Jane fue la primera en despertar cuando la habitación aún estaba a oscuras. Sus ojos se abrieron lentamente al sentir un peso sobre su pecho y pestañeó hasta que su vista se aclaró, fija en el techo blanco y desconocido. Un suspiro de alivio escapó de sus labios al recordar dónde estaba y por qué, al reconocer el calor y aroma del cuerpo a su lado.
El brazo de Maura se estrechaba a lo largo de su abdomen y una mano descansaba sobre su costilla, casi rozando el inferior de uno de sus senos.
Maura estaba ahí. Estaba bien.
Jane apartó un mechón de pelo con mucho cuidado de no despertarla. Quería verla, necesitaba hacerlo. A pesar de la poca iluminación en la habitación, pudo apreciar la tranquilidad en su rostro. Y tuvo que morderse el labio inferior para no suspirar exageradamente del alivio. Había estado preocupada; Maura no había dormido mucho y el poco sueño que logró fue interrumpido al despertar bruscamente por una pesadilla. Jane estaba bastante familiarizada con ese tipo de pesadilla y los síntomas de trastorno de estrés postraumático. Maura había sido fuerte por las dos durante mucho tiempo, así que no dudó un instante en brindarle la misma seguridad que ella le había dado durante tantas noches.
No estaba segura de cuánto tiempo permaneció observándola dormir. Y a pesar de no haber dormido más de tres horas esa noche, decidió levantarse cuando el sol comenzó a alzarse sobre el horizonte.
Maura apenas se movió cuando la cubrió hasta los hombros con la manta y besó su sien.
Jane estaba revisando el refrigerador y familiarizándose con la cocina cuando un toque en la puerta llamó su atención, congelándola en el lugar.
-Buenos días -saludó el hombre con formalidad, cargando varias bolsas en ambas manos. Jane lo miró de arriba abajo y en silencio se hizo a un lado para dejarlo pasar.
James no hizo mención del arma que Jane sostenía detrás de la espalda o de cómo intentó ocultarla. Una de las pocas pertenencias que Jane había traído consigo fue su arma de fuego. Los dos eran conscientes de aquello y aun así el hombre se abstuvo de comentar al respecto.
-Hola, James -saludó la rubia que bajaba del segundo piso, aún con el juego de pijama puesto.
James la saludó a la vez que colocaba las bolsas sobre la isla de la cocina.
-Les he traído comida. Si necesitan algo en específico me pueden hacer una lista y se los traigo.
-¿No podemos salir? -preguntó Jane.
-Sería mejor que no, al menos no al supermercado. Pueden caminar en la playa o el muelle si desean. Es una playa privada y en invierno no hay muchos habitantes aparte de los que viven aquí todo el año.
Maura miró a Jane de reojo notando su frustración y se sorprendió cuando esta se mantuvo en silencio, fusilando al agente con la mirada.
-¿En dónde te estás quedando? -preguntó Maura mientras caminaba hasta quedar al lado de Jane para colocar una mano en su espalda baja. Jane sintió que su cuerpo se relajó involuntariamente en el instante que sintió la mano subir y bajar lentamente por su espalda.
No habían tenido mucho chance de hablar con él la noche anterior. En sí, ambas habían quedado sorprendidas de lo breve que había sido antes de marcharse asegurando que estaban seguras y que hablarían a la mañana siguiente.
Aquellas palabras no habían servido mucho para la detective que apenas pudo dormir por la ansiedad y temor de perder la mujer que sostuvo en sus brazos durante toda la noche.
La mirada de Jane no se había apartado de las bolsas sobre la isla de la cocina. Era mucha comida. ¿Cuánto tiempo iban a quedarse en esa casa?
-Estoy en la casa roja de la esquina. Cualquier persona que entre tiene que pasar por allí ya que es una calle de una sola vía. Esto también es para ustedes. -Colocó un aparato sobre la mesa y las dos se quedaron mudas.
-¿Un walkie-talkie? ¿En serio? Sabía que era mala idea dejar nuestros celulares con Sean -farfulló entre dientes.
