Capítulo 33: Matar o morir

Trost.

Los banderines reales colgados de unas casas a otras se mecían suavemente con la brisa mañanera, llamando la atención de _, la cual caminaba distraídamente y de muy mal humor un poco alejada del grupo. Dado que había crecido en un pueblo de montaña, era su primera vez viendo aquella festividad, por lo que le parecía un poco curioso que el rey entregara comida a la gente en un día como ese. Muy generoso para vivir en una sociedad completamente marcada por la distinción de clases a través de las murallas. Tan absorta estaba, que al no prestar atención a su alrededor, no se dio cuenta de que alguien se cruzaba en su camino, hasta que fue demasiado tarde.

El duro golpe causó que la morena cayera hacia atrás, golpeandose el trasero contra el suelo de la calle. Adolorida dejó escapar un gemido al sentir el impacto. Con el gesto encogido, mientras dirigía su mano hacia la zona golpeada, _ alzó los ojos hacia arriba. La figura de un hombre muy alto con un sombrero apareció ante ella, a contraluz de los rayos del sol que iluminaba Trost, impidiendole verle el rostro

De pronto, una alegre carcajada se escuchó procedente del individuo, sorprendiendo un poco a la soldado.

-Vaya. Menuda hostia te has metido ¿eh?-Habló con voz grave y burlona- Ven, deja que te ayude a ponerte en pie- Una mano delgada y venosa apareció en el campo de visión de la morena.

Asintiendo agradecida por el gesto, extendió la suya propia para agarrarla y, con ayuda del hombre, se puso en pie. Sin verle el rostro, se miró las ropas viendo en ellas unas nuevas manchas y, entonces, empezó a sacudirse el polvo que había quedado impregnado en ellas, palmeandolas con brusquedad.

-Muchas gracias y lo lamento, debería haber tenido cuidado-Le agradeció y se disculpó a la vez conforme se limpiaba la suciedad.

-No hay por que darlas, mujer- Rió de nuevo burlonamente- Siempre es un placer chocar con una señorita tan guapa como tú- La ceja negra de _ tembló debido a una repentina oleada de ira, alzando los ojos para lanzarle una mirada de molestia al hombre, siendo recibida por unos extraños ojos gris azulado destellaban con burla ¿Disculpa? Puede que el accidente hubiera sido su culpa, pero no tenía ninguna confianza como para decirle esas cosas. Irritada, volvió a descender la mirada para continuar aseandose, deseando alejarse en cuanto pudiera de aquel hombre- Es increíble lo mucho que te pareces a tu madre.

Un latido potente la dejó sin respiración ¿Qué…?¿Había escuchado bien? Sintiendo como de pronto su sangre recorría por sus venas con velocidad, alzó de nuevo los ojos grises, abiertos como platos y levemente temblorosos, hacia el individuo de pelo negro mientras dejaba ir de sus labios un jadeo de impresión. Sin embargo, frente a ella ya no había nadie, parecía que se había esfumado con el viento. Con nervios, recorrió con su vista los rostros de la gente que caminaba tranquilamente por aquella calle, fracasando completamente en la búsqueda de aquel hombre. Había desaparecido de la faz de la tierra.

¿Quién demonios era aquel hombre?¿Por qué y de qué conocía a su madre?¿Y por qué se había marchado de esa manera? Miles de preguntas rondaron en la mente de _ mientras sus ojos no dejaban de buscar, sintiendo una chispeante emoción ¿Por qué tenía esa sensación tan desagradable? Era casi similar a cuando Levi apareció por primera vez delante de sus ojos y cuando Reiner y Bertholdt se transformaron en titán, la misma llamada de supervivencia que gritaba su cuerpo. No obstante, antes de que pudiera pensar en otra cosa, una fuerte mano le agarró el hombro, causando que diera un respingo sorprendida por el contacto.

-Mocosa, maldita sea, mueve el culo que te quedas atrás- Le gruñó Levi cuando los ojos de esta se enfocaron en él. Sin embargo, al ver el rostro pálido y el gesto facial que tenía la morena, el hombre frunció el ceño, dándose cuenta de que algo parecía haber sucedido- ¿Qué pasa?

-¿Me has visto hablando con alguien?-Preguntó _ volviendo a posar su vista en los viandantes del lugar- Estaba aquí hace un maldito segundo.

-No. No te he visto con nadie-Negó con la cabeza, mirándola con un leve deje de intriga. Viendo la falta de intención de la morena en explicarle la situación, chasqueó la lengua con molestia- ¿Me quieres decir que pasa?

Encogiendo los ojos, _ tragó saliva mientras una gota de sudor frío recorrió su piel ¿Cómo era posible? Si no había pasado mucho entre la huida del hombre y la aparición de Levi. Era casi imposible que no se hubieran visto.

Ante la voz exigente del moreno, _ volvió a mirarle, conectando sus ojos grises con los gris azulado de Levi. Gris azulado.

