡No te lo tomes personal, lo hace con todos los que lo rodean!" Antes de que Subaru se viera en la necesidad de volver a excusarse, una voz estruendosa se acercó a ellos, sacándolo del apuro.

"¿Eso crees, Ricardo? ¿No te parece que el chico está siendo demasiado desagradecido conmigo, que lo salvé de una crisis?" Con un tono que oscilaba entre lo sincero, lo sarcástico y lo bromista, Halibel encaró al capitán del Colmillo de Hierro, que se había acercado a ellos.

"¡Nah! ¡Al final él dio el golpe final, así que puede hacer lo que quiera!" Respondió Ricardo burlonamente, mientras le daba a Halibel una palmada en la espalda. "Por cierto, chico, te agradezco una vez más por haberlo convencido de unírsenos. Últimamente hemos tenidos que… deshacernos de unos enemigos comerciales que no estaban dispuestos a seguir respetando los tratados de comercio; y Halibel ha sido extremadamente útil. De no ser por él, es probable que el trabajo no hubiera sido tan "limpio" como al final lo fue."

"Ya te lo he dicho mil veces, yo no hice nada…" Dijo Subaru, apáticamente. Y aunque la única respuesta de Ricardo ante sus palabras fue una risa estruendosa, Subaru pudo percibir la mirada penetrante de Halibel sobre él; el Shinobi no iba a decirlo, pero lo cierto es que lo que había salido de la boca de Subaru no era más que una enorme mentira. Esto causó que Subaru encarara a Halibel y frunciera el ceño.

"Ricardo, ¿no crees que Su-san se infravalora demasiado?" Cuestionó Halibel a su líder fachada, tras un incómodamente prolongado silencio.

"¿Que si lo creo? ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Eso es un hecho! ¿Podrías creer que insiste en que es una molestia para la señorita? Este chico se ha vuelto en una mina de oro para ella y sigue creyendo que es inútil. Pero bueno, no hay nada que pueda decir que Julius no le haya dicho ya, así que no lo fastidiaré con ello." Habiendo dado su argumento por finalizado, Ricardo palmeó la cabeza de Subaru. "¡Parece que la señorita me está llamando, así que me retiro!" Así, el capitán del Colmillo de Hierro dejó solos, una vez más, a los, incógnitamente, líder y seguidor.

"Te dije que ibas a cambiar el mundo, ¿no es así?" Indicó Halibel, una vez que el silencio volvía a asentarse.

"No quiero escuchar al respecto, Halibel." Declaró Subaru, dirigiendo su mirada tanto exhausta como determinada al hombre bestia.

"Porque sabes que es cierto…" Susurró Halibel, lo suficientemente duro para que Subaru lo escuchara. "En verdad eres alguien curioso, Subaru, y cada vez que te veo me lo demuestras. Otra persona en tu posición se estaría bañando en un mar de vicios, pero aquí estás, esforzándote por alcanzar lo único que no puedes obtener."

"¡Ya basta, Halibel!" Gritó el pelinegro. Percatándose de que había llamado demasiado la atención de los presentes, Subaru agachó su cabeza en señal de disculpa y miró de nuevo a su indeseado aliado. "Tú no sabes nada mí, Halibel. Crees saberlo por tus estúpidos instintos, pero aun te falta mucho para conocerme en verdad. Mis metas, mis objetivos, son asunto mío. Tú querías…" Subaru se detuvo, para fijarse que nadie siguiera prestándoles atención, y entonces prosiguió en un tono aún más bajo."… seguirme, ¿no es así? Esta es la persona que soy, y nunca lo oculté. Si así lo quieres, no tendré problema en finiquitar nuestro "trato"."

"No tienes que ser tan drástico, Su-san. A eso no es a lo que me refería." Halibel dijo, buscando tranquilizar al enfurecido Subaru. "Deberías saber que los rumores corren muy fácilmente. Fue así como me enteré de que Anastasia-sama te pidió que dejaras de trabajar por tantas horas. Y estoy de acuerdo con ella… Pero tu trabajo no es lo único que te tiene en ese estado tan deplorable, ¿verdad, Su-san?" Ante el silencio enfatizado por el ceño fruncido de Subaru, Halibel decidió proseguir. "Entiendo que quieras entrenar, sobre todo después de lo ocurrido en Kyo. Pero… ¿En verdad crees que vale la pena esforzarte tanto, cuando hay tan poco por ganar?"

"Si sabías que poseo tan poco potencial, ¿por qué demonios decidiste aliarte a mí?" Preguntó Subaru, más frustrado que enojado.