A pesar de la situación, Maura no pudo evitar sonreír ante la expresión de Jane. Ambas sabían que dejar sus teléfonos había sido la mejor decisión, pero igual no dejaba de ser una inconveniencia.
-Su teniente advirtió que dirías eso.
Jane no logró contener un gruñido.
-Por lo menos no tenemos que usar otros nombres. -Jane puso los ojos en blanco- ¿O sí? -preguntó un poco más alarmada.
-No es necesario. Por ahora.
-¿Ha habido alguna noticia? -preguntó Jane.
-No. Estoy al tanto del caso y tengo contacto directo con su teniente. Les comunicaré inmediatamente de cualquier noticia que reciba.
James se marchó después de responder varias preguntas de Maura, mientras Jane escuchaba atentamente a la vez que organizaba y guardaba la compra. De un día a otro sus vidas habían cambiado totalmente y ninguna de las dos podía procesar por completo lo que estaban viviendo. Jane lo había visto muchas veces; había ayudado a varias víctimas y testigos entrar en el programa de protección. Su situación no se acercaba a esos extremos, pero aun así no dejaba de ser perturbador.
-No quise despertarte.
Maura se dio vuelta al escucharla e instintivamente cerró los ojos al sentir dedos fríos acariciar su mejilla. Sus ojos claros se volvieron a abrir al sentir que la caricia en su mejilla había pausado.
La mirada de Jane había quedado suspendida, otra vez, en su cuello.
-Jane... -susurró en voz baja y ojos oscuros volvieron a enfocarse en los suyos-. Aquí estoy.
-Me hubiera gustado que descansaras un poco más.
-Tenemos todo el día para hacerlo.
-En ese caso, ¿qué te apetece desayunar? James compró muchas cosas. -Se dio vuelta y abrió el refrigerador, contemplando las opciones que tenía.
-Imagino. No tenemos idea de cuánto tiempo estaremos aquí -dijo, apoyando la cadera en la encimera.
Jane se tensó... Claro que Maura era consciente de aquello. Que había pensado lo mismo que ella cuando vio la cantidad de comida que James compró. ¿Cuántos meses llevaba trabajando en el caso sin ningún avance? ¿Qué diferencia habría ahora?
-Hmm, pues -dijo Maura y Jane se enderezó sin girarse al escucharla más cerca-. Si mal no recuerdo... hace días alguien me había prometido panqueques de arándanos. -El susurró acarició la mejilla de Jane que se mordió el labio al sentir brazos deslizarse alrededor de su cintura.
-Desafortunadamente no hay arándanos. Fresas sí. -Cerró la puerta del refrigerador y se giró con una sonrisa que Maura había llegado a conocer muy bien.
-Dime. -Se adelantó Maura, imitando su sonrisa.
-Te tengo una propuesta y tal vez te guste más que los panqueques de arándanos. En sí, estoy segura que te gustará mucho más.
Maura alzó una ceja, dudando de esa posibilidad.
-¡Tostadas francesas! -Exclamó con una emoción que tomó a la rubia por sorpresa, y que no pudo hacer más que contemplarla mientras hablaba-. Ma me enseñó desde que tengo memoria. Mi Nana le enseñó a ella y la verdad es que creo que nunca llegaré al nivel de ellas, pero me quedan súper ricas, Maur. Te prometo que te gustará. Hasta podría hacerte una mermelada con las fres...mmhm
Maura había tomado su rostro con ambas manos, silenciándola al unir sus labios torpemente porque no podía dejar de sonreír. La acción tomó a Jane por sorpresa y no fue hasta un instante después que pudo corresponder, estrechándola a su cuerpo.
-Tomaré eso como un sí –dijo, cuando sus labios se separaron.
-Mis expectativas son muy altas -susurró Maura con los ojos aún cerrados, relamiéndose los labios.
-Culpa mía. Me pasa por hablar de más. -Le guiñó un ojo.
Maura se sacudió de hombros ladeando la cabeza y se mordió el labio inferior cuando el movimiento le recordó de la herida en su cuello.
-¿Me haces compañía? -preguntó a la vez que colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja de Maura.
-Siempre.
