Hinata.

Toqué su cara. Fría. Estaba pálido también.

Mordí mi labio inferior y tiré de la sábana de hospital para ponerla sobre él de forma más segura.

Casi había muerto delante de mí. Las lágrimas pincharon en mis párpados, pero las alejé cuando vi su mano moverse. Es hora de ser fuerte.

Sus ojos parpadearon.

Largas pestañas claras, Dios, ¿cómo es que nunca había notado lo hermoso que era cada cabello de él?, se levantaron y me miró, al principio desorientado, pero entonces sus ojos se enfocaron lentamente.

—¿Estoy vivo? —Su voz sonaba como si hubiera sido arrastrada sobre la grava.

—¡Aleluya! ¡Él habla! —gritó Menma levantándose de un salto del sillón reclinable verde donde había estado durmiendo durante las últimas horas.

Una linda enfermera asomó la cabeza y miró a Naruto. Sonrió.

—Estás despierto. Excelente. Voy a llamar al médico.

—Ella puede checar al Señor del Sexo en cualquier momento —dijo Menma.

Entonces se inclinó e inspeccionó Naruto.

—Vivirás, supongo. Para mi suerte.

—Idiota —murmuró Naruto—. Siempre pensando en ti.

Sonreí. Si hubiera muerto, por Dios, me hubiera gustado ir con él.

Se centró de nuevo en mí.

—¿Qué pasó? Perdí el conocimiento... —Vi su cara mientras juntaba todo.

Asentí suavemente.

—Has estado aquí durante unas doce horas. La policía llegó poco después de que te desmayaras. Arrestaron a Toneri y llamaron a una ambulancia para ti. —Me lamí los labios—. Él rozó tu arteria femoral. Si no hubiera sido por la policía actuando rápido al atar tu muslo, habrías muerto desangrado. —Tomé una respiración profunda—. Pasaste cuatro horas en cirugía para reparar el daño, como alguna especie de injerto. Probablemente no serás capaz de caminar sin muletas durante unas semanas.

—Entonces voy a vivir. —Sus ojos me devoraron, pasando por mi cara, mis labios—. ¿Cómo estás? ¿Te duele?

Sacudí la cabeza.

—Solo que viste. Le dije a la policía lo que pasó.

—¿Todo?

Tomé su mano y la apreté.

—Sí. Lo arrestaron, pero su padre ya ha hecho una declaración en la televisión. Dijo que sabe que Toneri es inocente, por lo que puede que tengamos un duro camino por delante.

—Como el infierno que lo tendremos. —Minato entró en la habitación, su traje arrugado por pasar toda la noche con Menma y conmigo. Habíamos pasado las últimas horas hablando mucho, y lo habíamos puesto al corriente de todo lo relacionado con Toneri y lo que me había pasado. Él había sido sorprendentemente comprensivo, y habíamos formado un vínculo esperando a que Naruto saliera de la cirugía. Él me contó que estaba contento de que Naruto hubiera llegado a él por el dinero en lugar de seguir con las peleas ilegales. Al final, creo que lo único que quería era que Naruto encontrara un poco de felicidad—. Puede que él sea un senador, pero yo soy un embajador, y ningún imbécil va a tratar de matar a mi hijo y salirse con la suya.

Menma lanzó su puño al aire.

—De eso es de lo que estoy hablando.

Me incliné hacia Naruto.

—Tu padre ha estado en el teléfono toda la mañana, llamando abogados y hablando con los peces gordos. También ha sido bueno conmigo. Encontró a mi mamá y a Karl en Petal y ahora están en la estación de policía local, dando una declaración sobre de la forma en que trataron de chantajear a los Otsutsuki.

Eso pareció satisfacer a Naruto. Me miró.

—Dios, tenía tanto miedo de perderte para siempre. No creo que hubiera sobrevivido a eso.

Le di un beso, sin importarme que la gente estuviera mirando, pero el señor Minato y Menma discretamente se fueron de la habitación. Me aparté y apoyé la cara contra su hombro.

—No, tenía miedo de que estuvieras muerto. No-no puedo siquiera pensar en ello.

Naruto dio unas palmaditas en las sábanas.

—Acuéstate conmigo.

Lo miré con recelo.

—Tienes demasiados cables conectados a ti para volverte loco.