"Nunca dije que viera potencial de luchador en ti, Su-san…" Respondió el demi-humano, arrancándole un profundo suspiro a Subaru. "Potencial de líder, potencial de cambiar el mundo, potencial de volver mi vida más interesante… Eso es lo que vi en ti."

"¿Potencial de líder? Creo que te golpeaste la cabeza peleando contra la falsa Zarestia, Halibel."

"Halibel esto, Halibel aquello. ¿No dijiste que me llamarías Hal-san?" Movimiento su cabeza de lado a lado, preguntó Halibel decepcionado.

"No estoy de humor para esto." Le dijo Subaru, mientras arrastraba su mano por su cara en clara señal de frustración.

"Bien, en ese caso, iré al grano." Fue con esas palabras que Halibel recuperó la atención de Subaru, quien dirigió su mirada ojerosa al hombre bestia. "Como has estado evitándome, no he podido hacer nada de lo que vine a hacer en Lugunica. Así que… ¿Cuándo piensas darles uso a mis servicios?"

Por un momento, Subaru creyó que Halibel estaba bromeando, pero un vistazo a su rostro le demostró que no era el caso. "Hali… Hal-san, no mentí al decir que soy un empleado carente de valor. Lo que he hecho estos meses es lo único que puedo hacer. ¿Qué esperabas? No hay nada que puedas hacer por mí y, por suerte, mi vida no ha vuelto a verse en peligro." Otra mentira… "No esperes realizar misiones trascendentes para mí. Si eso es lo que buscas, deberías regresar a Kararagi."

"Hmm… Tal vez pregunté antes de tiempo." Subaru estaba preparado para escuchar una despedida; no estaba preparado para esa respuesta. "Su-san, no sé si quieras escuchar esto. Pero me necesitarás más pronto de lo que crees… Por ahora te daré tu espacio, está claro que en este momento estás lidiando con muchas cosas."

En silencio, Subaru observó como el guerrero Shinobi se alejaba y se unía a un grupo de demi-humanos compuesto puramente por mercenarios del Colmillo de Hierro. "Realmente espero que estés equivocado, Hal-san…" Fallando en ocultar la desazón que lo estaba invadiendo, Subaru susurró para sí mismo.

Una parte de él quería llamar a Halibel y ordenarle que se explicara, mientras que la otra necesitaba ignorar lo que acababa de escuchar. Su cordura dependía de hacer oídos sordos a tan ominosa declaración. Subaru había comprobado en carne propia que tan certero podía ser el instinto del poderosos guerrero Shinobi, y por ello era consciente de que Halibel, prácticamente, acababa de recitarle una augurio de muerte.

¿Era eso lo que había instado a Halibel a buscarlo constantemente? Al parecer la respuesta era afirmativa, sin embargo, estaba claro que Halibel carecía de la mayoría de los detalles respecto a lo que estaba por ocurrir. ¿O se los estaba ocultando? Subaru no creía que ese fuera el caso, después del todo, los sentidos afilados de Halibel tampoco eran capaces de predecir el futuro…

"Pareciera que acaban de darle la noticia de su muerte, Subaru-sama." Mientras que la mente de Subaru se desmoronaba lentamente, debatiéndose respecto a el cómo lidiar con las últimas palabras de Halibel, una voz calmada, pero con un tono infantil que remarcaba la falta de madurez de su emisor, llegó a sus oídos.

Esforzándose por ocultar su confusión interna, Subaru miró parsimoniosamente hacia la persona que se había dirigido a él. Se trataba de un joven de cabello color violeta, peinado en una coleta, con un monóculo descansando frente a su ojo izquierdo. Su expresión seria y mirada analítica recordaban ligeramente a la de su propio hermano. Se trataba de Joshua Juukulius.

"No es muy diferente a eso…" Murmuró Subaru, alejando la mirada de Joshua. Éste llegó a escucharlo parcialmente, sin embargo, fue incapaz de comprender el mensaje que cargaban dichas palabras. Y no tuvo la oportunidad de hacerlo, puesto que Subaru rápidamente procedió a cambiar el tema. "Me alegra verte de nuevo, Joshua. Me parece que, desde que regresamos a Lugunica, nunca volviste a la mansión."

"¿En verdad se alegra, Subaru-sama? A mí no me parece que se encuentre especialmente jubiloso." Respondió el joven, mirando a Subaru con sospecha.