-He...He chocado con un hombre- Le explicó todavía titubeante. Tenía bastante claro que el hombre era peligroso. Pero… ¿para quién?-y, al parecer conocía a mi madre, puesto que me ha dicho que me parecía a ella.

-¿Y? Quiero decir, puede que fuera un viejo conocido o alguien que hubiera ayudado en el pasado- Le contestó relajando un poco su postura.

Todavía dubitativa, _ permaneció en silencio por unos segundos. Debía admitirlo, el moreno tenía un buen punto en aquello. Su madre había sido muy voluntariosa y un poco conocida por la gente, por lo que no era de extrañar que todavía alguien pudiera identificarla por sus rasgos tan parecidos a ella. Además, que fuera potencialmente peligroso, no significaba que fuera una amenaza para ella misma. Y la prueba de ello la tenía delante de sus narices.

Un poco tensa, _ se rascó la sien.

-Sí...Sí, puede que sea solamente eso-Murmuró dándole un voto de confianza al hombre, aun sin estar muy segura de ello.

Mirándola por unos segundos ante ese tono, Levi chasqueó la lengua de nuevo.

-Venga, andando- Le dijo el hombre señalando con la cabeza hacia un lado, en dirección al grupo que se había alejado por unos cuantos metros- Debemos seguir.

Asintiendo con un poco de duda, _ siguió a Levi cuando este empezó a avanzar. El hombre tenía razón, debían continuar, ahora no era el momento. Por ello, en el hilo de aquel pensamiento, la morena sacudió su cabeza, tratando de quitarse cualquier pizca de dilema que rondara por su mente. En unos instantes, de nuevo se reagruparon con el resto, manteniendo las distancias para no llamar demasiado la atención, y, a paso tranquilo, avanzaron entre la multitud de las calles. Esquivando a los habitantes del lugar, los soldados caminaron entre los puestos del mercadillo instalados a ambos lados de la calle. Una agradable mezcla de olores y sonidos los envolvió suavemente, provocando en más de uno un gruñido procedente de sus hambrientos estómagos. No obstante, aquella calma se vio súbitamente interrumpida.

De pronto, tensándose en el sitio, Levi emitió un pequeño sonido y, con brusquedad, se dio la vuelta hacia el resto del grupo.

-¡Cuidado!¡Por detrás!-Gritó con voz levemente alarmada, alzando el volumen.

Todos los soldados se sobresaltaron, reaccionando unos segundos más tarde de que sucediera. Tras de ellos, apareció un carromato tirado por un caballo embravecido el cual avanzó a gran velocidad por la vía, completamente ajeno a la seguridad de los vecinos del lugar. Viendo como el vehículo se les echaba encima, el Escuadrón de Operaciones Especiales no tuvo más remedio que esquivarlo como y cuando pudieron. Por su parte, _, soltando un grito de sorpresa, se lanzó contra el suelo cuando sintió el carro cerca de ella y, entonces, rodó por un par de metros hasta agazaparse, quedando a cuatro patas. Por el zarandeo repentino, su cabello oscuro y corto se removió por el paso del vehículo, obstaculizando por unos segundos su visión. Desde el sitio y tras alzar la mirada, apartando unos mechones molestos, la morena siguió con los ojos el paso del vehículo, viendo como en el proceso varios individuos habían cazado al vuelo a dos de sus compañeros. Con molestia, chasqueó la lengua.

-¡Arm…!-Exclamó Sasha en voz alta, a un par de metros de _, incorporándose de golpe y alzando la mano en la dirección donde se marchaban a toda prisa. Entonces, dándose cuenta de su error por la mirada de espanto que le dirigió Connie a su lado, encogió el gesto - Digo…¡Christa y Eren!¡Se los llevan otra vez!

-Han picado- Habló Levi con seriedad después de que el vehículo se alejara lo suficiente, poniéndose en pie tras haberse agachado a un lado- Rápido, pasamos inmediatamente a EMT. Hay que seguirles.

En un asentimiento, el resto del Escuadrón de Operaciones Especiales abandonó la vía principal con prisas y, acto seguido, se internaron en una calle solitaria, apartada de las miradas de los habitantes, donde ascendieron, emitiendo gas, hasta elevarse por encima de todos los edificio de Trost. Desde las alturas, divisaron en la distancia el carromato que avanzaba todavía acelerado por los recónditos de la ciudad. Sin perder más tiempo, lo siguieron por los aires, evitando ser vistos o llamar demasiado la atención, hasta una especie de almacén, pegado a la muralla. Allí, por orden del capitán, se distribuyeron situándose cada individuo en una ventana para poder observar su interior, donde tras adentrarse con el carromato, amarraron a Armin (vestido de Historia) y a Jean (vestido de Eren) a un par de sillas. Desde su posición, _ contemplaba como el pobre rubio era acosado por uno de sus captores, que no dejaba de sobetearlo por todos los lados, bajo la mirada asustada de Jean. La mandíbula de _ se tensó completamente, sintiéndose de nuevo sumergida en un muy mal humor.

