Nota del autor: amigas y amigos, no tienen ni idea de lo que he pasado para escribir este capitulo, no solo he tenido que lidiar con esto, si no que tambien con otros pendientes. Pero me complace traerles el penultimo capitulo! a disfrutar!. Espero no tenga tantos errores DX
Nikolai: Sigo sin poder tomar una decision respecto a Jack.
Camilaski: Siiii comprendo, se sintió como un engaño :cccc perdon. Este es el turno de Elsa, a continuacion veremos su odisea.
Cristina: Espero que este capitulo cumpla con tus expectativas, fue un poco dificil escribirlo. El final tambien lo sera, pero estoy ansiosa por eso!
Perdon por no responder muy bien a los comentarios, ando con algo de prisa DXXXX
Narrador
Miles de cosas rondaban por la mente de Elsa mientras su tío manejaba hacia el centro de la ciudad. Ella se preguntaba si esto era una buena idea o si solo haría el ridículo. Jack le había dicho que ese día no podía ir a despedirse de ella ya que trabajaba todo el día, así que, apoyada por su familia, se decidió a darle una sorpresa.
–Bien– Anna pasó su mano sobre el cuerpo de Elsa para abrir la manija de la puerta trasera que ella misma no se animaría a abrir –Es hora– chilló con alegría alentándola a bajar del auto.
Elsa la miró con preocupación y Anna rodó los ojos –Es Jack... se sentirá muy feliz de verte–
–N-no lo sé, no quiero molestarlo en su trabajo– se frotó los manos con nerviosismo reprimiendo las ganas de cerrar la puerta y retractarse de su idea.
Anna suspiró –Elsa, te iras y no volverás hasta Día de gracias, esta es tu única oportunidad de despedirte–
Elsa cambió su rostro a uno decidido –Tienes razón– dijo antes de poner un pie sobre la acera y caminar hacia el interior del café que no le era para nada desconocido. El dulce aroma de los postres y el té le llegó a la nariz haciéndola sentir con ganas de pecar con un pedazo de pie.
Miró de un lado a otro buscando indicios de la cabellera peliblanca que tanto le gustaba, pero no obtuvo señal de él, solo de una chica que limpiaba una mesa con una franela.
–Hola– tocó el hombro de la chica para llamar su atención, cuando ella levantó su rostro se sintió bastante sorprendida de lo linda que era y su hermoso cabello –Disculpa, busco a Jack Frost– ella quería morirse de vergüenza.
Katherine examinó a la chica con cuidado, le parecía muy bonita, y su cabello era bastante peculiar, pero al verla vuelta un manojo de nervios dedujo que seguro se trataba de otra de las miles de chicas que se acercaban a preguntar por el "Chico peliblanco guapísimo" que trabajaba ahí.
–Oh, no está– respondió volviendo a su habitual tarea, la verdad cada que alguien la interrumpía de su trabajo solo para preguntar por Jack le parecía algo de muy mal gusto debido a que parecían locas acosadoras persiguiendo un pobre chico.
Elsa se sintió incomoda al notar la cortante actitud de la chica –Uh, creí que estaría trabajando aquí–
Katherine rodo los ojos asegurándose de que ella no lo notara –Sí, pero ahora mismo no está en la aquí, está muy ocupado con los proveedores– respondió con tono firme pero educado.
Te lo dije, esto era una terrible idea. Pensó Elsa en su mente sintiéndose avergonzada, ¿ahora donde metería la cabeza para esconderse? –¿P-podrías darme una rebanada de pie de naranja para llevar?– tartamudeó cabizbaja.
–Por supuesto– la actitud de la chica cambió al escuchar las palabras, un cliente era un cliente.
Le hizo una seña para que la acompañara al mostrador, Elsa esperó frente a este mientras la chica de cabello castaño preparaba el empaque para llevar
La chica le dio el monto a pagar y ella sacó de sus bolsillos un billete, se intercambiaron cambios y ella le extendió la linda bolsa con el logo de un gato sonriente.
–Aquí está tu compra– le dijo sonriente.
–Gracias– ella murmuró tomando la bolsa sintiéndose derrotada –¿Podrías decirle a Jack que Elsa vino a buscarlo?–
Katherine arqueó una ceja –¿Tu eres Elsa?– preguntó.
Ella asintió con timidez.