Jane la siguió con la mirada hasta que se sentó en uno de los taburetes, apoyando el mentón sobre sus manos cruzadas. Jane se sintió como si estuviera siendo observada en un programa de cocina.
-Me pondré nerviosa si me sigues mirando de esa forma.
Maura rio abiertamente y el cuerpo de Jane vibró de pies a cabeza porque ese se había convertido en uno de sus sonidos favoritos en el mundo.
-Nunca hubiera pensado que sería tan fácil ponerla nerviosa, detective Rizzoli -dijo con ese tono que hizo que Jane se sostuviera con fuerza en la encimera.
-Maur... -susurró a la vez que se movía buscando el pan-. Primero desayuno y después puedes usar ese tono todo lo que quieras.
-No sé de qué hablas.
Jane no tuvo que girarse para saber que estaba sonriendo pícaramente.
Las dos hicieron un recorrido por la casa después de desayunar. Jane estaba realmente sorprendida con el diseño interior y aunque no conociera mucho a Ella, podía verla reflejada en aquel hogar. El recorrido terminó en el segundo piso con Maura deslizando la puerta de cristal para salir al estrecho balcón. Estaba helado y caían flores de nieve, pero no se quejó y Jane la siguió sin protestar. La casa estaba mucho más cerca al mar y por la altura daba la percepción de que estaba en el agua.
-¿Es el lado este? -preguntó al notar que todas las paredes de ese lado de la casa eran de cristal y se podía apreciar el mar desde cualquier lugar en la casa.
-Sí. A Ella le encanta los amaneceres -confirmó con una sonrisa, abrazándose a sí misma.
-Empiezo a pensar que debí ser asistente para poder pagar una casa como esta -susurró al colocarse detrás de ella, rodeándola con los brazos y cerrando los ojos al sentir que Maura se relajó de inmediato.
-No creo que alguien pueda pagar una casa como esta con un salario de asistente. Ella tiene inversiones y varios negocios con su hija. La verdad es que en varias ocasiones me he preguntado por qué sigue siendo asistente cuando no tiene necesidad, por lo menos no por el dinero.
Jane apoyó el mentón sobre el hombro de Maura.
-¿Y ahora lo entiendes?
-Un poco mejor, creo. Ella siempre me ha dicho que mi trabajo me permite mantener los pies en la tierra... supongo que para ella es lo mismo. Una forma de mantenerse ocupada.
-Imagino que también por tu madre. Por permanecer a su lado.
Maura se giró en sus brazos al escuchar su risa ahogada.
-Si hubiera estado en su lugar hubiera hecho lo mismo -confesó Jane.
-¿Qué?
-Por permanecer al lado de esa persona. -Sostuvo la mano de Maura y entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
-¿Te refieres a mi madre?
Jane sonrió a la vez que rodeó la cadera de Maura, atrayéndola a su cuerpo hasta unirlos.
-Claro. Si hubiera estado en el lugar de Ella y tú fueras tu madre, hubiera hecho lo mismo.
Maura se mordió el labio inferior al considerar aquellas palabras. Después de haber renunciado no había pensado mucho en su futuro, y con los acontecimientos que tomaron lugar aquella preocupación se desvaneció por completo. Su plan había sido estar en Boston hasta el Año Nuevo y de ahí en adelante en realidad no había pensado en cuál sería su siguiente paso. ¿Se tomaría un año sabático? ¿Trabajaría en Boston? Tal vez podría dedicarse a su arte por un tiempo.
-¿En qué estás pensando?
Maura alzó la mirada al escuchar la pregunta y hasta ese momento no se había percatado que Jane le acariciaba la mejilla con el dedo índice.
-En el futuro.
-¿Cómo lo ves? -preguntó con un leve temblor en su voz.
-Incierto -admitió en un susurro.
-¿Deseas hablarlo?
Maura rodeó su cuello, abrazándola con fuerza antes de deslizar una mano entre sus cuerpos para colocarla en el centro del pecho de Jane y empujarla lentamente. Sin dejar de mirar sus ojos, Jane dio varios pasos hacia atrás hasta chocar con el borde de la cama.