-Si no se parece en nada a Historia…-Gruñó por lo bajo, refunfuñando muy ofendida y chasqueando la lengua.

Bosque próximo a Trost. Horas antes.

-Mientras que Eren e Historia se dirigirán en un carro hasta la residencia del Comandante Pixis, siendo vigilado por un grupo; Jean y Armin servirán de cebo vistiéndose de Eren e Historia para atraer a nuestros enemigos- Explicó Levi mientras era escuchado atentamente por el resto de soldados alrededor de una hoguera apagada - Así, cuando los secuestren, otro grupo irá tras de ellos y los capturará.

-¿¡Qué!?¿¡De nuevo tengo que hacer de este imbécil!?-Reclamó Jean completamente enfurecido mientras señalaba con el dedo al castaño.

-¿¡Qué es lo que has dicho, gilipollas!?-Le gritó Eren de vuelta, dando un par de pasos hacia el otro, con el rostro encogido de ira por el insulto.

Ignorando a ambos chicos, los cuales se agarraron de la camisa y empezaron a pegarse, _ miró a Levi con extrañeza.

-No es porque me haga vital ilusión, pero… ¿por qué no hago yo de Historia?- Propuso a su superior, causando que los ojos gris azulado del moreno se dirigieran hacia ella tras lanzar una mirada de irritación hacia Eren y Jean. Entendía que quisieran al rubio debido al tono de su cabello, pero...- Es decir, tenemos una altura parecida y nuestros ojos son también claros, simplemente necesitaría una peluca rubia para hacerme pasar por ella. En mi opinión, creo que sería más creíble que Armin.

Levi la continuó mirando por unos instantes de manera muy seria, como si estuviera barajando las posibilidades hasta que, de pronto, negó con la cabeza, causando que sus mechones negros se sacudieran en su frente.

-Definitivamente no.

Sin esperarse aquella terminante negación, _ abrió los ojos un poco más y bajó la ceja, parpadeando lentamente ¿Cómo que "definitivamente no"?

-¿Por qué motivo no?-Quiso saber, sin entender el porqué.

-Simplemente no te pareces.

-¡Ni Armin tampoco!-Exclamó la chica empezando a perder los nervios por la falta de explicaciones de su superior.

-Historia tiene cara angelical - Le explicó Connie por el capitán-A diferencia de ti. Tú, _, pareces una mafiosa criminal.

-¿Tengo cara de delincuente?- Atónita lo miró con sorpresa, recibiendo un asentimiento no solo del chico de pelo rapado, sino del resto de individuos excepto de Armin, el cual tenía la cabeza agachada, evitando por todos los medios la mirada de la morena. Sin embargo, no tuvo suerte porque la mirada grisácea y ofendida de la chica se posó casi al instante en que lo vio intentar ocultarse- ¿Armin?¿Tú también estás de acuerdo?

El chico dio un respingo en el sitio y, casi a regañadientes, alzó sus ojos temblorosos y celestes hacia _, mirándola con un poco de titubeo.

-Yo…-Tartamudeó muy incómodo. Entonces haciendo una pausa, reunió todo el valor que pudo para contestarle- Yo… Yo creo que hasta tú podrías hacer de Eren.

Presente.

El simple recuerdo hacía que la sangre que recorría sus venas le ardiera ¿¡Ella una criminal!? ¡Venga ya, y, ahora, los caballos volaban! Desde siempre ha suscitado adoración entre la gente, ¿cómo podían decirle aquella tontería? Estaban completamente equivocados, ella era igual de adorable que Historia. Podía perfectamente realizar el papel, lo que pasa es que no querían admitirlo.

Antes de que pudiera regodearse más en su ofensa, un sonido de un EMT se escuchó por encima de su cabeza, llamando la atención de la morena. Alzando la vista, vio como el capitán de todo el escuadrón se marchaba hacia el centro de la ciudad, empleando con habilidad su equipo. Seguramente querría ver como iban las cosas con el otro grupo, pensó la morena.

Sinceramente, _ se sentía un poco intranquila, todo aquello le resultaba un tanto extraño. Quería decir, ¿la Policía Militar se había hartado de ocultarse y realizar todo el trabajo que ahora contrataban a un par de maleantes? Era raro que, queriendo con tantas ganas a Eren y a Historia, dejaran aquella labor tan importante en manos ajenas.

-_- La llamó de pronto una voz sobre su cabeza, interrumpiendo sus preocupaciones. Guiada por esta, la morena alzó el rostro, conectando su mirada con los oscuros ojos de Mikasa, la cual había asomado la cabeza desde el techo- Es la hora. Vamos tú y yo.