–Jack me ha hablado mucho de ti– le dijo con una gran sonrisa sintiéndose un poco mal por haberla confundido con una acosadora más –Yo le diré que estuviste aquí–
–Gracias– levantó su pequeña mano despidiéndose.
.
.
.
Elsa arrastró sus maletas abriéndose paso entre el concurrido pasillo de la casa estudiantil, Anna y sus tíos la seguían por detrás con el resto de sus cosas. Rapunzel se encontraba instalada en New York desde hace una semana.
–Uyyyyyy, ¡mira eso!– Anna jadeó impresionada –Todo se ve tan maduro y sofisticado–
Elsa y sus tíos rieron ante la incontrolable emoción de Anna.
–¡Elsa, te vas a divertir mucho!– gritó la chica joven extasiada.
Al entrar Anna jadeó –Que emoción– chilló –Me pregunto cómo será tu compañera de cuarto–
Elsa rodó los ojos –Créeme, yo también, espero conocerla pronto–
A decir verdad, ella estaba algo preocupada por el hecho de tener que compartir una habitación con alguien a quien no conoce, ¿y qué tal si la persona con quien le había tocado estar no era amable?
–Bien, pareciera que todo está bien con la habitación– dijo su tío después de darle una rápida revisada al cuarto para cerciorarse de que todo funcionara adecuadamente y Elsa no tuviera problemas.
–Gracias por traerme hasta aquí– Elsa suspiró.
–Sabes, no tenemos que irnos aun, podríamos ir a comer juntos– ofreció Anna al ver el rostro de preocupación de su hermana.
Elsa negó –Estoy bien, es solo que los voy a extrañar mucho– su semblante era triste.
–Awww, yo también te voy a extrañar– Anna se echó a llorar en los brazos de su hermana –Pero ahora eres universitaria– sorbió su nariz –es tu oportunidad de aprovechar esto al máximo–
La chica de trenzas se separó para permitirle a sus tíos despedirse –Cualquier cosa puedes volver a casa cuando quieras– la abrazó Arianna –Estaremos a una hora y media de distancia–
–Cuídate mucho, Elsa– su tío tomó el rostro de ella entre sus manos –Y diviértete mucho, pero siempre con moderación– rio.
–Gracias, los amo– la rubia platinada se sentía sumamente bendecida, si bien había perdido a sus padres, había ganado una familia que la amaba como si fuera su propia hija.
–Y nosotros a ti, Elsa– los tres se despidieron con ojos llorosos.
Al verlos dirigiéndose a la puerta algo se activó en Elsa, ¿de verdad iba a permitir que se fueran sin haberles contado la verdad que merecían conocer? –Esperen–
–¿Qué sucede, Els?– preguntó con curiosidad su hermana.
Al ver esos ojos llorosos no pudo hacerlo, seguía sintiéndose aterrada por el cómo reaccionarían, ¿Qué tal si después de contarles todo ya no deseaban que volviera a casa?
Ella bajó la mirada al suelo con nerviosismo –O-olvídenlo, no es nada– les dio una falsa sonrisa para tranquilizarlos.
Unos minutos despues de que ellos se fueron Elsa sintió su celular vibrando en su bolsillo, lo tomó para ver el nombre de Jack. A estas alturas la chica ya le habría dicho que estuvo en la tienda y de seguro por eso la llamaba.
Tomó aire y aceptó la llamada –¿Y?, ¿Cómo se siente ser universitario?–
Elsa rio –Pues, han sido los 15 minutos más interesantes de mi vida–
Jack también soltó una pequeña risa del otro lado de la línea –Mientras no te unas a alguna extraña fraternidad donde las chicas tengan que hacer algún extraño ritual de iniciación todo estará bien–
–Aun no lo he hecho– respondió con tono juguetón.
Hubo un pequeño silencio por parte de él –Els, lo lamento tanto, me dijeron que viniste al café hoy, yo...–
Ella lo detuvo –Jack, está bien– se sentó en el borde de la cama –Fue una idea tonta ir, solo quería... no lo sé, decir adiós– se encogió de hombros.
–Me hubiera encantado despedirme de ti, ahora tendré que esperar hasta noviembre– le dijo decepcionado.
–Tal vez vaya luego a casa a lavar ropa–
–Si vuelves asegúrate de decírmelo para vernos, si no, tendré que ir yo–
El corazón de ella latió, ¿el haría todo el camino hasta acá solo para verla.