-Preferiría hacer otra cosa ahora -dijo en voz baja con ese tono que provocaba que Jane cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior.
Maura la empujó suavemente, lo suficiente para dejarse caer sobre la cama.
-Maura... -susurró en una mezcla de preocupación y deseo.
Los labios de Jane permanecieron separados, mirando con pupilas dilatadas cómo los dedos largos y finos de Maura comenzaron a desabrochar botón por botón de la parte superior de su propio pijama.
Maura se relamió los labios antes de colocar una mano sobre el hombro de Jane, empujándola lentamente para que se recostara por completo sobre la cama. Jane tragó en seco y se limitó a observar cómo se sentó a horcajadas sobre ella. Maura tomó una de sus manos y la guio hasta su abdomen, deslizándola lentamente por su piel hasta detenerse entre sus pechos.
-No soy de cristal, Jane. Puedes tocarme -aseguró en un susurró sin dejar de mirarla a los ojos. Había notado la diferencia en el tacto de Jane desde la noche anterior. Jane había sido suave y cariñosa con ella, pero también se llegó a sentir como si hubiera tenido miedo de tocarla más allá de delicados besos y caricias.
Y Maura quería más. Necesitaba más. Quería sentirla y a su vez sentirse viva en sus brazos.
Jane permaneció inmóvil por varios segundos. Los suficientes para que Maura dejara caer su mano al lado de su cuerpo. La mano de Jane sobre la piel de su pecho se sentía tan cálida que parecía arder. La respiración de Maura se entrecortó cuando Jane se incorporó con facilidad, rodeando su cadera con el otro brazo para mantenerla en el lugar.
-Apenas saliste del hospital -susurró cuando sus frentes se unieron. La mano que había permanecido entre pechos ahora acariciaba lentamente su mejilla-. Tus heridas...
-Estoy bien.
-Maur...
Los labios de Maura rozaron los suyos y se perdió en ellos al cerrar los ojos. No podía negarse a sus besos. Sus labios se sentían mucho más suave de lo que Jane recordaba y casi se descompone al sentir la lengua ansiosa de Maura deslizarse por su labio inferior. Jane separó los labios de inmediato y gimió en el beso cuando la mujer sobre ella profundizó el beso con fuerza, como si estuviera recalcando las palabras que había dicho momentos antes.
La respiración de Maura estaba agitada cuando sus labios se separaron y sintió a Jane morder a lo largo de la mandíbula antes de descender por el lado de su cuello ileso para besarlo y morderlo. Sus manos se perdieron en el cabello oscuro, tomándolo en puños al sentir dientes en su cuello que sin dudas dejarían marcas en su piel. Una de las manos de Jane deslizó la camisa del hombro de Maura para cubrir la piel con besos, seguido de una mordida que provocó un gemido de dolor y placer en la rubia.
Jane se separó solo por un instante, solo lo necesario para descender por piel tan clara que parecía porcelana. Maura podía escuchar su pulso en los oídos y sentir el calor entre sus piernas. Sus labios se separaron lista para quejarse cuando sintió que Jane se apartaba de ella, pero la queja se ahogó en su garganta cuando la boca húmeda y caliente de la morena cubrió por completo uno de sus pezones. La espalda de Maura se arqueó hacia atrás involuntariamente, perdiéndose en el placer que estaba sintiendo, y una de sus manos se libró del cabello oscuro para equilibrar su cuerpo al apoyarse en una de las rodillas de Jane.
-J... Jane -musitó en un tono entrecortado cuando la desesperación de Jane por sentir más de su piel hizo que se deshiciera por completo de la camisa del pijama, descartándola en el suelo-. Neces... -Sus ojos se cerraron con fuerza y por un instante olvidó lo que iba a decir. Los dientes y labios de Jane que en esos momentos le daban el mismo trato al otro pezón eran suficiente para dejar su mente en blanco-. Necesito más -susurró en una súplica desesperada.