"Por dentro lo estoy, no dejes que mi cansancio te haga creer lo contrario." Bromeó Subaru, aunque su tono de voz monótono no ayudó a que la "gracia" de su comentario fuera transmitida.

"Como usted diga…" Dijo finalmente Joshua. "Aunque no es cierto que no haya estado viniendo, Subaru-sama. Simplemente que, debido a su… peculiar rutina de trabajo, no hemos vuelto a coincidir. Generalmente vengo en las mañanas, para asistir a la reuniones relacionadas con la Operación Reinvención. Anastasia-sama insistió en que hacerlo serviría para mi formación, así que para mí es honor hacerlo, aunque no tenga voz en ellas."

"¿En serio? He estado asistiendo a las reuniones de esta semana, y no te he visto en ninguna de ellas."

Ante la duda de Subaru, Joshua meneó suavemente su cabeza. "Mi padre me pidió que me hiciera cargo de varios asuntos de la familia con los que mi hermano no pudo lidiar debido a falta de tiempo, así que me he estado ausentando." Afirmó el joven, refiriéndose a aquel que una vez fue su tío, que había adoptado el rol de padre. "Es probable que concurramos durante alguna de las reuniones de la próxima semana."

"Hmm… Ya veo. Así que finalmente te estás involucrando en los asuntos relacionados con la Operación Reinvención." Comentó Subaru, mirando al hermano de su entrenador en las artes espirituales con una débil pero genuina sonrisa.

"Yo no lo llamaría así. Como ya le dije, realmente no tengo voz en las reuniones; pero espero poder hacerlo cuando ya haya amasado el suficiente conocimiento sobre negociaciones, comercio y política." Contestó el chico, con una mirada que transmitía anhelo y determinación; una mirada que no tardó en conmover al emocionalmente frágil Subaru.

"E-Estoy seguro de que lo lograrás." Fue lo único que Subaru alcanzó a responder, ante lo que el educado chico respondió con una pequeña reverencia.

"Es un honor escuchar eso de su parte, Subaru-sama." Agradeció Joshua, mirando a Subaru con genuina emoción. "Y-Yo realmente lo admiró, Subaru-sama. Mi hermano me ha hablado mucho de sus logros, también de su inexpugnable determinación por alcanzar sus metas y sus esfuerzos por entrenar con él cada día. Por eso quería disculparme nuevamente con usted por lo ocurrido el día que se reunió por primera vez con Anastasia-sama. Mi propia estupidez e ignorancia me impidieron apreciar su enorme valor."

"Joshua…" Subaru, anonadado, observó al chico que acababa de admitir que admiraba a un ser inservible como él.

Subaru no había llegado a interactuar demasiado con Joshua Juukulius. El hermano de Julius no vivía en la mansión de Anastasia y no siempre asistía a ésta. Él trabajaba como recadero de la facción de Anastasia, había empezado desde abajo y esperaba aprender de política y negocios bajo la tutela de la ama de su hermano. Subaru, que rara vez abandonaba su habitación, no había llegado a concurrir con el chico en más de un par de ocasiones.

Después del incidente que dio paso a su alianza con Anastasia, aquel en el que Joshua lo discriminó tanto a él como a Leith, Subaru no había vuelto a cruzarse con el educado joven hasta su regreso del primer viaje a Kararagi; para entonces, todo rastro de superioridad hacia Subaru había desaparecido.

Subaru no había llegado a conocer demasiado a Joshua; solo había obtenido información sobre él en las pocas veces que se encontraron y a través de los espontáneos comentarios de Julius sobre su hermano menor. No obstante, Joshua, a través de las constantes anécdotas de su hermano, sí había llegado a conocer a Subaru; al menos la versión de Subaru que veía el caballero de Anastasia.

Joshua era enfermizo, Joshua era débil, Joshua era estudioso. Cualquiera a quien se le preguntara sobre el hermano menor del Amable Caballero, lo describiría como a un chico que calzaba perfectamente en una enorme biblioteca. Joshua admiraba a su hermano, y eso él lo sabía; él mismo Julius había llegado a mencionárselo a Subaru.

Subaru desconocía gran parte de la historia, pero por los fragmentos que había llegado a reunir, había comprendido que Julius, por alguna retorcida razón, quería que Joshua lo tuviera a él, Subaru, como ejemplo. Joshua es como tú; había llegado a pronunciar el caballero. Estoy seguro de que él desearía ser más fuerte, anhelaría poder convertirse en un caballero; pero su camino nunca podrá ser ese…

Julius, conocía de primera mano el espinoso camino de la caballería, aquel que había decido seguir, para así esconder su penoso origen, su desagradable "yo", su "yo" real; una idea que se encontraba oculta en su corazón, y solo él y nadie más podría atestiguar. Joshua no tenía que pasar por las mismas tribulaciones que él, Joshua no tenía que vivir una vida escondiendo su "verdadero yo" bajo una carcasa.