.
.
.
Esa noche Elsa se encontraba desempacando sus pertenencias en el lado de la habitación que había escogido, esperaba que a su compañera no le molestara eso, quiso esperarla para hablar del tema, pero había demorado más de lo esperado. Cuando por fin se sintió hastiada por la ardua tarea y su estómago rugiendo por comida, decidió hacer una pausa para bajar a buscar comida.
Cenó algo ligero, un yogurt acompañado de fruta y después decidió volver a arriba.
–¡Elsa!– la boca de ella cayó al ver a la persona que menos esperaba colgando de cabeza en su cama.
–¿R-ruffnut?– ella estaba que no lo creía.
–Sorpresa– rio burlona –No sabía que también habías aplicado a esta universidad, que coincidencia–
–¿P-por qué estás aquí?– ella no era de las que juzgaban un libro por su portada, pero Ruffnut nunca había sido de las personas a las que les interesara mucho la escuela, desconocía sus notas en los exámenes, pero al menos con el resto de los criterios de evaluación siempre fallaba. Y la Universidad de Pensilvania era de las escuelas más prestigiosas de Estados Unidos.
–Lo sé– la rubia reía a carcajadas –Debería estar en Yale, pero mamá dijo que eso solo humillaría aún más a mi hermano– rodó los ojos imitando una voz delgada.
–¿Entonces seremos compañeras de cuarto?– ella sonrió nerviosa
–¡Sí!, nos vamos a divertir mucho, ya verás– comenzó a explicar –iremos a fiestas juntas, comeremos juntas, nos desvelaremos estudiando juntas, traeremos chicos al cuarto juntas, incluso nos prestaremos los bra, será in-cre-i-ble... siempre quise una hermana, pasar tanto tiempo entre chicos es agotador, son unos patanes y no se dan cuenta de lo asquerosos que pueden llegar a ser– dijo mientras se hurgaba la nariz.
Elsa suspiró dejándose caer en una de las sillas del escritorio.
–Bueno, volveré a mi cama... compañera– finalmente se levantó de la cama de Elsa para dejarse caer en la suya –Por cierto, ¿Cómo esta Kristoff?– preguntó con curiosidad.
Elsa arqueó una ceja –¿No lo sabes?–
Ella se encogió de hombros –Terminamos hace unas semanas, nos dimos cuenta que una relación a distancia no funcionaría entre los dos y esta belleza necesita atención de tiempo completo– se acomodó haciendo una pose seductora.
–Lamento oír eso– Elsa se sintió genuinamente mal por su amigo rubio y la chica que tenía en frente.
–Nah, no te preocupes– movía los pies juguetonamente –Como te dije, esta diosa, no ha tardado mucho en conseguir nuevos prospectos–
–¿Prospectos?– Elsa abrazó su pingüino favorito pensando en Jack y en que estaría haciendo ahora.
–Sí, cuatro– levanto cuatro dedos con orgullo –Sus nombres son Tom, Bucky, Jeremmy y Ramón– este último nombre lo dijo con un acento.
–Vaya– ella soltó una pequeña risa aferrándose aún más al pequeño peluche.
.
.
.
La noche siguiente Elsa se encontró a si misma cenando sola, Ruffnut había conseguido una cita con uno de sus cuatro pretendientes, cuando recibió un mensaje inesperado.
Jack: Hey, Els, ¿crees que me vería bien en uniforme de policía?
Tomó su celular y no pudo evitar sonreír ante el mensaje, se apresuró a teclear su respuesta, quería hacerle saber que todavía pensaba en él.
Elsa: Sabes que te verías bien con cualquier cosa ;)
Se felicitó a si misma por tal osada respuesta, era algo juguetón y tierno. Pero no quería sonar tan atrevida, así que lo complementó con una pregunta.
Elsa: ¿Por qué preguntas?
Jack: Solo estaba considerando la opción de ser policía.
¿Jack policía?, se mordió los labios al imaginárselo usando un ajustado disfraz de policía, aquellos pensamientos la hicieron sonrojarse. Pero fuera de bromas, Jack sería un buen policía, tenía cualidades para ello. Era valiente, sabia actuar bajo presión, tenía buena condición física y era un chico con un corazón puro que solo buscaba ayudar a los demás.
Elsa: Serias un asombroso policía.