-De acuerdo- Asintió con seriedad, olvidándose de lo que previamente estaba pensando.

Agachada en el alféizar de la ventana, sacó de su bota, el cuchillo que siempre portaba oculto por si las moscas y, entonces, colando el filo del arma por el hueco que dejaba, quitó el pestillo que bloqueaba su apertura. Despacio, la abrió lentamente, evitando a toda costa hacer cualquier ruido que pudiera alterar a los guardias que vigilaban a los rehenes, y, acto seguido, se coló al interior del almacén, dejándose caer sobre las estructuras internas del edificio. Avanzando agazapada por el pilar de madera horizontal, _ se situó sobre uno de los dos guardas, el más próximo a Armin, mientras que Mikasa, al otro lado, se colocaba arriba del otro, el cual estaba junto a Jean. Dirigiendo sus ojos grises hacia la otra morena, _ asintió, dándole la señal.

Haciendo impulso con sus brazos, la morena saltó hacia el vacío. Tras unos instantes de caída, aterrizó sobre el hombre, tirándolo al suelo junto a ella, causando que este soltara un pequeño grito de sorpresa al ser atacado tan súbitamente. No obstante, aquel alarido murió rápidamente al ser apuntado casi al instante en el cuello con el filo de su cuchillo. El hombre al verse amenazado palideció mientras dejaba ir un jadeo de pánico.

-Silencio-Calló medio gruñendo al hombre mientras, detrás de ella, Mikasa procedía a noquear al otro guarda- Quiero que respondas a una pregunta- Hizo una pausa apoyando un poco más el cuchillo en su piel mientras le lanzaba una mirada afilada- ¿Tengo cara de criminal?

La cara del hombre se trastocó completamente al recibir esa pregunta, abriendo los ojos como platos. Escuchando en todo momento la conversación, Armin, a un par de metros de ambos y todavía atado a la silla, dejó ir un suspiro de cansancio, negando con la cabeza. No se podía creer que la morena continuara con aquello.

-¿Qu-qué -Sin embargo no pudo decir más, porque, entonces sin dejarle siquiera acabar, _ le golpeó con violencia, empleando el mango del arma en el rostro, dejándolo K.O.

Chasqueando la lengua de molestia, la morena se quitó de encima del hombre y lo miró desde arriba con el ceño fruncido.

-La respuesta era fácil, imbécil- Gruñó mientras caminaba hacia Armin, moviendo el cuchillo entre sus dedos.

Frente a ellos, Mikasa cortaba las ataduras de Jean.

-Date prisa, _, hace unos minutos que se han marchado para avisar a su jefe- Le apuró el rubio con el rostro girado en su dirección.

Asintiendo, se agachó a su altura y rasgó con cuidado las cuerdas en torno a las muñecas de Armin; sin embargo, este, en vez de marcharse cuando los restos cayeron al suelo, el rubio se quedó todavía sentado en la silla. Para cuando ambos estuvieron completamente liberados, la puerta del lugar chirrió, sobresaltado a los soldados. A través de señas silenciosas, Mikasa y _ escondieron los cuerpos inconscientes de los captores y se ocultaron tras unas cajas, agachadas y esperando a que los líderes de aquellos malhechores hicieran su aparición. Con los pasos resonando en el edificio, estos caminaron ignorantes de todo lo que había sucedido en apenas unos segundos.

-¿Estáis seguros de que son Eren y Christa?-Preguntó uno de los líderes a otro de los captores.

-Sí. Corresponden a la descripción- Le aseguró este junto en el momento que pasaban por delante tanto de _ como de Mikasa. Momento que la morena más mayor aprovechó para contar los individuos: 4. Dos para cada una.

Fue, entonces, cuando se acercaron lo suficiente a Jean y a Armin, que notaron la ausencia de los otros individuos.

-¿Uh?¿Y el guarda?-Preguntó con voz sorprendida el calvo de todos. Dándose cuenta muy tarde.

A gran velocidad, ambas morenas surgieron de su escondite, lanzándose al ataque. Mientras Mikasa noqueaba a uno de los dos captores, _ se abalanzaba contra el otro, dejando a los dos recién llegados para lo último. Saltando en el aire, la morena de pelo rizado alzó la pierna y pateó el rostro del que le había tocado, mandando a unos metros más hacia atrás. Escuchando el sonido metálico de un arma detrás de sí, de pronto _ se giró con urgencia, sintiendo que no llegaría. Por suerte, antes de que pudiera dispararle el hombre de pelo rojizo, Mikasa reaccionó a tiempo y, dándole una poderosa patada, lo lanzó lejos, dejándole en el acto completamente noqueado. Aprovechando que la morena menor lo tenía todo controlado y Armin y Jean habían corrido a amarrar a los captores, _ corrió hacia el último individuo. El hombre calvo intentó lanzarle un derechazo en la cara; sin embargo, _, con toda la experiencia que tenía en combate cuerpo a cuerpo, pudo esquivarlo con facilidad y, aprovechándose del avance del hombre hacia delante, agarró el brazo de este, barriendo la única pierna que mantenía pegada al suelo, causando que este se tropezara. Retorciendo la extremidad agarrada, _ se subió sobre el hombre, inmovilizando completamente.