Julius era consciente de las limitaciones de Subaru, pero lo entrenaba porque respetaba la determinación de Subaru, aquella determinación que el caballero no le permitió manchar en Priestella. Julius quería que su hermano fuera feliz, y por ello quería que él tuviera un ejemplo a seguir más realista que él mismo. Alguien honorable, alguien con quien compartiera los suficientes rasgos.

"Ese estúpido de Julius…" Susurró Subaru, comprendiendo en gran medida lo que había transcurrido. "No hace falta que te disculpes, Joshua. Te disculpaste entonces, así que volver a hacerlo sería redundante."

"Pero en ese momento no fui lo suficientemente sincero y…" Joshua parecía tener la intención de seguir insistiendo con el asunto, por lo que Subaru optó por interrumpirlo.

"En ese entonces yo también me comporté mal, así que se podría decir que estamos a mano." Argumentó Subaru, ante un nulamente convencido Joshua. El joven parecía dispuesto a contrargumentar cuando de pronto el silencio reinó en el vestíbulo. Ambos no tardaron en buscar la razón de este cambio en el ambiente, respuesta que no tardaron en hallar.

Cruzando el umbral de entrada, se encontraba una chica cuya belleza era capaz de robarle el aliento a todos los presentes; sin embargo, las razones por las que este efecto se daba eran muy diferentes dependiendo del individuo. Unos perdían el aliento por el temor sembrado en lo profundo de su ser; el temor a la medio-elfa de cabello plateado. Otros perdían el aliento por la belleza inocentemente femenina inalterada de la chica. Otros por la profunda melancolía que se asomaba por sus insondables ojos similares a amatistas.

Finalmente, se encontraba Subaru, cuyo aliento había sido arrebatado por el cúmulo de emociones que surgieron en su interior, debido a la sola imagen de la chica que una vez le tendió la mano en aquel oscuro callejón. Para el chico capaz de burlar a la muerte, lo que tenía frente a él no era diferente a un espejismo, a una alucinación.

Ella, la chica que solo era conocida por el nombre de Emilia, representaba un pasado corrompido, un presente descarrilado y un futuro que nunca llegaría. Una parte de él solo podía arrodillarse ante la hermosa figura sobre la que sus indignos ojos habían osado posarse, mientras que la otra, una parte de él que solo podía definirse como un fragmento alienado de su ser, no era capaz de sentir otra cosa que un ardiente odio hacía ella, la medio-elfa de pelo plateado.

Paralizado, Subaru no pudo hacer más que inspeccionar lo profundo de su ser, en búsqueda de una respuesta que nunca llegaría. ¿Por qué lo que una vez había sido un sentimiento tan fuerte que había confundido con amor, ahora se había corrompido a un confuso odio carente de razón? Subaru se encontraba quebrado, fragmentado… Lo que una vez había sido uno ahora no eran más que los pedazos dejados atrás por la tragedia.

Y así como su corazón, su espíritu, su mente, su alma… así como su ser completo se había fragmentado en miles de pedazos, sus sentimientos y sus pensamientos también lo habían hecho. Subaru había sido embelesado por Emilia, la chica que era capaz de tender su mano a todo aquel que lo necesitara, sin pedir nada a cambio y a costa de su propio bienestar. Subaru admiraba el corazón desinteresado de la media-elfa incomprendida.

Su corazón había sido conmovido como nunca lo había hecho en su vida al conocerla a ella, a la chica que había representado su salvación en ese mundo. Subaru entonces había sentido una fuerte sensación dentro de su ser; su corazón, que había enloquecido ante la presencia de la hermosa chica, quien había provocado en él una emoción que no había sentido en mucho tiempo… Y ahora ésta se encontraba totalmente corrompida.

"… Él es Subaru Natsuki, un empleado vital de mi empresa." Subaru se encontraba en medio del escrutinio de su propio corazón cuando fue regresado a la realidad por las palabras de su jefa. Allí, frente a él, se encontraba la razón del cambio de ambiente dentro del vestíbulo.

"Es un placer. Mi nombre es Emilia… solo Emilia." ¿Adónde había ido esa cautivadora aura de inocencia?