Esperó su respuesta mientras le daba una mordida a su sándwich.
Jack: Olvídalo, creo que encontré una mejor opción.
Ella sonrió aún más al leer esto, ¿Qué podía decirle para hacerlo sonreír y hacerlo sentir especial también?. Recordó aquella noche en su balcón.
Elsa: Como te dije una vez, hagas lo que decidas hacer, serás increíble en eso.
Elsa: Confia en ti, Jack Frost :)
La conversación no murió ahí, siguieron mensajeándose acerca de cómo les iba. Elsa le contó la novedad de su compañera de cuarto y lo complicado que era tratar de convivir con Ruffnut, Jack la consoló diciéndole que al menos tenía una amiga cerca y él tenía razón, Ruffnut era su única amiga por ahora aquí y solo era cuestión de adaptarse, continuaron charlando hasta tarde cuando los dos decidieron que, aunque no querían, debían ir a dormir por las responsabilidades que les esperaba a ambos al día siguiente; ella con sus clases y él con su trabajo.
Jack: Duerme bien, Copo de Nieve.
Elsa sonrió al recibir una imagen de el en tendido en su cama con su libro de cuentos de los hermanos Grimm apoyado en sus piernas
Jack: Ya lo terminé, gracias por uno de los mejores libros que he leído.
Elsa miró la cama vacía al otro lado de la habitación y esto la animó a hacer lo siguiente.
Soltó su cabello y se dejó caer sobre su almohada, tomo a Sir Jorgenbjorgen abrazándolo contra su pecho, se tomó una rápida fotografía y se la envió.
Jack: Eres hermosa, Elsa de Arendelle.
Jack: Por cierto, saludos a Sir. Jorgenbjorgen.
Elsa tecleó un "Te extraño" en la conversación. Se arrepintió y borró el mensaje.
Elsa: Buenas noches.
.
.
.
Nuestra rubia platinada favorita se dejó caer con gracia sobre el mullido césped, tan perfecto como su alrededor, sobre ella un frondoso y majestuoso árbol en su máximo punto de floración se alzaba brindándole sombra y confort después de esa difícil clase en donde no le fue muy bien. Toda su vida había sido de esas personas que aran académicamente bendecidas, pero aquí se sentía tan pequeña en comparación con el resto de sus compañeros quienes parecían estar disfrutando de las clases. No la malinterpreten, ella estaba agradecida por toda la suerte que tenía, pero ella pensaba que ser universitario sería algo que debía sentirse diferente, debería estar feliz y sintiéndose emocionada por esta nueva etapa de su vida, pero en cambio era desdichada. Un pedazo de su corazón se había quedado en Burguess en su vieja escuela, con sus amigos, su familia y Jack.
Se había prometido a sí misma no mirar a atrás, pero le era imposible.
–Disculpa– levantó la mirada para ver a un muchacho de su edad, lo reconoció al instante por el pendiente de diente de tiburón que llevaba colgando de su cuello –Dejaste esto olvidado en clases– le extendió su libro.
Ella jadeó y revisó rápidamente su bolso para comprobar que efectivamente, algo faltaba ahí.
–Gracias– lo tomó con delicadeza –De verdad, me has salvado la vida, lo necesitamos para hacer nuestro informe–
El chico soltó una risa –Sí, no querrás hacer enfadar a la profesora Godmother– se sentó sin pedir permiso –¿Te llamas Elsa, verdad?– le preguntó acercándose a ella.
Elsa asintió –¿Y tú eres Ryder, cierto?– se mordió los labios esperando no haber errado en su contestación.
–Exacto, ¿de dónde eres?–
–Pues, nací en Noruega, pero estudié la escuela en Burguess– respondió.
–¿En serio?– su sonrisa se ensanchó –¡Yo nací cerca de ahí!, en Allentown–
Los ojos de Elsa se abrieron –Ahí fue donde viví casi toda mi vida, iba a una escuela para niñas–
Arqueó una ceja –Oh, que lastima, yo fui a una escuela pública– se encogió de hombros.
Elsa jugó con su trenza francesa, no sabía que más decir, esto de entablar amistades nuevas no era lo suyo, generalmente Rapunzel y Anna ayudaban a proseguir las charlas.