-¡Connie! ¿Seguro que solo son estos cuatro?-Escuchó a Mikasa hablar tras de ella.

-¡Sí, solo esos!- Gritó el chico de pelo rapado, causando que _ alzara la mirada en su dirección. Este se asomaba desde una de las ventanas, sirviendo de vigila- ¡Por aquí cerca no hay nadie más!

Sobresaltándose, _ escuchó como de pronto, a unos centímetros de ella, una flecha era disparada e impactada en una superficie metálica. Con sorpresa, giró de nuevo el rostro y vio como, entre sus manos, el hombre calvo portaba una pistola, completamente ensartada por el mango de madera.

-¡Su put-

-¡Como os mováis no sé donde os dará mi próxima flecha!-Amenazó Sasha tensando de nuevo el arco con otra munición, interrumpiendo la maldición de la morena, desde el mismo pilar donde _ previamente había saltado.

-¡Buena salvada, Sasha!-Le agradeció la morena, dejando ir un suspiro de alivio. Por poco no la contaba, de no ser por la castaña, seguramente en aquellos momentos hubiera tenido un bonito recuerdo de aquel hombre en toda la frente. Con un gruñido, separó sus manos del agarre del brazo de este- Deja que coja eso, que ya no lo necesitarás- Le dijo alargando su mano y cogiendo la pistola de entre los dedos del hombre, que se empeñaba en seguir agarrado a aquella arma- Suéltala, no es un juguete con el cual puedas divertirte- Murmuró con la voz un poco forzada por el esfuerzo por separarle los dedos. Cuando al fin pudo quitársela, se la metió en su pantalón, a buen recaudo, y aprovechó para sacar una cuerda de su cinturón.

-Lo primero es dejarlos a todos atados antes de reunirnos con el capitán- Les dijo Mikasa en voz alta a todos los presentes mientras hacía lo propio- Son las órdenes. Además, tengo un mensaje para todos.

Alzando la vista de su tarea de atar al hombre, _ miró con el ceño fruncido a la otra morena.

-¿Un mensaje?-Preguntó con intriga.

-Sí. Os lo diré luego, ahora mismo lo importante es asegurarnos de que no escapen- Le contestó la otra morena.

Comprendiendo, _ asintió levemente, mientras que tras su espalda, el resto de individuos del Escuadrón de Levi también hicieron un gesto de estar de acuerdo. Ayudándose los unos a los otros, fueron trasladando los retenidos hasta un pilar, oculto entre unas cajas, donde, empleándose de varias cuerdas largas, los ataron y amordazaron, asegurándose así de que no pudieran huir o gritar por ayuda, previamente registrados de que no tuvieran ninguna arma filosa oculta entre las ropas. Cuando estuvo el trabajo hecho, entonces, salieron del lugar, cerrando a cal y canto el edificio entero, y empezaron a recorrer los techos de los edificios, utilizando el EMT para avanzar con mayor rapidez, dirigiéndose hacia el lugar donde marchaba el carromato: las dependencias del Comandante Pixis. A esas alturas, seguramente Eren e Historia ya estarían a buen recaudo entre las habitaciones del líder de las Tropas de Guarnición. Solo les faltaba reunirse y ya todo habría acabado por hoy. Con alivio, _ sonrió levemente. Al parecer todo iba a salir bien. No obstante, las cosas no estaban de su parte, puesto que, mientras avanzaban en el espacio aéreo, un sonido ensordecedor se escuchó en la lejanía, deteniendo la marcha del escuadrón por completo. Sorprendidos, se dejaron caer todos sobre un tejado cercano para asegurarse de que habían escuchado bien. Sintiendo como los nervios empezaban a recorrerle, _ borró de su rostro la mueca de alivio y buscó la procedencia, recorriendo la ciudad con los ojos. Un momento… ¿Eso no había sido…?

-¡Son disparos!-Gritó Sasha con nerviosismo, justo en aquel momento, señalando hacia un lugar- ¡He oido varios disparos!

Una repentina capa de sudor cubrió el cuerpo de _ cuando escuchó lo que temía haber captado mientras el miedo y la preocupación tomaban parte de su mente. No. Aquello no era nada bueno. Una desagradable sensación se formó en torno a su pecho y estómago mientras que su corazón empezó a latir con fuerza. Su mente parecía haberse bloqueado. Tenía...Tenía…En un arranque rápido y sin pensar, simplemente dejándose llevar de nuevo por su característica impulsividad, recorrió el tejado corriendo hasta llegar al límite, donde, sin ningún atisbo de duda, saltó al vacío y, emitiendo gas, avanzó en el aire, alejándose del resto de su escuadrón.