Maura ahogó un chillido y sus brazos instintivamente rodearon el cuello de Jane cuando ésta se puso de pie de repente para intercambiar sus posiciones y depositarla con cuidado sobre el colchón. Los labios hambrientos de Jane estaban sobre los suyos antes de poder siquiera procesar los últimos segundos.
-Prométeme que me detendrás si comienzas a sentirte mal.
Maura pestañeó varias veces intentando concentrarse en aquellas palabras porque la mano que se deslizaba por su abdomen y por debajo del pantalón del pijama era mucha distracción.
-Prométemelo -repitió en un susurro al lado de la oreja y por varios segundos no escuchó más que la respiración entrecortada de la rubia y un gemido cuando su mano descendió un poco más, apenas rozando donde más la necesitaba.
-Lo prometo. Lo prometo -susurró, aferrándose al hombro y cuello de Jane cuando sintió dedos deslizarse por sus pliegues. Apenas habían pasado unos días desde que la había tocado de esa forma, pero se sentía como si hubiera pasado meses sin ella.
-Estás tan mojada -gimió Jane sin moverse sobre el cuerpo de Maura.
Escuchar la respiración entrecortada y el gemido de Jane en su oído estaba enloqueciéndola. Podía sentir el cuerpo de Jane arder y vibrar sobre ella, mejilla contra mejilla, sus respiraciones, los dedos expertos que separaban sus pliegues y jugaban con su entrada, provocándola.
-Por ti -susurró y estuvo a punto de quejarse de la provocación, pero otra vez, como si supiera lo que estaba pensando, Jane desvaneció sus pensamientos cuando dos dedos la penetraron lentamente.
Una cadena de palabras incomprensibles salió de la boca de Maura a la vez que su espalda se arqueó cuando aquellos dedos volvieron a embestirla insoportablemente lento.
-No. Quédate aquí -pidió cuando Jane hizo ademán de descender por su cuerpo, y para hacer su punto más claro la sostuvo con más fuerza con el brazo alrededor del cuello. Jane asintió con ojos oscuros y sus labios volvieron a cubrir los de Maura, acallando sus gemidos hasta que volvieron a separarse para respirar-. Por Dios. Se siente tan bien -dijo entre gemidos de placer, intentando mantener sus ojos abiertos para no dejar de mirarla.
-Te sientes tan bien alrededor de mis dedos, tan mojada que podría añad...
-Sí. Sí. Quiero que seas más brusca. -Rogó y separó aún más sus piernas-. Te lo prometí -le recordó cuando Jane la miró vacilante-. No me romperé.
Jane asintió sin dejar de mirar cómo la expresión de Maura cambió cuando extrajo los dedos de su interior, y volvió a perderse en placer cuando comenzó a dibujar círculos sobre su clítoris. Maura estaba tan mojada que apenas había fricción.
El aire se escapó de los pulmones de Maura cuando Jane volvió a embestirla con tres dedos y más fuerza.
Los ojos de Jane brillaron cuando Maura volvió a echar la cabeza hacia atrás estirando el cuello y exponiendo el apósito que cubría la herida. Los labios y dientes volvieron a cubrir la piel del lado ileso del cuello, provocando que Maura gimiera aún más alto. Maura estaba a punto de correrse; lo sabía por cómo sus caderas habían comenzado a moverse incontrolablemente para encontrarse con cada una de sus embestidas, cómo se sentía alrededor de sus dedos y cómo su nombre era susurrado constantemente entre gemidos.
Jane casi se queda sin aire cuando el brazo de Maura alrededor de su cuello la sostuvo con fuerza al correrse, pero no se quejó, simplemente sonrió con su rostro en el espacio entre el hombro y su cuello. Después de unos segundos se separó para mirarla y se quedó hipnotizada al ver las mejillas sonrojadas y labios hinchados por los besos.
-Eres tan hermosa cuando te corres -dijo en voz alta sin pensar y se avergonzó, solo por un instante, al escuchar lo vulgar que había sonado.
Maura ahogó una risa y recibió con placer el beso que Jane depositó sobre sus labios con una sonrisilla.