–Tienes un bonito cabello– dijo el chico sonriéndole –Es un color bastante inusual–
Elsa intentó reprimir una carcajada –Deberías ver el de mi mejor amigo, es completamente blanco– comentó sin pensarlo dos veces, después se dio cuenta de que, sin quererlo, había traído a Jack a la conversación. ¿Tanto lo extrañaba para que eso sucediera con tanta frecuencia?.
–Eso suena bastante loco– se limitó a responder sin borrar la sonrisa de su rostro.
–Tu cabello también es genial y me gustan tus pómulos–
El chico se frotó la mejilla –Rasgos aborígenes de mi familia, creo que somos descendientes de alguna tribu noruega u algo así–
–¿De verdad?– ella lo miró con curiosidad –Eso suena interesante–
La conversación se vio interrumpida por un timbre proveniente del bolsillo del chico.
–Oh, rayos, mi hermana me espera– suspiró –Debo irme, pero... en realidad quería preguntarte, llevamos aquí más de un mes y no he parado de mirarte, quiero decir, no es que te esté acosando ni nada de eso, solo que te he notado en clases y... soy terrible para esto– se golpeó la frente con la palma de su mano.
–Lo que trato de decir es que, si te gustaría salir algún día, como amigos–
Elsa comprobó mirando de un lado a otro para asegurarse de que él le estuviera hablando a ella y no a otra persona –¿yo?– se señaló confundida.
Ryder rio –Sí, tu, Elsa–
–Oh– se sintió sin palabras –Uh, claro, ¿solo como amigos, verdad?– preguntó con cuidado.
–Por supuesto, sin compromisos– el chico se levantó del césped –Bueno, Elsa, debo irme, pero nos vemos mañana en clase– le sonrió despidiéndose con su mano.
–Seguro– ella devolvió el gesto.
Una vez el chico se fue ella se quedó analizando lo que acababa de suceder.
–¿Me acaban de pedir una cita?– se dijo a si misma con el ceño fruncido por no terminar de entender lo que había pasado.
.
.
.
Una semana después Elsa y Ryder se encontraban en un café cercano dentro del campus. Ambos conversaban tranquilamente, él estaba visiblemente más emocionado que ella con la "cita de amigos", pero aun así ella daba su mayor esfuerzo por seguirle la conversación y no aburrirlo con su depresión.
–Háblame más de ti, Elsie– el chico había tomado confianza con ella, la suficiente para darle un nuevo apodo.
Ella se encogió –¿Qué te gustaría saber?–
–Pues, cuéntame de ti, de tu familia, amigos, lo que te represente–
Ella volvió a enderezarse –En realidad no hay mucho más, lo que ves es lo que soy– respondió con honestidad.
El muchacho rio jugueteando con la taza –Elsa, cuando te veo, veo muchas cosas–
Se sintió halagada por el cumplido –Tengo una hermana menor, ella es el único familiar directo que me queda y la amo más que a mi vida... la extraño un poco– se odió por haber dicho algo tan deprimente.
–Oh, lo siento mucho, Elsa– él tomó su mano apretándola suavemente.
Ella sacudió la cabeza –Perdón, no sé porque dije algo así, es el peor tema de conversación–
–No, para nada– la tranquilizó retirando su mano –En realidad, te entiendo, como te dije, también tengo una hermana y también la quiero mucho... pero no la extraño– rio –ella me siguió hasta acá–
–¿En serio?, ¿estudia con nosotros?– preguntó ella.
Él negó con la cabeza –No, en realidad está en la escuela de artes–
–Bueno, al menos no estás solo– ella tomó un sorbo de su café.
Ambos chicos continuaron con su charla hasta que la noche cayó y tuvieron que volver, él le ofreció acompañarla hasta su dormitorio y ella aceptó con gusto, no quería caminar todo el camino de regreso sola en la oscuridad de la noche y con el aire otoñal haciéndole cosquillas en la nuca.
–Vaya, el frio está por llegar– él se frotó sus brazos desnudos, había olvidado llevar una chaqueta –Me gusta el otoño pero lo que sigue después, lo odio–
Ella lo miró incrédula, casi ofendida –¿No te gusta el frio?– preguntó.
–Prefiero el otoño y la primavera– se encogió de hombros –El invierno es muy frio, ¿Qué hay de ti?–
–Amo el invierno– se abrazó a si misma al inevitablemente tener el recuerdo de Jack y ella sentados en la banca del parque rodeados por nieve mientras los niños jugaban a hacer un muñeco de nieve. Recordó lo bien que él encajaba con ese paisaje invernal, casi como un hermoso espíritu del invierno como el de las historias. Anhelaba volver a verlo.