-¡Levi!-Gritó con muchísima preocupación sin darse cuenta.

-¡_, ESPERA!-Se escuchó gritar en la lejanía; sin embargo, _ solo podía pensar en una única cosa: asegurarse de que estuvieran bien.

Con velocidad, fue enganchándose y desenganchándose de edificio en edificio, recorriendo con los ojos las calles, las paredes y los cielos. Es decir, todos los lugares visibles. Tenía que encontrarlos cuanto antes. Debía protegerlos. No podía permitir que les pasara nada a ninguno. Al cabo de unos segundos, el resto del escuadrón se unió a su búsqueda, situándose en el aire con ella, un poco sorprendidos de la reacción de _. Con una voltereta en el aire, sin prestarle mucha atención a los de atrás, la morena esquivó una torre, encontrándose de pronto por encima de una calle peatonal muy grande y ancha. Un sonido se escuchó a un lado y, entonces, debajo de ella, cruzó un carromato a gran velocidad. Dirigiendo sus ojos grises hacia el vehículo, observó que en la parte trasera se encontraban Eren e Historia, tirados sobre la superficie de madera. "¡Eren, Historia!" pensó alarmada. Debían de estar ocultos en un carromato cubierto de telas ¿Qué demonios había pasado?

-¡Es Eren!-Gritó Connie a todo el grupo, estando tras ella, reconociéndolos también.

En ese instante, el ruido de un EMT siendo utilizado se escuchó a la izquierda del grupo y, tras una esquina, unos cables salieron disparados, enganchándose a la pared de la derecha de ellos. Debajo de sus pies, apareció a toda velocidad el capitán Levi persiguiendo con insistencia el vehículo que avanzaba rápidamente. Sin entender por qué, la visión de su superior en perfectas condiciones le dropeó a la morena una pequeña oleada de alivio. Poca duración tuvo aquella sensación porque en un parpadeo, surgió de entre unos edificios, un hombre empleando un extraño EMT, sorprendiendo a todos los que observaban la escena desde las alturas. En un movimiento muy rápido, este individuo apuntó con los mandos de su dispositivo hacia Levi y, para estupefacción de los soldados, disparó. _, desde la distancia, soltó un grito de sorpresa, acompañando a los procedentes de sus compañeros. Por suerte, Levi se había percatado previamente de la presencia del enemigo y, en un movimiento justo, logró esquivar a tiempo la bala, volteando su cuerpo cara al hombre e inclinando este a un lado. Aprovechando de la recarga de este, accionó los enganches y, al instante, estos salieron disparados del EMT del moreno hacia arriba, silbando en el aire a gran velocidad, para clavarse en el estómago del individuo. Un escalofriante grito de dolor se escuchó en la vía. Y, entonces, sin dudar ni tan solo un instante, recogió el cable mientras echaba la mano hacia atrás, con la cuchilla fuertemente agarrada entre sus dedos. En un parpadeo, Levi había cortado y matado al hombre.

Ante aquella escena, un jadeo general se escapó de entre los labios de los soldados del Cuerpo de Exploración, incluida _.

Anclándose con los ganchos a una pared, Levi se apoyó en ella y giró el rostro en dirección al grupo de soldados que sobrevolaban el lugar. Desde la distancia, la morena vio como el rostro del moreno estaba ensangrentado.

-¡Capitán, estás herido!-Exclamó _, mostrando una pequeña expresión de preocupación mientras se acercaba en grupo al hombre, olvidándose de que previamente el moreno había matado a una persona delante de sus narices.

-¡Seguid al carro!-Les gritó una orden, señalando con la cuchilla el vehículo que continuaba avanzando.

Acto seguido, este emitió gas y se desenganchó de la superficie, uniéndose al escuadrón en el aire. Una vez todos juntos, empezaron a aumentar la emisión del gas del interior del EMT, acelerando su avance.

-¡Escuchad! Están acostumbrados a la lucha cuerpo a cuerpo, -Empezó a explicar el moreno con la voz agitada- pero ya he reducido a tres- De nuevo un sonido de sorpresa surgió del resto al entender que significaba "reducir"- ¡Si queremos recuperarlos, no podéis dudar!¡Si hay que matar, se mata! ¿Está claro?

Sin embargo, la única que emitió algún tipo de afirmación fue Mikasa mientras que el resto permaneció en silencio con el rostro encogido. Dentro de _, existía un dilema. Estaba completamente desesperada y decidida a recuperar tanto a Eren como a Historia, además de que siempre había tenido la creencia de que en aquel mundo quién no luchaba, moría. En cambio…. Nunca hubiera imaginado que llegara el día en que esa creencia tuviera que aplicarse a matar a personas "¡No!¡No puedes dudar!¡No cuando están en peligro!" ante ese pensamiento, _ sacudió la cabeza y decidió concentrarse.