-Me haces sentir viva -confesó y ambas mantuvieron sus miradas, procesando el significado de aquellas palabras. Maura separó sus labios con la intención de decir algo más, pero se calló mordiéndose el labio inferior cuando los dedos de Jane, aún en su interior, se movieron.
-Aún no he terminado contigo -dijo en voz baja con un brillo en su mirada que hizo que el cuerpo de Maura se estremeciera y su interior hiciera presión alrededor los dedos de Jane, causando que la morena cerrara los ojos al sentirlo.
-No esperaba menos, detective -susurró usando el título, consciente del efecto que tendría sobre ella.
-Sí, ¿cambio? -dijo insegura al presionar el botón del walkie-talkie e ignoró la risa de Maura que estaba sentada a su lado en el sofá, fingiendo tener su atención en la película que estaban viendo-. Esto es ridículo, lo sabes ¿verdad? -le dijo a Maura.
-¿Acaso no los usas constantemente en el trabajo?
La voz estática de James la interrumpió.
-Llegaré en dos minutos... cambio.
Maura no pudo aguantar la carcajada y Jane sonrió, mirándola. Maura se notaba mucho más relajada y ya no tenía la arruga que se le formaba entre las cejas cuando se encontraba tensa. Estuvieron en cama por varias horas. Maura insistió con que se sentía bien cuando descendió por el cuerpo de Jane, asegurando que solo usaría su boca para 'no preocuparla de más'. Jane no tuvo razón para objetar aquel razonamiento. Se bañaron juntas sin poder quitarse las manos de encima y durmieron un par de horas antes de despertar y preparar algo para la cena.
James llegó puntualmente, como Jane había esperado. Así que se puso de pie y lo saludó con una leve sonrisa al abrir la puerta.
-Dame un minuto y te puedo preparar todo. ¿Eres alérgico a algo?
-No, no tengo ninguna alergia.
-¿Cómo te ha ido el día, James?
-Tranquilo. Te ves mucho mejor, Maura. Me alegro.
-¿Quieres comer aquí o prefieres llevar? -preguntó Jane desde la cocina.
-No quiero ser un estorbo.
-Para nada. Ponte cómodo, por favor.
James asintió y se sentó en la mesa que estaba a pocos pasos del sofá.
-Pensaba decirles esto en la mañana, pero ya que estoy aquí... La señora Rizzoli envió un paquete con ropa de ambas. Estará llegando mañana. Sé que no tuvieron tiempo a traer ningún artículo personal.
-Por suerte encontramos varios juegos de pijama sin usar.
-Se ve cómodo.
Maura sonrió antes de dirigir la mirada hacia la morena que se acercaba a la mesa con dos platos de comida.
-¿Qué deseas de beber? Hay mucho alcohol. -Aún estaba sorprendida de la colección de licores que había en la casa.
-Prefiero no beber mientras trabajo. Agua estará bien. Gracias.
-¿Tendrás algún reemplazo para Año Nuevo, James? Si es que seguimos aquí para entonces. Sé que a Jodie no le agrada cuando tienes que trabajar los días festivos.
El hombre terminó de masticar y se aclaró la garganta antes de tomar un sorbo de agua.
-Jodie y yo nos divorciamos hace dos años. Ahora solo tengo a Rob, bueno... -vaciló por un instante, pero la mirada de la rubia lo alentó a continuar-. Nos alternamos los festivos.
-Perdón. No sabía.
-Ya no es un problema. Con el tiempo lo entendí.
Jane se sentó al otro lado de la mesa con una copa de vino en la mano. Maura y James parecían conocerse bastante bien; lo suficiente para saber de la vida privada del ex agente.
-¿Qué entendiste? -preguntó Jane antes de pensar y se disculpó por indagar de esa forma.
-El por qué me engañó. -Los hombros de James se alzaron cuando respiró profundamente y pinchó un pedazo de carne con el tenedor, pensativo-. Toda mi vida pensé que conocería a la persona indicada, me enamoraría y no necesitaría nada más. Y así fue por muchos años, pero no para Jodie. El mundo siguió cambiando, la gente cambia con el tiempo y todo a nuestro alrededor cambia; el trabajo, el entorno, pero se espera que uno siga siendo la misma persona. Que estés con la misma persona.