Sin darse cuenta Ryder y ella habían recorrido un gran tramo en silencio hasta llegar a la puerta del edificio.
–Bien, hogar dulce hogar– bromeó el señalando el edificio –yo me quedo en el otro dormitorio no muy lejos de aquí–
–Gracias, me divertí– sonrió.
–Yo también– él le devolvió la sonrisa mirándola a los ojos para después desviar su mirada a sus labios. Él sin, meditarlo mucho, la tomó por la cintura y le plantó un beso. Ella lo recibió en estado de shock, no sabía qué hacer, así que solo cerró los ojos e intentó dejarse llevar... solo para comprobarlo.
Después de un rato ambos se separaron, él la miraba con ojos brillosos sintiéndose feliz.
–Perdón, sé que besar en la primera cita es raro, pero te veías tan bonita que no pude evitarlo–
Ella negó con la cabeza mordiéndose el labio inferior.
Él al ver que su rostro no brillaba como el de él borró su sonrisa –No te gusto, ¿verdad?–
–No es eso– suspiró –Me gustó, pero...–
El asintió –Supongo que debí de haberlo supuesto cuando te sonrojaste al hablar del invierno, ¿te recuerda a alguien especial, verdad?–
Elsa asintió –Sí–
El chico hizo una mueca –Es un chico con mucha suerte– sonrió levemente.
.
.
.
Elsa se sintió incapaz de poder dormir, giraba en su propia cama sin poder conciliar el sueño. En su mente se repetía una y otra vez el beso. Tomó su celular para ver el mensaje de Jack deseándole buenas noches y se sintió aún más frustrada, quería llamarlo, pero no quería molestarlo, ¿Qué debía de hacer?, ¿despertar a Ruffnut y contarle sus penas?, lo haría si ella estuviera ahí. Se sentó en el borde de la cama casi que haciendo una pataleta de rabia.
Decidida se puso de pie y se volvió a vestir para salir del edificio, no sin antes pedir un taxi por medio de una aplicación, necesitaba despegarse y más tarde que nunca se encontró a ella misma en un bar a las 3 am, pudo entrar gracias a la identificación falsa que Merida le había regalado en su cumpleaños pasado, la cual juró nunca usar... Merida se burlaría de ella si la viera ahora mismo y le diría "Te dije que la necesitarías algún día". Casi se arrepintió en seguida de su decisión, pero se mantuvo firme y se dirigió a la barra, pidió un trago y se sentó a observar el ambiente, el único que se podía esperar en una situación así, todos estaban ebrios.
–¿Estas sola?– ella volteó su cabeza para ver a un hombre fornido de cabellera larga reclinándose sobre la barra.
–¿Gastón?– su boca cayó de par en par.
–Oh, pero que sorpresa– le dijo tomando un trago de su bebida –¿Nos conocemos?– la miró sin tener ni idea de quien era.
Elsa rodó los ojos.
–Hey, ¿Por qué mejor no te pierdes?– dijo una voz femenina detrás de Gastón.
El chico fortachón se hizo a un lado para revelar a la chica de flequillo y ojos castaños.
–¿Quién te crees?– tomó su vaso de la barra y se alejó.
–¿Honey?– por segunda vez la boca de Elsa se abrió –¿De verdad eres tú?–
–¡Elsa!– se acercó a ella abrazándola con emoción –¡Que gusto verte!, ¡Te ves increíble!–
–Lo mismo digo– respondió ella con una risita –Nunca creí que esto fuera posible, ¿Qué haces aquí?–
–Estudio en Penn, ¿y tu?– le respondió con felicidad.
–¡También!– exclamó.
–¡Eso es genial!– tomó asiento en una de las sillas –Tienes que contarme que ha sido de tu vida, ha pasado tantos años desde que nos vimos por última vez...– ella hizo una pausa para mirar el suelo como si estuviera recordando un detalle importante –Cuando yo...–
Elsa rio –¿Cuándo me besaste?–
–De verdad lo lamento...– la ojiazul levanto una mano para detenerla.
–Ya te disculpaste lo suficiente aquella vez, no hay necesidad de que sigas preocupándote por eso– le aclaró.