Sin perder el tiempo, Levi girando sobre su propio eje para ganar más velocidad, accionó los ganchos y, acto seguido, atravesó al individuo que permanecía sobre el carromato, provocando que este emitiera un gemido muy alto de dolor. En un instante, fue expulsado del vehículo y lanzado contra el duro suelo de la calle. Chasqueando la lengua en el aire, el moreno se giró hacia el grupo.

-¡Armin, Jean!¡Subid al carro!-Le ordenó al rubio y al castaño- ¡Los demás, defendedlo!

En un grito de asentimiento por parte del rubio, ambos se lanzaron y aterrizaron en la parte trasera del carro, sobresaltando a la conductora enemiga. Viendo el asalto de los nuevos individuos, la mujer se levantó y se giró, alzando su arma contra ellos, con el rostro tenso. No obstante, antes de que pudiera reaccionar, Mikasa apareció por un lado, dándole una patada en el rostro y lanzándola a donde se encontraban Jean y Armin. Mientras el rubio se apresuraba a toda velocidad a coger las riendas del caballo fuera de control, Jean, con un gesto facial de terror, amenazó con la cuchilla a la chica. Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada más, el arma del castaño fue golpeada y lanzada por los aires por el cañón de la mujer, provocando que por la fuerza empleada, Jean cayera hacia atrás. Con horror en el aire, _ vio como la mujer se paraba en pie y volvía a apuntar al chico; por lo que, presa de miedo por que le pudiera ocurrir algo, emitió gas y se lanzó contra el carro desde el bando izquierdo "¡NO LLEGO A TIEMPO!" gritó internamente con el corazón latiéndole a gran velocidad.

Entonces, un disparo se escuchó. Y el cuerpo inerte de la chica cayó.

Sin darle tiempo a asimilar que Armin había sido el que había matado a aquella chica, por la retina de su ojo, la morena advirtió como otro individuo aparecía súbitamente en la escena y se acercaba peligrosamente hacia el rubio, con la intención de acabar con él y tomar el control del vehículo. Entonces, en cuanto las botas del hombre tocaron el suelo de madera del carromato y encañonó a Armin, _ se lanzó delante del arma, con el propósito de quitársela de un tajo.

De nuevo, un disparo se escuchó en el lugar, resonando fuertemente, y, acto seguido, dos cuerpos cayeron del vehículo, golpeándose con dureza contra el suelo.

Durante unos segundos, apoyada en la dura piedra, la cabeza de _ empezó a dar vueltas, provocándole pequeñas ganas de vomitar. Con alivio, vio que todavía se encontraba viva, a pesar de haberse lanzado de manera suicida en la trayectoria del arma. Sin embargo, hubo algo que consiguió devolverle completamente a sus sentidos. Un intenso dolor en su pierna derecha causó que emitiera un alarido de dolor, desviando su atención, y se incorporara hacia delante. Un jadeo de padecimiento y sorpresa se le escapó de sus labios al ver el causante de aquel sufrimiento. A la altura de su pantorrilla derecha, casi junto a la rodilla, una enorme mancha de color escarlata intenso teñía su pantalón de color blanco y se derramaba poco a poco en el suelo, formando un pequeño charco. Para su asombro, efectivamente, había sido alcanzada por la bala.

Gruñendo de dolor y sin dejar de ver su herida, para intentar ver la gravedad de esta, no se dio cuenta de que había perdido las cuchillas y que el hombre que se había llevado con ella por delante, empezaba a ponerse en pie. Solo hasta que escuchó unas carcajadas desquiciadas, no reparó en su presencia.

Al alzar los ojos y ponerlos sobre este, el rostro de _ descendió unos cuantos tonos, hasta casi quedarse completamente blanco.

-Vaya vaya ¿Pero quién tenemos aquí?- Rio escandalosamente dando un paso en dirección hacia la morena tirada en el suelo, que lo observaba con los ojos atónitos e incapaz de moverse, ya sea por la impresión o por la herida en su pierna- Pero si es el Hámster Rabioso ¡Ah, no, espera! Mi error. Eres la Pequeña Gigante.

Ante ella, vestido con la indumentaria de la Policía Militar y apuntándole con el cañón de su arma, estaba el mismísimo Erik Hendriksen, con la misma sonrisa de superioridad. Su antiguo compañero del Distrito de Entrenamiento de Reclutas. 6 años después.

No había cambiado mucho. Simplemente ahora tenía el pelo rapado y la nariz un poco torcida, recuerdo procedente del último encuentro con _.