—No quiero follar contigo. Quiero amarte. —Se sentó en la cama y se enderezó. Apenas había espacio para mí, él era tan grande, pero me acercó hasta que estuve casi sobre él, su cuerpo caliente y duro contra el mío. Él pasó una mano por mi cabeza—. Cuando salga de esta cama de hospital, te voy a sacar de esta ciudad y vamos a estar solos, sin el gimnasio, la universidad, la familia o cualquier cosa. Tengo algunas cosas que mostrarte.

—¿Cosas buenas? —bromeé.

—Quiero llevarte a Londres y mostrarte donde crecí. Quiero visitar la tumba de mi madre contigo y decirle cómo encontré a la rota chica perfecta de la cual enamorarme. Quiero verte comer correctamente una tarta, tal vez mostrarte cómo hacerlo.

—No cocino. Todo lo que puedo hacer son fideos ramen.

Sonrió.

—Entonces comeré fideos.

Pobre chico.

Me reí. Mareada.

—De verdad me amas —bromeé—. Soy tuya, Naruto, y haré todo lo posible para hacerte feliz y nunca vivir con estúpidos remordimientos. Te prometo que siempre me centraré en el futuro. —Presioné mis labios en los suyos ligeramente—. No voy a juzgarme a mí misma por mi pasado. Ya no vivo allí.

Me estudió mientras hablaba, y cuando me detuve, su boca capturó la mía, su lengua barriendo y hundiéndose profundamente. Me hundí en él, me sumergí en su olor, su calor, su corpulencia. Me dio un beso suave y dulce, y luego duro y oscuro, justo como me gustaba.

Me separé para tomar aire.

—Eres tú, siempre tú, mi señor Darcy.

—Yo también te amo, Hinata.

Nos acostamos juntos abrazados en una maraña de extremidades mientras el sol se asomaba en el horizonte. Hace dos años, había visto otra amanecer y me había comprometido a no amar de nuevo, pero esto, esto era diferente.

Este era el comienzo de mi vida.

Lo había sentido desde el momento en que lo vi en la fiesta de fraternidad, la experiencia digna de película que a veces tenemos cuando percibimos un cambio en la atmósfera, como si algo extraordinario estuviera a punto de suceder. Sucedió. Lo había encontrado incluso con mis reglas arrastrándome. Y tuvimos problemas como todos los jóvenes. El amor nunca es perfecto, de hecho, es exactamente lo contrario a perfecto, pero eso está bien, porque te da espacio para crecer y explorar. Habría momentos en los que nos gustaría discutir y molestarnos, pero también tendríamos buen sexo de reconciliación. Y no importa lo que se interpusiera en nuestro camino, yo estaba en esto de verdad. Si él quería usar los puños, me gustaría estar en su esquina y besarlo antes de que se pusiera los guantes.

Él haría lo mismo por mí.

—¿En qué estás pensando? —preguntó un rato más tarde mientras nos acurrucábamos.

Giré la cabeza en la almohada para mirarlo. Algo de color había regresado y me alegró.

—Mi mente está corriendo, pensando en las posibilidades. Nuestro futuro. Qué puedo hacer con mis joyas. Qué puedes hacer con tu gimnasio. Yo… yo no he estado tan feliz o emocionada por la vida en un largo tiempo. Y estás en el hospital, lo que lo hace aún más raro. —Moví las mantas—. Me siento como que he estado yendo a través de estos pequeños monumentales cambios en estas semanas, y todo te lo debo a ti. Amarte es lo mejor que me ha pasado. —Me mordí el labio para mantener las lágrimas a raya.

Me miró por un momento, su mirada llena de comprensión.

—Tú y yo, tenemos esto. Voy a pasar el resto de mi vida amándote. Voy a darte lo que quieras, Chica Unicornio. Voy a darte un beso cada noche. Voy a follarte y luego hacer el amor contigo. Voy a darte hijos. Un hogar. Felicidad. Todo mi corazón.

La alegría llenó mi alma.

—¿Vas a leerme a Jane Austen desnudo?

Él soltó una débil carcajada.

—Voy a hacer algo mejor. Voy a hacer el amor contigo y citar el maldito libro entero, al mismo tiempo.

—Mm, podría acostumbrarme a eso.

—Solo asegúrate de obtener lo que quieras, amor.

Reímos y nos sostuvimos mientras el sol se alzaba en el cielo.