–¿De verdad?, ¿No estas molesta?– la miró con preocupación.
–No, para nada– rodó los ojos –Fue un buen beso– se encogió de hombros.
Honey rio –Debí de haberte pedido tu permiso, no estuvo para nada bien–
Asintió levemente –Tal vez si hubiera sido una buena idea, pero ya no importa...–
–Honey– una chica alta, de complexión delgada, con chaqueta de cuero y jeans gastados apareció –¿Me prestas tu celular?, el mío se quedó sin batería–
–Oh, Shank, te quiero presentar a Elsa– señaló a la otra chica sentada –La chica de la que te hablé– murmuró esto último.
Los ojos de la morena de cabello castaño se abrieron en comprensión –Oh, esa Elsa...– tendió su mano hacia ella –Mucho gusto, Elsa, soy Shank–
–Es un placer, me encanta tu estilo– el cumplido era sincero, esta chica tenia aires de ser cool.
–Muchas gracias– le sonrió.
–Ella es mi novia– dijo Honey.
–Ohhhhhh– la boca de Elsa formó una pequeña O mientras asentía.
–Aquí tienes– la chica de flequillo le dio su teléfono celular a la morena.
–Tengo que hacer una llamada, volveré en un rato– se excusó con ambas chicas y se dirigió al exterior del bar.
–Wow, tu novia es tan genial– dijo Elsa admirándola mientras se iba. Casi podía decir que esta chica era su nuevo crush por su actitud.
–Lo sé y deberías ver su auto– se cruzó de piernas –Por cierto, ¿Qué haces aquí?, no pareces el tipo de chica que suele estar en lugares de mala muerte como estos y siendo menos de edad– susurró.
Elsa se rascó la nuca –Necesitaba un cambio de aires, solo eso–
Honey se cruzó de brazos y suspiró –¿Cambios de aires?, déjame adivinar, ¿problemas de chicos?–
Ella se sorprendió ante su rápida conclusión, ¿tan obvio era? –Podría decirse que sí–
La otra chica tomó el trago de Elsa acercándoselo de forma sugerente –Cuéntamelo todo...–
Y así fue como ella le contó todo a Honey, incluso Shank se les unió después, les contó cómo conoció a Jack, su historia, la razón por la cual terminaron, lo que sucedió después de terminar y lo triste que se sentía ahora lejos de él.
–Perdón, Elsa, pero creo que ¡nunca debieron de haber terminado!– exclamo Honey impactada por toda la información que acababa de recibir –Ustedes se aman, pudieron haber resuelto todos esos problemas juntos–
–Mhhh– Shank apoyó su mentón en sus dedos –Yo opino que terminar fue lo más maduro que pudieron haber hecho, se nota que necesitaban ese tiempo para arreglar problemas personales que estaban deteriorando la relación–
Al ver el rostro de confusión de Elsa las dos chicas decidieron tranquilizarse.
–Bueno, no importa lo que creamos nosotras, si no lo que creas tu– Honey tomó su mano con un suave apretón –¿Crees que hicieron lo correcto?–
Elsa hizo una mueca pensativa –Sí, creo que fue lo correcto, pero realmente lo extraño... lo amo–
–¿Y dices que lo único que te impide volver a estar con él es el asunto de tus padres?– pregunto Shank.
Elsa asintió cabizbaja mientras la pareja compartía una mirada cómplice.
–Entonces andando– Shank sacudió las llaves de su auto.
Elsa levantó el rostro sorprendida –¿Qué?– preguntó sin comprender.
–Burguess está a una hora y media de aquí, son las cinco de la mañana, si nos vamos ahora llegaremos a tiempo para desayunar en McDonalds y de ahí pasar a tu casa para que hables con tu hermana y tus tíos y después buscaremos a Jack– las chicas se miraron y se dieron los cinco orgullosas de su plan maestro orquestado por telepatía.
–No lo sé...– la tercera chica no estaba segura de estar lista para este paso.
–Elsa– Shank tomó sus manos entre las de ella –en la vida hay pocas oportunidades, nunca sabrás cuando será la última... tal vez esta sea–
Estas palabras resonaron en la cabeza de la rubia platinada, tenían razón, no sabía lo que ocurriría mañana, pero existía la posibilidad de que tal vez no volvería a tener otra oportunidad de hacer lo correcto.
Ella las miró con decisión y asintió.