-¿Quién iba a decir que nos encontraríamos en esta peliaguda situación, eh, pequeña zorra?- Al llegar a la altura de la morena, alzó su bota y, sin ningún miramiento, pisó con toda la crueldad la herida recién hecha, ganándose un grito de dolor de la morena. Entonces, sin mover ni por un instante su pie, se agachó, apoyando sus codos en sus rodillas para inclinarse y mirar con placer sádico el rostro encogido de _- Por fin, las cosas vuelven al sitio que pertenecen. Tú debajo y yo por encima de tí.

"Así es como deberías estar, pequeña zorra. Por debajo de mí, tú y tus pordioseros amigos"

Sintiendo como el miedo y la rabia recorrían todo su cuerpo, _. reunió todas las fuerzas que le estaba dropeando el intenso dolor, intentó abrir la boca. No obstante, al ver su intención, Erik apretó con más fuerza la presión, evitando así que la morena hablara pues de su boca únicamente salió otro grito de dolor.

-¿Qué me dices? ¿Prefieres morir ahora y reunirte con el topo y la puta pelirroja?-Murmuró muy bajito colocándole en la frente el cañón. Los ojos del hombre estaban completamente encogidos mientras que los bordes de sus labios se inclinaban hacia arriba, en una pequeña muestra de satisfacción por el dolor ajeno que se reflejó en la mirada de _- Tranquila, yo te concederé tu deseo.

El corazón de _, ya acelerado de por sí, aumentó la velocidad todavía más de su latir, casi queriendo romper los muros de sus costillas y salir de su pecho. La adrenalina que este le suministraba empezaba a mitigar el terrible dolor que le causaba tener todo el peso del hombre en la herida, pero aquello no le servía de nada, estaba completamente inmovilizada. Además de ello, estaba asustada y enrabietada. Sentía completamente reales las intenciones homicidas del hombre además de que cada comentario que salía de aquella boca era puro veneno para _. Nada era una broma. Para nada. Erik la odiaba a muerte y esperaba poder acabar con ella.

Ese pensamiento se hizo realidad cuando, a cámara muy lenta, por las orbes de la morena vio como el dedo índice del hombre se desplazaba hacia el gatillo del arma, dispuesto sin ninguna duda a jalarlo y matarla. Ante esa visión, los ojos de _ se abrieron exorbitantemente, entrando en completo pánico al ver su muerte próxima. Debía hacer algo. No podía morir de aquella manera. Aún no había descubierto el secreto de su madre.

Con la evocación de su más profundo deseo, un poderoso impulso se adueñó de ella. Su instinto de supervivencia reclamaba con terquedad la posesión de su propia vida.

Entonces, a gran velocidad, su mano izquierda se movió.

Erik, sobre ella, lo notó.

De nuevo, un disparo se escuchó en el lugar, seguido de un completo silencio.

...

Simplemente, a través de sus oídos solamente se podía escuchar un pitido profundo, producto del disparo tan cercano a su aparato auditivo. Con los ojos mirando hacia el cielo, se quedó por unos instantes así, tumbada, sin poder llegar a comprender lo que acababa de suceder.

Súbitamente, unos brazos le cogieron por las axilas y tirando de ella hacia atrás, logró sacarla de debajo del enorme cuerpo que la cubría completamente. Viendo como sus pies eran arrastrados por todo el suelo, _ se dejó hacer, todavía en estado de shock.

Sintiendo como era envuelta en aquellas extremidades ajenas, la morena notó cómo su cuerpo era incorporado y apoyado contra el cuerpo de la otra persona, la cual le sacudía varias veces el hombro, en un intento de que reaccionara.

Despacio, como si los pensamientos volvieran a fluir con lentitud, sus ojos empezaron a descender. Poco a poco fueron recorriendo su cuerpo, primero pasando por la enorme mancha escarlata roja que teñía su camisa extragrande hasta acabar en su mano izquierda ensangrentada, la cual agarraba con fuerza un objeto, como si no quisiera soltarlo en su vida. Una pistola.

-¡_!-Escuchó la voz de Jean junto a ella, envuelta en un tono de preocupación.

Sin embargo, ella no le hizo caso, estaba demasiado absorta en sus dedos teñidos.

Al cabo de unos instantes, como si estuviera completamente drogada, sus orbes grises se dirigieron con un ligero temblor hacia el cuerpo ajeno que descansaba en medio de la calle. El rostro de Erik Hendriksen le devolvía la mirada, con unos ojos abiertos como platos por una terrorífica sorpresa pero vacíos. Carentes de luz. Todo él envuelto en un enorme charco de sangre.

Sus neuronas hicieron una electrizante conexión al asimilar lo sucedido.

Apartando bruscamente a Jean de ella, _ se inclinó hacia delante y, entonces, abrió la boca, vomitando todo el alimento que previamente había ingerido.

Cuando hubo echado todo de su cuerpo, sin poder aguantar más la nueva oleada de dolor y su estado emocional completamente alterado, cayó a un lado, sumergiéndose en un estado profundo de inconsciencia.