-Jodie cambió.
James alzó la mirada hacia la mujer al otro lado de la mesa y asintió.
-En el momento que me dijo supe que la había perdido.
Ambos permanecieron en silencio, simplemente mirándose.
-Rob... ¿Te tocaba estar con él este año? -preguntó Maura, haciendo que los dos dirigieran la atención a ella. Cuando James intentó contener una sonrisa, Maura se dio cuenta que su pregunta había logrado su objetivo.
-Sí, pero...
-En ese caso quiero que pases el Año Nuevo con tu hijo, James.
-Maura...
-Tengo a Jane conmigo -dirigió la mirada hacia la morena que asintió-. Y seamos realistas, James, ¿por cuánto tiempo esperas quedarte en esa casa?
-Es mi trabajo. -El hombre se mostró confuso ante las palabras de la mujer que era, literalmente, la que lo había contratado.
-En ese caso tienes el Fin de Año y Año Nuevo libre para estar con tu hijo.
-Maura eso no es...
-Maura tiene razón. Estoy aquí y no la perderé de vista ni por un segundo, aunque se canse de mí -le guiñó a la mujer que sonrió agradecida de haberla apoyado con su decisión-. Solo serán dos días y no creo que salgamos de aquí.
-Puedes hablar con Mark por si él está disponible para remplazarte esos días. Si eso te hace sentir más tranquilo.
-Sí. Me comunicaré con él.
-Come tranquilo -dijo Jane al ponerse de pie para dirigirse al sofá y sentarse al lado de Maura.
Jane pensaba que Maura se había quedado dormida cuando el tercer capítulo del documental comenzó. Maura estaba recostada a lo largo del sofá con la cabeza apoyada sobre su regazo.
-No suele hablar así.
-¿Hmm? -preguntó sin dejar de peinar el cabello dorado con los dedos.
-James. No suele hablar de su vida personal. Es muy privado.
-Patricia siempre me dice que es bueno hablar.
Maura vaciló por varios segundos antes de girarse para quedar boca arriba, mirándola.
-¿Tú necesitas hablar? -preguntó en voz baja, casi susurrando.
-Lo he intentado. -Acarició suavemente la mejilla de Maura-. Hablar un poco más. Es fácil hablar contigo y estoy intentando hacerlo más seguido con mi madre y mis hermanos. Es más difícil de lo que pensé -admitió.
-¿Te hace sentir vulnerable?
Jane se sorprendió con la pregunta, pero asintió.
-Maur... antes, en la tarde cuando dijiste que el futuro era incierto ¿a qué te referías?
La incertidumbre en el tono de Jane la sacudió por completo y cerró los ojos porque no se sentía capaz de mirarla.
-Está bien si no deseas decirme.
-No es eso. Es incierto porque en realidad no sé qué esperar.
-¿De?
Maura abrió los ojos al escuchar aquel susurro.
-De mí, de esta situación... de nosotras -admitió finalmente-. Tienes razón, hablar es difícil y... abrumador.
Jane se acercó a su rostro sin dejar de acariciar su mejilla.
-¿Y si lo tomamos un día a la vez? Y cuando salgamos de esto entonces podemos tomar otro paso... ¿juntas?
-Juntas... me gusta como suena eso -susurró y alzó una mano para rodear su cuello, acercándola hasta que sus labios se unieron.
Esta vez Jane no cuestionó su bienestar cuando se incorporó lentamente sin detener el beso, hasta quedar a horcajadas sobre ella.
A.N: Actualización sorpresa! Es un poco complicado comunicarse con ustedes por acá ya que la página no tiene esa opción. Había puesto por Twitter (TMisles -Creo que pueden verlo sin tener Twitter/ni seguirme!) que no iba a estar actualizando hasta previo aviso porque estoy trabajando en los últimos capítulos. Pero, desafortunadamente, estos primeros meses del año han estado bastante ocupados con mi trabajo y termino con cero energía para los fics. Y como ha pasado tanto tiempo desde que actualicé, les dejo este cap para que sepan que no los abandoné ;) Saludos!
